La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

Olympus Pen F para película tradicional con Ilford Pan F Plus

Vuelvo de nuevo a mi recientemente adquirido ejemplar de una de las creaciones más conocidas del ingeniero Yoshihisa Maitani, la Olympus Pen F, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Os recuerdo que se trata de una cámara réflex con prisma de porro y obturador plano focal rotatorio, con un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. Os recuerdo también que lleva un objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, al que le suelo poner un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro.

Me recordaron recientemente que en el nombre de los objetivos Zuiko, la letra que precede a dicha marca, la F en este caso, indica el número de elementos que componen la fórmula óptica del objetivo. La F es la sexta letra del alfabeto latino, por lo que este 38/1,8 tiene seis lentes. Un D.Zuiko, que lo hay en esta focal con una apertura máxima de f/2,8, tendría sólo 4 lentes. Vamos, que de acuerdo a lo que se llevaba en los años 60, el F.Zuiko sería un objetivo relativamente serio, con un fórmula óptica similar a los Planar de Carl Zeiss, mientras que el D.Zuiko sería el más económico, más de aficionado, con una fórmula óptica similar a los Tessar de la marca alemana. Estos solían ser bastante más compactos, pero como estamos con un sistema mucho más compacto que las réflex habituales de 35 mm, el F.Zuiko también es bastante ligero.

Con el segundo carrete que le he puesto a la Pen F, he seguido optando por la baja sensibilidad y el grano fino. Os recuerdo que al tener el negativo de esta cámara la mitad de tamaño que los habituales de película de 35 mm, el grano se hace más aparente al ampliar. Por lo que una película de grano fino, aprovechará mejor las calidades de estos objetivos. He utilizado un Ilford Pan F Plus, una película de grano fino de Harman. Realmente, en lo que es mi experiencia, es una película que ofrece una gran nitidez y definición. Pero que está más pensada para usar en estudio y condiciones de luz controladas, y tiene un contraste elevado. Así que su posible uso en luz diurna abundante puede conllevar situaciones de excesivo contraste más delicada. Quizá por eso siempre preferí cuando fue preciso un grano fino y alta nitidez, la Fujifilm Neopan 100 Acros, que aporta algo más de sensibilidad para una nitidez y grano que me parecen similares, no sé que dicen las pruebas técnicas, con un punto más de sensibilidad, y un contraste más sencillo de gestionar.

La usé durante buena parte de la excursión a Galve, con los chopos cabeceros y los dinosaurios, y también paseando por las calles de Zaragoza. He revelado la película con Kodak HC-110 en dilución E modificada. La dilución E es 1+47, mientras que la modificada es 1+49. Los cálculos para preparar los líquidos son más fáciles de hacer si tenemos que dividir por 50 que si tenemos que dividir por 48, y la diferencia en la dilución es muy pequeña, por lo que en la práctica se pueden mantener los tiempos recomendados, en este caso 5,5 minutos a 20 ºC. Si quieres añadirle unos segundo más al tiempo de revelado... pero probablemente esté en el margen de la variabilidad personal a la hora de procesar la película.

No he tenido ocasión de revisar todo el carrete. 72 fotos son muchas. Pero la impresión es que efectivamente en situaciones de luz contrastada, hay un poco de tensión entre las luces y las sombras, aunque de momento parece que en ningún momento se han bloqueados las sombras ni empastado las luces. Quizá hubiese sido conveniente una dilución H o aun un revelado desatendido con una dilución más elevada, para un efecto más compensador, que controle mejor el contraste. En fin... si conforme voy revisando el carrete voy encontrando algo que comentar, ya os diré. En general, los resultados son muy satisfactorios. Desde mi punto de vista, más que con la Rollei Retro 80S, aunque también pierdes algo de sensibilidad. Con el filtro amarillo, empiezas a tener problemas cuando la luz empieza a ser limitada en seguida.

El Tessar de la DDR sobre la Canon EOS 650 y película Kodak ColorPlus 200

Siempre he sentido simpatía por los objetivos con una fórmula óptica de tipo Tessar. Se llamen así o no, se reconozca este ascendiente o no. La marca Tessar es propia de Carl Zeiss, pero el diseño del triplete con cuatro elementos es un clásico que durante décadas ha sido utilizado por muchas marcas, especialmente en sus objetivos o en sus cámaras más económicas pero dignas. Por esta fórmula óptica tan sencilla es más capaz de lo que nos parece. Con la salvedad de que no admite aperturas máximas grandes, normalmente los más luminosos se quedan en el f/2,8, el centro de la imagen suele ser nítido y las esquinas y los bordes lo son menos a no ser que diafragmemos a sus aperturas óptimas, pero generan una imagen agradable. Por lo menos con película fotográfica tradicional; los sensores digitales, especialmente los que tienen más densidad de píxeles, ponen en grandes dificultades estos objetivos.

Hace unos años, me entró la curiosidad por los objetivos fabricados en los países de más allá del Telón de Acero, con las fórmulas ópticas de Carl Zeiss. En aquellos momentos eran muy baratos y, siempre que fueran suficientemente antiguos, bastante decentemente construidos. Los más modernos solían tener calidades más cuestionables. Hoy en día se han encarecido, en algún caso injustificadamente para lo que ofrecen. Pero existe un cierto esnobismo en el mundo, que es aprovechado por quienes quiere vender determinados objetos. Me hice con una pequeña colección de cuatro objetivos de 50 mm de focal, o similar, de fabricación germanooriental o soviética, que funcionan bien. Dos de ellos eran de tipo Tessar. Uno soviético, de tamaño minúsculo, un Industar-2 50/3,5, y otro de la Alemania oriental, un Tessar 50/2,8, que he sacado de la vitrina para usarlo durante unas semanas en el mes de enero.

La cámara con la que venía el Tessar alemán, una Praktica MTL B, y que por un precio ridículo adquirí para usar estos objetivos de montura de rosca M42, es una lata de utilizar. El disparador es muy duro, situado en una posición incómoda. Utiliza pilas de mercurio que no se pueden conseguir, cuyas alternativas son una complicación, con lo que acabo usándola sin el fotómetro incorporado. Es grandota y fea para lo que sirve... Por lo tanto, decidí usar el Tessar con la Canon EOS 650  y un adaptador de rosca M42 a montura EF. Y es mucho más cómodo fácil de usar. Sinceramente.

Le puse a la EOS 650 un carrete de Kodak ColorPlus 200, una película económica, pero digna, con un rendimiento agradable de los colores, y me la llevé encima como cámara de paseo durante unas semanas. Terminé el carrete en la excursión que hicimos el 30 de enero al Parque Natural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra en Galve, provincia de Teruel.

No he descubierto nada nuevo, salvo que efectivamente, como ya he dicho, es más agradable de usar este objetivo con la EOS que con la Praktica con la que venía. Como ya recordaba, tiene una mecánica agradable de usar. No la he utilizado a distancias muy cortas de enfoque, pero tiene una distancia mínima más favorable que la mayoría de los 50 mm lo cual lo hace adecuado para fotografía de aproximación. Y se confirma lo que ya sabíamos. A diafragmas intermedios, entre f/5,6 y f/11, el objetivo cumple sin problemas, ofreciéndonos una imagen no muy contrastada, pero razonablemente nítida. Los colores, en combinación con la ColorPlus 200 son agradables. Y la nitidez sufre en las aperturas más abiertas. Cuando alguna toma general se me quedó el objetivo a plena apertura o cuando intenté aislar del fondo los chopos cabeceros abriendo el diafragma, la nitidez del detalle fino sufre. Esto hay que tenerlo en cuenta. En los cuatro últimos años he aprendido más a evaluar las ópticas y noto más los problemas.

Un objetivo este, que puede ser divertido de usar, pero por el que no recomendaría pagar mucho dinero. En un vistazo a las cotizaciones en eBay, he visto que van entre los 30 y los 70 euros. Creo que su valor más justo está más entre los 30 y los 40 euros que entre los 50 y 70 euros. Es un objetivo frecuente, con una calidad digna, pero limitada. Que las modas no impongan gastos excesivos. A mí me costó bastante bastante menos, con cámara incluida.

Mi "amigo" el fotógrafo, la Holga 120WPC y un rollo de Kodak Portra 400

Hacía días que no hacía estenopeicas. Y además... desde hace un tiempo estaba algo picado, porque no conseguía hacer estenopeicas en color que me convenciesen. No que me gustasen... Ni siquiera que resultasen razonables. Ni atinaba con el color, ni con la luz. Así que el primer domingo de febrero, cogí mi Holga 120WPC (por Wide Pinhole Camera), le puse la máscara de 12 x 6 cm y un rollo de Kodak Portra 400, invité a "un amigo fotógrafo" que tengo en casa, y nos fuimos por el casco histórico de Zaragoza a hacer fotos.

Decidí que en esta ocasión medir la luz con un fotómetro de mano iba a ser poco práctico. Así que utilicé la aplicación myLIGHTMETER PRO del iPhone para medir la luz. En su modo más sencillo, midiendo sobre la figura principal de cada fotograma, que creo evidente cuál es. Eso sí, multiplicando la exposición, en segundos, por 2 o por 2,5, según los casos, para corregir un potencial fallo del ley de la reciprocidad en la exposición. El problema es que no se suelen publicar tablas compensadoras para películas en color, y lo imaginé a ojo, teniendo en cuenta mis fracasos previos. No están mal.

Los fotogramas, con su enorme tamaño, presentan un también enorme viñeteado, pero que les sienta muy bien a estas fotografías, entre las estrechas calles del casco histórico de la ciudad. El revelado y el escaneado están realizados en Carmencita Film Lab, que me ha proporcionado tres archivos parciales por cada fotograma, de unos 4400 x 3500 píxeles cada uno, que luego he unido utilizando la función panorama de Affinity Photo, con unas fotografías finales que rondan los 7800 x 3500 píxeles, que no está nada mal. Los archivos finales combinados se montan sin ningún problema, porque los archivos originales son coherentes en exposición y se superponen unos a otros.

El único problema lo tuve cerca del final del rollo de película. Olvidé llevarme las gomas elásticas para asegurar la tapa posterior de la cámara. Y como buena Holga, aprovechó el primer descuido que encontró para entreabrirse un poco y dejar pasar un poco de luz. Afortunadamente no fue grave, e incluso da cierta gracia a las dos últimas fotos. En fin. Espero que el paseo os haya gustado.

Olympus Pen F para película tradicional con Rollei Retro 80S

Con carácter general, podríamos afirmar que en fotografía los debates están sesgados en una dirección que a mí me parece incorrecta. En lugar de hablar sobre ideas, conceptos y estética, temas sobre los que, para los que la mayor parte de los seres humanos en nuestros años de formación, se dedica un tiempo insuficiente o nulo en nuestra educación, hablamos sobre aparatos. Cámaras, objetivos, sistemas, tecnologías,... Nos resulta más cómodo a la hora de debatir "agarrarnos" a algo material, a un objeto con una hoja de especificaciones que comparar con otras. Incluso, una vez que realizamos una compra, temerosos de habernos equivocado puesto que la inversión es siempre más o menos costosa dependiendo de las finanzas personales del fotógrafo, profesional o aficionado, afirmamos hasta el fanatismo que nuestra cámara, nuestro sistema es el mejor. Con uñas y dientes. Y sin embargo...

Sin embargo, un aparato fotográfico y sus complementos no son más que una herramienta para realizar un trabajo. Llevar una imagen de la realidad, una idea o un concepto a una fotografía, que puede ser replicada y que determina nuestra visión del mundo. Y si lo pensamos bien, la bondad de esas fotografía depende más de nuestras capacidades personales que de las de nuestra herramienta. Eso no quiere decir que la herramienta no sea importante o no condiciones nuestro resultados. Pero debemos partir siempre del hecho de que una cámara fotográfica es fruto de un diseño de ingeniería en el que se establece de carga y se determinan unos compromisos. Para que sea buena en determinadas tareas, tendrá limitaciones en otras dimensiones. O de un diseño óptico. Un objetivo perfecto no existe. Se acercará a ello... pero con unos costes la mayor parte de las veces prohibitivos, y con unos contratiempos añadidos muy notables. El ejemplo clásico. Hace 20 años, un objetivo Canon EF de focal estándar, 50 mm, y una apertura luminosa, f/1,4, costaba unos 350 euros y tenía un tamaño razonable. Cuando consultabas a los "listos", te decían que era un buen objetivo. Hoy en día, que cubre el formato 24 x 36 mm, no vale, nos dicen, y un 50 mm con un apertura f/1,4 de buena calidad que cubra ese formato, puede valer miles de euros si queremos alcanzar la calidad necesaria para las exigencias de un sensor de imagen de más de 40 megapíxeles, y tiene un tamaño que pone en grave riesgo tus cervicales. La tecnología digital ha traído grandes ventajas, pero nos somete a servidumbres notables. Tal es así, que la mayor parte de los humanos, para sus necesidades fotográficas se contentan con el teléfono móvil. Ejemplo claro de compromiso entre distintas variables, y tan contentos. Porque los gurús, los "listos", especialmente si son hombres, nos van a decir que el fotógrafo machote no se puede conformar con formatos más pequeños y sensatos que ofrecen calidad suficiente.

Retrocedamos en el tiempo a finales de los años 50 y principios de los años 60. El formato de película 135 que popularizo Leica y que adoptaron otras marcas, fue durante años un formato de aficionado. Con sus negativos de 24 x 36 mm, lo que hoy en día se llamaba "full frame", se denominaba formato pequeño o miniatura, y en principio se vio como algo pensado para aficionados. Los serios usaban el gran formato o el formato medio... sólo algunos documentalistas, gentecilla como una tal Cartier-Bresson o Robert Capa, entendieron que más valía llevar una cámara dispuesta en cualquier momento, aunque no fuera perfecta, pero ligera y a mano, para conseguir la fotografía que querían.

Y en esto llegó un ingeniero a Olympus que se llamaba Yoshihisa Maitani, que se percató de una cosa. La película era relativamente cara. La película 135, de 35 mm de ancho, admitía otros formatos, aunque se construyeron pocas cámaras para ellos. Si el 24 x 36 mm era el formato pequeño o miniatura, imagina el desprestigio de los "subminiatura". Hubo cámaras para formatos de 24 x 24 mm, 24 x 32 mm y para 18 x 24 mm (aproximadamente todos ellos), pero solían ser de gama baja y no apreciadas por la calidad de la imagen que producía. Maitani tuvo una visión similar a la de Oskar Barnack en Leica unas décadas antes. Quizá se podría popularizar un formato de negativo más pequeño, que optimizase el coste de una fotografía, pero había que imaginar, diseñar y fabricar una cámara y unas lentes que reunieran a un mismo tiempo calidad con pocos compromisos y unos costes razonable de producción. Y así surgió la línea de cámaras Olympus Pen, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Que mantuvo unos ciertos niveles de éxito durante unos años, hasta que los avances de ingeniería y del desarrollo de películas conllevaron la aparición de cámaras para el formato 24 x 36 mm más pequeñas, de buena calidad y asequibles junto con películas para aficionados a precios más asequibles. En ese momento, el medio formato quedó visto para sentencia. No sin antes dejar para la historia de la fotografía algunas de las cámaras más interesantes por su diseño y funcionamiento.

Una de ellas es la que presento aquí hoy. Yo ya tenía dos cámaras para este formato, una Canon Demi EE17, bastante maja, pero que dejó de funcionar, y una modesta y baratita Olympus Pen EE3. Pero me apetecía tener en la colección una de la gama noble de Olympus, las réflex con prisma de porro de la serie Olympus Pen F y obturador plano focal rotatorio, que permitía un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. El problema es que están caras en el mercado de segunda mano. Las Pen F, FT y FV se fabricaron entre 1962 y 1970... o sea que nuevas nada. Hay una Olympus Pen-F digital que tiene cierto parecido externo... y nada más. Hasta que se me ocurrió buscar en mercados más alejados. Y descubrí que en Japón las venden a la mitad de precio. Y que lo que los japoneses llaman "cámara con signos de uso superficial" es lo que en occidente publicitan como "cámara como nueva en excelente estado". Y me pedí la que podéis ver al principio de esta entrada.

Lo demás es ponerle un carrete y probar que tal van. Que va bien. Como el tamaño del negativo es aproximadamente la mitad de lo que estamos acostumbrados con la película de 35 mm, le puse un negativo en blanco y negro de Rollei Retro 80S, una pancromática con sensibilidad extendida al rojo profundo e infrarrojo cercano, que tiene un grano muy fino y bastante nitidez. Al objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, le puse un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro. Y me fui a hacer fotos.

Ventajas,... tamaño reducido, aparato estéticamente muy agradable, gran precisión mecánica, un visor bastante bueno para el tamaño que tiene... Inconvenientes,... la cámara por la que he optado, la original Olympus Pen F (1963 - 1966) no lleva fotómetro integrado y hay que confiar en uno externo o medir a ojo, y hace da la impresión de que el disparador es más ruidoso de lo deseable. Y por supuesto, la mitad de información que con un 24 x 36 mm. El botón disparador es muy sensible y se dispara con facilidad, y el avance de la película exige un doble accionamiento de la palanca de avance. Por lo demás, es muy divertida.

La película está revelada con Kodak HC-110 en dilución H (1 + 63) durante 10' a 20 ºC. Realmente, esta película es muy contrastada y por ello preferí una dilución elevada, para ver si ejercía un efecto compensador. Aun así. Es contrastada. Pero digitalizada con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS disponemos de abundante información para manejarnos. Con el escáner Epson V600... no es una buena idea para formatos tan pequeños. Muchos problemas.

Quizá no es una cámara para usarla todos los días, porque hay otras opciones más modernas y eficientes. Pero es de una gran belleza, es un prodigio de diseño industrial mecánico, con una calidad de fabricación que habla muy bien de la capacidad de ingeniería e innovación de la japonesa Olympus. Y un verdadero monumento al genio de Maitani.

Lomography Kino Berlin 400 a IE 200 con la Minox GT-E

Como ya comenté en su momento, recibí hace unos meses cinco carretes de regalo de película Lomography Kino Berlin 400 junto con otras películas de la marca. He utilizado dos hasta el momento. Y ya he comentado que es una película que no me disgusta. Pero que tiene un precio demasiado alto para lo que ofrece, por lo que en principio no encuentro razones de peso para comprarlas en un futuro. También había observado otra cuestión, a los tiempos de revelado recomendados con Kodak HC-110 para su sensibilidad nominal, he tenido siempre la sensación de que iba un poquito justa de sensibilidad. Así que estando en estas he decidido dedicar el tercero de los carretes a realizar un sencillo experimento, montándolo en mi pequeña Minox GT-E.

Básicamente, de lo que se ha tratado es de ajustar el exposímetro de la Minox a IE 250, lo que produciría una cierta sobreexposición de la película que permitiría sentirme menos preocupado por obtener unas sombras profundas bloqueadas. Eso sí, manteniendo el tiempo de revelado recomendado a IE 400 con Kodak HC-110, 7 minutos a 20 ºC con una agitación continua pero tranquila durante medio minuto y luego cuatro inversiones tranquilas cada minuto, con una dilución B, una parte de concentrado revelador en volumen por cada 31 partes de agua. Y con esas premisas, eché la cámara a la bolsa y me la llevé de paseo. El objetivo de mantener el tiempo de revelado es no producir una contraste excesivamente suave, en una película que no es excesivamente contrastada de partida.

Las Minox 35 exponen todas mediante un modo de automatismo con prioridad a la apertura. Tú eliges la apertura que te conviene, y ella te ofrece un tiempo de obturación rezonablemente adecuado. En caso de que exista un riesgo de subexposición por algún motivo, tienes una teclita para "contraluces", que duplica el tiempo de obturación. Algunas Minox 35 tienen la posibilidad de retener los valores de exposición pulsando el obturador a la mitad de su recorrido y luego recomponiendo el cuadro. Pero la GT-E no es de esas. Mi antigua ML sí, y es algo que hecho de menos, pero... me tengo que aguantar. Normalmente, con la tecla de "contraluces" me apaño. Pero si necesito hacer una corrección más profunda de la exposición, he de utilizar la rueda de selección de sensibilidades, para generar subexposiciones o sobreexposiciones a medida.

¿Cuál ha sido el resultado? Pues tras revelar a primera vista los negativos, me quedé con la sensación de que estaban bastante más densos que los carretes anteriores. Hasta ahora, este tipo de película lo había usado con la Pentax MX, y por la cabeza se me cruzó la plausible posibilidad de que ambas cámaras no midan de la misma forma la luz. Y que la Minox, comparada con la Pentax, sobreexponga. No lo descarto, aunque las diferencias no serían terribles. ¿Cuánto puede ser la diferencia? ¿Un tercio de paso, medio paso? No creo que vaya más allá. Aunque me dejo pendiente como deberes comprobarlo de alguna forma. No debería ser difícil.

Lo que sí sé es que cuando he digitalizado los negativos con la cámara digital Panasonic Lumix G9 y el objetivo macro Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH Mega OIS, el histograma de la cámara, y luego de las imágenes digitalizadas, era bastante estrecho, denotando un contraste bastante suave. Por lo que luego no he tenido ningún problema, sobre los archivos RAW de la Lumix, para extender el contraste conservando todo tipo de detalles tanto en las altas luces como en las sombras. Aunque esto siempre supone levantar un poco el grano de la película. Que por haber sido expuesta a menor índice de exposición, esperaba que fuera menos. Al final, lo comido por lo servido. El resultado no ha estado mal. Pero quizá no merezca tanto la pena como pensaba el perder esa sensibilidad.  Lo único que tengo que hacer con los carretes que me quedan es exponer a su sensibilidad nominal, ser cuidadoso con la medición en las sombras, especialmente en las tomas de alto contraste, evitando que se bloqueen y revelar normalmente. Y cuando se acaben... pues nos dedicaremos a la Ilford HP5 Plus 400.