La fotografía como afición y otras artes visuales

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Un pequeño y modesto 35-70 mm para celebrar el 35º aniversario de los sistemas Canon EOS

Hace cinco años se celebraba el 30º aniversario del lanzamiento al mercado de la primera cámara Canon EOS. Se inauguraba así un sistema fotográfico electroóptico (Electro Optical System - EOS), en la que la comunicación entre cámara y objetivos a través de su montura carecía de elementos mecánicos, realizándose exclusivamente por vía electrónica. Las ópticas llevan desde el principio incorporados los motores que accionan el enfoque automático y, con el tiempo, la estabilización de la imagen. Muy criticados en su momento, cuando yo compré mi primera réflex, una Pentax P30n, en 1989 todavía llovían críticas en los medios especializados después de dos años por haber "dejado tirados" a los usuarios de las Canon con montura FD y enfoque manual. Pero en pocos años Canon se convirtió en el fabricante con mayor volumen de ventas tanto en el sector consumidor como el profesional. Yo tengo cámaras Canon EOS desde 1993, una Canon EOS 100. Pero como estaban muy muy baratas, adquirí un cuerpo Canon EOS 650, el primer modelo de la saga, que salió al mercado en marzo de 1987, para celebrar el aniversario.

Sorprendentemente, porque no lo esperaba, la cámara me agradó mucho. Aunque era todavía un concepto en evolución, no del todo maduro, me resulta muy agradable de usar. Con cualquier tipo de óptica. Desde el EF 50 mm f1,8 original, con montura metálica y escala de distancias de enfoque que perdieron sus iteraciones posteriores, con el que conformaba un kit de venta en 1987, hasta objetivos más modernos de la última década. El único que me da algún problema, no funciona el enfoque automático, es el Tamron 35 mm f1,8, aunque lo he usado sin problemas en enfoque manual. También la he usado mucho para usar objetivos de enfoque manual, sobretodo de montura de rosca de 42 mm, con el adaptador correspondiente. Suelo usarla para la película negativa en color. El enfoque es más lento que los actuales, pero razonable y preciso. Y el sistema de exposición es muy preciso. Ahora, en este nuevo aniversario característico, los que terminan en 0 o en 5, el 35º, por muy poco dinero le he comprado un Canon EF 35-70 mm f3,5-4,5, el otro objetivo que acompañaba a la cámara en los kits de entrada al sistema. Podéis ver el conjunto más arriba.

Este objetivo, lanzado al mismo tiempo que la cámara en marzo de 1987, es muy similar estéticamente al EF 50 mm f1,8 de primera generación. Es más largo, para acomodar más elementos ópticos, así como el aro de accionamiento de la variación de focal, pero esas son las diferencias. Su fórmula óptica no era nueva, ya que venía heredada del objetivo con similar intervalo de focales y luminosidad para la montura FD. Como sucedió con otros objetivos iniciales para el sistema EOS con montura EF. Al igual que el 50 mm, su motor de enfoque es primitivo para los estándares actuales, no permitiendo el retoque del enfoque cuando está en modo de enfoque automático. Es más ruidoso que los silenciosos motores USM o STM, y más lento, pero razonablemente eficaz. El objetivo es bastante compacto y ligero. Su principal problema es que el elemento delantero, con la rosca de filtro, se retrae dentro del barrilete del objetivo, dificultando mecánicamente el uso de determinados accesorios, como parasoles enroscados en la rosca de filtro, de 52 mm, como la del 50 mm. Aunque no lo he comprobado, puede dificultar también el uso de polarizadores de montura fina.

Lo probé inicialmente con una cámara digital. Como EOS 5D Mark II la tengo sin usar desde hace tiempo, con la batería descargada, lo puse en la más ligera EOS RP con el adaptador de montura EF a RF. Funciona perfectamente, como era de esperar, en lo que se refiere a la mecánica del enfoque automático, algo más ligero este que con la EOS 650, y en cuanto a la comunicación electrónica entre objetivo y cuerpo de cámara. Eso sí... el diseño óptico no está bien adaptado a las exigencias de los sensores digitales modernos. Pero en cuanto cierras algo el diafragma, ya mejora bastante, y a f8 da buena calidad. Incluso he montado sin problema algún "panorama" con un par de fotos. Más que para hacer una foto de aspecto panorámico, para aumentar el ángulo de visión al unir dos verticales para montar una fotografía cuadrada.

Ese uso sobre cámara digital no es el uso que le pienso dar al objetivo en principio... aunque vete tu a saber,... porque es tan ligero... que si no necesitas la luminosidad de las ópticas fijas, es una óptica para pasear más versátil por su intervalo de focales, siendo ligero y poco llamativo. En cualquier caso, de forma inmediata pasé a calzarlo sobre la Canon EOS 650, que esa es la gracia de este pequeño capricho que no necesitaba en realidad para nada, con un rollo de película en blanco y negro. Le puse un Rollei Superpan 200 que andaba por el frigorífico desde hace un tiempo y para el que no tenía pensado un uso inmediato. Cuando se acerque el momento de la fotografía infrarroja pienso más en el formato medio que en la película de 35 mm, así que no me merecía la pena guardarlo más tiempo. Y como es una película económica, venía bien como rollo de prueba.

Los días en los que lo utilicé el tiempo no estuvo muy luminoso, y me di varios paseos con el objetivo por varios entornos, urbanos y cuasiverdes, es decir, espacios verdes urbanos. Su uso es cómodo, y salvo el primitivismo de su enfoque automático, que no es malo en realidad, es exactamente como había previsto. Un cómodo objetivo para salir a pasear. Con alguna ventaja que no había previsto... y es que tiene una escala de reproducción máxima de 1:5, que es mejor que el 1:7 o 1:8 habitual de las focales fijas de la época. Se consigue con el objetivo a 70 mm. Y haciendo fotografía de aproximación, se obtienen desenfoques bastante armoniosos. Basta ponerle un aro de extensión de 20 mm para tener una escala de reproducción 1:2. Y el mismo efecto se consigue con mi lente de aproximación de 3 1/3 dioptrías, aumentando con poco esfuerzo la versatilidad de la óptica como objetivo de paseo. Más cuando en esta fotografía de aproximación suelo usar el enfoque manual o el enfoque por aproximación progresiva al sujeto.

Para quien quiera conocer más detalles sobre el rollo puesto, recordar que la Rollei Superpan 200 es una película con sensibilidad extendida al infrarrojo, con amplia gama tonal. Como he hecho muchas veces, revelé el rollo con Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 6 minutos a 20 ºC. Hubiera querido revelarla con SPUR Acurol-N, pero olvidé consultar con antelación la tabla de revelados de este revelador, que indica que hay que exponer esta película a un índice de exposición 40 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 200. En otra ocasión. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS. Pocas veces más usaré esta cámara para este menester, ahora que la E-M5 III de Olympus ha llegado a casa. Pero sin problemas.

En fin... este objetivo, un capricho, barato, más que otra cosa. Pero seguro que lo aprovecho de vez en cuando. Ahora le he puesto una película negativa en color a la misma combinación de cámara y óptica... pero estamos con unos días muy modorros. Aquí no se ve la calima colorada porque estamos dentro del nublado de la borrasca que la provoca. Pero dicen que si llueve... lloverá barro.

Veteranos objetivos de enfoque automático con montura Canon EF - Canon EOS 650 con Rollei Ortho 25 Plus

Segundo rollo de Rollei Ortho 25 Plus de los que me dieron en diciembre por no usar, caducado hace casi dos años. No voy a entrar mucho en las características de la película. Me remitiré a la reciente entrada que publiqué sobre uno de ellos. Y tampoco dedicaré mucho a su procesado, porque fue el mismo que el de esa entrada, al mismo tiempo, en el mismo tambor de revelado, con SPUR Acurol-N durante 11 minutos con la dilución 1+70 a 20 ºC, y con un ritmo de agitación muy suave. Con prelavado para atemperar la emulsión a la temperatura de revelado, y usando agua desionizada, siguiendo la recomendación del fabricante. Negativos ligeramente sobreexpuestos, pero menos que los que hice con la Olympus Trip 35, en general muy fáciles de procesar en un proceso mixto químico-digital.

Sigma 28 mm

En lo que me voy a centrar en esta entrada es en las ópticas utilizadas. Como he señalado en el título de la entrada, la cámara que usé es la Canon EOS 650. Os recuerdo que la compré en 2017 por una cantidad ridícula de dinero, dado que está como nueva. Y que es perfectamente compatible con los más modernos objetivos Canon EF. Puede presentar algún problema de compatibilidad con objetivos de otras marcas para esta montura, como me pasa con el Tamron 35 mm f1,8, que tengo que utilizar en enfoque manual. Pero los objetivos que usé son otros muy distintos. De la época en que reinaba la película tradicional, a finales de los años 80 del siglo XX y en el principio y mediados de los años 90.

Sigma 28 mm

Mi primera Canon EOS fue la EOS 100, que tengo en perfecto estado de funcionamiento, que no uso mucho porque aunque es algo más ligera que la Canon EOS 650, 580 gramos de la primera frente a 660 gramos de la segunda, esta última es algo más pequeña y agradable de manejar, a pesar de que algunas de las opciones en los mandos de la EOS 100 son más modernas y adecuadas. Es un peculiar equilibrio de prestaciones y condiciones de uso. Hay que tenerlas en la mano para explicarlo mejor. Particularmente va bien con el mucho más moderno y pequeño Canon EF 40 mm f2,8 STM. Pero el caso es que la EOS 100, cuando la compré, venía con un EF 28-80 mm f3,5-5,6 USM que estaba bien, aunque con el tiempo sustituí por el estabilizado y más versátil, aunque no mejor ópticamente y más voluminoso, EF 28-135 f3,5-5,6 IS USM. Como era un objetivo muy poco luminoso, lo complemente con un EF 50 mm f1,8 II, objetivo plasticoso y barato, que tuvo mucho éxito, y con un Sigma Super-Wide 28 mm f1,8, que decía que estaba muy bien y era más barato que el similar de Canon.

Sigma 28 mm

En este rollo, primero usé durante una mañana de sol inclemente (por lo contrastado de la luz), aunque fría, con el 28 mm. Es un objetivo sólido, grandote, que venía con su parasol, y que cumplía con su misión de darme un angular luminoso cuando viajaba en los años 90, para interiores. No lo usaba mucho, pero siempre estuve conforme con él. Hoy en día, aprecio que tiene un enfoque lento y ruidoso. Los dos objetivos de hoy tienen motores de enfoque antiguos, ruidosos, con los que no se puede corregir el enfoque manualmente sin conmutar el mando del enfoque a manual. Y cuando analizo los fotogramas, teniendo en cuenta que la mayor parte de las fotos las hice a f8 o f11, aprecio una pérdida de definición acusada en el lado derecho del fotograma, probablemente por un descentramiento. Como no es compatible con las réflex digitales de Canon desde la Canon EOS 10D, a mitad de los años 2000 compré de segunda mano el Canon EF 28 mm f1,8 USM, que va mucho mejor.

Canon EF 50 mm

Otro día, en el que madrugué para ir a comprar a un centro comercial al que me cuesta una hora ir caminando por la ribera del Canal Imperial de Aragón, con una luz más suave por la ligera bruma, y por estar el sol todavía relativamente bajo en el horizonte, le puse a la cámara el 50 mm. No es ese EF 50 mm f1,8 II que he mencionado. Ese, y otro similar, fallecieron en su momento por un problema de construcción notable. El bloque óptico de esos objetivos de plástico se unía al barril principal del objetivo, a su sistema de enfoque realmente, ya que este se hace moviendo hacia adelante y hacia atrás el bloque óptico como un todo, mediante tres puntos de sujeción de plástico. Si el objetivo recibía un golpe en el marco de plástico del elemento frontal, aunque no fuese muy fuerte, corrías el riesgo de que se fracturasen estos puntos de sujeción, y el objetivo quedaba arruinado. Me pasó con dos. Y cuando me estaba pensando en 1994 cómo sustituía al segundo objetivo roto, en una visita en Barcelona a Casanova Foto, me encontré con la primera versión de ese famoso 50 mm.

Canon EF 50 mm

Esta primera versión, que se vendía como objetivo de serie con la EOS 650, por lo que es un conjunto histórico, el primero que se puso a la venta del sistema Canon EOS, tiene la misma fórmula óptica que el nifty fifty de plástico que tan mal resultado me dio. Pero estaba mucho más sólidamente construido, tiene la montura metálica, y una ventanilla en la que aparece la distancia de enfoque a la que estás trabajando. Mucho mejor en líneas generales, pero más cara de fabricar. Y ese lo tengo desde entonces. Y aunque ha sufrido alguna caída o golpe importante, sigue funcionando como el primer día y sin que parezca afectada su calidad óptica, que siempre ha sido reputado como muy buena, aunque sin llegar a la excelencia de otros 50 mm más prestigiosos para el sistema. Es un diseño óptico clásico, tipo Planar, con 6 elementos en 5 grupos, que tiene una prestaciones razonables a sus aperturas más abiertas, y muy buenas en cuanto diafragmas un par o tres de pasos. Como tantos objetivos clásicos de los años 70, 80 y 90 del siglo XX. Sigue funcionando muy bien, aunque me gusta más la focal de 40 mm como estándar, que la de 50 mm. Pero es más luminoso, claro. Y muy ligero, con solo 190 gramos de peso. Por supuesto, el sistema de enfoque automático antiguo, tiene inconvenientes notables respecto a los motores USM o STM.

Canon EF 50 mm

En estos momentos, es difícil que me anime a seguir usando el viejo Sigma 28 mm. Ese descentramiento claro, con pérdida de nitidez en un lado de la imagen, no anima a usarlo, especialmente disponiendo de una focal similar Canon EF con motor USM, que sólo tiene ventajas sobre este Sigma. En cuanto al 50 mm,... pues de vez en cuando es divertido usar una combinación que podemos considerar clásica. La que se puso a la venta en 1987 cuando se estrenó el sistema Canon EOS. Tengo el Canon EF 50 mm f1,4 USM que tiene mejores prestaciones a igual apertura, con la ventaja de que abre a f1,4... aunque sin que sus prestaciones sean brillantes, y con la ventaja del motor USM. Pero es más grandote. Para la Canon EOS RP tengo el dedicado Canon RF 50 mm f1,8 STM, y ahí no hay dudas. Más pequeño, sin necesidad de adaptador de montura y más nítido y moderno. Y siempre considerando que, si no necesito la luminosidad de estos objetivos, en realidad prefiero usar la focal de 40 mm.

Canon EF 50 mm

La inestimable eficacia de las réflex de enfoque automático para película tradicional - Canon EOS 650 con Kodak Pro Image 100

Las fotografías que presento hoy tienen ya su tiempo. Fueron de principios de diciembre de 2021. Y ya las tengo en casa reveladas desde hace un par de semanas. Pero otras experiencias fotográficas las han relegado hasta que he encontrado una oportunidad para dedicarles un momento. Fueron realizadas con la Canon EOS 650 en dos días distintos sobre película Kodak Pro Image 100. Uno de los días llevaba montado el pequeño, discreto y efecto Canon EF 40 mm f2,8 STM, mientras deambulaba por la ciudad. El segundo de los días, en una caminata de 10 kilómetros, en un día muy agradable para estar en diciembre, monté el Canon EF 24-105 mm f4L IS USM, un objetivo de focal variable que tiene ya sus años, ha sustituido por versiones teóricamente mejoradas, pero que me sigue pareciendo estupendo. Aunque menos cómodo de transportar; más voluminoso y pesado.

Como ya sabréis quienes seáis asiduos de estas páginas, me quejo de que una avería cuyo origen se desconoce, me tiene con mi cámara viajera por excelencia, la Panasonic Lumix G9, de baja. Y en 2021 he probado varias opciones alternativas. Con todas he salido adelante con satisfacción. Pero he de reconocer que la opción de llevarme una Canon EOS con una focal fija luminosa y el zoom mencionado es muy atractiva por la calidad de imagen obtenida y la estética conseguida. Y me permitiría llevar dos cuerpos de cámara, uno digital y otro para película tradicional. Pongamos que llevo la Canon EOS RP con el pequeño RF 50 mm f1,8 STM y la Canon EOS 650 con el 40 mm mencionado. Y el 24-105 mm en la mochila para usarlo con cualquiera de los dos si conviene. No es el equipo más ligero posible, pero os aseguro que sería muy versátil.

Y es que hay un fenómeno curioso. Con el resurgir de la fotografía con película tradicional, o analógica como se le llama popularmente, aunque no me gusta este término, y la falta de oferta de cámaras decentes nuevas, el mercado de segunda mano se ha puesto por la nubes. Pero de forma selectiva. Y curiosamente, las cámaras para película tradicional más modernas, con enfoque automático se pueden encontrar a precios muy económicos. Y si tienes un equipo con una montura compatible, con objetivos compatibles, sólo has de comprar un cuerpo en razonable buen estado. Mi EOS 650, que compré por el capricho de celebrar el 30 aniversario del sistema EOS y el 25 aniversario de mi entrada en este sistema, me costó sólo 25 euros más los gastos de transporte. Como nueva. Y funciona sin problemas.

Hoy en día, por lo que he visto, sin objetivo incorporado, la puedes encontrar en eBay con buen aspecto por precios que rondan los 25 a 50 euros. Si va con un objetivo sube bastante más, porque los objetivos no pierden tanto su valor como las cámaras. Aunque también hay opciones dignas económicas. Por lo menos para usar con película tradicional. Con una cámara digital lo pasan peor. Pero ya he dicho que si tienes objetivos de la gama Canon EF compatibles... ya tienes esa inversión hecha. Es cierto que la gama Canon EF de objetivos es una vía muerta, porque es evidente que la marca se va a centrar en la gama RF, no compatible con las EOS para película tradicional. Pero se han vendido tantísimos objetivos Canon EF en los últimos 35 años... hay tantos en el mercado de segunda mano... que durante mucho tiempo no será un problema hacerse con alguno de ellos.

Sobre las fotografías de hoy, poco más que decir. Son de esos momentos del año en los que las características de la luz más agradables son para hacer fotografías a lo largo de todo el día, y no sólo en las horas en torno al amanecer o al atardecer. Los precios de la película negativa en color están subiendo mucho. Mi película preferida para uso general, lo que hago yo, paisaje urbano o natural, es la Kodak Ektar 100. Pero para caminar acompañado de una cámara me vale la Kodak Pro Image 100. Su rendimiento de colores no me gusta tanto como el de la Ektar, pero también me gusta. Y su grano y definición es menor, pero perfectamente utilizable. Eso sí, en alguna ocasión he leído que cada vez hay menos oferta. Y en la página de Kodak no aparece, ni en la oferta de aficionados ni en la de profesionales.

El mensaje que quiero dar es claro. Quien se quiera introducirse en la fotografía con película tradicional no tiene porqué pagar por una cámara de segunda mano de las que están de moda, las cámaras mecánicas de los años 60 o 70, incluso anteriores, o incluso de los años 80, de formato pequeño (película tipo 135) o medio (película tipo 120). Algunos modelos se están poniendo un precio triple o cuádruple al que pagué yo hace ocho o nueve años. Hay una abundante oferta de cámaras de finales de los años 80 del siglo XX y de los años 90, que no son tan glamurosas de aspecto, pero que funcionan perfectamente, son muy efectivas y eficientes, y que pueden acompañar perfectamente no solo los inicios de la afición, sino también el crecimiento y desarrollo de la misma. Es mi consejo.

Blanco y negro con el pequeño Industar-50-2 - Canon EOS 650 e Ilford HP5 Plus 400

Nuevamente uno de los últimos y diversos rollos que expuse durante la segunda mitad del mes de agosto pensando en la #CrappyCommieCameraParty de la que os he estado hablando durante todo el verano, en la que he participado utilizando mis cámaras y objetivos fabricados en los países del antiguo bloque prosoviético durante la guerra fría. Siempre he sido más "de ópticas" que "de cámaras". Siempre me han interesado más los objetivos que los cuerpos de cámara, especialmente durante la época de la película tradicional. Los vidrios que atraviesa la luz antes de llegar a la superficie sensible influyen mucho más en la calidad final de la imagen que la cámara. Esta es importante por otras cosas. Lo segundo que influye en esta calidad es la superficie sensible, es decir, la calidad o características de la película o la calidad o características del sensor digital.

La óptica que me interesó en esta ocasión fue el minúsculo objetivo soviético Industar-50-2 50 mm f3,5. Con una fórmula óptica de cuatro lentes en tres grupos, no deja de ser una copia más de los Tessar de Carl Zeiss. Creo que originalmente se fabricó para montura de rosca de 39 mm, compatible con la de las telemétricas Leica originales, antes de la serie M. De hecho, tengo un Industar 50 mm f3,5 para esta montura. Aunque necesitaría de un engrasado y limpieza para que su mecánica funcionara correctamente. Pero luego se fabricó también para cámaras réflex, Zenit, primero con montura de rosca 39 mm, pero con mayor distancia de brida [distancia entre el plano de la montura y el plano de la película] que los fabricados para las telemétricas, por lo que no son compatibles, por no enfocar a infinito en uno de los dos sistemas, y luego con la popular montura de rosca de 42 mm. Uno de estos es el que he usado en esta ocasión.

Poco después de hacerme con este diminuto objetivo, que compré en una feria de coleccionismo por cuatro perras con una Zenit E conmemorativa de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, baratísimo todo aunque la cámara dejó de funcionar después de tres rollos, encontré una oferta en la que vendían seis filtros dedicados para este objetivo, con una rosca de filtro de 35,5 mm, son diminutos, que también son compatibles con el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9. Entre ellos hay un par de lentes de aproximación, un filtro de densidad neutra que resta dos valores de exposición, un filtro naranja que todavía tengo que estudiar si es para corregir contraste o para usar película calibrada para luz de tungsteno a la luz del día (está marcado de una forma, pero tiene aspecto de la otra), y dos filtros amarillos de distinta intensidad, uno resta un valor de exposición a la luz que llega a la película, y el otro resta dos valores de exposición.

Como ya he comentado en más de una ocasión, estos objetivos con montura M42 son más agradables de usar con una Canon EOS con el adaptador de montura correspondiente, que con las cámaras originales para los que se construyeron. Me refiero a las cámaras de la Alemania oriental o de la Unión Soviética, que solían tener ergonomías "dudosas" y controles de calidad en su fabricación más dudosos todavía. Tampoco van mal con otras monturas, como con mi Pentax K, también con el adaptador correspondiente. Aunque las EOS son más cómodas; en modo automático de prioridad a la apertura consigues un gran agilidad, visión permanente en el visor de la profundidad de campo y buena precisión en la exposición. En esta ocasión he usado la Canon EOS 650, que es la más ligera de las Canon EOS que uso.

He usado el filtro amarillo x4, es decir, el que resta dos valores de exposición a la luz que llega a la película, el más denso, con el fin de mejorar el contraste sobre película en blanco y negro. En esta ocasión, el material sensible utilizado ha sido un rollo de Ilford HP5 Plus 400, creo que el último que me quedaba en el frigorífico en formato 135. Con la pérdida de dos valores de exposición por el filtro, en caso de usar un fotómetro externo hay que ajustarlo a un índice de exposición de 100 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 400. Pero como he usado el fotómetro incorporado en la EOS 650, he dejado el ajuste automático a ISO 400 por la codificación DX del carrete, y medido la exposición con el filtro incorporado. No supone ningún problema.

Revelada la película en Kodak HC-110, dilución B, 5 minutos a 20 ºC, como de costumbre, he obtenido unos negativos bien expuestos y bastante contrastados, especialmente dadas las condiciones de luz del verano, aunque he evitado usarla en días de luz excesivamente intensa y contrastada. Digitalizada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, he obtenido unos archivos de 20 megapíxeles, un poco menos, por no ser los formatos del sensor y de la película homotéticos, a los que he ajustado el punto negro, el punto medio y el punto blanco sin problemas, con un grano más contenido que en otras ocasiones, me parece a mí. Por lo demás, las fotos han quedado correctas en una diversidad de situaciones. Cámara, película, revelador y equipo para digitalizar los negativos son totalmente fiables. El único elemento que podía condiciona el resultado ha sido el pequeño Industar, que con tal de que no lo apuntes hacia una fuente de luz muy intensa, a poco que cierres el diafragma un par de pasos o más, ya va bien, también.

Más Mir-1 37/2,8 en la ciudad - Lomography Color Negative 400

Tengo todavía varios rollos de película revelados o por revelar del mes de agosto. Y varios de ellos se incluyen en esta decisión mía de usar durante los dos meses centrales del verano el material antiguo fabricado en los país de la órbita soviética. En esta ocasión, sigo investigando los resultados que ofrece el soviético Mir-1 37/2,8, uno de los más prestigiosos de los que se fabricaron para cámaras Zenit... aunque yo siempre he sospechado que es un objetivo decente para su época, pero sin más. Aunque cuando te acostumbras a su peculiar uso... puede ser divertido para fotografiar.

En esta ocasión, lo he adaptado a una Canon EOS 650. Con doble adaptador; el aro de rosca M39 a M42 y el adaptador de rosca M42 a bayoneta Canon EF. Pero va bien. Sin problemas de ajuste mecánico, ni de filtración de luz, ni nada. Este objetivo tiene dos ruedas para el ajuste del diafragma. Una marca el diafragma de uso. Pongamos que f11. La otra sirve para poner el objetivo en máxima apertura para proceder a enfocar y luego girándolo por completo, para ajustar ese f11 que es la apertura de trabajo. Pero como la EOS 650 en programa de prioridad al diafragma mide sobre la marcha la luz que entra, tu puedes decidir que ese f11 es la apertura mínima a la que quieres disparar. Y luego vas girando la otra rueda, en una posición entre f2,8 y f11 en una profundidad de campo y estética que te venga bien para esa foto, encuadras y disparas. Muy rápido, y comprobando sobre la marcha cómo va a quedar la foto.

Lo cierto es que con los días de verano... y usando película Lomography Color Negative 400, que como su nombre tiene una sensibilidad de ISO 400, la luz era abundante, incluso en las fotografías de arquitectura realizadas en el entorno de la Expo 2008 o del Parque del Agua de Zaragoza, por lo que la tendencia ha sido a usar aperturas cerradas. Más tratándose de paisaje urbano y arquitectura, que piden buena profundidad de campo para una nitidez global de la imagen.

He realizado alguna foto de aproximación poniéndole una lente de aproximación de 3,33 dioptrias, que permite una reproducción 1:3 o quizá 1:4 con este objetivo en su posición de enfoque más próximo. Pero no me han quedado bien más que unas pocas. Supongo que la posición en que realicé la mayor parte de las fotos fue muy precaria, sin trípode, y me moví ligeramente al hacer la foto, lo suficiente para que quedara desenfocado el motivo principal.

Existe una tendencia en la fotografía con película negativa en color a sobreexponer uno o dos pasos en estos tiempos, que viene del hecho de que la Kodak Portra 400 muestra un buen comportamiento en esos casos. Disminuye la granularidad y se producen colores menos saturados, lo cual va bien en el uso profesional de la misma, en retratos y acontecimientos sociales como bodas y similares. Pero yo he decidido usar principalmente las películas a su sensibilidad nominal, salvo que busque ese efecto específicamente. La Lomography Color 400 obtiene unos colores más vivos y una sombras más profundas cuando se usa a su sensibilidad nominal con una medición de la luz correcta. Pero me llegó un mensaje del técnico que la digitalizó, que debió pretender darle el aspecto de la Portra 400 a las fotos, de que debía sobreexponerla para que las sombras no me quedaran "feas". Afortunadamente desistió y dejó las fotos correctas. Como deben ser. Aunque tenga un grano más aparente porque... al fin y al cabo las películas ISO 400 tienen un grano aparente.

En cuanto al objetivo... lo dicho. Para ser un diseño soviético de los años 50 sobre un diseño alemán de los años 30 del siglo XX, tiene un rendimiento bastante majete. Pero no es la maravilla que muchos proclaman. Y siempre se obtendrá mejor nitidez en todo el campo del fotograma a aperturas de f8 y f11 que a aperturas por debajo del f4 o f5,6. Los tiempos eran los que eran, los diseños eran lo que eran, y bastante suerte tengo que mi copia no sufre problemas de calidad en la fabricación, propios de las fábricas soviéticas, y funciona mecánicamente con corrección. Es lo que hay.