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El radioactivo Takumar 35 mm sobre la Canon EOS 650

Los objetivos Takumar, fabricados por Asahi Kogaku (Asahi Optical) para sus cámaras Pentax con montura de rosca M42 y otros sistemas, son de los más apreciados en la actualidad de los objetivos antiguos. O clásicos, como algunos dicen. Los motivos son diversos. Primero, porque hay muchos, es fácil encontrarlos. Segundo, porque tienen buena calidad de construcción y en su concepción óptica para la época en la que fueron fabricados. De hecho, no pocos de los objetivos Pentax para montura K fueron los mismos pero adaptados a los tiempos modernos. Tercero, porque la montura M42 es muy fácil de adaptar a otras monturas, pudiéndose usar sobre una diversidad de sistemas con algunas limitaciones, menos importantes de lo que nos puede parecer.

Especialmente es fácil adaptarlas sobre las cámaras Canon EOS. Tanto a la montura EF de las réflex, como a la nueva montura RF de las cámaras sin espejo. Usándolas en modo prioridad al diafragma, permiten medir la luz sin problemas y los resultados son... pues depende. Sobre película tradicional, igual de buenos que cuando se concibieron. Sobre sensores digitales,... no nos engañemos, los diseños que precisan estos, especialmente si la cuenta de píxeles es muy elevada, son muy exigentes. Pero diafragmados a aperturas medias, entre f/5,6 y f/11, se defienden bastante bien.

En su momento, hace ya sus años, me hice con el Takumar SMC 35 mm f/2. Porque me apetecía tener un 35 mm razonablemente luminoso, adaptable a las Canon EOS, ya que en aquel momento el EF 35/2 estaba muy obsoleto, y los 35 mm más luminosos eran muy voluminosos y muy caros. Este objetivo está muy bien construido, es muy agradable de enfocar, y tiene un tamaño razonablemente compacto para la luminosidad que da. Pero volvemos a lo de antes. Sobre película tradicional, los resultados son los adecuados al medio, pero sobre sensores digitales, con diafragmas muy abiertos tiene un contraste y una nitidez en las esquinas y en los bordes mejorables. Pero a f/8, enfocando a la hiperfocal, bien identificada en su escala de distancia de enfoques, se convierte en un objetivo de reportaje competente y rápido de utilizar.

El gran inconveniente que pueden presentar estos objetivos es consecuencia de la presencia de torio radiactivo en la composición de alguna de sus lentes para mejorar la transmisión de la luz en las mismas. Cuando salieron al mercado los Takumares más "legendarios" fue el momento en el que Asahi Kogaku, alias Pentax, decidió ir a por Carl Zeiss. Los japoneses hacen estas cosas. Se fijan en el líder en un sector industrial, y empiezan a hacerle sombra sacando al mercado productos similares que poco a poco se van acercando en calidad y prestaciones a los del líder, pero con un precio más asequible. Entonces, por cada uno de los planares, tessares, distagones y otros que tenía Carl Zeiss en el mercado, se buscaron objetivos Takumar que compitiesen mano a mano con ellos. Con fórmulas ópticas muy similares, el principal área de mejora de los japoneses fue mejorar los revestimientos antirreflejos de las lentes, para mejorar el contraste y la transmisión de la luz. Me acuerdo lo que me dijo quien me vendió mi primera Pentax en 1989... "el 50/2 de la Pentax parece menos luminoso que los 50/1,7 o 50/1,8 de otras marcas, pero deja pasar tanta luz como ellos". Y eso se señalaba con las siglas S.M.C. o SMC de los Takumar primero, y de los Pentax-K, Pentax-M o Pentax-A posteriores. Super Multi Coated; Super Multi Revestido. Pero también utilizaron el recurso de usar elementos raros en los vidrios ópticos para mejorar esa transmisión.

Pero los elementos radiactivos decaen y emiten una diversidad de radiaciones; que no necesariamente son dañinas para la salud. Depende del tipo y la intensidad. El torio, que tiene un periodo de semidesintegración enoooorme, en el ámbito de los miles de millones de años, emitiendo partículas alfa (núcleos de helio), tiene como consecuencia un peligro bajo, porque la cantidad de radiactividad en un momento dado es muy pequeña. Así que, olvidándonos del peligro para la salud, el auténtico inconveniente es que las lentes del objetivo adoptan un tinte amarillento que introduce una dominante de color en la fotografía, y reduce la transmisión de la luz, en los casos extremos hasta un paso. Así que, teniendo en cuenta el fin de introducir el torio en los vidrios ópticos, con el tiempo hemos hecho un pan como unas tortas.

Las dominantes son fáciles de corregir. En ocasiones, como por ejemplo fotografiando en sombras abiertas, frías, nos vienen bien para la foto. Si la toma es digital no es difícil devolver a la imagen sus colores naturales, y cuando se trata de negativos en color, casi siempre un operador habilidoso te devuelve una imagen positiva bien corregida. Con las diapositivas es otro cantar... claro. Durante el mes de diciembre pasado, del fatídico 2020, rescaté el Takumar SMC 35/2 de la estantería y lo usé tanto con la EOS RP como con la EOS 650. Las fotos de hoy están realizadas con esta y película Kodak ColorPlus 200. Como veréis, no hay especiales dominantes raras con respecto a otras película u otros objetivo.

Me gusta usar este objetivo, aunque no da la calidad, hay 50 años de distancia en el diseño, que el Tamron 35 mm f/1,8 que tengo para montura Canon EF. Pero es mucho más compacto y ligero. Así que todo depende de lo que quiera hacer. Si preciso las aperturas muy abiertas... el Tamron. Si voy en modo reportaje, con diafragmas de f/8 o f/11, el Takumar me vale y voy más cómodo. Me hablan de una serie de formas caseras de eliminar el tono amarillento del objetivo usando lámparas que emiten una cierta cantidad de radiación ultravioleta. Ya veré si algún día me pongo a ello... o no me merece la pena por lo fácil que es corregir las dominantes. Sí... tengo alguna cámara para objetivos con rosca M42. Alguna Praktica. Pero de verdad que es mucho más cómodo usarlos con la EOS 650 con el adaptador. Infinitamente más cómodo.

El verano más verde; junio y julio con Kodak ColorPlus 200

Aunque en este momento no es así, mi mes de agosto está resultando un caos de mucho cuidado, no es extraño que, además de los rollos de blanco y negro que voy exponiendo de forma casi semanal, en el infrarrojo en las últimas semanas, lleve encima alguna cámara con película en color.

Canon EOS 650 + EF 40/2,8 STM

Durante el mes de junio de este extraño 2020, llevé la Canon EOS 650 calzada con el objetivo EF 40/2,8 STM. Este objetivo es ideal para llevar a cuestas, por su pequeño tamaño, pero combinado con una muy buena calidad de imagen. Quizá su principal defecto ha sido siempre el viñeteo a su máxima apertura. Pero se nota menos cuando fotografiamos sobre película tradicional que sobre un captor digital. Cosas de la física en las que ahora no me voy a extender. La película elegida fue la baratita de la gama de Kodak, la ColorPlus 200. Que da unos resultados bastante honestos, si he de decir la verdad. Aunque en elementos como la granularidad ande un poco a la zaga con respecto a otras emulsiones más nobles o innovadoras.

Canon EOS 650 + EF 40/2,8 STM

Durante el mes de julio, opté por poner un rollo, también de Kodak ColorPlus 200 en la pequeña Olympus Pen EE3. Dos cosas me sorprenden siempre de esta pequeña cámara que tan barata me costó en un mercadillo dominical. Por un lado, la nitidez de su objetivo, D-Zuiko 28/3,5, que tiene una sencilla fórmula de cuatro elementos en tres grupos. Vamos, una copia de la fórmula Tessar de Carl Zeiss, que tanto se popularizó en cámaras económicas pero competentes durante buena parte del siglo XX. Es equivalente también, aproximadamente, en su ángulo de visión al 40 mm que he comentado antes.

Canon EOS 650 + EF 40/2,8 STM

Y por otro lado, que el fotómetro de selenio, que después de medio siglo sigue ofreciendo mediciones fiables. Aunque quizá sería conveniente que me acostumbrarse a usarlo con una sobreexposición de un paso. Es decir, ajustándolo a IE 100 para una película de ISO 200. El principal inconveniente de la cámara es que no tiene mecanismo de enfoque, confiando en la profundidad de campo y un enfoque fijo a la hiperfocal. Pero hay algo a tener en cuenta. Con su mecanismo de exposición automática acoplada al fotómetro de selenio, si la luz disminuye, la apertura puede ser amplia, y no funciono como hiperfocal, por lo que es probable que el fondo y un primer plano muy próximo queden desenfocados. Pero con luz abundante, cerrando a f/8 o f/11, sin problemas. Se agradecería un posición de enfoque a infinito, de todos modos.

Olympus Pen EE3

Los dos rollos los envié a revelar a Carmencita Film Lab al mismo tiempo, solicitando un escaneado XL, que da unos 19 megapíxeles por fotograma. Lo cual está bien. Más que suficiente en la mayor parte de los casos. Pero me he llevado una agradable sorpresa. La Pen EE3 produce negativos de la mitad de tamaño, aproximadamente, que los habituales con película de 35 mm. Unos 17 x 24 mm frente a los habituales 36 x 24 mm. Hasta ahora, lo que hacían en los laboratorio era escanear estos negativos con las máscaras de 36 x 24 mm, digitalizándolos de dos en dos, unos 9 megapíxeles por fotograma de medio formato. Pero en esta ocasión me he encontrado archivos individuales de 19 megapíxeles igualmente. Estupendo. Sólo he encontrado un problema, no muy importante. La proporción de los negativos es 2:3 (como si fueran 16 x 24 mm) en lugar del 5:7 (los 17 x 24 mm reales). No obstante, como el encuadre con la cámara es muy aproximativo, no es algo que tenga mucha trascendencia, y compensa.

Olympus Pen EE3

Y lo que más me ha chocado de las fotos... pues que este año, con una primavera más lluviosa, más húmeda que de costumbre, y un verano con temperaturas moderadas, dejando aparte algún día de calor más intenso, Zaragoza, especialmente las riberas de los cursos de agua, el Ebro, el Gállego, el Huerva o el Canal Imperial de Aragón, está más verde. Los árboles y arbustos de los sotos naturales o artificiales de estas corrientes de agua están más frondosos. Y están bonitos. No todo lo que pasa en este maldito 2020 tenía que ser malo. ¿Verdad?

Olympus Pen EE3

Excursión al curso alto del río Martín - Canon EOS 650 + EF 24-105L IS USM + Kodak ColorPlus 200

Cuando compré hace tres años la Canon EOS 650 lo hice por un capricho "histórico". Fue la cámara que inicio la saga de las Canon EOS en 1987, por lo que cuando la compré de segunda mano por un precio ridículo para su estado de conservación y para su capacidad de hacer fotos, no tenía más intención que la de tener un aparato histórico en la colección. Ya disponía de la Canon EOS 100 si quería hacer fotos con una cámara de estas características y, teóricamente, más moderna y capaz. La cuestión es que, después de tres años, la he usado mucho más de lo que pensaba. A pesar de que tiene algunas cuestiones ergonómicas mejorables, es una cámara agradable de usar. Más que la EOS 100, que siendo más o menos del mismo tamaño, ligeramente más grande, ligeramente menos pesada, sin embargo tiene un peor agarre salvo que le ponga una extensión que no sirve para nada más que para sujetarla mejor.

Bueno, la cuestión es que la uso con frecuencia. Generalmente con objetivos de focal fija. Con el pequeño EF 40/2,8 STM es muy agradable de usar. Pero también con otros. Casi nunca la he usado con objetivos de focal variable. Hace unos días pasé un día de excursión por el curso alto del río Martín en la provincia de Teruel. Por la mañana, en los Hocinos del Pajazo, en Martín del Río, por la tarde en el parque natural de interés geológico y arqueológico de Peñas Royas, un núcleo de población dependiente del ayuntamiento de Montalbán. Como tenía la EOS 650 cargada con un carrete de Kodak ColorPlus 200, me la llevé.

La novedad en su uso es que decidí ponerle un objetivo de focal variable, el Canon EF 24-105/4L IS USM, un objetivo casi veinte años más moderno que la cámara en su comercialización, y que tiene bastante buena calidad. Me pareció que, aunque es algo voluminoso y pesado, podía serme útil en un entorno de fotografía de paisaje.

Por la mañana, en los Hocinos del Pajazo, tuvimos tiempo soleado. Quizá con una luz más intensa y dura de lo que me hubiera gustado, pero pensé que se ajustaría bien a la ColorPlus 200, una película a la que la luz le gusta más de lo que se diría para su sensibilidad ISO 200. Lo cierto es que hace tiempo que pienso que es más adecuada para usarla en situaciones similares a las de una película de ISO 100, con abundante luz, que como todoterreno, como haría suponer su sensibilidad nominal. Y lo cierto es que los resultados han sido bastante satisfactorio.

El revelado y digitalizado de los negativos es de Carmencita Film Lab. Y el trabajo que han realizado confirma dos cosas. Que las condiciones de luz eran adecuadas a la película en cuestión y que las excelentes cualidades ópticas del 24-105 mm son bastante buenas. Si comparo las fotos que he recibido con las recientes realizadas con el Tessar 50/2,8 de Carl Zeiss Jena, o aun con otros objetivos más veteranos de la gama Canon EF, noto que hay un plus de nitidez y claridad con este objetivo de focal variable. Da pereza usarlo, por que aumenta notablemente el volumen y el peso del equipo. Pero reconozco que está muy bien.

Eso sí. Terminé el carrete en Martín del Río... y como el tiempo empezó a cambiar y la luz a empeorar, ya no usé la cámara con película en Peñas Royas.

El Tessar de la DDR sobre la Canon EOS 650 y película Kodak ColorPlus 200

Siempre he sentido simpatía por los objetivos con una fórmula óptica de tipo Tessar. Se llamen así o no, se reconozca este ascendiente o no. La marca Tessar es propia de Carl Zeiss, pero el diseño del triplete con cuatro elementos es un clásico que durante décadas ha sido utilizado por muchas marcas, especialmente en sus objetivos o en sus cámaras más económicas pero dignas. Por esta fórmula óptica tan sencilla es más capaz de lo que nos parece. Con la salvedad de que no admite aperturas máximas grandes, normalmente los más luminosos se quedan en el f/2,8, el centro de la imagen suele ser nítido y las esquinas y los bordes lo son menos a no ser que diafragmemos a sus aperturas óptimas, pero generan una imagen agradable. Por lo menos con película fotográfica tradicional; los sensores digitales, especialmente los que tienen más densidad de píxeles, ponen en grandes dificultades estos objetivos.

Hace unos años, me entró la curiosidad por los objetivos fabricados en los países de más allá del Telón de Acero, con las fórmulas ópticas de Carl Zeiss. En aquellos momentos eran muy baratos y, siempre que fueran suficientemente antiguos, bastante decentemente construidos. Los más modernos solían tener calidades más cuestionables. Hoy en día se han encarecido, en algún caso injustificadamente para lo que ofrecen. Pero existe un cierto esnobismo en el mundo, que es aprovechado por quienes quiere vender determinados objetos. Me hice con una pequeña colección de cuatro objetivos de 50 mm de focal, o similar, de fabricación germanooriental o soviética, que funcionan bien. Dos de ellos eran de tipo Tessar. Uno soviético, de tamaño minúsculo, un Industar-2 50/3,5, y otro de la Alemania oriental, un Tessar 50/2,8, que he sacado de la vitrina para usarlo durante unas semanas en el mes de enero.

La cámara con la que venía el Tessar alemán, una Praktica MTL B, y que por un precio ridículo adquirí para usar estos objetivos de montura de rosca M42, es una lata de utilizar. El disparador es muy duro, situado en una posición incómoda. Utiliza pilas de mercurio que no se pueden conseguir, cuyas alternativas son una complicación, con lo que acabo usándola sin el fotómetro incorporado. Es grandota y fea para lo que sirve... Por lo tanto, decidí usar el Tessar con la Canon EOS 650  y un adaptador de rosca M42 a montura EF. Y es mucho más cómodo fácil de usar. Sinceramente.

Le puse a la EOS 650 un carrete de Kodak ColorPlus 200, una película económica, pero digna, con un rendimiento agradable de los colores, y me la llevé encima como cámara de paseo durante unas semanas. Terminé el carrete en la excursión que hicimos el 30 de enero al Parque Natural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra en Galve, provincia de Teruel.

No he descubierto nada nuevo, salvo que efectivamente, como ya he dicho, es más agradable de usar este objetivo con la EOS que con la Praktica con la que venía. Como ya recordaba, tiene una mecánica agradable de usar. No la he utilizado a distancias muy cortas de enfoque, pero tiene una distancia mínima más favorable que la mayoría de los 50 mm lo cual lo hace adecuado para fotografía de aproximación. Y se confirma lo que ya sabíamos. A diafragmas intermedios, entre f/5,6 y f/11, el objetivo cumple sin problemas, ofreciéndonos una imagen no muy contrastada, pero razonablemente nítida. Los colores, en combinación con la ColorPlus 200 son agradables. Y la nitidez sufre en las aperturas más abiertas. Cuando alguna toma general se me quedó el objetivo a plena apertura o cuando intenté aislar del fondo los chopos cabeceros abriendo el diafragma, la nitidez del detalle fino sufre. Esto hay que tenerlo en cuenta. En los cuatro últimos años he aprendido más a evaluar las ópticas y noto más los problemas.

Un objetivo este, que puede ser divertido de usar, pero por el que no recomendaría pagar mucho dinero. En un vistazo a las cotizaciones en eBay, he visto que van entre los 30 y los 70 euros. Creo que su valor más justo está más entre los 30 y los 40 euros que entre los 50 y 70 euros. Es un objetivo frecuente, con una calidad digna, pero limitada. Que las modas no impongan gastos excesivos. A mí me costó bastante bastante menos, con cámara incluida.

Los zooms "amplios" que NO deberíamos comprar; Canon EOS 650 + EF 28-135/3,5-5,6 IS USM

He empezado esta entrada con una afirmación categórica. Pero ya adelanto que no creo en dogmas. Ni positivos ni negativos. Sobre nada. Y mucho menos sobre cuestiones relacionadas con la tecnología fotográfica. Pero en general, mi experiencia, sumada a la que me han comunicado otras personas mucho más sabias que yo, es que los objetivos de focal variable con un recorrido muy amplio de focales, presentan ventajas teóricas que no siempre compensan los inconvenientes ciertos. Hagamos un poco de historia.

En septiembre de 1995, Canon lanzó al mercado su primer objetivo con óptica estabilizada. Y esta fue una primicia mundial. Nadie más hacía en esos momentos objetivos estabilizados. Y quedaba lejos en el tiempo todavía la idea de una estabilización en el cuerpo de la superficie sensible. Era un zoom 75-300 mm f/4-5,6, de las series intermedias que hacía en aquellos momentos Canon. Ni pertenecía a la prestigiosa serie L del aro rojo con elementos ópticos de baja dispersión, ni era de los teleobjetivos de focal variable económicos que aparecían en kits de oferta y similares. En marzo de 1997 apareció el primer objetivo de serie L con esta innovación, un 300 mm f/4, cuya misión estaba clara. Con una limitada apertura, más modesta que los prestigiosos f/2,8, se fabricaba un objetivo más compacto y ligero, con la ventaja de que el estabilizador de imagen compensaba en parte la pérdida de luminosidad.

Y en febrero de 1998, la innovación se democratizó todavía más, al presentar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM con un precio, si no barato, contenido, y con un intervalo de focales que lo hacía muy apetitoso por su polivalencia. Con el añadido de esa maravillosa estabilización, que nos "vacunaba" contra las fotos trepidadas cuando la luz flojeaba. Eran tiempos de película fotográfica, y si habías montado una diapositiva de ISO 100, con eso te quedabas, incluso en interiores o cuando se hacía de noche. Yo me apunté a la idea, respalda por alguna prestigiosa revista del sector en aquellos tiempos, vendí mi EF 28-80/3,5-5,6 USM, el primero de esa gama de focales y probablemente el más digno, y me compré el nuevo objetivo. Y me serví de él durante unos años. Aunque siempre sentí algo en su contra... aunque no muy pesado por estar construido en plástico, de buena calidad, pero plástico, era voluminoso. Y cansado. Unos años más tarde empezó mi deriva hacia los objetivos de focal fija como más idóneos para mi concepción de la fotografía.

Cuando llegó la fotografía digital, y compré mi primera réflex digital en diciembre de 2005, una Canon EOS D60 de segunda mano, lo acoplé a la misma y empecé a tirar millas. Pero en septiembre de 2006, en un viaje a Milán y los grandes lagos italianos, el mecanismo de selección de focal empezó a fallar. Salí adelante, pero cuando llegué a mi casa comprobé con pavor que el objetivo ofrecía muy escasa nitidez, especialmente en el lado derecho de la imagen (en fotografías horizontales). Sufría un descentramiento espantoso. Creí que se debería a la avería. Pero revisando fotografías retrospectivamente, siempre había estado ahí. A mí me había faltado criterio para observarlo.

Puse el objetivo en barbecho, me compré como sustituto el EF 24-105/4L IS USM, que sólo es un poquito menos amplio (x 4,375 frente a x 4,821 del más veterano), y que es mucho mejor, pero que he usado poco. Mucho bulto y peso para mi gusto.

La moda de los objetivos de larga amplitud focal se hizo más acusada. Y en estos momentos hay objetivos que flirtean con amplitudes de x10 o más, es decir, la focal más larga es 10 veces superior o más a la focal más corta; por ejemplo, 28-300 mm, que sería un x10,7. Todos ellos "parecen" muy convenientes por su polivalencia, pero suelen conllevar una serie de inconvenientes de los que no eres realmente consciente, si eras relativamente nuevo en el "negocio", hasta que adquieres experiencia. Peso y bulto más o menos elevados, calidad de imagen francamente disminuida con respecto a otros objetivos no tan ambiciosos, luminosidad muy escasa, especialmente en su extremo superior. Y carácter no físico sino psicológico, son malos "profesores". Nos hacen muy vagos. Nos acostumbran a no caminar y a no variar nuestro punto de vista recortando nuestra creatividad y visión.

En el mes de diciembre, expuse mi último carrete de película en color, un Kodak ColorPlus 200. Y tuve el capricho de desempolvar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, que arreglé en su momento, y calzarlo a la Canon EOS 650. Y me fui a pasear varios días aprovechando las matizadas luces de un benigno invierno, hasta ese momento. Y ayer me llegó revelado y escaneado por Carmencita Film Lab... y ahí se puede ver que todos los defectos del objetivo campan a sus anchas. Sí. Es cierto. Es polivalente... pero ¿compensa? A mí me parece que no. Ya he decido que desde este momento pasa al estatus de "pisapapeles".