La fotografía como afición y otras artes visuales

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Explorando las capacidades de la Fujifilm Instax SQ6 - cuidado con quemar las luces

Los primeros cartuchos de película Instax Square, tanto en color como en blanco y negro, sirvieron para tomar contacto con la cámara Fujifilm Instax SQ6 y empezar a explorar sus posibilidades. Como ya indiqué en el artículo de presentación, es una de las cámaras con más posibilidades de intervención por parte del fotógrafo, y por lo tanto más interesantes para que quiera algo más que un mero divertimento. Puede muy bien servir de block de notas instantáneo, con un soporte físico, más allá de la virtualidad de la toma digital.

Pero que la Instax SQ6 sea una cámara más completa que otras de la gama de Fujifilm para la película Instax no quiere decir que no tenga sus incovenientes. O más bien, sus limitaciones. Fujifilm ha sido celebrada en muchas ocasiones por los buenos conceptos que incluye en sus cámaras digitales, especialmente porque está más cercana al punto de vista de los fotógrafos que al de los ingenieros u otros profesionales tecnológicos. Pero en mis experiencias con la marca... siempre le encuentro algún pero. Creo que la única cámara Fujifilm pensada en los últimos 20 años con la que disfruté sin paliativos fue con la Fujfilm X100T, prestada para un paseo por el casco viejo de Zaragoza. Y sin embargo, algunas carencias de esa famosa serie han evitado que hasta la fecha me haya hecho con un ejemplar. Cosas que pasan.

Uno de los principales problemas que hay que evitar con la película Fujifilm Instax, especialmente con la versión en color, creo que la monocroma es un poco más tolerante, es que la latitud de exposición es limitada, y hay cierta tendencia a quemar las luces. Afortunadamente, la Instax SQ6 tiene un modo D, dark, que sirve de compensación de exposición, disminuyendo un tanto la cantidad de luz que llega a la película. Cada vez me entran más ganas de utilizarlo, para garantizar unos tonos más adecuados y unos colores más puros y saturados.

Pero aquí vienen los inconvenientes del diseño de la cámara, tal y como comentaba. No puedes utilizar simultáneamente el modo D, dark, con los modos de retrato y fotografía de aproximación. El modo D es el modo general, con una cierta subexposición. Por lo tanto... hay que tener cuidado al usar otros modos con los tonos a los que nos enfrentamos y cómo enfocar la imagen. De todas formas, tengo que explorar más y mejor los modos retrato y aproximación, porque creo que son de los más interesantes. Las fotos de hoy están tomadas en la mañana del domingo, que amaneció con niebla llorona, pero evolucionó a un día soleado agradable.

Macrofotografía con la Canon EOS RP y EF 85/1,8 USM más tubos de extensión y multiplicadores de focal

Habitualmente no practico la macrofotografía, pero me gusta practicarla esporádicamente. Especialmente cuando la estación favorece la floración de las plantas. Y entre las flores siempre aparece algún bichillo cuyo retrato también puede quedar resultón. Este año, la primavera llegó acompañada de la visita del SARS-CoV-2... y poco pudimos hacer al respecto con el cierre de parques y jardines durante las semanas de confinamiento. Mis preferencias en los últimos años, en cuanto a material, han sido las cámaras micro cuatro tercios con el Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS o la Pentax K-S1 con el SMC-A 100/4 Macro. Ambos dan resultados bastante majetes.

Con el equipo Canon EOS, durante años usé esporádicamente un Cosina AF 100/3,5 MC Macro. Este objetivo era muy barato, con una concepción muy tradicional, con una construcción plasticosa que no dejaba buena impresión, pero que era relativamente honorable en sus prestaciones ópticas. En macrofotografía conviene diafragmar para mejorar la profundidad de campo y así se evitaba los regulares resultados a máxima apertura. Su ampliación era sólo de 1:2 como el SMC-A 100/4 de Pentax, pero llevaba como accesorio una lente de aproximación que permitía llegar al 1:1, manteniendo una calidad óptica razonable. Con un diámetro de rosca de 49 mm, esta lente también se puede aplicar al Pentax, con similares consecuencias. Así que es una lente de aproximación que atesoro como oro en paño. Pero el Cosina se cayó un día. A pesar de su cutre construcción en plástico aguantó el golpe bastante bien, pero se rompió la rosca del filtro... y ya no se puede usar.

Tras un curso de macrofotografía que realicé con la Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza ASAFONA, procedí a intentar, eventualmente, la macrofotografía con la Canon EOS 5D Mark II usando los teleobjetivos, el EF 85/1,8 USM o el EF 200/2,8 USM II, añadiendo tubos de extensión, y aumentando todavía más el poder de amplificación usando un duplicador de focal de la marca. Normalmente, por su construcción, estos multiplicadores de focal sólo se pueden usar con determinados teleobjetivos de la marca. Mi 200/2,8 los admite. El resto de mis objetivos, no. Pero si intercalas un tubo de extensión entre el objetivo y el multiplicador de focal, se puede usar con cualquier objetivo. Pierdes la posibilidad de enfocar a infinito, pero puedes montarte un sistema de macrofotografía sin un objetivo macro. El EF 85/1,8 USM tiene un factor de ampliación muy modesto, de aproximadamente x 0,11. Con un tubo de extensión de 36 mm la cosa se pone en x 0,375, que entra dentro de la fotografía de aproximación. Si además le pones el duplicador de focal, estamos en x 0,75, que no está mal. Con el EF 200/2,8 USM II, partimos de x 0,16, llega a x 0,34 con el tubo de extensión, y a x 0,68 sumándole el multiplicador de focal. Pero el conjunto... no es cómodo de usar. Así que he preferido las soluciones de las cámaras Olympus/Panasonic o de las Pentax.

Con la llegada de la Canon EOS RP, probé en las primeras semanas desde que la tuve en mis manos los resultados en fotografía de aproximación con el Pentax SMC-A 100/4 Macro. Y aunque quizá un poquito faltos de contraste en general, la nitidez global era bastante razonable, y parecía una solución bastante utilizable. Pero me quedaba probar la solución mencionada en el párrafo anterior con el 85 mm. De momento el 200 mm lo reservo para otros menesteres distintos de la macrofotografía. Así que este domingo pasado, con un tiempo excelente, y a pesar de que no quedan ya muchas flores en los parques de la ciudad, me dispuse a probar.

Los resultados no me acabaron de convencer. En varias de las fotos, sobretodo las más contrastadas, aparece lo que los anglosajones llaman ghosting en los bordes más nítidos de las imágenes, en ocasiones muy poco agradables. Y el conjunto es voluminoso y complejo de usar que el 100 mm de Pentax. Puesto que el enfoque automático queda desactivado... la verdad es que mi impresión es que no merece la pena usar esta solución. Con la posibilidad de usar objetivos de terceras marcas en manual con el adaptador correspondiente, eliminas el incordio de los tubos de extensión y el duplicador. Simplemente, llevar a mano la lente de aproximación por si necesitas acercarte a una ampliación 1:1. Por supuesto, frente a la Pentax K-S1 tenemos el hándicap de no tener estabilización de imagen integrada en el cuerpo. Y frente a la combinación de la Panasonic Lumix G9 con el 45/2,8 ASPH OIS, todavía es peor, puesto que esta última lleva la estabilización combinadas de cuerpo y objetivo. Y con mejor calidad de imagen. Y a la G9 también se le puede adaptar el 100 mm de Pentax. Con estabilizador en el cuerpo... Mmmm... me parece que voy a hacer poca macrofotografía con la Canon EOS RP.

En esta última fotografía es donde mejor se aprecia el "ghosting".

Leica M2 + Zeiss Planar 50/2 ZM con Kodak Portra 160 para pasear en octubre

Poco antes de mi viaje a Oporto a finales de septiembre, tuve la intención de dedicar una tarde a la fotografía de paisaje con película tradicional. En aquellos momentos, los confinamientos perimetrales se veían lejanos. Incluso, la evolución de la curva epidémica en Zaragoza y Aragón invitaba al optimismo, tras el complicado verano por el repunte en julio. Así que, dispuesto a ello, cargué mi Leica M2 con un rollo de Kodak Portra 160. Mi intención era tener un punto de comparación con los resultados que ofrece la Kodak Ektar 100, más habitual en la fotografía de paisaje. Y pensaba usar dos objetivos; el Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 y el Summicron 35/2 ASPH de Leica. Pero aquella actividad se frustró por motivos totalmente ajenos a la epidemia de covid-19... llegó el viaje a Oporto y... nos plantamos en octubre.

Un día de octubre, después de dedicar unos días a probar la Ilford FP4 Plus 125 expuesta a un índice de exposición 400, me encontré con la Leica M2 cargada con un rollo de película en color. Y, además... mi mala cabeza hizo acto de presencia. Había olvidado mis intenciones iniciales, había olvidado que la película era Portra 160, y estaba convencido de que se trataba de un rollo de Kodak Portra 400. Que habitualmente utilizo expuesta a un índice de exposición de 200, para un grano más fino y unos colores más sutiles. A la cámara le calcé el Zeiss Planar 50/2 ZM, uno de los objetivos que más me gustan por la contrastada y nítida imagen que produce, y la eche en la mochila cotidiana para ir haciendo fotos cuando surgiera la ocasión mientras caminaba por un motivo u otro por la ciudad durante el mes de octubre.

Tras mi regreso de Andalucía, con una situación epidémica mucho más desfavorable que la imaginada en septiembre (¡vivan las (no) fiestas del Pilar!), terminé las exposiciones que me quedaban en la cámara... y procedí a extraer el rollo para mandarlo a revelar al mismo tiempo que los negativos de Ilford XP2 Super 400 que me había traído del sur de España. Y, ¡oh, sorpresa!... no era Portra 400, era Portra 160, y de repente me vino a la memoria toda la historia que he contado en el primer párrafo de esta entrada.

Me tome unos minutos para tomar una decisión. Había expuesto la película midiendo la luz con el Gossen Digisix ajustado a IE 200, lo cual hace que, de promedio, los negativos estuviesen subexpuestos 1/3 de paso. Que no es mucho. Pero la Portra 160 es una película con la que hay que ser fino en la medición. No tiene la misma latitud que otras películas en color. O eso aseguran. Existía la posibilidad de solicitar un revelado forzado en el laboratorio, aumentando el tiempo de revelado... pero tenía la sensación de que podía ser excesivo. Por otra parte, la precisión de la cámara y el objetivo...

La cámara tiene un ajuste de velocidades de exposición que salta con pasos enteros de exposición. Es una escala en la que cada velocidad es la mitad que la anterior. El Planar, sin embargo, frente a otros objetivos manuales de antaño que tienen una precisión de medio paso, con valores intermedios entre dos ajustes de diafragma, tiene ajustes con una precisión de un tercio de paso... lo cual hace más fácil, respecto a otros sistemas que efectivamente tuviera esa subexposición de forma constante. Cuando la precisión es menor de un tercio, ajusto siempre al valor de diafragma o de velocidad más abierto o lento cuando uso película negativa, que aguanta muy bien esa pequeña sobreexposición, por lo que normalmente el error en el ajuste del fotómetro se vería compensado. En esta ocasión... Bah... decidí que el error era muy pequeño y que solicitaría un revelado normal. Confiaría en las bondades de las películas de la gama Portra de Kodak.

Finalmente, el resultado ha sido razonablemente bueno. Si uno se pone exquisito, quizá haya algún negativo, una clara minoría, en el que las sombras están excesivamente faltas de luz. Pero nada de importancia, y explicable por otras variaciones del proceso. El margen de error que uno tiene usando una cámara de 1961 y película negativa de error puede absorber sin problema el error sistemático introducido en la medición. Por lo demás, puesto que la mayor parte de las fotos entran en el ámbito del paisaje, aunque sea urbano o suburbano, la "comparación" con la Ektar 100... hasta cierto punto puede ser válida. Y no me disgusta el resultado. Aunque este sea menos vistoso que con la Ektar. En fin... continuará. En algún momento, volveré a cargar una Portra 160, pero esta vez sin confusiones.

En Andalucía con Pentax MX + Ilford XP2 Super 400

Recientemente, antes de que desplazarse por España, incluso salir del propio municipio, se volviera imposible por los enormes repuntes en la incidencia de covid-19, pude pasar unos días de tranquilidad en Andalucía. Sevilla, principalmente, con excursiones a Doñana y Cádiz. Ya comenté que fue la escapada en la que puse de largo la pequeña Panasonic Lumix G100 como cámara digital apropiada para este tipo de escapadas de corta duración, en las que conviene viajar ligero y discreto. Pero esto último no me impidió echar a la mochila una cámara para película tradicional con algunos rollos de película en blanco y negro.

Salvo que decida llevar una compacta, mis cámara para película tradicional de preferencia para llevar de viaje han venido siendo la Pentax MX con un objetivo de 50 mm, a veces con el SMC-M 28 mm f/3,5 añadido, o la Leica M2 con un 35 mm. Poco a poco, tiendo a llevar una Pentax MX porque lleva fotómetro incorporado. Con la Leica M2 tienes que estimar a ojo la exposición o llevar un fotómetro de mano. No es que esto sea muy importante, pero ciertamente, que la cámara lo lleve incorporado, viene muy bien. Así que a Andalucía me llevé la Pentax MX con el SMC-M 50/1,4. Estoy encantado con este objetivo. A pesar de su mayor apertura sobre el SMC-M 50/1,7 (fuera de servicio) o el SMC-A 50/2, el tamaño sigue siendo un poco mayor pero muy contenido. Y desde mi punto de vista, con una clara diferencia de calidad desde f/2. Con el añadido de poder usar la apertura f/1,4, poco contrastada, pero perfectamente utilizable.

Después de la experiencia portuguesa con la Ilford HP5 Plus 400, decidí volver a llevarme mi película preferida para los viajes, la Ilford XP2 Super 400. Tiene un contraste más marcado, quizá no tenga una gradación de tonos tan agradable, pero en general, para lo que es un reportaje de viaje, ofrece unos resultados más llamativo. Desde luego, bajo nublado o entre las umbrías calles como las del barrio de Santa Cruz es más contrastada que la HP5 Plus 400. Y cuando sale el sol, su contraste no llega a poner en riesgo los valores más oscuros o más luminosos de luminosidad salvo casos extremos. No digo que sea mejor. Que no lo creo. Pero si la considero más adecuada.

Otra cuestión es que es una película para revelado en proceso C-41 por su naturaleza de película cromogénica. Esto hace que no la revele yo en casa sino que la envíe a un laboratorio comercial, en este caso Carmencita Film Lab. Y que confíe la digitalización de los negativo a sus servicios profesionales. No es barato, especialmente si solicitas tamaños de digitalización grandes, pero la calidad es claramente superior a lo que obtengo en casa. Que no está mal, pero no es lo mismo. Ante la posibilidad de tener alguna foto merecedora de una buena ampliación en papel, solicité el tamaño XXL, que prácticamente me ofrece unos 36 megapíxeles, si no recuerdo mal. Para dar y vender.

Un tema más, sobre esta película. Su sensibilidad nominal es ISO 400. Pero el fabricante establece que puede ser utilizada con índices de exposición (IE) entre 50 y 800 sin modificar el tiempo de revelado y con resultados buenos. O al menos aceptables. Buenos, diría yo. Y el tamaño del grano aparente en las copias va a depender del índice de exposición. El mejor compromiso lo encuentro a un IE 200. Las sombras están preservadas, las luces no se llegan a empastar, el grano es más fino que a su sensibilidad nominal, el detalle es abundante, es un índice de exposición válido para la mayoría de escenas al aire libre y para interiores bien iluminados, especialmente con un objetivo luminoso. Y en caso de que las cosas se pongan difíciles de luz, siempre tienes margen para exponer algún fotograma a IE 400 e incluso IE 800, salvando la situación. Estos últimos tendrán un grado más marcado en las sombras.

Los resultados han sido buenos, como esperaba. Y efectivamente, además de un número suficiente de fotos para incluir en mi álbum de viaje, tengo unas poquitas que podría merecer una copia de buen tamaño sin problemas. Que era la intención. Olvidé incluir en la mochila los filtros. Considero que viene bien el filtro amarillo, especialmente en los paisajes, para mejorar el contraste sobre todo de los cielos. El filtro rojo, que a veces incluso, puede ser más optativo, buscando un efecto similar al anterior, pero más exagerado. Y también conviene incluir un filtro de densidad neutra. La cámara tiene una velocidad de obturación máxima de 1/1000 segundo, y eso hace que en escenas muy iluminadas sea complejo fotografiar con el diafragma abierto gestionando la profundidad de campo. Yo prefiero mantener el IE 200 con la XP2 Super 400, y poner un filtro de densidad neutra de buena calidad para abrir el diafragma a exponer a un IE 50. Con esto sólo gano un par de diafragmas y corro el riesgo de empastar las luces, mientras que con el filtro esto último no se produce y puedo bajar la exposición hasta 6 diafragmas. Imaginad la diferencia de profundidad de campo a pleno sol entre f/8 y 1/1000 segundo, que es lo que se podría hacer sin filtro, a fotografiar a f/2 y 1/250 si le restas los seis pasos de exposición del filtro. O incluso f/1,4 y 1/500.

Fotografía instantánea (más o menos) - Fujifilm Instax SQ6

Desde hace unos años, me apetece practicar de vez en cuando la fotografía instantánea, entendendiendo como tal la que, al estilo de las tradicionales Polaroid, obtienes tu positivo listo para contemplar pocos minutos después de haber disparado la fotografía. En un momento dado, como resultado de esta inquietud, y de la comercialización de las películas Impossible Project, después Polaroid Originals desempolvé una cámara Polaroid que alguien me dio por no usar, y me hice con una Polaroid Image System SE como nueva por una cantidad ridícula de dinero. Sin embargo, una serie de elementos fueron frenando mi entusiasmo. La inconsistencia de las película actuales que se comercializan bajo la marca Polaroid, la progresiva desaparición de las válidas para el sistema Image System, a pesar de que las cámaras de este sistema son muy superiores en general a las del sistema 600 o similares, y el carísimo precio de cada copia desmotivaron mi afición. Así, mi primera cuenta de Instagram consistente, dedicada en exclusiva a este tipo de fotografía, fue frenando su actividad hasta quedar prácticamente parada durante meses.

Cuando hace unos años le tocó a mi sobrino en una rifa una Fujifilm Instax Mini, no recuerdo qué modelo de los básicos, todos me parecen iguales, consideré la posibilidad de pasarme a la opción de Fujifilm. Los resultados son más consistentes, el precio no es barato pero es prácticamente la mitad de lo que gastaba en un cartucho de los otros, y es más fácil de adquirir. Pero, mantenía una serie de problemas. Las ópticas de las Fujifilm Instax son demasiado básicas. Los precios de las cámaras más interesantes se iban un poco de madre. El formato Instax Mini me parece demasiado chiquito. Las cámaras para el formato Instax Wide demasiado grandes. Y la única opción que me convencía un poco, un compromiso aceptable, pasaba por el nuevo formato Instax Square. Sin embargo, no quería una cámara híbrida, digital con posibilidad de "imprimir" la foto en una hoja de película Instax, y el modelo "puro", no digital, la Instax SQ6 tenía un precio que me parecía excesivo. Era un compromiso, no era ideal ni de lejos, pero a un precio más razonable.

Recientemente, Fujifilm anunció su modelo Instax SQ1. Es como las básicas de las Instax Mini pero para la película Instax Square, la cuadrada. El precio... en los 120 euros. Apreciablemente, por encima de las Instax Mini. Lo cual no me parece justificado por el aumento del tamaño de la cámara, que no es para tanto. Y tremendamente básica en sus posibilidades. Lo curioso es que produjo un efecto rebote curioso. El modelo Instax SQ6, más completo que el nuevo modelo, más interesante, bajó de precio hasta ponerse por debajo del precio de la recién llegada. Y en según que ofertas, incluso bajaba de los 100 euros. Así que me decidí por una de ellas. Aun sabiendo que tendría que lidiar con algunas frustraciones, derivadas de las limitaciones que Fujifilm impone voluntariamente en estas cámaras.

¿Cuáles son estas limitaciones? Las ópticas son muy malas. Un menisco moldeado en plástico, si no estoy mal informado. Seguro que un triplete de vidrio no subiría extraordinariamente el precio y proporcionaría mucha más nitidez. Los visores demasiado aproximativos. El error de paralaje es brutal, especialmente en los modos "retrato" o "flor" (se le llamo "macro", como algunos, me da la risa). Un progresividad mayor en las distancias de enfoque entre los modos "paisaje", "automático", "retrato" y "flor". A distancias de retrato, el modo "retrato" desenfoca. Da la impresión de que no hay diferencia real entre los dos últimos. Salvo que el modo "retrato" se usa para los autorretratos mirándose al espejito junto a la óptica... con mucho menos error de paralaje. El flash puede desactivares, afortunadamente, pero hay que acordarse. Porque en distancias cortitas, es intrusivo si no es necesario.

Y por lo demás, es una cámara mona. No pesa mucho. No abulta en exceso. Admite película en color y en blanco y negro. Esta última me gusta más. Aunque no está disponible en estos momentos en la mayor parte de los comercio, se puede encargar por internet... y no me cobraron portes. Sale más barata que las Polaroid... 19 euros más portes por ocho fotos frente a 11 euros sin portes por 10 fotos... algo más pequeñas, pero más consistentes en sus resultados. Y la cámara que tengo Polaroid 600 no tiene mucha más calidad óptica que la Instax SQ6. Si fuera la Image System SE... pero ya no hace película para este formato. Bueno... iremos reactivando mi primera cuenta de instagram... subiendo alguna instantánea de vez en cuando. Creo que me queda algún cartucho todavía de película para Polaroid... los iré usando, antes de dejar las cámaras como decoración en una estantería. Me gustaría poder usar en algún tipo de respaldo estas películas con la Hasselblad... pero el único serio que conozco cuesta una cantidad demencial de dinero.