La fotografía como afición y otras artes visuales

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Fomapan 100 Classic en la ciudad romana de Los Bañales

Llevo tres semanas sin actualizar estas páginas por un buen motivo; he estado de vacaciones, viajando por Japón. Pero pocos días antes de salir de viaje, tuve ocasión de tirar un par de rollos en formato 120 de la película Fomapan 100 Classic en la ciudad romana de Los Bañales. Estos dos rollos pertenecen a los seis que compré, de distintas sensibilidades, hace unos meses por la actualización modernista de las cajas de envase de las películas de Foma como consecuencia de algún aniversario de la marca o de la empresa. Pero esta película no es desconocida para mí, ya que ya la había utilizado previamente bajo su propia marco como bajo la marca Lomography Earl Grey B&W 100 (y aquí, y aquí). Es la misma película.

No es una película que me disguste... pero hasta el capricho de lo de la caja modernista, no me había planteado volver a usarla. No tiene ninguna ventaja sobre películas más fáciles de conseguir en ese intervalo de sensibilidades, los 80 a 125 ISO. Es, ciertamente, más económica que la Ilford FP4 Plus, por poner un ejemplo. Pero esta última la puedo comprar en mi ciudad con cierta facilidad, mientras que la Fomapan 100 Classic la he de pedir a través de internet, con el aumento del precio por los costes de envío. Antes era fácil encontrar la variante de Lomography, pero era más cara... y ya no tiene gracia. Puesto que al fin y al cabo, la gran ventaja de esta película de grano tradicional más o menos cúbico es que es barata con unos resultados que no están mal. Si se pierde por algún motivo la ventaja del factor precio... ya no tengo claro el motivo por el que haya que preferirla.

De otras sensibilidades de la marca, ya hablé de lo mucho que me sorprendió la variante de 200 ISO. Esa es otro cantar. Además es una rareza en la gama porque es una película de grano tabular. De hecho, la apariencia del grano no me parece significativamente más aparente en la de mayor sensibilidad, con lo que tienen más ventajas que la que traigo hoy a la palestra.

Pero bueno, ya que las compré por el capricho mencionada, había que sacarles rendimiento. Así que en una excursión planificada por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ para unas visitas guiadas al yacimiento de los Bañales y a Ejea, me llevé la Fujifilm GS645S Wide60 Professional, con los dos rollos de Fomapan 100 Classic y un par de filtros, uno amarillo #8 y otro rojo #25, de Heliopan, para mejorar el contraste en las fotografías, especialmente para destacar las nubes en el cielo azul. De la Fomapan 100, como su nombre indica nos dicen que es una película pancromática, aunque como suele ser habitual la sensibilidad a los rojos no llega a los tonos más profundos, mientras que con los azules se puede meter incluso ligeramente en los ultravioletas más cercanos. Así que viene bien usar los filtros en fotografía de paisaje al aire libre. Acabé usando preferentemente el filtro rojo, con el que pierdes unos tres pasos de sensibilidad, pero como el día fue de sol radiante,.. pues está bien.

En Los Bañales ya había estado en un par de ocasiones, con cámaras digitales y con película en color y blanco y negro. Y es la primera vez que hacía una extensa visita guiada que llegó casi a las cuatro horas, que no se hicieron en absoluto pesadas porque fue muy ameno. Se desconoce el nombre original de esta ciudad romana que pudo llegar a tener entre 2000 y 3000 habitantes, pero que se desvaneció progresivamente cuando cayó el imperio y entramos en la alta edad media. Probablemente, según se nos contó, por agotamiento de los recursos próximos.

Las condicionex de luz y de toma fueron muy estables a lo largo de la mañana, por lo que prácticamente use los mismos ajustes de tiempo de exposición y apertura del diafragma durante toda la sesión. El filtro rojo me vino bien para mejorar el contraste de las fotografías. Y la cámara de Fujifilm es un valor seguro. El revelado fue en Kodak HC-110 dilución B (1 + 31), durante 6 minutos a 20 ºC, con la agitación clásica; treinta segundos de agitación constante al iniciar, y cuatro inversiones tranquilas cada minuto hasta llegar al tiempo previsto. De lo más clásico, para un película clásica. Espero que os gusten las fotos.

Nuevo teleobjetivo de focal variable para micro cuatro tercios

Nunca he sido aficionado al teleobjetivo. Para el estilo de fotografía que hago yo, que tiene más de documental que otra cosa, el teleobjetivo no proporciona habitualmente el entorno del sujeto necesario para comprender la situación. Y un uso excesivo del mismo me resulta monótono. No quiere decir que de vez en cuando no venga bien usarlo, pero en un porcentaje relativamente pequeño de las fotografías que constituyen una serie, un reportaje... o lo que sea.

Para mi equipo viajero, basado en cámaras micro cuatro tercios, generalmente me he conformado con teleobjetivos cortos, como el 45/1,8 de Olympus en viajes, o el 45/2,8 Macro de Panasonic Leica para naturaleza. En un momento dado, en una venta outlet, tuve ocasión de adquirir por un precio tirado un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, con una calidad óptica sorprendentemente buena para su precio, aunque con una serie de desventajas en su construcción, en la rapidez del enfoque y en la apertura máxima. Con él me acostumbre a componer "panoramas" en fotografía de paisaje que me han funcionado muy bien. Y con el tiempo me ha llevado a entender que viene bien tener un teleobjetivo competente, no tan limitado en algunos momentos como este pequeño pero honesto objetivo. Que eso sí, tiene la ventaja de que puedes llevarlo en un bolsillo.

El sistema micro cuatro tercios ofrecía varias posibilidades tanto en focales fijas como variables. Me fijé en estas últimas. Tras comprender que las focales muy muy largas tienen un interés mucho más limitado para mí, por tentadoras que sean, las descarté. Probé el Lumix G Vario 100-300/4-5,6, que me pareció un objetivo muy honorable, pero con un interés limitado para mí. No necesitaba tanto, aunque... si pudiese ser. Vamos a ver las opciones:

La más económica, buscando bien en internet, es el Panasonic Lumix G Vario 35-100/2,8 Power OIS II. Buenas prestaciones ópticas, buena construcción, tamaño contenido para su luminosidad. Os recuerdo que sus focales son equivalentes a un 70-200 en formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm. La única desventaja que le encuentro es que no admite multiplicadores de focal.

La opción de Olympus, Olympus M.Zuiko Digital ED 40-150mm f/2,8 PRO, tiene más alcance, tiene la posibilidad de usar multiplicadores de focal, pero es mucho más grande y apreciablemente más caro. Mucho menos portable, que el anterior.

La opción más lujosa de Panasonic, Panasonic Leica 50-200mm f/2,8-4 ASPH, es algo más grande que el primero, más compacto que el segundo, no tiene una apertura constante, lo que facilita su tamaño contenido, aunque no compacto. Admite multiplicadores de focal. La calidad de imagen se anuncia excelente. Pero me salía prácticamente por el triple que el primero.

El último de los tres me parecía el más interesante... pero decidí que no tenía ningún sentido gastar tanto. Así que me conformé con el primero, porque además conseguí una buena oferta, muy por debajo de su precio de catálogo.

Lo he estado probando en los últimos días antes de llevármelo a Japón durante dos semanas. Paseando por los alrededores de Zaragoza, y también con un poquito más de acción en la tradicional bajada festivo-reivindicativa por el Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza.

Los resultados no han sido ningún misterio; el objetivo, en su segunda versión, funciona bien. Es sólido de construcción, de un tamaño contenido, muy competente ópticamente desde su plena apertura, aunque con más viñeteo del que yo esperaba, y razonablemente rápido, sin alcanzar los niveles de otros mucho más caros. En general un excelente compromiso, que no da pereza echarlo en la mochila en cualquier caso. En los últimos tiempos he sufrido una reactivización en mi tendinitis en el antebrazo derecho, una epicondilitis de las tradicionalmente llamadas "codo de tenista", aunque hace seis años que no juego en serio al tenís, y tres años desde la última vez que fui con mi sobrino. Llevar peso en esa mano puede ser un suplicio conforme pasa el rato. Pero el peso de este objetivo es suficiente llevadero como para pasar una mañana fotografiando con la cámara en la mano.

Ahora sólo me queda salir de viaje próximamente e intentar sacarle el mayor partido posible.

Por último, revelado en blanco y negro, un panorama realizado con este objetivo, una vista clásica del Ebro desde la pasarela del azud, uno de los usos más interesantes a los que dedico este tipo de objetivos. Incluso si no son vistas tan amplias como esta. Pero la posibilidad de aumentar la resolución final de la fotografía montando varias vistas parciales me parece muy interesante en determinadas ocasiones, y viene bien que el objetivo usado sea de buena calidad óptica.

Un nuevo carrete de Kodak Pro Image 100 con Canon EOS 650 en las zonas verdes de Zaragoza

Hace aproximadamente un mes os comentaba los resultados que había obtenido con el primer carrete de película Kodak Pro Image 100 que había utilizado en mi vida. Incluso unos días más tarde, de alguna forma lo comparaba con la Kodak Gold 200, llegando a la conclusión de que con los precios actuales, merecía la pena más esta última, que además nos da una ligera reserva de sensibilidad extra que puede venir bien en alguna ocasión.

Cuando hace pocas semanas estuve probando el teleobjetivo 100-300 mm de Panasonic que me prestaron, me llevé también en el macuto de nuevo la Canon EOS 650, calzada con el EF 40/2,8 STM para mayor ligereza, y con un nuevo carrete de Kodak Pro Image 100 de los varios que adquirí en su momento. Y lo cierto es que tras recibir los resultados... ya no tengo tan claras las conclusiones de mis artículos anteriores.

Fundamentalmente estoy hablando de fotografía de paisaje en entorno semiurbano, o en zonas verdes dentro de la ciudad. Y también en distintas horas del día.

La primer tanda de fotografías del carrete se corresponde con un amanecer. Un amanecer en el que la atmósfera no estaba todo lo limpia que podría estar, lo cual es propio del verano en Zaragoza, y con ausencia de nubes en el cielo. Eso nos da unos tonos rojizos en los primeros minutos de sol del día, que progresivamente van virando al amarillo, hasta que el cielo se instala lo suficientemente alto en el firmamento como para ofrecer la dura luz del verano en estas latitudes.

Ese mismo día, fuimos luego caminando, con el sol ya alto durante la mañana, por la desembocadura del río Gállego hasta el puente sobre este río en el barrio de Santa Isabel. Condiciones de luz muy distintas.

En cualquier caso, ambas seres de fotografías resultaron en buena tonalidad de color. Quizá el digitalizado ofrecido por Malvarrosa Film Lab peca de un cierto sesgo hacia los tonos cálidos en las horas en que el sol está alto. En ese momento, la luz que ofrece el astro rey, sumado al azul de la bóveda celeste hace que la luz general sea considerablemente más fría que en las primeras horas de la mañana tras la salida del sol. Pero unos ligeros toques del deslizador de temperatura de color en Lightroom lleva la fotografía a sus tonos realistas. Sobre si eso hace que la fotografía quede mejor que con unos tonos más cálidos, pero menos comprometidos con la realidad, es cuestión de gustos. A mí no me acaba de gustar que el azul del cielo se mezcle con tonos cálidos cuando no debe. Puestos a alterar algo la imagen, habrá que reservar y modificar por zonas; no realizar un desplazamiento global de los tonos.

Unos días más tarde, habiendo quedado para ver una película en el cine a las ocho y media de la tarde, salí con tiempo con el fin de caminar un rato por el Parque Grande de Zaragoza y la orilla del río Huerva antes de acudir a las salas de cine. Y así, terminar de exponer el carrete de Kodak Pro Image 100. Las condiciones de luz estuvieron entre nublado, cerrado pero no muy intenso, y la puesta del sol en el que las nubes se abrieron algo y los rayos de sol volvieron a iluminar el paisaje urbano y suburbano. En general, el rendimiento tonal de la película también resultó bastante adecuado.

El resumen de esta segunda experiencia con este tipo de película es que definitivamente la forma en que nos devuelve los tonos y los colores me gusta. No alcanza los niveles de películas de más postín como la Kodak Portra 160 o 400, o la Fujicolor Pro 400H de la que os hablé recientemente, pero están muy bien. Y debe ser que mi forma de exponer la película en este carrete ha sido más detallista y atinada, por lo que el grano resultante aparece más fino. Aunque en principio la cámara es la misma, con el mismo fotómetro incorporado y la misma técnica de evaluación de la exposición. Todavía me quedan unos cuantos carretes de esta película. Ya os iré contando.

Paisaje con película Fujicolor Pro 400H - El dolmen de Ibirque

Cuando uno mira e investiga sobre las mejores películas negativas en color disponibles en la actualidad, es frecuente encontrar comparativas o comentarios que comparan dos películas que tienen usos muy similares; Kodak Portra 400 y Fujicolor Pro 400H. He usado con cierta frecuencia la Portra 400. Realmente es una película fenomenal, que ofrece unos colores estupendos, con una gran latitud de exposición... y cara. No había utilizado hasta ahora nunca la Pro 400H... porque no es tan fácil encontrarla en mi entorno. De Fujifilm, es fácil encontrar las Fujicolor C200 y la variedad de Superias, pero no esta película profesional. El caso es que en un momento dado me hice con dos rollos y hace unas semanas me llevé uno en la mochila, junto con la cámara Fujifilm GS645S Wide. No sabía si lo iba a usar. Pero las incluí, junto con una cámara digital.

Subimos a casa de los padres de unos amigos un sábado por la tarde, no lejos de Sabiñánigo en la provincia de Huesca, para ayudarles con unos cambios en su casa. Terminamos pronto y sugerí a mis acompañantes ir a ver algo. No conocía el paraje en el que se encuentra el dolmen de Ibirque, un lugar con un bello paisaje en el que he estado en un par de ocasiones. Podéis encontrar algunas fotos realizadas por mí en ese paraje aquíaquí y aquí.

Aunque todo lo que había leído sobre la Pro 400H hacía referencia sobretodo a su uso en retrato y reportaje social (bodas, comuniones, etcétera), la usé para reflejar el paisaje de esa parte de las sierras adyacentes al Pirineo. He de decir que pude haberla usado mejor. Me explico. Cuando llegamos al lugar, eran las siete y media de la tarde y faltaba casi dos horas para el ocaso. Pregunté si nos íbamos a quedar todo ese tiempo para aprovechar la mejor luz, o si nos retirábamos pronto. No hubo una respuesta clara por parte de mis acompañantes así que empecé a hacer fotos. Al cabo de un rato, me dijeron que sí, que les apetecía ver la puesta del sol. En ese momento lamenté haber disparado la cámara tan liberalmente y no haber echado a la mochila el otro carrete de película que se había quedado en el frigorífico en casa.

En cualquier caso, aunque no aproveché de la mejor forma posible el intervalo de tiempo de la tarde con mejor luz, la verdad es que quedé contento con el rendimiento de la película en el paisaje. Los colores son bastante naturales. Y aunque la saturación no se acerca al nivel de otras películas como determinadas diapositivas o la Kodak Ektar 100, la imagen queda con suficiente vivacidad. O al menos con unos tonos que me parecen ajustados al recuerdo del momento vivido. El revelado lo mandé a Malvarrosa Film Lab, en Valencia, que trabajan de forma muy similar a sus vecinos más veteranos de Carmencita Film Lab. Aunque son algo más baratos. Últimamente tiro de Carmencita cuando quiero el nivel de resolución más alto en la digitalización de los negativos, como con las fotografías de Berlín. La calidad que ofrecen ambos laboratorios es muy similar, siendo esta opinión basada exclusivamente en mi experiencia personal.

Finalmente, ¿mejor o peor que la Portra 400? No he llegado a una conclusión todavía. Pero por la calle van diciendo que poco se llevan todos.

Preparándome para mejorar mis paisajes - Filtros Lee y otras cosas

Siempre he sido un aficionado a la fotografía que cuando viaja ha favorecido más el aspecto documental del viaje que otras cosas. Y viajar ligero. Que los años van pasando, y los equipos pesados cansan. Y si uno viaja cansado, no hace buenas fotos. Por ello, me hice adepto al sistema micro cuatro tercios y a llevar un equipo relativamente mínimo. Pero...

En los últimos tiempos, en mis viajes he tenido ocasiones de visitar paisajes notables y me hubiera gustado tener la oportunidad de sacarles más partidos. Planificar mejor la toma del paisaje y reflejar mejor la belleza del lugar o del momento. Quizá uno de los lugares en los que más sentí este impulso fue en mi viaje a China en junio. En las montañas Huangshan. No me quejo de los resultados obtenidos, pero podrían ser mejores.

En Huangshan ya usé el trípode viajero, que anteriormente me llevé a Islandia pero poco más, con buenos resultados en combinación con un super gran angular. Pero creo que hay margen de mejora.

Cosas que en los últimos años he echado de menos y que he intentado ir paliando, buscando soluciones razonables. No perfectas. Razonables.

Un trípode ligero pero razonablemente competente. Me hice con el Rollei Compact Traveler nº 1. Que tiene sus limitaciones, pero es más competente de lo que parece a primera vista. Y es muy transportable. Actualmente hay una variante de fibra de carbono del mismo modelo no mucho más cara que es más recomendable.

Un cabezal adecuado para el trípode. Para este trípode que es viajero, pero también para el menos viajero, un Manfrotto de la serie 190, no recuerdo nunca bien el modelo, tiene ya 10 u 11 años, de fibra de carbono. El principal problema es que su sistema de anclaje de la cámara es muy fiable, pero convierte en una lata el colocar la cámara en vertical. De ahí viene...

Una zapata en L para tomas en vertical y en horizontal con facilidad. Estas zapatas en L suelen ser compatibles con el sistema de anclaje de Arca Swiss y no con el de Manfrotto... así que también ha conllevado el buscar una solución a ese problema.

Un teleobjetivo competente... Tengo uno muy sencillito, aunque con una calidad más que honorable, de Panasonic para micro cuatro tercios. Pero el cuerpo me ha ido pidiendo algo más sólido. Especialmente desde que compré la Lumix G9.

Un sistema de filtros. Dudando siempre entre los filtros redondos de rosca y los cuadrados de sistema. Cada una de estas opciones tiene sus ventajas e inconvenientes.

Algunos de los chismes que ido probando, algunos con más fortuna y otros con menos. Nunca ahorréis en un cabezal de trípode. El pequeño cabezal de Rollei es más capaz que el Andoer chino, más grande y teóricamente más capaz, pero que en la práctica no es capaz de soportar bien, sin deslizarse, determinados equipos relativamente pesados (no muy pesados, sólo relativamente).

Con respecto al teleobjetivo, recientemente estuve usando un 100-300/4-5,6 de Panasonic, que da buena calidad por un precio moderado. Pero aunque es capaz de obtener fotografías muy espectaculares, no siendo mi finalidad principal la fotografía de animales o deportiva, no tengo especial interés en focales tan largas. Hay que tener en cuenta que es equivalente a un 200-600 mm en formato de fotograma de 24 x 36 mm. Así que ya tengo la decisión tomada, y el objetivo encargado, iré a por un buen objetivo de Panasonic 35-100/2,8. Mucho más luminoso y con una gama de focales suficiente. Y relativamente compacto. A la espera estoy. Era la evolución lógica a partir de lo experimentado y disfrutado con el 35-100/4-5,6, limitado en su agilidad, construcción y luminosidad, aunque bastante honorable en sus propiedades ópticas.

Típica imagen, más o menos espectacular, de paisaje con súper teleobjetivo. Pero que a la larga acaban cansándome. Por eso prefiero focales más cortas para paisaje.

Una cuestión curiosa ha sido lo de la zapata en L para permitir que tanto las tomas en horizontal como las tomas en vertical se hagan cómodamente. Las verticales son especialmente útiles para componer panoramas a partir de varias fotografías. Empecé usando un zapata en L económica que vendían en Amazon. Lo curioso ha sido que me va mejor con las cámaras grandotas que con las pequeñas. Con las EOS, tanto digital como para película, se ajusta sin problema a los límites del cuerpo de la cámara, y queda fija y sin holguras o movimientos indeseados. Pero con las cámaras más pequeñas, como son las micro cuatro tercios o la Pentax MX o la Leica M2 y otras para película tradicional... empieza a interferir con distintas piezas del cuerpo de cámara... y empiezan a quedar holguras y a no ser tan eficaz. Poco a poco he ido encontrando truquillos para que la cosa vaya bien. Pero al final, para la Lumix G9 acabé desembolsando lo que me pedían por la zapata en L dedicada a este modelo de Smallrig. Y va muy bien.

Y vamos con el tema de los filtros. He venido usando de vez en cuando los filtros polarizadores. Pero me he dado cuenta que echo más de menos los filtros de densidad neutra para conseguir exposiciones prolongadas, así como algún degradado neutro, porque creo prefiero tener la fotografía en cámara con buena iluminación y contraste a forzar las cosas luego en el procesado digital. Y estaba la duda entre los filtros redondos y los cuadrados. No voy a entrar ahora en los pros y contras de ambos tipos. Los podéis encontrar en muchos sitios mejor explicados que lo que yo pueda decir en un espacio limitado. Sólo decir que me he decidido por un kit de iniciación de Lee Filters, que viene con el armazón general del sistema, más un degradado neutro de dos pasos con transición brusca, un "little stopper", o sea un filtro de densidad neutra que quita 6 pasos de luz, y un "big stopper", un filtro dedensidad neutra que quita 10 pasos de luz. Los he estado probando modestamente, y aprendiendo a usarlos, con la Lumix G9, digital, y con la Hasselblad 500CM, con película en blanco y negro.

De momento, todo en blanco y negro, porque quiero dejar para un segundo paso el control de las dominantes de color que en mayo o menor medida introducen siempre los filtros neutros más potentes. El "little stopper" parace que no es muy notoria, pero el "big stopper" introduce una clara dominante azulada que tendré que estudiar detalladamente para corregirla rápidamente. Los filtros Lee están reputados como de muy buena calidad, siendo usados por muchos profesionales de la fotografía del paisaje.

Hay opciones más baratas, y también hay alguna más cara. Pero suponen un cierto desembolso que hay que pensarse bien.

Con las fotografías con la cámara digital no tuve mayores problemas, y tuve la sensación de que el manejo del sistema estaba superado como se puede ver en las fotografías anteriores. Nada del otro mundo, pero realizadas de forma eficaz. Pero con la Hassselblad 500CM, a la que le puse el Distagon 50/4 C T*,... la cosa no fue tan bien.

Me la llevé con el "big stopper" para hacer largas exposiciones en las horas centrales del día un domingo. Y me encontré con algunos problemas. La siguiente fotografía los resume todos.

Primero, con un diafragma f/16, que con el "big stopper" y la corrección del fallo de la reciprocidad de la Ilford Delta 100 me daba una exposición de entre 16 y 20 segundos, las motas de polvo depositadas en el filtro resultaban evidentes en forma de pentágonos luminosos, que a algunos les resultarán monos,... pero que no era lo que se pretendía. Evidentemente, hay que tener cuidado con la limpieza del filtro. Especialmente si se van a usar diafragmas cerrados que hacen más evidentes las motas de polvo. A no olvidar.

En las fotografías, se observan también, en unas de forma muy intensa y en otras menos, siendo prácticamente imperceptibles aquellas en la que la cámara estaba en la sombra cuando se hizo la fotografía, un halo más luminoso, perfectamente redondo, que rodea la parte central de la imagen. Por las características del mismo, deduje inmediatamente cuando la vi en el negativo, ni siquiera fue necesario escanearlo y ampliarlo para verlo, que se trataba de una luz parásita producida por algún reflejo.

Los filtros de densidad neutra uniforme de Lee llevan adheridas por una de sus caras unas tiras de material como la espuma que sirve para sellar a la luz los respaldos de las cámaras. En principio pensé que serviría para proteger los filtros, cuando se montan varios en serie, de posibles rayas por el contacto accidental de unos con otros. Pues no. Comprendí cuando vi estos halos que ese material, al igual que en los respaldos de las cámaras, está pensado para bloquear el paso de la luz. Una pequeña investigación posterior me permitió comprobar además que está aconsejado vivamente que los filtros de densidad neutra uniforme se coloquen lo más cerca posible de la frontal del objetivo, por detrás de otros posibles filtros que se vayan a usar, como los degradados neutros. Cosas que hay que aprender, porque nunca había usado uno de estos filtros. Mejor ahora que cuando llegue el momento de hacer una foto realmente importante.

En estos momentos, tengo la sensación de que he acertado al optar por este sistema. Me permite usarlo con sólo tres adaptadores con una variedad de objetivos para distintos sistemas, los que más utilizo. Por lo tanto, aunque no sea barato, me ahorra la compra de determinados filtros por duplicado para distintos diámetros. Y también me garantiza una calidad uniforme y sistemática en todos ellos.

Obviamente, como todo sistema que tiene una cierta complejidad de piezas y elementos, hay que adquirir buenas costumbres. No se puede usar sin una sistemática y una planificación básica. Sin eso, los resultados no pueden ser buenos. Tengo que adquirir unos buenos hábitos, que todavía no he interiorizado.

Por último, unos datos sobre el procesado de la película. Como ya he dicho, usé con la Hasselblad un rollo de Ilford Delta 100 Professional a su sensibilidad nominal, ISO 100. Para un diafragma f/16 en las circunstancias de sol radiante presentes este domingo pasado, hay muchas fotografías a las que sin filtro les correspondía una velocidad de obturación de 1/125 segundos. Olvidé el fotómetro en casa así que apliqué la regla del "soleado f/16, velocidad de obturación, inverso de la sensibilidad de la película". Un filtro con 10 pasos de pérdida de luz, supone multiplicar esa velocidad de obturación por 1000 aproximadamente (en realidad 1024, pero la diferencia es despreciable a efectos prácticos), lo que nos da una exposición de 8 segúndos. Pero hay que compensar el fallo de la reciprocidad para tiempos de exposición de 1 segundo o más. La fórmula que uso yo para las películas Ilford es elevar a la potencia de 1,33 el tiempo calculado, para obtener el tiempo de exposición definitivo (td = tc^1,33), lo que para 8 segundos me da 16 segundos. Cuando tuve necesidad de aumentar la exposición, decidí abrir el diafragma manteniendo el tiempo de exposición, salvo en un caso en el que para mantener la profundidad de campo opté por aumentar el tiempo. Y ahí, los 16 segundos calculados se convirtieron en 40 segundos. Como veis, no vale simplemente con duplicar el tiempo, porque cuanto más aumenta el tiempo de exposición calculado, más hay que prolongar el tiempo de exposición efectivo.

La película la revelé en Kodak HC-110 dilución B (1 + 31) durante 6 minutos a 20 ºC. La densidad y el contraste de los negativos quedaron muy bien. La exposición fue correcta en los 12 negativos de 56 x 56 mm que ofrece el respaldo A12 de la Hasselblad. Las escenas fueron obviamente muy contrastadas por las características de la luz en las horas centrales del día, pero ni las luces ni las sombras quedaron empastadas.