La fotografía como afición y otras artes visuales

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Naturaleza urbana con película Kodak Ektar 100

Hace unos días, a finales de octubre, decidí airear un poco la Hasselblad 500CM con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF. Hacía una buena mañana de sábado y, aunque había estado lloviendo, el sol empezó a asomarse por las nubes, generando una luz suave para ser las horas centrales del día.

Tomé un rollo de Kodak Ektar 120, pensando que tendría luz suficiente, y que el mayor contraste y saturación de esta película sobre otras películas de Kodak o Fujifilm, vendrían bien esa mañana.

Lo cierto es que, aunque la luz fue bastante agradable en general, no era tan abundante como yo pensaba, y la sensibilidad de la Ektar 100 se me quedó un poquito corta en alguna ocasión. No cogí trípode, y fotografié durante todo el paseo a mano alzada, lo que me obligó a abrir el diafragma en alguna ocasión más de lo que hubiese sido deseable, generando una profundidad de campo muy escasa.

El resultado general fue una mezcla de fotografías, unas más conseguidas, captando los tonos otoñales en un ambiente de naturaleza en medio urbano, y otras menos.

Realmente, la Kodak Ektar 100 es una película que necesita luz y estar bien expuesta, en su sensibilidad nominal. Para medir la luz utilicé mi fotómetro de mano Sekonic Multimaster L-408, a veces usando el modo de luz incidente, otras el modo de luz reflejada selectiva.

El revelado y escaneado de los negativos está realizado en Revelatum Revelado Analógico, que ha obtenido unos tonos correctos, adecuados a la impresión que daba la luz esa mañana.

Quiero seguir profundizando en el uso de la película Kodak Ektar 100. Pero es una película más exigente en su utilización que la gama Portra del fabricante americano de película en color. Ya me han llegado a casa algunos rollos nuevo. A ver cuando tengo ocasión de usarlos con provecho.

Fotografía de paisaje en los Pirineos - un paseo por Taxeras

En primer lugar, vamos a ajustar las expectativas. Cuando hablo de fotografía de paisaje no me refiero a esos épicos fotógrafos que se levantan a las tres de la madrugada y se pegan una paliza de kilómetros, primero en coche, luego caminando, para llegar al lugar previsto y hacer una foto épica en el momento de la salida del sol. Todo esto si no tienen que arrostrar inclemencias meteorológica cataclísmicas u otros contratiempos igualmente apocalípticos. No. No va por ahí la cosa. Vale. Esto va a ser muchíiiiiiiisimo más relajado.

Este sábado pasado, con un buen amigo, nos subimos tranquilamente a Zuriza, en el valle de Ansó, Pirineos aragoneses, con el objetivo de dar un paseo hasta el paraje de Taxeras, al pie de la sierra de los Alanos. Un sitio que siempre me ha parecido espléndido por su belleza. Lo conozco desde hace 35 años, más o menos, pero ahora hacía por lo menos 2s años que no lo visitaba, desde octubre de 1996, en el que hice unas cuantas fotografías con la Canon EOS 100, no recuerdo los objetivos que llevaba, y película negativa en blanco y negro Ilford Pan F Plus 50.

En esta ocasión he llevado tanto cámara digital como película argéntica. De esta última, la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH cargada con Ilford XP2 Super 400, pero no hice muchas fotos, y todavía queda mucho carrete para terminarlo y revelarlo. Tal vez este fin de semana que viene que nos vamos a Alcañiz. En digital me fui con la Panasonic Lumix G9, mi cámara titular en estos momentos, con el Olympus M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro y el más modesto pero eficaz Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH OIS. Un equipo muy solvente y no demasiado pesado para pasear por el monte.

Nuestra intención era intentar captar los colores otoñales. Los bosques de Taxeras son una mezcla de hoja caduca y hoja perenne; hayas y abetos. Estos dominan en las laderas que se miran al sur, mientras que las hayas prefieren aquellas más umbrías en las vertientes norte de las montañas. Como no íbamos a madrugar, no nos dimos prisa. Si encontrábamos alguna luz interesante sería la de la caída de la tarde. Por lo tanto, salimos de Zaragoza a las 9:30 de la mañana, para estar dispuestos a emprender el paseo al mediodía, después de haber comido algo ligero. Y así fue.

Desgraciadamente, los fríos de la última semana han afectado de forma importante a la vegetación, y las hojas se encontraban en su mayoría en el suelo. Las hayas estaban ya descarnadas, y sólo en algunos rincones más recogidos y protegidos podías encontrar alguna o algún grupito, que conservaba todavía sus hojas. No obstante, el lugar estaba muy bello. Aun en las horas centrales del día, la luz era suave. Los captores digitales de las cámaras no tenían problemas para encajar la gama de tonos que van desde los abetales en las zonas de sombra hasta la nieve en las cumbres de los Alanos. Cierto es que por lo escarpados que estos son, se ven más rocosos que nevados.

A pesar de la presunta nieve y lluvias de los días anteriores, la verdad es que no encontramos grandes niveles de humedad. Y aunque nos estuvimos fijando, no encontramos ejemplos de setas u hongos de ningún tipo. Lo único que nos llamó la atención fueron unos bulbos en algunas hojas que nos parecieron los huevos o algo similar de algún insecto. Tengo que ponerme a investigar sobre el tema.

Cuando llegamos al lugar a partir del cual ya nos metíamos en una sombra de la cual no íbamos a salir. Paramos, y en una loma donde todavía daba el sol, a las dos de la tarde, comimos algo. Pero la tarde empezaba a avanzar con rapidez, con el sol escondiéndose progresivamente detrás de la muralla que forman los Alanos en el límite sur del valle. Así que comenzamos tranquilamente el regreso.

En el camino de regreso, sacamos los trípodes con el fin de montar algunas panorámicas. Y en mi caso, para probar también sobre el terreno el modo de alta resolución de la cámara, que permite obtener fotografías de hasta 80 megapíxeles a partir del sensor de 20 megapíxeles. Las panorámicas suelen estar montadas a partir de 3, 4 o 5 fotografías verticales, y luego las suelo ajustar a unas proporciones razonables para su visualización en pantalla. Generalmente los 16:9; aunque para impresión puedan ser más amplios. Estos de 16:9 suelen ser archivos de entre 45 y 50 megapíxeles. En ambos casos se obtienen fotografías con gran cantidad de detalle y susceptibles de ser ampliadas a tamaños considerables, que aquí no podemos apreciar.

Llegamos a las cuatro de la tarde de nuevo al coche. La distancia recorrida total, unos ocho kilómetros, se puede hacer en la mitad del tiempo de las cuatro horas que dedicamos al paseo. Pero como habréis podido comprender, la contemplación del paisaje y la naturaleza y la actividad fotográfica, nos quitaron una buena cantidad de tiempo. Aunque se nos pasó rápido.

Al final, aun nos dio tiempo para enredar haciéndonos unos selfis con la "galletita" "ojo de pez" de Olympus, y de parar conforme bajábamos en dirección a Ansó para hacer algunas fotos en las parte más bajas de los valles, donde la vegetación conserva todavía sus bonitas hojas. Hasta la siguiente.

Fotografía en blanco y negro a partir de toma digital

Desde hace un tiempo a esta parte, la fotografía digital tiene poco espacio en estas páginas. Esto se debe a algo fundamental. En estos momentos, la fotografía digital para mí es la fotografía de los viajes o la documentación eventual de un acontecimiento, una actividad o lo que sea. El desarrollo de mi afición fotográfica cuando no estoy de viaje se centra especialmente en la fotografía argéntica, y especialmente en el uso y comprensión de cámaras históricas o simplemente viejas, de antaño. Pero hoy voy a hacer una excepción. O mejor dicho no una excepción, porque para mí no son contrapuestos los distintos tipos de tecnologías fotográficas. Sino que voy a hablar de algo menos frecuente. Todo viene de una conversación mantenida ayer, mientras tomábamos un café, un té en mi caso, antes de entrar a una sesión matinal de cine.

La escena era simpática. Pero la combinación de colores, catastrófica. Sólo en monocromo se le puede sacar partido a esta foto de grupo robada.

Con la fotografía argéntica, el fotógrafo realiza una serie de elecciones a priori que condicionan el proceso y el resultado. ¿Voy a usar material sensible negativo o inversible? Hoy en día casi siempre negativos, a pesar de la reciente resurrección de algún clásico de la diapositiva. ¿Qué sensibilidad voy a usar; ISO 25, 100, 200, 400, 1600, 3200? ¿A su sensibilidad nominal, forzado, o sobreexpuesto y subrevelado? Y la que nos ocupa... ¿blanco y negro o color? Sin embargo, cuando usamos las cámaras digitales, salvo los que fotografían en formato JPEG en blanco y negro, que no tienen vuelta a atrás, en la mayor parte de los casos fotografiamos en color, sea en RAW o JPEG, y luego podemos decidir. El caso es que entre los aficionados aprecio una gran cantidad de crímenes contra la humanidad, o al menos contra el buen gusto, en las conversiones a blanco y negro de imágenes originalmente en color. En algunas de ellas, horrores similares al abuso que de las técnicas de alto rango dinámico (HDR en sus siglas en inglés), que también pueblan las redes sociales más populares. Exponía durante la conversación, que quienes nos hemos formado en su momento chapoteando en los laboratorios químicos, revelando nuestros carretes en blanco y negro y ampliando nuestras copias, somos más sensibles a horrorizarnos con este tratamiento de la fotografía monocroma. La discusión fue amena y dinámica. El caso es que he decidido hablar un poco de como oriento la fotografía en blanco y negro a partir de tomas en cámaras digitales.

Las fotografías que ilustrarán la entrada son fotografías originalmente en color, procedentes de mi reciente viaje a Taiwán. Todas realizadas el mismo día, el 30 de septiembre por la tarde, en Taisum; puede que aparezca alguna realizada ese día por la mañana en Taipéi.

A los niños y a la mayor parte de los retratos femeninos, los fuertes contrastes no les sientan nada bien. Lo cual no quiere decir que la fotografía en su conjunto no tenga un contraste amplio. Hay que controlar por zonas.

He de decir que, la mayor parte de las ocasiones, decido a priori que las fotografías de una sesión van a acabar siendo en blanco y negro. Y por lo tanto, en esas ocasiones, aunque el formato del archivo sea RAW, y por tanto con toda la información de color, ajusto el visor y la pantalla de la cámara en monocromo. En esta ocasión no fue así. Como además de la Panasonic Lumix G9 llevaba una Olympus mju-II con película Ilford XP2 Super 400, película negativa en blanco y negro, llevaba en la mente hacer las fotos en color. Pero que sepáis que esto es algo que hago así. Por ejemplo lo hice una tarde de lluvia en Roma en Semana Santa, o en la excursión que hicimos a Barbastro con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ en junio.

Existen distintas formas de convertir los archivos en color a blanco y negro. No voy a repasarlas todas. Yo uso dos. La primera es aplicar unos determinados preajustes (presets) en Adobe Lightroom, que pretenden imitar a la película Ilford HP5+. Generan un aspecto con bajo contraste que es una buena forma de empezar a trabajar la imagen. La otra es usar la aplicación Silver Efex de la Nik Collection. La versión gratis que tenía Google, que es la que tengo yo, y que parece que todavía se puede conseguir en Archive.org, como explican en un vídeo en Youtube. Suerte. Porque Google ya la ha retirado, y la versión actual de DxO, muy muy similar a la anterior, la cobra a 69 dólares a fecha de hoy. Pero la cuestión es comenzar con un original de bajo contraste, y a partir de ahí ir modificando y ajustando. Con parsimonia, con mucha parsimonia, hasta llegar al resultado buscado. Nada de movimientos bruscos con los deslizadores de las distintas opciones. No seamos binarios, del todo o nada.

Nop. Una puesta de sol no necesariamente hay que fotografiarla en color. Para nada.

Cuidado con las recetas mágicas en internet, en forma de tutoriales, ya sea escritos, en vídeo o como sea, que proponen recetas mágicas, fáciles e inmediatas. Cada fotografía tiene sus exigencias y a partir del paso inicial a monocromo, el recorrido para cada una de ellas puede variar, y mucho. Voy a poner un ejemplo que encontré hace un tiempo. No lo voy a enlazar. Lo explico sin más. Se hace en Lightroom o en Adobe Camera RAW. Basicamente, es lo siguiente. Primer paso, "luces" al mínimo y "sombras" al máximo. Así conseguimos, una imagen de bajo contraste. Segundo paso, "blancos" llevados al límite derecho del histograma, sin pasarse, o pasándose muy poquito, y "negros" llevados al límite izquierdo del histograma, sin pasarse, o pasándose muy poquito. Así conseguimos una amplia gama de tonos. Todo esto suponiendo que teníamos una imagen correctamente expuesta claro. Y luego viene el tercer paso, el nefando, "claridad" a tope con un aumento brutal del microcontraste en los tonos medios. Con las fotos que usaba el tutorial, quedaba "bien". Veamos un ejemplo con una de mis fotos. Primero usando este método y después mi resultado personal.

Mi versión es mejorable... pero os aseguro que no en el sentido de la versión a base de máximos y mínimos en los deslizadores. Es un horror, especialmente cuanto más grande ves la imagen.

Obsérvese que la primera versión queda "rara". En su parte izquierda, muy contrastada y llamativa, en su parte derecha, de un gris raro. El aspecto final de una fotografía en blanco y negro es algo muy personal, y no hay una conversión correcta por encima de otras. Yo he optado por interpretación melancólica, con un contraste muy moderado. Pero lo que es seguro es que sí hay conversiones incorrectas, que quedan horribles, incluso si su perpetrador no lo percibe. Si no has tenido oportunidad de trabajar con la fotografía argéntica y con distintos materiales sensibles, quizá sea bueno que investigues cuál es el aspecto de las fotografías en blanco y negro que se consideran icónicas, significativas, históricas, o referentes en la historia de la fotografía. Y empápate de ellas. No encontrarás ninguna con esos aspectos llamativos. Cuidados con las redes sociales en las que hay mucho aficionado a la fotografía espectacular, que harán todo lo posible para obtener algo llamativo a partir de un original puede ser mejor o peor. Lo espectacular no es necesariamente bueno. Casi nunca es bueno. Al final cansa. O termina por ser todo igual.

Juega con las sombras y los espacios negativos, para que resalte el sujeto principal. Si no sabes que hacer con las sombras profundas, lee "El elogio de la sombra" de Junichiro Tanizaki, y a lo mejor te surgen ideas.

Al igual que hacíamos en bajo la luz de la ampliadora, trabaja la imagen por zonas, utilizando máscaras. Puede que un cielo necesite una menor luminosidad y un mayor contraste, mientras que el primer plano necesite más luz y quizá moderar el contraste. No siempre aumentar el microcontraste es bueno; en ocasiones, para conseguir efectos melancólicos o ensoñadores, viene bien disminuirlo. Antaño se hacía con la selección de la película y con la elección de un papel para la copia más o menos duro, con una superficie más o menos brillante o mate. Hoy en día es nuestro procesado. Siempre parsimonioso, introduciendo pequeños cambios a un tiempo.

No intentes ecualizar los tonos, repartiendolos a lo largo de todo el histograma. Mira a ver si es una escena en clave alta o en clave baja. No fuerces estas situaciones; que sea lo que pida la escena. El interior de la casa del consul general birtánico en Fort San Domingo, que hemos visto antes, pide claramente la clave baja, mientras que los niños asomados a las rejas de la ventana piden una clave alta. Siempre sin renunciar a una gama tonal amplia.

Cuidado con la tentación de rescatar en exceso con el detalle en las sombras; aunque lo permita el rango dinámico de tu cámara. Puedes acabar con la sensación original que transmitía la escena.

Tampoco hay una solución única a la cuestión de si una fotografía monocroma debe estar muy contrastada o no. Hay un punto de elección personal en eso. Pero no se puede ir en contra de la escena original. Si partes de una situación con mucho contraste, podrás moderarlo; pero si intentas convertirlo en una imagen de bajo contraste, acabarás haciendo un churro. Esto no suele suceder. Es más frecuente el "pecado" opuesto. Procesar contrastando en exceso una imagen que por sí era de luces suaves y contraste limitado. Además de los posibles artefactos en la imagen que pueden surgir, acabarás desvirtuando la escena. Que si te llamó la atención tal y como era... por algo será.

El mejor punto de partida, cuando el contraste está controlado desde el momento de la toma. A partir de ahí interpreta como quieras, pero con moderación, la escena final.

Resumiendo. Siempre que puedas, previsualiza la escena. Toma decisiones en el momento de la toma acordes al resultado final buscado, no improvises en exceso. Insisto, previsualiza el resultado final. Con el tiempo, la experiencia y el estudio de las fotografías de los mejores acabas consiguiéndolo. Y nunca proceses con cambios bruscos y violentos. Ve adaptando la imagen poco a poco al resultado previsualizado, evitando introducir artefactos, ruido excesivo, o situaciones poco naturales que sean rechazadas por el ojo que las ve. Aunque tú te hayas acostumbrado a ellas mientras las procesas. Y no olvides que blanco y negro no significa que una imagen tiene esos dos únicos tonos. Asume que es un sinónimo de monocromo, y que implica una gama tonal, más o menos amplia, pero adaptada a la escena y aun estilo personal que desarrollas poco a poco. Pero sobre todo, no seas bruto y no cometas los mismos errores que con los horrores del HDR. Provocarás desprendimientos de retina... que son muy graves.

La única foto que ha entrado en el artículo que no está realizada en Tamsui, sino en el edificio Taipei 101. En color era una porquería para tirarla a la basura, no había por donde cogerla. De todos modos, desde que tomé la foto, rebullía en mi cabeza la imagen monocroma.

Mi Olympus mju-II y un par de carretes de Ilford XP2 Super viajan a Taiwán

En los últimos años, eventualmente me he llevado alguna cámara para película tradicional, preferentemente compactas que abulten poco espacio, a diversos viajes. Pero de modo irregular. Este año, en mi primera tanda de vacaciones, en junio, me llevé un par de cámaras de desechables de Ilford con película de la misma marca XP2 Super. Y me quedé encantado. Es cierto que una cámara desechable no ofrece los mismos resultados que una cámara más en condiciones. Si el centro del fotograma es razonable, las esquinas del mismo sufren de notables aberraciones, que ciertamente una vez conocidas, se pueden usar para dar expresividad a la fotografía. Las revelé en Carmencita Film Lab con digitalizado a tamaño XL, lo que significa unos archivos digitales de unos respetables 20 megapixeles. Más que de sobra para la resolución óptica del menisco de plástico que llevan las Ilford desechables.

Templos en Taipéi.

En agosto hice una escapada por el sur la región del lago Constanza y el Rin donde es frontera entre Alemania y Suiza. Como eran pocos días y los iba a pasar con Wilhelm, un amigo suizo de Kreuzlingen, gran aficionado a la fotografía con película tradicional, decidí llevarme como cámara principal la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH. Hice cuatro carretes, y repetí la película, la Ilford XP2 Super. En esta ocasión, dada la nobleza del equipo usado, solicité de Carmencita Film Lab el escaneado a tamaño XXL, que es prácticamente el doble del anterior, nada menos que 37 megapíxeles. El resultado todavía me gustó más que la anterior experiencia. La XP2, como película cromogénica que es, aunque en blanco y negro, expuesta a un índice de exposición de 100 o 200 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 400, da unos resultados excelentes, con un grano muy fino, y con una dinámica amplísima. En fotografías en las horas centrales del día, bajo un sol de justicia, se traga los contrastes como si nada, manteniendo la sustancia tanto en las sombras profundas como en las altas luces.

Memorial de Chiang Kaishek en Taipéi.

Recientemente de disfrutado mi segunda tanda de vacaciones, tres semanas de las que dos he estado de viaje por la isla de Taiwán. En un principio, no hice más previsiones que el equipo digital micro cuatro tercios habitual. Pero un par de días antes de salir, me di cuenta que tenía en casa un par de carretes de XP2 Super. Así que decidí llevármelos. Como cámara, opté por la muy compacta Olympus mju-II. Y por si agotaba los carretes de Ilford, como tenía por casa un poco abandonados un par de carretes Bergger Pancro 400, me los llevé también. Esta película tiene un contraste muy suave, por lo que también se come bien las situaciones malas de luz. Pero lo cierto es que no los llegué a utilizar. Volvieron como los empaqueté.

Tarde de paseo en Tamsui.

Comentemos un poco la cámara, aunque ya lo he hecho en otras ocasiones. Al fin y al cabo, también me la llevé a Nueva York en 2013 y a Islandia en 2016. Es una cámara muy apreciada por tres motivos.

Por su tamaño extremadamente compacto.

Por estar sellada contra las salpicaduras y el polvo.

Por que su objetivo 35 mm f/2,8 es muy luminoso para ser una compacta y muy nítido.

Por estos motivos yo me la compré en su momento, en los años noventa, para llevármela a esquiar. Aguantando sin problemas el sudor, las salpicaduras de la nieve y otros elementos adversos, obtenía unas diapositivas nítidas y contrastadas en mis viajes a las pistas de esquí de los Pirineos e incluso de los Alpes. Pero pese a los entusiasmos que despierta, tiene también algunos defectos, a pesar de que sus partidarios los reconocen pocas veces.

No se puede seleccionar manualmente el índice de exposición; la sensibilidad sólo se puede introducir automáticamente con los contactos DX.

No tiene compensador de exposición; aunque el fotómetro es muy capaz, en situaciones complejas tienes que maniobrar con el botón de disparo a medio pulsar para conseguir un enfoque y una exposición adecuadas simultáneamente. A veces, con el modo de medición selectiva que incluye.

El modo de flash no tiene memoria. Yo prefiero llevarlo apagado, y solo encender el modo de relleno cuando me hace falta, para mayor discreción. Pero cada vez que apagas la cámara, se olvida de la preferencia y se sitúa en flash de relleno automático, con lo que a veces se dispara el destello cuando no quieres o no conviene.

No tiene un modo paisaje con el cual se enfoque ella sola a infinito o a una hiperfocal, especialmente útil cuando fotografías a través de un cristal. Por su mecanismo de enfoque, enfoca al cristal y la foto queda borrosa. Hay que acordarse de de acercarse a un par de centímetros del cristal. Entonces, no pudiendo hacer foco a esa distancia, enfoca a infinito. Pero es una lata.

Un día gris y melancólico en Hualien.

Todo lo anterior me lo sé, lo suelo compensar con mi técnica de disparo, pero siempre te despistas alguna vez, y eso te lleva a un pequeño pero molesto porcentaje de fotos desenfocadas o subexpuestas. Algunas de estas desventajas las supera la Leica Minilux que compré el año pasado en Seul. Pero es más grandota, y no tan resistente, especialmente con mal tiempo, por lo que al final opté por la Olympus.

En las imágenes que ilustran esta entrada podéis comprobar como se ha comportado. El revelado ha sido también en Carmencita Film Lab, nuevamente a tamaño XXL, y nuevamente se ha comportado la película, en combinación con la cámara, de forma excelente en la mayor parte de las ocasiones. En un 85-90 % de las ocasiones. Un posible "miedo" que se puede tener es que en un viaje hasta Taiwán, con varios pasos de controles de seguridad con sus temidas máquinas de rayos X, se pudieran producir veladuras. Pues bien... no. Ningún problema. Y uno de los carretes de Pancro 400 que no llegué a utilizar, ya lo he usado después en Zaragoza, y tampoco me dio ningún problema. Nunca he tenido problemas con los rayos X con sensibilidades hasta ISO 800. No he pasado nunca con sensibilidades mayores.

Recorriendo el Parque Nacional Taroko.

Quizá el principal problema que he tenido ha estado en mi cabeza. Como fue una decisión de última hora, no tenía un plan de utilización claro en mi cabeza. Y eso ha hecho que haya usado la Olympus mju-II de forma irregular. En ocasiones sacaba varias fotos en un determinado lugar; en otras de me olvidaba durante unos días. Quizá por eso sólo he expuesto los dos carretes de Ilford XP2 Super y los de Bergger Pancro 400 se volvieron tal cual. Con un plan de uso más regular, probablemente hubieran caído los cuatro carretes.

En cualquier caso, una experiencia positiva, que pienso repetir.

El tren llega a casi todas partes en Taiwán.

Bergger Pancro 400 en 35 mm con Canon EOS 650

He usado en diversas ocasiones la película Bergger Pancro 400 en formato medio. Os recuerdo que esta película salió al mercado a principios del año 2017. En su momento compré algún carrete de 35 mm, pero he tenido pocas ocasiones de usarlos. Por cierto, había oído hablar de que se había producido un agotamiento de existencias. Y parece ser cierto para el formato de 35 mm, sí que es posible comprar en rollos de formato 120 para cámaras de formato medio.

Hace unos días, para "desintoxicarme" del empacho de cámara digital como consecuencia de un viaje reciente de dos semanas a Taiwán, salí un sábado de buen tiempo y luz agradable por la tarde con uno de los carretes de 35 mm. El entorno por donde hice mi fotopaseo particular es uno de mis favoritos; algunas zonas suburbanas de Zaragoza, donde la ciudad termina y comienza eso que llamamos el campo. Un paisaje profundamente alterado por el ser humano, a inspiración, modestamente, del movimiento de la New Topographics.

El equipo usado para el paseo fue la "histórica" Canon EOS 650, con dos objetivos; el Canon EF 50/1,4 USM y un Sigma 28/1,8 ya muy veterano. "Histórica" por ser la cámara que inauguró hace 31 años la serie EOS de Canon. Este último Sigma es un objetivo que no funciona con las cámaras EOS de Canon modernas. Da un error que impide usarlo a nada que no sea su máxima apertura. Lo compré en los años 90 por tener un gran angular luminoso. En aquellos momento lo habitual es que los objetivos de estas focales no sobrepasaran el f/2,8 de apertura, pero se empezaron a fabricar algunos más luminosos. Lo cierto es que las aperturas más amplias son para usarlas como último remedio. Tienen poco contraste. Y si se pudiesen usar en digital, probablemente darían muchos problemas en las esquinas. El motor de enfoque automático es muy ruidoso y más lento que las ópticas propias de Canon. Pero para paisajear, usándolo a sus aperturas más favorables entre f/5,6 y f/11 con película tradicional, no va mal. Con el 50 milímetro de Canon... pues lo que mucha gente ya se sabe. De haber sido bien valorado en el pasado, ahora hay cantidad de gente que de repente lo odia. Yo no me quejo.

La película la revelé en Kodak HC-110 en dilución B (1+31 o 1:32), durante ocho minutos a 21 ºC; treinta segundos de agitación inicial, y luego cuatro inversiones tranquilas al final de cada minuto. Los negativos están digitalizados fotografiándolos con una Panasonic Lumix G9 y un objetivo Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH, lo que nos da un archivo aprovechable de unos 17 megapixeles. Son necesarios ajustes de contraste que realizo entre Adobe Lightroom y Affinity Photo. Importo en Lightroom los archivos RAW y hago un ajuste inicial de los blancos y los negros sin tocar nada mas. De aquí exporto en formato TIFF de 16 bits a Affinity Photo, donde invierto los valores del negativo al positivo y termino de ajustar el contraste con niveles o curvas. Ajustes mínimos. Finalmente, en Lightroom, ajusto la nitidez y exporto o imprimo. Una copia en formato 20 x 30 cm se ve con elevada nitidez, pero también con un grano muy marcado, aunque no desagradable.

Me gusta mucho la gradación tonal de esta película. Soy de los que opinan que la sensibilidad nominal ISO 400 es excesivamente optimista. Yo he expuesto este carrete a un índice de exposición de 250, con un revelado para los tiempos recomendados para un índice de exposición de 400. A pesar de todo, el aspecto de los negativos es poco contrastado y muy fino. Cierto es que en ningún momento se pierde información en las sombras; todas tienen textura suficiente. Quizá lo que más me haya sorprendido es lo notable que es la presencia del grano; lo que no descarto que provenga en parte de los ajustes de contraste necesario en el archivo digital por el contraste tan suave del negativo. Se podría plantear aumentar el contraste del mismo aumentando el tiempo o la temperatura del revelado, pero eso también produciría un aumento de la presencia del grano.

En cualquier caso, la textura del grano es una cuestión de preferencias personales. A unos les gusta más marcada a otros menos. Como digo, la cantidad de información y la gradación de los grises me gustan mucho para estas horas del atardecer. En horas centrales del día, me gusta menos la respuesta de esta película. En cualquier caso, me entran dudas de que aporte algo a otros productos más sencillos de encontrar. Aunque me parece un buen material.