La fotografía como afición y otras artes visuales

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Zenit 3M + MIR-1 37/2,8 con película Fujifilm Superia XTra 400

Tenía pendiente revisar este equipo de origen soviético, cuyos resultados en blanco y negro ya había presentado previamente en estas páginas, con película negativa en color. En estos momentos estoy embarcado en un proyecto expositivo de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ, que verá a la luz dentro de unos meses en el marco de las actividades culturales del Ayuntamiento de Zaragoza, sobre fotografía estenopeica. Y en este contexto, dediqué un fin de semana en septiembre a realizar fotografías estenopeicas, y me llevé también la Zenit 3M con el MIR-1 37/2,8 para documentar los lugares en los que realicé las anteriores. Para ello, cargué la cámara con una película todo terreno como es la Fujifilm Superia XTra 400, apta para casi todo tipo de situaciones.

Y en uno de los primeros fotogramas del carrete ya se aprecian los principales problemas de una óptica cuyo diseño se remonta a finales de los años 50, aunque está basada en otras anteriores de origen alemán.

Prestando un poco de atención a la imagen se puede comprobar de forma inmediata un par de defectos, que se pueden considerar más o menos importantes según las situaciones. El primero es la apreciable distorsión en cojín que tiene el objetivo, que no es de extrañar en un diseño angular de tipo retrofoco de esa época. Se aprecia bastante en las líneas horizontales que limitan el muro sobre el que está realizada la pintura callejera.

El segundo es el flare debido al contraluz, con un fondo de cielo con una fuerte luminosidad con respecto al objeto principal. El sol no aparece en el encuadre, pero no anda lejos, y nos deja ese círculo hexagonal de color rosado, y un pequeño óvalo blancoamarillento en la parte inferior de las letras amarillas. Es un objetivo que no se lleva especialmente bien con los contraluces o con las luces intensas en el encuadre. Ya he buscado un parasol que le convenga para paliar el problema.

En un uso general del objetivo, no presenta especiales problemas. Los objetivos de aquella época estaban pensados para ser utilizados con aperturas medias, reservando las plenas aperturas a situaciones de luz escasa. Y a aperturas entre f/5,6 y f/11, el objetivo presenta una definición y rendimiento suficientes en todo el campo. Mi sensación es que ofrece un contraste bajo pero agradable. Este tipo de película me ofrece habitualmente más contraste y saturación con objetivos modernos; pero no va mal con este objetivo. Aunque sus revestimientos no puedan competir con los más modernos, son suficientes para realizar fotografía en color con dignidad.

El carrete fue revelado en Revelatum Revelado Analógico, que tiene una cierta tendencia digitalizar con tonos cálidos, que a mi me viene bien la mayor parte de las ocasiones. Si no, hago alguna pequeña corrección en el equilibrio de color, y sin problemas.

Conforme avanzaban las tardes de este fin de semana, la luz empezaba a escasear. Aunque persistí la mayor tiempo en usar diafragmas de f/8 o f/5,6 como mínimo, bajando la velocidad como mucho hasta 1/30 s, aunque evité bajar de 1/60 s, no pude evitar quedarme corto de exposición en algún fotograma. Ahí ya aparecen en las sombras del mismo otras dominantes de color debidas a la subexposición, que son más difíciles de controlar con la película de Fujifilm que por ejemplo con las Kodak Portra 400. Pero claro, hay una diferencia de precio entre ambas.

De todos modos, en situaciones de aire libre, con este objetivo vale la fórmula de Weegee; "f/8 and be there". Es decir, f/8 en el diafragma, enfoque por zonas o a la hiperfocal para no perder tiempo, y estar en el lugar y en el momento adecuado. Aun me quedaron algunos fotogramas para alguna toma urbana, y un retrato de grupo de algunos de los participantes del proyecto de fotografía estenopeica que he comentado.

Festival Asalto 2018 - Barrio Oliver, con Leica M2 y Fujifilm Neopan 100 Acros

Este año ha sido la decimotercera edición del Festival Asalto de arte urbano en Zaragoza. Aunque ya no usa el cardinal para definirlo, sino que simplemente es el Festival Asalto 2018. Este año se pueden ver las obras en uno de los clásicos obreros de la ciudad, el barrio Oliver, antaño uno de los más periféricos de la ciudad, pero que cada vez está más integrado en la ciudad.

Como el año pasado, la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ nos hemos reunido para dar un paseo fotográfico entre las obras de arte de este año, algunas todavía en proceso de finalización. Fue el pasado domingo día 16 de septiembre.

Este año he llevado dos cámaras. Siempre llevo una digital para instantáneas que se puedan compartir con rapidez en redes sociales y esas cosas. Pero la que realmente centró mi atención fue la veterana Leica M2, a la que acompañaban dos objetivos; un moderno y magnífico Summicron 35/2 ASPH, y un veterano Elmar-C 90/4. Este último fue diseñado para la pequeña Leica CL, tiene una calidad de imagen bastante buena, no obstante, y hay quien dice que puede dar problemas de enfoque por algunas diferencias físicas entre la montura de este objetivo y los clásicos para la montura M. Nunca los he percibido. Ni aun a plena apertura. Si alguna deficiencia observáis, yo la achaco a mi propia torpeza, o a que el visor de las Leicas no es el óptimo para usar teleobjetivos, y uno se despista de vez en cuando.

Como material sensible, me llevé algunos carretes de blanco y negro, de los cuales usé finalmente uno de película Fujifilm Neopan 100 Acros. Los elevados niveles de luz de una soleada mañana de finales de verano hacían innecesaria una sensibilidad más alta. Y las características de esta película hacen que se trague muy bien el contraste de la luz del sol de las horas centrales del día, con buen detalle tanto en luces como en sombras, y una buena gradación de grises.

Lo revelé en Kodak HC-110 a dilución B (1:32) durante 5,5 minutos a 20 ºC, que es el tiempo recomendado. Un poco justo de tiempo para mi gusto, me gusta manejarme con tiempos de por lo menos de 6 minutos, para una mayor consistencia en los resultados. Las desviaciones azarosas tienen menos impacto que con tiempos de revelado cortos.

Una novedad que he incluido este año en el procesado ha sido que la digitalización de los negativos la realicé con la función de alta resolución de la Panasonic Lumix G9 a la que calcé con el DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Con esta función, en la que el sensor de 20 megapíxeles realiza microdesplazamientos en tomas múltiples de un sujeto necesariamente estático, permite obtener archivos de 80 megapíxeles. Como no apure el encuadre de los negativos, el tamaño aprovechable de los mismos quedó entre 50 y 54 megapíxeles. Pero tengo un problema. Mi ordenador de sobremesa es muy antiguo. Es un iMac de 27 pulgadas que tiene ya 9 años de antigüedad, y se vuelve bastante asmático con los archivos de imagen por encima de los 30 megapíxeles de tamaño. No digamos los 50 u 80 megapíxeles. Así que al final, no ha resultado práctica esta resolución y no he podido evaluar adecuadamente los resultados.

No obstante, al mismo tiempo que los archivos grandes, la cámara puede guardar, y así lo ajusté, un archivo normal de 20 megapíxeles. Que me ha dejado unos negativos aprovechables de 13 megapíxeles, que son los que he utilizado para mostraros las imágenes. Los archivos se digitalizaron en formato RAW e importados al ordenador con Adobe Photoshop Lightroom 6.14, aunque fueron invertidos a positivos tras ser convertidos en archivos TIFF de 16 bits en Affinity Photo 1.6.7. En este software se ajustó también el contraste y luminosidad para dejarlos lo más fieles, en la medida posible, a lo que es el material sensible.

La combinación de cámara, objetivos y película que me llevé no me ha fallado nunca. Apenas tuve que tirar de fotómetro externo, la cámara no lleva uno interno, puesto que las condiciones de luz en exteriores fueron constantes y fáciles de estimar con la regla del "soleado f/16". Dos pasos más para los contraluces, y tres pasos más de exposición para las sombras. Sencillo, fácil e inmediato. Y en cuanto a los parámetro de exposición, siguiendo el consejo de Weegee para la fotografía de reportaje, "F/8 and be there". "F/8 y estar allí". El enfoque a la hiperfocal, o por zonas en los sujetos cercanos, usando la escala de profundidad de campo del 35 mm. Con el 90 mm, usando el telémetro de la cámara. Técnica básica fotográfica. Sin complicaciones.

MIR-1 37/2,8 M39 - Un objetivo para la Zenit 3M (II)

Estas semanas atrás he ido contando la pequeña, pero muy entretenida, odisea de adquirir y poner en marcha una Zenit 3M, cámara soviética fabricada en el año 1967 con un anagrama grabado del 50º aniversario de la Revolución de octubre. ¿Por qué le llamo pequeña odisea?

Porque sin darme cuenta compré una cámara con montura M39 en lugar de M42; son de este tipo los objetivos que ya disponía.

Porque el aparato me gustó y hube de buscar un objetivo para acompañarla que me satisficiera.

Porque encontré este objetivo en el MIR-1 37/2,8 M39, pero me precipité al probarlo primero con una cámara digital y resultados muy pobres.

Entramos pues en la tercera entrega sobre la cámara, la segunda sobre el objetivo. Tras la primera prueba con resultados pobres, me senté el fin de semana tranquilamente en casa, cogí el objetivo, los limpié un poco, venía bastante limpio, y analicé sus construcción y funcionalidad de nuevo. Corregí la mala alineación de determinados componentes que ya comenté. El elemento frontal, una gran lente divergente, grande en comparación con el conjunto, viene montada sobre un cilindro de metal que se enrosca y desenrosca con facilidad del resto del objetivo. Así que la desmonté, lo limpié y la monté de nuevo con cuidado para que quedara todo en su sitio. Ha quedado mucho más mono.

Ahora queda mucho más claro cómo funciona. Si esto lo hice el sábado, el domingo monté el objetivo en la cámara y busqué un carrete para volver a probar. Opté por un Kodak T-Max 100. Alguien dirá... mira que tirar un carrete de una película perteneciente a la nobleza de Kodak en una mera prueba... Sinceramente, no me llevo bien con las T-Max, y con las películas en blanco y negro de Kodak en general. Prefiero, los productos británicos, es decir Ilford. Y como tenía el carrete desde hacía mucho tiempo, decidí usarlo para esto, en lugar de dejar que se siguiera muriendo de asco en la nevera.

Ese domingo por la mañana fue de sol radiante. Al objetivo le puse un polarizador B+W para mejorar la definición de las posibles nubes que aparecieran en el cielo, no encontré el filtro amarillo de 49 mm, que además me sirvió para dosificar los reflejos, ya que me fui a pasear por la ribera del Ebro.

Como además el lunes estaba agobiado con diversos temas y cansado, usé el revelado del vago. Es decir, hice un desatendido con Rodinal 1:100, mientras me tumbaba en el sofá viendo un rato la tele tras llegar a casa después de trabajar y comer algo. Una horita más o menos tuve a remojo en la sopa el carrete, con unos achuchones suaves al principio y otros a los 30 minutos. Acallé mi conciencia diciéndome que el revelado desatendido es adecuado para películas de grano fino, y especialmente como revelado compensador, para domar los posibles fuertes contrastes de una mañana al aire libre con sol radiante.

He digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 calzada con el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Es la primera vez que uso esta cámara para esto; ha ido sin problemas. He ajustado los negativo al encuadre, por lo que no aparecen en el formato 3:2 habitual, sino en un 4:3, habiendo perdido algo de información en cada uno. Pero me da igual porque era una mera prueba. Así que tengo unos archivos digitales de 20 megapíxeles largos, con un contraste mucho más suave del que me esperaba. Al procesar los ficheros digitalizados, he corregido el contraste, lo que ha hecho que el grano se haya hecho más notorio de lo que era en un principio. Lo habitual. En cualquier caso, tamaño suficiente para valorar de modo no científico, pero racional, la nitidez del objetivo.

Y he decir que, lejos del mal rollito que me produjo en la prueba con la cámara digital, aquí todo fue bien. En un par o tres de ocasiones me olvidé de que tras enfocar hay que girar el aro para cerrar el diafragma a la apertura de trabajo, pero por lo demás, el resto de los negativos están correctamente expuestos y enfocados.

He de decir que, salvo algún primer plano con diafragma abierto, las tomas generales están enfocadas usando las escalas de profundidad de campo del objetivo. O bien a la hiperfocal, o por zonas a la distancia estimada del sujeto. Es más rápido que enfocar a través del visor de la cámara. Que es suficiente, pero no especialmente para tirar cohetes.

Una vez que te acostumbras a la idiosincrasia de la cámara, he decir que el objetivo es bastante agradable de usar. Y me ha parecido más nítido de lo que yo pensaba. Con una focal "rara" de 37 mm (ángulo de visión horizontal: 51,88 º), se acerca un poco más al uso con un 35 (ángulo de visión horizontal: 54,43 º) que con un 40 mm (ángulo de visión horizontal: 48,46 º). Pero en cualquier caso, son focales muy próximas y con usos muy similares. Bien es cierto que al haber perdido un 11% de la información en la digitalización, han quedado más "estrechos", menos angulares.

Entendámonos, no es una cámara para usar todos los días. Incluso si eres aficionado en exclusiva a la fotografía con película tradicional, no es la cámara que yo recomendaría. Aunque es cierto que está mejor construida y parece más fiable que modelos posteriores de cámaras soviéticas con montura M42. Y el objetivo tiene un aspecto excelente. Pero sí que estará muy bien para llevar a paseos fotográficos colectivos, en los que además de hacer alguna foto, dará lugar a comentarios, conversaciones y anecdotarios diversos.

De viaje con una Leica M2 y un 35 mm

Hace dos meses publicaba un artículo en estas páginas comentando la experiencia de llevarme un par de cámaras de desechables Ilford durante un viaje de un par de semanas por el sur de Francia y el lago Lemán en Suiza. No es la primera vez que me llevo una cámara de fotos para película tradicional a un viaje en los tiempos recientes, como complemento a la cámara digital. Hace dos años, en Islandia, también llevé una Olympus mju-II con unos carretes de Kodak Tri-X, también con resultado satisfactorio. Y otros diversos que no mencionaré para no ser prolijo. Y no digamos cuando me llevé una Olympus Pen EE3 a una escapada por la península de Jutlandia en Dinamarca. Todas estas experiencias resultaron satisfactorias, pero no son más que complementos, o caprichos de fototrastornado cuando viaja. Llevo cámaras pequeñitas, que tan apenas aportan peso ni espacio al equipaje.

Leica M2 y el Summicron 35 mm protagonistas de esta entrada.

A mitad de agosto hice una escapada de cinco días/cuatro noches a Constanza y alrededores, en la frontera entre Alemania y Suiza en torno al lago Constanza, o Bodensee, y el Rin. Es la segunda vez que voy en el plazo de poco más de un año. Entre en contacto hace un tiempo con un fototrastornado, de los que fotografía con haluros de plata, suizo, que vive en Kreuzlingen, ciudad fronteriza y contigua a la alemana Constanza. En mayo de 2017, di un rodeo por allí a la vuelta de unos días de vacaciones en Milán, y nos conocimos en persona. Es un hombre muy privado e introvertido, excelente persona por demás, pero por respeto a sus deseos no haré referencia a su presencia en redes sociales u otros datos que lo identifiquen. Una pena, porque hace unas fotos excelentes con su Hasselblad. Muchísimo mejor fotógrafo que yo y que muchos que sacan pecho en la internet. El caso es que nos caímos bien. Y el lugar es ideal para relajarse unos días en plan escapada. Es un sitio civilizado y tranquilo, aunque está animado como destino vacacional en verano; todo esta organizado, y por lo tanto es idea para hacer una estancia en el extranjero sin sobresaltos. Y hay sitio interesantes que visitar a distancias cómodas, con una excelente red de transporte público en bus, tren o barco.

Vistas del puerto de Constanza a orillas del Bodensee o lago Constanza.

Tras el buen sabor de boca que me dejó la Ilford XP2 Super 400 de las desechables de Ilford, una película que conozco hace mucho tiempo, y que he usado a rachas, decidí cambiar de estrategia. Al fin y al cabo, si nos íbamos a juntar dos fototrastornados... No me iba a llevar mi Hasselblad para hacer compañía a la de Wilhelm, por el peso, pero decidí que la Leica M2 con el Summicron 1:2/35 ASPH daría unos resultados excelentes, y sería una compañera de prestigio para la Hassel de mi amigo helvético. Si mi Leica M2 ya está baqueteada, aunque externamente se ve muy bien, funciona sin problemas; el 35 mm que adquirí de segunda mano, está en condiciones perfectas, y tiene una calidad superlativa. Probablemente el objetivo más nítido que poseo, con el permiso del Zeiss Planar 50/2 ZM, aunque este último no tiene el nivel de manufactura del Summicron.

El cambio de estrategia no era llevar una cámara para película tradicional. El cambio consistía en que iba a ser la cámara que por defecto iba a llevar en la mano habitualmente, quedando la Panasonic Lumix G9 como cámara de respaldo o secundaria, a utilizar principalmente cuando el color fuese de rigor para dar la información correcta o cuando los niveles de luz fueran demasiado bajos para la amplia latitud de exposición de la XP2.

Visitando Friedrichshafen y el area de diversidad natural del cañaveral de Eriskirch.

He de decir que, aunque la sensibilidad nominal de la película es de ISO 400/27º, he optado por aprovechar la amplia latitud de exposición de la película y su excelente respuesta a la sobreexposición, para usarla en las muchas tomas al aire libre y con luz diurna como si fuese una cámara de parámetros fijos. Si ajustas la exposición a f/11 o f/8 y con una velocidad de exposición de 1/125 o 1/250, usando la escala de profundidad de campo del objetivo para enfocar por zonas o a la hiperfocal, es como si usaras la película con unos índices de exposición entre 64 y 250, que generan una negativo denso pero perfectamente aprovechable, y que tiene como gran ventaja que genera un grano finísimo, prácticamente invisible en las copias en las luces altas y en los tonos medios. Sólo en las sombras más profundas percibiremos algo de estructura. Esta ausencia de grano no es algo que guste en términos absolutos a todos los aficionados a la película con haluros de plata, hay muchos que prefieren la presencia de la estructura de la emulsión por fina que sea. A mí, me viene bien cómo responde esta película. Con el enfoque prerreglado, sólo hay que preocuparse de encuadrar y disparar. La operatividad es muy eficiente, y el disparo muy rápido, si es necesario. Si no es necesario, siempre es mejor pensar lo que se hace.

En la isla monástica de Reichenau, patrimonio cultural de la humanidad según la UNESCO.

La película ofrece un contraste generoso, pero por su gran latitud de exposición no es fácil ni que se empasten las luces ni que se bloqueen las sombras. Así que no hay problema para usarla a cualquier hora del día. Incluso si te salen tres días seguido con un sol de justicia. Quizá hay otras películas que ofrecen transiciones de grises más sutiles y delicadas, que en esta película aparecen cuando las condiciones de luz son favorables. No cuando estas tirando a las dos de la tarde con el sol sobre tu cabeza. Pero cuando llegan las últimas horas de la tarde, las cosas mejoran mucho.

Alguna fotografía he tomado en interiores razonablemente bien iluminados. La película se puede exponer hasta un índice de exposición de 800, a costa de un grano más presente, pero muy muy aceptable. Cuando he apreciado unas condiciones de luz suficientes, he disparado en interiores a f/2,8 o f/4 y una velocidad de obturación de 1/30. La ventaja de las telemétricas sobre las réflex es que puedes bajar algún punto la velocidad de obturación sin que trepide la imagen. No abuso. Si normalmente tiraría con una réflex a 1/50 o 1/60, bajo a 1/30. El 1/15 no lo he usado en este viaje. Alguna vez lo he usado con un porcentaje razonable de éxitos.

En Winterthur, visitando las exposiciones del Foto Museum y la Fotostiftung Schweiz. Como envidio las ciudades que tienen buenos museos e instituciones de preservación del patrimonio y el arte fotográfico.

Hay una carencia que he lamentado. No como para tirarme de los pelos, pero sí para mejorar en muchas fotos la separación de detalles en los cielos. No tengo filtros de color para controlar el contraste para el diámetro de 39 mm del Summicron 35 mm. En los días antes de salir de viaje intenté conseguir algún filtro amarillo o naranja, caros todos los que encontré, y ninguno me llegaba a tiempo. También intenté encontrar una arandela adaptadora del diámetro de rosca de 43 a 39 mm. Pero son muy infrecuentes, y tampoco me llegaba a tiempo. Para el Planar 50 mm de rosca de filtro de 43 mm sí que  tengo un filtro amarillo y uno de densidad neutra de tres pasos, que no me hubiera importado llevarme y utilizar.

Estoy contento con el resultado. Las fotos han quedado bien. Las mandé a revelar a Carmencita Film Lab y solicité el tamaño de escaneado XXL, por lo que he recibido unas imágenes de 7634 x 5092 píxeles, es decir, casi 39 megapíxeles. Con una óptica como el Summicron y con una película como la XP2 reveladas y digitalizadas en un laboratorio profesional, puede merecer la pena si tienes confianza en tus fotos. Esto permite una ampliación a un tamaño entre el DIN A2 y el DIN A1... es decir, tamaño poster con buena calidad. Lo que es una demostración de las capacidades de la película tradicional bien tratada.

Aunque no entraban en nuestras previsiones, por que ya las conocíamos, acabamos paseando de nuevo en Neuhausen por las cataratas de Rin (Rheinfall).

MIR-1 37/2,8 M39 - Un objetivo para la Zenit 3M (I)

Comentaba hace unos días la compra, por muy poca cantidad de dinero, de una soviética Zenit 3M, en excelente estado de conservación y funcionamiento, con el anagrama conmemorativo del 50º aniversario de la Revolución de Octubre que dio lugar a la reconversión del Imperio Ruso en Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; la URSS. Y comentaba también que me llevé la sorpresa de que la montura del objetivo era de rosca de 39 mm (M39), cuando yo esperaba usar sobre ella los de rosca de 42 mm (M42), de los que ya dispongo. Mi gozo en un pozo. Así que me puse a buscar algo... una óptica distinta y apropiada. Nada de repetir uno de los 50 mm que ya tengo en montura M42.

Tras una cierta investigación, me llamó la atención el MIR-1 37/2,8 Grand Prix Brussels 1958. A lo de la "grand prix" no le hagáis mucho caso. Se supone que viene de que el objetivo recibió un premio en algún certamen o feria en Bruselas en ese año, y ese dato apareció grabado en el barrilete del objetivo durante el resto de su vida. El objetivo tiene una fórmula óptica muy similar al Carl Zeiss Jena Flektogon 35/2,8; pero no es una copia descarada como en otros objetivos, sino que tiene alguna modificación. Y decidieron ser honestos y adjudicarle la distancia focal real y no la aproximada más popular, en este caso 37 mm. La he comparado con el Summicron 35/2 ASPH de Leica, y efectivamente ve ligeramente más estrecho, pero por muy poco. No es infrecuente que la focal real de los objetivos no sea exactamente la oficial. En los antiguos Summicron 50 mm de Leica era frecuente que apareciese grabado en el barrilete cifras como 52 o 53, que era la focal real de esa unidad.

A la izquierda la fórmula óptica del MIR-1 soviético; a la derecha, el del Flektogon de la República Democrática Alemana. Ambos son fórmulas retrofoco tradicionales, o teleobjetivos invertidos, con el gran menisco negativo en la parte frontal del objetivo. Por lo demás, son muy similares.

La copia que he adquirido a través de eBay no ha salido ni muy barata ni muy cara, comparando con otras ofertas. Las más baratas tenían mala pinta, las más caras no presentaban a priori mejoras destacables. Esta viene además con una arandela adaptadora de M39 a M42, por lo que puede ser usada en cámaras con esta montura, y con un estuche de plástico para guardarlo. Se anunciaba como buena aspecto estético y perfectamente funcional. Veremos que tiene algún incordio.

El objetivo tiene un aspecto sólido y se observan unos acabados razonablemente buenos. El número de serie comienza por 65 por lo que, siguiendo la norma de los aparatos soviéticos, podemos decir que fue fabricado en 1965, un par de años antes que la cámara. Se monta sin problema en la cámara, y con los adaptadores correspondientes lo he podido montar en cámaras réflex de Canon y Pentax, y en las cámaras de sistema sin espejo de Olympus y Panasonic. Con la réflex de Canon y Pentax, sin embargo, no va bien. La lente trasera se introduce mucho en el interior del cuerpo de la cámara e impide el recorrido habitual del espejo réflex.

Empezando desde el extremo de la montura, tenemos una escala de profundidades de campo que no se ve muy bien, así como la escala de distancias de enfoque. El aro de enfoque que viene a continuación es fácil de accionar y tiene un recorrido amplísimo, de prácticamente tres cuartas partes de vuelta. Luego viene un aro que me desconcertó, porque no había visto nunca uno, y ya sobre la lente frontal el aro con las posiciones del diafragma, entre 2,8 y 16. Aquí es donde la cámara tiene un desperfecto, porque las cifras del diafragma no se alinean perfectamente con la marca que señala la selección realizada. Supongo que el objetivo recibió en algún momento algún golpe, y precisó reparación, lo cual no declaró el vendedor. No obstante funciona bien. Y como el recorrido angular entre las distintas posiciones del diafragma es diferente, es fácil saber cuando estás pasando de una a otra sin necesidad de mira. Entre 2,8 y 4 hay mucho recorrido, entre 11 y 16, apenas.

Con un poco de observación e inspección, sin necesidad de mirar documentación alguna, deduje el sentido del aro intermedio. Está asociado a la apertura del diafragma. Cuando el punto rojo asociado indica la apertura de trabajo, por ejemplo f/4, el diafragma está abierto y es el momento de proceder a enfocar la escena. A continuación, nos llevamos el punto rojo a la posición f/2,8, y el diafragma se cierra a la apertura de trabajo, y ya podemos hacer la foto. Es un poco contraintuitivo,... uno pensaría que tendría que ser al revés. Pero es como es. Es un diseño soviético, y no le vamos a dar vuelta a si tiene sentido o no. Observamos que el punto rojo más próximo, que tendría que estar alineado con el número cuatro, esta algo desplazado hacia la derecha. Ese el defecto que comentaba antes.

Vale... ¿y qué tal funciona? Como estos días no tenía tiempo para revelar película tradicional, lo monté en la Panasonic Lumix G9 con los adaptadores adecuados. En general, todas aquellas fotografías que estaban enfocadas a larga distancia o a infinito, quedaron con muy baja definición, mientras que las enfocadas a menos de 6 o 7 metros, aparecía nítidas donde tenían que estar nítidas. Las que muestro aquí, salvo una, pertenecen a estas últimas.

Desconozco cuál es el problema del enfoque a infinito. Tal vez este asociado a esa reparación que sin duda a sufrido el objetivo en algún momento de su vida. Pero tal vez esté asociada al sistema de adaptadores usado. Dos de ellos, un adaptador de M42 a montura Micro Cuatro Tercios, y una arandela de M39 a M42. La suma de tolerancias excesivas puede haber llevado a un enfoque incorrecto. Cuando miro por el visor réflex de la cámara Zenit, mi sensación es de ver bien enfocado las escenas, pero lo tengo que confirmar haciendo fotografías. Es cierto, que al día siguiente, volví a montar el objetivo en la Lumix G9 haciendo fotos desde el balcón de casa y lo comparé con el Summicron 35/2 ASPH. Y ambos llevan al menos un adaptador de montura. Lo cierto es que las que hice, que no enseño por ser muy aburridas, desde el balcón con el MIR-1 tenían algo más de nitidez que el día anterior. En fin... que tengo que probarlos todavía con la cámara a la que van destinados.

Por poner un ejemplo, en la última fotografía que pongo, comprobaréis que el diafragma estaba muy cerrado, se ven las estrellas de difracción en una ventana de una torre, pero el contorno de las torres aparece algo difuminado. De momento, quedamos a la espera de probar el objetivo con la Zenit 3M. Continuará.