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Más Mir-1 37/2,8 en la ciudad - Lomography Color Negative 400

Tengo todavía varios rollos de película revelados o por revelar del mes de agosto. Y varios de ellos se incluyen en esta decisión mía de usar durante los dos meses centrales del verano el material antiguo fabricado en los país de la órbita soviética. En esta ocasión, sigo investigando los resultados que ofrece el soviético Mir-1 37/2,8, uno de los más prestigiosos de los que se fabricaron para cámaras Zenit... aunque yo siempre he sospechado que es un objetivo decente para su época, pero sin más. Aunque cuando te acostumbras a su peculiar uso... puede ser divertido para fotografiar.

En esta ocasión, lo he adaptado a una Canon EOS 650. Con doble adaptador; el aro de rosca M39 a M42 y el adaptador de rosca M42 a bayoneta Canon EF. Pero va bien. Sin problemas de ajuste mecánico, ni de filtración de luz, ni nada. Este objetivo tiene dos ruedas para el ajuste del diafragma. Una marca el diafragma de uso. Pongamos que f11. La otra sirve para poner el objetivo en máxima apertura para proceder a enfocar y luego girándolo por completo, para ajustar ese f11 que es la apertura de trabajo. Pero como la EOS 650 en programa de prioridad al diafragma mide sobre la marcha la luz que entra, tu puedes decidir que ese f11 es la apertura mínima a la que quieres disparar. Y luego vas girando la otra rueda, en una posición entre f2,8 y f11 en una profundidad de campo y estética que te venga bien para esa foto, encuadras y disparas. Muy rápido, y comprobando sobre la marcha cómo va a quedar la foto.

Lo cierto es que con los días de verano... y usando película Lomography Color Negative 400, que como su nombre tiene una sensibilidad de ISO 400, la luz era abundante, incluso en las fotografías de arquitectura realizadas en el entorno de la Expo 2008 o del Parque del Agua de Zaragoza, por lo que la tendencia ha sido a usar aperturas cerradas. Más tratándose de paisaje urbano y arquitectura, que piden buena profundidad de campo para una nitidez global de la imagen.

He realizado alguna foto de aproximación poniéndole una lente de aproximación de 3,33 dioptrias, que permite una reproducción 1:3 o quizá 1:4 con este objetivo en su posición de enfoque más próximo. Pero no me han quedado bien más que unas pocas. Supongo que la posición en que realicé la mayor parte de las fotos fue muy precaria, sin trípode, y me moví ligeramente al hacer la foto, lo suficiente para que quedara desenfocado el motivo principal.

Existe una tendencia en la fotografía con película negativa en color a sobreexponer uno o dos pasos en estos tiempos, que viene del hecho de que la Kodak Portra 400 muestra un buen comportamiento en esos casos. Disminuye la granularidad y se producen colores menos saturados, lo cual va bien en el uso profesional de la misma, en retratos y acontecimientos sociales como bodas y similares. Pero yo he decidido usar principalmente las películas a su sensibilidad nominal, salvo que busque ese efecto específicamente. La Lomography Color 400 obtiene unos colores más vivos y una sombras más profundas cuando se usa a su sensibilidad nominal con una medición de la luz correcta. Pero me llegó un mensaje del técnico que la digitalizó, que debió pretender darle el aspecto de la Portra 400 a las fotos, de que debía sobreexponerla para que las sombras no me quedaran "feas". Afortunadamente desistió y dejó las fotos correctas. Como deben ser. Aunque tenga un grano más aparente porque... al fin y al cabo las películas ISO 400 tienen un grano aparente.

En cuanto al objetivo... lo dicho. Para ser un diseño soviético de los años 50 sobre un diseño alemán de los años 30 del siglo XX, tiene un rendimiento bastante majete. Pero no es la maravilla que muchos proclaman. Y siempre se obtendrá mejor nitidez en todo el campo del fotograma a aperturas de f8 y f11 que a aperturas por debajo del f4 o f5,6. Los tiempos eran los que eran, los diseños eran lo que eran, y bastante suerte tengo que mi copia no sufre problemas de calidad en la fabricación, propios de las fábricas soviéticas, y funciona mecánicamente con corrección. Es lo que hay.

Fotografía infrarroja en lo más tórrido del verano - Mir-1 37/2,8 con Hoya IR72

Tengo por costumbre, por aquellos de mantener el músculo cardiaco en forma, de dar amplias caminatas los sábados por la mañana, también los domingos si puedo, por los alrededores de Zaragoza. Entre 8 y 18 kilómetros tienen mis recorridos, según el tiempo del que disponga. Y suelo llevar conmigo una cámara fotográfica por lo que pueda surgir. Pero hace un poco más de un par de semanas, no sabía muy bien qué llevar. El día prometía ser muy caluroso, y las condiciones de luz,... lo propio del verano. Dura con escenas muy contrastadas. Así que consideré la posibilidad de poner a alguna cámara un rollo de Rollei Superpan 200, pancromática en blanco y negra con sensibilidad extendida al infrarrojo cercano. La cuestión era... ¿a qué cámara y con qué objetivo?

Por mi participación en la #CrappyCommieCameraParty, de la que ya he hablado previamente, pensé que estaría acorde con lo que voy haciendo este verano usar algún objetivo fabricado más allá del telón de acero que admitiera mi objetivo Hoya IR72 de 49 mm de diámetro. O sea, o bien el Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,8 fabricado en la antigua RDA o el Mir-1 37/2,8 fabricado en la antigua Unión Soviética. Me decidí por este último. Al pensar fundamentalmente en paisaje, la focal más abierta del Mir-1 me parecía más conveniente. Hice alguna prueba piloto con la Zenit 3M y la Praktica MTL5 que me permiten seguir participando en la "party",... pero las fotos más series de esa mañana las hice con la Canon EOS 3 de mi amigo Luis. Las que he publicado ya en alguna red social, equivocadamente pone que usé mi Canon EOS 100... pero no. Fue la EOS 3.

El año pasado y a principios de este verano he usado cámaras telemétricas  para la fotografía infrarroja. Usando diafragmas abiertos, como máximo f4, con velocidades de obturación de 1/60 segundo, se pueden usar a mano alzada, siempre que se usen películas de sensibilidad nominal ISO 200 o superior. Con o sin subexposición y posterior revelado forzado. Pero puede haber problemas con la nitidez por la escasa profundidad de campo y el impreciso enfoque de la radiación infrarroja. El infrarrojo cercano no enfoca en el mismo punto que el espectro visible, y las marcas tradicionales para fotografía infrarroja pueden ser una corrección excesiva ya que están pensadas para longitudes de onda más largas que aquellas a las que tienen la sensibilidad extendida las películas como la Superpan 200. Por ello, decidí llevarme la reflex y un trípode, aunque fuera uno ligero, que me permitiera usar un diafragma f11, útil en paisaje, y que englobase por su profundidad de campo los posibles errores debidos a los distintos planos de enfoque de las distintas longitudes de onda de la luz.

Todo ello un poco masoquista por mi parte,... porque fue uno de los días más calurosos de este verano, incluso si salí de casa a las nueve de la mañana. Aunque me llevé bebida fresca en la mochila, cargar con la réflex y el trípode, y el ajetreo de montarlo y estabilizarlo en cada una de las tomas... pues volví cansado. y un poquito deshidratado. Nada grave... pero ya no me apeteció hacer nada más el resto del día. La caminata no es de las más largas, casi nueve kilómetros, entre mi casa y el barrio de Santa Isabel, no por la ruta más corta, pero si normalmente me cuesta dos horas, incluyendo el hacer alguna foto de vez en cuando, en esta ocasión fueron tres horas y media, contando que cada foto incluye todo el ajetreo del trípode, enfocar sin filtro, poner el filtro, hacer la foto usando el temporizador de la cámara, etc.

Pero el resultado está bien. Como la semana siguiente estuve muy ajetreado con distintas cosas y anduve con poco tiempo, revelé a la vez que el rollo de Ilford FP4 Plus 125 hecho con la Holga del que os hablé el otro día, en Kodak HC-110 dilución 1+119, desatendido, una hora a 20 ºC, con cinco inversiones del tambor de revelado al principio de la hora y tres inversiones a los 30 minutos. No soy excesivamente partidario de este tipo de revelado, que he usado más en el pasado, pero con este rollo, el revelado compensado ha venido bien para un buen contraste de los negativos, y aunque con un poco más de grano del previsto, las fotografías están bien expuestas y nítidas. Están digitalizadas con la Panasonic Lumix G100, porque la Lumix G9, que pasó hace poco por taller, ha vuelto a fallar, por lo que tendré que discutir con el servicio técnico por chapuceros... pero ya cuando vuelva de un pequeño viaje que tengo previsto este fin de semana.

Como digo, en general estoy satisfecho con los resultados. 36 fotos en el infrarrojo en una mañana son muchas fotos, por lo que no pueden ser todas interesantes, ni mucho menos. Pero me ha servido para intentar algunas ideas en las composiciones, algunas con más fortuna y otras con menos. A lo largo de la entrada os he ido dejando ejemplos. Espero que la experiencia os sea útil. Una alternativa para los días más calurosos, en los que la radiación infrarroja es más abundante. Aunque nuestros ojos no la vean nuestras cámaras, con la película adecuada, sí que la ven.

Ah... una cuestión. En cámaras Canon EOS como la EOS 3 o la EOS 100, se desaconsejaba usar película infrarroja, que quedaba velada por la célula de luz infrarroja que contaba las perforaciones de película al avanzar el motor un fotograma tras cada toma. Pero eso era importante con las antiguas películas infrarrojas que llegaban hasta los 900 nm o más de sensibilidad. Con las que yo uso habitualmente, que no suelen llegar a los 800 nm, no es problema y se pueden usar sin problemas.

Lomochrome Metropolis, desaturada y cara película de Lomography - Zenit 3M con Mir-1 37/2,8

Vuelvo de nuevo, como está siendo habitual este verano, al uso de cámaras y otros equipos fotográficos fabricados antes de 1990 en los antiguos países de influencia soviética, o en la misma Unión Soviética. Como ya he comentado varias veces, estoy en esta historia como consecuencia de la iniciativa #CrappyCommieCameraParty impulsada en Twitter por @ShittyChallenge. Y en esta ocasión nos vamos al núcleo esencial de las cámaras soviéticas, a la Zenit 3M versión 50º aniversario de la Revolución de Octubre... que fue en noviembre.

Hace tres años que me hice con esta cámara. Que es lo suficientemente arcaica en su diseño como para que la montura de los objetivos intercambiables sea de rosca de 39 mm en lugar de la mucho más habitual rosca de 42 mm, en el momento en que se fabricó. Esta rosca de 39 mm es la misma que la de las cámaras telemétricas Leica hasta mediados de los años 50, o de las telemétricas de Canon. Pero al ser una cámara réflex, la distancia de brida, es decir, la distancia entre el plano de la montura y el plano de la película es mayor que en las telemétricas mencionadas, por lo que los sistemas no son compatibles entre sí. Un objetivo Leica de rosca de 39 mm puede ser montado sobre la Zenit 3M. También los Canon para cámaras telemétricas. Y los objetivos de ampliadoras, que también usan esa montura. Pero con ninguno de estos se puede conseguir el enfoque a infinito.

Cuando la compré, muy barata a pesar de estar en excelente estado y de sus curiosas inscripciones celebrando la revolución soviética, pensaba que tenía una montura de 42 mm y que podría aprovechar las ópticas que tengo con esa montura. Pero no fue así y me tuve que buscar un objetivo adecuado, que fue el Mir-1 37/2,8 Grand Prix Brussels 1958, basado en el Flektogon de Carl Zeiss de 35 mm. Al contrario de otros objetivos soviéticos, no es una copia descarada del objetivo alemán, sino que tiene alguna modificación buscando mejorarlo. El caso es que no va mal. Con el sol de frente o lateral tiene cierta tendencia los artefactos luminosos y a la pérdida de contraste, pero es razonable nítido. El diafragma no es automático, por lo que hay que enfocar a plena apertura y luego cerrar a la de trabajo para hacer la foto. Tiene un sistema, con un tercer aro, además del de enfoque y el de selección de diafragma, al que, cuando te acostumbras, le encuentras diversas ventajas. Especialmente si adaptas el objetivo para su uso para una cámara de exposición automática como las Canon EOS; en ese caso puedes ir controlando visualmente y de forma continua la profundidad de campo y seleccionar visualmente a qué apertura quieres hacer la foto. Como sucede con los objetivos de montura M42, funciona mejor y es más agradable de usar con un adaptador sobre las Canon EOS que sobre las cámaras específicas de estos objetivos. El objetivo venía con un aro que permitía su uso sobre roscas de 42 mm. Y lo conservo y utilizo.

Cuando compré película a final de junio para esta "fiesta" de las cámaras zarriosas soviéticas, en una de las tiendas de Zaragoza que disponen de cierta variedad de emulsiones, tenían algún ejemplar de película Lomochrome Metropolis XR 100-400. Una película de Lomography que es excesivamente cara para lo que ofrece, pero que me di el capricho de probar. A pesar de ese sufijo "chrome", no son diapositivas. Se vende como película negativa en color. Sin una sensibilidad nominal definida, Lomography la comercializa para su uso entre IE 100 e IE 400. Yo la he usado a IE 200. Tiene unos colores muy desaturados y es bastante contrastada. Me pregunto si lo del "chrome" viene de que realmente es una película diapositiva que se vende para hacer procesado cruzado en C-41... aunque en varios sitios dicen que no. No sé quién fabrica esta película. Lomography no es fabricante. Pone su marca y comercializa emulsiones de fabricantes diversos.

Como sabía de antemano esa tendencia a los contrastes elevados y a los colores desaturados, usé la película un sábado de luz suave, en el que las nubes matizaban la luz que iluminaba Zaragoza a principios de julio. Aunque el paseo fotográfico lo hice solo, en la medida de lo posible intenté incluir personas en los encuadres. Estos aspectos visuales especiales tienen para mí un problema; llaman la atención, y sobre el motivo adecuado quedan bien, pero tienden a cansarme. La presencia de seres humanos siempre dota de un plus de interés a las fotografías, especialmente en fotografía urbana. La película tiene un grano muy considerable, y una cierta dominante verdosa, que tal vez se deba a la técnica de Carmencita Film Lab que la escaneó en el laboratorio. Por un comentario que hizo al remitir los resultados, no estaba familiarizada con la emulsión. Pensó que se trataba de película caducada. En otras pruebas que he visto en internet, esta dominante no está presente, o tan presente. Las fotos las muestro tal y como las han mandado, pero igual les doy un repaso para ajustar los colores de forma más neutra.

Por lo demás,... pues la Zenit 3M, por mucho que me caiga simpática, causa problemas. No me rompió la película como sucedió con algún rollo en blanco y negro, también durante el mes de julio recientemente pasado, pero hay tres o cuatro fotogramas en las que una de las cortinillas del obturador invade la imagen. Os he puesto un par de ejemplos. Así que está cayendo rápidamente en la categoría de las cámaras no fiables. El objetivo, por otro lado, con los adaptadores oportunos, es posible utilizarlo en cámara para película con montura de rosca M42 o con montura Canon EF. También en cámaras digitales diversas. Y no va mal. Bueno... con las digitales se notan más sus deficiencias. Pero es un objetivo que los soviéticos lanzaron al mercado en los años 50 del siglo XX sobre un diseño alemán de los años 30... así que... qué puedes esperar.

Nueva puesta en marchar de la Zenit 3M y el Mir-1 37/2,8 con Lomography Berlin Kino 400

Hace un par de años que me hice con la curiosa, no carente de encanto, y muy soviética cámara Zenit 3M, versión conmemorativa del 50 aniversario de la revolución de octubre en Rusia. O sea, una cámara de 1967. Una vez que le coges el tranquillo a la cámara, cosa que no es difícil, pero sobretodo al objetivo Mir-1 37/2,8 que le busqué para acompañarla, es divertida de usar. Y también en color obtuve en su momento resultados bastante razonables. Pero en marzo de 2019, como consecuencia de un golpe en el parasol que le incorporé, sufrió un problema que ha hecho que haya estado en dique seco durante una temporada.

Pura vagancia, puesto que hace unas semanas la llevé a un mecánico reparador de material fotográfico y me lo resolvió en cinco minutos. Para comprobar que el comportamiento de la cámara había vuelto a su natural ser, le puse un rollo de Lomography Berlin Kino 400, le coloqué un filtro Heliopan amarillo nº 8 y salí a hacer fotos. Creo que yo no me queda ningún rollo más de Berlin 400 de los que me regalaron en septiembre del año pasado. De Potsdam 100 en formato 120 aun me quedan un par de rollos.

El revelado lo hice al mismo tiempo que una Ilford SFX 200 de la que no os he hablado todavía. En Kodak HC-110, dilución B (1+31), a 21 ºC y durante 8 minutos y 5 segundos. Como siempre, agitación inicial continua durante 30 segundos y luego cuatro inversiones del tambor de revelado, tranquilas, cada minuto y hasta el final del tiempo previsto. El tiempo de revelado que le di es superior al recomendado. Si este es de 7 minutos a 20 ºC, con la corrección por el aumento de un grado en la temperatura hubiera tenido que ser aproximadamente de 6 minutos y 30 segundos. Pero conociendo la película y el contraste de las ópticas "vintage", que dicen los modernos, el aumentar el contraste un tanto aumentando el tiempo de revelado, no me importó gran cosa y me ahorre una operación de revelado. He de decir que no usé fotómetro. La cámara no lleva ninguno incorporado. Pero las condiciones de luz no hacían difícil estimar a ojo la exposición.

Digitalicé los negativos con mi Panasonic Lumix G9 calzada con el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH, en modo alta resolución, lo que me da casi 70 megapíxeles de archivo aprovechable. Teóricamente esto permitiría imprimir a un tamaño de 100 cm x 60 cm... pero creo que yo no lo haría. Me conformaría con 45 cm x 35 cm... quizá un poco más. Todo el sistema tiene tolerancias y holguras que disminuyen algo la calidad. Pero el resultado final no está mal. Las imágenes son correctas, con abundancia de información tanto en sombras como en las altas luces, con una densidad del negativo ligeramente aumentada, como si tuviera una ligera sobreexposición, que no llega a un paso.

Como curiosidad, hasta he realizado un panorama uniendo tres fotogramas. Tengo varias versiones os dejaré puesta la que muestra mejor los tres fotogramas. Y permite obtener un archivo de 136 megapíxeles, con 112 aprovechables. Y con el que he hecho pruebas de impresión que indican que se podrían hacer un copia en tamaño Din A2. Más... sería imprudente. Pero está bastante bien.

El principal problema que veo es que, habiendo usado casi siempre diafragmas de f/8 o f/11 por la abundancia de luz estival, se observa un viñeteo mecánico en las esquinas. Que yo había percibido en el rollo que expuse cuando se averío, debida a la intrusión del parasol metálico que se atascó en la rosca de filtros del objetivo. Ahora no es tan notable, pero es evidente. Y es que me da la impresión de que la rosca de 39 mm de la montura de esta cámara es insuficiente. Y probablemente sea el motivo por el que se abandonó por la rosca de 42 mm en modelos Zenit posteriores. Tengamos en cuenta que el diámetro de la montura de los objetivos de las cámaras digitales sin espejo actuales ronda los 54 o 55 mm. Recordad que el viñeteo mecánico, cuando un objeto se interpone en el paso de la luz, aumenta cuando cerramos el diafragma, mientras que el viñeteo óptico, debido a la caída de la luz en las esquinas por la naturaleza del diseño óptico, disminuye cuando cerramos el diafragma. Lo dicho. La cámara es simpática de usar, pero la calidad final, suficiente para muchas aplicaciones, es limitada.

Zenit 3M + MIR-1 37/2,8 con película Fujifilm Superia XTra 400

Tenía pendiente revisar este equipo de origen soviético, cuyos resultados en blanco y negro ya había presentado previamente en estas páginas, con película negativa en color. En estos momentos estoy embarcado en un proyecto expositivo de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ, que verá a la luz dentro de unos meses en el marco de las actividades culturales del Ayuntamiento de Zaragoza, sobre fotografía estenopeica. Y en este contexto, dediqué un fin de semana en septiembre a realizar fotografías estenopeicas, y me llevé también la Zenit 3M con el MIR-1 37/2,8 para documentar los lugares en los que realicé las anteriores. Para ello, cargué la cámara con una película todo terreno como es la Fujifilm Superia XTra 400, apta para casi todo tipo de situaciones.

Y en uno de los primeros fotogramas del carrete ya se aprecian los principales problemas de una óptica cuyo diseño se remonta a finales de los años 50, aunque está basada en otras anteriores de origen alemán.

Prestando un poco de atención a la imagen se puede comprobar de forma inmediata un par de defectos, que se pueden considerar más o menos importantes según las situaciones. El primero es la apreciable distorsión en cojín que tiene el objetivo, que no es de extrañar en un diseño angular de tipo retrofoco de esa época. Se aprecia bastante en las líneas horizontales que limitan el muro sobre el que está realizada la pintura callejera.

El segundo es el flare debido al contraluz, con un fondo de cielo con una fuerte luminosidad con respecto al objeto principal. El sol no aparece en el encuadre, pero no anda lejos, y nos deja ese círculo hexagonal de color rosado, y un pequeño óvalo blancoamarillento en la parte inferior de las letras amarillas. Es un objetivo que no se lleva especialmente bien con los contraluces o con las luces intensas en el encuadre. Ya he buscado un parasol que le convenga para paliar el problema.

En un uso general del objetivo, no presenta especiales problemas. Los objetivos de aquella época estaban pensados para ser utilizados con aperturas medias, reservando las plenas aperturas a situaciones de luz escasa. Y a aperturas entre f/5,6 y f/11, el objetivo presenta una definición y rendimiento suficientes en todo el campo. Mi sensación es que ofrece un contraste bajo pero agradable. Este tipo de película me ofrece habitualmente más contraste y saturación con objetivos modernos; pero no va mal con este objetivo. Aunque sus revestimientos no puedan competir con los más modernos, son suficientes para realizar fotografía en color con dignidad.

El carrete fue revelado en Revelatum Revelado Analógico, que tiene una cierta tendencia digitalizar con tonos cálidos, que a mi me viene bien la mayor parte de las ocasiones. Si no, hago alguna pequeña corrección en el equilibrio de color, y sin problemas.

Conforme avanzaban las tardes de este fin de semana, la luz empezaba a escasear. Aunque persistí la mayor tiempo en usar diafragmas de f/8 o f/5,6 como mínimo, bajando la velocidad como mucho hasta 1/30 s, aunque evité bajar de 1/60 s, no pude evitar quedarme corto de exposición en algún fotograma. Ahí ya aparecen en las sombras del mismo otras dominantes de color debidas a la subexposición, que son más difíciles de controlar con la película de Fujifilm que por ejemplo con las Kodak Portra 400. Pero claro, hay una diferencia de precio entre ambas.

De todos modos, en situaciones de aire libre, con este objetivo vale la fórmula de Weegee; "f/8 and be there". Es decir, f/8 en el diafragma, enfoque por zonas o a la hiperfocal para no perder tiempo, y estar en el lugar y en el momento adecuado. Aun me quedaron algunos fotogramas para alguna toma urbana, y un retrato de grupo de algunos de los participantes del proyecto de fotografía estenopeica que he comentado.