La fotografía como afición y otras artes visuales

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Impossible Project Blanco y Negro - Un domingo lluvioso

Aparte de esta serie que os presento hoy, y que previamente ha ido apareciendo en las últimas semanas en mi cuenta en Instagram, ya no me queda más que un cartucho de película instantánea bajo la marca Impossible Project. Después, todas serán ya, supongo, Polaroid Originals. Da igual. Mi sospecha es que en blanco y negro poco o nada ha cambiado de momento.

En cualquier caso, las fotos de hoy que podréis ver en el siguiente pase de imágenes, corresponden a un domingo por la mañana frío y lluvioso. Como esta película se lleva muy mal con las temperaturas frías, no se revela igual de bien, conforme iba exponiendo las fotos las iba introduciendo en un bolsillo de mi chaquetón impermeable. El problema es que, como me estuve moviendo a buen paso para librarme del frío, la transpiración hizo que se humedecieran, y que se revelaran con imperfecciones. Pero aquí están. Hechas con la Polaroid Image System SE, formato Spectra.

Recomendaciones semanales - del 11 al 18 de febrero de 2018

No me ha faltado la actividad fotográfica en una semana en la que he dispuesto de poco tiempo libre, pero que aún me dio para revelar y digitalizar los negativos realizados la semana anterior para la #fp4party de este mes de febrero. Creo que la última que habrá hasta el invierno que viene. Creo. Pero esos negativos los veremos después de esta semana de exposición. Si queréis ir viendo de antemano, suscribiros a mi cuenta en Twitter, o bien seguid en Twitter la etiqueta #fp4party.

De momento, esta semana mis recomendaciones semanales vendrán ilustradas por algunas de las fotos que tomé el 30 de enero en mi excursión por el valle de Tena y la comarca del Serrablo, en los Pirineos aragoneses. En concreto, las fotos que muestro hoy corresponden a nuestra visita a las iglesias románicas mozárabes del Serrablo; Orós Bajo, San Juan de Busa y San Pedro de Lárrede. Están realizadas con la Leica M2 calzada con el Summicron 35/2 ASPH, qué fantástico objetivo, y película Fujicolor Superia XTra 400. Lamentablemente, todavía era demasiado pronto, y la luz todavía era muy dura, en un día de sol radiante sin nubes. Y si hubiésemos esperado un poco, se nos hubieran echado encima las sombras de los montes cercanos, sin haber alcanzada la hora dorada... Cosas de la montaña...

Empezamos por un par de clásicos. Como de costumbre, que siempre empiezo mis recomendaciones retrocediendo lo más posible en el tiempo.

En How to see without a camera, nos han recordado el trabajo más temprano del gran Walker Evans, uno de los autores seminales de la fotografía norteamericana del siglo XX, uno de los documentalistas que surgieron gracias al contrato con la administración federal de Estados Unidos para documentar las consecuencias de la depresión. Sólo un genio como estos puede convertir unos alicates en una obra de arte.

Weegee es conocido por su fotografía documental de las calles de Nueva York, especialmente relacionada con la página de sucesos de los diarios, aunque no solamente. Pero una de sus series más curiosas está realizada en los cines de la Gran Manzana. Se situaba en el interior de la sala, mirando hacia el público, agazapado con su cámara y su flash, y cuando lo veía oportuno disparaba, obteniendo cándidas imágenes de los espectadores. Inevitablemente, también pillo a alguno durmiendo en las películas más aburridas, o a parejas ignorando el largometraje y dedicándose "a lo suyo". Lo hemos visto en The Night Picture Collector.

El último número de Exit Magazine está dedicado a la fotografía como documento de las performances y los happenings que han marcado los 50 o 60 últimos años del arte contemporáneo. Y en esa tendencia, en la que el fotógrafo es el propio protagonista de la foto, actuando ante la cámara, para exponer un concepto, una idea, una tesis, nos presentan a la colombiana Paula Ospina. Su trabajo plantea el cuestionamiento de los roles asumidos para las mujeres en la sociedad actual. Nos lo presentaron en Cada día un fotógrafo/Fotógrafos en la red.

LFI (Leica Fotografie International) es una de esas publicaciones a mayor gloria de una marca. Pero esta tiene una indudable calidad, y eventualmente encontramos artículos que nos gustan o inspiran. En esta ocasión con una entrevista y porfolio del italiano Pietro Baroni, que nos presenta unos retratos en blanco y negro sumamente expresivos, sobre personas muy baqueteadas por la vida y por el tiempo, realizados con la cámara de formato medio de la marca patrocinadora y patrocinada.

En Creative Boom nos muestran la colorida serie de Wing Shya, en la que intenta representar, de forma bastante conceptual, la psicología y los comportamientos de las nuevas generaciones que viven y se desenvuelven en su querida ciudad de Hong Kong. No siempre tengo claro qué quiere conceptualizar con sus imágenes, pero estas son de indudable belleza e impactantes, y con un tono claramente melancólico.

Son numerosos los procesos fotoquímicos que han surgido en la historia de la fotografía. Y uno de ellos, que apareció ya en el siglo XIX fueron los uranotipos, en los que se empleaban sales de uranio, compuestos muy tóxicos, y que por lo tanto han tenido poca continuidad en el tiempo. Pero la fotógrafa Abbey Hepner decidió que esta era la técnica adecuada para fotografiar los lugares donde se transportan y se depositan los residuos radiactivos. Generando además un aspecto visual que impacta y se relaciona con la idea que subyace tras la concepción de la serie. Lo vimos en Lenscratch.

Hace tiempo que no traía por aquí fotógrafos que trabajen el bodegón. Y en el blog de Paulina Aleshkina me llamó la atención y me gustó la propuesta del norteamericano de origen rumano Ion Zupcu. Fundamentalmente imágenes monocromas, con procesos fotoquímicos tradicionales, juega con la doble exposición, con la luz y la sombra y con la abstracción. Muy bueno.

Es algo propio de Japón. No es que establecimientos con la misma utilidad no existan en el resto del mundo. Lo que pasa es que frente a la clandestinidad y la sordidez de los hoteles por horas, pensiones de mala reputación y casas de citas de la mayor parte del mundo, los love hotels (rabu hoteru - ラブホテル) nipones son vistosos, llamativos, con una estética sumamente kitsch, que cuando viajas por el País del Sol Naciente y te los encuentras te llaman la atención. Y a los fotógrafos de Magnum Photos también. Por lo menos al británico Peter Marlow.

Ya os he comentado en las últimas semanas que la cuenta de Instagram de la sueca Fotografiska, nos proporciona cotidianamente propuestas e imágenes interesantes e inspiradoras. En las últimas semanas, dos fotógrafas cuya obra, muy diferenciada se basa en el retrato.

Somnyama Ngnyama realiza su particular proyecto 365 días / 365 fotos, realizando autorretratos en las que se caracteriza como distintos personajes o roles sociales, fundamentalmente reflexionando sobre la situación de las mujeres negras y sobre el racismo.

Vee Spers mezcla el retrato con la fotografía escenificada. Las personas retratadas pueden ser muy cercanas, como sus hijas y sus amigas en las fiestas de cumpleaños.

Y para finalizar, un recordatorio a los fotógrafos de la BBC. Bodas, bautizos y comuniones. O Banquetes, bodas y comuniones. En Clavoardiendo nos hablan de los mejores fotógrafos de boda del mundo. Puesto que hay un escalafón en esta modalidad fotográfica que se actualiza cada año. Que para el año 2016 fue el aragonés Victor Lax quien fue declarado campeón absoluto mundial. Aunque en 2017 se ha visto relegado a la tercera posición, empatado con la canadiense Erika Mann. Aunque en estos momentos en segunda posición hay otra española, Rocío Vega. La campeona mundial actual es la holandesa Isabelle Hattink.

No creías,... que llevo varios días cavilando sobre como se puede establecer "objetivamente" estas clasificaciones. Y si será como en el deporte, que hay varias divisiones, con ascensos y descensos entre ellas. Bueno. Sirva de recuerdo a estos esforzados profesionales, en su mayor parte ignorados y poco reconocidos.

Paisajes en blanco y negro con Ilford Delta 100 en los Pirineos aragoneses

Durante el año 2017 fui realizando una labor de revisión de distinto tipo de material sensible, especialmente películas en blanco y negro, con el fin de acostumbrarme a revisar y conocer las características y capacidades de cada tipo de película, y tener un mejor criterio a la hora de adquirir el material de acuerdo a mis necesidades.

En color, la oferta es más limitada y las cosas son habas contadas. En estos momentos tengo ya la decisión tomada. Como película todo uso, todo terreno, la Fujifilm Superia XTra 400 me da lo que necesito, aunque sólo está en película de 35 mm. Una reserva suficiente de sensibilidad, un grano razonablemente fino aunque yo no la llamaría película de grano fino, y unos colores agradables y relativamente vivos. Una película alegre. Para paisajes, con grano más fino, no me cabe la menor duda de que la Kodak Ektar 100 es casi obligatoria. Y para retrato es de rigor la Kodak Portra 400. Que podría ser una opción como película polivalente, aunque con colores menos vivos que la XTra 400, si no fuera porque es apreciablemente más cara. De elección, eso sí, en formato medio, donde el producto de Fujifilm no está disponible. Para las altas sensibilidades... Fujifilm tiene algún producto interesante, y siempre se puede usar la Portra 400 forzándola.

En blanco y negro, las opciones son mucho más variadas, y la elección no está tan clara. Probé muchas el año pasado. Para mi fotografía infrarroja, las Rollei Retro 80S y Superpan 200 son de rigor. Van bien y tienen un precio razonable. Pero en el resto, cuesta decidirse por una película en concreto. Comprobé hacia final de año que me había centrado en mis pruebas en las películas de tecnología tradicional, de grano cúbico, y que salvo la Fujifilm Neopan 100 Acros y algún carrete de Kodak TMax 400, hacía décadas que no probaba las de tecnología más moderna, con grano tabular. La Acros me gusta mucho, aunque a veces es poco contrastada, y justa de sensibilidad. La TMax 400, como la mayor parte de las Kodak, para quienes hacemos un proceso mixto fotoquímico-digital, es una pesadilla para escanear por su escasa estabilidad dimensional. Vi que tenía que retomar las Delta de Ilford. Desde 1997, en un viaje a Oviedo, no había usado ninguna. En aquella ocasión fue una Delta 400.

Adquirí por lo tanto unos cuantos rollos de Ilford Delta 100 y 400, en formato medio, y el día 30 de enero, un día que me cogí libre en el trabajo y subí de excursión a pasear por el valle de Tena, en los Pirineos aragoneses, cogí los rollos de Delta 100 y la Hasselblad 503CX con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 T* CF y me dispusé hacer unos cuantos paisajes. Normalmente uso un filtro amarillo, pero no en esta ocasión. En la montaña, cuando está totalmente despejado, los cielos son suficientemente oscuros para que con una película como esta no sea necesario para envitar unos cielos excesivamente blanquecinos y lavados.

Uno de los rollos, por un error al cerrar el tambor de revelado, se veló parcialmente. Nueve de los doce negativos quedaron inservibles. También esto provocó alguna irregularidad en el revelado, que se aprecia en algún negativo del resto, aunque en el proceso mixto, en la parte digital, he corregido algunos y han quedado aprovechables. Nunca hay que bajar la guardia, y nunca hay que dudar en comprobar dos veces que todo el material queda convenientemente ajustado.

Lo primero que me quedó claro es una cosa. Si la semana pasada os hablaba de mis pruebas con la Rollei Ortho 25 Plus, he de decir que con la finura de grano y la nitidez que ofrece la Delta 100, no merece la pena el inconveniente de usar una sensibilidad tan escasa, por lo menos en formato medio. Quizá con película de 35 mm pueda ser planteable que haya más diferencia, pero para las ampliaciones que hago yo, ya me vale. Como recientemente había usado la Ilford FP4 Plus, también he percibido la diferencia a favor de la Delta 100 en nitidez y limpieza de la imagen. A cambio, se nos recuerda que debemos ser más cuidadoso en la medición de la luz y la exposición de la imagen. Para estas fotografías use el Sekonic L-408 Multimaster que compré en navidades para medir cuidadosamente la luz. A veces con medición incidente de la luz, a veces con medición parcial, comprobando el contraste de la escena, con la medición reflejada en un ángulo de 5º. Se me olvidaba decirlo, en todo momento el índice de exposición ha sido coincidente con la sensibilidad nominal de la película, ISO 100.

Como revelador, he usado el Kodak TMax Developer, del que disponía de una cierta cantidad, que es el revelador desarrollado por Kodak para películas de grano tabular. Lo usé a la dilución recomendada 1+4, durante 7 minutos a 20 ºC. Treinta segundos de inversiones continuadas de forma inicial y cuatro inversiones cada minuto hasta el final del revelado. Nunca hago las inversiones con excesiva energía. Soy más bien calmado. Me dicen, aunque desconozco las fórmulas químicas de ambos, que el TMax Developer es similar al DD-X de Ilford, que es el revelador recomendado por la marca británica para estas películas.

Qué conclusiones puedo sacar. Pues que me he sentido muy cómodo con esta película. Los negativos, salvo los estropeados por la filtración de luz, tenían un aspecto estupendo, con sombras con detalle y con luces sin bloquear. Hay que decir que las condiciones de luz fueron de luz radiante, en horas centrales de día. Y en las escenas había desde extensiones de nieve iluminadas por el sol, hasta algún bosque de coníferas de hojas perennes muy oscuras. Sin mayores problemas, todo quedó integrado en la escena sin pérdida de información por ninguno de los extremos.

La película tiene una muy buena estabilidad dimensional y se mantiene plana en el soporte del escáner sin problemas, lo que colabora a una buena nitidez final. Dejados a la exposición automática del programa de escaneado, ya hubieran tenido los archivos resultantes un buen aspecto. No obstante, digitalicé en archivos Tiff de 16 bits, agustando los negros y los blancos extremos de modo que se consiguiese el mayor rango dinámico posible en los tonos. No fue problemático. Luego tuve que hacer algún ajustes, nada intempestivos, con el contraste para dejar las imágenes como las percibí en el momento de la toma. Como ya había previsto, aun sin el filtro amarillo, los cielos azules se mantuvieron en tonalidades medias sin ningún problema. De haber habido nubes en el cielo, estas hubieran quedado perfectamente separadas. Pero no las hubo.

He de decir que quedé muy satisfecho. Y en esos momentos, practicamente puedo decir que esta película se va a convertir en mi película de grano fino de elección. Quizá para el uso con cámaras antiguas, más imprecisas, igual use alguna película de grano cúbico tradicional, quizá la Ilford FP4 Plus, que puede perdonar un poco más posibles errores en la exposición, pero ahí está. Comparada con la Fujifilm Acros, que es la que más me gustaba hasta ahora, la principal ventaja que encuentro en la japonesa es la ausencia de error en la ley de la reciprocidad para exposiciones largas. Pero aparte de eso, creo que la Delta 100 es mi favorita. Tengo la sensación de que ya lo fue en tiempos, he estado revisando las películas que usaba a mediados de los noventa y ahí está muy presente, y lo volverá a ser. La única pega real que encuentro... que es más cara que otras. Pero es un producto de muy buena calidad.

Recientemente, a través de Twitter, Ilford Photo hizo una petición de exponer en este medio fotografías de paisaje realizadas con sus materiales etiquetándolas de una determinada manera, y la fotografía que está sobre estas líneas fue seleccionado para un pequeño artículo en su blog oficial (Friday Favourites #landscapes), como ejemplos de uso de película Ilford en paisaje. De las cinco fotografías publicadas, en una no consta la película utilizada, de las otras cuatro dos están realizadas con Ilford Delta 100 y otras dos con Ilford Pan F+. Esta última, una película de ISO 50. Lo cual da una idea de la adecuación de estas películas a este propósito.

Recomendaciones semanales - del 4 al 11 de febrero de 2018

No tengo una gran "producción" propia fotográfica reciente. Tengo algún paisaje en blanco y negro, pero al que quiero dedicar un artículo propio, puesto que además supone un comentario de mi reencuentro con la película Ilford Delta 100, un reencuentro muy feliz, he de decir. Y también estoy esperando los resultados de algunos carretes en color de hace un par de semanas... Y bueno, ayer desempolvé la cámara de cajón, la Agfa Synchro Box, pero todavía no he revelado esos Ilford FP4 Plus expuestos a IE 200. Así que tiraré de archivo para ilustrar las recomendaciones semanales de este domingo, en el que ando modorro puesto que me ayer sábado me acosté tarde. El caso es que en la velada tras la cena, se habló de viajes recientes. Y a colación salió que algunos de nosotros, en distintos momentos del año visitamos la ciudad danesa de Aarhus. O Århus. En concreto una reinterpretación en blanco y negro del amplio paseo que nos dimos por el parque y el bosque de Moesgaard, o Moesgård, hasta la playa del mismo nombre.

Es carnaval. Nunca tengo clara la vigencia de esta fiesta, dado que nadie, o casi nadie, guarda los más o menos absurdos preceptos de la cuaresma cristiana. Pero bueno, si la gente se lo pasa bien... Pero podemos ver también algún ejemplo de como el carnaval tiene su reflejo en la fotografía. No nos iremos a ver las espectaculares garotas de las escuelas de samba cariocas. De acuerdo con la propuesta de Magnum Photos, acompañaremos a la fotógrafa Susan Meiselas (en Magnum Photos) por las modesta barracas de feria con espectáculos de striptease de los fríos y desangelados carnavales de Nueva Inglaterra en los años 70 del siglo XX. Un trabajo lleno de melancolía, pero también de humanidad, que ya es un clásico de la fotografía documental.

Por cierto, en LensCulture nos proponen un libro dedicado a esta fotógrafa, Susan Meiselas, On the Frontline, una antológica de alguna de sus obras más representativas publicadas o no hasta la fecha. Creo que me lo voy a agenciar, porque no tengo ningún libro de Meiselas en la biblioteca, y este tiene muy buena pinta. Siempre he tenido la sensación de que es una de las fotógrafas más honestas que conozco.

No se ha hablado mucho de la cuestión. Pero el año pasado fue el 80º aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Sinojaponesa. La visión eurocéntrica u occidental de la historia, con el especial dominio del mundo anglosajón, hace que se considere que la Segunda Guerra Mundial comenzase un 1 de septiembre de 1939, un 7 de diciembre de 1941 para los estadounidenses. Pero diversas regiones del mundo ya estaban en guerra contra los fascismos desde años antes. Desde julio de 1936 en España, desde agosto de 1937 en China... por poner algunos ejemplos. En Photography of China nos lo recuerda con un vídeo con imágenes de Shanghái en la época.

Por cierto, recientemente se ha publicado en China el último libro de Haruki Murakami, que nos habla de lo que sucedió en Nanjin durante aquella horrible guerra. Y en un momento en que un gobierno conservador del País del Sol Naciente amenaza con el revisionismo de la historia, minimizando o negando las atrocidades niponas en territorio chino, Murakami escribe con sinceridad y sin tapujos. En España tendremos que esperar hasta otoño para disponer de una traducción al castellano. Hace casi un año que salió la versión original en japonés.

En Clavoardiendo entrevistan a Joan Fontcuberta. Fontcuberta es uno de los fotógrafos españoles con más reconocimiento internacional, habiendo ganado numerosos galardones que lo demuestran. No solamente es fotógrafo, un fotógrafo que muchas veces es deliberadamente provocador, sino que también ha escrito libros como teórico de la fotografía, como persona que reflexiona sobre la naturaleza de la misma. Con los cuales podrás estar más o menos de acuerdo, pero ahí están. Curiosamente, en los medios más o menos especializados de nuestro país, es criticado con bastante frecuencia. Diríase que algunos le tienen "paquete". Parece que no comparten su sentido del humor. O tal vez se aplique aquello de "nadie es profeta en su tierra". O es un ejemplo más del cainismo ibérico. A mí, sus obras unas veces me gustan más y otras menos, pero le tengo respeto. Y me alegro de la entrevista tranquila e interesante que aquí os propongo.

Nobuyoshi Araki es sin duda el fotógrafo japonés más conocido, y con frecuencia lo traigo a estas páginas. Es muy controvertido por la forma en que aborda la sexualidad y el modo en que a veces aparecen las mujeres en su prolífica obra. En Dazed publican un artículo sobre la obra más erótica de Araki, y la entroncan con la tradición de los grabados Shunga. Representaciones pornográficas, a veces muy extravagantes, que aun estando prohibidas durante siglos, abundan, y en su autoría participaron gente tan importante como Katsushika Hokusai. Creo que las reflexiones son interesantes. Y determinados trabajos muestran que siente un respeto por las mujeres probablemente mayor de lo que muchos que lo censuran tienen. Siempre he admirado los trabajos relacionados con su malograda esposa, fallecida a una edad temprana, y que son una tremenda declaración de amor y de duelo.

España tiene su cara oscura. Esa España profunda que muchas veces se asocia a las zonas rurales, donde persisten costumbres atávicas, a veces brutales, que cada vez nos asombran más. Siempre he creído que son más propias de la incultura que del hecho rural. Conozco demasiada buena gente que vive en los pueblos como para pensar de otra forma. Pero es cierto que ahí hay todavía un resquicio de la España más bruta y sin sentido. Probablemente sea así en todos los países en mayor o menor medida; sea algo humano y no exclusivamente ibérico. En Yorokobu nos propone un recorrido por los duros y descarnados pueblos del Mestrazgo de Castellón y Teruel, comarca de gran belleza, pero donde un tierra poble, el clima duro y el aislamiento ha condicionado el carácter y las costumbres de las gentes. El fotógrafo es Jesús Monterde que, si no le he entendido mal, es un nativo de la zona, del pueblo castellonense de Benassal. Fotografías ásperas, duras, directas en ocasiones, metafóricas en otras.

En mi Cuaderno de ruta os hablaba hace unos días del Atlas de las Islas Remotas de la alemana Judith Schalansky. Un libro que me gustó mucho. Una de las islas de las que habla es la isla de Pingelap, un atolón perdido en algún lugar del Oceano Pacífico con menos de 300 habitantes permanentes. Y en la que hay una elevada proporción de personas con acromatopsia, una forma de ceguera al color, transmitida genéticamente. En LensCulture me he encontrado esta semana con un artículo que habla del trabajo que ha realizado la fotógrafa belga radicada en Amsterdam Sanne De Wilde al respecto. Tirando de la alteración del color en la fotografía digital en el ámbito del infrarrojo o de la fotografía monocroma.

Para finalizar, de la mano de Cada día un fotógrafo/Fotógrafos en la red, os traigo la recomendación de la fotógrafa australiana Prue Stent. El artículo habla del "surrealismo" de las imágenes... aunque yo no las veo así. Creo que es más bien una reflexión sobre la estética y el cuerpo de la feminidad a partir de performances de la propia autora y otras mujeres cercanas a ellas que quedan reflejadas en las fotografías que las documentan de forma magistral. Y lo que es más, consigue que el rosa y sus derivados dejen de ser unos colores absolutamente estomagantes, tal y como se utilizan habitualmente en nuestra sociedad.

Rollei Ortho 25 Plus - Merece o no merece la pena, esta es la cuestión

En líneas generales, existe una regla en la fotografía con película tradicional que dice que cuanto menor es la sensibilidad de la película, menor es el grano de la misma. Quizá habría que expresarla al revés. Las películas que tienen un grano muy reducido, tiene menor sensibilidad. No voy a meterme en explicaciones al respecto, por miedo a cometer algún error conceptual si voy muy deprisa.

Por lo tanto, para determinado tipo de trabajos, como pueden ser algunos retratos, bodegones y fotografía de producto y paisaje, las películas de sensibilidad baja serían de elección. Aunque como contrapartida, será necesario el uso de un buen trípode para asegurar la foto nítida si la luz no es abundante y hay que usar diafragmas cerrados. La velocidad de obturación será muy lenta.

Hace unos meses, leí unos artículos y vi unos vídeos en los que se experimentaba y se hablaba de la película Rollei Ortho 25 plus. Como muchas películas técnicas de este tipo, con determinados reveladores de alto contraste son película adecuadas para la reproducción de documentos. Pero con otros, se puede alcanzar una gradación suave de tonos grises, que las hace muy adecuadas para su uso artístico.

Un elemento añadido en el caso de esta película es que se trata de una película ortocromática. Es decir, no es sensible a las longitudes de onda del rojo, pero sí a las del azul y el verde. Ahora voy con algo más sobre el tema, mientras voy poniendo fotografías de algunos bodegones sencillos que realicé con un carrete de formato 120 y la Hasselblad 503CX. La óptica utilizada fue el Carl Zeiss Planar 80/2,8 T* CF, con un filtro amarillo.

Una de las características que debemos conocer de una película blanco y negro cuando la utilizamos es su curva de sensibilidad espectral. Es decir, dentro del intervalo de longitudes de onda de la luz visible, a cuales de ella es sensible y en qué medida ese tipo de película. Históricamente, las primeras emulsiones fueron sensibles a las longitudes de onda correspondientes al azul y al verde. Estas son las llamadas emulsiones ortocromáticas. Los colores azules suelen rendir muy claros, con el riesgo de que los cielos aparezca blancos, los verdes tienen unos tonos medios, y los rojos muy oscuros, al no ser la película sensible a estos tonos.

Conforme fue avanzando el progreso en la formulación de las emulsiones, aparecieron las emulsiones pancromáticas, con una sensibilidad extendida al rojo en mayor o menor grado. En general, pocas son sensibles a los rojos más profundos, pero al menos sí lo son a los naranjas y a los rojos más claros, más ligeros. También existen películas superpancromáticas y con sensibilidad extendida al infrarrojo, en la que esos rojos profundos sí que son registrados, e incluso con filtros adecuados podemos seleccionar sólo las longitudes de onda más largas, los rojos profundos y el infrarrojo cercano, para formar nuestra imagen. A lo largo de 2017 han aparecido en estas páginas una diversidad de ejemplos sobre estas películas.

En general, la forma de controlar el contraste con la película en blanco y negro es, conociendo su sensibilidad espectral, y dependiendo del uso que le vamos a dar, utilizar filtros de colores que bloqueen en mayor o menor medida determinadas longitudes de onda y permitan el paso de otras. Así, utilizando un filtro amarillo, que es el que más uso, los objetos con estos tonos se aclaran, véase los plátanos, y los cielos azules se oscurecen en los paisajes, quedando más naturales. Ver fotografías más adelante.

En paisaje, los filtros más usados son los amarillos, amarillos verdosos, naranjas y rojos. En el retrato y en deterimando tipo de paisajes hay quien prefier usar el verde, pero depende mucho del efecto a conseguir. Por ejemplo si se quiere acentuar unos labios maquillados en rojo, se pone un filtro verde, y estos aparecen más oscuros. Pero puede que queramos disimular algunas imperfecciones de la piel, que tienen tonos cálidos, y en ese caso, un filtro naranja o rojo las aclara y las disimula. No hay reglas fijas, pero hay una racionalidad detrás de cada uso.

En cualquier caso, mi principal intención a la hora de usar la Rollei Ortho 125 Plus era conseguir unas imágenes con una estructura de grano muy fina, nada intrusiva. Todavía más cuando usamos una cámara de formato medio, que exige unas ampliaciones menores que las películas de formato de 35 mm.

Con el fin de comprobar este uso, cargué otro rollo en la Fujifilm GS645S Wide 60, también con un filtro amarillo, con el fin de oscurecer los cielos, y me fui a hacer alguanas fotos en paisajes urbanos en un día con abundante luz. No llevaba trípode, por lo que necesitaba mucha luz. El ISO 25 de la película, al poner el filtro, se convierte a la hora de calcular la exposición en un IE 12 o 16.

Ambos rollos fueron revelados con el revelador de Kodak TMax, que se supone ofrece un grano más fino que otros más tradicionales como el Rodinal y sus derivados. Con una dilución de 1+4, a 24 ºC tiene un tiempo de revelado de 6 minutos. Muy cómodo. El revelado transcurrió sin problemas, y aparecieron negativos con buena densidad, adecuados tanto para el escáner como para la ampliadora.

Ahora bien, a lo que estamos. De cara a conseguir la mayor nitidez posible, con un grano escasamente intrusivo con respecto a otras películas, ¿merece la pena el esfuerzo de usar una película de tan escasa sensibilidad? Hay que tener en cuenta que hay una serie de cuestiones sobre las que la documentación oficial no es clara, como cunatificar el fallo de la ley de reciprocidad para exposiciones largas. En los bodegones, los tiempos medidos era de 1 o 2 segundos, y yo dupliqué la exposición. Aparecieron algunos fotogramas más densos de lo previsto. Desconozco el comportamiento más allá.

Una constricción clara es su uso sin trípode. En alguna de las fotos de paisaje urbano, a pesar de la buena iluminación, si la necesidad de una profundidad de campo amplia lo exigió, dejé la velocidad de obturación en el límite admisible, y he encontrado alguna pérdida de nitidez. Con ISO 100, no hubiera pasado.

Lo cierto es que con los rollos de 120, en condiciones normales, en una copia impresa o en una ampliación, el grano va a ser imperceptible. Aprecio una mejora clara con respecto a la Ilford FP4 Plus, por ejemplo. Pero no tengo tan clara la mejora respecto a la Ilford Pan F. O ahora que estoy trabajando con la Ilford Delta 100, con respecto a esta. No digo que no haya diferencia, sino que tal vez no merezca la pena. En un momento dado, quizá la elección tenga que deberse a otras características de la película. He de decir que la gama de tonos y el contraste de las imágenes me ha gustado. Pero también me están gustando para la Delta 100, que hacía un par de décadas que no usaba. Bueno... ahí lo dejo. Dentro de unos días os cuento lo de la Delta 100.