La fotografía como afición y otras artes visuales

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Al asalto de un castillo con la Canon Powershot G5X

Mi primera cámara digital fue una Canon Ixus 400. Me encantaba. Todavía la tengo. Y creo que funciona. Aunque con alguna irregularidad relacionada con la batería. La compré a principios de 2003 y en un par de viajes comprobé que aquello estaba bien. Pero quizá hacía falta algo más. Las cámaras réflex digitales eran carísimas en aquel tiempo, y todavía era una tecnología por evolucionar. Pero en el noviembre de 2004, compré una cámara viajera que mejoraba las prestaciones de la Ixus 400. Se trataba de la Canon Powershot G6. Que todavía tengo. Y funciona sin problemas. Su puesta de largo fue en un viaje a Roma en diciembre de 2004, donde me sirvió espléndidamente.

Tenían un pequeño sensor de 7,1 megapíxeles, una pantalla articulada, diminuta para lo que hoy se lleva, un visor óptico muy impreciso, y un zoom equivalente a un 35-140/2,0-3,0. Permitía obtener archivos RAW y tenía diversos modos expertos de exposición. Sensibilidades entre 50 y 400 ISO. Esta última, muy "ruidosa", aunque en alguna ocasión la usé y no me arrepiento. El ruido no era "feo".

La serie G de Canon era una serie de cámaras compactas prestigiosas, que con la "democratización" de las cámaras réflex fue perdiendo fuerza, pero que no llegó a desaparecer del todo. En un momento dado, el número del modelo quedó emparedado entre la G y una X final, les aumentaron notablemente el tamaño del captor de imagen y se mantuvo en un mercado mucho más incierto que en sus inicios. Los sensores han oscilado, según modelos entre los de 1" y los de tipo APS-C con algún otro intermedio. Recientemente, a un amigo mío le regalaron por su cumpleaños una cámara actual de esta serie, la Canon Powershot G5 X, y me la dejó durante unos días. Nos dimos un paseo con ella por el castillo de Peracense.

Como curiosidad, los precios de ambas cámaras como nuevas se llevaban muy poco. Algo más barata la más antigua, pero si corrigiéramos por la inflación, prácticamente son del mismo precio. Pero las prestaciones son otro cantar.

Con un captor de imagen de 1", 20,2 megapíxeles, un sistema de grabación de vídeo notable, un visor electrónico estupendo, una pantalla articulada comodísima, y un objetivo equivalente a un 24-100/1,8-2,8, es una cámara muy capaz para ir por el mundo ligero de equipaje.

Como podéis comprobar, la pantalla articulada es de lo más apta para una práctica del autorretrato en condiciones dignas, siempre que tengas un poco de arte para elegir el encuadre y las condiciones de luz.

Tiene una cierta protección contra las inclemencias del tiempo, aunque no sé hasta donde llega, y se maneja con razonable comodidad. Los mandos tienen ciertas posibilidades de personalización, aunque se han quedado cortos, y que a determinados botones, ruedas o mandos no se les puedan asignar determinadas funciones resulta un poco frustrante. Pero en general, si te acostumbras, va bastante bien.

Con los fuertes contrastes de la dorada luz de un tardecer de atmósfera limpia, diáfana, la tarea de rescatar el detalle de las sombras se ha podido ejercer sin problemas y sin que el ruido electrónico sea un problema en ningún momento. En un momento dado he comprobado que la cosa se puede subir a ISO 1600 sin problemas. Y hasta ISO 6400 son utilizables pero aceptando compromisos y sin ampliaciones excesivas.

Me ha llamado la atención que la relación de aspecto del captor es de 3:2. Yo hubiera preferido un 4:3. Pero bueno, con más de 20 megapíxeles, luego uno recorta que aun queda material. Como yo he hecho, podréis comprobar en las fotos.

Probé también a convertir a blanco y negro algunas de las fotos, y quedan bien. Como estas que proceden del antiguo ferrocarril de Sierra Menera, al pie del castillo.

Para quien no quiera complicarse la vida con cámaras grandes y pesadas, quiera viajar discreto por la vida, sin más pretensiones que un aparato que le permita recoger lo que observa sin problemas, es un aparato perfectamente acertado. No es muy rápido en fotografía de reportaje, pero si el fotógrafo tiene una cierta capacidad de antelación, tampoco hay que descartar el género. Eso sí... partidarios de bokē cremosísimo y difuminadísimo... pues es complicado con ese tamaño de captor de imagen.

En fin, me despido con unas imágenes del pueblo de Peracense con la esperanza de que esta pequeña prueba le sea útil a alguien que esté pensando en una cámara de este tipo.

Recomendaciones semanales - del 18 de febrero al 5 de marzo de 2018

Hoy es fiesta local en Zaragoza, y dado que ayer era el día de los Oscar, retrasé un día mis recomendaciones fotográficas semanales, que en realidad vienen desde hace dos semanas, con la pretensión de que hoy sería un día tranquilo para revisarlas y escribir esta entrada. Pero no. He tenido un día más agitado de lo que pensaba.

Bueno,... haré lo que pueda con lo que tengo preparado. En cuanto a las fotos de esta semana proceden de dos días. Por un lado, del día de nieves que tuvimos a mitad de semana cuando nos llegaron los coletazos de la tormenta ártica que atravesó Europa. Por otro lado, el resultado de explorar unas vistas ferroviarias en la margen izquierda del Ebro en Zaragoza, restos todavía operativos de la antigua Compañía de los Ferrocarriles del Norte de España en forma de playa de vagones de mercancías.

Vamos allá con las recomendaciones.

En Signo editores | Numen, no sé muy bien cómo llegué a esta página, encontré un artículo dedicado al "trabajo fotográfico" de Virginia Woolf... "Trabajo fotográfico"... Veamos... Woolf fue escritora. Y lo hizo muy bien. Como para asignarle otros trabajos. El de fotógrafa, por poner un ejemplo. Aclarémonos. Woolf era una señora que desde jovencita tenía posibles y era culta, y hacía fotos. Fotos que son básicamente el típico álbum personal y familiar que cualquiera puede tomar a lo largo de su vida. Lo que pasa es que el de alguien como Virginia Woolf tiene importancia, porque sale gente. Sale gente conocida, famosa. Y documenta la vida de esta mujer que al final acabó con su propia vida. Interesante sin duda. Pero, ¿trabajo fotográfico? Si hasta fotografiaba gatitos como cualquier "instagrammer" de pro que se precie... En fin... ya sabéis lo que cantaban aquellos "Who's affraid of Virginia Woolf? Virginia Woolf? Virginia Woolf?"

En los últimos años se habla mucho de la crisis o epidemia de los opioides, como consecuencia del fuente incremento que ha experimentado la mortalidad por sobredosis de estas sustancias en Estados Unidos y Canadá. Se habla de 64 000 muertes en los EE.UU. sólo en 2016. En Time.com nos han mostrado el trabajo del excelente reportero gráfico James Nachtwey, que ha documentado ampliamente el fenómeno, con imágenes bellas, en blanco y negro, aunque de una notable crudeza algunas de ellas.

Trío de interesantes recomendaciones que nos han llegado estas semanas desde Magnum Photos, de carácter muy distintos, de distintas épocas, pero trabajos magistrales de la fotografía documental.

Retrocediendo hasta la década de los setenta, el fabuloso trabajo de Susan Meiselas documentando la vida de las chicas de Prince Street, un grupo de adolescentes de origen italoamericano, en las que Meiselas supo ver un cambio en la mentalidad de las jóvenes norteamericanas, cambios que anunciaban un papel distinto en el futuro para las mujeres.

Desde los años noventa, el matrimonio formado por Alex Webb y Rebecca Norris Webb, que ya han pasado por estas páginas en varias ocasiones, viene trabajando y documentando la vida de los cubanos en la isla caribeña. Ya he comentado que tienen visiones complementarias, mientras que Alex tiene una visión marcadamente documental, la de Rebecca, poeta de origen, tiene un carácter más lírico y conceptual.

Más actual, Matt Black viene realizando un proyecto desde 2014 que denomina "La geografía de la pobreza", en el que va documentando la vida en aquellas comunidades de los Estados Unidos donde las condiciones de vida son más precarias. Va por su cuarto viaje.

En Lenscratch me impresionó bastante el sencillo pero potente trabajo de Donna Pinckley, una fotógrafa de Arkansas que muestra la compleja relación que tienen los norteamericanos con la cuestión de la raza. En concreto, realiza retratos en blanco y negro realizados con cámara de gran formato de parejas racialmente mixtas. Retratos que están bien, favorecedores, serenos, con sonrisas tranquilas. Pero que rotula con las frases que estas parejas se han tenido que oír de sus entornos cercanos, familiares, laborales, círculos de amigos, y que muestran el rechazo más o menos explícito, más o menos latente, que existe hacia este tipo de uniones.

El trabajo sobre los jóvenes, sobre los adolescentes, que está realizando Amy Touchette, me ha aparecido al menos dos veces en las dos últimas semanas. La primera no sé donde, sólo sé que guarde la página del trabajo en la web de la fotógrafa. La segunda en Lenscratch. Un ensayo que intenta mostrar la ambivalencia entre la infancia y la edad adulta de los adolescentes de ciudades tan diversas a priori como Nueva York, O'ahu y Tokio. Aunque lo que al final encuentra es que las semejanzas son más importantes que las diferencias.

Seguimos con adolescentes. Esta vez uno solo, Randy. Un joven que la fotógrafa holandesa Robin de Puy (instagram) encontró en una ciudad de Nevada, EE.UU. mientras recorría el país a lomos de una Harley. El chico se le quedó en la mente y regresó para conocerlo y fotografiarlo. Un joven con ciertos problemas de desarrollo y comunicación, pero que consiguió transmitir algo a la fotógrafa, que realizó un retrato psicológico notable con sus fotografías en formato medio cuadrado. Lo he visto en La mirada de Polifemo.

En un mundo cada vez más globalizado, comunicado e entrelazado, los lugares remotos producen una innegable atracción sobre la gente. Y por supuesto, sobre los fotógrafos más inquietos. Entre ellos la polaca Dominika Gesicka, que se plantó en el lugar más poblado de las islas Svalbard para una estancia de dos semanas, pero se ha quedado durante cinco años o más. Admitiendo que lo de allí, no es la vida real. Lo hemos visto en FK Magazine.

En el canal de Eīhwaz en Youtube he conocido el trabajo de la finesa Saana Wang, documentando el barrio residencial de Hujialou en Pekín. Uno de esos lugares en China que se encuentra en vertiginosa transformación constante. Lo particular del trabajo es que las personas que residen en el barrio aparecen retratadas con las máscaras y maquillajes propios de la ópera tradicional de Pekín, transformándolos en caracteres de ficción.

Para finalizar, una entrada dedicada a las cámaras fotográficas. En concreto a las diez que en Canny Cameras, un blog dedicado a la fotografía con película tradicional con cámaras económicas, consideran que han tenido una importancia trascendental para la popularización de la fotografía entre la gente. Las Kodak Brownie, las Vest Pocket, la Leica I, la Argus C3, la Polaroid Land modelo 95, y otras más recientes, que en su mayor parte no se encuentran entre la aristocracia del aparataje fotográfico, pero que se vendieron como churros y de las que salieron miles de instantáneas. A pesar de la presencia de una Leica entre las diez, un homenaje a las cámaras más modestas.

Paisaje industrial (ferroviario) y paisaje urbano con Fujifilm Neopan 100 Acros

Hace un par de semanas cargué un carrete de película Fujifilm Neopan 100 Acros en la Leica M2 y dediqué parte de una tarde de sábado y de una mañana de domingo a hacer paisajes. No paisajes naturales. Paisajes humanos.

La Acros es una película moderna de Fujifilm, con una sensibilidad nominal media, ISO 100, y un grano fino. No conozco los datos tecnológicos exactos, pero entiendo que fue la respuesta de la multinacional nipona a las películas de granos planos, tabulares, de Kodak e Ilford. Las TMax y Delta, respectivamente. A mí es una película que me ha gustado siempre desde que la probé, aunque ciertamente tiene un contraste muy suave, y puede no funcionar con cualquier motivo. En esta ocasión la revelé con mis últimas reservas de revelador TMax a dilución 1+4, durante 5 minutos y medio a 20 ºC. Es decir, un revelador que debería colaborar a que mantuviese una fina granulación, con un buen detalle.

En la tarde del sábado me acerqué a los alrededores de la estación de Casetas, un barrio de Zaragoza a 16 kilómetros del centro de la ciudad. A la Leica M2 le puse un objetivo gran angular, el Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. Un objetivo que da una calidad de imagen bastante respetable para lo modesto de sus pretensiones, aunque las imágenes obtenidas con él tienden a tener un contraste moderado.

Como se puede apreciar, la tarde estaba con nubes y claros. Las fotografías en las que el sol estaba presente o la luz era más intensa tiene un contraste agradable en general. Sin embargo, aquellas en las que el sol era cubierto por las nubes y la luz disminuía considerablemente, tienen un contraste muy suave. Que en esta ocasión no funciona mal, especialmente con las decrépitas locomotoras que la Asociación de Amigos del Ferrocarril y el Tranvía de Zaragoza (AZAFT) tiene al aire libre, por no encontrar acomodo en la nave donde guarda su material más conservado.

Al día siguiente, domingo por la mañana, con tiempo soleado, volvía a coger la cámara para dar un paseo por el casco histórico de Zaragoza. En esta ocasión le puse el Leizt Elmar-C 90/4, un objetivo que uso más bien poco últimamente. Y sin embargo, es un buen objetivo a pesar de ser uno de los teleobjetivos más sencillos de la marca de Wetzlar.

Fue diseñado para la pequeña Leica CL, la cámara con bayoneta M pensada para el aficionado de los años 70, que fue rápidamente eliminada de catálogo, por que se comía las ventas de sus hermanas mayores más prestigiosas de la serie M. Por alguna diferencia en la bayoneta del objetivo, se ha dicho que no es apropiado para usarlo en una cámara de la serie M, que no enfocaría con precisión. Nunca he tenido ningún problema al respecto.

Cierto es que no es fácil de usar. Ningún teleobjetivo es fácil de usar con las cámara de la serie M, por el pequeño recuadro que hay que utilizar en el visor para encuadrar. Especialmente en distancias cortas, si vas deprisa con el enfoque, puedes errar. Pero se debe más a las prisas que a la imprecisión del sistema de enfoque por telémetro de coincidencia.

En esta ocasión, el dominio de los contrastes que tiene la Acros es favorable ya que sirve para controlar las fuertes diferencias de luminosidad dentro de la ciudad cuando hay un día soleado, en las horas centrales del día. Obtenidendo sin ningún problema, y si la medición es cuidadosa, amplio detalle entre las altas luces y entre las sombras más profundas.

Terminamos el paseo en las Armas, donde había un mercadillo muy animado con puestos de alimentación y de otros productos. Y donde iba a actuar una big band venida de Madrid, a la que esperamos con impaciencia. Si la habían traído ex profeso de la capital sería porque tendría calidad... Nos llevamos un chasco. Aunque voluntariosos, eran más bien flojitos. Así que nos fuimos a tomar el aperitivo antes de irnos a comer a casa.

La #FP4Party de febrero de 2018

Tercera party consecutiva en Twitter celebrando las virtudes de la Ilford FP4 Plus, o sus ancestros, si es que a alguien le queda por ahí algún rollo. No voy a entretenerme aquí con las características de la película, que ya comenté en ocasiones anteriores. Al fin y al cabo, recientemente comenté las fiestas de diciembre y enero.

En esta ocasión, el elemento común a los dos rollos de formato 120 que hice fue la utilización de un filtro rojo, Heliopan #25, con el fin de mejorar el contraste de las imágenes, especialmente para dar un poquito más de fuerza a los cielos, que en un momento dado podían estar un poco modorros. Aunque considerada pancromática, no deja de ser una película mucho más sensible a los colores azules que a los rojos. En estos, en sensible a los naranjas y el rojo no excesivamente profundo.. Oficialmente, sensible entre los 360 nm y los 670 nm, o sea, que prácticamente comienza su sensibilidad en el ultravioleta.

El primer rollo lo expuse con la cámara de cajón Agfa Synchro Box. Calculé, con tino, que para un día despejado como el que estábamos, en un paseo fotográfico con algunos compañeros de Fotógraf@s en Zaragoza, con una velocidad de obturación que ronda el 1/25-1/30 segundo, si le aplicaba a la película un índice de exposición de 200 en lugar del ISO 125 nominal, los tres pasos que se pierden con el filtro permitirían una exposición a f/16.

Para evitar las fotografías trepidadas me llevé un trípode ligero pero competente, y usé un cable disparador. A pesar de todo, alguna  de las fotos, véase la anterior, quedó un poquito trepidada, aunque pudo ser por el viento, ya que el efecto de movimiento no se aprecia en todos la longitud de los troncos. Sólo en la parte superior. Hay que decir que esa foto, y alguna otra, recibieron una doble exposición, porque la velocidad exigida era el doble. Así que abrí dos veces seguidas el obturador.

En general, quedé satisfecho con los resultados, aunque el encuadre con la Agfa Synchro Box es muy aproximativo, por el fuerte error de paralaje entre el visor y el objetivo.

El segundo rollo, al día siguiente del anterior, un domingo por la mañana, lo expuse con la Fujifilm GS645S Wide 60 Professional. También con el filtro rojo. Y también con un índice de exposición de 200, que para compensar el efecto del filtro implica reglar el fotómetro a IE 25.

Aunque llevaba a mano el fotómetro Sekonic L-408 Multimaster que me agencié de segunda mano en navidades, la verdad es que el fotómetro incorporado de la Fujifilm es bastante competente, y sistemáticamente estimaba con él exposiciones similares o idénticas a lo que me sugería el fotómetro de mano. Ambos, pues, herramientas fiables si sabes leer la escena.

Como ya habréis leído en un par de ocasiones, en lugar de usar la sensibilidad nominal de ISO 125, decidí exponer la película para un índice de exposición de 200, lo cual implicaba aumentar algo el tiempo de revelado. Así pues, en lugar de los 8 minutos recomendados para esta película con el revelador TMax a una dilución de 1+4 y 20 ºC, revelé con el procedimiento habitual durante 9 minutos.

Estos contengo con el resultado. Con una medición cuidada no se bloquearon las sombras en ninguna foto, o por lo menos no de forma apreciable, el contraste general es bastante agradable, y con el tamaño de los negativos de formato medio el grano no sufrió un aumento preocupante tampoco. Todo muy contenido. Si las circunstancias lo recomiendan, algo a repetir cuando convenga.

En fin, creo que durante al menos un mes van a descansar estas fiestas en Twitter, por lo menos a las que se asocian con un determinado tipo de película. Tal vez en abril vuelvan. Creo que el año pasado dedicaron alguna a las Ilford Delta y a las Kodak TMax. Si tengo película de la correspondiente, o me entero con suficiente antelación para pedir existencias, participaré. Porque es divertido y te da un excusa para salir a hacer fotos.

Hasta la próxima.

Recomendaciones semanales,... algunas exposiciones y una polémica

Creía que hoy iba a ser un domingo como otro cualquiera, tranquilo, sin mucho lío, pero no. Tal ha sido la cosa que en todo el día me he puesto a revisar los marcadores de las posibles recomendaciones fotográficas de esta semana. Así que las dejaré para el domingo que viene.

Hoy me limitaré a comentar algunas exposiciones que he visto recientemente en el Centro de Historias de Zaragoza, y que todas ellas tienen que ver, aunque sea un poquito, con la fotografía.

Además, estos días estoy trasteando una pequeña cámara fotográfica digital que me han prestado. Es de un buen amigo. Curioso por ver como va el famoso pequeño captor de imágenes de 1" de Sony en su implementación por Canon. Os lo comentaré dentro de unos días, pero de momento las fotografías que acompañan esta entrada están hechas con la pequeña Canon Powershot G5X.

En el Centro de Historias tenemos en estos momentos tres interesantes exposiciones. Vamos por orden, de abajo a arriba, obviando el último piso y su exposición permanente de papiroflexia.

En el sótano y en el Espacio Cripta tenemos la exposición Las Armas 300. Este es un proyecto artístico a desarrollar durante 10 años por el británico Steve Gibson, que vive y trabaja en la ciudad de Zaragoza desde hace ya un tiempo. Si vemos su página web, comprobaremos que fundamentalmente ha trabajado como escultor. Pero de este proyecto, aunque alguna escultura pueda salir, es otra cosa. En un portal de la calle de las Armas de Zaragoza hay instalada una cámara fotográfica. Cualquier viandante, a cualquier hora, se puede parar delante de la cámara, pulsar un botón, posar, y unos segundos más tardes la cámara hará una fotografía del viandante. Mediante un programa informático, cada cierto tiempo se selecciona al azar una fotografía, y esta se convierte en un dibujo. Hasta tres cientos dibujos a tamaño natural, que han de representar al barrio, sus vecinos y sus visitantes. El proyecto está lejos de estar terminado, por lo que la exposición actual, además de algunas esculturas del artista, consta de una selección de los dibujos que hasta el momento se han realizado. A mí me parece un proyecto estupendo; aunque al parecer el programa informático no haya seleccionado mi foto.

Confort Hell es una pequeña exposición fotográfica en el Espacio En Tránsito que debemos a Karto Gimeno (instagram). A partir de elementos en miniatura propios de la decoración de casas de muñecas, construye pequeños dioramas o escenarios que luego refleja con sus fotografías, y que se convierten en ambientes comunes pero con un aspecto inquietante, en el que el concepto de hogar deja de ser tranquilizador para convertirse en inquietante. Me ha parecido muy interesante, además de con una estética y una composición muy cuidadas.

Finalmente, en la primera planta, encontramos la exposición titulada De Picasso a Kapoor: Obra gráfica y múltiple contemporáneos. Fundamentalmente lo que hay es papel, lo que ha permitido traer firmas muy conocidas: Picasso, Dalí, Warhol, Arroyo, Barceló, Murakami,... ya que aquí hablamos sobretodo de fotografía, Spencer Tunick. Papel, porque la exposición va de la obra que es reproducible; grabados, litografías, fotografía, impresión digital, xilografías,... lo que permite hacer obras más extensas. El arte deja de ser "tan" exclusivo. Desde luego, la exposición tiene bastante interés. aunque la fotografía sólo esté representada por una fotografía de Tunick, cuando es el arte reproducible por excelencia. Para quien no se cosque, Spencer Tunick se caracteriza por sus fotografías espectáculo, performances en las que participan cientos de personas que se desnudan todas a la vez en escenarios más o menos emblemáticos y posan, adecuadamente dirigidos por Tunick, para el objetivo de su cámara fotográfica.

Finalizado el repaso a lo que podemos encontrar en el Centro de Historias, comentar brevemente la polémica por el "descuelgue" de la obra de Santiago Serra, Presos políticos; fotografías pixeladas de personas que en estos momentos se encuentran en prisión, y que para algunos pueden ser considerados presos políticos. Como entre ellos se encuentran algunos de los encarcelados por el asunto independentista catalán, parece que alguien en IFEMA, la feria de Madrid donde se celebra ARCO, la feria más importante del país de arte contemporáneo, decidió que había que quitarlas para que nos las viera el rey cuando inaugurase la feria. Y la galerista, Helga de Alvear, parece que aceptó sin mucho protestar. Algo protestaría, supongo. O a lo mejor no, porque igual le ha servido para hacer negocio. Si vas a su página web, y pulsas en el enlace a Noticias, aparece una página que dice "Últimas noticias. No hay noticias.". Bueno, a lo que vamos.

Una democracia se basa en la libertad de las personas que viven en ella para expresarse. Pueden establecerse los límites derivados del odio, la violencia y alguna otra cosa, pero deben ser restringidos con cuidado. Y un demócrata es el que defiende el derecho a expresarse de... TODOS. También de los que no piensan como él. No es demócrata el que defiende SU PROPIO derecho a expresarse, sin más.

Los artistas, o un colectivo de ellos, en cualquier sociedad, suponen una vanguardia en la expresión pública de la sociedad. Y en su posición de vanguardia pueden adoptar posturas muy críticas, molestas, e incluso transgresoras. Pero eso es bueno. De la reflexión y la digestión de las mismas se produce el avance de la cultura. Los impresionistas, cuando aparecieron, fueron demonizados o rechazados como transgresores. Hoy en día, el gusto por el impresionismo es el gusto más burgués y acomodado que se me ocurre.

En la medida en que se sigan dando este tipo de situaciones, incluso en los juzgados, como se está produciendo estos días, podemos asegurar que la democracia española y sus libertades están en involución. Cada día somos un país un poco menos democrático.

No conozco la obra "descolgada". No tengo juicio sobre ella. Pero todo indica que nunca debería haber sido descolgada. Aunque me pareciese horrorosa, o en mis antípodas de pensamiento. Cosa que puede ser.