La fotografía como afición y otras artes visuales

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Olite con película en blanco y negro - Olympus mju-II e Ilford XP2 Super

Como ya adelanté el sábado cuando presenté mis últimas Polaroid, la semana pasada recibí ya revelados y digitalizados por Carmencita Film Lab los rollos de película del mes de enero, primero de los de 2022. Un total de siete rollos, de los cuales cinco corresponden a las escapadas de final de mes, pequeños viajes de un día, a Olite, en Navarra, y a Madrid. No sabía si hacer los comentarios por viaje o por rollos de película. Al final he decidido hacerlos por tipos de película; Ilford XP2 Super, la de hoy, Kodak Tri-X 400, Kodak Gold 200 y Kodak Ultra Max 400.

Cuando decidimos ir a pasar la tarde a Olite, con escapada en tren, el domingo 30 de enero, mi principal interés era seguir familiarizándome con el formato medio digital, Fujifilm GFX 50R. Pero también encontré que me quedaba por el frigorífico un rollo de Ilford XP2 Super, la película en blanco y negro de revelado comercial en procesado C-41, como los negativos en color, que suelo llevar en los viajes por su gran versatilidad y flexibilidad a la hora de usarla en distintos contextos. Antes de ir generando un nuevo stock para los viajes de este año, decidí finiquitar el del año pasado.

Pero, en lugar de utilizar la Minox 35 GT-E, que es la cámara de preferencia en los viajes, o la Olympus Trip 35, la que recientemente uso más para pasear por la ciudad, desempolvé la Olympus mju-II. Una cámara que durante años fue una de mis favoritas, pero que últimamente ha sido desplazada por otras. Veremos el porqué.

Con respecto a la película poco hay que decir. Es una película con amplia latitud de exposición, que se come muy bien los contrastes elevados. Algo muy necesario en ese domingo de finales de enero, con un cielo despejado y un sol brillante. Que cuarenta días después del solsticio de invierno, ya empieza a elevarse más sobre el horizonte. Y por lo tanto, ofrece una luz más dura que en los últimos días del otoño y primeros del invierno. La mandé a un revelado comercial en C-41, con los rollos de color, aunque a veces la he revelado en casa con química para blanco y negro tradicional.

En cuanto a la cámara... Cuando la compré, lo hice por tres motivos fundamentales; es bonita, está sellada contra polvo y salpicaduras, lo cual era ideal cuando subía a esquiar, y tiene una buena óptica, razonablemente luminosa con un 35 mm f2,8, y nítida. Pero tiene algunos inconvenientes. El primero, que no permite alterar el índice de exposición IE. Me gusta usar la XP2 Super a IE 200, en lugar de a su sensibilidad nominal ISO 400. No es posible. Además, usa sistema DX para leer la sensibilidad, con sólo cuatro contactos. Es decir, sólo puede usar sensibilidades por pasos; 25, 100, 200, 400, 800,... Las intermedias necesitan lectores de seis contactos. Y es una lata que no recuerde el ajuste del flash, habitualmente desactivado en mi caso, o del método de exposición, alternando entre puntual e integral, por lo que cada vez que apagas la cámara hay que volver a ajustarlos antes de hacer la foto. Además,... empieza a dar síntomas de vejez. Véase la filtración de luz en la primera foto, la de la estación ferroviaria de Olite. Ya comentaré eso cuando hable del rollo de Kodak Tri-X 400.

Globalmente, estoy muy contento con los resultados. Podría establecer una comparación con la Tri-X 400, ya que acabé el rollo antes de terminar la visita a Olite y puse esa película tan distinta en la cámara. Algún comentario haré en su momento. Pero sinceramente, para el estilo de fotografía que hago últimamente, no acabo de sentirme cómoda con ella. Era estupenda para subir a la nieve... pero no tanto cuando las condiciones van variando durante una jornada viajera. Pero si conoces sus pejigueras, también es apta para obtener buenas fotos. Que conste.

Viajando con formato medio digital - Fujifilm GFX 50R en Olite

Quizá el título de la entrada sea exagerado. Una excursión en el día desde Zaragoza a Olite en Navarra, y regreso en el día, no sé si califica como "viajar". Son unos 140 km en tren ida y vuelta, y pasar la tarde en la población navarra. Más o menos lo he contado grosso modo en mi Cuaderno de ruta. Pero, aunque no la adquirí como cámara de viaje, quería investigar cómo se comporta la Fujifilm GFX 50R de formato medio digital en ese ámbito de la fotografía. Vamos a ver cuáles son mis impresiones.

Primero. La calidad de imagen. Ningún secreto. La calidad de imagen es muy alta siempre que la técnica del fotógrafo que use uno de estos chismes sea buena. Si eres descuidado a la hora de enfocar o de seleccionar tus parámetros de exposición, la calidad de la imagen también sufre más que con formatos de sensor de captura más pequeños. Así que no se puede ser descuidado; errores no muy importantes se notan más. Ayer, en un entorno turístico relativamente concurrido... alguno que otro cometí. Pero si todo va bien... pues la imagen tampoco es del todo placentera. Es demasiado "perfecta" y poco expresiva. Salvo que tengas un luz espectacular, lo cual, mientras viajas, sucede a veces sí y a veces no... tendrás que currártelo un poco en la aplicación de procesado de la imagen digital. Y "ensuciarla" un poco... Yo he usado para el revelado básico Capture One 22 Express. Para la corrección de perspectivas, Affinity Photo 1.10. Para "ensuciar" la imagen, la simulación de Kodak Portra 160NC de Color Efex Pro 4, de la Nik Collection.

Segundo. Un único objetivo, una única focal. Esta cámara con el único objetivo que tengo para el sistema, es llevadera. He llevado a cuestas equipos más pesados. Pero si le sumase más ópticas, ninguna tan ligera como el GF 50 mm f3,5... sería oneroso para la espalda. Lo cierto es que no eché de menos otras focales. Supongo que si las llevas las usas, se te ocurren situaciones para hacerlo. Pero como no las llevaba, y lo sabía, aunque no pensase en ello, solo veía en el ángulo de visión del objetivo. Esto me pasa hace ya un tiempo. Especialmente desde que prefiero las focales fijas. Veo en función de la focal que llevo. En unos días os hablaré de usar otros objetivos con otras distancias focales... pero otro día será.

Tercero. Modo de exposición. No voy a cambiar a estas alturas las fórmulas que me han ido bien desde siempre. Cuando hay buena luz, modalidad de prioridad a la apertura (A o Av, según sistemas), ya que esta define en gran medida la estética de la toma, al gestionar la profundidad de campo. Pero aquí viene una de las advertencias asociadas al sistema. Se nota bastante en los resultados que tienes poca profundidad de campo. Y a veces de forma desagradable. Hay que tener cuidado sobre dónde enfocas y como gestionas las áreas desenfocaras de la escena. Cuando la luz escasea mucho, suelo optar por la modalidad de prioridad a la velocidad de obturación (S o Tv, según sistemas). Ajustas la velocidad mínima para evitar trepidaciones en la imagen, y dejas que la apertura caiga donde pueda... y enfocas con el mayor cuidado posible, por lo dicho de la escasa profundidad de campo. Puntualmente, en determinadas escenas, modo manual. El ISO lo suelo ajustar a automático con un máximo de ISO 3200.

Cuarto. Ergonomía de la cámara. Conforme la vas usando, te vas acostumbrando a donde encontrar los principales ajustes sin mirar, y en general es bastante buena. Tiene algún botón puesto donde no debería, por lo que a veces lo pulsas sin querer. Pero en general, bien. Todavía tengo que decidir cómo personalizar los distintos botones de función configurables. Pero necesito más experiencia. El principal problema que he tenido ha sido el visor electrónico. Es muy nítido, sin duda. Pero también demasiado contrastado. Puede ajustarse la luminosidad y el color... pero no he encontrado como ajustar el contraste. La única solución que encuentro es seleccionar un estilo, una simulación de película que dicen, muy poco contrastada. Pero eso es un rollo, porque suelo tirar en Raw + JPEG, usando los JPEG, de pequeño tamaño para subir a redes sociales mientras viajo. Y por eso me gusta que la foto quede bien desde la cámara... En fin... iremos viendo.

Quinto. Simulaciones de película. En pocas palabras... no he encontrado todavía una que me acomode del todo. De las incluidas o de las configurables. Creo que, al fin y al cabo es porque no hay una que valga para todo. Quizá la simulación PROVIA/Estándar o la simulación CLASSIC NEGATIVE, sean las más convenientes. No me gusta nada la simulación VELVIA para paisaje; sí que me gustan las simulaciones ACROS + filtro amarillo o naranja para blanco y negro. Pero no suelo usarlas, porque de color puedes pasar a blanco y negro, pero no al revés.

Sexto. Batería. Sólo tengo una. No sé si necesito más. Bueno... siempre hay que tener al menos una de repuesto. Disparé mucho más de lo que necesitaba para las fotos que quería, por ver cómo se iba agotando la carga. A pesar de ello, sólo hice 195 disparos. De las cuatro barras del indicador de carga, han desaparecido dos. Si la progresión es lineal, habría que pensar que me puede quedar 150 disparos más. Normalmente, suficiente para un día de viaje. Pero todavía no sé si es lineal la progresión del indicador. En la mayor parte de las cámaras, no. Así que pueden ser menos. En un viaje normal, creo que no necesitaría usar más de una batería al día, pero debería llevar un repuesto por si acaso.

Resumiendo... ¿Podría usar esta cámara para ir de viaje? Seguro. Y lo disfrutaría. Pero... ¿es lo más idóneo? Mmmmmmm... teniendo en cuenta que la explotación que hago de las fotos de viaje no necesita de los 51 megapíxeles de esta cámara, probablemente sería ineficiente. Pero no descarto que lo haga en alguna ocasión. Ya veremos en cuales.

Historias de mi historia; primer blanco y negro con Canon EOS 100 (marzo de 1993)

Revolviendo entre las estanterías, encontré un álbum de anillas con un número considerable de hojas con negativos que se remontan a principios de los años 90. Me centraré en esta entrada en algunos de los que expuse en los primeros meses del año 93.

Alquézar, Ilford Delta 400.

Tras haber venido utilizando una modesta, competente, aunque limitada, Pentax P30N durante cuatro años para iniciarme a la fotografía, avanzado el segundo curso de fotografía que hice en el otoño invierno de 1992-93 en la escuela de la galería Spectrum de Zaragoza, decidí que tenía que dar un salto a una cámara con más posibilidades de futuro. No voy a entrar a detallar cómo fue el proceso de decisión. Pero diré que tuve sobre la mesa tres modelos, que en aquel momento tenían un precio similar, y entre los cuales decidí; la Nikon F601, la Canon EOS 100 y la Nikon FM2. Las dos primeras eran dos cámaras que ocupaban un mismo nicho comercial en las dos marcas importantes del momento. La tercera suponía adoptar un determinada filosofía con respecto a la fotografía. Me dejé llevar por las modas del momento y opté por la Canon EOS 100. Aunque años más tarde comprendí que la FM2 se adaptaba más a mi personalidad y me hubiera permitido avanzar más en mi afición. Pero "años más tarde" significa,... veinte años más tarde. Así que no merece la pena darle muchas vueltas al tema.

Loarre, Ilford Delta 400.

La Canon EOS 100 era una cámara que habría grandes posibilidades. Discreta en su funcionamiento, acompañada de un objetivo de focal variable con el silencioso y rápido motor ultrasónico que Canon empezaba a popularizar en aquel momento, un EF 28-80/3,5-5,6 USM, mucho más interesante que todos los derivados que comercializó la marca más tarde. Y honesto en sus prestaciones, aunque limitado como muchos objetivos de focal variable de la época. Los modos de exposición de la cámara, sus tres modos de medición, matricial, ponderada al centro y parcial (9 % central de la imagen), y otras prestaciones la hacían una cámara adecuada para hacer... muchas cosas. La adquirí en febrero de 1993, y tras algún carrete anodino de prueba con diapositivas, durante el mes de marzo le hice algunos carretes en blanco y negro.

No disponía yo de laboratorio en casa en aquel momento. Pero por haber sido alumno de los cursos de la galería Spectrum, por una razonable cantidad anual, podía acceder todos los viernes a los laboratorios y ampliadoras de la escuela de la galería, donde pasé muchos viernes por la tarde, desde que salía de trabajar, comiendo un bocadillo, y hasta que me iba a tomar unos chismes a partir de las ocho y media o nueve de la tarde-noche.

Miraflores, Ilford Delta 400.

Por aquella época, estaba dejando de usar el cómodo y sencillo Rodinal con el que había aprendido a revelar. Y compartiendo con otros amigos y conocidos, usábamos el revelador en polvo ID-11 de Ilford, clon del Kodak D-76. Resultaba muy económico. Desconozco el motivo. En la escuela de galería Spectrum habíamos usado como material sensible la Agfapan APX 100. Pero lo que me encuentro en mis archivos, comprado por mi mismo, es una mezcla de Ilford Delta 400 e Ilford FP4 Plus. Supongo que me aficioné a la Delta 400 porque ofrecía un sensibilidad todoterreno con una buena nitidez y grano más contenido que otras películas de la misma sensibilidad, y era más sencilla de revelar y fijar que la similar de Kodak en cuestión de películas modernas de grano tabular, la T-Max 400. Lo cierto es que me gusta el aspecto de aquellos negativos, perfectamente conservados.

Cabezo de Alcala, Azaila, Ilford FP4 Plus 125.

Aquí os traigo fotografías de tres rollos. El primero que hice con la Canon EOS 100 en blanco y negro, un Ilford Delta 400 en una excursión a la bonita villa de Alquézar, en la provincia de Huesca. Se nota mucho que no estaba familiarizado con la cámara, y no tengo buenos resultados de aquel día. Después, otro Delta 400 en el castillo de Loarre, también Huesca, que terminé en el entorno de la estación de Miraflores en Zaragoza. Un entorno totalmente distinto de lo que es hoy en día. Dejando de lado que no controlaba todavía algunos aspectos de la toma, algo en lo que uno va mejorando con el tiempo, me gusta el rendimiento que daba la película. Quizá deje de usar con tanta frecuencia la HP5 Plus 400 y me vuelva a la Delta 400, más contrastada. Aunque más exigente en el momento de la toma

Pueblo viejo de Belchite, Ilford FP4 Plus 125.

Por otro lado, tengo también, de por aquellos días, un rollo de Ilford FP4 Plus 125 expuesto entre el yacimiento arqueológico de Cabezo de Alcalá en Azaila (Teruel) y las ruinas de la guerra del pueblo viejo de Belchite. Este último sitio es un lugar muy popular entre los aficionados a la fotografía de Zaragoza. Ahora está vallado y no sé muy bien cuáles son los requisitos para entrar. Pero en aquella época íbamos cuatro gatos y podías ir en cualquier momento. No creáis que encuentro muchas diferencias de nitidez y de grano en la Delta de ISO 400 y la FP4 Plus de ISO 125...

Pueblo viejo de Belchite, Ilford FP4 Plus 125.

Al asalto de un castillo con la Canon Powershot G5X

Mi primera cámara digital fue una Canon Ixus 400. Me encantaba. Todavía la tengo. Y creo que funciona. Aunque con alguna irregularidad relacionada con la batería. La compré a principios de 2003 y en un par de viajes comprobé que aquello estaba bien. Pero quizá hacía falta algo más. Las cámaras réflex digitales eran carísimas en aquel tiempo, y todavía era una tecnología por evolucionar. Pero en el noviembre de 2004, compré una cámara viajera que mejoraba las prestaciones de la Ixus 400. Se trataba de la Canon Powershot G6. Que todavía tengo. Y funciona sin problemas. Su puesta de largo fue en un viaje a Roma en diciembre de 2004, donde me sirvió espléndidamente.

Tenían un pequeño sensor de 7,1 megapíxeles, una pantalla articulada, diminuta para lo que hoy se lleva, un visor óptico muy impreciso, y un zoom equivalente a un 35-140/2,0-3,0. Permitía obtener archivos RAW y tenía diversos modos expertos de exposición. Sensibilidades entre 50 y 400 ISO. Esta última, muy "ruidosa", aunque en alguna ocasión la usé y no me arrepiento. El ruido no era "feo".

La serie G de Canon era una serie de cámaras compactas prestigiosas, que con la "democratización" de las cámaras réflex fue perdiendo fuerza, pero que no llegó a desaparecer del todo. En un momento dado, el número del modelo quedó emparedado entre la G y una X final, les aumentaron notablemente el tamaño del captor de imagen y se mantuvo en un mercado mucho más incierto que en sus inicios. Los sensores han oscilado, según modelos entre los de 1" y los de tipo APS-C con algún otro intermedio. Recientemente, a un amigo mío le regalaron por su cumpleaños una cámara actual de esta serie, la Canon Powershot G5 X, y me la dejó durante unos días. Nos dimos un paseo con ella por el castillo de Peracense.

Como curiosidad, los precios de ambas cámaras como nuevas se llevaban muy poco. Algo más barata la más antigua, pero si corrigiéramos por la inflación, prácticamente son del mismo precio. Pero las prestaciones son otro cantar.

Con un captor de imagen de 1", 20,2 megapíxeles, un sistema de grabación de vídeo notable, un visor electrónico estupendo, una pantalla articulada comodísima, y un objetivo equivalente a un 24-100/1,8-2,8, es una cámara muy capaz para ir por el mundo ligero de equipaje.

Como podéis comprobar, la pantalla articulada es de lo más apta para una práctica del autorretrato en condiciones dignas, siempre que tengas un poco de arte para elegir el encuadre y las condiciones de luz.

Tiene una cierta protección contra las inclemencias del tiempo, aunque no sé hasta donde llega, y se maneja con razonable comodidad. Los mandos tienen ciertas posibilidades de personalización, aunque se han quedado cortos, y que a determinados botones, ruedas o mandos no se les puedan asignar determinadas funciones resulta un poco frustrante. Pero en general, si te acostumbras, va bastante bien.

Con los fuertes contrastes de la dorada luz de un tardecer de atmósfera limpia, diáfana, la tarea de rescatar el detalle de las sombras se ha podido ejercer sin problemas y sin que el ruido electrónico sea un problema en ningún momento. En un momento dado he comprobado que la cosa se puede subir a ISO 1600 sin problemas. Y hasta ISO 6400 son utilizables pero aceptando compromisos y sin ampliaciones excesivas.

Me ha llamado la atención que la relación de aspecto del captor es de 3:2. Yo hubiera preferido un 4:3. Pero bueno, con más de 20 megapíxeles, luego uno recorta que aun queda material. Como yo he hecho, podréis comprobar en las fotos.

Probé también a convertir a blanco y negro algunas de las fotos, y quedan bien. Como estas que proceden del antiguo ferrocarril de Sierra Menera, al pie del castillo.

Para quien no quiera complicarse la vida con cámaras grandes y pesadas, quiera viajar discreto por la vida, sin más pretensiones que un aparato que le permita recoger lo que observa sin problemas, es un aparato perfectamente acertado. No es muy rápido en fotografía de reportaje, pero si el fotógrafo tiene una cierta capacidad de antelación, tampoco hay que descartar el género. Eso sí... partidarios de bokē cremosísimo y difuminadísimo... pues es complicado con ese tamaño de captor de imagen.

En fin, me despido con unas imágenes del pueblo de Peracense con la esperanza de que esta pequeña prueba le sea útil a alguien que esté pensando en una cámara de este tipo.

Sierra de Caldereros y castillo de Zafra con Impossible Project Spectra

Como ya he comentado varias veces, mis fotografías instantáneas, realizadas en su mayor parte con mis cámaras Polaroid sobre película Impossible Project, aparecen secuencialmente, un día sin otro, en mi página de Instagram, dedicada en exclusiva a este tipo de fotografía. Digo película Impossible Project y no Polaroid Originals, porque hasta el momento no he terminado mis reservas con la marca antigua, aunque ya tengo en la nevera cartuchos con la marca nueva.

Aunque tengo dos cámaras Polaroid, una Image System SE y una Supercolor 635, suelo utilizar más la primera porque tiene más posibilidades de control de la imagen, porque tiene una sistema ópticos superior, y en general, las fotografías tienen más calidad. No obstante, esa cámara utiliza el formato de película Spectra, de la cual no se fabrican series especiales. Por lo que si me apetece usar una de estas, entonces tiro de la Supercolor 635. A la espera de ver los resultados de las nuevas Polaroid Originals, en general prefiero los resultados de la película en blanco y negro, con sus agradables tonos cálidos, a los apagados de las películas en color.

A finales de verano, hicimos una excursión un sábado por la tarde a la sierra de Caldereros y el castillo de Zafra en la provincia de Guadalajara, cerca del límite con Aragón, de la que ya os hablé y os mostré distintas series fotográficas realizadas con otros materiales. Hoy y aquí, toca mostrar la serie de fotografías instantáneas que hice en aquella tarde con la Image System SE y un cartucho con ocho fotografías en blanco y negro.

Todo fue como de costumbre, salvo que algunas fotografías a mitad de cartucho presentaron algunos problemas de veladura. Especialmente una que quedo casi totalmente en blanco. Quizá se debiera a que la protección inicial tras la exposición y la expulsión de la foto fuera del cartucho fuera insuficiente, y la luz ambiental les afectase. No sé. No me había pasado con esta cámara nunca.

En fin, tengo aun pendientes de presentar en su conjunto varias series más que han ido apareciendo, o están apareciendo en Instagram. Poco a poco, conforme vaya teniendo huecos en mis secuencia de publicación, irán apareciendo.

Hasta la próxima entrada sobre fotografía instantánea. En la que pasearemos por las calles del barrio de Valdefierro de la ciudad de Zaragoza.