La fotografía como afición y otras artes visuales

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Historias de mi historia; primer blanco y negro con Canon EOS 100 (marzo de 1993)

Revolviendo entre las estanterías, encontré un álbum de anillas con un número considerable de hojas con negativos que se remontan a principios de los años 90. Me centraré en esta entrada en algunos de los que expuse en los primeros meses del año 93.

Alquézar, Ilford Delta 400.

Tras haber venido utilizando una modesta, competente, aunque limitada, Pentax P30N durante cuatro años para iniciarme a la fotografía, avanzado el segundo curso de fotografía que hice en el otoño invierno de 1992-93 en la escuela de la galería Spectrum de Zaragoza, decidí que tenía que dar un salto a una cámara con más posibilidades de futuro. No voy a entrar a detallar cómo fue el proceso de decisión. Pero diré que tuve sobre la mesa tres modelos, que en aquel momento tenían un precio similar, y entre los cuales decidí; la Nikon F601, la Canon EOS 100 y la Nikon FM2. Las dos primeras eran dos cámaras que ocupaban un mismo nicho comercial en las dos marcas importantes del momento. La tercera suponía adoptar un determinada filosofía con respecto a la fotografía. Me dejé llevar por las modas del momento y opté por la Canon EOS 100. Aunque años más tarde comprendí que la FM2 se adaptaba más a mi personalidad y me hubiera permitido avanzar más en mi afición. Pero "años más tarde" significa,... veinte años más tarde. Así que no merece la pena darle muchas vueltas al tema.

Loarre, Ilford Delta 400.

La Canon EOS 100 era una cámara que habría grandes posibilidades. Discreta en su funcionamiento, acompañada de un objetivo de focal variable con el silencioso y rápido motor ultrasónico que Canon empezaba a popularizar en aquel momento, un EF 28-80/3,5-5,6 USM, mucho más interesante que todos los derivados que comercializó la marca más tarde. Y honesto en sus prestaciones, aunque limitado como muchos objetivos de focal variable de la época. Los modos de exposición de la cámara, sus tres modos de medición, matricial, ponderada al centro y parcial (9 % central de la imagen), y otras prestaciones la hacían una cámara adecuada para hacer... muchas cosas. La adquirí en febrero de 1993, y tras algún carrete anodino de prueba con diapositivas, durante el mes de marzo le hice algunos carretes en blanco y negro.

No disponía yo de laboratorio en casa en aquel momento. Pero por haber sido alumno de los cursos de la galería Spectrum, por una razonable cantidad anual, podía acceder todos los viernes a los laboratorios y ampliadoras de la escuela de la galería, donde pasé muchos viernes por la tarde, desde que salía de trabajar, comiendo un bocadillo, y hasta que me iba a tomar unos chismes a partir de las ocho y media o nueve de la tarde-noche.

Miraflores, Ilford Delta 400.

Por aquella época, estaba dejando de usar el cómodo y sencillo Rodinal con el que había aprendido a revelar. Y compartiendo con otros amigos y conocidos, usábamos el revelador en polvo ID-11 de Ilford, clon del Kodak D-76. Resultaba muy económico. Desconozco el motivo. En la escuela de galería Spectrum habíamos usado como material sensible la Agfapan APX 100. Pero lo que me encuentro en mis archivos, comprado por mi mismo, es una mezcla de Ilford Delta 400 e Ilford FP4 Plus. Supongo que me aficioné a la Delta 400 porque ofrecía un sensibilidad todoterreno con una buena nitidez y grano más contenido que otras películas de la misma sensibilidad, y era más sencilla de revelar y fijar que la similar de Kodak en cuestión de películas modernas de grano tabular, la T-Max 400. Lo cierto es que me gusta el aspecto de aquellos negativos, perfectamente conservados.

Cabezo de Alcala, Azaila, Ilford FP4 Plus 125.

Aquí os traigo fotografías de tres rollos. El primero que hice con la Canon EOS 100 en blanco y negro, un Ilford Delta 400 en una excursión a la bonita villa de Alquézar, en la provincia de Huesca. Se nota mucho que no estaba familiarizado con la cámara, y no tengo buenos resultados de aquel día. Después, otro Delta 400 en el castillo de Loarre, también Huesca, que terminé en el entorno de la estación de Miraflores en Zaragoza. Un entorno totalmente distinto de lo que es hoy en día. Dejando de lado que no controlaba todavía algunos aspectos de la toma, algo en lo que uno va mejorando con el tiempo, me gusta el rendimiento que daba la película. Quizá deje de usar con tanta frecuencia la HP5 Plus 400 y me vuelva a la Delta 400, más contrastada. Aunque más exigente en el momento de la toma

Pueblo viejo de Belchite, Ilford FP4 Plus 125.

Por otro lado, tengo también, de por aquellos días, un rollo de Ilford FP4 Plus 125 expuesto entre el yacimiento arqueológico de Cabezo de Alcalá en Azaila (Teruel) y las ruinas de la guerra del pueblo viejo de Belchite. Este último sitio es un lugar muy popular entre los aficionados a la fotografía de Zaragoza. Ahora está vallado y no sé muy bien cuáles son los requisitos para entrar. Pero en aquella época íbamos cuatro gatos y podías ir en cualquier momento. No creáis que encuentro muchas diferencias de nitidez y de grano en la Delta de ISO 400 y la FP4 Plus de ISO 125...

Pueblo viejo de Belchite, Ilford FP4 Plus 125.

Quo vadis, Olympus? - Olympus Pen EE3 + Ilford HP5 Plus 400

Hace unos días, el mundo de la fotografía, de las cámaras y otros aparatos fotográficos más bien, se despertaba conmocionado por el anuncio de que la empresa japonesa Olympus vendía su división de imagen y fotografía. Para quien no conoce más allá, creerá que es la desaparición de Olympus. Pero lo cierto es que la división de fotografía de esta empresa es una pequeña parte del conjunto de la misma. Que hace años que no consigue sacar de los números rojos, frente a la prosperidad del resto de las divisiones empresariales, y que además se vio salpicada hace unos años por ciertos escándalos. Pero tal ha sido la historia y la fama de los cámaras y ópticas fotográficas de la empresa que, incluso los artículos de Wikipedia sobre la misma hablan sobre todo de esto, aunque sea una porción muy minoritaria de su negocio. En cualquier caso, saltaron alarmas porque para muchos "más o menos entendidos" supone el principio del fin de esta marca en el mundo de la fotografía. Y a partir de ahora tendremos que distinguir entre Olympus como empresa y Olympus como marca.

La cuestión es que Olympus, en el mundo de la fotografía, es una marca con prestigio. Nunca ha estado entre los líderes del mercado, pero hay cierto acuerdo casi unánime sobre el hecho de que ha sido una marca innovadora y un fabricante de calidad. Hoy ilustro esta entrada con fotografías realizadas con un Olympus Pen EE3, cámara compacta muy sencilla, de su gama de cámaras de medio formato. Es decir, que producía negativos de 17 x 24 mm sobre película biperforada de 35 mm de ancho en lugar de los más habituales de 36 x 24 mm. El doble de fotos con la misma cantidad de película. Además de esta pequeña Pen EE3, también os he hablado en alguna ocasión de la bella réflex Olympus Pen F, con objetivos intercambiables.

Esta gama de cámaras tuvo una trascendencia mayor de lo que imaginamos. Aunque en Europa y otros países de los llamados occidentales tuvieron un éxito moderado, en su mercado doméstico, Japón, y otros mercados asiáticos se vendieron como churros. Y no es infrecuente ver jóvenes japoneses, sobre todo chicas, que posan con ellas en sus cuentas de instagrama, todavía en uso. Son sencillas, eficaces, bonitas,... la cámara del teléfono móvil para los selfis y fotos de redes sociales y las Olympus Pen para las fotos más personales, más, por decirlo de alguna forma, artísticas. Consideremos que un fotógrafo de prestigio como Daido Moriyama ha publicado a lo largo de su vida un par de libros con fotografías realizadas con compactas de la serie Pen. El más conocido, Okinawa (enlace a un vídeo en Youtube sobre el libro). En concreto, una Olympus Pen W, con objetivo no intercambiables E.Zuiko 25/2,8. La W venía de wide, por ser una focal gran angular, equivalente a un 35 mm en las cámaras con formato más convencional de 36 x 24 mm.

En sus buenos tiempos, Olympus nos daba detalles sobre lo que teníamos entre las manos. El objetivo de la Pen W es un E.Zuiko... siendo E la quinta letra del alfabeto latino, lo que nos informaba de que esa óptica tenía cinco lentes. La Olympus Pen original, la Pen S o las Pen EE, incluida mi Pen EE3, tenían un D.Zuiko... cuatro lentes, una óptica tipo tessar. La más prestigiosa Olympus Pen D portaba un F.Zuiko... seis lentes en un esquema tipo planar que permitía aperturas máximas más luminosas. El objetivo intercambiable de mi Olympus Pen F también es un F.Zuiko. Cuanto más avanzada la letra dentro del abecedario, mayor luminosidad y mayor calidad óptica. Pero todos ellos tenían una calidad aceptable para los usos que se le daban. Podríamos entrar y no acabar de hablar de las maravillas de la mecánica de aquellas cámaras. Y cuando ya decidió centrarse para competir mejor en el formato completo, de 36 x 24 mm, las maravillas de la gama profesional de la serie OM como las OM1, OM2, OM3, OM4, OM3Ti y OM4Ti.

Sin embargo, como ya he dicho, nunca estuvo entre los líderes. Quien consiguió pisarle el liderazgo de la fotografía profesional de reportaje ultraportable a Leica, no fue Olympus sino Nikon con su serie F. Cuando la electrónica y el enfoque automático avanzó, se quedó totalmente atrás, en un posición totalmente minoritaria con sus cámaras, buenísimas, pero de enfoque manual. Fue cuando llegó el liderazgo de Canon. Y con la llegada de la fotografía digital hizo una apuesta muy fuerte por los formatos de sensor de tamaño contenido, el Cuatro tercios, en su forma original o Micro cuatro tercios, que permitía el diseño de objetivos de muy buena calidad con un tamaño, y un precio por lo tanto, relativamente contenidos. Mucho más herederas del espíritu de la Leica original de Oskar Barnack que la propia Leica. Pero en un mundo polarizado entre la simpleza de la cámara del teléfono móvil, de calidad sólo pasable pero con resultados inmediatos, y las modas impuestas por los partidarios de los sensores más grandes, que tienen sus ventajas, pero también sus inconvenientes en tamaño y precio, no ha encontrado tampoco su sitio.

De momento la marca y los productos no desaparecen. Olympus es considerada una marca de prestigio por la sociedad y el gobierno japonés. Y según parece, uno de los principales objetivos de esta venta/compra sería mantener la marca a salvo de desaprensivos que luego hace bazofia bajo una marca de prestigio, como ha pasado recientemente con Yashica. Sobre si eso supone el final de la producción tal y como la conocemos para dar paso a otra cosa o no,... sigo sin encontrar mi bola de cristal. De momento, siguen anunciando el lanzamiento de novedades, en forma de nuevos objetivos para el sistema, que es compatible fundamentalmente con lo que hace Panasonic. Y poco más. Soy usuario micro cuatro tercios en los viajes, y sigo pensando que es un compromiso casi ideal para este uso. Y que el 95 % de los usuarios aficionados pueden desarrollar su afición con un equipo de estas características sin necesidad de enredarse en los mastodontes, sobre todo por el tamaño de los buenos objetivos, de los llamados formatos completos. Ya veremos, que dijo un ciego a otro ciego.

No es doy más la tabarra. Simplemente decir que las fotografías se han realizado con un rollo de Ilford HP5 Plus 400. Que la cámara, que tiene cincuenta años, expone los negativos con una consistencia envidiable por muchas otros aparatos de esa antigüedad. Que la calidad del objetivo supera a los zarrios caros y malos que venden los "lomógrafos" y otros similares. Y que revelé el rollo en Kodak HC-110 en dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC. Para luego digitalizar los negativos con la Panasonic Lumix G9 y un objetivo macro en alta resolución,... con 70 megapíxeles por negativo. Mucho más de lo necesario. Pero así de matones son estos sistemas de formatos pequeños.

Retomando la fotografía infrarroja - Fujifilm GS645S + Hoya IR72 + Ilford SFX 200

Desde hace tiempo me muestro interesado por la fotografía en el espectro del infrarrojo. Aunque he hecho algún pinito con alguna cámara digital que muestra cierta sensibilidad a esta parte del espectro electromagnético, la mayor parte de las modernas no son sensibles, a lo que más me he dedicado es a la fotografía infrarroja con con película de haluros de plata tradicional. Tradicionalmente existían emulsiones específicas para este tipo de fotografía, pero hoy en día no se fabrican o no son fáciles de encontrar por fabricarse sólo para determinados entornos y situaciones. Pero sí que encontramos con facilidad películas en blanco y negro pancromáticas, es decir, sensibles a todas las longitudes de onda del espectro visible, desde el rojo al violeta, con una sensibilidad espectral extendida al infrarrojo cercano. Usando un filtro adecuado, podemos cortar el acceso a nuestra película de todas las longitudes de ondas que correspondan al espectro visible, y dejar pasar solamente las que corresponde al infrarrojo cercano.

En los últimos años, con este fin he venido usando las películas de Rollei Superpan 200 Pro y Retro 80S, así como la Ilford SFX 200. La Rollei Retro 80S es la que más me convence en sus resultados, especialmente si buscas un grano fino. Pero tiene problemas de calidad en su fabricación y he acabado escamado de ella. La Superpan 200 Pro no me ha dado problemas nunca,... pero claro, es Rollei también, y se te mete el miedo en el cuerpo. Por ello, en su momento adquirí un suministro de Ilford SFX 200, apreciablemente más cara, pero más fiable desde mi punto de vista. Me quedaba un rollo. Y el runrún en la cabeza de retomar este tipo de fotografía durante el verano, que es su momento adecuado.

Recientemente, vi un vídeo en Youtube de un fotógrafo paisajista británico que eventualmente realiza paisaje en el infrarrojo con cámaras digitales modificadas. Tal es la modificación, que puede realizar las fotografías a mano alzada, sin necesidad de trípode. 

El problema con las películas infrarrojas es que el filtro que colocas en el objetivo, en mi caso un Hoya IR72 de 49 mm de diámetro, se lleva cinco pasos de exposición. Si una película tiene una sensibilidad nominal de ISO 200, es como si estuvieses usando una de ISO 6. Y eso implica que hay que usar un trípode siempre, ¿o casi siempre? A esto vamos hoy. A que en determinadas ocasiones, podemos ir sin trípode, haciendo algunos sacrificios.

Con película infrarroja me gusta usar cámaras telemétricas. Con una réflex, si pones el filtro, no ves nada por el visor. Tienes que andar poniendo y quitando para enfocar y encuadrar. Así que en esta ocasión opté por la Fujifilm GS645S Wide60, puesto que el rollo que me quedaba de SFX 200 era de tipo 120. La mañana del domingo era soleada y despejada aunque con algunas nubes en el cielo que no servían para matizar la luz, aunque sí para dar vida al espacio celeste. Así que, incluso antes de salir de casa, comprendí que la medición de la luz en valores de exposición iba a ser EV15. Es decir, tiempo soleado, si ajustamos el diafragma a f/16, la velocidad de obturación sería el inverso de la sensibilidad de la película. Haciendo cuentas, comprendí que la combinación f/4 (apertura máxima del objetivo) y 1/60 segundo (velocidad de seguridad para no obtener fotos trepidadas), era posible. Aunque con un precio a pagar. En formato medio, una apertura de f/4 implica una cuidada selección del encuadre para decidir que aparecía enfocado y que no. La hiperfocal con esa apertura, estamos hablando de paisajes, mayormente, es 20 metros, por lo que lo planos muy próximos corrían mucho riesgo de aparecer desenfocados. También hay que tener en cuenta que es una buena óptica, pero que hay que esperar cierta degradación de la imagen en los bordes de la misma a su máxima apertura. Así se aprecia en alguna fotografía con edificios en los bordes de la imagen. En cualquier caso, la primera vez que me lanzaba a realizar infrarroja a mano alzada.

La película la revelé, según lo recomendado, en Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 9 minutos a 20 ºC. 30 segundos de agitación tranquila inicial y luego cuatro inversiones del tambor cada minuto, hasta alcanzar el tiempo previsto. Las fotos fueron digitalizadas con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución (imagen aprovechable en esta ocasión de entre 65 y 70 megapíxeles) con el M.Zuiko 12-40/2,8 a una focal de aproximadamente 35 mm y una apertura de f/5,6. Los ficheros digitales hay que trabajarlos un poquito, no demasiado, pero con cuidado, para ese aspecto característico de la fotografía infrarroja en blanco y negro. Especialmente, evitando bloquear las luces, abundantes en las fotos con mucha vegetación. He usado Affinitiy Photo con el complemento de Color Efex de la Nik Collection para el terminado final. No la versión actual de pago, sino la que fue gratis durante un tiempo, y que es perfectamente usable todavía. He comprobado ya en varias ocasiones que "jugando" con el filtro "Claridad (Clarity)" de Affinity Photo (u otros programas) se puede evitar el aumento de grano indeseado cuando ajustas el contraste, sin afectar a la nitidez global de la imagen.

Globalmente, he quedado satisfecho con las fotografías. Para comparar el efecto de la fotografía infrarroja respecto a la normal realizada con película pancromática, os he puesto un par de imágenes comparando con las obtenidas con la pequeña Olympus Pen EE3 cargada con Ilford HP5 Plus 400. Este tipo de fotografía es ideal para los días de verano, con luz intensa, y con abundancia de vegetación muy verde todavía. Y siempre que la sensibilidad de base de la película sea de 200 o más, podremos evitarnos el trípode, aunque habrá que ser cuidados con la composición y con lo que dejamos enfocado y lo que no. Recordad que en la luz infrarroja no enfoca en el mismo plano que la luz visible y que si el objetivo tiene marca de corrección del punto de enfoque para luz infrarroja, hay que usarla. La GS645S la tiene, y la usé sistemáticamente, consiguiendo una buen nitidez en todas las fotos. Con diafragmas más cerrados igual se compensa con la profundidad de campo derivada, pero con f/4, no.

Algún problema, ya resuelto, con Leica IIIf + Ilford FP4 Plus 125 a IE 400

Casi con toda seguridad, mi cámara más bonita es la Leica IIIf. La tengo desde hace casi 20 años. Y aunque no tiene la agilidad de uso de las posteriores Leica telemétricas de la serie M, es muy divertida de usar. Pero siempre ha tenido un "problema" que a mí me ha generado algún quebradero de cabeza. Su mecanismos de carga de la película es un rollo, nunca mejor dicho. Es complicado, hay que tener precauciones, hay que recortar la lengüeta de la película para evitar problemas, y hay que asegurarse muy bien de que la película esté bien enganchada y avance. Un modelo de 1951, pero con un diseño que procede de los años 20 y 30 del siglo XX. Eso sí, como digo, una vez todo está en su sitio, una delicia.

El objetivo "titular" de la cámara es el Elmar 50/3,5. Pero cuando hace unas semanas decidí ponerla en marcha, porque hacía mucho que no lo hacía y las cámara conviene usarlas de vez en cuando, o al menos accionarlas de vez en cuando, decidí utilizar el Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. Este objetivo, con montura de rosca de 39 mm, no está acoplado al telémetro, por lo que se usa enfocando por zonas o a la hiperfocal. El diseño del objetivo lo hace muy sencillo. Además es un gran angular, por lo que todavía es más fácil. Es un objetivo muy compacto y ligero, y el único inconveniente es que hay que usarlo con un visor externo. Pero no me da muchos problemas el error de paralaje y la posible imprecisión del visor con respecto a lo que ve el objetivo. No es el mejor de los visores, pero funciona.

La cuestión es que le puse un rollo de Ilford FP4 Plus 125 con el fin de exponerla a primeras horas de la mañana, en mis desplazamientos a trabajar, con una luz con poco contraste, a un índice de exposición de 400, aumentando el tiempo de revelado de forma acorde. Lo que os expliqué recientemente con la Hasselblad, pero que originalmente lo pensé para la Leica IIIf. El problema es que cuando revelé el rollo apareció en blanco. Sin exponer. Cero. Ni rastro de luz en ese rollo. Tras investigar un poco encontré la causa.  Si os fijáis en la foto de la cámara que he puesto más arriba, veréis que la palanca que desembraga los engranajes de avance de la película permitiendo en el rebobinado de la película, estaba en una posición ambigua. Ni en la R de rebobinado/rewind, ni en la A de avance/advance. Eso hacía que la película avanzase tras cada disparo, pero el obturador no quedaba correctamente armado y no se abría al disparar la película.

Por eso, al fin de semana siguiente hice la prueba con la Hasselblad. Pero claro, tenía que comprobar que el motivo del fallo era el que había descubierto, y para eso había que exponer un rollo de película. Así que cogí un nuevo rollo de FP4 Plus, lo cargué con cuidado una mañana, y con amenaza de lluvia, fui haciendo las 36 fotos del rollo en los 50 minutos que tengo de camino al trabajo andando. Por las paradas a hacer las fotos, ese día tardé casi una hora. Pero bueno. Aparentemente, todo funcionaba.

El rollo de película lo revelé al mismo tiempo que el de la Hasselblad, en el mismo tambor, como os conté siguiendo las recomendaciones de Emulsive, con una dilución C de Kodak HC-110, 1+19, durante 8 minutos y 30 segundos a 21 ºC. Y puesto que es el mismo tipo de película y con las mismas condiciones de revelado, podéis imaginar que los resultados fueron similares. Aunque variaban por dos hechos; las condiciones de luz eran distintas, en esta ocasión un nublado con amenaza de lluvia, y debido a que tenía que llegar a una hora prudente a mi lugar de trabajo, no medí cuidadosamente la luz con el Gossen Digisix en todas las ocasiones, sino sólo cuando tenía la impresión de que las condiciones de luz habían variado sustanciales. El resto de las ocasiones, estimando la exposición a "ojímetro".

No fue muy mal. De los 36 fotogramas, dos estaban sobreexpuestos uno o dos pasos, por lo que no hubo problemas para usarlos, otros dos estaban subexpuestos aproximadamente un paso más de los dos previstos, y quedaron con las sombras bloqueadas, aunque uno de ellos usable, y en un fotograma me despisté completamente y usé unos valores de exposición absolutamente aberrantes para las condiciones de luz existentes, y quedó prácticamente transparente. Me di cuanta nada más hacer la foto.

Los resultados, son los que podéis ver. La nitidez de las fotos es inferior que con la Hasselblad. Están digitalizados de las misma forma que los negativos de medio formato, pero obviamente con una ampliación mucho más grande. En ambos casos con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución lo que me da unos ficheros de unos 50 megapíxeles aprovechables. Pero mientras los de la Hasselblad los digitalicé con el zoom 12-40/2,8 de Olympus, para los pequeños de la Leica tuve que escoger el Macro-Elmarit 45/2,8 de Panasonic Leica. Esto hace mucho más crítico el menor error de enfoque o de falta de paralelismo entre la película y el plano del sensor de la cámara. Por otro lado, el simpático Snapshot-Skopar de Voigtländer no tiene la misma nitidez ni la misma resistencia a los contrastes y a otros eventos luminosos que el Planar T* de Carl Zeiss para Hasselblad.

Dicho todo lo anterior, los resultados, para ser un rollo expuesto de forma rápida y sin demasiadas consideraciones "artísticas", al fin y al cabo era una comprobación de que la cámara funcionaba, fueron buenos. Y es factible, como conclusión, lo mismo que os dije hace unos días; usar la FP4 Plus 125 a un índice de exposición de 400, cuando las condiciones de luz y contraste lo hagan adecuado.

Paisaje periurbano con Hasselblad 500CM + Ilford FP4 Plus 125 a IE 400

Poco antes de que la epidemia de covid-19 estallara en nuestras narices, en el último primer domingo de mes con libre entrada a los museos municipales, probé a utilizar la película Ilford FP4 Plus 125 con un índice de exposición de 400 y ajustando de forma adecuada los tiempos de revelado para conseguir un buen intervalo tonal en el negativo tonal. Y no quedé descontento. Es más. Empecé a pensar que...

Dos cosas. La película Kodak Tri-X 400 es la favorita de muchos como película de ISO 400, contrastada y con fuerza expresiva. Sin embargo, nunca me he llevado bien con ella. La mala estabilidad dimensional de su soporte, que se retuerce sobre sí mismo como un condenado, hace que trabajar con ella tras el revelado sea una lucha constante contra el polvo y la suciedad. Agotadora. Y yo no soy de los que considere "guay" una foto llena de polvo y raspaduras. "Lomographismos", los justos. Y con la Ilford HP5 Plus 400 me llevo muy bien, pero reconozco que cuando fotografías escenas de bajo contraste, puede dar negativos muy planos. En un procesado fotoquímico, ajustando la gradación del papel fotográfico y con otras intervenciones, se puede resolver muy bien. Pero en un procesado digital tras el revelado, el ajuste del contraste suele conllevar un aumento en el contraste del grano de la película que me resulta excesivo y no siempre agradable. Pasa con todas las películas. Es uno de los inconvenientes de los procesos mixtos; película tradicional más procesado mixto químico y digital.

La película Ilford FP4 Plus 125, a su sensibilidad nominal, es más contrastada que la HP5 Plus. Y la he usado previamente en alguna ocasión a un índice de exposición de 200, sin muchos problemas. Mi planteamiento actual es el siguiente. ¿Como responde como película a un índice de exposición de 400 cuando la situación fotográfica sea de escenas con poco contraste que quedarían demasiado planas con la HP5 Plus? Siendo escenas poco contrastadas, el riesgo de bloquear las sombras sería menor, siempre que se mida la luz y se proponga unos valores de exposición protegiendo los tonos más oscuros. Decidí hacer dos pruebas. Una con formato medio, la que traigo aquí, con la Hasselblad 500CM calzado con el Planar 80/2,8 CF T*. Otra con formato pequeño, con la Leica IIIf,... pero esa me ha generado algún dolor de cabeza y os la contaré más adelante.

Así pues, salí una mañana de domingo, muy temprano, con el sol recién alzado por el horizonte, y cuya luz quedaba difuminada por algunas nubes en el este-nordeste de Zaragoza, mientras que el paisaje urbano y periurbano de la ciudad era iluminado por una mezcla de esta luz solar difusa pero direccional y por una bóveda celeste, casi totalmente despejadas sobre la vertical de la ciudad. Para medir la luz, me llevé el Gossen Digisix, midiendo unas veces con luz incidente y otras con luz reflejada, en estas ocasiones apuntando ligeramente hacia abajo, para evitar la influencia del cielo despejado en la medición. Es decir, protegiendo la sombras.

La película la revelé siguiendo las recomendaciones de Emulsive, con una dilución C de Kodak HC-110, 1+19, durante 8 minutos y 30 segundos a 21 ºC. Estas recomendaciones están demostrando ofrecerme unos resultados buenos, muy consistentes, con tiempos de revelado razonablemente buenos, muy manejables, con tiempos para distintas diluciones del revelador. Recordemos que el HC-110 actúa como revelador compensador a diluciones altas (1+47, 1+63, 1+100, 1+160,...), pero los resultados a diluciones más concentradas (1+15, 1+19) son algo más contrastados, sin pasarse, o normales (1+31), sea lo que sea en estos tiempos la "normalidad".

Con las condiciones de luz de esa mañana de primavera, los resultados me han sorprendido por su calidad. Los negativos se ven bastante contrastados, lo que era de esperar dado el revelado prolongado, pero en ninguno de ellos se han empastado las sombras, que conservan detalle siempre. Y sin que se bloqueen las luces. No tengo claro que los resultados fueran igual de estupendos en una escena con luz más dura, pero en las condiciones adecuadas, sin problemas. He digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el Olympus 12-40/2,8, no hace falta macro para los negativos de 56 x 56 mm, y el zoom permite ajustar más fácilmente el encuadre. He usado el modo de alta resolución de la cámara, que para un formato cuadrado nos proporciona hasta 60 megapíxeles. Que se quedan en unos 50 megapíxeles cuando eliminas los márgenes de seguridad con los que fotografías los negativos. Información para dar y vender. El grano de la película es apenas perceptible. Y aunque obtengo un fichero RAW y un JPEG, ajustando en este último el contraste adecuado en la cámara es utilizable inmediatamente, tras invertir los tonos, claro, sin que manipulaciones de ningún tipo hagan aumentar la presencia del grano.

He tenido algún problema con la nitidez de la imagen en las tomas realizadas a f/4, las primeras de la mañana. No me llevé el trípode. Pero hace ya un tiempo que uno de los dos respaldos que tengo en activo para la Hasselblad no está realizando bien su función, y es el que llevaba esa mañana. Las tomas realizadas a f/8 o f/11 se ven perfectamente nítidas. La irregularidad de las zonas con pérdida de nitidez descartaría errores míos al enfocar, que todo podría ser. Pero si aparece nítido algo situado a tres metros, y algo situado a siete metros, pero no algo situado a cuatro metros y medio... pues algo raro pasa.