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En Oporto (y más) con Pentax MX + Ilford HP5 Plus 400

En la segunda quincena de septiembre he tenido la oportunidad de disfrutar de la segunda mitad de mis vacaciones reglamentarias. Hoy estoy todavía de vacaciones, mi último día. Y de la misma forma que en agosto tuve que improvisar un viaje, a la isla de la Palma en Canarias, en esta ocasión improvisé cuatro días antes de salir un viaje, una estancia en Oporto, Portugal, de seis noches. Lo suficiente para visitar a fondo la bella ciudad portuguesa en el estuario del Duero y visitar algunas otras, a tiro de tren de cercanías o regional, como Guimaraes o Aveiro... o alguna otra. No hubo otra, las tres mencionadas.

Fotográficamente, el planteamiento inicial fue similar al que hice para la isla de la Palma. Un equipo digital principal y una cámara con película en blanco y negro como secundaria. En ámbitos fundamentalmente urbanos me gusta viajar ligero y con una bolsa o mochila discreta. Por ello, opté por la Panasonic Lumix GX9 con dos ópticas fijas, el Leica DG Sumilux 15/1,7 ASPH y el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8, así como el objetivo de focal variable supercompacto Lumix G Vario 12-32/3,5-5,6 ASPH. El conjunto ocupa muy poquito y es ligero. Como cámara con película negativa en blanco y negro me volví a llevar la Pentax MX y el SMC-M 50/1,4. Pero añadí un objetivo angular, el SMC-M 28/3,5, y en lugar de Ilford XP2 Super 400 opté por seis rollos de Ilford HP5 Plus 400. Para viajar prefiero la XP2,... pero como todo fue muy improvisado y repentino, no tuve tiempo de aprovisionarme de suficiente cantidad de película de este tipo. Así que cogí la que tenía. Luego veremos los inconvenientes de la HP5 Plus que, por otra parte, es una excelente película.

Pero cuando llevaba ya varios días de viaje, en Aveiro, me sucedió la desgracia. A la hora de tomar un autobús en esta ciudad portuguesa para dirigirme a ver las casas pintadas de Costa Nova y la Praia da Barra, todo ello en la ría de Aveiro, me hice un lío con el móvil, la mochila, la mascarilla obligatoria en los transportes públicos y la Lumix GX9 y esta última, con el 15 mm, se quedó olvidada en el banco de la parada del autobús. Y ya no la he vuelto a ver. Ni a la cámara con el objetivo, ni las muchas fotos de Oporto y Guimaraes que llevaba en su tarjeta de memoria. Así que la cámara "secundaria", la Pentax MX, se convirtió en principal. Y el último día de viaje efectivo, en lugar de hacer una excursión a algún otro sitio, me quedé en Oporto, "recuperando" algunas fotos entre la MX y el iPhone 7, que se convirtió en mi segunda cámara.

Centrémonos en la experiencia de fotografía con la Pentax MX y la HP5 Plus. Además de los dos objetivos, 28 mm y 50 mm, me llevé tres filtros. Un Hoya gris neutro de 6 pasos de disminución de la luminosidad, y dos Heliopan, uno amarillo nº 8 y otro rojo nº 25. Sólo he usado los dos últimos. El amarillo casi siempre. El rojo, en ocasiones.

La película Ilford HP5 Plus 400 la expuse a un índice de exposición de 320, y la revelé en Kodak HC-110 con los tiempos recomendados para un IE de 400. El primer lote de cuatro películas, con el agua corriendo a 21 ºC, durante 6 minutos y 45 segundos, con una dilución E (1+47). El segundo lote de dos películas, con el agua corriendo a 20 ºC, durante 7 minutos y 30 segundos, a la misma dilución. No hay diferencias apreciables en el resultado final entre los dos lotes de revelado.

Siempre he presumido de que la Pentax MX tiene un fotómetro muy competente a la hora de utilizarlo para mediar la luz. Sin embargo, la impresión general es que la mayoría de los negativos están subexpuestos. Es una impresión que tuve durante el viaje. Si aplicabas la famosa regla del "tiempo soleado, f/16 y velocidad de obturación la inversa del índice de exposición", parecía que siempre me daba un paso de subexposición. Pero como nunca había tenido problemas de exposición con la cámara, seguí haciendo caso a las indicaciones del fotómetro. Sólo durante mi visita a Aveiro decidí usar el fotómetro de mano Gossen Digisix que había echado en la mochila. Es muy pequeñito y ligero. Y competente, tanto para medir luz incidente como reflejada. Si sabes como medir, claro. Desgraciadamente, la batería del fotómetro murió, y seguí confiando, durante el día restante, en el de la cámara.

Me pregunto si el fotómetro de la cámara se ve muy afectado por el color de los filtros y por ello da una información que induce una subexposición en el negativo. No lo sé. Tendré que hacer pruebas. El filtro amarillo tiene un factor de pérdida de luz de ⅔ de paso y el filtro amarillo de 3 pasos. Un paso supone doblar el tiempo de exposición o abrir un paso de diafragma. ⅔ de paso es aproximadamente multiplicar el tiempo de exposición por 1,5 lo cual no se puede hacer con la Pentax MX que tiene una escala de velocidades de obturación de pasos enteros, o abrir medio paso el diafragma, que es una aproximación razonable. Estos sí se puede hacer en los objetivos SMC-M de Pentax. 3 pasos es multiplicar por ocho el tiempo de exposición o abrir tres pasos de diafragma. Salvo en alguna fotografía de interiores, o cuando usaba el filtro rojo, siempre he llevado puesto el filtro amarillo.

Me diréis, y en la isla de la Palma, donde también fuiste con la Pentax MX... no hubo subexposición. Pues la cosa está en que la Ilford XP2 Super 400 siempre la expongo a IE 200 o IE 100, depende de la luz que haya, para obtener un grano más fino. Y del laboratorio donde la revelaron, me dijeron que todo estaba bien. Pero no he recibido todavía de vuelta los negativos. En cualquier caso, la Ilford HP5 Plus 400 tiene dos características importantes. Una, es que tiene una latitud de exposición muy amplia. No sé de cuantos pasos exactamente, pero muy amplia. Dos, que tiene una curva característica con una pendiente muy suave, es decir, que es muy poco contrastada. Eso hace que estos errores de exposición se los meriende sin problemas, y no tenga problemas de pérdida de información en las sombras. El principal efecto secundario es que el grano es algo más marcado que si estuvieran correctamente expuestos.

En general, los resultados son buenos, dadas las circunstancias explicadas. Aunque el rendimiento ofrecido depende un poco de los gustos de cada cual. Es curioso que siendo una película de ISO 400, la HP5 Plus 400 se luzca en las horas centrales del día soleado, en la que su suave contraste ayuda a matizar el fuerte contaste de la luz natural. Sin embargo, en tiempo nublado y luz muy suave, los resultados quedan un poco apagados para mi gusto. En un proceso mixto, químico-digital, la corrección del contraste en el procesado digital lleva a un aumento de la visibilidad del grano. Así pues, prefiero para los viajes, cuando no puedo seleccionar con antelación la película que usaré en cada momento, la XP2 Super 400, que me da un contraste mayor y unas fotos más vistosas. Es cierto que en horas centrales del día con abundante luz de sol y sombras profundas puede estar en sus límites... pero en general, prefiero sus resultados generales.

Y esto es lo que os tenía que contar sobre este viaje y esta experiencia fotográfica.

Viajando por la isla de la Palma con Pentax MX + Ilford XP2 Super 400 (además del equipo digital)

En la segunda mitad del mes de agosto de este atribulado año 2020 pude disfrutar de parte de mis vacaciones reglamentarias. En estos momentos, vuelvo a estar de vacaciones para terminarlas el 30 de septiembre. Con alguna tribulación que otra, pero también con un poquito de suerte en estos tiempos de incertidumbre, pude montarme un viaje, una estancia de siete noches en la isla de la Palma, Canarias. Un lugar precioso, lleno de buenos motivos fotográficos, aunque una climatología adversa, por el calor, y el riesgo de incendios forestales me impidieran disfrutar la isla plenamente.

Como de costumbre en mis vacaciones, llevé un equipo fotográfico "principal" digital. Mi fiable y eficaz Panasonic Lumix G9 con varios objetivos intercambiables que cubrían una razonable gama de focales y algunos filtros y un pequeño trípode para paisajes. También me llevé la pequeña Fujifilm XF10 como respaldo... pero no la usé.

Pero, como vengo haciendo siempre que puedo últimamente, también me llevé una cámara para película tradicional. Normalmente, cuando llevo un equipo digital amplio, suelo llevar una cámara compacta. Pero en esta ocasión decidí llevarme una cámara en la que confío mucho, la Pentax MX. Eso sí, con un único objetivo, el SMC-M 50 mm f/1,4, que proporciona una excelente calidad de imagen. La cámara, para ser una réflex de objetivos intercambiables, es de lo más pequeño y compacto que se puede conseguir, sin sacrificar nada en absoluto en calidad de construcción y fiabilidad. Además, tiene un fotómetro muy fiable.

Como material sensible, opté por cuatro rollos de Ilford XP2 Super 400. Esta película en blanco y negro tiene la peculiaridad de que no se revela en los químicos habituales de las película en blanco y negro, sino que por la estructura de su emulsión sensible, de tipo cromogénica, se revela en proceso C-41, como los negativos en color. La remití para revelar a Carmencita Film Lab, donde solicité un escaneado de muy alta resolución. Cada archivo tiene un tamaño de 7673 x 5118 píxeles, o sea, aproximadamente 39,3 megapíxeles.

La XP2 Super tiene una sensibilidad nominal ISO 400, pero el fabricante nos dice que se puede exponer con buenos resultados a índices de exposición IE 50 - 800, sin necesidad de variar los tiempos de revelado. Cuando más bajo el índice de exposición, más denso el negativo, y más fino es el grano. Yo encuentro el punto más adecuado en un IE 200. Y suele ir bien.

En general, la XP2 Super 400 da un aspecto al negativo distinto al de las películas tradicionales. El grano en estas últimas tiene un aspecto uniforme en toda la superficie del negativo, independientemente de que sea más fácil notarlo en zonas con tonos uniformes y poca textura. La XP2 Super tiene un grano que cambia con la densidad de cada zona del negativo, pasando inadvertido por completo en las luces y notándose más en las sombras, independientemente de la textura de lo fotografiado. Por ello, un cierto grado de sobreexposición le sienta bien.

Según esto, ¿por qué no exponer siempre que se pueda a los índices de exposición más bajos que sean posibles? En mi experiencia, porque siendo una película bastante contrastada, si una escena muy luminosa es muy contratada de por sí, existe un riesgo considerable de bloquear las luces. Por ello, prefiero mantenerme en ese IE 200. En este viaje en concreto, he tenido iluminaciones naturales muy muy contrastadas, y me he encontrado por primera vez en el límite de un uso cómodo de este material sensible. De haberlo pensado mejor, igual hubiera optado por la Ilford HP5 Plus 400, con un contraste mucho más moderado. Aunque también con un grano más apreciable en general.

Si puedo, en los próximos días volveré a salir de viaje. No sé dónde todavía. Y probablemente me volveré a lleva algunos rollos de película. No creo que sean XP2 Super 400. No voy a tener tiempo de aprovisionarme. En Zaragoza, es posible encontrarla cualquier día, pero no necesariamente en la presentación adecuada y en las cantidades adecuadas. Como tengo un almacenada en el frigo una cantidad apreciable de HP5 Plus 400, me llevaré esa película. Y espero contároslo en algún momento del mes de octubre.

Historias de mi historia; en Londres con una Minox ML 35 e Ilford Delta 400

He estado de vacaciones unos días. En la isla de la Palma, en el archipiélago de las Canarias. Una semana. Y he tenido la oportunidad de hacer cuatro rollos de fotografía con película en blanco y negro, además de las que proceden de mi cámara digital. Algunas de estas últimas las podéis ver en entradas recientes de mi Cuaderno de ruta o de mi cuenta viajera en Instagram. Pero hasta que me lleguen los revelados y escaneados, voy a volver al pasado. Al momento en que empecé a llevarme una segunda cámara a los viajes, generalmente una compacta, con película en blanco y negro.

En los años 90, cuando salía de viaje, solía llevarme una cámara réflex con pelicula diapositiva en color; una Pentax P30N entre 1989 y 1992, una Canon EOS 100 a partir de 1993. Aunque aún me llevé la Pentax a un viaje a Eslovenia y Venecia en el verano de 1993 y a Londres en diciembre de 1994. Como os contaba hace unas semanas, en mayo de de 1993 comencé a llevarme una cámara compacta con negativos en blanco y negro. Las más de las veces era Ilford Delta 400, que solía revelar en Tetenal Ultrafin. Como ya os dije, en aquel primer viaje me llevé una Olympus mju-I que había comprado para mis padres y hermana. Pero unos meses después, para mi uso personal, compré una Minox 35 ML. Las pequeñas Minox son una delicia de usar para el fotógrafo avezado. Y a pesar de que el fotógrafo tiene que configurar por sí mismo el enfoque por estimación y la apertura que desea, pueden ser más ágiles de uso que las compactas de exposición y enfoque automático.

A Londres, como ya he dicho, un frío pero soleado mes de diciembre, me llevé la Pentax P30N. Fue un tema de volumen y peso. Con un 28 mm prestado, un 50 mm f/2 y un Rikenon 135/2,8 que adquirí de segunda mano, iba más ligero que con la Canon EOS 100 y sus objetivos zoom de focal variable. Y además, empecé a comprender que las cámara más modernas eran muy grandes y muy intrusivas para fotografiar en las ciudades, en lo que yo llamaba reportaje urbano, y que ahora los modernos denominan, pedantemente street. Del inglés, street photography. Y la Minox 35 ML con unos rollos de Ilford Delta 400. En aquellos momentos, las Delta de Ilford y las T-Max de Kodak eran las películas modernas y más atractivas para muchos, con sus tecnologías de granos tabulares, y mayor nitidez que sus equivalentes de grano cúbico tradicional. Hoy en día, parece que estas últimas, Tri-X, FP4 Plus o HP5 Plus, entre otras, gozan más del favor de los fotógrafos con película tradicional.

Otra cuestión es que tengo anotado el revelado realizado en aquellos rollos de Ilford Delta 400. Fue en una época en la que ya había casi culminado mi transición del Rodinal con el que aprendí a revelar, y que era muy conveniente desde muchos puntos de vista. Pero dejaba, y dejan sus equivalentes actuales, un grano más marcado. Y siempre se ha asegurado que no se lleva igual de bien con las películas de grano tabular como con las de grano cúbico tradicional. Por eso, empecé a usar el Tetenal Ultrafin, en aquellos momentos fácil de encontrar a un precio razonable en algún comercio de Zaragoza. Siempre me gustaron los reveladores de Tetenal, pero en los últimos años he optado más por el Kodak HC-110, puesto que tiene muchas de las ventajas del Rodinal en longevidad y economía, con mejores resultados generales en la mayor parte de películas, sea cual sea su tecnología de fabricación.

En estos momentos, tengo en la nevera todavía unas reservas apreciables de Ilford HP5 Plus, que es muy fácil de encontrar y comprar en Zaragoza. Pero estoy tentado, cuando bajen un tanto, en adquirir unos cuantos rollos de Delta 400, porque realmente me gustan los resultados que obtuve durante aquellos años 90. Ya os contaré.

15 kilómetros del Canal Imperial de Aragón en el infrarrojo - Fujifilm GS645S Wide 60 + Ilford SFX 200

Sigo utilizando las películas sensibles al espectro de la radiación infrarroja cercana al espectro visible para los días de verano. Con días muy largos, con horas de buena luz en momentos del día inconvenientes, la posibilidad de utilizar películas en blanco y negro que tienen su sensibilidad espectral extendida al infrarrojo cercano con un filtro especial que elimine de la ecuación la luz visible, nos permite hacer fotografías interesantes, especialmente paisajes, en buena parte de las horas del día veraniego. El espectro de luz visible, por su extremo con longitudes de onda más largas, comienza en los 750 nanometros (nm). Aunque no todas las personas alcanza a percibir estas longitudes de onda cercanas a los 750 nm, que sería el color rojo profundo. Hay una cierta variabilidad individual. Si tomamos una película pancromática con sensibilidad espectral extendida más allá de los 750 nm, llegando a cerca de los 800 nm, y le ponemos delante un filtro que no deje pasar la mayor parte del espectro visible, aprovecharemos sólo estas longitudes de onda en el rojo profundo, que no todo el mundo percibe, y en el infrarrojo cercano.

Suelo utilizar un filtro Hoya IR72 de 49 mm de diámetro con mi Fujifilm GS645S Wide 60. Al ser telemétrica, la colocación del filtro no interfiere con el visor de encuadre ni con el mecanismo de enfoque. El filtro IR72 (o IR 720 nm) deja pasar longitudes de onda de 720 nm o más largas. Por lo tanto, nos permite aprovechar exactamente las longitudes de onda que nos interesan para este tipo de fotografía. Si miramos a través de un filtro IR 720 nm nos parece opaco, salvo que lo dirijamos a un punto emisor de luz. En ese caso, podemos ver el punto de emisión de luz con tonos rojizos, y muy débil. En el fotograma revelado y positivado, veremos oscuros los tonos de los objetos que emiten o reflejan poca radiación infrarroja, como el agua o el cielo, y veremos blanco o muy claros los objetos que emiten o reflejan mucha radiación infrarroja, como determinadas construcciones, que de por sí tienen colores de tonos cálidos, y la vegetación verde con abundancia de clorofila, que da a la imagen un aspecto sorprendente o distinto. Para quienes se manejen algo con el sistema de zonas, la vegetación de los árboles es fácil que caiga en zona IV, un paso por debajo del gris medio, mientras que con el infrarrojo nos cae en zona VII u VIII, dos o tres pasos por encima del gris medio.

Recientemente, en un par de sábados consecutivos, he recorrido todo el trayecto del Canal Imperial de Aragón a su paso por la ciudad de Zaragoza. Entre el Parque Lineal de Plaza y las esclusas de Valdegurriana. Más allá de estas esclusas, el canal queda desdibujado en una serie de cursos de agua con un caudal más propio de acequias de riego, más o menos potentes, que otra cosa. Son unos quince kilómetros. Aunque el camino recorrido total fue de cerca de 19 kilómetros el primer sábado y 12 kilómetros el segundo. Porque se añaden kilómetros por diversos motivos. Conviene hacerlo antes de que apriete el calor. Pero con las extensas horas de luz intensa del verano, no supone ningún problema para el tipo de fotografía que pretendemos. Como hay abundancia de vegetación cerca del curso de agua del canal, también es una situación idónea.

He usado en esta ocasión dos rollos de Ilford SFX 200, tipo 120, que ofrecen quince negativos de unos 55 x 42 mm con esta cámara de Fufifilm. Para evitar cargar con peso, y dado que ambas jornadas fueron de sol radiante, utilicé un exposición fija de f/4 y 1/60 segundos, que permite fotografiar a mano alzada. Aunque hay que gestionar con cuidado la limitada profundidad de campo del formato medio. También hay que usar la marca correctora para el infrarrojo que ofrecen los objetivos antiguos, entre ellos el Fujinon 60 mm f/4 de esta cámara, porque no todas las longitudes de onda enfocan en el mismo plano focal para un objetivo dado. Salvo con objetivos apocromáticos muy caros que, en cualquier caso, están corregidos para el espectro visible, permitiendo que las longitudes de onda del azul al rojo enfoque en el mismo plano focal.

El revelado lo he realizado con mi revelador habitual que da buenos resultados, quizá con un grano un poquito más marcado de lo que me gustaría. Pero eso va en preferencias personales. Es Kodak HC-110, dilución B (1 + 31), 8' 8" a 21 ºC. Agitación tranquila pero continua durante los primeros 30 segundos; luego, cuatro inversiones del tambor de revelado cada 60 segundos hasta el final del proceso. Se han digitalizado con la Panasonic Lumix G9 en modo alta resolución, que ofrece unos archivos finales de entre 70 y 80 megapíxeles de resolución. Aunque recomiendo usar como archivo final a imprimir resoluciones más modestas. Aun así, da para imprimir a unos 60 x 40 cm sin mucho problema.

Con el segundo de los rollos, inauguré el soporte con máscaras para la digitalización de Pixl-latr, producidas por Hamish Gill (35mmc), mediante un proyecto de financiación colectiva en el que participé. Se ha retrasado bastante sobre la fecha prevista... como 22 meses. Pero ha cumplido, y al final ha enviado el producto. Que es de bastante sencillez conceptual, pero eficaz. La principal ventaja sobre los soportes que utilizaba hasta ahora es que mejora mucho la planeidad de la película en el soporte, lo cual es decisivo a la hora de alcanzar una buena nitidez en la imagen digitalizada final.

Finalmente, hagamos balance. Estoy bastante contento con unas cuantas de las fotografías realizadas, lo cual está muy bien. Ilusos los que pretendan obtener un 100 % de fotos significativas. Con un 25 % de fotos decentes es para dar palmas con las orejas. En cualquier caso, la experiencia ha sido satisfactoria a diversos niveles. Y además, los kilómetros andados influirán seguramente en mi salud cardiovascular. Y puesto que es algo que puedes hacer solo o acompañado por uno o dos amigos, en estos tiempos de epidemias, permite estar activo manteniendo las distancias sociales. Qué más quieres pedir.

Historias de mi historia; mi primer viaje con película en blanco y negro, Países Bajos 1993

De alguna forma, esta entrada es continuación de la que publiqué el martes 4 de agosto de 2020, hace dos días. Contaba en esa entrada cómo en febrero de 1993 compré mi primera cámara Canon EOS y cómo estuve durante el mes de marzo, principalmente, familiarizándome con la cámara con varios rollos de película en blanco y negro en varias excursiones por lugares característicos de Aragón o de Zaragoza.

Pero en aquel tiempo hice otra compra más. Otra cámara. No era para mí, no la pagué yo. Yo estaba mudándome a mi piso para vivir independientemente, después de hacer los correspondientes arreglos, y me sugirió me madre que me encargara de comprarles una cámara fotográfica sencilla de manejar, competente y que diera una calidad maja. Tanto para sus vacaciones como para las de mi hermana, que por aquel entonces ya había cumplido los 20 años. Nunca supe exactamente cuanto la usaron. Hoy en día, aquella cámara, una Olympus mju-1, la tengo yo. Y se podría usar con cierta frecuencia si no fuera porque de cada ocho o nueve fotogramas aparece uno desenfocado. Su objetivo, un 35 mm con una apertura máxima de f/3,5 es bastante bueno, bastante nítido. Y quizá hoy en día sea poco conocida, porque unos años más tarde fue sustituida por la Olympus mju-II, que tenía unas características similares, con el objetivo más luminoso f/2,8, más ligera y pequeña, y con una característica que hizo que me la comprara para mí mismo. Esta protegida contra la arena y las salpicaduras, por lo que era la cámara ideal para subir a esquiar.

El caso es que en ese año 1993 inicié una costumbre, que de alguna forma ha llegado hasta hoy. La de llevar dos cámaras cuando salgo de viaje. Desde 1993 hasta 2002 llevaba la cámara réflex con película diapositiva en color y una compacta con película en blanco y negro. Aunque en caso de problemas con la réflex, podía ser un respaldo que me permitiera seguir fotografiando durante el viaje con el tipo de película que fuera. A los Países Bajos, en 1993, me llevé la Olympus mju-1. Pero poco después, me agencié de segunda mano una Minox 35 ML, que viajó conmigo hasta agosto de 2001, cuando se salió del bolsillo de mis pantalones en un tren entre Lieja y Lovaina, y ya no nos volvimos a encontrar nunca.

A partir de 2003, la segunda cámara empezó a ser una compacta digital. Fue en 2016, en viaje a Islandia, cuando volvía a retomar la posibilidad, y desde hace 2018 la costumbre, de llevar una cámara con película en blanco y negro, además de la cámara digital. A Islandia, evidentemente me llevé esa Olympus mju-II protegida contra la humedad, el polvo y las salpicaduras, cosa muy adecuada en ese país, con unos rollos de Kodak Tri-X 400 de los que quedé muy contento. Aunque aquella Tri-X 400 la mandé a revelar a Carmencita Film Lab, porque yo no me llevo bien con el revelado de esa película. Tiene muy mala estabilidad dimensional, se retuerce mucho, y acaba llena de polvo y rascaduras. Hoy en día prefiero las películas de Ilford, como la XP2 Super 400, que por sus características también las mando a revelar a Carmencita, o la HP5 Plus 400 que revelo y digitalizo yo en casa sin problemas.

En aquel viaje a los Países Bajos y alguna ciudad belga de mayo de 1993, me llevé un rollo de Ilford Delta 400. Como decía el martes, usaba mucho aquella película en aquel momento. Y quizá, con buen criterio. Porque ahora que vuelvo a ver los resultados, me gustan. Pero aquel rollo no me duró todo el viaje. Si viajé a los Países Bajos un sabádo y regresé a España el domingo de la semana siguiente, el miércoles por la noche ya había agotado las 36 exposiciones del rollo de Delta 400. Al día siguiente, jueves, visité Utrecht. Y en Utrecht, el museo del ferrocarril, en cuya tienda vendían película fotográfica, por lo que cargué la cámara con un rollo de Ilford HP5 Plus 400. Que duró hasta el día siguiente, viernes. Porque hice un montón de fotos a las locomotoras. En cualquier caso, a ver si voy encontrando rollo de blanco y negro de viajes en los años siguientes. Será interesante ver la evolución de los mismos.