La fotografía como afición y otras artes visuales

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Blanco y negro con el pequeño Industar-50-2 - Canon EOS 650 e Ilford HP5 Plus 400

Nuevamente uno de los últimos y diversos rollos que expuse durante la segunda mitad del mes de agosto pensando en la #CrappyCommieCameraParty de la que os he estado hablando durante todo el verano, en la que he participado utilizando mis cámaras y objetivos fabricados en los países del antiguo bloque prosoviético durante la guerra fría. Siempre he sido más "de ópticas" que "de cámaras". Siempre me han interesado más los objetivos que los cuerpos de cámara, especialmente durante la época de la película tradicional. Los vidrios que atraviesa la luz antes de llegar a la superficie sensible influyen mucho más en la calidad final de la imagen que la cámara. Esta es importante por otras cosas. Lo segundo que influye en esta calidad es la superficie sensible, es decir, la calidad o características de la película o la calidad o características del sensor digital.

La óptica que me interesó en esta ocasión fue el minúsculo objetivo soviético Industar-50-2 50 mm f3,5. Con una fórmula óptica de cuatro lentes en tres grupos, no deja de ser una copia más de los Tessar de Carl Zeiss. Creo que originalmente se fabricó para montura de rosca de 39 mm, compatible con la de las telemétricas Leica originales, antes de la serie M. De hecho, tengo un Industar 50 mm f3,5 para esta montura. Aunque necesitaría de un engrasado y limpieza para que su mecánica funcionara correctamente. Pero luego se fabricó también para cámaras réflex, Zenit, primero con montura de rosca 39 mm, pero con mayor distancia de brida [distancia entre el plano de la montura y el plano de la película] que los fabricados para las telemétricas, por lo que no son compatibles, por no enfocar a infinito en uno de los dos sistemas, y luego con la popular montura de rosca de 42 mm. Uno de estos es el que he usado en esta ocasión.

Poco después de hacerme con este diminuto objetivo, que compré en una feria de coleccionismo por cuatro perras con una Zenit E conmemorativa de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, baratísimo todo aunque la cámara dejó de funcionar después de tres rollos, encontré una oferta en la que vendían seis filtros dedicados para este objetivo, con una rosca de filtro de 35,5 mm, son diminutos, que también son compatibles con el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9. Entre ellos hay un par de lentes de aproximación, un filtro de densidad neutra que resta dos valores de exposición, un filtro naranja que todavía tengo que estudiar si es para corregir contraste o para usar película calibrada para luz de tungsteno a la luz del día (está marcado de una forma, pero tiene aspecto de la otra), y dos filtros amarillos de distinta intensidad, uno resta un valor de exposición a la luz que llega a la película, y el otro resta dos valores de exposición.

Como ya he comentado en más de una ocasión, estos objetivos con montura M42 son más agradables de usar con una Canon EOS con el adaptador de montura correspondiente, que con las cámaras originales para los que se construyeron. Me refiero a las cámaras de la Alemania oriental o de la Unión Soviética, que solían tener ergonomías "dudosas" y controles de calidad en su fabricación más dudosos todavía. Tampoco van mal con otras monturas, como con mi Pentax K, también con el adaptador correspondiente. Aunque las EOS son más cómodas; en modo automático de prioridad a la apertura consigues un gran agilidad, visión permanente en el visor de la profundidad de campo y buena precisión en la exposición. En esta ocasión he usado la Canon EOS 650, que es la más ligera de las Canon EOS que uso.

He usado el filtro amarillo x4, es decir, el que resta dos valores de exposición a la luz que llega a la película, el más denso, con el fin de mejorar el contraste sobre película en blanco y negro. En esta ocasión, el material sensible utilizado ha sido un rollo de Ilford HP5 Plus 400, creo que el último que me quedaba en el frigorífico en formato 135. Con la pérdida de dos valores de exposición por el filtro, en caso de usar un fotómetro externo hay que ajustarlo a un índice de exposición de 100 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 400. Pero como he usado el fotómetro incorporado en la EOS 650, he dejado el ajuste automático a ISO 400 por la codificación DX del carrete, y medido la exposición con el filtro incorporado. No supone ningún problema.

Revelada la película en Kodak HC-110, dilución B, 5 minutos a 20 ºC, como de costumbre, he obtenido unos negativos bien expuestos y bastante contrastados, especialmente dadas las condiciones de luz del verano, aunque he evitado usarla en días de luz excesivamente intensa y contrastada. Digitalizada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, he obtenido unos archivos de 20 megapíxeles, un poco menos, por no ser los formatos del sensor y de la película homotéticos, a los que he ajustado el punto negro, el punto medio y el punto blanco sin problemas, con un grano más contenido que en otras ocasiones, me parece a mí. Por lo demás, las fotos han quedado correctas en una diversidad de situaciones. Cámara, película, revelador y equipo para digitalizar los negativos son totalmente fiables. El único elemento que podía condiciona el resultado ha sido el pequeño Industar, que con tal de que no lo apuntes hacia una fuente de luz muy intensa, a poco que cierres el diafragma un par de pasos o más, ya va bien, también.

Segunda ronda con la Leica M6; con el Leitz Elmar-C 90/4

Tras el "estreno" de la Leica M6 que ha llegado a mis manos con el Summicron 35/2 ASPH, el fin de semana pasado decidí darle un segundo repaso, pero con un objetivo distinto. Mi primera cámara Leica fue la Leica CL. Una pequeña cámara de objetivos intercambiables, compatibles con la montura Leica M, que estaba pensada como cámara más económica y para aficionados que no se pudieran permitir el coste de las Leica M. Fue desarrollada en combinación con Minolta, que sacó sus propias versiones tanto de la cámara con de los objetivos que específicamente fueron diseñados para ella. Las versiones de Minolta tienen un prestigio tan alto o superior a las versiones de Leica, e incluso sacaron al mercado un segundo cuerpo de cámara inspirado en el primero. Este pequeño sistema tuvo más vida con Minolta que con Leica.

La primera foto del rollo y, como digo más adelante, una de las que fue sobreexpuesta 3 pasos; IE 50 en lugar de IE 400.

Con la Leica CL se pueden usar todos los objetivos con montura M, salvo algún gran angular cuyos elementos traseros se introducen en exceso en el cuerpo de la cámara y pueden interferir mecánicamente con el brazo móvil que porta la célula de medición de la luz de la cámara. Por que la Leica CL, junto con la Leica M5, contemporánea suya, fueron las primeras Leica telemétrica que incorporaron un fotómetro en el cuerpo de la cámara. El caso es que con aquella cámara salieron al mercado dos objetivos específicos, el Summicron-C 40/2 y el Elmar-C 90/4. Muy compactos, especialmente el 40 mm y de una calidad óptica más que honorable. Tengo los dos. Y es una pareja que me ha condicionado mucho después de probarla, puesto que muchas veces he ido por el mundo con una cámara y una pareja de objetivos de focales similares.

Algo que he leído en múltiples ocasiones es que aunque la bayoneta de estos dos objetivos Leitz-C, por agruparlos bajo una denominación y la de los demás objetivos con montura M son todas mecánicamente compatibles con las monturas de todas estas cámaras, la geometría de los mismos tiene alguna diferencia, y podría producir alguna imprecisión en el enfoque cuando se usan los Leitz-C en las cámaras de la serie Leica M. Pero eso es algo que puede ser verdad, o pudo ser una estrategia de la marca, un aviso que introdujo para que los usuarios de las Leica M no se tirasen a comprar unos objetivos de buena calidad óptica y más baratos, en lugar de comprar otros objetivos de más precio. Así que cuando ha llegado a mis manos una Leica M, siempre los he probado. Especialmente el Elmar-C 90 mm, porque su mayor longitud focal hace que el enfoque sea algo más difícil.

No he querido probar también el Summicron-C 40 mm por dos motivos. El primero, porque su corta focal hace que los errores de precisión en el enfoque se noten menos, al ofrecer habitualmente más profundidad de campo. Cierto es que su apertura máxima es mayor, f/2 frente a f/4. Ciertamente, si se usa una calculadora de profundidad de campo, y se enfoca un objeto digamos a 3 m, la profundidad de campo del 90 mm a f/4 es menor que la del 40 mm a f/2. Aunque la diferencia no sea mucha. El segundo motivo es que todas las Leica M tiene marco para encuadrar una focal de 90 mm, pero sólo la Leica CL tiene marco para encuadrar una focal de 40 mm. Cuando montas el Summicron-C 40 mm en una Leica M... aparece el marco correspondiente a los 50 mm... y tienes que adivinar cuanto más va a aparecer en la foto final. Se puede hacer... pero es un rollo. Una pena, porque como focal de uso general, los 40 mm me gustan más que los 35 y los 50 mm.

Hasta ahora, nunca he tenido problemas para enfocar con precisión el Elmar-C 90 mm, que he probado con una Leica M2, para película tradicional, y con una Leica M-E, digital. Por lo que tiendo a pensar que los avisos de imprecisiones en el enfoque no son más que una estrategia para meter miedo a los compradores de objetivos de la marca en aquella época, en los años 70, y hacer que los usuarios de Leica M no compraran este objetivo más barato. Pero he decidido comprobarlos también con la Leica M6, porque nunca se sabe y, uno que es de ciencias, siempre que puedo confirmo experimental u observacionalmente mis hipótesis. Le puse a la cámara un rollo de Ilford HP5 Plus 400 de 24 exposiciones, y le monté el Elmar-C 90 mm. Y salí a la calle el domingo por la mañana para hacer unas cuantas fotos.

Aunque no había sol radiante, la luz natural era relativamente alta, con un sol suavizado por una nubosidad ligera o simplemente esta nubosidad ligera. Y con ISO 400, la mayor parte del tiempo tuve que usar diafragmas de f/8 o f/11. En el momento en que el objeto de interés estaba lo suficientemente alejado, la profundidad de campo es lo suficientemente elevada para eliminar el efecto de cualquier imprecisión. Aun así, tuve oportunidad de usar en varias ocasiones las aperturas de f/4 y f/5,6 a distancias cortas. Y no he encontrado ningún enfoque incorrecto en ninguno de los fotogramas.

La película la revelé, como de costumbre, en Kodak HC-110, dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC, con diez inversiones tranquilas al principio del revelado, y cinco inversiones tranquilas al principio de cada uno de los restantes minutos. Es un método de revelado que tengo completamente controlado y funciona bien con esta película. La medición de la luz la hice con el fotómetro de la cámara, a un índice de exposición de 320, y la densidad de todos los fotogramas es correcta, salvo los dos primeros en los que había olvidado cambiar el ajuste del fotómetro y se expusieron a IE 50. Aun así, se puede extraer sin muchos problemas la información de los mismos. Las bondades de la HP5 Plus a la hora de aguantar los eventuales errores de exposición.

En fin, como resumen, que como ya suponía, el Elmar-C 90 mm se puede usar perfectamente con la Leica M6. No sé si algún día usaré el Summicron-C 40 mm. Pero salvo la imprecisión del encuadre por falta de la referencia adecuada en el visor, tampoco preveo mayores problemas.

En Oporto (y más) con Pentax MX + Ilford HP5 Plus 400

En la segunda quincena de septiembre he tenido la oportunidad de disfrutar de la segunda mitad de mis vacaciones reglamentarias. Hoy estoy todavía de vacaciones, mi último día. Y de la misma forma que en agosto tuve que improvisar un viaje, a la isla de la Palma en Canarias, en esta ocasión improvisé cuatro días antes de salir un viaje, una estancia en Oporto, Portugal, de seis noches. Lo suficiente para visitar a fondo la bella ciudad portuguesa en el estuario del Duero y visitar algunas otras, a tiro de tren de cercanías o regional, como Guimaraes o Aveiro... o alguna otra. No hubo otra, las tres mencionadas.

Fotográficamente, el planteamiento inicial fue similar al que hice para la isla de la Palma. Un equipo digital principal y una cámara con película en blanco y negro como secundaria. En ámbitos fundamentalmente urbanos me gusta viajar ligero y con una bolsa o mochila discreta. Por ello, opté por la Panasonic Lumix GX9 con dos ópticas fijas, el Leica DG Sumilux 15/1,7 ASPH y el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8, así como el objetivo de focal variable supercompacto Lumix G Vario 12-32/3,5-5,6 ASPH. El conjunto ocupa muy poquito y es ligero. Como cámara con película negativa en blanco y negro me volví a llevar la Pentax MX y el SMC-M 50/1,4. Pero añadí un objetivo angular, el SMC-M 28/3,5, y en lugar de Ilford XP2 Super 400 opté por seis rollos de Ilford HP5 Plus 400. Para viajar prefiero la XP2,... pero como todo fue muy improvisado y repentino, no tuve tiempo de aprovisionarme de suficiente cantidad de película de este tipo. Así que cogí la que tenía. Luego veremos los inconvenientes de la HP5 Plus que, por otra parte, es una excelente película.

Pero cuando llevaba ya varios días de viaje, en Aveiro, me sucedió la desgracia. A la hora de tomar un autobús en esta ciudad portuguesa para dirigirme a ver las casas pintadas de Costa Nova y la Praia da Barra, todo ello en la ría de Aveiro, me hice un lío con el móvil, la mochila, la mascarilla obligatoria en los transportes públicos y la Lumix GX9 y esta última, con el 15 mm, se quedó olvidada en el banco de la parada del autobús. Y ya no la he vuelto a ver. Ni a la cámara con el objetivo, ni las muchas fotos de Oporto y Guimaraes que llevaba en su tarjeta de memoria. Así que la cámara "secundaria", la Pentax MX, se convirtió en principal. Y el último día de viaje efectivo, en lugar de hacer una excursión a algún otro sitio, me quedé en Oporto, "recuperando" algunas fotos entre la MX y el iPhone 7, que se convirtió en mi segunda cámara.

Centrémonos en la experiencia de fotografía con la Pentax MX y la HP5 Plus. Además de los dos objetivos, 28 mm y 50 mm, me llevé tres filtros. Un Hoya gris neutro de 6 pasos de disminución de la luminosidad, y dos Heliopan, uno amarillo nº 8 y otro rojo nº 25. Sólo he usado los dos últimos. El amarillo casi siempre. El rojo, en ocasiones.

La película Ilford HP5 Plus 400 la expuse a un índice de exposición de 320, y la revelé en Kodak HC-110 con los tiempos recomendados para un IE de 400. El primer lote de cuatro películas, con el agua corriendo a 21 ºC, durante 6 minutos y 45 segundos, con una dilución E (1+47). El segundo lote de dos películas, con el agua corriendo a 20 ºC, durante 7 minutos y 30 segundos, a la misma dilución. No hay diferencias apreciables en el resultado final entre los dos lotes de revelado.

Siempre he presumido de que la Pentax MX tiene un fotómetro muy competente a la hora de utilizarlo para mediar la luz. Sin embargo, la impresión general es que la mayoría de los negativos están subexpuestos. Es una impresión que tuve durante el viaje. Si aplicabas la famosa regla del "tiempo soleado, f/16 y velocidad de obturación la inversa del índice de exposición", parecía que siempre me daba un paso de subexposición. Pero como nunca había tenido problemas de exposición con la cámara, seguí haciendo caso a las indicaciones del fotómetro. Sólo durante mi visita a Aveiro decidí usar el fotómetro de mano Gossen Digisix que había echado en la mochila. Es muy pequeñito y ligero. Y competente, tanto para medir luz incidente como reflejada. Si sabes como medir, claro. Desgraciadamente, la batería del fotómetro murió, y seguí confiando, durante el día restante, en el de la cámara.

Me pregunto si el fotómetro de la cámara se ve muy afectado por el color de los filtros y por ello da una información que induce una subexposición en el negativo. No lo sé. Tendré que hacer pruebas. El filtro amarillo tiene un factor de pérdida de luz de ⅔ de paso y el filtro amarillo de 3 pasos. Un paso supone doblar el tiempo de exposición o abrir un paso de diafragma. ⅔ de paso es aproximadamente multiplicar el tiempo de exposición por 1,5 lo cual no se puede hacer con la Pentax MX que tiene una escala de velocidades de obturación de pasos enteros, o abrir medio paso el diafragma, que es una aproximación razonable. Estos sí se puede hacer en los objetivos SMC-M de Pentax. 3 pasos es multiplicar por ocho el tiempo de exposición o abrir tres pasos de diafragma. Salvo en alguna fotografía de interiores, o cuando usaba el filtro rojo, siempre he llevado puesto el filtro amarillo.

Me diréis, y en la isla de la Palma, donde también fuiste con la Pentax MX... no hubo subexposición. Pues la cosa está en que la Ilford XP2 Super 400 siempre la expongo a IE 200 o IE 100, depende de la luz que haya, para obtener un grano más fino. Y del laboratorio donde la revelaron, me dijeron que todo estaba bien. Pero no he recibido todavía de vuelta los negativos. En cualquier caso, la Ilford HP5 Plus 400 tiene dos características importantes. Una, es que tiene una latitud de exposición muy amplia. No sé de cuantos pasos exactamente, pero muy amplia. Dos, que tiene una curva característica con una pendiente muy suave, es decir, que es muy poco contrastada. Eso hace que estos errores de exposición se los meriende sin problemas, y no tenga problemas de pérdida de información en las sombras. El principal efecto secundario es que el grano es algo más marcado que si estuvieran correctamente expuestos.

En general, los resultados son buenos, dadas las circunstancias explicadas. Aunque el rendimiento ofrecido depende un poco de los gustos de cada cual. Es curioso que siendo una película de ISO 400, la HP5 Plus 400 se luzca en las horas centrales del día soleado, en la que su suave contraste ayuda a matizar el fuerte contaste de la luz natural. Sin embargo, en tiempo nublado y luz muy suave, los resultados quedan un poco apagados para mi gusto. En un proceso mixto, químico-digital, la corrección del contraste en el procesado digital lleva a un aumento de la visibilidad del grano. Así pues, prefiero para los viajes, cuando no puedo seleccionar con antelación la película que usaré en cada momento, la XP2 Super 400, que me da un contraste mayor y unas fotos más vistosas. Es cierto que en horas centrales del día con abundante luz de sol y sombras profundas puede estar en sus límites... pero en general, prefiero sus resultados generales.

Y esto es lo que os tenía que contar sobre este viaje y esta experiencia fotográfica.

Historias de mi historia; mi primer viaje con película en blanco y negro, Países Bajos 1993

De alguna forma, esta entrada es continuación de la que publiqué el martes 4 de agosto de 2020, hace dos días. Contaba en esa entrada cómo en febrero de 1993 compré mi primera cámara Canon EOS y cómo estuve durante el mes de marzo, principalmente, familiarizándome con la cámara con varios rollos de película en blanco y negro en varias excursiones por lugares característicos de Aragón o de Zaragoza.

Pero en aquel tiempo hice otra compra más. Otra cámara. No era para mí, no la pagué yo. Yo estaba mudándome a mi piso para vivir independientemente, después de hacer los correspondientes arreglos, y me sugirió me madre que me encargara de comprarles una cámara fotográfica sencilla de manejar, competente y que diera una calidad maja. Tanto para sus vacaciones como para las de mi hermana, que por aquel entonces ya había cumplido los 20 años. Nunca supe exactamente cuanto la usaron. Hoy en día, aquella cámara, una Olympus mju-1, la tengo yo. Y se podría usar con cierta frecuencia si no fuera porque de cada ocho o nueve fotogramas aparece uno desenfocado. Su objetivo, un 35 mm con una apertura máxima de f/3,5 es bastante bueno, bastante nítido. Y quizá hoy en día sea poco conocida, porque unos años más tarde fue sustituida por la Olympus mju-II, que tenía unas características similares, con el objetivo más luminoso f/2,8, más ligera y pequeña, y con una característica que hizo que me la comprara para mí mismo. Esta protegida contra la arena y las salpicaduras, por lo que era la cámara ideal para subir a esquiar.

El caso es que en ese año 1993 inicié una costumbre, que de alguna forma ha llegado hasta hoy. La de llevar dos cámaras cuando salgo de viaje. Desde 1993 hasta 2002 llevaba la cámara réflex con película diapositiva en color y una compacta con película en blanco y negro. Aunque en caso de problemas con la réflex, podía ser un respaldo que me permitiera seguir fotografiando durante el viaje con el tipo de película que fuera. A los Países Bajos, en 1993, me llevé la Olympus mju-1. Pero poco después, me agencié de segunda mano una Minox 35 ML, que viajó conmigo hasta agosto de 2001, cuando se salió del bolsillo de mis pantalones en un tren entre Lieja y Lovaina, y ya no nos volvimos a encontrar nunca.

A partir de 2003, la segunda cámara empezó a ser una compacta digital. Fue en 2016, en viaje a Islandia, cuando volvía a retomar la posibilidad, y desde hace 2018 la costumbre, de llevar una cámara con película en blanco y negro, además de la cámara digital. A Islandia, evidentemente me llevé esa Olympus mju-II protegida contra la humedad, el polvo y las salpicaduras, cosa muy adecuada en ese país, con unos rollos de Kodak Tri-X 400 de los que quedé muy contento. Aunque aquella Tri-X 400 la mandé a revelar a Carmencita Film Lab, porque yo no me llevo bien con el revelado de esa película. Tiene muy mala estabilidad dimensional, se retuerce mucho, y acaba llena de polvo y rascaduras. Hoy en día prefiero las películas de Ilford, como la XP2 Super 400, que por sus características también las mando a revelar a Carmencita, o la HP5 Plus 400 que revelo y digitalizo yo en casa sin problemas.

En aquel viaje a los Países Bajos y alguna ciudad belga de mayo de 1993, me llevé un rollo de Ilford Delta 400. Como decía el martes, usaba mucho aquella película en aquel momento. Y quizá, con buen criterio. Porque ahora que vuelvo a ver los resultados, me gustan. Pero aquel rollo no me duró todo el viaje. Si viajé a los Países Bajos un sabádo y regresé a España el domingo de la semana siguiente, el miércoles por la noche ya había agotado las 36 exposiciones del rollo de Delta 400. Al día siguiente, jueves, visité Utrecht. Y en Utrecht, el museo del ferrocarril, en cuya tienda vendían película fotográfica, por lo que cargué la cámara con un rollo de Ilford HP5 Plus 400. Que duró hasta el día siguiente, viernes. Porque hice un montón de fotos a las locomotoras. En cualquier caso, a ver si voy encontrando rollo de blanco y negro de viajes en los años siguientes. Será interesante ver la evolución de los mismos.

Quo vadis, Olympus? - Olympus Pen EE3 + Ilford HP5 Plus 400

Hace unos días, el mundo de la fotografía, de las cámaras y otros aparatos fotográficos más bien, se despertaba conmocionado por el anuncio de que la empresa japonesa Olympus vendía su división de imagen y fotografía. Para quien no conoce más allá, creerá que es la desaparición de Olympus. Pero lo cierto es que la división de fotografía de esta empresa es una pequeña parte del conjunto de la misma. Que hace años que no consigue sacar de los números rojos, frente a la prosperidad del resto de las divisiones empresariales, y que además se vio salpicada hace unos años por ciertos escándalos. Pero tal ha sido la historia y la fama de los cámaras y ópticas fotográficas de la empresa que, incluso los artículos de Wikipedia sobre la misma hablan sobre todo de esto, aunque sea una porción muy minoritaria de su negocio. En cualquier caso, saltaron alarmas porque para muchos "más o menos entendidos" supone el principio del fin de esta marca en el mundo de la fotografía. Y a partir de ahora tendremos que distinguir entre Olympus como empresa y Olympus como marca.

La cuestión es que Olympus, en el mundo de la fotografía, es una marca con prestigio. Nunca ha estado entre los líderes del mercado, pero hay cierto acuerdo casi unánime sobre el hecho de que ha sido una marca innovadora y un fabricante de calidad. Hoy ilustro esta entrada con fotografías realizadas con un Olympus Pen EE3, cámara compacta muy sencilla, de su gama de cámaras de medio formato. Es decir, que producía negativos de 17 x 24 mm sobre película biperforada de 35 mm de ancho en lugar de los más habituales de 36 x 24 mm. El doble de fotos con la misma cantidad de película. Además de esta pequeña Pen EE3, también os he hablado en alguna ocasión de la bella réflex Olympus Pen F, con objetivos intercambiables.

Esta gama de cámaras tuvo una trascendencia mayor de lo que imaginamos. Aunque en Europa y otros países de los llamados occidentales tuvieron un éxito moderado, en su mercado doméstico, Japón, y otros mercados asiáticos se vendieron como churros. Y no es infrecuente ver jóvenes japoneses, sobre todo chicas, que posan con ellas en sus cuentas de instagrama, todavía en uso. Son sencillas, eficaces, bonitas,... la cámara del teléfono móvil para los selfis y fotos de redes sociales y las Olympus Pen para las fotos más personales, más, por decirlo de alguna forma, artísticas. Consideremos que un fotógrafo de prestigio como Daido Moriyama ha publicado a lo largo de su vida un par de libros con fotografías realizadas con compactas de la serie Pen. El más conocido, Okinawa (enlace a un vídeo en Youtube sobre el libro). En concreto, una Olympus Pen W, con objetivo no intercambiables E.Zuiko 25/2,8. La W venía de wide, por ser una focal gran angular, equivalente a un 35 mm en las cámaras con formato más convencional de 36 x 24 mm.

En sus buenos tiempos, Olympus nos daba detalles sobre lo que teníamos entre las manos. El objetivo de la Pen W es un E.Zuiko... siendo E la quinta letra del alfabeto latino, lo que nos informaba de que esa óptica tenía cinco lentes. La Olympus Pen original, la Pen S o las Pen EE, incluida mi Pen EE3, tenían un D.Zuiko... cuatro lentes, una óptica tipo tessar. La más prestigiosa Olympus Pen D portaba un F.Zuiko... seis lentes en un esquema tipo planar que permitía aperturas máximas más luminosas. El objetivo intercambiable de mi Olympus Pen F también es un F.Zuiko. Cuanto más avanzada la letra dentro del abecedario, mayor luminosidad y mayor calidad óptica. Pero todos ellos tenían una calidad aceptable para los usos que se le daban. Podríamos entrar y no acabar de hablar de las maravillas de la mecánica de aquellas cámaras. Y cuando ya decidió centrarse para competir mejor en el formato completo, de 36 x 24 mm, las maravillas de la gama profesional de la serie OM como las OM1, OM2, OM3, OM4, OM3Ti y OM4Ti.

Sin embargo, como ya he dicho, nunca estuvo entre los líderes. Quien consiguió pisarle el liderazgo de la fotografía profesional de reportaje ultraportable a Leica, no fue Olympus sino Nikon con su serie F. Cuando la electrónica y el enfoque automático avanzó, se quedó totalmente atrás, en un posición totalmente minoritaria con sus cámaras, buenísimas, pero de enfoque manual. Fue cuando llegó el liderazgo de Canon. Y con la llegada de la fotografía digital hizo una apuesta muy fuerte por los formatos de sensor de tamaño contenido, el Cuatro tercios, en su forma original o Micro cuatro tercios, que permitía el diseño de objetivos de muy buena calidad con un tamaño, y un precio por lo tanto, relativamente contenidos. Mucho más herederas del espíritu de la Leica original de Oskar Barnack que la propia Leica. Pero en un mundo polarizado entre la simpleza de la cámara del teléfono móvil, de calidad sólo pasable pero con resultados inmediatos, y las modas impuestas por los partidarios de los sensores más grandes, que tienen sus ventajas, pero también sus inconvenientes en tamaño y precio, no ha encontrado tampoco su sitio.

De momento la marca y los productos no desaparecen. Olympus es considerada una marca de prestigio por la sociedad y el gobierno japonés. Y según parece, uno de los principales objetivos de esta venta/compra sería mantener la marca a salvo de desaprensivos que luego hace bazofia bajo una marca de prestigio, como ha pasado recientemente con Yashica. Sobre si eso supone el final de la producción tal y como la conocemos para dar paso a otra cosa o no,... sigo sin encontrar mi bola de cristal. De momento, siguen anunciando el lanzamiento de novedades, en forma de nuevos objetivos para el sistema, que es compatible fundamentalmente con lo que hace Panasonic. Y poco más. Soy usuario micro cuatro tercios en los viajes, y sigo pensando que es un compromiso casi ideal para este uso. Y que el 95 % de los usuarios aficionados pueden desarrollar su afición con un equipo de estas características sin necesidad de enredarse en los mastodontes, sobre todo por el tamaño de los buenos objetivos, de los llamados formatos completos. Ya veremos, que dijo un ciego a otro ciego.

No es doy más la tabarra. Simplemente decir que las fotografías se han realizado con un rollo de Ilford HP5 Plus 400. Que la cámara, que tiene cincuenta años, expone los negativos con una consistencia envidiable por muchas otros aparatos de esa antigüedad. Que la calidad del objetivo supera a los zarrios caros y malos que venden los "lomógrafos" y otros similares. Y que revelé el rollo en Kodak HC-110 en dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC. Para luego digitalizar los negativos con la Panasonic Lumix G9 y un objetivo macro en alta resolución,... con 70 megapíxeles por negativo. Mucho más de lo necesario. Pero así de matones son estos sistemas de formatos pequeños.