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Segunda ronda con la Leica M6; con el Leitz Elmar-C 90/4

Tras el "estreno" de la Leica M6 que ha llegado a mis manos con el Summicron 35/2 ASPH, el fin de semana pasado decidí darle un segundo repaso, pero con un objetivo distinto. Mi primera cámara Leica fue la Leica CL. Una pequeña cámara de objetivos intercambiables, compatibles con la montura Leica M, que estaba pensada como cámara más económica y para aficionados que no se pudieran permitir el coste de las Leica M. Fue desarrollada en combinación con Minolta, que sacó sus propias versiones tanto de la cámara con de los objetivos que específicamente fueron diseñados para ella. Las versiones de Minolta tienen un prestigio tan alto o superior a las versiones de Leica, e incluso sacaron al mercado un segundo cuerpo de cámara inspirado en el primero. Este pequeño sistema tuvo más vida con Minolta que con Leica.

La primera foto del rollo y, como digo más adelante, una de las que fue sobreexpuesta 3 pasos; IE 50 en lugar de IE 400.

Con la Leica CL se pueden usar todos los objetivos con montura M, salvo algún gran angular cuyos elementos traseros se introducen en exceso en el cuerpo de la cámara y pueden interferir mecánicamente con el brazo móvil que porta la célula de medición de la luz de la cámara. Por que la Leica CL, junto con la Leica M5, contemporánea suya, fueron las primeras Leica telemétrica que incorporaron un fotómetro en el cuerpo de la cámara. El caso es que con aquella cámara salieron al mercado dos objetivos específicos, el Summicron-C 40/2 y el Elmar-C 90/4. Muy compactos, especialmente el 40 mm y de una calidad óptica más que honorable. Tengo los dos. Y es una pareja que me ha condicionado mucho después de probarla, puesto que muchas veces he ido por el mundo con una cámara y una pareja de objetivos de focales similares.

Algo que he leído en múltiples ocasiones es que aunque la bayoneta de estos dos objetivos Leitz-C, por agruparlos bajo una denominación y la de los demás objetivos con montura M son todas mecánicamente compatibles con las monturas de todas estas cámaras, la geometría de los mismos tiene alguna diferencia, y podría producir alguna imprecisión en el enfoque cuando se usan los Leitz-C en las cámaras de la serie Leica M. Pero eso es algo que puede ser verdad, o pudo ser una estrategia de la marca, un aviso que introdujo para que los usuarios de las Leica M no se tirasen a comprar unos objetivos de buena calidad óptica y más baratos, en lugar de comprar otros objetivos de más precio. Así que cuando ha llegado a mis manos una Leica M, siempre los he probado. Especialmente el Elmar-C 90 mm, porque su mayor longitud focal hace que el enfoque sea algo más difícil.

No he querido probar también el Summicron-C 40 mm por dos motivos. El primero, porque su corta focal hace que los errores de precisión en el enfoque se noten menos, al ofrecer habitualmente más profundidad de campo. Cierto es que su apertura máxima es mayor, f/2 frente a f/4. Ciertamente, si se usa una calculadora de profundidad de campo, y se enfoca un objeto digamos a 3 m, la profundidad de campo del 90 mm a f/4 es menor que la del 40 mm a f/2. Aunque la diferencia no sea mucha. El segundo motivo es que todas las Leica M tiene marco para encuadrar una focal de 90 mm, pero sólo la Leica CL tiene marco para encuadrar una focal de 40 mm. Cuando montas el Summicron-C 40 mm en una Leica M... aparece el marco correspondiente a los 50 mm... y tienes que adivinar cuanto más va a aparecer en la foto final. Se puede hacer... pero es un rollo. Una pena, porque como focal de uso general, los 40 mm me gustan más que los 35 y los 50 mm.

Hasta ahora, nunca he tenido problemas para enfocar con precisión el Elmar-C 90 mm, que he probado con una Leica M2, para película tradicional, y con una Leica M-E, digital. Por lo que tiendo a pensar que los avisos de imprecisiones en el enfoque no son más que una estrategia para meter miedo a los compradores de objetivos de la marca en aquella época, en los años 70, y hacer que los usuarios de Leica M no compraran este objetivo más barato. Pero he decidido comprobarlos también con la Leica M6, porque nunca se sabe y, uno que es de ciencias, siempre que puedo confirmo experimental u observacionalmente mis hipótesis. Le puse a la cámara un rollo de Ilford HP5 Plus 400 de 24 exposiciones, y le monté el Elmar-C 90 mm. Y salí a la calle el domingo por la mañana para hacer unas cuantas fotos.

Aunque no había sol radiante, la luz natural era relativamente alta, con un sol suavizado por una nubosidad ligera o simplemente esta nubosidad ligera. Y con ISO 400, la mayor parte del tiempo tuve que usar diafragmas de f/8 o f/11. En el momento en que el objeto de interés estaba lo suficientemente alejado, la profundidad de campo es lo suficientemente elevada para eliminar el efecto de cualquier imprecisión. Aun así, tuve oportunidad de usar en varias ocasiones las aperturas de f/4 y f/5,6 a distancias cortas. Y no he encontrado ningún enfoque incorrecto en ninguno de los fotogramas.

La película la revelé, como de costumbre, en Kodak HC-110, dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC, con diez inversiones tranquilas al principio del revelado, y cinco inversiones tranquilas al principio de cada uno de los restantes minutos. Es un método de revelado que tengo completamente controlado y funciona bien con esta película. La medición de la luz la hice con el fotómetro de la cámara, a un índice de exposición de 320, y la densidad de todos los fotogramas es correcta, salvo los dos primeros en los que había olvidado cambiar el ajuste del fotómetro y se expusieron a IE 50. Aun así, se puede extraer sin muchos problemas la información de los mismos. Las bondades de la HP5 Plus a la hora de aguantar los eventuales errores de exposición.

En fin, como resumen, que como ya suponía, el Elmar-C 90 mm se puede usar perfectamente con la Leica M6. No sé si algún día usaré el Summicron-C 40 mm. Pero salvo la imprecisión del encuadre por falta de la referencia adecuada en el visor, tampoco preveo mayores problemas.

Usando una Leica M6 - Ilford Pan F Plus

Las cámaras Leitz, LEItz CAmera, Leica, supusieron una revolución en la fotografía cuando salieron al mercado en la tercera década del siglo XX; una cámara portable, con una óptica de calidad y un tamaño de negativo, entonces denominado miniatura, que sin poder ofrecer la calidad del formato medio y el gran formato, era suficiente para determinados usos. Cámara viajera, cámara reportera... algo con resistencia y calidad, pero sin peso ni volumen para impedir los movimientos. Y discreta. El tamaño del negativo... bueno, con el tiempo, los 24 x 36 mm que adoptó Leitz para sus cámaras sobre película biperforada de 35 mm, la que se usaba en el cine, aunque doblando la superficie aprovechable para cada fotograma, se convirtió en un estándar de facto. Y en la fotografía digital es un formato llamado pomposamente "formato completo" o "encuadre completo".

Y con el tiempo,... se convirtieron en un mito y objeto del deseo. Pasando a ser, más que herramientas de trabajo, objetos de lujo, objetos para presumir. Con sus variadas ediciones especiales, objetos de coleccionista. Pero la historia de la marca es muy variada. Y ha pasado por no pocas crisis por su apego a la tradición, mientras surgían otras alternativas de calidad y más versátiles. El declive de las Leica como cámara reportera comenzó con la Nikon F, una cámara de visión réflex, mucho más versátil, que también daba una gran calidad, con precios más ajustados. Hoy en día se encuentra en una posición rara... intermedia. Con determinadas líneas de productos intenta ser alguien entre los profesionales, pero con otras se mueve en el de los objetos de lujo. Y muchas veces atrae más a los caprichosos que se lo pueden permitir que a otra gente. Son objetos de precisión, con unos controles de calidad impresionante, y sobretodo, pensados para un sistema de ópticas todavía más impresionante que las cámaras.

La cuestión es que, utilizar una cámara Leica, es un placer. Si te gusta la fotografía y sabes lo que estás haciendo. Y las que son más icónicas, las Leica M... pues además tienes que asumir que tienen algunas limitaciones y adaptarte a ellas, a cambio de una experiencia fotográfica que puede ser muy creativa. Insisto, en la mayor parte de los casos, si sabes lo que estás haciendo. Las cámara Leica tienen un rico mercado de segunda mano, y se devalúan muy poco. Las ópticas, aún menos. Incluso pueden ganar valor. Pero ha habido momentos en los que no era imposible a alguien con una economía normalita adquirir una siempre que supiese lo que compraba y sus limitaciones y posibilidades. Las Leicas IIIf, la Leica CL, su clon la Minolta CLE... Con los años, en un amplio margen de tiempo fui haciéndome con algunas. Y disfrutándolas. La Leica CL en el año 2000. La Leica IIIf en 2002. La Leica M2 en 2012. Y todas ellas con precios mucho más asequibles de lo que la gente se imagina. No voy a entrar en el mundo de las Leicas digitales. Sólo hablaré de las destinadas a su uso con película tradicional.

La Leica M2 es una cámara con la que me he divertido mucho. Incluso me ha acompañado en algún viaje. Tiene todo lo esencial de una cámara del sistema, pero algunos elementos en su concepción la han convertido en una de las más asequibles. No obstante, en estos momentos una M2 en las mismas condiciones que la que yo compré en 2012, como mínimo ha duplicado su precio. Probablemente más. Sin objetivo. Una cámara mecánica, sin fotómetro, que se fabricó entre 1957 y 1968, con una construcción más sencilla y "barata" que la prestigiosa M3, pero con una ventaja importante para algunos. Su visor estaba pensado para un objetivo de 35 mm de focal en lugar de los 50 mm de focal tradicionales de la M3. Que necesitaba visores externos o "gafas" para los objetivos de 35 mm. Siempre he pensado que era la cámara idónea para iniciarse en el sistema. Aunque ya digo que en los últimos años se han ido disparando poco a poco.

Pero si se han disparado para la M2... no digamos para el resto. Especialmente para la M6 y posteriores. La M6 no fue la primera cámara del sistema con fotómetro incorporado, las primeras fueron la M5 y la CL, suponiendo que la CL entre en el sistema por el hecho de llevar la misma montura que la serie M para los objetivos. Pero estas dos tuvieron poco éxito y poco recorrido. Así que la M6 y sus variantes fue la primera cámara con cierto éxito y recorrido, que llevaba un fotómetro incorporado. Un fotómetro de medición parcial, es decir, que no ofrecía una medición más o menos integrada o ponderada de toda la imagen, sino sólo de un círculo central de la misma que abarca aproximadamente entre un 20 y un 25 % de la misma. Así que tienes que saber dónde apuntar y cómo interpretar la medición si quieres obtener una exposición correcta.

Con el tiempo, mi M2 sufrió problemas. Sufrió un accidente que hizo precisase una reparación. Pero non fue completa... eso hubiera supuesto su remisión a un taller especializado, capaz de conseguir reemplazos del telémetro, que si existen todavía, no son especialmente baratos, ni su mano de obra. Prácticamente, me ponía en el precio de lo que me costó la cámara. Entendámonos, soy capaz de enfocar con precisión con el telémetro tal y como está ahora. Pero he perdido una de las líneas de referencia del marco de la focal de 50 mm, y se percibe que uno de los espejos del sistema óptico está fracturado. Cuando hace cuatro años conocí a la cámara que os presento hoy y que en estos momentos tengo en casa disponible para usar... empecé a pensar en su adquisición. Pero nunca tuve claro si me merecía la pena. Y en ese tiempo... los precios se han puesto... si no imposibles, puesto que los puedo pagar, sí inmorales.

Este ejemplar que ya digo tuve por primera vez entre mis manos hace cuatro años, pero sin usarlo, lo tengo ahora en casa, en depósito. Por decirlo de alguna forma. Por tiempo... relativamente indefinido. No voy a entrar en detalles. Con derecho a compra, si realmente me convence. Es una Leica M6, cuyo año no he comprobado todavía, el modelo básico en negro, en un estado estupendo, salvo la tapa del compartimento de las pilas que está rayada. Fue muy poco usada por su comprador original, un caprichoso, y no fue usada en absoluto desde 1999 hasta 2015. Entonces sufrió una limpieza y revisión porque el heredero de la cama pensó en usarla. Pero le pareció excesivamente "complicada" y "primitiva"... por lo que su último rollo es de finales de 2016, cuando yo la conocí. La he probado con un rollo de Ilford Pan F Plus, ISO 50, que tenía en el frigorífico conservada, aunque pasada de fecha de caducidad.

La película la expuse en un paseo por el centro de Zaragoza, sin mucha preocupación sobre los motivos, simplemente para comprobar que mecánicamente todo era correcto. El objetivo usado es el Leica M Summicron 35/2 ASPH. Y para comprobar si el fotómetro iba bien, tras ponerle una pila de litio adecuada. Lo revelé en Kodak HC-110 dilución B durante 4 minutos a 20 º C. Los negativos los digitalicé con la Panasonic Lumix G9 y el Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH a la resolución normal de la cámara, de 20 megapíxeles. Algo menos por el recorte a 3:2 cuando el sensor es un 4:3. Todos los negativos del rollo, los 36, están correctamente expuesto. Parece que yo no he olvidado como se usa un fotómetro de medición parcial y el fotómetro funciona perfectamente. O mis errores al medir la escena han corregido los errores casualmente en todos los casos los errores del fotómetro. Pensaremos que es el primer caso.

Las fotos no tienen nada de especial en sus contenidos. Pero la combinación de una película de grano fino y alta nitidez con un objetivo que algunos consideraban el mejor 35 mm para el formato de 24 x 36 mm hasta la presentación reciente del APO-Summicron 35/2 ASPH,... es muy fácil tratar la información de estos negativos. Cierto que en el momento en que me metí en la sombra, obligado a usar velocidades de 1/30 segundos hay alguno con falta de nitidez... y es que ISO 50 es muy poquito. Pero bueno... una delicia. ¿Suficientemente bueno para "sustituir" a la Leica M2? Mmm.... el jurado está todavía deliberando. La ganancia de llevar el fotómetro incorporado y el telémetro perfecto no es tan grande como parece. Al fin y al cabo, con este tipo de cámaras estoy acostumbrado a enfocar por zonas usando la escala de profundidades de campo y la estimación de la exposición correcta a partir de mediciones con el fotómetro de mano solo cuando las condiciones de luz cambian notablemente. Ya veremos... que dijo un ciego a otro ciego.

Ilford HP5 Plus 400 en su punto justo - con Fujifilm GS645S Wide 60

A principio de febrero fue el cumpleaños de mi sobrino; 12 años. Como tenía una parte del equipo Pentax en buen estado pero sin usar, le regalé la Pentax K-X, con el objetivo zoom de kit, un 18-50 mm creo que es, o algo parecido, nunca lo he usado, con sus baterías, alguna tarjeta de memoria y una mochila fotográfica en buen estado que no uso. Un par de semanas más tardes se sugirió un paseo familiar para que el chico fuera fogueándose, al mismo tiempo que le podía orientar en la técnica básica de la toma fotográfica. Yo mismo cogí alguna cámara para el paseo. Una digital, la Panasonic Lumix G100 para demostrar los conceptos de forma práctica, y la Fujifilm GS645S Wide 60 con un rollo de Ilford HP5 Plus 400 por si se prestaba la tarde a alguna foto en blanco y negro.

Lo cierto es que cuando salimos a las cinco de la tarde de casa, la luz era muy agradable. No era nada dura, porque se mezclaba la progresiva caída del sol hacia el horizonte en su recorrido de la bóveda celeste, con algo de nubosidad que matizaba la luz. La Ilford HP5 Plus 400 es una película que, según mi experiencia, se defiende bien con una luz no muy intensa, pero que cumple mejor si las escenas tienen un contraste razonable que si son muy planas. Y desde ese punto de vista, la situación parecía idónea.

No obstante, conforme avanzó la tarde, las nubes fueron más abundantes, y bastante antes de llegar a la puesta de sol, prevista esos días entre las seis y media y las siete menos cuarto de la tarde, bloqueaban mucha de la agradable luz que teníamos al principio del paseo, haciéndola mucho más plana y mucho menos interesante. Así que no terminé las quince exposiciones del rollo, lo cual hice unos días más tarde en un paseo por el casco histórico de Zaragoza, en el que también algunas nubes en el cielo matizaban la luz y eliminaban los fuertes contrastes que ya tenemos en las horas centrales del día. Se acabaron los días invernales de luz agradable, casi por defecto.

Ningún misterio en el procesado de la película. Revelado típico y tópico en Kodak HC-110 dilución B (1+31) durante 5' a 20 ºC. Como hago habitualmente, agito con moderación, cinco inversiones completas y tranquilas al principio de cada minuto de los que dura el revelado. Tras el paro y el fijado convencional, lavado abundante y aclarado final con agua destilada y humectante para secar tranquilamente en un entorno libre de polvo. Los negativos fueron digitalizados con la Panasonic Lumix G9 en su modo de alta resolución, que nos ofrece sus buenos 80 megapíxeles, que en negativos de formato medio pueden merecer la pena, con el Leica Macro-Elmarit 45/2,8 OIS ASPH cerrado a f/5,6. Los archivos obtenido tienen un tratamiento mínimo de ajuste del punto negro y el punto blanco en Pixelmator Pro, así como enderezar los negativos algo inclinados, o recortar algún elemento sobrante en alguno de ellos.

Las fotografías no son nada especial. Pues eso, el resultado de darse unos paseos con la cámara y mantener entrenado el ojo. En cualquier caso, como ya he comentado, usada la película en sus mejores condiciones. Sin muchísima luz en el ambiente, pero con suficiente contraste para no tener que hacer procesados intempestivos para corregirlo que acaban incrementando en exceso el grano aparente de la película. Lamentablemente no dispongo de tiempo ni equipamiento a mano para un procesado en cuarto oscuro tradicional, en el cual seguro que se obtendrían copias decentes. Quizá más adelante. Dentro de unos cuantos años, cuando me jubile. Aun falta... pero seguro que luego me quejo de que el tiempo pasa muy deprisa. Como hace todo hijo de vecino.

Una tarde de paseo con la Hasselblad 500CM y un rollo caducado de Ilford Delta 400

La entrada de hoy no tiene mucha historia. Hace unos días, estuve revisando mis existencias de película fotográfica, convenientemente conservada en el frigorífico de casa. Sin mezclar con los alimentos o bebidas, claro. La teoría dice que cuando la película se fabrica tiene todavía que pasar un tiempo para alcanzar su madurez. Especialmente en las películas en color. Es decir, en alcanzar su óptimo en el rendimiento tonal y cromático. Las películas para aficionados saldrían al mercado nada más ser fabricadas, dando un margen a que sigan madurando, mientras que las profesionales ya habrían madurado, y habría que usarlas de inmediato. Después de alcanzar su madurez, tras un tiempo, alcanzan su fecha de caducidad, tras la cual pierden sus cualidades tonales y cromáticas. Las películas en color, especialmente las actuales cromogénicas, la vieja y desaparecida Kodachrome sería otra cosa, son más propensas a perder sus propiedades cromáticas y su sensibilidad nominal que las películas en blanco y negro tradicionales.

Pero de siempre se nos ha dicho que una película guardada en frigorífico o congelador, entre los -20 ºC y los +5 ºC detiene su proceso de maduración y caducidad, suspendiendo de alguna forma o prolongando la fecha de caducidad. Por lo menos, dentro de unos límites razonables. Por eso, lo adecuado para un aficionado corriente es tener almacenada una cantidad razonable de película, que se pueda consumir en un plazo de tiempo razonable, generalmente antes de la fecha de caducidad. Y guardarla en el congelador doméstico, a su temperatura usual de unos -18 ºC o en la nevera a una temperatura de +4 ºC. Son los parámetros habituales en los electrodomésticos habituales. Al alcance de cualquiera. En las cajas de película suele aparecer alguna referencia con recomendaciones sobre la temperatura máxima a la que se debe guardar antes de usarla. Y ante todo, evitar los "golpes de calor". Como por ejemplo, las guanteras de los coches en verano o dejarlas sobre el cubrerradiador en invierno.

El caso es que en otras otras cosas, localicé un ejemplar de un rollo de Ilford Delta 400 con fecha de caducidad en octubre de 2019. Habiendo estado correctamente guardado en la nevera, no me preocupaba gran cosa dicha caducidad. Pero puestos ha dar un paseo fotográfico un agradable domingo por la tarde del mes de noviembre, mejor usar un rollo con la fecha de caducidad ya pasada que uno más reciente. Además, no tenía ningún fin específico para ese rollo. Es un tipo de película que usaría habitualmente, lo hice durante varios años en la década de los noventa del siglo XX, con buenos resultados, pero que no se encuentra habitualmente en los comercios locales de Zaragoza, donde sí encuentro las Ilford HP5 Plus 400 o FP4 Plus 125.

Para el paseo fotográfico, por los alrededores del camino de Miraflores y del camino de Enmedio, entre San José y Montemolín en Zaragoza, donde la ciudad deja de ser ciudad y empieza a ser lo que llamamos "el campo", cogí la Hasselblad 500 CM, le puse el Carl Zeiss Distagon 50/4 C T* y un filtro amarillo Tiffen nº 8. No me di cuenta antes de salir que en su último uso había utilizado el respaldo A16S que ofrece 16 exposiciones, con negativos de 42 x 42 mm. Así que eso hizo que el 50 mm se comportara como un angular moderado y no como un claro gran angular. Más como un 35 mm en formato pequeño que como un 28 mm. Aunque estas equivalencias hay que cogerlas con pinzas dado que el formato pequeño es un rectángulo más bien bastante alargado y la Hasselblad ofrece un formato cuadrado. La ventaja del despiste es que me dio para cuatro fotos más.

Expuse, en un principio, utilizando como referencia mi Sekonic L-408 Multimaster, hasta que de repente, para mi sorpresa, dejó de funcionar, aparentemente por agotamiento de la pila eléctrica. Que según las indicaciones que me ofreció antes de salir de casa estaba a un tercio de su capacidad. La tarde estaba soleada, pero fresca. Quizá la temperatura relativamente baja hizo que dejara de suministrar al aparato la energía suficiente. En casa, un par de días más tarde, volvía a funcionar. A partir del momento en que no pude contar con él, dado que las condiciones de luz eran muy estables, con cierta disminución de su intensidad conforme avanzaba la tarde, expuse por estimación. A "ojímetro".

Hice un revelado clásico con Kodak HC-110 en dilución B (1+31), durante 7 minutos y 30 segundos a 20 ºC, con cinco inversiones tranquilas del tambor de revelado al principio de cada minuto hasta llegar al tiempo previsto. Sin sorpresa por mi parte, la "caducidad" de la película no había afectado al resultado final, y me encontré con negativos bien expuestos, contrastados, pero con mucho detalle tanto en las luces como en las sombras. Sigo pensando que las películas de Ilford, dentro de la oferta actual de película fotográfica, son un valor seguro. Y ofrecen un razonable compromiso entre calidad, precio, fiabilidad y consistencia. Hay otros productos más baratos, que no están mal, pero con menos fiabilidad. Y otros de igual calidad, pero más caros. Pues hasta la próxima.

Ilford FP4 Plus 125 a IE 400 - En Olympus Pen F

Esta la cuarta entrada que dedico al uso de la Ilford FP4 Plus 125 a un índice de exposición IE 400. Ayer me llegó el libro de fotografías de mi viaje a Oporto en septiembre, donde me llevé la Pentax MX con algunos rollos de Ilford HP5 Plus 400, quedando moderadamente insatisfecho con los resultados. Siendo una película que ofrece poco contraste, me quedaron unas fotografías muy planas. No teniendo acceso en estos momentos, por tiempo personal disponible y por otros motivos, a un laboratorio fotoquímico, proceso digitalmente los negativos. Y ajustar el contraste de negativos poco contrastados me resulta insatisfactorio, especialmente cuando se manejan negativos pequeños. Del 24 x 36 mm hacia abajo. Por eso, he venido ensayando una película más contrastada, especialmente si se subexpone y se aumenta la intensidad del revelado, aumentando la concentración del revelador y con un tiempo más prolongado para dicha concentración.

Los resultados con la Hasselblad 500CM en formato Superslide (41 x 41 mm), 16,8 cm2 de negativo, con la Pentax MX en formato pequeño (24 x 36 mm), 8,6 cm2 de negativo y con la Fujifilm GS645S Wide60 (56 x 42), 23.5 cm2 de negativo, los he considerado bastante buenos. Sin problemas con la pérdida de información en los tonos más oscuros de la imagen, salvo algún caso en escenas de iluminación muy dura, con un grano contenido, especialmente sorprendente en el formato pequeño, lo cierto es que me he sentido muy cómodo. Es normal apreciar poco el grano en negativos grandes. El formato de la GS645S es 2,7 veces más grandes que el de la Pentax MX. Así que el resultado con esta última, más agradable al final de todo el proceso que mis últimas experiencias con la HP5 Plus 400, prácticamente me deciden en la utilización de esta combinación de película, exposición y revelado de forma habitual. Ya he comentado en alguna ocasión que el motivo de comparar estas películas y no otras es porque son las que son fácilmente disponibles en comercios locales de Zaragoza, sin necesidad de pedir por internet.

Pero decidí ir a la prueba más exigente. Hacer un rollo de 36 exposiciones en la Olympus Pen F, que ofrece un mínimo de 72 fotogramas de aproximadamente 24 x 17 mm. Es decir, 4 cm2. Prácticamente, es dividir por 6, por 4 o por 2, la superficie sensible de cualquiera de las otras pruebas. En números aproximados. Así que realmente, la capacidad de producir imágenes nítidas y con determinado grado de ampliación en la imagen final está realmente comprometida. Este es uno de los motivos por los que estos negativos, o posteriormente los formatos del sistema APS, que encima era mucho más caro, no tuvieran más que un éxito pasajero, especialmente conforme las cámaras para el 24 x 36 mm fueron haciéndose más reducidas en tamaño. Véase la Pentax MX, más grande que la Olympus Pen F, pero bastante llevadera y con el "doble" de calidad de imagen por superficie de negativo. O la propia Olympus OM-1 dentro de los diseños de Maitani Yoshihisa.

Llevar encima la posibilidad de realizar 72 exposiciones, supone capacidad para unos cuantos días de ir y venir por Zaragoza con la cámara en la mochila por si surge la oportunidad. Más en otoño, donde las variaciones en el tiempo atmosférico y en las condiciones de luz son mayores. Un día puedes tener sol radiante, otro puede estar lloviendo o con nieblas más o menos densas, y todas las condiciones que se te ocurra entre medias. Y con el 38 mm f/1,8 y un índice de exposición de 400, hasta puedes utilizarla en alguna situación en interiores, como en la visita que hice a la exposición de Manuel Outumuro.

En cuanto a la exposición y el revelado, a ratos llevaba encima mi Gossen Digisix, a ratos me lo dejaba olvidado en casa y tenía que estimar la exposición o ojo. Cuando me encuentro en esta última situación, es frecuente que tienda a ser pesimista y sobreexponga los negativos. Por ello, aproximadamente un 20 % de los negativos del rollo han resultado muy densos, pero utilizables. El resto están bien. Ninguno está subexpuesto, ni hay tonos oscuros comprometidos. Lo revelé junto al rollo de formato medio que comenté hace unos días, en Kodak HC-110, dilución C 1+19, 7:40' a 22 ºC. Ya comenté en su momento las circunstancias de ese revelado.

El resultado final... pues en la tónica de las anteriores pruebas, pero con un grano bastante más aparente, y una nitidez más limitada, como era lógico esperar. En esto no hay magia que valga, los límites que impone la física son los que son, y cuanto más grande es un negativo, más cómodo es extraer la información y ampliar la imagen. No hay más vueltas. La cámara es muy divertida de utilizar, la calidad mecánica de la misma es sorprendente, la óptica del Zuiko 38 mm muy buena para su época... pero el negativo... ya lo he comparado con los otros sistemas. ¿Es utilizable? Pues sí. Pero probablemente, cuando me apetezca utilizar la Pen F optaré por momentos de buena luz y por películas entre los ISO 50 y 125. Y hasta que llegan estas pruebas. En un futuro, si sigo utilizando esta combinación de película, exposición y revelado será ya por que me interese.