La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

Home / Essays / película

Película en color de alta sensibilidad - Fujicolor Natura 1600

No es fácil encontrar en estos momentos películas negativas en color de alta sensibilidad. Hay algunas de ISO 800, y cabe la posibilidad de forzar el revelado de algunas como la Kodak Portra 400, expuestas a índice de exposición de 800 o 1600. Pero Fujifilm parece que mantiene todavía en su catálogo, esto nunca lo sé con seguridad, su película Fujicolor Natura 1600. Hace unos años, Fujifilm sacó al mercado una pequeña compacta, decían que de buena calidad, no tengo más referencias, que se llamaba Fuji Natura Classica, con un objetivo zoom 28-56 mm f/2,8-5,4. Lo de "Natura" parece que no viene de estar pensada para el fotógrafo de naturaleza, sino de estar pensada para ser usada con luz natural en una diversidad de situaciones, incluidas las de escasez de luz. Y para ello, una película negativa en color de alta sensibilidad acompañante vendría bien. Y esta es. No es barata. Contad con 12,5 euros o más, más lo costes de transporte, porque es difícil encontrarla en la ciudad que uno vive. Parece que Fujifilm siempre la pensó para el mercado interno nipón, y por ello los lotes que salen al resto del mundo son escasos y caros.

Este no es el primer carrete de este tipo que expongo. Pero sí el que mejor me ha quedado, aquel al que más partido le he sacado. Para empezar, porque no me he limitado a usarla en situaciones de escasa luminosidad. Y también por la solidez de la cámara que he utilizado, la treintañera Canon EOS 650. El revelado y digitalizado de los negativos lo he encargado en Carmencita Film Lab.

Una parte del carrete lo expuse en exteriores. El domingo 3 de enero de 2019 fue domingo de carnaval, y como es tradicional, las calles del centro de Zaragoza se animaron con las comparsas del conde del Salchichón y de Gigantes y Cabezudos. Una mañana de buen tiempo, pero si excesos de luz y contraste, por estar el cielo ligeramente velado con nubes altas y finas. Mi intención era de exponerlo a un índice de exposición 800... pero me líe... y se quedó expuesto a su sensibilidad nominal. No pasa nada.

Después, nos dirigimos hacia el Museo Pablo Gargallo, pasando por los puestos de artistas callejeros del mercado dominical de San Felipe, donde también obtuve alguna instantánea. Decir que en este rato de paseo callejero usé la cámara con el discreto Canon EF 40/2,8 STM... que la verdad es que va muy bien. Estoy muy satisfecho con el aspecto de las fotografías. En las que se nota la granularidad, como no podría ser de otro modo, con esa sensibilidad, pero no me molesta.

Ese fin de semana recibimos visitas de fuera. Fue puente en Zaragoza por la festividad local de la Cincomarzada al siguiente martes. Aunque yo trabajé el lunes. Y dado que los primeros domingos de mes los museos municipales son gratuitos, nos dirigimos al Museo Pablo Gargallo, que para mí es el más bonito y agradable. Y donde me gusta ir a hacer fotos de vez en cuando, aprovechando para probar una diversidad de combinaciones de cámaras y películas en condiciones de luz limitada o muy limitada.

Para estas fotografías en interiores había echado a la bolsa dos objetivos más luminosos que el 40/2,8. Por un lado, el Tamron 35/1,8, que además proporciona una distancia mínima de enfoque muy ventajosa y estabilización óptica de imagen. Por otro lado, un Canon EF 85/1,8 USM, para cuando quisiese cerrar el encuadre en torno al motivo principal, o cuando viniese bien mantener cierta distancia con la escena o el objeto fotografiado. Es un objetivo antiguo, con una fórmula óptica que se remonta a 1992, pero que sigue dando buenos resultados. He escuchado alguna vez la especie de que era una versión automatizada del FD 85/1,8 de 1979, pero eso no parece cierto. El objetivo 1979 tenía una fórmula óptica de seis elementos en cuatro grupos, mientras que el EF de 1992 son nueve elementos en siete grupos. Es un objetivo más complejo y mejor corregido, que sí que tiene cierto parentesco con el EF 100/2 USM, prácticamente gemelo exteriormente, pero con un elemento menos en su fórmula óptica. En cualquier caso, el EF 85/1,8 USM ha aguantado con dignidad en la avalancha de nuevos objetivos con la misma focal, de similar o superior luminosidad máxima, y de precios muy superiores, que se ha producido en los últimos años destinados a los sensores digitales más exigentes.

La experiencia con esta película me ha resultado mucho más positiva que en la ocasión anterior. Evidentemente, el primer punto a considerar es que no necesariamente hay que reservarla a situaciones de luz disponible escasa. Un uso general, pero en el que es necesaria una buena reserva de sensibilidad para conseguir velocidades de obturación elevadas, incluso cerrando algo el diafragma también le conviene sin problemas. Siempre he pensado que las películas de Fujifilm tenía colores más agradables que las de otras marcas. Mas agradables no siempre significa más fiel a la realidad. Pero sí estéticamente placenteros o que generan un carácter en la imagen que les dota un plus de expresividad. Como ya he dicho anteriormente, la estructura del grano no me disgusta en absoluto, aunque hay que evitar a toda costa la subexposición. Aunque el laboratorio intenta corregir en el digitalizado los posibles errores de exposición, cuando esta se produce por el lado de la subexposición, o cuando hay un dominio de tonos oscuros, de clave baja, el grano se hace mucho más presentes. Pero si está bien medida la luz y bien expuesta la fotografía, y además se trata de una escena en clave alta, el resultado es estupendo. Creo que si se me pone a tiro, la usaré en más ocasiones.

Dípticos en medio formato

De la pequeña Olympus Pen EE3 ya he hablado en otras ocasiones. No voy a entrar ahora en muchos detalles sobre las características de esta sencilla cámara de medio formato, que no de formato medio. Es decir, que a partir de un carrete de película biperforada de 35 mm de 36 exposiciones ofrece 72. Aproximadamente. Siempre sale alguna más, si tienes cuidado al cargar la película. Lo cierto es que se puede hacer interminable uno de estos carretes. Aunque en una ocasión que la llevé de viaje, vino bien el aumento de capacidad. Y por cierto, aunque sea la mitad de un fotograma con una relación de aspecto 3:2, la de los negativos de esta cámara no son 3:4. Algo se pierde en el intervalo entre negativos y está más bien en el 5:7. Más que negativos de 18 x 24 mm son, en realidad, de 17 x 24 mm.

Lo cierto es que la disminución del tamaño del fotograma hace que el sacar provecho de la información que contiene por medios caseros sea complejo. La mejor solución que he encontrado ha sido la de fotografiar los fotogramas con una cámara digital y un objetivo macro. Pero la mayor relación de aumento necesaria para reproducirlo, hace que la tarea de encuadre, el paralelismo necesario entre el sensor de la cámara y la película, y el diafragma usado sean más críticos para conseguir todo el fotograma enfocado. Con una mesa de reproducción sería más fácil. Pero con el trípode que tengo, más adaptado para salir al campo, y el iPad como mesa de luz... pues hay más margen para el error que con negativos más grandes.

En esta ocasión, en la que he empleado mi último carrete de Fujifilm Neopan 100 Acros, que da un grano muy fino, decidí conseguir un digitalizado de mayor calidad, y la mandé a revelar a Carmencita Film Lab. Como suele suceder con los laboratorios comerciales, de escanean la película como si fuera de 24 x 36 mm, por lo que obtienes 36 imágenes dobles. Lo cual es aprovechado por muchos fotógrafos para obtener dípticos con significado en sí mismo. Las fotografías que aquí muestro intentan ofrecer paisajes, naturales, urbanos o humanos, que supongan un contraste en cada par de fotografías.

Lo cierto es que la calidad del escaneo se nota. Sin que se aprecie el grano, la gradación de gris es muy buena. Y más nitidez es difícil de pedir, por las limitaciones propias de la cámara. Hay que tener en cuenta que cuando la luz empieza a faltar, abre mucho el diafragma. Y teniendo un foco fijo, el infinito y los primeros planos pueden aparecer poco enfocados, priorizando los planos medios, retratos de cuerpo entero y similares, que sí podrían aparecer bien enfocados. Pero no el enfoque completo que se busca en los paisajes. Aunque cierto aspecto difuminado también ofrece sus virtudes estéticas.

En cualquier caso, estoy parcialmente satisfecho con los resultados obtenidos, puesto que he obtenido algunos dípticos que me parecen interesantes. Aunque tendré que pensar mejor las tomas, para mejorar los resultados globales. Espero que os gusten y os interesen.

Ah... una última cosa. Como dato. A la resolución de escaneo solicitada, el díptico tiene una resolución de algo más de 19 megapíxeles, permitiendo una ampliación de 54 x 36 cm, aproximadamente, según lo exigentes que seas. Algo menos de la mitad, si sólo quieres uno de los fotogramas del par. No está nada mal para una cámara con un negativo de este tamaño. Podría haber solicitado un nivel mayor de resolución, prácticamente el doble, pero dadas las características de la cámara, decidí que no merecía la pena el gasto. Y creo que hice bien.

Una cámara "de juguete" en Albarracín y los Montes Universales - Lomography ActionSampler con Rollei Superpan 200

Comentaba recientemente nuestro paseo por Albarracín en el que, además de una cámara digital, saqué a pasear la Canon EOS 650 con un carrete de Fujicolor Superia Xtra 400. Pero llevaba algo más en el bolsillo. Decidí rescatar de la estantería unos días antes de esta excursión, la plasticosa Lomography ActionSampler, una de esas cámaras "de juguete", para un uso informal, pero que pueden tener su gracia y su expresividad.

Recordemos las características de esta cámara.

Con una colorida decoración, es una cámara de plástico, absolutamente elemental. Apertura fija, velocidad de obturación única, y cuatro lentes que dividen en el tradicional negativo de 36 x 24 mm en cuatro cuadros con una superficie similar a la de los modernos sensores micro cuatro tercios, que se van exponiendo por turno, ya que el obturador no se abre simultáneamente para los cuatro. Como consecuencia, si sumas el error de paralaje de cada una de las cuatro lentes a la posibilidad de que algún elemento de la imagen esté en movimiento, los cuatro cuadros no son exactamente iguales. La denominación de la cámara, ActionSampler, resalta su intención de que sea usada en situaciones dinámica, con sujetos en movimiento, para mayor efecto.

Lo cierto es que en esta ocasión la he usado en situaciones más bien estáticas, donde me interesaba más la repetitividad del motivo, ligeramente distinto, o con una afectación distinta de las aberraciones propias de los meniscos de plástico que constituyen las lentes de esta cámara. La película usada ha sido un carrete de Rollei Superpan 200, que compré hace tiempo por la posibilidad de usarlo como película infrarroja, pero que tenía abandonado al decidir que iba a limitar la fotografía infrarroja al formato medio.

Tradicionalmente, no he sido muy aficionado del material sensible ISO 200. Cuando hay demasiada luz, me parece excesiva, especialmente si quieres usar diafragmas muy abiertos. Cuando empieza a escasear, se me queda corta. Sin embargo, es un índice de exposición muy frecuente en estos días. Hay muchos sensores digitales cuya sensibilidad base, por lo tanto la que ofrece mejor calidad, es ISO 200. Las películas en color económicas, aunque no necesariamente malas, también están en esa sensibilidad. Y recientemente he ido comprobando, con determinadas películas en blanco y negro de ISO 100-125, que un forzado de un paso no les sienta mal. Pero como habitualmente esas películas las uso con un filtro amarillo o naranja... a efectos prácticos es como usar un índice de exposición de 50 a 125, según el filtro.

Pero en esta ocasión, con experiencias previas con la Superpan 200, sin poder modificar el diafragma o la velocidad de obturación, sabía que una cierta sobreexposición y algo de subexposición no me iba a impedir obtener fotografías razonables.

El revelado lo he realizado con Kodak HC-110, dilución B (1+31), durante 6 minutos a 20 ºC. Es la recomendación que nos dan en The Massive Dev Chart, para un índice de exposición de 200. Se han digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el objetivo Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. No he ajustado mucho el cuadro al sensor. La calidad de imagen que ofrecen las lentes de plástico de la cámara es muy limitada, por lo que al final no merece la pena tener archivos de mucho más allá de 6 o 7 megapíxeles, para ampliaciones de tamaño DIN A-4 o DIN A-3 con un amplio margen blanco. Ya se observará en la limitada calidad que da una visualización web, que la nitidez no es la principal virtud de las fotografías que ofrecen estas cámaras "de juguete".

Lo que sí podemos decir que los negativos tienen una variedad de aspectos, desde los muy tenues, claramente subexpuestos, hasta los más densos, claramente sobreexpuestos. Pero en ninguno me he encontrado sombras bloqueadas o luces empastadas.

¿Los resultados? Pues lo que ya suponía, y he venido ya indicando más arriba. Cuanta mayor variación exista entre los cuatro cuadros de la fotografía, más sentido expresivo tiene esta. En esta ocasión, los resultados no son para tirar cohetes. Imágenes muy estáticas, y muchas de ellas con el objeto principal situado a una distancia apreciablemente larga. Eso minimiza la variabilidad entre los cuatro cuadros; por lo tanto, las fotografías pueden resultar algo monótonos. Fotografiando sobre objetos cercanos, como retratos, el error de paralelismo ofrece variaciones que pueden ser interesantes. Y si el sujeto se está moviendo, el retardo del obturador entre los cuatro cuadros, también.

Sólo algunas fotografías realizadas a contraluz o en motivos próximos, generan efectos propios de la variabilidad entre la cuatro lentes que pueden generar un cierta expresión diferenciadora.

Pero bueno. Es cuestión de seguir usando de vez en cuando la cámara en un futuro hasta ir encontrando los sujetos en los que tiene más razón de ser el uso de una cámara "de juguete" como esta que, eso sí, llamó la atención de varios de los pocos turistas con los que nos cruzamos y que nos permitió entablar alguna conversación e incluso comer acompañados de desconocidos, que enriquecieron el diálogo durante la comida. Bien está.

Canon EOS 650 y Fujicolor Superia X-tra 400 en Albarración - a propósito del EF 70-210/3,5-4,5 USM

El día 30 de enero es un día en el que en los últimos años cojo fiesta y, con unos amigos, salimos de excursión a pasar el día. En los últimos años, apuntábamos al norte, íbamos parando a visitar lugares interesantes, tomábamos algún café o comíamos, y al llegar a la frontera francesa, nos volvíamos. Con el mal pronóstico de este año para los Pirineos, optamos por el camino contrario. Nos dirigimos hacia el ser, hacia Albarracín y los Montes Universales, y al llegar a Castilla, nos volvimos.

Dos cámaras me llevé, una digital y otra para película tradicional. Ambas Canon del sistema EOS, la EOS 5D Mark II, que compré nueva en 2010, y la EOS 650 que compré en 2017 en el 30º aniversario del sistema EOS, fue el primer modelo del mismo, por 25 euros. Los objetivos que valen para una valen igualmente para la otra. Así que les puse a cada una un objetivo de focal corta; el EF 40/2,8 STM a la EOS 650 y el Tamron SP 35/1,8 Di VC USD a la EOS 5D Mark II. Y añadí a la mochila el EF 70-210/3,5-4,5 USM. Utilicé los tres objetivo indistintamente con las dos cámaras a lo largo del día. Con la EOS 650 usé un carrete de Fujicolor Superia X-tra 400, una película todo uso, que da un excelente resultado.

Me centraré en comentar un poco el teleobjetivo de focal variable. Con una cómoda y adecuada gama de focales entre los 70 y los 210 mm, y unas apertura máximas más luminosas de lo que hoy en día se ve en los teleobjetivos de gama baja, este objetivo alcanzó cierta reputación en los años 90 del siglo XX. En aquella época se consideraba que era bastante nítido, teniendo en cuenta que no era de la serie L, y no recurría a vídrios especiales de baja dispersión ni lentes de fluorita como los teleobjetivo más prestigiosos de la menciona serie del aro rojo. Es cierto que a plena apertura, se suele observar un fuerte viñeteo, una notable pérdida de luminosidad en las esquinas, muy apreciable. Que en digital es solucionable en el procesado posterior de la imagen. Pero lo cierto es que muy pronto me acostumbré a usarlo con aperturas medias, f/8 sobre todo, apertura a la que el viñeteo no se aprecia y la nitidez es bastante buena. Lo único que necesitas es la luz adecuada o un buen trípode. En nuestra excursión a Albarracín no faltó la luz, lo que unido a la sensibilidad nominal de la película de ISO 400, permitía esa apertura sin problemas, con velocidades de obturación entre 1/250 y 1/1000 segundo según las condiciones de luz al sol o a la sombra.

Con estas precauciones, no hay problemas para obtener fotografías de razonable buen calidad sobre la Superia 400 en la EOS 650, que son las que ilustran esta entrada. Quizá el principal problema que surgió a lo largo del día fue que en algún contraluz se produjo alguna pérdida de contraste, aun usando el parasol reglamentario.

Este objetivo tuvo un gemelo, el EF 100-300/4,5-5,6 USM, en el que las focales más largas provocaban que con las mismas dimensiones, el objetivo fuera menos luminoso. Ambos formaban parte de una gama media que Canon tenía en aquel momento, entre los objetivos más sencillos y los más caros de la serie L. Y que permitía obtener buenos resultados sin arruinarse. Aunque tampoco estaban tirados de dinero cuando los comprabas nuevos. Cuando se popularizó el mundo de la fotografía digital, estos objetivos estaban ya fuera de producción o esta era marginal, aunque en el Canon Camera Museum nos informan de que se comenzaron a fabricar en 1990, pero no se informa del momento exacto en que dejaron de fabricarse o venderse.

No eran perfectos, pero eran convenientes. Y mi experiencia de haberlo usado con las EOS D60, EOS 10D, EOS 40D y EOS 5D Mark II, me confirma el hecho de que su uso a aperturas medias, f/8 o f/11 es perfectamente válido. Por ejemplo, van bien para construir un panorama sobre un trípode, situación en la que probablemente usaremos aperturas de entorno a f/11. Y utilizados a aperturas máximas, se percibe un descenso del rendimiento en las esquinas, pero que, si estas están desenfocadas por la limitada profundidad de campo, tiene poca importancia de cara a algún retrato o fotografía de aproximación. El viñeteo se puede corregir digitalmente. Así que, no lo uso mucho, pero cuando lo hago, lo hago satisfecho. Si los veis de segunda mano a buen precio, en visto en eBay ejemplares entre los 39 y los 65 euros, no les hagáis ascos si vais justos de monetario.

Ilford FP4 Plus forzada un paso (IE 200) - procesado modificado

Hace un mes, con motivo de la FP4Party de enero, expuse un par de rollos de película Ilford FP4 Plus 125 insistiendo en la idea de hacerlo a un índice de exposición aumentado, 200 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 125, y revelar de forma acorde. Mis experiencias previas mostraban que con ese forzado de apenas un paso, aumenta el contraste del resultado final de forma moderada pero apreciable, sin que el grano y la definición de la imagen sufran mucho, al menos para el formato medio. El resultado fue bastante bueno, y me convenció como una película a usar de forma muy polivalente, según necesidades.

En el mes de febrero se ha vuelto a convocar una nueva FP4Party, y decidí seguir familiarizándome con el proceso. Si bien descubrí que el forzar dos pasos en situaciones de alto contraste era excesivo, especialmente cuando hay un día soleado con mucha luz y sombras profundas, las sombras se bloquean, quería descubrir cuales podían ser los límites del forzado moderado a un paso. Por lo que opté por fotografiar en lugares donde existieran contrastes fuertes.

Escogí dos equipos. El que hoy comento es el de formato medio, nuevamente la Hasselblad 500CM con el objetivo Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF T*, midiendo la exposición con el Sekonic L-408 Multimaster, que tiene opciones de medición de luz incidente, y de medición parcial de luz reflejada. Esto último permite medir cuidadosamente para las sombras. El segundo, que comentaré dentro de unos días, fue una cámara de formato 135, la Minox GT-E. Pero ahí, surgieron algunos problemas que ya os comentaré.

Sí que he modificado el procesado. Siguiendo con el revelador Kodak HC110, en lugar de usar la dilución A (1+16) durante 6 minutos a 20 ºC, probé otra combinación que encontré en las páginas de Emulsive. Aunque no me gusta usar tiempos de revelados excesivamente largos,... porque me aburro, sí que me gusta usar tiempos de revelados por encima de los 6 minutos, para que pequeñas variaciones en los mismos tengan efectos menores, por ser porcentualmente menos significativos. Así que opté por la dilución C (1+19), algo más diluida, durante 7 minutos a 21 ºC. Ya adelanto que los resultados han sido óptimos, desde mi punto de vista y dadas las circunstancias de la toma.

Lo cierto es que algunas de las imágenes que tome se realizaron en situaciones de fuerte contraste. Pero con una cuidadosa medición para las sombras, el negativo muestra una amplia gama de valores, sin que se bloqueen estas y sin que se empasten las altas luces. Utilicé un filtro amarillo para mejorar el contraste y la definición de las posibles nubes en el cielo. Por lo tanto, dado que este filtro tiene una pérdida de luz de aproximadamente de 2/3 de paso, ajusté el fotómetro a 125, para un índice de exposición real de 200. Para aquellos familiarizados con el sistema de zonas, con el fotómetro así ajustado, utilicé la medición parcial de la luz reflejada del fotómetro sobre lo que se denomina zona IV o zona III, ajustan la exposición final en EV, que se puede trasladar directamente al objetivo Planar que tiene una escala con esta medida, con -1 o -2 pasos respectivamente. En ningún momento he perdido el detalle o la materia en las sombras. No sé si las fotos preparadas para la web lo mostrarán con claridad, pero os aseguro que en los archivos digitalizados con el Epson Pefection V600 Photo a una profundidad de color en blanco y negro de 16 bits, es así. Y tampoco se han empastado las luces, que conservan su detalle. El grano, con película de formato medio, no es un problema apreciable, ni molesto. No afecta a la definición de la imagen.

Por lo tanto, confirmo que con mi método de trabajo, puedo usar la película Ilford FP4 Plus con un índice de exposición de 200, probablemente de 250, sin miedo a hacerlo en una diversidad de situaciones, incluso con escenas de alto contraste. Según mi experiencia previa, con un forzado de dos pasos es preferible evitar las escenas de contraste excesivo. Y por supuesto, si todo el rollo de formato medio va a ser usado en situaciones de muy alto contraste, se puede usar sin problemas a su sensibilidad nominal o menor.