La fotografía como afición y otras artes visuales

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Agfa Billy Jgetar 8.8 — formato medio de 1930 en 6x9 sin (demasiadas) complicaciones

Hace unas semanas, en uno de mis paseos habituales de domingo en los que recorro mercadillos o rastros en mi ciudad, Zaragoza, encontré en el de los anticuarios de la plaza de San Bruno algunos ejemplares de cámaras de formato medio de Agfa, anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, apenas me dio tiempo a examinar una, que me pareció interesante, pero que tenía una serie de desperfectos que impedía su puesta en marcha inmediata. Hubo otras que atrajeron mi mirada, pero en ese momento no tenía ni tiempo ni liquidez para un vistazo más detenido.

Este domingo pasado volví, con la intención de comprobar si todavía estaban por allí disponibles. Y encontré el siguiente modelo de cámara, que posteriormente he identificado como una Agfa Billy Jgetar 8.8, fabricada probablemente entre 1928 y 1931. Probablemente en este último año, porque el objetivo viene identificado como Jgestar 8.8 y no como Jgetar 8.8. Jgetar o Jgestar se leerían como Igetar o Igestar.

La marca de la cámara por lo tanto es Agfa, pertenece a su serie de cámaras Billy, de las que sería uno de los primeros sino el primer modelo, y su objetivo sería un Jgetar o Jgestar con apertura máxima f/8.8. También se podría encontrar identificada como Agfa Billy I, aunque este nombre se utilizaría posteriormente para otros modelos. Sería una cámara “popular”, para uso generalizado, sin muchas complicaciones. Usa película de tipo Agfa B2, similar y compatible con la Kodak 120. Produce 8 negativos de 6 x 9 cm en cada carrete. En realidad los negativos son algo más pequeños, estaríamos hablando de 55 x 87 mm aproximadamente, con lo que la relación de aspecto estaría más cerca del 1,6:1 que del 1,5:1.

Veamos el objetivo, que suele ser uno de los aspectos más interesantes de estas cámaras, y que condiciona en gran medida su uso.

Viene identificado como “Anastigmat”, denominación que en la época se solía aplicar a los diseños basados en el triplete de Cooke, con tres lentes. Este tipo de objetivos fueron muy frecuentes en las cámaras económicas pero dignas hasta los años 60. Podían tener unas prestaciones dignas, especialmente en el centro del campo, y corregían aceptablemente buena parte de las aberraciones ópticas más comunes. En los bordes y las esquinas del campo es esperable una apreciable merma del rendimiento, pero que forma parte de la estética de las fotografías de la época.

Como se ve, no se indica la longitud focal del objetivo. Pero todo señala a que esta es de 100–105 mm, equivalente a la diagonal del fotograma. Una focal estándar para este formato, vaya.

La apertura máxima es muy modesta, f/8,8. Esto permitía tres cosas. Por un lado realizar un objetivo compacto, que permitiera plegar sin problemas las cámara para su transporte. Por oro lado, que se minimizasen las mermas de calidad del objetivo. Finalmente, disponer de una profundidad de campo suficiente para el enfoque por estimación, que luego explicaré. Están indicadas también las aberturas de f/12,5 y f/18; probablemente se admiten todos los valores intermedios por el desplazamiento continuo de la palanquita de accionamiento del diafragma.

Una cuestión sobre los valores. La escala a la que estamos habituados hoy en día, f/2,8 — f/4 — f/5,6 — f/8 — f/11 — f/16, se utilizó inicialmente de forma preferente en Estados Unidos, mientras que en Alemania era habitual la serie f/3,5 — f/4,5 — f/6,3 — f/9 — f/12,5 — f/18. En realidad da igual una que otra, todo es cuestión de costumbre. Pero al final se impuso la americana. En esta cámara, de todos modos, tenemos la alemana.

El obturador admite tres velocidades de obturación, 1/25–1/50–1/100, más la posición B. Con estas condiciones de exposición, y teniendo en cuenta la escasa sensibilidad de las películas de la época, la cámara estaba pensada para ser usada al aire libre, con sol o con nublados moderados. Lo de disparar a mano alzada a 1/25 lo veo delicado, aunque supongo que con entrenamiento será posible. En cualquier caso, lleva rosca para fijar a trípode, así como otra para utilizar con un cable disparador, que puede ser recomendable incluso para fotografiar a mano alzada, para evitar trepidaciones.

Enfoca por zonas, admitiendo dos posiciones; “nah” (cerca) para enfocar a sujetos situados a una distancia entre 2 y 5 metros y “fern” (lejos) para los situados entre 5 metros e infinito. Retratos y paisaje, vamos. Es curioso, pero es efectivo y fácil de usar, dados los diafragmas de trabajo que vamos a usar.

Para encuadrar, disponemos de un visor de tipo “réflex”.

Este visor consiste en lo siquiente. Una lente en el frontal recoge la luz de la escena, que es rebotada por un espejo en 45º hacia una lente superior. La cámara se sitúa a nivel de la cintura, y el fotógrafo compone mirando desde arriba. El visor está articulado para permitir la composición en vertical y horizontal. La salida de la lente superior tiene forma de cruz, para los dos formatos. La imagen se ve invertida lateralmente, como en las reflex con visor de capuchón como las Hasselblad o las Rolleiflex.

No es fácil de utilizar en condiciones de poca luz y bajo contraste. Pero esta cámara no está pensada para eso, así que… Otro problema es conseguir que la imagen quede correctamente enderezada. No es fácil, aviso.

La cámara, mediante un fuelle, tiene un objetivo retráctil. En posición de transporte, plejada, queda como una caja rectangular, con una pequeña asa, fácil de transportar en bolso, e incluso en el bolsillo de un abrigo o un gabán. Discreta.

En el frontal, apreciamos la rosca para el trípode, y la placa con la marca “Agfa” se puede levantar para formar una pata que permita colocar de forma estable la cámara sobre una superficie como una mesa o lo que sea, y usar con un disparador de cable la velocidad más lenta o la posición B (ver la primera fotografía del artículo).

En la trasera, vemos la típica ventana roja para comprobar el número de exposiciones. La película se avanza con un dispositivo de giro en un lateral. No hay ningún tope que avise de que hemos terminado de avanzar el fotograma, hay que mirar el número que aparece en la ventana roja. Y nada impide que se produzca una doble exposición si te olvidas de avanzar la película.

Veamos algunos ejemplos de fotografías realizadas con este ejemplar. Película Kodak Tri-X 400 revelada con HC-110 durante 6,5 minutos a 20 ºC. Los negativos no me quedaron muy densos, pero no había subexposición de las sombras. Dada las condiciones de iluminación, bastante decentes, me imagino que fotografiar con las sensibilidades de la época tuvo que ser algo delicado.

En condiciones de luz con poco contraste, la imagen queda muy plana. En este caso, tras escanear el negativo, aumenté el contraste en Adobe Photoshop Lightroom. Como se ve, en la zona más luminosa del cielo, se produce una pérdida de contraste adicional. Hay que tener cuidado, como pasa con muchos objetivos de la época que no estaba revestidos, con las fuentes de luz intensas que ocasionan reflejos internos.

Con una luz suave pero mejor que en la fotografía anterior, pasamos a la posición de enfoque cercano para fotografiar esta escultura en la plaza de España de Zaragoza. Sin mayor problema que la necesidad de aumentar un poquito el contraste, esto es una tónica general, y enderezar la fotografía que había quedado, como casi todas, algo inclinada.

Esta situación de alto contraste, sin embargo, se ve beneficiada por las características del objetivo, sumadas a la latitud de exposición de la película. Estamos hablando de un objetivo de hace 85 años, con un objetivo muy sencillo,… las prestaciones en el centro son honorables, dadas las circunstancias.

Una nueva prueba en la posición de enfoque “cercano”, que nos muestra que la cámara no se defiende nada mal en las distancias cortas. Hay una cosa que conviene señalar. El gran tamaño del negativo, 5,5 veces más grande que el formato llamado hoy en día pedantemente “full format” (qué ridícula esta denominación en comparación con el tamaño de estos negativos), contiene una cantidad de información impresionante. Los escaneos de los negativos están realizados a una resolución modesta, pero la óptima de mi modesto escáner, 1800 píxeles por pulgada. Con esa resolución obtengo un fichero digital de 24 megapíxeles, que no está nada mal. Aunque esto permitiría hacer ampliaciones de 40 * 60 cm, esto no haría más que poner de manifiesto las limitaciones del objetivo. Pero ampliaciones más modestas son posibles, con una calidad razonable. Estas son las grandes ventajas de los formatos más grandes.

Las hojas de estos árboles son una prueba difícil de superar para el Jgestar 8.8 de la cámara. Si bien el centro de la imagen está razonablemente nítido, el entramado fino de las hojas de los árboles o del granulado del suelo, sufre la falta de definición en las esquinas. Y eso que estaba utilizando el diafragma a su posición más cerrada, f/18. Con semejante tamaño de negativo, no hay que preocuparse por la difracción, que llegaría con diafragmas mucho más cerrados si fuesen posibles.

Para terminar, una de las pruebas más difíciles para una cámara como esta es hacer fotos a contraluz y con el sol, aunque sea parcialmente, metido en el encuadre. Lo normal es que estos objetivos antiguos y no revestidos se lleven mal con estas situaciones, haya importantes pérdidas de contraste y luces parásitas. La pérdida de contraste se produce, aunque el archivo digital permite recuperarlo con posterioridad. Conlleva una cierta pérdida de definición como se ve en las hojas de la parte superior, que se suman a la pérdida de definición por estar en el borde del campo. Luces parásitas, no. La chica aparece un poquito borrosa debido a su propio movimiento. Con una velocidad máxima de obturación de 1/100 s es difícil congelar el movimiento.

Y esto es lo que ha dado de sí de momento la experiencia con esta cámara. La seguiré usando. Conociendo sus limitaciones, puede ser muy divertida en algunos momentos, como lo son otras cámara clásicas o antiguas de las que dispongo. Como otras veces digo, no hace falta gastar mucho dinero en aparatos nuevos y malos de plástico, por muy de moda que estén, para disfrutar de la fotografía con película tradicional. Mejor rescatemos las cámaras antiguas que todavía están en uso.

La "Cámara Safari" de Indiana Jones

La fotografía con película tradicional, mal llamada fotografía analógica por muchos, después de un reinado largo largo en el mundo de la fotografía, entró en rápido declive ante el empuje de la fotografía digital. La inmediatez, la conveniencia y la presunta facilidad, al alcance de cualquiera, para procesar, cuando no manipular, los archivos de fotografía digital, así como su aptitud para ser compartidos gracias a internet y las redes sociales, han hecho que la fotografía digital se imponga en el mundo de la fotografía.

Sin embargo, la película tradicional y otros métodos clásicos físicoquímicos de obtención e imágenes fotográficas no ha muerto. Ha encontrado su nicho de practicantes, que se encuentran más entusiasmados que nunca.

Tenemos quizá un grupo minoritario de practicantes, que buscan una fotografía de cierta calidad o unos mecanismos expresivos y plásticos que no encuentran en la fotografía digital. Fotógrafos con cámaras de gran formato, de medio formato, procesos como el colodión húmedo, las platinotipias,... o simplemente aquellos que buscan una expresividad distinta. Los motivos son variados e interesantes.

Algunos seguimos apegados a este tipo de fotografía por el placer de utilizar la cámaras clásicas. A mí me gusta mucho la liturgia en el uso de las cámaras mecánicas, cero circuitos eléctricos o electrónicos, pura relojería, bellos objetos de hace unas décadas, con sus sonidos y sus sensaciones a la hora de realizar la fotografía.

Finalmente, están los que se han sumado de nuevas a la fotografía con película tradicional. Gente muy joven en muchas ocasiones, que no vivieron el mundo de la fotografía cuando la única alternativa era la película tradicional, y que en muchos casos han entrado arrastrados por el impulso de iniciativas empresariales como Lomography, que han creado un estilo y una moda en torno a la fotografía con película tradicional. Muchas veces es más fácil encontrar este tipo de cámaras como complementos de moda o en librerías de postín que en las tiendas de fotografía propiamente dichas. Sobre las iniciativas de Lomography, siempre he tenido sensaciones ambivalentes. Por una lado, no puedo dejar de reconocerles que su impulso está siendo decisivo para que la película tradicional fotográfica se mantenga, e incluso para que empiece a recuperar, muy modestamente eso sí, cuota de mercado. Lo que me parece positivo. Pero por otro lado, no dejo de pensar que los “cacharros” que nos vende Lomography, y los servicios que ofrece complementarios, son de muy escasa calidad y con precios elevados. Como a veces comento en tono de broma, nos venden “tajo bajo” a precio de “lomo” ibérico. Enténdamonos, con “tajo bajo” se pueden hacer muy ricos platos,... pero no al mismo precio que con la charcutería de Guijuelo.

Por ello, cuando tengo ocasión de hablar del tema con otros aficionados a la fotografía, siempre les sugiero que en vez de gastarse los cuartos en los productos de Lomography, busquen en los cajones de sus casas, en las de sus padres o sus abuelos, y rescaten las numerosas cámaras que por allí hay abandonadas, da igual si son buenas o menos buenas, y que se pongan a la tarea. O que busquen en ofertas de segunda mano, ya que muchas de estas cámaras se venden a muy buen precio, y muchas de ellas son de mejor calidad que las Lomography. O visitar los rastros y mercadillos… Ahí hay que tener cuidado, porque no siempre funcionan las cámaras… pero a veces te encuentras alguna cosa más o menos interesante.

Hoy os presento un experimento. Que me ha costado 2 euros por la cámara y 4 euros por el carrete de fotos. El pasado domingo día 25 de octubre de 2015, me encontré por la mañana en el mercadillo de la plaza de San Bruno de Zaragoza, la Cámara Safari de Indiana Jones. Que compré por ese precio… 2 euros. Os pongo un par de fotografías. 

Por la tarde la probé con un carrete de Kodak Tri-X 400 (400TX), que es lo más socorrido y fácil de procesar. Como no tuve tiempo de buscar en internet las posibles especificaciones de la cámara para ajustar su uso, realicé las siguientes asunciones, algunas de las cuales luego he comprobado que no fueron correctas:

La cámara tiene un objetivo de focal fija, que me dio la impresión por lo que mostraba el visor de visión directa de la cámara, tendría una focal de entre 35 y 40 mm. Esta suposición fue correcta.

Tenía tres posiciones para controlar la luz, que yo denominaré “sol”, “nubladillo” y “seriamente nublado incluso lloviendo”. Supuse que la cámara tendría una velocidad de obturación única, alrededor de 1/100 s, y que habría un mecanismo de cambio de la apertura del diafragma que haría que este oscilase entre f/11 y f/5,6 según las posiciones. Sin embargo, observé que en mi ejemplar, la apertura del diafragma no se modificaba. Asumí que estaba estropeado. Aquí cometí algún error que otro en mis suposiciones. Más adelante lo explico.

El visor de visión directa para el encuadre supuse que sería poco preciso, y que tendría un ángulo de visión más estrecho que el objetivo. Si el visor parecía equivaler a un 40 mm, el objetivo estaría más en los 35 mm. Aquí estuve parcialmente equivocado.

El objetivo estará teóricamente enfocado a la hiperfocal. Probablemente más cerca, de modo que los retratos y los grupos de personas queden relativamente bien enfocados, mientras que los paisajes pueden quedar no todo lo nítidos que deberían, especialmente en los objetos más alejado.

Con estas suposiciones, en una tarde nublada, me fui a probarla con la Tri-X dando un paso por el Canal Imperial de Aragón y el Parque Grande de Zaragoza. Luego revelé la Tri-X en una dilución E (1+47) de HC-110 durante 6 minutos a 21 ºC, correspondiente a un índice de exposición de 400, igual que su sensibilidad nominal. Como tiene una notable latitud de exposición, absorbería en estas condiciones los errores de exposición hasta cierto punto.

A continuación algunas muestras de lo conseguido.

A toro pasado, encontré las especificaciones correctas de la cámara, que resultó ser una variante del año 1987 de la WERLISA CLUB COLOR B, una cámara que se comenzó a fabricar en 1976, y que tuvo una serie de variaciones cosméticas, y que se vendió bajo diversas marcas fabricada por CERTEX S.A.

Efectivamente la focal del objetivo está en el intervalo de focales que yo había imaginado, siendo de 38 mm, más cerca del 40 mm que del 35 mm.

Me equivoqué en la combinación de valores de diafragma y velocidad de obturación. El diafragma es fijo, mi cámara no está estropeada, y tiene un valor de f/7,5, un valor muy muy muy próximo al tradicional f/8. Las velocidades de obturación sin embargo son variables, de 1/120 s para la posición “sol”, 1/60 s. para la posición “nublado” y 1/30 s para la posición “muy nublado/flash”. Estos valores son muy conservadores, y producirían una cierta sobrexposición para un negativo de 100 ISO. Recordemos que la regla “soleado - f/16” nos dice que para un valor de sensibilidad de 100 ISO, la exposición correcta en un día soleado, desde dos horas después del alba hasta dos horas antes del ocaso, con el sol a la espalda del fotógrafo sería de f/16 y 1/100 s, o cualquier combinación equivalente. En mis pruebas con película de 400 ISO, los negativos han quedado en general bien expuestos, pero con una situación de luz mucho más escasa, y en el intervalo de tiempo desde una hora y media antes del ocaso hasta el momento del mismo. Por cierto, al principio de la prueba, tenia el "obturador" en posición "muy nublado/flash", y esas fotografías se perciben menos nítidas, probablemente porque a una velocidad de obturación de 1/30 s se estaba produciendo algo de trepidación. Luego, pensando que daba igual, lo puse en posición "sol", la velocidad de obturación aumentó, y las fotos están más nítidas.

Efectivamente el visor es aproximativo. Pero no tiene un angulo de visión muy distinto del objetivo de la cámara. Y el error de paralaje puede ser notable. Casi parece que sea un poco “estrábica” la cámara, y cada “ojo”, el visor y el objetivo, miren hacia distinto lado. Por lo tanto hay errores de composición notable. Especialmente cuando últimamente uno está acostumbrado a encuadrar con precisión en visores electrónicos que cubren exactamente el 100% de la escena. Hay que dar aire, especialmente por la parte de arriba del fotograma para evitar “cortes” de elementos importantes en la fotografía.

La distancia hiperfocal estaría en algún punto entre los 6 - 6,5 metros, pero ya digo que probablemente el punto de enfoque del objetivo está más adelantado, para permitir que sujetos situados a unos dos metros de distancia.

La cámara, de vez en cuando, da la sensación de que avanza mucha más película de la que debería tras hacer la toma. Temía que aparecieran fotogramas en blanco. Pero no ha sido así. Lo que sí que sucede es que la separación entre fotogramas no es uniforme. Incluso han aparecido dos negativos ligeramente solapados entre sí.

Evidentemente, la calidad del modesto objetivo de metacrilato no puede ser muy elevada, pero no se puede considerar inferior a otras cámaras de “juguete” que se hacen hoy, incluidas las Lomography. Es completamente estanca a la luz, no hay filtraciones. Esto, los lomógrafos igual lo consideran un defecto, pero en la fotografía seria se considera comúnmente una virtud. La fiabilidad… es un aparato de plástico… durará lo que dure. Pero esta funciona y vaya usted a saber la vida que le habrán dado desde 1987 hasta la fecha. Casi treinta años.

Ya veis. Por 2 euros tenéis todo lo que os puede ofrecer un “lomo” actual de las más sencillas que puede hace lo mismo o parecido por 60 euros. Por esos 60 euros, en el mercado de segunda mano podéis encontrar cosas muy capaces en cámaras para película tradicional de antaño. Yo, por ejemplo, compre una Zeiss Ikon Ikonta B de formato medio… de 1948…

¿Está claro el mensaje que quiero transmitir?

Y de regalo... una Lumix GM5

A principio de la semana pasada me llegó un mensaje por correo electrónico. De una empresa de transporte que me anunciaba la llegada de un paquete a mi nombre para el miércoles o el jueves de esa misma semana. Decía quién era el remitente, pero no lo que incluí el paquete. Sólo un mensaje del remitente: "Hay más colores además del negro". O así. No venía en castellano.

Cuando llegó el paquete y lo abrí, apareció esto.

Se trata de un cámara fotográfica digital Panasonic Lumix GM5, de objetivos intercambiables para el sistema micro cuatro tercios. No es algo que necesitase, tengo demasiadas cámaras, pero me hizo mucha ilusión por distintos motivos. Obviamente, en parte al menos, el mensaje tenía que ver con el color de la cámara. Habitualmente, salvo mis cámaras clásicas, o simplemente antiguas, compro mis cámaras de cualquier color siempre que sea negro.

La cámara es pequeñita. Realmente pequeñita. Y viene con un objetivo de focal variable, un 12-32/3,5-5,6 estabilizado, cuya gama de focales equivale a un 24-64 mm si lo trasladamos al formato tradicional de 24 x 36 mm. He de reconocer que los fabricantes saben como dotar de aburrimiento a sus objetivos de kit, aunque por lo menos Panasonic ha conseguido un conjunto realmente compacto para el tamaño del captor de imagen. Eso sí, le puedo pone cualquier otro objetivo con montura micro cuatro tercios de los que tengo. Desde ese punto de vista, el regalo no iba mal encaminado. Veamos algunos ejemplos.

Con un objetivo 14 mm 1:2,5 se ve lo pequeñita que es si la comparamos con una reflex APS-C hecha para durar y llenar las manos del fotógrafo.
Aunque más grandote, va muy bien con el 15/1,7 de Panasonic diseñado por Leica. Aquí lo lleva montado, aunque la vista es trasera, para apreciar su clásica disposición de botonería según los parámetros de la marca.
Y realmente queda un poco extravagante con el 12-40 mm 1:2,8 de Olympus, uno de los objetivos orientados al profesional del sistema. Y que es mucho más grande que la propia cámara.

Las primeras fotografía que realicé con la pequeña GM5 fueron las del reportaje del taller de bodegones que publiqué el martes de esta semana. Las del reportaje; los bodegones los fotografíe con la Olympus OM-D E-M5. Pero los objetivos de ambas cámaras son intercambiables.

Cuando la compacta Leica D-Lux 5, que os presenté hace un tiempo ya, empezó a dar señales de senectud y a no funcionar bien y me planteé un reemplazo, una de las opciones que contemplé fue esta cámara. Aunque probablemente en negro. Lo cierto es que al final me decanté por otra compacta de objetivos no intercambiables, la Leica D-Lux (typ 109), de la que ya os he hablado y que he usado en todos mis viajes desde entonces, además de acompañarme en casi todos mis desplazamientos por la ciudad.

He de decir que la D-Lux está también fabricada por Panasonic. De hecho es un clon con modificaciones cosméticas de la Panasonic Lumix LX100. Y tiene componentes en común con esta GM5 que me llegó la semana pasada. Casi con toda seguridad, el sensor de 16 megapixeles que viene con la GM5 es el mismo que el de 12,8 megapixeles la D-Lux. La diferencia en el número de megapixeles efectivo está en el modo en que el cambio de formato del fotograma está previsto en la D-Lux para conservar la misma longitud en la diagonal de la imagen en todos los formatos salvo el 1:1. Y ese es un sensor de imagen que claramente funciona muy bien.

Toma realizada con el Panasonic Leica 15/1,7.

De hecho, las ventajas de la GM5 sobre la D-Lux son el mayor número de megapixeles aprovechables y que los objetivos son intercambiables. Las ventajas de la D-Lux sobre la GM5 son un visor electrónico más grande y claro, sin que sea mal el de la GM5, y que el objetivo de focal variable integrado tiene una gama de focales más amplia que el trasto que viene con la GM5 y es mucho más luminoso y de gama de focales algo más amplia (equivalente a un 24-75 mm 1:1,7-2,8). Realmente, normalmente no necesito más en un 90% de los casos.

Otra gran ventaja de la D-Lux es que el objetivo está permanentemente estabilizado. Y de forma muy eficaz. Sin embargo, el cuerpo de la GM5 no lo está, y la estabilización óptica depende del objetivo que le pongas.

Este objetivo 15/1,7, con su aro de diafragmas en el frontal del barrilete, es de los más agradables con ventaja para utilizar con la GM5.

A pesar de que el objetivo que viene con el kit de la GM5 no me llama la atención, lo cierto es que desde el domingo y durante esta semana lo he llevado puesto y lo cierto es que, salvo por el hecho de que sus aperturas son excesivamente modestas, la calidad de imagen no es mala. Aunque tiene otras carencias. Por ejemplo, es imposible corregir con el enfoque de forma manual. A cambio, está estabilizado ópticamente.

La GM5 se come bien las situaciones relativamente contrastadas de un mediodía dominical, el primero del otoño.

Hasta hace que Panasonic comenzó con esta serie GM, esta es su segunda declinación, cuerpos de cámara tan compactos sólo se veían en cámaras con sensores de imagen mucho más pequeños. Y más si eran de objetivos intercambiables. La calidad de imagen que ofrece es muy superior.

Evidentemente, la ergonomía de un aparato tan pequeño hace muchas concesiones, y seguramente hay muchos aparatos de mayor tamaño más cómodos de manejar. Pero su tamaño la hace extremadamente portable. Tanto como cuerpo de reserva para un sistema micro cuatro tercios más completo, como si es la cámara principal en algún paseo o en un viaje corto.

Otra escena de alto contraste que, con un poco de tratamiento en el procesado del archivo RAW, queda razonablemente bien expuesta.

Una vez analizados sus pros y contras y los compromisos que ha de soportar dado su pequeño tamaño, y que creo que he dejado aclarados, viene el principal inconveniente de la cámara, y que puede hace que no viaje mucho por el mundo y quede relegada a un uso urbano, en mis desplazamientos por la ciudad. Su batería tiene una capacidad  muy escasa. Apreciablemente más escasa que cualquier otra cámara que haya usado hasta el momento. Creo que para ir con ella por el mundo no basta con llevar la batería puesta y otra de reserva. Creo que necesitaría por si acaso una tercera batería, o bien ser muy riguroso y parco en la toma de fotografías, incluso en situaciones que invitan a hacer fotografías. Eso hace que de cara a un transporte, necesite también más de un cargador de batería, lo que hace que empiece a no compensar la reducción del tamaño de la cámara.

Por lo demás, de verdad que es una cámara muy disfrutable.

Bodegón improvisado durante una comida familiar.

Una réflex ligera, un objetivo luminoso y película blanco y negro de sensibilidad media/baja

Probando la Fujifilm Neopan 100 Acros y cambiando hábitos con la Ilford FP4 Plus 125, con una Pentax MX

Nos dicen, nos cuentan, que los diseños “retro” están de moda entre las cámaras fotográficas más modernas. Fujifilm, Olympus, Nikon, Sony,… todas estas marcas han sacado al mercado en los últimos tiempos productos que apelan a la nostalgia y al buen hacer del pasado para comercializar modernos aparatos digitales.

No son pocos los que aceptan el envite. La mayor parte de ellos porque los aparatos parecen bellos a los ojos del comprador; cuando menos distintos. Como con más personalidad. Pero lo que no se valora en su justa medida es que el manejo de una cámara bien pensada de antaño es realmente un placer. No pocas de ellas estaban pensadas para ser utilizadas con eficacia y eficiencia. Producían buenos resultados y, en manos conocedoras, estos llegaban con el esfuerzo centrado en la foto y no en cómo manejar la cámara.

Uno de estos aparatos puede ser mi Pentax MX, una réflex para película perforada de 35 mm, muy compacta de tamaño, muy ligera, mecánica por completo, la pila sólo sirve para alimentar el fotómetro, y sorprendentemente ágil de manejo a pesar de la ausencia de automatismos.

No me voy a extender en explicar el manejo de la cámara, que aquí vemos con un SMC Pentax-M 50/1,7. Todavía resulta más compacta con el 50/2 o con el 40/2,8, este último de tipo “pancake”. Pero a mí me gusta usarla con este veterano objetivo que me parece superior a los dos anteriores, aunque abulte más por su más que aceptable luminosidad.

En esta visión cenital de la cámara vemos todos los mandos que necesitamos para hacer la fotografía. El enfoque y el diafragma en el objetivo, la velocidad de obturación y la sensibilidad de la película en la cámara. El visor informa de los parámetros esenciales para la toma, y la palanca del disparo retardado duplica su función con la de previsualizador de la profundidad de campo.

En las últimas semanas he estado usando esta cámara con película negativa en blanco y negro. Frente a la tendencia actual de usar sensibilidades medias/altas, en torno a los 400 ISO, he optado por algo más moderado. Tenía en casa algún carrete de Ilford FP4 Plus. Y estas navidades llegó a mi poder otro de Fujifilm Neopan 100 Acros. La sensibilidad nominal de la primera es 125 ISO y la de la segunda, como podréis suponer, 100. Pero vi que ajustadas respectivamente a un índice de exposición de 100 y 80, tenían tiempos de revelado similares en Rodinal 1+50 a 20º C. Pensé que si las usaba en una misma sesión o en días consecutivos, podría ahorrar tiempo revelándolas juntas.

Lo cierto es que así como el carrete de Acros lo expuse en una mañana, la FP4 me ha durado un par de semanas. En cualquier caso, efectivamente las he revelado juntas, como pensaba, sin ningún problema.

La Fujifilm Neopan 100 Across ha sido una sorpresa muy agradable. La usé en un largo paseo por el centro de Zaragoza en una mañana.

Presenta una gradación tonal muy agradable y, revelada en Rodinal, un grano apreciablemente más fino que la Ilford que ya había utilizado en otras ocasiones.

A pesar de la escasa sensibilidad, recuerdo el IE de 80, con el 50/1,7 puedes afrontar una abundante cantidad de situaciones en una mañana nublada de invierno.

Exponiendo por debajo de su sensibilidad nominal, se ahuyenta el fantasma de la subexposición, si bien es cierto que nunca me ha preocupado mucho. El fotómetro de la MX mide correctamente las luces.

En líneas generales, considero que es una de las películas de las que he usado en los últimos tiempos que mejor resultado me ha dado. La única pega que le veo es que tiene una estabilidad dimensional menor que las Ilford, y se curva bastante más, lo cual puede ser una pega al digitalizarla en el Epson Perfection V600 Photo que uso en casa.

Pero he salido adelante sin mayores problemas. La única cuestión ahora es la facilidad o la dificultad para encontrarla a un coste razonable. Tengo que ver si la puedo conseguir en Zaragoza o si hay que pedirla por internet, lo cual suele aumentar los costes, por el envío.

La Ilford FP4 Plus, disminuyendo el IE de 125 a 100, ha mejorado respecto a otras ocasiones, en las que aunque ofreciendo buena nitidez de imagen, resulta un grano un poco más escandaloso de lo previsto. No parece llevarse muy bien con el Rodinal.

Soy consciente de que el Rodinal no es un revelador de grano fino, pero esperaba un resultado un poco mejor en una película de sensibilidad nominal 125 ISO.

Cierto es que en esta ocasión ha ido muy bien en las escenas con mayor contraste, ofreciendo unos negros profundos y una luces no empastadas.

A partir de ahora, tenderé a usarla a IE de 100 o incluso 80, especialmente en situaciones de contraste elevado. En estas escenas a cumplido muy bien.

Pero no sé que me dice que si encuentro con facilidad la Across, cambiaré de película habitual.

Mi cámara más antigua, del año 1948; cómo usarla

Zeiss Ikon Ikonta B (521/16)

Fotografiar con una cámara de medio formato es algo muy interesante, y divertido. Desde luego, hacerlo con una de medio formato digital es impensable por su coste absolutaente prohibitivo. Pero hacerlo con una cámara tradicional de película es algo perfectamente planteable. Sobretodo, porque en estos momentos hay muchas cámaras de venta de segunda mano u ocasión, y muchos modelos no son especialmente costosos. La estética del negativo de gran tamaño es muy interesante y, dado que obliga a tener una buena técnica para obtener buenos resultados, son muy pedagógicas.

Desde la primavera de 2012, tengo una Yashica Mat 124G, una reflex binocular, muy interesante, pero que tiene un problema. Es muy grandota; da pereza sacarla con frecuencia. Por eso, me apetecía tener algún aparato más llevadero. Aunque claro, por definición son más grandes que las cámaras de formatos más pequeños.

De vacaciones en Londres en octubre de 2013, en una tienda de material fotográfico clásico y de ocasión en Portobello Road, vi la cámara que os traigo hoy. Una Zeiss Ikon Ikonta B (521/16); sería un modelo de posguerra similar a un modelo anterior del mismo nombre pero con código 520/16. Si no estoy equivocado. La gente, cuando la ve, suele decir cosas como “qué maravilla” o “qué joya”. Pero lo cierto es que es un aparato de gama baja, aunque no la más básica del fabricante, y que no me costó mucho dinero; pero que funciona. Y plegadito, me cabe en un bolsillo de un chaquetón.

Os la muestro en fotos.

Aquí tenemos la cámara totalmente desplegada. No es muy grande. Más, teniendo en cuenta que el negativo tiene un tamaño de 54 x 54 milímetros.

El objetivo es un Novar-Anastigmat 7,5 cm f/4,5. Es una focal estándar, equivalente a un 43 mm en el formato estándar de película de 35 mm, y tiene un diseño muy sencillo. Tres elementos en tres grupos. Como comentaremos más adelante, el revestimiento, si es que lleva, no hace maravillas.

Hay que enfocar por estimación. No lleva ninguna ayuda para el enfoque. Pero vemos que tanto en la escala de enfoque (en metros) como en la de diafragmas hay un punto rojo, que es una indicación para usar la hiperfocal cuando la luz en el ambiente lo permite.

El visor es muy sencillo, y plegable. En el elemento anterior vemos la indicación del formato del negativo, redondeando 6 x 6 cm, así como la focal del objetivo, 7,5 cm.

El visor visto por detrás; el recuadro donde se aplica el ojo no es muy grande, y además hay que tener cuidado al encuadrar. El error de paralaje puede llevar a “cortar cabezas”.

En la trasera de la cámara, además de la identificación del modelo, Ikonta 521/16, vemos la ventanilla con el cristal rojo para contar las exposiciones realizadas, que vienen impresas en el papel que protege la película en los rollos de formato 120.

Una de las cuestiones que más extraña a la gente que no conoce las cámaras más antiguas o clásicas, es que es necesario montar el obturador antes de disparar. Eso se hace con la manivela que vemos sobre el selector de velocidades de obturación. En la posición vertical que vemos en la foto, no es posible tomar la fotografía.

Cosa que sí es posible en la posición horizontal que vemos en esta otra imagen. El obturador, Kilo, como vemos grabado en el frontal del objetivo, es de gama baja, y no alcanza más que 1/175 segundo. Muy escaso aparentemente, aunque hay que tener en cuenta que cuando la cámara salió al mercado, una sensibilidad de 100 ASA / 21 DIN (entonces no existía la norma ISO), se consideraba ya una sensibilidad alta. Con el diafragma cerrado a f/16, la cámara admite sensibilidades de hasta 200 ISO a pleno sol. Más sensibilidad, implica sobreexposición.

En una excursión reciente al Monasterio de Rueda, Escatrón y las saladas de Sástago/Bujaraloz, me la llevé; con algunos carretes de película en blanco y negro Ilford XP2 Super. Esta película es para revelado en proceso C41, como el de las películas negativas en color. Pero también se puede revelar como cualquier otro negativo en blanco y negro, con resultados razonables. Especialmente si se expone a 100 o 200 ISO, en lugar de a su sensibilidad nominal de 400 ISO. Por evitar el excesivo grano.

Como las circunstancias de toma fueron muy variables e imprevisibles, para evitar sorpresas, opté por un tipo de revelado que no es el mejor, pero que ayuda a salvar situaciones malas. Se trata del revelado desatendido en Rodinal a 1+100, durante 90 minutos. Lo cierto es que la mayor parte de los paisajes no lo necesitaban, y se hubieran beneficiado de un revelado más convencional. Pero las tomadas en el claustro del monasterio, con contrastes muy fuertes, agradecieron este revelado compensador. 

Veamos con fotografías los resultados.

En situaciones de contrastes muy elevados, la cámara no se maneja muy bien, ya que las fuentes potentes de luz producen pérdidas de contraste. Por lo que las fotografías tomadas en el claustro del Monasterio de Rueda son muy regulares. Intentaré digitalizarlas de nuevo para ver si se puede apañar de alguna forma. En cualquier caso, se nota que el objetivo no está fabricado por Carl Zeiss, a pesar de la marca de la cámara. Por lo que he leído, los Novar-Anastigmat se subcontrataban a otros fabricantes como Rodenstock o Steinheil, que no disponían de las avanzadas técnicas de revestimiento que en aquel momento tenían ya los objetivos Carl Zeiss, como los modelos Tessar.

Sin embargo, en cuanto nos enfrentamos a este paisaje del río Ebro, con una luz suave a primeras horas de la tarde, y con el suave contraste que produce el revelado desatendido, tenemos una estupenda gradación de tonos y una imagen que sin ser un prodigio de resolución, es muy agradable.

Desconozco que ha sucedido en un momento dado, pero ha habido algún negativo que ha aparecido lleno de motas negras. Estas son propias de suciedad en el momento de la toma. Una pena, porque esta imagen del azud del Ebro en Escatrón, a la altura del monasterio, podría haber quedado muy razonable.

Como el enfoque es por estimación, y la profundidad de campo en formato medio no es muy grande, he usado diafragmas relativamente cerrados. Entre f/8 y f/11. Como la luz no ha sido muy fuerte en ningún momento, con un índice de exposición de 200 es posible disparar a f/11 y 1/175 segundo. Esto produce una sobreexposición de aproximadamente un paso sobre la sensibilidad nominal de la película 400 ISO, que le sienta muy bien, ya que produce un grano muy contenido, y una buena gradación de tonos.

A pesar de estar en diafragmas de ese tipo, un enfoque a corta distancia, entre 2 y 3 metros, produce un agradable desenfoque en el fondo.

Esta imagen ha quedado razonablemente bien por los pelos, ya que los contraluces le sientan fatal a este objetivo. De hecho, encima de “Camino Jacobeo del Ebro”, ya se percibe una pérdida de contraste por los reflejos internos del objetivo.

Trasladados a las saladas que hay entre Sástago y Bujaraloz, la buena luz del atardecer es ideal para usar esta cámara. De hecho, al usar un revelado compensador, he tenido que usar el Lightroom sobre el archivo digital obtenido del escáner para recuperar bastante contraste. La fotografía había quedado demasiado plana. En un proceso puramente físico-químico, habría que haber usado papel de alta gradación para remontar el contraste.

En cualquier caso, queda claro que en las condiciones adecuadas es una cámara perfectamente utilizable y muy disfrutable, en un proceso mixto película-digital.

Así que con estas imágenes de las antiguas salinas que hay junto a la salada, humedal de la estepa monegrina, me despido confiando en que esta experiencia que os he contado os haya gustado.