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Al asalto de un castillo con la Canon Powershot G5X

Mi primera cámara digital fue una Canon Ixus 400. Me encantaba. Todavía la tengo. Y creo que funciona. Aunque con alguna irregularidad relacionada con la batería. La compré a principios de 2003 y en un par de viajes comprobé que aquello estaba bien. Pero quizá hacía falta algo más. Las cámaras réflex digitales eran carísimas en aquel tiempo, y todavía era una tecnología por evolucionar. Pero en el noviembre de 2004, compré una cámara viajera que mejoraba las prestaciones de la Ixus 400. Se trataba de la Canon Powershot G6. Que todavía tengo. Y funciona sin problemas. Su puesta de largo fue en un viaje a Roma en diciembre de 2004, donde me sirvió espléndidamente.

Tenían un pequeño sensor de 7,1 megapíxeles, una pantalla articulada, diminuta para lo que hoy se lleva, un visor óptico muy impreciso, y un zoom equivalente a un 35-140/2,0-3,0. Permitía obtener archivos RAW y tenía diversos modos expertos de exposición. Sensibilidades entre 50 y 400 ISO. Esta última, muy "ruidosa", aunque en alguna ocasión la usé y no me arrepiento. El ruido no era "feo".

La serie G de Canon era una serie de cámaras compactas prestigiosas, que con la "democratización" de las cámaras réflex fue perdiendo fuerza, pero que no llegó a desaparecer del todo. En un momento dado, el número del modelo quedó emparedado entre la G y una X final, les aumentaron notablemente el tamaño del captor de imagen y se mantuvo en un mercado mucho más incierto que en sus inicios. Los sensores han oscilado, según modelos entre los de 1" y los de tipo APS-C con algún otro intermedio. Recientemente, a un amigo mío le regalaron por su cumpleaños una cámara actual de esta serie, la Canon Powershot G5 X, y me la dejó durante unos días. Nos dimos un paseo con ella por el castillo de Peracense.

Como curiosidad, los precios de ambas cámaras como nuevas se llevaban muy poco. Algo más barata la más antigua, pero si corrigiéramos por la inflación, prácticamente son del mismo precio. Pero las prestaciones son otro cantar.

Con un captor de imagen de 1", 20,2 megapíxeles, un sistema de grabación de vídeo notable, un visor electrónico estupendo, una pantalla articulada comodísima, y un objetivo equivalente a un 24-100/1,8-2,8, es una cámara muy capaz para ir por el mundo ligero de equipaje.

Como podéis comprobar, la pantalla articulada es de lo más apta para una práctica del autorretrato en condiciones dignas, siempre que tengas un poco de arte para elegir el encuadre y las condiciones de luz.

Tiene una cierta protección contra las inclemencias del tiempo, aunque no sé hasta donde llega, y se maneja con razonable comodidad. Los mandos tienen ciertas posibilidades de personalización, aunque se han quedado cortos, y que a determinados botones, ruedas o mandos no se les puedan asignar determinadas funciones resulta un poco frustrante. Pero en general, si te acostumbras, va bastante bien.

Con los fuertes contrastes de la dorada luz de un tardecer de atmósfera limpia, diáfana, la tarea de rescatar el detalle de las sombras se ha podido ejercer sin problemas y sin que el ruido electrónico sea un problema en ningún momento. En un momento dado he comprobado que la cosa se puede subir a ISO 1600 sin problemas. Y hasta ISO 6400 son utilizables pero aceptando compromisos y sin ampliaciones excesivas.

Me ha llamado la atención que la relación de aspecto del captor es de 3:2. Yo hubiera preferido un 4:3. Pero bueno, con más de 20 megapíxeles, luego uno recorta que aun queda material. Como yo he hecho, podréis comprobar en las fotos.

Probé también a convertir a blanco y negro algunas de las fotos, y quedan bien. Como estas que proceden del antiguo ferrocarril de Sierra Menera, al pie del castillo.

Para quien no quiera complicarse la vida con cámaras grandes y pesadas, quiera viajar discreto por la vida, sin más pretensiones que un aparato que le permita recoger lo que observa sin problemas, es un aparato perfectamente acertado. No es muy rápido en fotografía de reportaje, pero si el fotógrafo tiene una cierta capacidad de antelación, tampoco hay que descartar el género. Eso sí... partidarios de bokē cremosísimo y difuminadísimo... pues es complicado con ese tamaño de captor de imagen.

En fin, me despido con unas imágenes del pueblo de Peracense con la esperanza de que esta pequeña prueba le sea útil a alguien que esté pensando en una cámara de este tipo.

ActionSampler Clear - Cámara de juguete con posibilidades

Creo que ya lo he comentado alguna vez. Para un aficionado razonablemente serio a la fotografía, incluida la fotografía con película basada en los haluros de plata y otros procesos fotoquímicos, Lomography es objeto de una relación de amor y odio al mismo tiempo. Me explico.

Por un lado, hay que reconocerles que han jugado un importante más importante del que nos gustaría reconocer en mantener vivo un mercado que permita mantener la afición a la película fotográfica tradicional. También hay profesionales que siguen fieles a ella. Pero no entre los que consumen cantidades importantes como para justificar el interés de los fabricantes por suministrar equipo y consumibles. Los que trabajan a destajo, se ha pasado al digital, porque a la larga, e incluso a la corta, es más eficiente. Quedan aquellos que tratan la fotografía como una de las bellas artes, que siguen fieles a ella, y algún excéntrico que ofrece a sus clientes el aspecto final de la película tradicional en el reportaje social. O sea la BBC, bodas,  bautizos y comuniones, especialmente si el cliente tiene posibles. Así que la cosa de la película tradicional es cosa de aficionados y artistas. Y Lomography ha hecho mucho por los aficionados. Dudo que haya hecho mucho por el arte... aunque a veces vendan esa idea.

Por otro lado, se han "especializado" en vender cámaras malas a precios caros. Han creado una inflación en el coste de los equipos, que quizá sea un poco artificiosa. Ellos venden sus cámaras a un precio excesivo para la calidad que tienen. Pero también han provocado que haya más demanda de segunda mano para cámaras decentes, las millones que hay por ahí, abandonadas por sus dueños que se contentan hoy en día con las fotos del teléfono móvil. También promocionan acabados cutres y chapuceros, como si fueran "artísticos". Polvo, rayas, pelos, goterones del revelado, filtraciones de luz,... cosas que ha quince años eran una demostración de zafiedad, hoy en día son... "cool".

Como decía,... amor y odio simultáneamente.

Bien. En su catálogo de cámaras o chismes, hay cosas que pueden resultar razonables. Y divertidas. Es innegable. Y este es el caso de esta ActionSamplear Clear que os presento hoy. Por menos de 30 euros, puede proporcionar diversión, alegría y quien sabe si alguna foto interesante. Por qué no.

Como veis en la foto de presentación, su característica principal es que tiene cuatro objetivos que producen cuatro imágenes similares, pero no idénticas sobre un fotograma estándar de 36 x 24 mm. Similares, porque todas apuntan al mismo sitio, y trasladarán a la imagen los mismos objetos. No idénticas, por dos razones. La primera es que entre las cuatro habrá un cierto error de paralaje, su punto de vista es ligeramente distinto. Lo cual se manifestará especialmente en los objetos cercanos. En la distancia, ese error se minimiza. La segunda es que el obturador va abriendo brevemente la apertura de cada una de ellas secuencialmente en este orden: amarilla, azul, roja y, por último, verde.

Es pequeñita. Podéis haceros idea del tamaño con el carrete de Bergger Pancro 400 con la que la he probado. Prácticamente, bolsillera. Y podéis ver que en el interior hay cuatro tabiques que dividen el área de proyección de cada lente, evitando que se mezclen las imágenes. Ya aviso que hay bastante gente que se carga estos tabiques, porque el efecto es mejor sin ellos. A la vista de mis pruebas, y de lo que he visto a otros compañeros de afición, tienen razón.

Lo que hay que manejar de la cámara es elemental. Un visor de visión directa, azul clarito, que se repliega sobre la parte superior de la cámara. Un botón disparador, el amarillo, que al menos en mi ejemplar va bastante duro, provocando un retardo en el disparo. Esto es importante, porque la gracia de la cámara es usarla en situaciones de acción, para que el movimiento del sujeto se refleje en las cuatro imágenes del fotograma. Pero si no es reactivo,... es difícil controlar la cosa. Una rueda de avance de la película, rosa, y una palanca de rebobinado, verde. Para qué más. Un cordón permite sujetarla a la muñeca. 

Pero,... cuáles son los resultados...

Como ya he comentado, he utilizado un carrete de Bergger Pancro 400 para probarla. El revelado lo he hecho con TMax Developer, a una dilución 1+9, nueve minutos a 20 ºC. Pero... Pero. Lo cierto es que desde hace un mes es la primera vez que uso este revelador, que es reutilizable un determinado número de ocasiones. Se supone que un litro de preparado, 1+4, admite entre 15 y 20 carretes una vez preparado, según el tipo de película. Y que conviene desecharlo al mes de haberlo preparado, guardándolo mientras protegido de la luz. El caso es que hace unos días lo usé con una Lomography 100 Earl Grey, que lo dejó coloreado de verde. Lo tendría que haber desechado en ese momento, pero lo he usado de todas formas. Y el negativo ha quedado con muchas impurezas. He sido un idiota vamos. Revelar a revelado... pero una chapuza.

Observad el lateral derecho de esta última foto y veréis los restos de impurezas. Además, como ya había observado hace unas semanas, la Pancro 400 tiene una estabilidad dimensional. Se retuerce como una culebra. Por lo que es complicado manipularla una vez revelada, lavada y seca. No digamos mantenerla plana en el escáner. El caso es que es más fácil que se adhieran pelillos y partículas de polvo. La gloria de un "lomógrafo", vamos. Una pena, porque es una película que había probado y usado previamente en formato medio, donde no había apreciado este problema. Tienen distinta base. La película de medio formato usa como base el PET (Tereftalato de polietileno), mientras que la de 35 mm usa el acetato (de celulosa). Bergger jura y perjura que ambas llevan una capa para mantener la estabilidad dimensional, pero en la de 35 mm obviamente no funciona. Si buscáis por ahí, no soy el único que se queja.

Como veis, la he usado en diversas situaciones. He de decir que aquellas en las que se marcan más las diferencias entre los cuatro fotogramas, que implican a personas, no se ven aquí. O son niños, cuyas imágenes no publico, o adultos que prefieren no salir, o que no sé si les apetece, en un blog como este. Estas son las que más gracia e interés tienen ya os lo advierto.

Las cuatro lentes que lleva tienen una focal de 26 mm. Dado que cada una de las imágenes es una cuarta parte del fotograma, para encontrar la focal equivalente en el caso de que la imagen ocupara el formato completo, basta multiplicar por 2. Equivalen a cuatro objetivos de 52 mm, focales estándar. Hay que decir que el área de cada una de las cuatro imágenes es similar a la de un sensor micro cuatro tercios, aunque las proporciones no son las mismas. La apertura es fija a f/8, y la velocidad de obturación que se anuncia es de 1/100 segundo. Según esto, con una película de ISO 100 o 125 bastaría para fotografiar en situaciones que van desde el día soleado y despejado hasta un nublado no muy denso.

El caso es que yo he utilizado un negativo en blanco y negro con una sensibilidad nominal de ISO 400, y me han quedado unos negativos muy poco densos. Al verlos, me quedé con la impresión de que la subexposición iba a ser palmaria. Pero lo cierto es que al digitalizarlas no me he encontrado con sombras empastadas. En todos los negativos era posible apreciar detalle incluso en las sombras más densas. Desde luego, a mí esta película no me deja mal nunca. También pensé que la mala calidad de la solución reveladora podría haber influido. La dilución y tiempo empleados no aparecen en la hoja de especificaciones de la película, las he obtenido del Massive Developer Chart en Digitaltruth.

Lo que sí puedo decir es que la nitidez es bastante floja. Si además mueves la cámara para variar los encuadres durante la toma, todavía se pierde más nitidez. Pero no creo que nadie use esta película por su nitidez. En fin. Un divertimento. Ahora me queda eliminar los tabiques para mejorar el aspecto de las copias finales, y probarla con un carrete en color. Probablemente un Fujicolor Superia Xtra 400, que suele comportarse muy bien en todo tipo de circunstancias. Ya os contaré.

Novedades fotográficas - Reflex I y Lumix G9

No suelo comentar las numerosas novedades que en el mundo del mercado fotográfico surgen en lo que se refiere a material. Cámaras, objetivos y todas esas cosas. Pero esta semana me han pasado dos cosas. Hoy quería comentar en mi Cuaderno de ruta un libro, que no he terminado de leer. Han surgido un par de novedades que me han tenido entretenido y pensando. Así que voy a ello.

REFLEX I

Se presentó oficialmente en Kickstarter una campaña de financiación colectiva para lanzar al mercado una nueva cámara réflex para película tradicional de 35 milímetros de doble perforación. Los carretes de toda la vida, vamos. Se nos dice que es el primer sistema réflex de enfoque manual y de nuevo diseño en más de 25 años. Algunos han interpretado esta frase como que hacía más de 25 años que no aparecía una cámara réflex para película nueva. Eso no es cierto. Sí que han aparecido. Pero pertenecían a sistemas réflex ya existentes a los que sólo añadían variedad o nuevas prestaciones.

Una palabra clave de la nueva cámara es que un sistema. Y eso implica que además del cuerpo de la cámara hay una serie de accesorios y complementos que modifican o mejoran su funcionamiento. En esta ocasión se insiste en el concepto modular. La cámara admite objetivos intercambiables, tiene zapata para flash externo, y las dos cosas más curiosas. El bloque de la montura del objetivo es intercambiable, pudiendo decidir cada cual qué montura ponerle o incluso tener varios para objetivos con distintos orígenes. La opción por defecto es la montura de rosca M42. Muy antigua, aunque se mantuvo en activo hasta los años 90 en algunas marcas del bloque prosoviético. Admite también respaldos intercambiables. Por lo tanto se pueden llevar varios con distintos tipos de película y sensibilidades.

Ilustraré esta primera parte de la entrada con fotografías realizadas durante el curso básico en la Galería Spectrum con mi modesta Pentax P30N y el SMC-A 50/2,... hace 25 años.

No voy a entrar en su conjunto de características. Que más allá de algunas curiosidades son razonables. Voy a la significación del hecho. Para muchos aficionados a la fotografía con película tradicional se ve como un gran movimiento para la salvación de este tipo de película. En estos momentos, la película tradicional tiene cierta viabilidad por el enorme parque de cámaras que existen todavía y a las que se puede dar vida de segunda mano y ocasión. Pero si no se fabrican cámaras nuevas, más allá de las tontadas de plástico de los tomógrafos, llegará un momento en que el mercado se agotará.

Pero este tipo de proyectos tiene algunas pegas:

1. Sabemos que ahora se fabricarán una serie de cámaras. La campaña de financiación ha alcanzado de sobras sus objetivos. Pero no se sabe si será posible una fabricación y comercialización continuada en el tiempo, y cómo surgirán futuras variantes o mejoras. ¿Van a depender siempre de la financiación colectiva? ¿Es un modelo de negocio compatible con un crecimiento y consolidación? ¿O es simplemente una cosa para caprichosos en un momento dado?

2. Canales de comercialización. En esta campaña se fabricarán un número dado de cámaras y se remitirán por paquetería. Pero, si sigue la producción... ¿qué vías de distribución tendrá para llegar a una cantidad suficiente de rincones del mundo y posibles clientes? Ya sabemos que hoy en día con internet... las cosas pueden ser de otra forma, pero...

3. Servicio posventa. Uno de los problemas de adquirir objetos por campañas de financiación es que es un actividad de riesgo. Arriesgas un capital para apoyar un proyecto. En lugar de ser accionista del proyecto, como en los modelos tradicionales de negocio, a cambio de mandan un producto. Pero cuando se trata de máquinas, con componentes mecánicos o electrónicos, son susceptibles de averías o problemas. ¿Hay garantías? ¿Hay servicio de posventa? ¿Dónde se arreglan las averías?

Para algunos "talibanes" de la fotografía con película tradicional supuso un enfado que el ritmo de apoyo a la campaña fuese lento al principio, apelando al compromiso de la "comunidad" de fotógrafos con película tradicional. Supongo que ahora que la campaña ha conseguido sus objetivos se habrán calmado. Pero a mí, por mucha curiosidad que me despierte el aparato, sin una respuesta razonable a esas tres cuestiones... no arriesgaré casi 500 machacantes en adquirirla. No mientras se pueda comprar una cámara réflex con buenas prestaciones por unas decenas de euros, y compatible con mi parque de ópticas. Ya sé que eso no mejora el futuro de este tipo de fotografía, pero es que no sé si estas iniciativas lo hacen. Mientras, Fujifilm, con una nombre de marca cada vez menos comprometido con la realidad, va recortando su catálogo de material sensible y aumentando sus precios.

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PANASONIC LUMIX G9

En esta semana, Panasonic ha presentado al público su nueva cámara orientada al fotógrafo profesional que no quiere centrarse principalmente en la fotografía fija y no en el vídeo, aunque también tiene buenas prestaciones en este sentido. Con una denominación, G9, que la hace descendiente directa de la primera micro cuatro tercios de la marca, y de la historia, allá por el 2008, la Lumix G1, tiene unas prestaciones y un nivel de precio que la sitúan muy por encima de las pretensiones de aquella.

Yo llegué al sistema micro cuatro tercios un año más tarde. A principios de noviembre de 2009. Las fotografías que ilustran esta segunda parte de esta entrada proceden del primer día que usé una Panasonic Lumix GF1 con un G 20/1,7 ASPH, que aun hoy en día es uno de mis objetivos favoritos. La cámara la tengo y hace fotos, pero perdió una pieza, y se hace incómodo usarla. Una pena porque estaba empezando a servir como aparato escuela para mi sobrino de ocho años, que la ha usado varias veces.

Lo que me atrajo de aquel modelo, la GF1, es que me recordaba mucho al concepto de la Leica CL. Una cámara con prestaciones razonables, con objetivos intercambiables, ideal para viajar por el mundo ligero de equipaje. Como pude comprobar un mes más tarde de recibirla en un viaje a París.

En estos nueve años de vida del sistema micro cuatro tercios. Aunque por cuestiones de la física, un captor de imagen de ese tamaño no podrá dar la calidad que dan los de tamaños superiores, en estos momentos la mayor parte de los mortales, de forma aplastante, serán incapaces de distinguir entre las fotografías realizadas con estas cámaras y otras de captor grande. En los ocho años desde la GF1, he acabado poseyendo dos cuerpos más cámara y varios objetivos. En 2012, adquirí la Olympus OM-D E-M5, una cámara que me ha acompañado por todo el mundo con fiabilidad. Y que tiene varias características muy importantes. Indudablemente dos de las más valoradas por mí son su cuerpo resistente a las inclemencias del tiempo, la he usado bajo la lluvia en Islandia sin problemas, y su estabilización de imagen incorporada, que hace que su menor rendimiento a las sensibilidades altas se vea compensado porque... la mayor parte de las veces son innecesarias gracias a la estabilización.

Luego vino la pequeñita Panasonic Lumix GM5, un regalo, que produce una calidad de imagen similar a la Olympus, pero pudiéndola llevar en un bolsillo con uno de los pequeños objetivos Panasonic.

La Olympus empieza a renquear porque ha llevado una vida agitada. Y con mi experiencia en Panasonic, sé que me llevo mejor con la ergonomía de estas que con las excentricidades de Olympus. Por eso tenía mucho interés en la presentación de la G9. Un "camarón", oye. Pero...

Es cara... con 1700 o 1800 euros cuerpo desnudo... Cara.

Es grande. Es sólo un poco más pequeña que mi Canon EOS 100 para película tradicional y es más pesada. Y esta cámara dejó de viajar cuando adquirí la Leica CL porque era pesada. Es cierto que los objetivos hacen llevadera la cámara,... pero la Lumix G9, para lo que yo busco, es grande y pesada.

Tiene muchas más especificaciones y zarandajas de las que necesito.

Las descendientes de la GF1 no fueron las siguientes GF de Panasonic, paradójicamente. Fueron las GX. El modelo Lumix GX8 ya me llamó la atención en su momento. Sin embargo, su vida ha sido corta y no aparece ya en el catálogo de Panasonic. Algunos problemas de vibración con el obturador mecánico, parece ser... No sé. Lo que yo necesitaría es una GX9, apreciablemente más pequeña que la G9, con su mismo captor y características globales, con su estabilzador, inferior al de Olympus pero suficiente, y resistente a las inclemencias del tiempo, y sin las características superprofesionales que no necesito. Y más barata. A ver si se animan. Porque de verdad... yo no quiero un sistema micro cuatro tercios del tamaño de una réflex tradicional. No era ese el trato. Eso es algo que puede venir bien a determinados profesionales, pero a mí, no.

Un recuerdo de Seúl - Leica Minilux

En mis últimas vacaciones fuera de España, en la República de Corea, no pensé en dedicarme a hacer compras de ningún tipo. Bueno... cuando viajo, salvo algún recuerdo o detalle para mi hermana y mi sobrino, no me suelo dedicar a ir de compras. Salvo libros, en determinados destinos, y, si se tercia, algún chisme fotográfico con el que incrementar significativamente mi colección. Pero sinceramente, en esta ocasión, no llevaba nada pensado ni planificado. Y menos teniendo en cuenta que un incidente con el teléfono móvil una semana antes del viaje me supuso desembolsar una significativa cantidad de dinero en uno nuevo.

Pero el diablo está siempre al acecho. Así que el día 2 de octubre llegué a Seúl, a primeras horas de la tarde. Entre que me acomodé y no en el hotel, cuando salir a dar un paseo de orientación por la ciudad, quedaban ya muy poco ratito de sol y luz. Pero fui a ello, y a unos 400 metros del hotel en dirección a Nandaemun, la Puerta Sur de Seúl, me encontré con una colección de unas diez tiendas de fotografía, todas ellas con unas vitrinas abundantemente surtidas de cámaras de segunda mano y ocasión, algunas de ellas muy "apetitosas". He de reconocer que en principio me resistí a mirar con excesivo detalle o a entrar a preguntar.

Nandaemun, o la Puerta Sur - Seúl

Los días siguientes fueron festivos o semifestivos en Corea del Sur por lo que, cuando pasé eventualmente por las cercanías de estos comercios, estaban cerrados y con las persianas metálicas echadas. Es cierto que el día en que me fui de Seúl en dirección a Busan, camino de la estación pasé por delante de ellas,... y estaban abiertas. En concreto, en una de ellas vi una preciosa Fujifilm Klasse W, una cámara compacta de alta gama que sólo se comercializó en Japón, y tal vez en algún otro país vecino como pudo ser Corea del Sur. Pregunté precio... y se salía de todas mis previsiones. Una pena. Así que abandoné Seúl y no le di más vueltas al asunto. Hasta que volví.

El día en comencé el regreso a Zaragoza tenía unas horas disponibles desde el momento en que llegué a la estación de Seúl hasta la hora conveniente para dirigirme al aeropuerto de Incheon. Así que dejé la maleta en una taquilla de equipaje en la estación y me fui a pasear en una tarde excelente. Y volví a pasar por delante de estas tiendas. Y en una de ellas me encontré una bonita Leica Minilux, un modelo de compacta de alta gama que ya hace veinte años que mí era un objeto de deseo fotográfico. Entre a preguntar precios, entré en conversaciones, algunas cuestiones... unas dudas, aclaraciones y...

Con un precio no barato pero muy razonable y dentro de mis posibilidades, compré la compacta de Leica. E incluso empecé a usarla con el carrete de Kodak SuperColor 200 que me regalaron en la tienda. Di que siendo por la tarde, y con lo pronto que oscurece en esos países en los que no adaptan su horario al verano, pocas fotos pude hacer. Pero bueno, ahora os lo voy contando. Primero, las características de la cámara.

Es una cámara compacta para película tradicional de 35 mm, con una objetivo fijo Summarit 40 mm f/2,4, de exposición y enfoque automáticos, flash incorporado y fabricada en materias nobles. Principalmente titanio forrada parcialmente con piel. Sus líneas son austeras, es básicamente un paralelepípedo con las esquinas y los bordes ligeramente redondeados, de tamaño contenido pero más grande que otras similares de la época. Vista de frente es muy elegante y parece más pequeña de lo que realmente es. Pero es ligera y cómoda de usar.

He dicho que la exposición y el enfoque son automáticos, y así es. Pero se pueden controlar manualmente, al menos de forma parcial. La cámara puede funcionar en modo prioridad a la apertura, seleccionando manualmente las aperturas entre f/2,4 y f/16 en pasos completos. Bueno, entre f/2,4 y f/4 hay un 1,5 pasos de exposición. Y también se pueden seleccionar las distancias de enfoque manualmente, entre 0,7 metros e infinito. Más que un enfoque manual es una forma de indicar a la cámara donde tiene que enfocar cuando acciones el motor de enfoque en el momento de accionar el disparador de la cámara.

Tiene tres botones más. El primero, el relojito tradicional, es el temporizador del disparador, el segundo, EV, es un compensador de exposición entre -2 y +2 pasos de exposición, un detalle estupendo, y el tercero, MODE, sirve para seleccionar el modo de activación o desactivación del flash, una de cuyas opciones es la de flash desactivado y exposición B (bulb), para largas exposiciones. Para ello, en un lateral de la cámara hay un conector jack 2,5 mm para un cable disparador dedicado, que como no es muy caro, he encargado por eBay de segunda mano. Como accesorio lleva también una funda de cuero, muy práctica, y opcionalmente una máscara para modo panorámico, que reduce el área del negativo a 12 x 36 mm. No le veo sentido. Es preferible usar todo el área del negativo, y luego reencuadrar como se prefiera. De todos modos, las guías para este modo se encuentran en el visor, por lo que se puede prever a la hora de realizar la fotografía.

Como traje cargada la cámara con el modesto pero eficaz carrete de Kodak SuperColor  200, el día 13 de octubre, después del regreso y plenas fiestas del Pilar de Zaragoza, salí a reportajear un poco.

Las principales virtudes de la cámara saltan a la vista en seguida. Su objetivo es casi mítico. El Summarit 40/2,4 es un objetivo doble gauss de 6 elementos en 4 grupos, un tipo de diseño muy popular durante el siglo XX, cuyos paradigmas tradicionalmente han sido los Planar de Carl Zeiss, ampliamente imitados por todos los fabricantes de objetivos fotográficos. Pero se ha dicho que este Summarit es el mejor 40 mm que se ha diseñado y fabricado. El tiquismiquis Erwin Puts, especialista en ópticas Leica, que ha publicado muchos estudios y libros sobre las ópticas del fabricante alemán, ha dicho que este objetivo a aperturas medias es comparable al Summicron 35 mm asférico, una de las mejores ópticas en este tipo de focales, y también algo mejor que el Summicron 50 mm no asférico. Este objetivo habría alcanzo el máximo de calidad posible para este tipo de diseños ópticos. Hay quien compra la cámara para desmontar el objetivo, y con cierta destreza mecánica adaptarlo para su uso en cámaras de ópticas intercambiables.

Este objetivo es el motivo por el que me apetecía tener esta cámara. De lo mejor de la maestría óptica de Leica pero a un precio muy inferior a lo que habitualmente se estila.

La siguiente gran ventaja de la cámara es la posibilidad de preseleccionar una distancia de enfoque. El enfoque automático de la cámara no va mal, pero no está adaptado a la fotografía de reportaje. Con un único sensor central, está más adaptado al retrato o al uso en situaciones de luz justa y distancias cortas, en las que con tranquilidad enfocar automáticamente, y luego reencuadrar. Con una película de suficiente sensibilidad, si se escoge una combinación de distancia de enfoque y diafragma adecuados, las cosas pueden ser más idóneas para fotografía de reportaje. Digamos que con un diafragma de f/8 y seleccionando una distancia de enfoque de 2,5 metros o 3,5 metros se pueden realizar con facilidad algunas de las fotografías anteriores, confiando en que la profundidad de campo obtenida perdonará las diferencias en la distancia de enfoque. Eso sí, mejor usar como mínimo una sensibilidad de 400 ISO.

Aquí viene un pequeño problema. El punto de corte de la cámara son precisamente los 400 ISO. ¿Qué quiere decir esto? Pues como el diafragma más cerrado es f/16 y la velocidad de obturación máxima es 1/400 segundo, en situaciones de sol radiante el uso de sensibilidad superiores a 400 ISO nos daría fotogramas sobreexpuestos. Con película negativa, especialmente en color, un paso o dos de sobreexposición tampoco es mucho problema. Con diapositiva, sería catastrófico. Pero estas tampoco están de moda últimamente.

Y donde es muy cómoda de usar es en paisaje.

Es cierto que muchos fotógrafos paisajistas preferirían focales más angulares. Pero veamos. Si seleccionamos el punto de enfoque a 5 metros, la posición entre 3,5 y 7 metros, y un diafragma de f/11, tenemos enfocado aproximadamente entre 2,5 metros e infinito. La hiperfocal para negativos de 24 x 36 mm, una focal de 40 mm y f/11 es 4,75 metros. Si seleccionamos el punto de enfoque a 7 metros, nos acercamos a la hiperfocal para f/8, con un intervalo enfocado entre 3,5 metros e infinito. Más fácil imposible.

La cámara nos avisa mediante unos diodos verde y rojo, según cómo se encienden o parpadean, si la velocidad de obturación es suficiente para evitar fotos trepidadas. La cámara es muy conservadora. También da la información del par apertura/velocidad de obturación en la pantallita LCD, y el parpadeo de velocidad lenta empieza por debajo de 1/60 segundo. Pero con una focal de 40 mm no veo problemas para disparar a 1/45. Y a la espera de alguna prueba, y teniendo en cuenta que no tiene un mecanismo de espejo réflex, quizá a 1/30.

También he probado la cámara con un carrete de película negativa en blanco y negro.

El único carrete que tenía disponible era un Fomapan 100 Classic, una sensibilidad que me parece insuficiente para un uso generalista con una cámara de este tipo. Esta película la había usado con buenos resultados en formato medio. Era la primera vez que la usaba en formato pequeño. Expuesta a su sensibilidad nominal, la he revelado siguiendo instrucciones del fabricante en Rodinal 1+37 durante 6,25 minutos a 20 ºC. Se me ha olvidado decir que la cámara ajusta la sensibilidad por codificación DX. Cuando el carrete no tiene esta codificación, se ajusta a ISO 100.

He de decir que no me ha convencido el uso de esta película en formato pequeño. Hay películas de sensibilidad ISO 200 o 400 que me ofrecen una granularidad igual o más discreta. No he estado cómodo con ella. En cualquier caso, las conclusiones que saco son similares a las que he comentado para la película en color. Nada nuevo que aportar.

Habiéndome encontrado una concentración de Seiscientos por las calles de Zaragoza, confirmar que la reactividad de la cámara es un poco justa para la fotografía de acción, y que hay que tener un buen nivel de anticipación. Desgraciadamente, el modo de enfoque "manual" sirve para decirle a la cámara como tiene que accionar el motor de enfoque. Pero no preajusta la óptica a esa distancia de enfoque, lo que acortaría el tiempo de reacción a la hora de hacer la foto.

A parte de las ya mencionadas relacionadas con la fotografía de reportaje y de acción, ¿cuál es la principal pega de la cámara? La cámara está diseñada con Leica, pero fabricada en Japón. Aunque en la actualidad uno de los principales socios de Leica para las cámaras compactas es Panasonic, durante décadas el principal socio nipón de la marca alemana fue Minolta. Y con ella hizo cosas muy interesantes como las cámaras de la serie R o la pequeña Leica CL. También las compactas electrónicas eran una colaboración con Minolta. Y parece que hay un consenso en que la electrónica de la cámara es un poco débil y hay cierto riesgo de avería en el obturador superior al que se supone para una marca del prestigio de Leica. Es el principal miedo que tengo. Una vez que has probado la cámara apetece mucho usarla. La capacidad de intervención sobre la misma, el buen tacto, la calidad de las imágenes, son incentivos para llevarla encima con frecuencia. Pero mejor no llevársela a aventuras que exijan un uso intensivo o en circunstancias extremas. Mejor dedicarla a pasear con tranquilidad, aprovechando entornos calmados y con luz agradable. Quizá algunos paisajes tranquilos en la naturaleza, algo de fotografía de arquitectura. Y con una apertura máxima de f/2,4, algún retrato entre los amigos y familiares.

Nikomat FTn - con pilas para el fotómetro

Os contaba hace unos días cómo había llegado a mi colección la primera Nikon, una Nikomat FTn con un Nikkor-S Auto 1:1,4 50 mm, y cómo habían resultado las fotos de los primeros carretes que expuse con ella, tanto en color como en blanco y negro. Pero también comentaba que esta cámara estaba pensada para que el fotómetro fuese alimentado por las viejas pilas de mercurio PX625, hoy en día prohibidas por la toxicidad ambiental de este metal.

Pues bien, tenía encargadas unas cuantas pilas de zinc-aire MRB625 de la marca WeinCell que son compatibles con estas cámaras. Existen otras pilas, alcalinas, que se pueden utilizar. Pero el voltaje no es correcto, ni el ritmo de entrega de energía y de descarga, por lo que hacen que el fotómetro se vuelva impreciso. Con estas pilas de WeinCell, las cosas mejoran un montón. Y además me vienen bien para otras cámaras, como la Leica CL o la Praktica MTL5, y alguna más, que también las usan.

Pero claro. Tenía la curiosidad de saber si el fotómetro es fiable. Había leído que en su momento sí... pero ¿después de 50 años?

Así que cargué un carrete de Fomapan 100 Classic, que luego he revelado en Rodinal 1:50 durante 8 minutos a 20 ºC, y me fui a someter a tortura al fotómetro. Todo tipo de situaciones, de alto y de bajo contraste, con contraluces, con paredes blancas, con follaje verde oscuro,... Todo aquellos que puede confundir al fotómetro,... y al fotógrafo. Al fin y al cabo, un fotómetro es una ayuda, pero hay una decisión final del fotógrafo, que tiene que aprender a identificar las trampas de la luz. Desde este punto de vista, creo que este fotómetro ha pasado la prueba con nota alta. Es preciso. Si sabes lo que haces y lo que mide, consigues la medición correcta. Sólo tres o cuatro fotogramas aparecen un poco más densos de lo que deberían, lo cual no supone mucho problema, pero el resto están bien expuestos. No hay sombras perdidas, no hay luces empastadas.

De lo que estoy menos contento es del objetivo. Este Nikkor 50/1,4, el más veterano de los de montura para Nikon réflex, es muy pesado, y hace que el conjunto de la cámara y el objetivo resulte cabezón y desequilibrado hacia adelante. Acostumbrado en este tipo de cámaras a los discretos objetivos de las Pentax, y no digamos de las Leicas, no me resulta cómodo. Y mira que el cuerpo de la cámara también pesa lo suyo. Y pensaba que tendría un mejor rendimiento fuera de la zona de confort que puede suponer los diafragmas f/8 y f/11. Quizá también el f/5,6. He decir que llevaba un filtro amarillo nº 8, B+W (022), que es de buena calidad, y siempre el parasol, que es propio de la marca y el objetivo, no uno de terceras marcas.

Vamos, que porque lo conseguí a un precio más económico que lo que se ve habitualmente, que si no pensaría que quizá me hubiera valido más pillar un f/2 o f/1,8, aunque fuera más tardío, siempre que tuviera las orejitas de conejo para calibrar el fotómetro. Hubiera sido más ligero, y probablemente con unos resultados equivalentes o mejores. Tengo la impresión.

Pero bueno, en líneas generales, fue divertido hacer las fotos, a pesar del calorazo que lleva haciendo en los últimos días en las tardes de Zaragoza.