La fotografía como afición y otras artes visuales

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Olympus Pen F para película tradicional con Ilford Pan F Plus

Vuelvo de nuevo a mi recientemente adquirido ejemplar de una de las creaciones más conocidas del ingeniero Yoshihisa Maitani, la Olympus Pen F, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Os recuerdo que se trata de una cámara réflex con prisma de porro y obturador plano focal rotatorio, con un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. Os recuerdo también que lleva un objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, al que le suelo poner un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro.

Me recordaron recientemente que en el nombre de los objetivos Zuiko, la letra que precede a dicha marca, la F en este caso, indica el número de elementos que componen la fórmula óptica del objetivo. La F es la sexta letra del alfabeto latino, por lo que este 38/1,8 tiene seis lentes. Un D.Zuiko, que lo hay en esta focal con una apertura máxima de f/2,8, tendría sólo 4 lentes. Vamos, que de acuerdo a lo que se llevaba en los años 60, el F.Zuiko sería un objetivo relativamente serio, con un fórmula óptica similar a los Planar de Carl Zeiss, mientras que el D.Zuiko sería el más económico, más de aficionado, con una fórmula óptica similar a los Tessar de la marca alemana. Estos solían ser bastante más compactos, pero como estamos con un sistema mucho más compacto que las réflex habituales de 35 mm, el F.Zuiko también es bastante ligero.

Con el segundo carrete que le he puesto a la Pen F, he seguido optando por la baja sensibilidad y el grano fino. Os recuerdo que al tener el negativo de esta cámara la mitad de tamaño que los habituales de película de 35 mm, el grano se hace más aparente al ampliar. Por lo que una película de grano fino, aprovechará mejor las calidades de estos objetivos. He utilizado un Ilford Pan F Plus, una película de grano fino de Harman. Realmente, en lo que es mi experiencia, es una película que ofrece una gran nitidez y definición. Pero que está más pensada para usar en estudio y condiciones de luz controladas, y tiene un contraste elevado. Así que su posible uso en luz diurna abundante puede conllevar situaciones de excesivo contraste más delicada. Quizá por eso siempre preferí cuando fue preciso un grano fino y alta nitidez, la Fujifilm Neopan 100 Acros, que aporta algo más de sensibilidad para una nitidez y grano que me parecen similares, no sé que dicen las pruebas técnicas, con un punto más de sensibilidad, y un contraste más sencillo de gestionar.

La usé durante buena parte de la excursión a Galve, con los chopos cabeceros y los dinosaurios, y también paseando por las calles de Zaragoza. He revelado la película con Kodak HC-110 en dilución E modificada. La dilución E es 1+47, mientras que la modificada es 1+49. Los cálculos para preparar los líquidos son más fáciles de hacer si tenemos que dividir por 50 que si tenemos que dividir por 48, y la diferencia en la dilución es muy pequeña, por lo que en la práctica se pueden mantener los tiempos recomendados, en este caso 5,5 minutos a 20 ºC. Si quieres añadirle unos segundo más al tiempo de revelado... pero probablemente esté en el margen de la variabilidad personal a la hora de procesar la película.

No he tenido ocasión de revisar todo el carrete. 72 fotos son muchas. Pero la impresión es que efectivamente en situaciones de luz contrastada, hay un poco de tensión entre las luces y las sombras, aunque de momento parece que en ningún momento se han bloqueados las sombras ni empastado las luces. Quizá hubiese sido conveniente una dilución H o aun un revelado desatendido con una dilución más elevada, para un efecto más compensador, que controle mejor el contraste. En fin... si conforme voy revisando el carrete voy encontrando algo que comentar, ya os diré. En general, los resultados son muy satisfactorios. Desde mi punto de vista, más que con la Rollei Retro 80S, aunque también pierdes algo de sensibilidad. Con el filtro amarillo, empiezas a tener problemas cuando la luz empieza a ser limitada en seguida.

Olympus Pen F para película tradicional con Rollei Retro 80S

Con carácter general, podríamos afirmar que en fotografía los debates están sesgados en una dirección que a mí me parece incorrecta. En lugar de hablar sobre ideas, conceptos y estética, temas sobre los que, para los que la mayor parte de los seres humanos en nuestros años de formación, se dedica un tiempo insuficiente o nulo en nuestra educación, hablamos sobre aparatos. Cámaras, objetivos, sistemas, tecnologías,... Nos resulta más cómodo a la hora de debatir "agarrarnos" a algo material, a un objeto con una hoja de especificaciones que comparar con otras. Incluso, una vez que realizamos una compra, temerosos de habernos equivocado puesto que la inversión es siempre más o menos costosa dependiendo de las finanzas personales del fotógrafo, profesional o aficionado, afirmamos hasta el fanatismo que nuestra cámara, nuestro sistema es el mejor. Con uñas y dientes. Y sin embargo...

Sin embargo, un aparato fotográfico y sus complementos no son más que una herramienta para realizar un trabajo. Llevar una imagen de la realidad, una idea o un concepto a una fotografía, que puede ser replicada y que determina nuestra visión del mundo. Y si lo pensamos bien, la bondad de esas fotografía depende más de nuestras capacidades personales que de las de nuestra herramienta. Eso no quiere decir que la herramienta no sea importante o no condiciones nuestro resultados. Pero debemos partir siempre del hecho de que una cámara fotográfica es fruto de un diseño de ingeniería en el que se establece de carga y se determinan unos compromisos. Para que sea buena en determinadas tareas, tendrá limitaciones en otras dimensiones. O de un diseño óptico. Un objetivo perfecto no existe. Se acercará a ello... pero con unos costes la mayor parte de las veces prohibitivos, y con unos contratiempos añadidos muy notables. El ejemplo clásico. Hace 20 años, un objetivo Canon EF de focal estándar, 50 mm, y una apertura luminosa, f/1,4, costaba unos 350 euros y tenía un tamaño razonable. Cuando consultabas a los "listos", te decían que era un buen objetivo. Hoy en día, que cubre el formato 24 x 36 mm, no vale, nos dicen, y un 50 mm con un apertura f/1,4 de buena calidad que cubra ese formato, puede valer miles de euros si queremos alcanzar la calidad necesaria para las exigencias de un sensor de imagen de más de 40 megapíxeles, y tiene un tamaño que pone en grave riesgo tus cervicales. La tecnología digital ha traído grandes ventajas, pero nos somete a servidumbres notables. Tal es así, que la mayor parte de los humanos, para sus necesidades fotográficas se contentan con el teléfono móvil. Ejemplo claro de compromiso entre distintas variables, y tan contentos. Porque los gurús, los "listos", especialmente si son hombres, nos van a decir que el fotógrafo machote no se puede conformar con formatos más pequeños y sensatos que ofrecen calidad suficiente.

Retrocedamos en el tiempo a finales de los años 50 y principios de los años 60. El formato de película 135 que popularizo Leica y que adoptaron otras marcas, fue durante años un formato de aficionado. Con sus negativos de 24 x 36 mm, lo que hoy en día se llamaba "full frame", se denominaba formato pequeño o miniatura, y en principio se vio como algo pensado para aficionados. Los serios usaban el gran formato o el formato medio... sólo algunos documentalistas, gentecilla como una tal Cartier-Bresson o Robert Capa, entendieron que más valía llevar una cámara dispuesta en cualquier momento, aunque no fuera perfecta, pero ligera y a mano, para conseguir la fotografía que querían.

Y en esto llegó un ingeniero a Olympus que se llamaba Yoshihisa Maitani, que se percató de una cosa. La película era relativamente cara. La película 135, de 35 mm de ancho, admitía otros formatos, aunque se construyeron pocas cámaras para ellos. Si el 24 x 36 mm era el formato pequeño o miniatura, imagina el desprestigio de los "subminiatura". Hubo cámaras para formatos de 24 x 24 mm, 24 x 32 mm y para 18 x 24 mm (aproximadamente todos ellos), pero solían ser de gama baja y no apreciadas por la calidad de la imagen que producía. Maitani tuvo una visión similar a la de Oskar Barnack en Leica unas décadas antes. Quizá se podría popularizar un formato de negativo más pequeño, que optimizase el coste de una fotografía, pero había que imaginar, diseñar y fabricar una cámara y unas lentes que reunieran a un mismo tiempo calidad con pocos compromisos y unos costes razonable de producción. Y así surgió la línea de cámaras Olympus Pen, de medio formato (no confundir con el formato medio, en inglés "half frame" vs "medium format"). Que mantuvo unos ciertos niveles de éxito durante unos años, hasta que los avances de ingeniería y del desarrollo de películas conllevaron la aparición de cámaras para el formato 24 x 36 mm más pequeñas, de buena calidad y asequibles junto con películas para aficionados a precios más asequibles. En ese momento, el medio formato quedó visto para sentencia. No sin antes dejar para la historia de la fotografía algunas de las cámaras más interesantes por su diseño y funcionamiento.

Una de ellas es la que presento aquí hoy. Yo ya tenía dos cámaras para este formato, una Canon Demi EE17, bastante maja, pero que dejó de funcionar, y una modesta y baratita Olympus Pen EE3. Pero me apetecía tener en la colección una de la gama noble de Olympus, las réflex con prisma de porro de la serie Olympus Pen F y obturador plano focal rotatorio, que permitía un diseño elegante y reducido. Y con un sistema de objetivos intercambiables de alta calidad. Muy superior a lo honorables objetivos de las compactas de medio formato. El problema es que están caras en el mercado de segunda mano. Las Pen F, FT y FV se fabricaron entre 1962 y 1970... o sea que nuevas nada. Hay una Olympus Pen-F digital que tiene cierto parecido externo... y nada más. Hasta que se me ocurrió buscar en mercados más alejados. Y descubrí que en Japón las venden a la mitad de precio. Y que lo que los japoneses llaman "cámara con signos de uso superficial" es lo que en occidente publicitan como "cámara como nueva en excelente estado". Y me pedí la que podéis ver al principio de esta entrada.

Lo demás es ponerle un carrete y probar que tal van. Que va bien. Como el tamaño del negativo es aproximadamente la mitad de lo que estamos acostumbrados con la película de 35 mm, le puse un negativo en blanco y negro de Rollei Retro 80S, una pancromática con sensibilidad extendida al rojo profundo e infrarrojo cercano, que tiene un grano muy fino y bastante nitidez. Al objetivo F.Zuiko Auto-S 38/1,8, con una ángulo de visión similar a un 55 mm en las cámaras para 24 x 36 mm, le puse un filtro amarillo B+W que ya tenía por casa, de 43 mm de diámetro. Y me fui a hacer fotos.

Ventajas,... tamaño reducido, aparato estéticamente muy agradable, gran precisión mecánica, un visor bastante bueno para el tamaño que tiene... Inconvenientes,... la cámara por la que he optado, la original Olympus Pen F (1963 - 1966) no lleva fotómetro integrado y hay que confiar en uno externo o medir a ojo, y hace da la impresión de que el disparador es más ruidoso de lo deseable. Y por supuesto, la mitad de información que con un 24 x 36 mm. El botón disparador es muy sensible y se dispara con facilidad, y el avance de la película exige un doble accionamiento de la palanca de avance. Por lo demás, es muy divertida.

La película está revelada con Kodak HC-110 en dilución H (1 + 63) durante 10' a 20 ºC. Realmente, esta película es muy contrastada y por ello preferí una dilución elevada, para ver si ejercía un efecto compensador. Aun así. Es contrastada. Pero digitalizada con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS disponemos de abundante información para manejarnos. Con el escáner Epson V600... no es una buena idea para formatos tan pequeños. Muchos problemas.

Quizá no es una cámara para usarla todos los días, porque hay otras opciones más modernas y eficientes. Pero es de una gran belleza, es un prodigio de diseño industrial mecánico, con una calidad de fabricación que habla muy bien de la capacidad de ingeniería e innovación de la japonesa Olympus. Y un verdadero monumento al genio de Maitani.

Dípticos en medio formato

De la pequeña Olympus Pen EE3 ya he hablado en otras ocasiones. No voy a entrar ahora en muchos detalles sobre las características de esta sencilla cámara de medio formato, que no de formato medio. Es decir, que a partir de un carrete de película biperforada de 35 mm de 36 exposiciones ofrece 72. Aproximadamente. Siempre sale alguna más, si tienes cuidado al cargar la película. Lo cierto es que se puede hacer interminable uno de estos carretes. Aunque en una ocasión que la llevé de viaje, vino bien el aumento de capacidad. Y por cierto, aunque sea la mitad de un fotograma con una relación de aspecto 3:2, la de los negativos de esta cámara no son 3:4. Algo se pierde en el intervalo entre negativos y está más bien en el 5:7. Más que negativos de 18 x 24 mm son, en realidad, de 17 x 24 mm.

Lo cierto es que la disminución del tamaño del fotograma hace que el sacar provecho de la información que contiene por medios caseros sea complejo. La mejor solución que he encontrado ha sido la de fotografiar los fotogramas con una cámara digital y un objetivo macro. Pero la mayor relación de aumento necesaria para reproducirlo, hace que la tarea de encuadre, el paralelismo necesario entre el sensor de la cámara y la película, y el diafragma usado sean más críticos para conseguir todo el fotograma enfocado. Con una mesa de reproducción sería más fácil. Pero con el trípode que tengo, más adaptado para salir al campo, y el iPad como mesa de luz... pues hay más margen para el error que con negativos más grandes.

En esta ocasión, en la que he empleado mi último carrete de Fujifilm Neopan 100 Acros, que da un grano muy fino, decidí conseguir un digitalizado de mayor calidad, y la mandé a revelar a Carmencita Film Lab. Como suele suceder con los laboratorios comerciales, de escanean la película como si fuera de 24 x 36 mm, por lo que obtienes 36 imágenes dobles. Lo cual es aprovechado por muchos fotógrafos para obtener dípticos con significado en sí mismo. Las fotografías que aquí muestro intentan ofrecer paisajes, naturales, urbanos o humanos, que supongan un contraste en cada par de fotografías.

Lo cierto es que la calidad del escaneo se nota. Sin que se aprecie el grano, la gradación de gris es muy buena. Y más nitidez es difícil de pedir, por las limitaciones propias de la cámara. Hay que tener en cuenta que cuando la luz empieza a faltar, abre mucho el diafragma. Y teniendo un foco fijo, el infinito y los primeros planos pueden aparecer poco enfocados, priorizando los planos medios, retratos de cuerpo entero y similares, que sí podrían aparecer bien enfocados. Pero no el enfoque completo que se busca en los paisajes. Aunque cierto aspecto difuminado también ofrece sus virtudes estéticas.

En cualquier caso, estoy parcialmente satisfecho con los resultados obtenidos, puesto que he obtenido algunos dípticos que me parecen interesantes. Aunque tendré que pensar mejor las tomas, para mejorar los resultados globales. Espero que os gusten y os interesen.

Ah... una última cosa. Como dato. A la resolución de escaneo solicitada, el díptico tiene una resolución de algo más de 19 megapíxeles, permitiendo una ampliación de 54 x 36 cm, aproximadamente, según lo exigentes que seas. Algo menos de la mitad, si sólo quieres uno de los fotogramas del par. No está nada mal para una cámara con un negativo de este tamaño. Podría haber solicitado un nivel mayor de resolución, prácticamente el doble, pero dadas las características de la cámara, decidí que no merecía la pena el gasto. Y creo que hice bien.

Medio formato con Kodak Professional T-Max 100 (en Olympus Pen EE3)

A ves me pasa. En lo que llevo de año al menos en un par de ocasiones. A finales de primavera puse un carrete de Kodak Portra 400 en la Pentax MX con el fin de usarla en una tarde del mes de mayo... pero luego el tiempo meteorológico se torció, y ahí se quedó el carrete que fui disparando, sin un plan definido, durante todo el verano, con una mezcolanza de fotos y temas. No hice entrada de ese carrete... porque no tenía nada de especial que no hubiese dicho previamente sobre la cámara o la película.

Pero es que todavía ha sido más grave lo del carrete de Kodak Professional T-Max 100 que le puse a la pequeña Olympus Pen EE3 en el mes de abril. Y que no he terminado de exponer y, finalmente, revelar hasta el mes de noviembre. Bueno, igual es igual de grave. La Portra 400 en la MX da unos 36 fotogramas y tardé tres meses en revelarlo. La T-Max 100 en la Pen EE3 da algo más de 72 fotogramas, el doble, y he tardado en la práctica unos seis meses en terminarlo y revelarlo. El doble, también. Porque vamos a recordar que la Olympus Pen EE3 es una cámara de medio formato, que no de formato medio, para película de 35 mm. Es decir, que en lugar de los tradicionales negativos de 24 x 36 mm, con ocho perforaciones en cada avance de la película, nos da unos negativos de 24 x 17 mm, con cuatro perforaciones en cada avance de la película.

No. No son negativos de 24 x 18 mm como a veces se lee por ahí. El espacio que deja la cámara entre los negativos, para poder gestionarlos con comodidad hace que en lugar de la proporción entre sus lados de 4:3 que muchos afirman que tiene este formato, en realidad quede en 7:5. Adecuada para copiar en un papel de 13 x 18 cm que son, aproximadamente, 5 x 7 pulgadas en el sistema de medidas imperiales.

El caso es que, siendo poco menos que la mitad en superficie que el negativo tradicional de ocho perforaciones de paso, tiendo a usar la Olympus Pen EE3 con película de ISO 100 en lugar de los más cómodos y polivalentes ISO 400, para que el grano no cante en exceso. Soy de los que me agrada la estructura de la película tradicional en blanco y negro, pero no especialmente aficionado al grano como pelotones de Nivea para la playa.

La película con la que más me gustaba usar esta cámara era la Fujifilm Neopan 100 Acros, de grano muy fino, y fantásticas transiciones tonales. Pero sin problemas para usarla también con las películas de ISO 100/125 de Ilford, o con la Ilford XP2 Super 400 a un índice de exposición de 100/200. Tenía de todas formas las curiosidad de probar la película de Kodak de sensibilidad media, la T-Max 100.

Antes de seguir adelante, decir, afirmar, gritar, proclamar con cabreo, que odio la escasa, por no decir nula, estabilidad dimensional de las películas en blanco y negro de Kodak, que hacen que se curven, se doblen, se forman tirabuzones, que incluso tras varios días prensados bajo varias toneladas de libros, aun se resisten a desaparecer. Y si encima te dejas la película en la cámara durante seis meses,... pues te sale el rollo de un rebelde horrible, que luego es mucho más difícil que no acabe cogiendo porquerías, que dan un trabajo horrible para quitarlas, limpiarlas o clonarlas en un proceso mixto con su parte digital. Lo odio. Simplemente por eso, me dan igual las virtudes de la emulsión, lo más seguro que siga con Ilford.

No hay mucho más que explicar del resultado de la película. Revelada en HC-110, en dilución B (1:32 o 1+31, que es lo mismo), durante 6 minutos a 20 ºC, según las "recomendaciones del fabricante", da unos negativos con amplia gama tonal, menos contrastados que su "prima" la T-Max 400, y un grano muy contenido, por lo que no se hace muy notorio a pesar de ser negativos más reducidos que lo habitual. He entrecomillado lo de las "recomendaciones del fabricante", porque Kodak siempre es confuso con las recomendaciones para el HC-110. Supongo que es la diversidad de métodos de revelado que contempla, y la necesidad de desbrozar para qué versión de la película de las variantes en el tiempo o en el formato está establecido el tiempo recomendado.

He digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Lo cierto es que, aunque la óptica de la cámara es bastante decente, no deja de ser una cámara concebida para un uso popular y con limitaciones, por lo que los 19 megapíxeles aprovechable finales son casi excesivos. Aunque con negativos bien expuestos, con buena luz y cuidadosamente digitalizados, el nivel de detalle obtenido no está mal. En fin. Que da igual. Que es un castigo manejar este película, así que seguiré tirando de Ilford.

Mi Olympus mju-II y un par de carretes de Ilford XP2 Super viajan a Taiwán

En los últimos años, eventualmente me he llevado alguna cámara para película tradicional, preferentemente compactas que abulten poco espacio, a diversos viajes. Pero de modo irregular. Este año, en mi primera tanda de vacaciones, en junio, me llevé un par de cámaras de desechables de Ilford con película de la misma marca XP2 Super. Y me quedé encantado. Es cierto que una cámara desechable no ofrece los mismos resultados que una cámara más en condiciones. Si el centro del fotograma es razonable, las esquinas del mismo sufren de notables aberraciones, que ciertamente una vez conocidas, se pueden usar para dar expresividad a la fotografía. Las revelé en Carmencita Film Lab con digitalizado a tamaño XL, lo que significa unos archivos digitales de unos respetables 20 megapixeles. Más que de sobra para la resolución óptica del menisco de plástico que llevan las Ilford desechables.

Templos en Taipéi.

En agosto hice una escapada por el sur la región del lago Constanza y el Rin donde es frontera entre Alemania y Suiza. Como eran pocos días y los iba a pasar con Wilhelm, un amigo suizo de Kreuzlingen, gran aficionado a la fotografía con película tradicional, decidí llevarme como cámara principal la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH. Hice cuatro carretes, y repetí la película, la Ilford XP2 Super. En esta ocasión, dada la nobleza del equipo usado, solicité de Carmencita Film Lab el escaneado a tamaño XXL, que es prácticamente el doble del anterior, nada menos que 37 megapíxeles. El resultado todavía me gustó más que la anterior experiencia. La XP2, como película cromogénica que es, aunque en blanco y negro, expuesta a un índice de exposición de 100 o 200 en lugar de su sensibilidad nominal ISO 400, da unos resultados excelentes, con un grano muy fino, y con una dinámica amplísima. En fotografías en las horas centrales del día, bajo un sol de justicia, se traga los contrastes como si nada, manteniendo la sustancia tanto en las sombras profundas como en las altas luces.

Memorial de Chiang Kaishek en Taipéi.

Recientemente de disfrutado mi segunda tanda de vacaciones, tres semanas de las que dos he estado de viaje por la isla de Taiwán. En un principio, no hice más previsiones que el equipo digital micro cuatro tercios habitual. Pero un par de días antes de salir, me di cuenta que tenía en casa un par de carretes de XP2 Super. Así que decidí llevármelos. Como cámara, opté por la muy compacta Olympus mju-II. Y por si agotaba los carretes de Ilford, como tenía por casa un poco abandonados un par de carretes Bergger Pancro 400, me los llevé también. Esta película tiene un contraste muy suave, por lo que también se come bien las situaciones malas de luz. Pero lo cierto es que no los llegué a utilizar. Volvieron como los empaqueté.

Tarde de paseo en Tamsui.

Comentemos un poco la cámara, aunque ya lo he hecho en otras ocasiones. Al fin y al cabo, también me la llevé a Nueva York en 2013 y a Islandia en 2016. Es una cámara muy apreciada por tres motivos.

Por su tamaño extremadamente compacto.

Por estar sellada contra las salpicaduras y el polvo.

Por que su objetivo 35 mm f/2,8 es muy luminoso para ser una compacta y muy nítido.

Por estos motivos yo me la compré en su momento, en los años noventa, para llevármela a esquiar. Aguantando sin problemas el sudor, las salpicaduras de la nieve y otros elementos adversos, obtenía unas diapositivas nítidas y contrastadas en mis viajes a las pistas de esquí de los Pirineos e incluso de los Alpes. Pero pese a los entusiasmos que despierta, tiene también algunos defectos, a pesar de que sus partidarios los reconocen pocas veces.

No se puede seleccionar manualmente el índice de exposición; la sensibilidad sólo se puede introducir automáticamente con los contactos DX.

No tiene compensador de exposición; aunque el fotómetro es muy capaz, en situaciones complejas tienes que maniobrar con el botón de disparo a medio pulsar para conseguir un enfoque y una exposición adecuadas simultáneamente. A veces, con el modo de medición selectiva que incluye.

El modo de flash no tiene memoria. Yo prefiero llevarlo apagado, y solo encender el modo de relleno cuando me hace falta, para mayor discreción. Pero cada vez que apagas la cámara, se olvida de la preferencia y se sitúa en flash de relleno automático, con lo que a veces se dispara el destello cuando no quieres o no conviene.

No tiene un modo paisaje con el cual se enfoque ella sola a infinito o a una hiperfocal, especialmente útil cuando fotografías a través de un cristal. Por su mecanismo de enfoque, enfoca al cristal y la foto queda borrosa. Hay que acordarse de de acercarse a un par de centímetros del cristal. Entonces, no pudiendo hacer foco a esa distancia, enfoca a infinito. Pero es una lata.

Un día gris y melancólico en Hualien.

Todo lo anterior me lo sé, lo suelo compensar con mi técnica de disparo, pero siempre te despistas alguna vez, y eso te lleva a un pequeño pero molesto porcentaje de fotos desenfocadas o subexpuestas. Algunas de estas desventajas las supera la Leica Minilux que compré el año pasado en Seul. Pero es más grandota, y no tan resistente, especialmente con mal tiempo, por lo que al final opté por la Olympus.

En las imágenes que ilustran esta entrada podéis comprobar como se ha comportado. El revelado ha sido también en Carmencita Film Lab, nuevamente a tamaño XXL, y nuevamente se ha comportado la película, en combinación con la cámara, de forma excelente en la mayor parte de las ocasiones. En un 85-90 % de las ocasiones. Un posible "miedo" que se puede tener es que en un viaje hasta Taiwán, con varios pasos de controles de seguridad con sus temidas máquinas de rayos X, se pudieran producir veladuras. Pues bien... no. Ningún problema. Y uno de los carretes de Pancro 400 que no llegué a utilizar, ya lo he usado después en Zaragoza, y tampoco me dio ningún problema. Nunca he tenido problemas con los rayos X con sensibilidades hasta ISO 800. No he pasado nunca con sensibilidades mayores.

Recorriendo el Parque Nacional Taroko.

Quizá el principal problema que he tenido ha estado en mi cabeza. Como fue una decisión de última hora, no tenía un plan de utilización claro en mi cabeza. Y eso ha hecho que haya usado la Olympus mju-II de forma irregular. En ocasiones sacaba varias fotos en un determinado lugar; en otras de me olvidaba durante unos días. Quizá por eso sólo he expuesto los dos carretes de Ilford XP2 Super y los de Bergger Pancro 400 se volvieron tal cual. Con un plan de uso más regular, probablemente hubieran caído los cuatro carretes.

En cualquier caso, una experiencia positiva, que pienso repetir.

El tren llega a casi todas partes en Taiwán.