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Andalucía en otoño - problemas con el digital, alegrías con la película tradicional

Si hace unos días os hablaba de cómo fueron mis andanzas fotográficas por Italia en mis vacaciones de principios de octubre, hoy haré una entrada similar pero dedicada a mi escapada andaluza de la última semana de octubre. Desde hace unos años, una buen amiga se trasladó a vivir a Sevilla, y este es el segundo año consecutivo en el que me desplazo media semana a darme un poco de aire, justo antes de que se produzca el cambio de hora de otoño, y se recorten las horas de luz aprovechables durante el día para recorrer mundo.

Excelente calidad la que ofrece la Lumix G9... cuando no se me estropea.

Como de costumbre en los últimos tiempos, mi intención era hacer la fotografía en color en digital, y en paralelo, fotografía en blanco y negro sobre película tradicional llevando conmigo una cámara compacta ligera y poco molesta. La cuestión estaba en que tras un segundo paso por el servicio técnico, mi Panasonic Lumix G9 parecía estar en buenas condiciones para ser la cámara principal del viaje. Con la tríada Leica DG Summilux 15 mm f1,7, Lumix G 25 mm f1,7 y Sigma 56 mm f1,4 para las jornadas más urbanas, y con los dos objetivos de focal variable, el Olympus 12-40 mm y el Lumix G Vario 35-100, ambos con f2,8 de apertura máxima para las jornadas en la naturaleza o si hubiese una seria amenaza de lluvia. Como así fue durante un par de días. En el fondo de la mochila, por si acaso, el supergranangular Laowa 7,5 mm f2. Pero como me generaba inseguridad la Lumix G9, metí en el equipaje la Lumix G100. Por si acaso. Y menos mal. Porque tras un día funcionando sin problemas en Jerez de la Frontera... la G9 volvió a fallar. El resto del tiempo seguí con la más modesta, e inconveniente por el mal tiempo, Lumix G100.

En interiores y en exteriores con niebla, la XP2 Super expuesta con la Minox GT-E no falla.

En cuanto a la película fotográfica, los tres primeros días llevé en el cinturón metida en una fundita la Minox 35 GT-E con unos rollos de Ilford XP2 Super 400, como es mi costumbre. También, como es mi costumbre, ajuste la exposición a un índice de exposición de 200, aunque en alguna ocasión, por la escasez de luz, lo subí a IE 400, que es la sensibilidad nominal de la película. La película funciona sin problemas, como ya he contado en otras ocasiones, entre IE 50 - 800, aunque con una mejor nitidez y grano prácticamente ausente en los índices de exposición más bajos. Insisto en que la sensibilidad de la película no varía, lo que cambia es la exposición, la cantidad de luz que le ofreces. Y que por su amplia latitud de exposición de este material sensible de carácter cromogénico, se revela en proceso C-41 como la película negativa en color, admite una gran sobreexposición sin que se resienta su calidad, y con un grano más fino. Hasta tres pasos de sobreexposición. Sólo admite, siendo juiciosos, hasta un paso de subexposición.

También bajo la lluvia de Ronda se comporta bien la película de Ilford.

Pero la novedad fotográfica del viaje se me ocurrió cuando preparaba el equipaje. Ya tengo muchas fotografías digitales de Sevilla, muchas realizadas el año pasado. Así como no pocas fotografías en blanco y negro, también del año pasado, y diapositivas de viajes anteriores, en los años 1992, 1994 y 2000. Por lo tanto, miré mis reservas en la nevera, y comprobé que tenía tres rollos de película negativa en color de ISO 400 de sensibilidad, la más polivalente. Un rollo de Kodak Portra 400 y dos rollos de Kodak Ultramax 400. Así que, ni corto ni perezoso, cogí la Olympus Trip 35, con la que tan contento estaba ya, y estos tres rollos de película, y los eché al equipaje. Mi idea... que si el jueves íbamos a visitar Jerez de la Frontera, el viernes iríamos de excursión a Riotinto y sierra de Aracena, y el sábado visitaríamos Ronda, el domingo por la mañana, antes de coger el tren de vuelta poco antes de las tres de la tarde nos daríamos un paseo tranquilo por Sevilla, y no iba a llevar nada encima más que un paraguas en un bolsillo del cortavientos impermeable y la Olympus Trip 35 y la película en el otro. Sin más bultos ni peso.

Tuve unos momentos con una luz de lujo para la Portra 400 en Sevilla.

Y fue una buena idea, que además confirmó algunas cosas que ya tenía en la cabeza. La primera, que para tener un reportaje o un recuerdo de un viaje, de la visita a otra ciudad, a otro lugar, no hace falta un equipo muy complejo. Y que la óptica de 40 mm que lleva la Olympus Trip 35 probablemente sea una de las más adecuadas y todoterreno. Hace tiempo que tengo esta sensación y se ha confirmado una vez más. Aunque con la focal de 35 mm de la Minox también voy bien... prefiero el 40 mm.

Con buena luz, el comportamiento de la Kodak Ultramax 400 es impecable.

La segunda es que no por nada la Kodak Portra 400 es película preferida por tantos. Aunque las condiciones de luz fueron variando a lo largo de una mañana de nubes y claros, con momentos soleados y momentos de lluvia, lo cierto es que tampoco se desviaron mucho a situaciones extremas. Aunque la película Kodak Ultramax 400 está bastante bien y es una buena polivalente, con un precio apreciablemente inferior a la Portra 400, lo cierto es que tiene un grano mucho más aparente que esta, así como una dinámica inferior, sufriendo más cuando los contrastes son más elevados, especialmente en las sombras. Muchos prefieren sobreexponer un paso la película negativa en color, pero eso conlleva menor saturación de los colores a cambio de un grano más fino. Yo prefería conservar unos colores más vivos y utilicé un IE 320, sólo un tercio por debajo de la sensibilidad nominal de las películas. En general, estoy contento con la experiencia. Acabarán sobrándome la mayor parte de los objetivos que tengo y me llevaré sólo una cámara con un 40 mm, para librarme de pesos y cansancios. Sea en digital o en película tradicional.

Solo cuando la luz escasea mucho, y el contraste puede aumentar, la Ultramax tiene algún problema en las sombras... aunque nada grave.

Orquídeas y araña - Macrofotografía en los pinares de Venecia

las fotos de la entrada de hoy son de un rinconcito de los pinares de Venecia de Zaragoza en el que crecen unas varas de una orquídea de larga lengua, Himantoglossum hircinum u orquídea lagarto, que tiene florecen en largas espigas que constituyen un conjunto estéticamente atractivo, pero no tan fácil de fotografiar como podría parece, porque el conjunto queda relativamente abigarrado. 

Me chivó el lugar una compañera de trabajo, el viernes fui a explorar, el lugar está a unos 30 minutos caminando desde mi casa, e hice algunas fotos a mano alzada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS.

Ayer sábado fui con un equipo más completo, ya que me fui con la Lumix G9, algún objetivo añadido, el trípode, algún filtro y lente de aproximación, etcétera. Lo malo es que se levantó una tormenta, con pocas consecuencias en términos de agua caída, pero que me robó luz y tiempo, y me añadió algunas ráfagas ligeras de viento, suficientes como para que tuviera que subir el ISO de la cámara para compensar con un aumento de la velocidad de obturación el movimiento del sujeto.

El resultado..., unas fotos no tan nítidas como me hubiera gustado. Ambos días pude encontrar en una de las varas de orquídeas una arañita, Synema globosum o araña Napoleón, tímida, pero no huidiza. Y con un abdomen de un vistoso color rojo

Atardeceres, cometas y galaxias - fotografía digital con Panasonic Lumix G9

Segunda entrada consecutiva con cámara digital como protagonista. Hacía tiempo que no pasaba esto en estas páginas. Pero si hace unos días os hablaba de mi recién llegada Lumix GX9, las fotos de hoy proceden de la ya bien probada y fiable Lumix G9. Cámaras ambas con muchos elementos en común a nivel de su electrónica, pero con dos enfoques distintos. Ayer precisaba de la solidez de la G9.

Es sabido por muchos aficionados a la fotografía que estos días ha habido un motivo interesante en el cielo nocturno. Ya lo comentaba a propósito del artículos sobre la GX9. Hace pocas semanas, el cometa C/2020 F3 NEOWISE se hizo visible en el firmamento. En los primeros días, al amanecer. Hoy en día también al atardecer. Y si viajas suficientemente al norte de Europa, u otros continentes, se puede ver toda la noche, rozando el horizonte. Creo. Este fin de semana tenía intención de volver a intentar fotografiarlo, pero alejándome de la ciudad. Y justamente ha coincidido con la recomendación de no salir de la ciudad. Por culpa de cierto coronavirus. Me contuve el viernes por la noche y el sábado por la noche. Pero después de valorar la situación, y dado que me he cogido un día de fiesta este lunes, decidí que era seguro y no insolidario desplazarme en solitario a la presa de Tormos en el embalse de la Sotonera. No es el mejor lugar para fotografía astronómica, pero tiene posibilidades, y es accesible en tres cuartos de hora desde Zaragoza. Y hay poca gente por allí un domingo a partir de las ocho de la tarde. Poca, poca, poca. Quienes hayan pasado por allí el fin de semana, ya estaban de vuelta o preparándose para volver a sus domicilios principales. La distancia social quedó totalmente a salvo.

Me llevé una variedad de ópticas y complementos. A saber. La cámara, Lumix G9, como ya he dicho. Varios objetivos con montura micro cuatro tercios; el Laowa 7,5/2, el Olympus 12-40/2,8 y el Lumix G Vario 35-100/2,8. Recientemente, compre un pequeño adaptador para poder usar ópticas Canon EF, a plena apertura, no tiene contactos electrónicos, con las cámaras micro cuatro tercios. Así que lo cogí, con el Canon EF 200/2,8L y el multiplicador de focal x2. Mi trípode Manfrotto de la serie 190 de fibra de carbono, y mis filtros Lee. Una linterna frontal, que tiene luz roja, ideal para ver el equipo por la noche sin deslumbrarme a mi mismo en la observación del cielo, y potente con luz blanca para caminar de regreso al coche.

Comencé la tarde esperando la puesta de sol, en la que usé tanto el 12-40, como el 35-100, como el 200 + x2 con el adaptador. Hay que pensar que ese 200/2,8 con el multiplicador de focal hace el equivalente en campo de visión de un 800 mm en formato completo. No es fácil de manejar. Y menos de enfocar. Por que no hay profundidad de campo que valga a f/5,6. Pero bueno. Alguna foto hice. No usaré mucho esta combinación. Es poco práctica; aunque el adaptador es barato y bien está disponer de él. Debí haber llevado también para este rato un repelente de insectos. No eran mosquitos. Parecía mosca negra, aunque de momento no tengo ninguna lesión por picadura dolorosa.

Tras la puesta de sol, con el 12-40 me dediqué a componer algunos paisajes con el castillete de las compuertas de la presa que dan lugar a la salida de aguas para el canal de Monegros, al que alimenta el embalse de la Sotonera, desde Tormos en el término municipal de Alcalá de Gurrea. Ensayé tanto el color como el blanco y negro, y usé los filtros de densidad neutra para aumentar los tiempos de exposición. Aunque las aguas estaban demasiado tranquilas para que el efecto fuera muy llamativo. Pero observando bien se ve el remolino que forman las aguas para entrar en las compuertas de salida alrededor del castillete. Cuando llegué, unos pescadores de caña imprudentes estaban pescando allí con una barca. Como les dijo un paisano que pasaba por ahí, si se hubieran caído al agua podrían haber sido succionados y muerto ahogados. Pero oye... que somos españoles y hacemos como nos pasa por allí.

Conforme avanzó el crepúsculo empecé a buscar el cometa C/2020 F3 NEOWISE. Olvidé mis prismáticos. Así que la estrategia de búsqueda fue hace fotos en gran angular con tiempos relativamente prolongados. Aparece antes en las fotos que a la vista. En su máxima luminosidad aparente, el cometa se sitúo en una magnitud 1,8, pero ayer había bajado a 3,3. Cada paso entero de aumento de magnitud es una caída en la luminosidad de 2,5 veces aproximadamente, si no recuerdo mal. Finalmente apareció. Justo encima del castillete de las compuertas, desde mi perspectiva, y debajo de la Osa Mayor. A partir de ahí todo fue hacer pruebas con distintas focales y tiempos de exposición. Lo más difícil, enfocar correctamente. Y jugar con una farola que a ratos se encendía e iluminaba el castillete, que podía estar bien, aunque podía introducir alguna luz frontal en el encuadre... que está mal. Pero a ratos se apagaba. De forma anárquica.

Tras esta actividad, giré la cámara 180 º, le calcé el supergranangular y apunté a la Vía Láctea. Es una zona que no está amenazada por la enorme contaminación lumínica de las ciudades como Zaragoza o Huesca, pero hay muchos puntos de luz diseminados en pequeños pueblos, granjas y otros caseríos. Así que no era una situación ideal, pero hice lo que pude. Con la medianoche, cansado, y sabiendo que hasta la una de la madrugada no estaría en la cama como pronto, entre unas cosas y otras fue la una y media, me volví a casa. Menos mal que llevaba la linterna frontal.

Renovando mi equipo (digital) más portable - Panasonic Lumix GX9

Estoy observando que el tiempo que puedo usar una cámara digital con cierta intensidad, que variará según el tipo de cámara y el uso al que esté destinado, viene a rondar los seis años. Puede haber excepciones por exceso, como la Canon EOS 5D Mark II, pero cierto es que es una cámara que no uso continuamente, que reservo para determinadas ocasiones. Pero en lo que es mi uso habitual, estoy en esos 6 años. Cinco si es un modelo de gama baja con limitaciones en su construcción. Seis años fue lo que aguantó con fiabilidad la Olympus OM-D E-M5 hasta que la cambié por la Panasonic Lumix G9. Todavía funciona... pero con algunos problemas de fiabilidad.

A la cámara principal de uso digital, que uso para viajes y otras circunstancias, suelo asociar otra cámara de tamaño más contenido. Cuando no puedes llevar mucho equipaje, cuando sólo puedes ir con una pequeña bolsa de bandolera, cuando quieres ser discreto,... Hace seis años, opté por la Leica D-Lux (typ 109), clon de la Panasonic Lumix LX100, como cámara secundaria. Y fue un acierto. Unos meses después me regalaron, una Panasonic Lumix GM5, muy compacta, que comparte buena parte de la electrónica con la LX100/D-Lux (typ 109), pero con objetivos intercambiables del sistema micro cuatro tercios. Eran dos soluciones posibles para un mismo uso. Según los casos he usado una u otra. Y no he acabado por preferir la una a la otra. Pero la D-Lux tiene ya seis años. Y la Lumix GM5 tiene un nivel de construcción, en plástico, por debajo del resto de las cámaras de las que hablo, y con cinco años de vida me crea algunos quebraderos de cabeza. Era hora de sustituir a ambas, con algún modelo consistente y competente. Mi mente siempre ha estado centrada en mi buena experiencia con la Panasonic Lumix GF1 de 2009. Algo por el estilo, adaptado a los tiempos, sería lo ideal. Reservando la Lumix G9 para los trabajos más duros, sobre todo en naturaleza o en condiciones climatológicas complejas. Y también para uso con objetivos grandotes.

Pero dado como está el año, con limitaciones para viajar... tampoco me he dado mucho mal. Para qué aperesurarse. Además, hace un año, con una oferta muy buena, decidí probar la opción de la cámara bolsillera, con sensor razonable grandote, pero objetivo de focal fija no intercambiable. La Fujifilm XF10 ha resultado una cámara que da una calidad de imagen buena, que tendría cierto sentido para cierto estilo de fotografía de reportaje, pero que viene penalizada por una ergonomía y una lentitud desastrosas. Me costó muy económica por lo que el roto no es muy grande. Y la seguiré usando en determinadas situaciones. Pero carece de la versatilidad de las anteriores, aunque su amplio sensor APS-C y sus 24 megapíxeles garanticen unas fotos de buen calidad si las circunstancias lo permiten. No es una solución. Puede ser un complemento, pero no una solución. Quizá si fuera un poco más rápida, con una focal de 35-40 mm... pero Fujifilm hace la X100 (V en la actualidad) y no va a competir contra sí misma, cuando esta última la cobra y se la compran a 1400 o 1500 euros.

Cuando compré la Lumix G9... no estaba muy interesado en esa cámara. Estaba esperando la heredera de la Lumix GX8, una cámara de gama alta en construcción y prestaciones dentro de la gama de Panasonic, pero con un tamaño contenido y orientado al reportaje. Pero su sucesora, la GX9 vino con algunos inconvenientes. El primero, que frente a la E-M5 o a la G9, no está protegida contra la lluvia y otras inclemencias de la intemperie. Otro inconveniente es que es realmente recogido, más que la GX8, y no se equilibra bien con objetivos consistentes como el Olympus M.Zuiko Digital 12-40/2,8 Pro. Mis experiencias en viajes con la Lumix G9 muestran que mereció la pena optar por esta cámara aunque fuera mucho más grande y con prestaciones por encima de lo que yo necesitaba. Pero las tormentas intensas en Roma, las lluvias en los Alpes en Chamonix, las montañas de Huangshan, las altas humedades en Hangzhou o en Kansai, o la amenaza constante de los aerosoles de las aguas del mar en las costas de Ise... entre otros, han mostrado que es una buena cámara principal para los viajes. Estando bien equilibrada cuando le pones el 12-40/2,8, el 35-100/2,8, con o sin los filtros del sistema Lee 100. Y puede durar bastante tiempo.

En estas reflexiones estaba cuando me surgió la posibilidad de comprar hace unas semanas una Panasonic Lumix GX9 por un precio... al 60 % de lo que costaba cuando salió nueva y entre 200 y 300 euros de lo que cuesta en estos momentos habitualmente. Acompañada del pequeño G Vario 12-32/3,5-5,6 OIS, del que ya tengo uno, aunque no va muy bien por un golpe. Dado que el ahorro obligado de los tiempos de la Covid-19 mejoró mucho mi capacidad económica... Me la agencié. Ya tengo la sustituta a la D-LUX/GM5, aunque es algo más grande, y desde muchos puntos de vista se compara con mi querida Lumix GF1, pero con adaptaciones a la modernidad que la hacen mucho más interesante. De entrada, tiene un excelente visor electrónico orientable incorporado.

La calidad de la imagen era sabida desde el principio. Sus tripas electrónicas son muy muy muy similares a la Lumix G9. No es tan rápida... pero en lo que se refiere a la calidad de los archivos de imagen, ambas cámaras son probablemente indistinguibles. Lo cual también es una ventaja de cara a ser usadas conjuntamente, aumentando la congruencia del conjunto de fotografías. Muy ligera, discreta y portable con los objetivos de focal fija, va de maravilla con los Summilux 14/1,7 ASPH, G 20/1,7 ASPH u Olympus 45/1,8. El Olympus 12-40/2,8 es usable, pero el peso del objetivo desequilibra un poco su uso. No es agradable. Curiosamente, el G Vario 35-100/2,8 Power OIS II, menos pesado que el zoom de Olympus, sí que resulta razonablemente equilibrado, a pesar de su tamaño. Aunque ya digo, su vocación es la de cámara discreta con una focal fija. Después de haber tenido ocasión de probar ambas, por muy bonita que sea la Fujifilm X100V, con la GX9 obtengo una funcionalidad muy similar por casi un tercio de su precio, teniendo en cuenta que ya tengo los objetivos precisos, y más versatil por su capacidad para cambiarlos. Sin duda.

Después de las primeras pruebas que han ido desde ir tirando con las focales fijas a distintas horas, volver a probar el 12-32/3,5-5,6, que da buenos resultados aunque tengo unas limitaciones algo enojosas como la falta de aro de enfoque, o la de salir a cazar un cometa de madrugada con el 35-100/2,8, me siento ya con la cámara como si llevara conmigo toda la vida. Y eso que todavía no la he terminado de personalizar a mi gusto. A lo largo de esta semana, haré limpieza. Retiraré a los cajones de almacenaje todo lo que queda superado con esta cámara... y empezaré a disfrutarla, esperando que llegue el momento en que podamos viajar a gusto y disfrutarla. Qué excelente cámara ciudadana va a ser. Seguro.