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Adiós parcial a Panasonic y regreso a Olympus - Olympus OM-D E-M5 III

Desde hace cuatro años, mi cámara principal para viajes era la Panasonic Lumix G9. Os la presenté en estas páginas un 22 de marzo de 2018, aunque la llevaba probando desde hacía unos días antes, o sea que en estos momentos sería su cuarto aniversario. Y sinceramente, iba muy muy muy bien. Salvo que era un poquito más grande y pesada de lo deseable en viajes, no le hubiera sabido encontrar ninguna pega más. Hasta los primeros días de mayo del año pasado, cuando la cámara empezó a fallar intermitentemente. Os pongo una foto para que veáis lo que aparecía en mi pantalla. Las fotos que hacía eran así o, simplemente, negras.

La llevé al servicio técnico oficial de Panasonic en Zaragoza, lugar al que me dirigió la página web de la marca en España. Como el fallo era intermitente me dijeron que la llevara con la cámara fallando, para ver lo que pasaba. Así lo hice a finales de junio. Después de regresar de Suiza a finales de julio me la devolvieron reparada,... o eso dijeron. Volvió a fallar cuatro semanas después. Igual. La volvía a llevar. Me la devolvieron, ahora ya asegurada,... o eso dijeron, a principios de octubre. Me la llevé a Andalucía, y la usé sin problemas durante todo un día en Jerez de la Frontera. Al volver a Sevilla, por la noche... volvió a fallar. Entonces hice la foto que os he mostrado antes.

Las últimas fotos aprovechables de la Lumix G9 en Jerez de la Frontera.

Lo haré corto. La llevé por tercera vez al servicio técnico, que no se dedica en exclusiva a los aparatos fotográficos, llevan las reparaciones de electrodomésticos diversos de varias marcas, la tuvieron durante tres meses, y me la devolvieron en febrero. En seguida comprobé algunas cosas que me hicieron desconfiar mucho de la "reparación". Y que indicaban que la cámara fallaría tarde o temprano.

Yo había comentado el tema con un amigo que hice a través de redes sociales en Suiza y este preguntó por allí. Y a su través alguien me hizo una oferta. Querían una cámara como esa, sabían cómo arreglar el problema, y me proponían un trueque. Lo acepté. Ahora soy el poseedor de una Olympus OM-D E-M5 III. Que estrené formalmente hace ocho días en Toledo.

No me extenderé mucho. La cámara tiene unas dimensiones y una apariencia muy similar a la primera declinación de las Olympus OM-D E-M5, que tuve en activo durante seis años, entre la primavera de 2012 y la de 2018. Pero con un sensor más moderno, similar al de la Lumix G9, y con algunos elementos ergonómicos modificados que han permitido que me acostumbre a ella de forma casi instantánea. A la primera E-M5 me costó un poquito acostumbrarme. Pero esta, salvo por las diferencias en tamaño, tiene un volumen apreciablemente más pequeño que la Lumix G9, se maneja de forma muy similar.

En el viaje a Toledo la usé con ópticas de focal fija. Ninguna de ellas de Olympus. Una Venus Laowa 7,5 mm f2, una Panasonic Leica 15 mm f1,7, una Panasonic Lumix 25 mm f1,7 y una Sigma 56 mm f1,4. Todas ellas funcionaron sin ningún problema. El estabilizador de imagen de la cámara, muy competente, me permitió hacer fotos estupendas en interiores a velocidades de obturación muy bajas.

La calidad del sensor es claramente muy superior a mi primera E-M5. Y como mínimo tan bueno como el de la Lumix G9. Esta cámara salió al mercado en 2019. Probablemente, si hubiera estado en el mercado en la primavera de 2018, no hubiera comprado la Lumix G9. Mi ejemplar no es nuevo, pero su obturador llegó ayer a su accionamiento número 1000. Así que como si lo fuera. No tiene doble ranura de tarjeta,... pero tiene un modo de alta resolución que ya he usado para digitalizar algunos negativos de una Kodak Tri-X 400 expuesta en Toledo de los que hablaré más adelante.

Archivos brutos de 80 megapíxeles, unos 70 megapíxeles netos, nítidos y aprovechables, con el macro Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS. Sin problemas.

Si a Toledo, como suelo hacer en entornos urbanos, me llevé focales fijas, que hacen del equipo un conjunto pequeño y muy discreto, ayer sábado me llevé los dos objetivos zoom de primera línea a una excursión de naturaleza; Olympus M.Zuiko 12-40 mm f2,8 y Panasonic Lumix G 35-100 mm f2,8 Power OIS. Fue una excursión con ASAFONA Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza al Geoparque Mundial Unesco Sobrarbe-Pirineos. A primera hora de la mañana en Aínsa, donde no la usé, hice fotos del lugar con la Olympus Trip 35 y película negativa en blanco y negro ISO 400. Pero sí en el resto de la mañana en las margas del Pueyo de Araguás, donde amenazó lluvia hasta que escampó, y después de comer en el barranco de Janovás, en el río Ara. Como al final la lluvia no apareció, no tuve necesidad de comprobar su reputada resistencia a las inclemencias del tiempo. Pero si es como la de sus antecesoras, no estoy nada preocupado por el tema.

Está claro,... mi incomodidad al usar ópticas más grandes con la primera E-M5 se debía más a su ergonomía que a la relación de tamaños entre las ópticas y la cámara. Ningún problema con la E-M5 III, con la que me he encontrado al usar estos dos objetivos; especialmente el 12-40 mm, que es más pesado.

La Lumix G9 está un escalón por encima en gama que la E-M5 III. Y no digamos ya si te interesa el vídeo. En ese caso, es mucho mejor opción. Pero no es mi caso. Y esta cámara está casi nueva. Y la Lumix G9 estaba en buen estado, salvo la avería, que según me informan está resuelta por un técnico suizo que sabe lo que se hace, no como los ineptos de aquí. Pero tenía tres años de rondar por el mundo. Mis expectativas era que durase hasta el 2024 o 2025. Pero con el estado en que me encuentro la E-M5 III, estas expectativas se ha estirado hasta como mínimo 2027. Así que aunque es menos cámara, es más que suficiente para mis necesidades, y como dijo mi amigo suizo, el trueque era un win-win, nadie salía perdiendo. En Semana Santa me iré a Italia con ella. Ya tengo ganas.

Las primeras fotos con el anillo de extensión para la Nikomat FTn fueron en color

En la entrada anterior os contaba la historia de mi nuevo accesorio para la Nikomat FTn, un anillo de extensión PK-3, para montura Nikon F pre AI, que es perfectamente adecuado para convertir el objetivo estándar de la cámara, un Nikkor-S Auto 50/1,4, en un objetivo macro con un factor de ampliación hasta 0,67x. No llega al 1:1, que es lo que los puristas consideran como auténtica macrofotografía, pero le anda cerca.

Pero las primeras fotos que hice con el nuevo accesorio no fueron las fotografías en blanco y negro con película llford FP4 Plus que os presentaba el viernes pasado. Como os contaba ese día, el anillo de extensión llego a mis manos gracias a una afortunada serendipia. Hace unas semanas, un domingo por la mañana en la que aprecié una luz decente para ser principios de verano y horas centrales del día, salí a pasear por el Canal Imperial de Aragón y por los pinares de Venecia en la ciudad de Zaragoza. Y le puse a la Nikomat FTn un rollo de Kodak ProImage 100. No Kodak Portra 400 como os contaba el otro día, recordaba mal, a ver si lo corrijo, sino la más cálida y saturada ProImage 100. Y en ese paseo fue cuando me encontré al amigo Rogelio que me habló de este anillo de extensión, que no le servía para sus cámaras y objetivos Nikon, bastante más modernos. Os pongo algunas fotos de aquel paseo dominical.

Tras hablarlo, Rogelio y yo quedamos el jueves siguiente en el Parque Grande de Zaragoza para probar el funcionamiento del anillo de extensión con mi Nikomat y mi 50 mm pre AI. Aprovechando la agradable luz de la tarde ya avanzada, nos acercamos a la rosaleda del Parque, donde todavía quedaban rosas no marchitas, y aprovechamos para intentar sacar partido, tanto del anillo de extensión, que se ajustaba como un guante al 50 mm y funcionaba como la seda, como a la saturación que proporciona la Kodak ProImage 100.

Como veis en los ejemplos que os pongo en esta entrada, la combinación es bastante conveniente. Los colores y saturación que ofrecen la Kodak ProImage 100, que tiende a favorecer los tonos cálidos, cada vez me gustan más. Bien es cierto que el nivel de grano de la imagen no está a la par de las más modernas películas de sensibilidad media o media-baja. Probablemente una Kodak Portra 400 expuesta a IE 200 ofrecerá un grano menos aparente, según mis experiencias previas. O parecido. Lo que sí os puedo decir es que con las primeras fotos, alguna de las cuales os muestro, olvidé que hay que compensar la exposición al utilizar el anillo de extensión.

La Nikomat usaba pilas de mercurio PX625, de 1,35 V, para alimentar el fotómetro de la cámara que ya no se fabrican por los riesgos ambientales y para la salud de este metal pesado. Las opciones en pilas alcalinas son de 1,5 V, por lo que las mediciones que ofrece el fotómetro no son fiables, y además la curva de descarga de la pila es distinta, y por lo tanto no es fiable. Hay otras opciones para alimentar estas cámaras, pero yo no me complico la vida. Uso un fotómetro de mano, en este caso el Gossen Digisix, y ya está. Pero si estás usando un anillo de extensión de una longitud que es la mitad aproximadamente de la focal del objetivo en milímetros, tienes que ajustar el Digisix a IE 50 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 100, de la película que estaba usando. O abrir un paso el diafragma o doblar el tiempo de exposición. Como se me olvidó, hay algún fotograma subexpuesto. Y aunque la película ha aguantado y las fotografías tienen buen aspecto, eso también incrementa el grano de la fotografía. Dicho lo cual, he quedado muy contento. Terminé las fotos que me quedaban en los días siguientes, caminando por la calle.

Un tubo de aproximación para mi Nikomat

Tengo una Nikomat FTn, que compré por un precio muy económico para la calidad del aparato, con un Nikkor-S Auto 50/1,4 Pre AI, que uso poco. Y no lo uso poco por la cámara, que es una delicia de precisión y suavidad mecánica. Sino porque nunca me he llevado muy bien con el objetivo. No sé explicar muy bien el porqué. Aluno se sorprenderá que diga Nikomat y no Nikkormat, que es como la mayor parte de los aficionadas a la marca Nikon las conocen. Pero es que Nikomat era la denominación para el mercado interior japonés, y es posible que para algún otro país asiático, mientras que Nikkormat era la denominación para el resto del mercado exterior. Así que mi Nikomat FTn fue fabricada para su consumo en el País del Sol Naciente.

Hace unas semanas decidí que había que usarla un poco. No dejar que sus suaves mecanismos se anquilosaran. Y como normalmente he quedado más satisfecho de los resultados con carretes negativos en color que con el blanco y negro con ese objetivo, le puse un rollo de Portra 400, y un domingo de junio, con un luz no muy intensa, salí por la mañana a caminar por el Canal Imperial de Aragón, haciendo alguna foto. Y tuve un feliz encuentro. Feliz porque Rogelio, un compañero de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ, es una persona a la que aprecio mucho y me alegré de verlo y hablar un poco. Y feliz porque Rogelio, al ver la cámara que llevaba, me preguntó si un tubo de extensión que tenía él, un Nikon PK-3, me podría venir bien. Con sus Nikon y sus Nikkor no era compatible. Comprobamos, y efectivamente este tubo de extensión de 27,5 mm de longitud fue diseñado para los objetivos Nikkor pre AI, como el mío.

Unos días más tarde quedamos y me lo pasó. Para siempre. Cesión gratuita a perpetuidad. Ese mismo día lo empecé a probar con el rollo de Portra 400 en la rosaleda del Parque Grande de Zaragoza. Pero todavía no he recibido el revelado. Mientras, el sábado siguiente, le puse a la cámara un rollo de Ilford FP4 Plus y seguí usándolo en lo suyo, la fotografía de aproximación, casi en la macrofotografía. Y así, ya he podido comprobar que funciona perfectamente. Está como nuevo, prácticamente sin usar, y va como la seda en combinación con la Nikomat FTn y el Nikkor-S Auto 50/1,4. Las fotos que os muestro son de ese sábado. También hay algunas realizadas de paisajes generales, sin el tubo de extensión.

Estudiado un poco el catálogo de objetivos de Nikon de 1971, la concepción del tubo está clara. En aquel momento, Nikon tenía en catálogo un Micro-Nikkor-P Auto 55/3,5, que llegaba a un ampliación 1:2. Es decir, en su distancia mínima de enfoque, dos centímetros en la realidad se reproducían como un centímetro sobre la película. Las matemáticas de la macrofotografía, o microfotografía como prefiere Nikon, son más sencillas de lo que parece. Un objetivo de 55 mm como ese Micro-Nikkor con un tubo de extensión de 27,5 mm, es decir, una extensión igual a la mitad de la distancia focal del objetivo, obtiene una ampliación 1:2 cuando el objetivo está ajustado con el enfoque a infinito, y de 1:1 cuando el objetivo está ajustado a su mínima distancia de enfoque.

Son macroobjetivos de concepción antigua, en la que el enfoque se basaban en el desplazamiento en bloque de todo el grupo óptico del objetivo, aumentando la distancia del mismo al plano de la película. Con ello, conservaban su longitud focal. En la actualidad, los macroobjetivos suelen alcanzar su máxima ampliación por mecanismos de enfoque interno, que tiene algunas ventajas, aunque suelen tener la desventaja de que a su distancia mínima de enfoque su longitud focal real ha disminuido.

El Nikkor-S Auto 50/1,4 no es un objetivo corregido para un rendimiento óptimo a distancias próximas. Pero si le pones el PK-3 con sus 27,5 mm de extensión, con el enfoque a infinito ya consigues un ampliación de 0,55x (1:1.8), algo superior al 1:2 (0,5x). A la distancia mínima de enfoque llega a 0,67X (1:1.5), algo mejor, pero no muy superior. No está diseñado como un Micro-Nikkor a priori. En cualquier caso, de repente este 50 mm f/1,4 se convierte en una opción mucho más interesante para salir a pasear, especialmente en la naturaleza. Lo mismo te vale para un retrato, que para un paisaje, que para un toma macro. Hay que considerar que combinando el tubo de extensión con alguna de las lentes de aproximación que tengo, las combinaciones posibles son mucho más variadas, con ampliaciones que van desde el 0,11x nativo del objetivo, a 0,22x con una lente de 2 dioptrías, a 0,93x (casi el 1:1) con el tubo de extensión y una lente de 3,33 dioptrías que tengo. Para una mejor calidad y para asegurar la zona de enfoque que es muy extrecha, mejor con aperturas de f/8 y f/11, aunque para eso hace falta... luz. Pero eso es otra historia y será contada, o no, en otra ocasión.

La rosaleda del Parque Grande - Hasselblad 500CM y Lomography Color Negative 800

Esta semana he recibido los negativos escaneados de las películas negativas en color que utilicé durante el mes de mayo. Bien, en general. Son cuatro rollos diversos, que ya os iré mostrando. Y empiezo por unos... sobre los que tenía mucho miedo. Estas fotos las hice el día anterior a las que hice en el Museo Pablo Gargallo para celebrar el Día Internacional de los Museos. Y básicamente, salvo el material sensible, utilicé el mismo equipo. Y en las del Pablo Gargallo hubo bastantes errores de enfoque... así que las que muestro hoy, que todavía fueron hechas con más exigencia, corría el riesgo de que el desastre fuera absoluto. No ha sido así, ni mucho menos.

De hecho, estoy bastante satisfecho. Me explicaré. Aquel sábado salió nublado. Bastante nublado. Antes de hacer las compras que suelo hacer los sábados, me apetecía caminar un rato y buscar oportunidades para fotografiar flora en las orillas del Canal Imperial de Aragón y en las rosaledas del Parque Grande de Zaragoza. Al fin y al cabo, mayo, mes de las flores, era el momento adecuado para ello. Pero eso sí, había decidido usar la Hasselblad 500CM, probablemente con el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF T* para ello. Como hice al día siguiente en el museo con el rollo de Bergger Pancro 400 expuesto a IE 1600.

Como iba a fotografiar flores, necesitaba acercarme a ellas. La distancia mínima de enfoque del Planar 80 mm no es muy adecuada para este fin. Por lo tanto, me llevé un tubo de extensión de 10 mm, que me permitió acercarme más al sujeto. Pero si sumamos la ampliación del sujeto, el nublado que reinaba en Zaragoza ese día, y que como tenía que hacer luego la compra, no me apetecía cargar con un trípode, opté por usar un rollo de película Lomography Negative Color 800 que tenía por casa. He de decir que, de las películas que comercializar Lomography, es la que más me convence y me gusta. No sé quién se la fabrica. En The Big Film Database se especula con que es una película de Kodak de la serie VR, tal vez fabricada en China. Pero no están seguros.

Así que con ISO 800, aunque estuviese nublado, con una velocidad de obturación siempre de 1/125 segundo o superior, pude moverme con aperturas entre f/5,6 y f/11, que algo de profundidad de campo se gana con respecto al f/2,8. Aunque sea a costa de que se vean los pentagonitos en los puntos luminosos desenfocados, derivados de las cinco palas del diafragma del Planar. Y las fotos han quedado nítidas. Y los colores bastante razonables. Quizá faltase un poco de contraste en la luz en general, pero se compensa con el colorido de las flores. La Lomography Negative Color 800 es una película que me sigue gustando. Y aunque no es barata, con más de ocho euros por carrete, su única alternativa, la Kodak Portra 800 todavía es peor. Y la Kodak Portra 400 con un revelado forzado tampoco está especialmente barata. El problema que tiene la Lomography 800 es que no siempre se encuentra con facilidad; su disponibilidad parece un poco azarosa. Pero está bien.

Orquídeas y araña - Macrofotografía en los pinares de Venecia

las fotos de la entrada de hoy son de un rinconcito de los pinares de Venecia de Zaragoza en el que crecen unas varas de una orquídea de larga lengua, Himantoglossum hircinum u orquídea lagarto, que tiene florecen en largas espigas que constituyen un conjunto estéticamente atractivo, pero no tan fácil de fotografiar como podría parece, porque el conjunto queda relativamente abigarrado. 

Me chivó el lugar una compañera de trabajo, el viernes fui a explorar, el lugar está a unos 30 minutos caminando desde mi casa, e hice algunas fotos a mano alzada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS.

Ayer sábado fui con un equipo más completo, ya que me fui con la Lumix G9, algún objetivo añadido, el trípode, algún filtro y lente de aproximación, etcétera. Lo malo es que se levantó una tormenta, con pocas consecuencias en términos de agua caída, pero que me robó luz y tiempo, y me añadió algunas ráfagas ligeras de viento, suficientes como para que tuviera que subir el ISO de la cámara para compensar con un aumento de la velocidad de obturación el movimiento del sujeto.

El resultado..., unas fotos no tan nítidas como me hubiera gustado. Ambos días pude encontrar en una de las varas de orquídeas una arañita, Synema globosum o araña Napoleón, tímida, pero no huidiza. Y con un abdomen de un vistoso color rojo