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Sumando accesorios al adaptador Fringer EF-GFX - Fujifilm GFX 50R

Hace unos días os presentaba los primeros resultados obtenidos con objetivos con montura compatible con Canon EF para formato de sensor de 24 x 36 adaptados con el adaptador Fringer EF-GFX sobre la Fujifilm GFX 50R. No hubo un veredicto general. Depende del objetivo que usemos, los resultados finales serán más o menos apetecibles. Algunos objetivos son perfectamente usables en cualquier modo de la GFX 50R, otros necesitan algún recorte en las esquinas por el viñeteo, y también los hay que sólo son utilizables en el modo recortado en el que sólo se aprovechan los 30,5 megapíxeles centrales sobre una superficie de 24 x 36 mm en lugar de los 33 x 44 mm totales del sensor. Y luego, la imagen en las esquinas puede ser buena/aceptable o regular/mala según los casos. Estas experiencias me sirvieron para decidir qué usar y qué no usar. Ahora vamos con una prueba similar, pero añadiendo accesorios entre el objetivo y la cámara con el adaptador Fringer; otros adaptadores, tubos de extensión, duplicadores de focal.

Durante dos o tres caminatas en fin de semana fui probando distintas combinaciones. Las fotografías anteriores están hechas con el Canon EF 50 mm f1,4 USM, sin más accesorios. Resultados correctos, para un objetivo correcto, pero que a estas alturas no despierta entusiasmos a nadie. Sólo interesante si realmente necesitas esa apertura f1,4. Porque por lo demás, el GF 50 mm f3,5 que me venía con la Fuijfilm le da varias vueltas en calidad.

Pero le puse también uno de los tubos o aros de extensión Kenko para fotografía macro o de aproximación con objetivos de montura Canon EF. Tengo un juego de tres tubos, de 12 mm, 20 mm y 36 mm. No recuerdo cual utilicé, probablemente el de 20 mm. También con el multiplicador de focal 2x de Canon, de primera generación. Este multiplicador de focal no se puede montar directamente sobre el 50 mm. Es mecánicamente imposible por colisionar la lente posterior del objetivo con la frontal del multiplicador de focal. Pero si intercalas un tubo de extensión, desaparece el problema. No se puede enfocar a infinito, pero se puede hacer fotografía de aproximación.

Consideremos que con un tubo de extensión de 20 mm y este objetivo se alcanza una escala de reproducción 1:2. Y con el multiplicador de focal estamos por lo tanto en 1:1. Territorio macrofotográfico, sin duda. Otra cuestión es la calidad de imagen. Cuidado con los fondos abigarrados, que es una combinación que no produce el desenfoque más agradable, necesariamente.

Y decidí ponerme más aventurero. Así que tire de un Olympus G.Zuiko 21 mm f3,5 con un doble adaptador. El adaptador OM-EF, para poder montarlo sobre una Canon EOS, más el Fringer EF-GFX para poder montarlos sobre la GFX 50R. Fuertes viñeteos, y calidad de imagen en las esquinas muy discutible. Pero quien sabe... Y con el recorte a 30,5 megapíxeles, me hace un papel parecido que sobre una Canon EOS o una Canon RF con adaptador EF-RF.

Al día siguiente... volvía a salir con una serie de ópticas diversas. Por el mero placer de la comparación divertida, no porque vaya a usarlo, hice alguna foto con un 50 mm f3,5 distinto del GF 50 mm que venía con la GFX 50R. Veamos...

El pequeñito es el soviético Industar 50-2 50 mm f3.5 con montura de rosca M42 y adaptador M42-EF. Es minúsculo comparado con el GF 50 mm. Y ambos tienen la misma luminosidad máxima. Obviamente, su calidad óptica no es comparable. Y ni siquiera me atreví a apuntar con el Industar a contraluz. Aunque he de decir que tampoco se produjo ninguna catástrofe especial en las imágenes obtenidas. Y el objetivo cubre el formato de la GFX 50R salvo un cierto viñeteo óptico en las esquinas. Lo habitual, vamos, con cualquier otro objetivo EF que haya probado.

Decidí darle una oportunidad a un viejo zoom Canon EF 70-210 mm f3,5-4,5 USM. Un objetivo con prestaciones aceptables a partir de f5,6, buenas a partir de f8, aunque con un contraste menor de lo que se lleva hoy en día. Aunque se puede ajustar en el software de procesado.

Las dos fotografías anteriores son un ejemplo de resultados decentes con esta óptica. Y una aplicación de un teleobjetivo de focal variable como este es la de componer grandes fotografías a partir de un mosaico o "panorama" de varias de ellas. A continuación vemos cómo quedó una fotografía de campo amplio a partir de seis fotografías cuadradas, para evitar el viñeteo de las esquinas, con una focal de 116 mm según los datos Exif del archivo. La foto no es gran cosa como motivo fotográfico, pero en la calidad técnica intrínseca de la imagen hay poco que objetar. Si alguna zona se ve poco nítida es por la limitada profundidad de campo del conjunto.

Hasta aquí bien. Pero vamos a empezar a poner en apuros al sistema. Y para ello vamos a poner uno de los tubos o aros de extensión Kenko para fotografía macro o de aproximación con objetivos de montura Canon EF. Tengo un juego de tres tubos, de 12 mm, 20 mm y 36 mm. No recuerdo cual utilicé, probablemente el de 20 mm. No lo apunté. Tratándose de un teleobjetivo, tal vez el de 36 mm, por el menor efecto de los tubos de extensión con los teleobjetivos. El principal problema con esta combinación es que se pierde alguna de la información que deberían transmitir los contactos eléctricos. No registra bien los datos Exif. El funcionamiento del enfoque automático es indiferente, porque en este tipo de fotografía el enfoque es manual acercándose o alejándose del sujeto. Y ya que estamos,... ¿por qué no poner también entre el tubo de extensión y el adaptador el multiplicador de focal 2x de primera generación de Canon? Veamos dos fotos, la primera sin el multiplicador, la segunda con él.

Hay un viñeteo pronunciado en las esquinas, pero la proporción de imagen utilizable es grande. Como digo, adiós a buena parte de los datos Exif. Y sin trípode, y sin estabilizadores de imagen ni en la óptica ni el cuerpo, con estas ampliaciones,... es complicado. La escala de reproducción conseguida es de 1:3 con el tubo de 36 mm, y de 1:1,4 con el tubo de 36 mm y el duplicador. No está nada mal. No tenía pensado usar habitualmente este objetivo con esta cámara... pero no lo desdeño, siempre y cuando evitemos las máximas aperturas.

Vamos con un objetivo que sí que me gustaría usar con la GFX 50R. Me refiero al Canon EF 200/2,8L USM II, uno de los mejores objetivos que tengo para montura Canon EF. Primero, un par de fotografías sin más complemento que el adaptador Fringer, necesario para poder usarlo. Sin problemas. Perfectamente usable.

A continuación, le puse el multiplicador de focal 2x de Canon para su montura EF. Es el modelo de la primera generación, que compré de segunda mano por una cuarta parte del precio de uno de los modelos más modernos. Y a priori mejores ópticamente. Pero era el que existía cuando salió al mercado el EF 200/2,8L USM de segunda generación... y en aquel momento se consideraba un duplicador excelente.

He de decir que inicialmente me llevé una triste sorpresa. Ninguna transmisión de datos Exif, no funcionaba el enfoque automático, no funcionaba la selección de apertura y había un fuerte viñeteo mecánico, que me obligaba a usarlo en modo recortado, sobre los 30,5 megapíxeles centrales. Y resultando una focal 400 mm f5,6, difícil de encuadrar y enfocar sin trípode ni estabilizador de imagen. Hice algunas fotos...

... hasta que comprobé que las cosas empezaban a funcionar correctamente. No había hecho correctamente los contactos al montarlo sobre el adaptador. En un segundo intento, sin forzar nada, todo empezó a ir mucho mejor. El enfoque automático funcionó, bastante más lento que en un sistema dedicado, pero correcto. La selección de apertura funcionó, por lo que el viñeteo, al cerrar uno o dos pasos el diafragma, desaparecía en gran medida, pudiendo usar el sensor completo, aunque en relaciones de aspecto de 7:6 o 16:9 para evitar el viñeteo residual en las esquinas. Y con una calidad de imagen más que razonable. El encuadre y el enfoque a mano alzada siguieron siendo complicados, pero no imposibles.

Por lo tanto, podemos afirmar que, afortunadamente, este estupendo 200 mm de Canon es una opción perfectamente razonable para la Fujifilm GFX 50R mientras no tenga objetivos dedicados. Incluso puedo decir que mis prioridades de adquisición de estos nuevos objetivos dedicados futuros serán distintos, al tener de momento bien cubierto el teleobjetivo medio. Con los tubos de extensión y el multiplicador de focal, puedo hacer fotografía de aproximación con escalas de reproducción también en el ámbito del 1:3 sin multiplicador, y 1:1,5 con multiplicador, siempre con el tubo de extensión de 36 mm. O 1:4 y 1:2 respectivamente con el tubo de 20 mm, y no mucho menores con el tubo de 12 mm.

Fotografía de aproximación al soviético modo - Industar 50-2 con lente de aproximación

Dentro de mi ciclo de fotografía con equipos del antiguo bloque soviético durante la guerra fría, provocado por la #CrappyCommieCameraParty inducida por @ShittyChallenge en Twitter, decidí dar una oportunidad a la fotografía de aproximación. Llamarle macrofotografía, como podremos comprobar, me parece excesivo; así que nos quedaremos con ese término, fotografía de aproximación, realizada en la rosaleda del Parque Grande de Zaragoza, en las últimas oportunidades que quedaban este verano antes de que las flores de la rosaleda y otros parterres queden agostadas por el calor.

Como vemos en la fotografía anterior, la óptica usada para realizar las tomas fue un Industar-50-2, objetivo de fabricación soviética, para las réflex Zenit, con montura de rosca M42. Aunque existen versiones para réflex Zenit con montura de rosca M39, y también para la montura de rosca L39. Estas dos últimas son iguales, pero la distancia de brida de ambos sistemas es distintas, por lo que el enfoque correcto a infinito no es posible al intercambiar objetivos y cuerpos de cámara. Como la montura de rosca M42 fue utilizada por numerosas marcas hasta la progresiva implantación de las monturas de bayoneta, es compatible con todas ellas y, mediante adaptadores, con otras monturas. Yo lo compré tirado de precio con una Zenit E que no funciona, y lo puedo usar con la Praktica MTL5, aunque es más probable que vaya unida mediante un adaptador a un cuerpo Canon EOS. También tengo adaptadores para Pentax K y micro cuatro tercios.

El objetivo es un 50 mm f/3,5 con una fórmula copiada de los Tessar que se fabricaban en Alemania antes de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, su rendimiento no tiene ningún misterio. Si está correctamente fabricado, es un objetivo nítido en el centro, con una mejoría general en todo el campo cuando se diafragma a f/8. El principal problema es que los revestimientos de sus cuatro lentes en tres grupos no son muy buenos, y eventualmente sufre de pérdidas de contraste o artefactos luminosos cuando se usa a contraluz o con la presencia de fuentes de luz potentes en el encuadre. Su apertura es muy modesta. Los objetivos de tipo Tessar no suelen ser más luminosos de f/2,8. Es minúsculo. Y tiene una rosca para filtros de sólo 35,5 mm. El anillo de diafragmas es impreciso y el tope del mismo no coincide con la marca del 3,5.

Hablando de filtros, al poco de caer en mi poder tuve la oportunidad de comprar un juego de filtros de 35,5 mm diseñados específicamente para este objetivo. Seis filtros de los que dos son lentes de aproximación, que son las que nos interesan hoy, dos son filtros amarillos de distinta densidad (1 y 2 diafragmas de pérdida de luz respectivamente), un filtro naranja, que no tengo claro si es para control de contraste o para "calentar" una luz dominante fría, y un filtro gris neutro con un factor de 2 diafragmas de pérdida de luz. La potencia de las lentes de aproximación viene expresada en forma de longitud focal, siendo respectivamente de 720 mm y 240 mm. Como las dioptrías, que es la forma habitual de expresar la potencia de una lente de aproximación, son la inversa de la longitud focal, la de 720 mm tendría una potencia de solo 1,4 dioptrías, mientras que la de 240 mm tendría una mayor potencia de 4,2 dioptrías (aproximadamente todo, redondeando al primer decimal).

Con una distancia mínima de enfoque de sólo 60-65 cm, el Industar-50-2 tiene una magnificación nativa de aproximadamente 0,1x. Muy modesta. La lente de 720 mm, 1,4 dioptrías, nos permitiría llegar a 0,18x, es decir, nos quedamos en lo que es habitual en otros objetivos de 50 mm sin ningún accesorio añadido. Como mucho nos serviría para hacer retratos en primer plano más próximo. Pero la lente de 240 mm, 4,2 dioptrías, nos permitiría llegar al 1:3 de magnificación, por lo que ya podemos hacer algo razonablemente parecido a una fotografía de aproximación. Ambas lentes se puede sumar, 5,6 dioptrías en total, para una magnificación de 0,4x aproximadamente. Con estos datos, me limité a usar la lente de 240 mm, ya que la otra aporta poco, y apilarlas sólo serviría para empeorar la calidad de la imagen.

Como la mayor parte de las fotos las hice en las horas centrales del día, me llevé una sombrilla blanca translúcida con el fin de dotar a las flores de una iluminación suave y uniforme. La película que usé fue un rollo de Kodak Portra 400, que ajuste a un índice de exposición de 200, con el fin de obtener unos colores más sutiles por la sobrexposición. Los laboratorios tienden a subir en exceso la saturación de los escáneres cuando ven flores. En general, estoy contento con el resultado. A pesar de la sombrilla, la cantidad de luz era adecuada para hacer las fotos a f/5,6 o f/8 y tener una velocidad de obturación cómoda para fotografiar a mano alzada, al mismo tiempo que la profundidad de campo mejoraba un poco localmente, aunque el desenfoque de fondos todavía era notable dada la magnificación empleada de 0,33x.

Con todos estos condicionante... he de decir que las fotografías salieron mejor de lo que yo pensaba. La nitidez en el centro del campo y en el motivo principal suele ser suficiente a los diafragmas utilizados, que por la imprecisión del aro de diafragmas probablemente sean más cerrados de lo que indicaba el valor ajustado. Y en las esquinas, como solían estar fuertemente desenfocadas, da igual que no estén nítidas. Una demostración más de que un Tessar, incluso fabricado en Leningrado, es un objetivo que puede dar resultados agradable y muy presentable.

Las primeras fotos con el anillo de extensión para la Nikomat FTn fueron en color

En la entrada anterior os contaba la historia de mi nuevo accesorio para la Nikomat FTn, un anillo de extensión PK-3, para montura Nikon F pre AI, que es perfectamente adecuado para convertir el objetivo estándar de la cámara, un Nikkor-S Auto 50/1,4, en un objetivo macro con un factor de ampliación hasta 0,67x. No llega al 1:1, que es lo que los puristas consideran como auténtica macrofotografía, pero le anda cerca.

Pero las primeras fotos que hice con el nuevo accesorio no fueron las fotografías en blanco y negro con película llford FP4 Plus que os presentaba el viernes pasado. Como os contaba ese día, el anillo de extensión llego a mis manos gracias a una afortunada serendipia. Hace unas semanas, un domingo por la mañana en la que aprecié una luz decente para ser principios de verano y horas centrales del día, salí a pasear por el Canal Imperial de Aragón y por los pinares de Venecia en la ciudad de Zaragoza. Y le puse a la Nikomat FTn un rollo de Kodak ProImage 100. No Kodak Portra 400 como os contaba el otro día, recordaba mal, a ver si lo corrijo, sino la más cálida y saturada ProImage 100. Y en ese paseo fue cuando me encontré al amigo Rogelio que me habló de este anillo de extensión, que no le servía para sus cámaras y objetivos Nikon, bastante más modernos. Os pongo algunas fotos de aquel paseo dominical.

Tras hablarlo, Rogelio y yo quedamos el jueves siguiente en el Parque Grande de Zaragoza para probar el funcionamiento del anillo de extensión con mi Nikomat y mi 50 mm pre AI. Aprovechando la agradable luz de la tarde ya avanzada, nos acercamos a la rosaleda del Parque, donde todavía quedaban rosas no marchitas, y aprovechamos para intentar sacar partido, tanto del anillo de extensión, que se ajustaba como un guante al 50 mm y funcionaba como la seda, como a la saturación que proporciona la Kodak ProImage 100.

Como veis en los ejemplos que os pongo en esta entrada, la combinación es bastante conveniente. Los colores y saturación que ofrecen la Kodak ProImage 100, que tiende a favorecer los tonos cálidos, cada vez me gustan más. Bien es cierto que el nivel de grano de la imagen no está a la par de las más modernas películas de sensibilidad media o media-baja. Probablemente una Kodak Portra 400 expuesta a IE 200 ofrecerá un grano menos aparente, según mis experiencias previas. O parecido. Lo que sí os puedo decir es que con las primeras fotos, alguna de las cuales os muestro, olvidé que hay que compensar la exposición al utilizar el anillo de extensión.

La Nikomat usaba pilas de mercurio PX625, de 1,35 V, para alimentar el fotómetro de la cámara que ya no se fabrican por los riesgos ambientales y para la salud de este metal pesado. Las opciones en pilas alcalinas son de 1,5 V, por lo que las mediciones que ofrece el fotómetro no son fiables, y además la curva de descarga de la pila es distinta, y por lo tanto no es fiable. Hay otras opciones para alimentar estas cámaras, pero yo no me complico la vida. Uso un fotómetro de mano, en este caso el Gossen Digisix, y ya está. Pero si estás usando un anillo de extensión de una longitud que es la mitad aproximadamente de la focal del objetivo en milímetros, tienes que ajustar el Digisix a IE 50 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 100, de la película que estaba usando. O abrir un paso el diafragma o doblar el tiempo de exposición. Como se me olvidó, hay algún fotograma subexpuesto. Y aunque la película ha aguantado y las fotografías tienen buen aspecto, eso también incrementa el grano de la fotografía. Dicho lo cual, he quedado muy contento. Terminé las fotos que me quedaban en los días siguientes, caminando por la calle.

Orquídeas y araña - Macrofotografía en los pinares de Venecia

las fotos de la entrada de hoy son de un rinconcito de los pinares de Venecia de Zaragoza en el que crecen unas varas de una orquídea de larga lengua, Himantoglossum hircinum u orquídea lagarto, que tiene florecen en largas espigas que constituyen un conjunto estéticamente atractivo, pero no tan fácil de fotografiar como podría parece, porque el conjunto queda relativamente abigarrado. 

Me chivó el lugar una compañera de trabajo, el viernes fui a explorar, el lugar está a unos 30 minutos caminando desde mi casa, e hice algunas fotos a mano alzada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS.

Ayer sábado fui con un equipo más completo, ya que me fui con la Lumix G9, algún objetivo añadido, el trípode, algún filtro y lente de aproximación, etcétera. Lo malo es que se levantó una tormenta, con pocas consecuencias en términos de agua caída, pero que me robó luz y tiempo, y me añadió algunas ráfagas ligeras de viento, suficientes como para que tuviera que subir el ISO de la cámara para compensar con un aumento de la velocidad de obturación el movimiento del sujeto.

El resultado..., unas fotos no tan nítidas como me hubiera gustado. Ambos días pude encontrar en una de las varas de orquídeas una arañita, Synema globosum o araña Napoleón, tímida, pero no huidiza. Y con un abdomen de un vistoso color rojo

La flor del azafrán, segundo año - macro con equipo micro cuatro tercios

El año pasado por estas fechas hacía un resumen de la jornada de práctica fotográfica en Monreal del Campo con motivo de la recogida de la flor del azafrán. En aquel momento, opté por usar mi modesta pero eficaz cámara digital Pentax K-S1 y el veterano Pentax SMC-A 100/4 Macro, con buenos resultados. Este objetivo ofrece una reproducción máxima a escala 1:2, que llega a 1:1 con la ayuda de una lente de aproximación de 10/3 dioptrías.

Como la experiencia fue muy buena, este año hemos vuelto a repetir. Incluso en más número. Nuestra expedición constó de 10 personas, muy motivadas a hacer fotos y a pasarlo bien. Yo hice algunos cambios en el equipo y en el planteamiento de la jornada fotográfica. Me llevé la Olympus OM-D E-M5 con el Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH como equipo principal para macrofotografía. Y la veterana Pentax MX, para película tradicional de 35 mm con doble perforación, con el SMC-M 50/1,7 para reportaje, y el SMC-A 100/4 Macro por si me apetecía probar el macro con soporte fotoquímico. No dispongo todavía de los carretes revelados expuestos con esta última. Así que aquí os traigo los resultados obtenidos con el macro digital.

El año pasado la máxima escala de reproducción que pude conseguir era 1:1, como ya he dicho. Puesto que el Macro-Elmarit de forma nativa llega a esta escala de reproducción, al añadir la lente de aproximación mencionada es posible llegar a una escala de reproducción 1,33:1, superior como vemos. Si además tenemos en cuenta que el formato hace que haya un recorte sobre APS-C de la cámara Pentax, en los 16 megapíxeles de la Olympus todavía encontramos un mayor nivel de detalle sobre los objetos fotografiados, aunque la imagen sean de menor tamaño. La Pentax tiene 20 megapíxeles, pero si recortásemos para tener un encuadre equivalente, perderíamos bastante información.

Además, la pantalla de la Olympus es orientable, lo cual supone una ventaja sobre la fija de la Pentax. De hecho, con esta última, el encuadre lo realicé fundamentalmente por el visor réflex. Sin embargo, con la pantalla de la Olympus tiene suficiente calidad como para permitirme enfocar con precisión, como se puede comprobar en las imágenes. Hice muchos menos disparos que el año pasado para un número de imágenes técnicamente aceptables similar.

Pero toda balanza tiene dos platos; en este caso, el de las ventajas y el de los inconvenientes. Entre los inconvenientes, el principal es que el enfoque manual del Macro-Elmarit, o cuando en enfoque automático corregimos el enfoque manualmente, no es mediante un accionamiento mecánico con topes en la distancia mínima de enfoque o en la máxima. El aro de enfoque sirve para accionar el motor de enfoque y no tiene fin. Con lo que es difícil saber cuándo has llegado a los extremos al enfocar manualmente. En macrofotografía, no me gusta confiar en el enfoque automático. Así que enfoco manualmente la escala de reproducción que prefiero, y luego ajusto el enfoque con pequeños movimientos del equipo hacia adelante o hacia atrás. No he utilizado trípode. Las flores del azafrán nacen a ras de suelo, así que la posición al fotografiar es cuerpo a tierra, dando estabilidad a la cámara con el cuerpo y los dos codos, que hacen de trípode. Los resultados son buenos, especialmente con los sistemas de estabilización de imagen de ambas cámaras, aunque el de 5 ejes de la Olympus es superior. Y se nota. Con un 45 mm que es equivalente a un 90 mm en formato completo, con escalas de reproducción de 1:1 o 1,33:1 he conseguido fotos nítidas disparando a 1/25 segundo. Con el 100 mm de la Pentax esto no es posible. De todas formas, especialmente cuando empezamos a fotografiar con las primeras luces del día, hubo que subir en algún momento la sensibilidad hasta ISO 1600, por lo que ha habido que esmerarse en el procesado, reduciendo el ruido pero sin afectar a los detalles finos.

El problema que ha aparecido con el equipo de este año procede de la utilización de la pantalla posterior como elemento para encuadrar y enfocar. En principio, el enfoque no ha sido problema. Especialmente porque el color rojo intenso de los estigmas del pistilo de la flor hacen fácil su visión en la pantalla y conseguir la nitidez necesaria, incluso sin aumentar en la pantalla la imagen. Pero puede haber detalles interesantes en el cuadro que no se ven. Yo tengo ya un cierto grado de presbicia por lo que pierdo detalles en la visión cercana. Por ejemplo, en la mayor parte de las fotografías no era consciente de las microgotas que cubrían los elementos de la flor. Era consciente de que había algunas gotas de rocío, pero no tenía claro que prácticamente todas las imágenes iban a estar cubiertas por estas gotas. El año pasado no estaban, a pesar de que había llovido por la noche.

Me he sentido especialmente frustrado con la siguiente imagen que presento, en la que había un pequeño insecto, de unos pocos milímetros, en el extremo de los estigmas, que hubiera querido sacar nítido... si lo hubiera visto. No lo vi. Ha sido un hallazgo al revisar las fotografías. Lo que aparece nítido es uno de los estigmas, el que elegí en la pantalla, pero la profundidad de campo con estas escalas de reproducción no es lo suficiente amplia como para incluir al insecto. Una pena.

Cada uno de los equipos utilizados, el año pasado o este, tiene sus ventajas y sus incovenientes. Creo que en la evaluación de los mismos hay un factor importante que ya he mencionado. El número de fotografías técnicamente aceptables es mayor con la cámara Olympus y el Macro-Elmarit que con la Pentax. Otra cosa es la calidad estética, que ahí entran otros factores.

Ahora queda recibir los carretes de Kodak Portra 400 que usé con la Pentax MX. Así que habrá una segunda parte de esta crónica sobre nuestra jornada en Monreal del campo. De momento me despido con una imagen más de las bonitas rosas del azafrán, así como de mi ejemplar de estampa con los pigmentos de la flor que realicé en el taller que se organizó con posterioridad, de lo que os hablaré más ampliamente en su momento.