La fotografía como afición y otras artes visuales

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Una “medio formato” de Canon para la colección - Presentando la Canon Demi EE17

En primer lugar, una aclaración. No es lo mismo el “formato medio” (“medium format”, en inglés) que el “medio formato” (“half format”, en inglés).

Las cámaras de “formato medio” se encuentran por el tamaño de sus fotogramas entre el formato tradicional, menor, de 24 x 36 mm para película perforada de 35 mm, y el gran formato, mayor, que empieza a partir de los negativos de 4 x 5 pulgadas (aproximadamente 10 x 12,5 cm). Un ejemplo de ellas es la Fuji GS645S Professional que os presentaba hace unas semanas.

Las cámaras de “medio formato” toman su nombre de que, utilizando película perforada de 35 mm, su tamaño es la mitad que el habitual, es decir, 24 x 18 mm. Se asemeja al tamaño que originalmente tenían los fotogramas de cine sobre este tipo de película. La relación entre sus lados es de 4:3 (1,33:1) en lugar de 3:2 (1,5:1), que es la propia del formato habitual para cámaras de película perforada de 35 mm.

He añadido a mi colección de cámaras clásicas o simplemente antiguas una de “medio formato”, la Canon Demi EE17, que hoy os presento. Podéis encontrar sus características completas en la ficha de la cámara en el Canon Camera Museum (en inglés).

Es una cámara de 1966, y tiene un bonito diseño con esquinas suaves y redondeadas, que la hacen agradable al tacto y fácil de coger. Está en muy buen estado. Obsérvese que como consecuencia de haber dividido por dos el fotograma tradicional para película de 35 mm, el visor es vertical. Por lo tanto invita a realizar fotografías con esta composición.
No he encontrado la fórmula óptica del objetivo, aunque sé que tiene 6 lentes en 4 grupos. Así que muy probablemente sea un doble gauss tradicional (enlace en inglés), propio de los objetivos de focal estándar. La focal de 30 mm es exactamente igual a la longitud de la diagonal del fotograma. Por lo tanto, es equivalente a un 43 mm en formato tradicional. Y obsérvese que, a pesar de lo compacto que es, su diafragma abre nada más y nada menos que a f/1,7.
La cámara se puede utilizar en manual, seleccionando la combinación adecuada de velocidad de obturación y diafragma. Pero con la pila puesta, tiene una posición “AUTO” en el aro de selección de diafragma que le permite funcionar con exposición automática con prioridad a la velocidad de obturación. Este modo de exposición automático es típico de Canon, mientras que otras cámaras preferían la prioridad a la abertura del diafragma. El círculo que vemos sobre el objetivo y a la izquierda del visor es el fotómetro.
El enfoque es manual por estimación de la distancia. El mando del enfoque es agradable y muy progresivo. A través del visor hay tres pictogramas (una cabeza, un grupo de personas y unas montañas) que actúan como ayuda a la estimación de la velocidad de enfoque. Pero son de utilidad fundamentalmente con diafragmas medios o cerrados. Con el diafragma abierto, es mejor usar la escala de distancias. Obsérvese que tiene un compensador de exposición con dos posiciones (x2 y x4) para evitar la subexposición, y para compensar el efecto de los filtros.
No he tenido habilidad con el objetivo macro para fotografiar el contenido del visor. Aunque he obtenido una curiosa imagen de mi Leica IIIf. Pero consta de un marco de encuadre, con una marca de corrección del paralaje para distancias cortas, los pictogramas de ayuda al enfoque que he indicado antes, y una escala de diafragmas. Cuando estamos en modo “AUTO” nos indica el diafragma seleccionado por la cámara. En manual, nos recomienda el diafragma a utilizar.
La cámara es muy manejable, aunque no muy compacta. Aquí la vemos junto a mi Leica M2 con el Carl Zeiss Planar 50/2 ZM T*.Son de una altura similar, de una profundidad también similar, y donde se diferencian en es la anchura, ya que la Leica tiene que albergar el espacio para un fotograma el doble de grande. Donde hay mucha diferencia es en el tamaño del objetivo. Ambos tienen una fórmula similar. Y el de la Canon es incluso medio paso más luminoso. Sin embargo su tamaño es mucho más compacto.
Aunque no he tenido tiempo a escanear nada, sí que he revelado ya el carrete de prueba que he tirado hoy, a pesar del día de perros por la lluvia y el frío que hace. Cuando sacas la película del tambor para poner a secar, te quedas alucinado con la cantidad de fotogramas. 72 en lugar de los 36 de siempre. Eso sí, más pequeñitos. Motivo por el que he usado Ilford Delta de 100 ISO. Para evitar tener mucho grano luego al ampliar. Pero bueno, la cámara parece que mide bien la luz. Por lo menos los negativos tienen buen aspecto general. Cuando haya fotografías para ver, las podréis ver por aquí.

Un objetivo de 1958 en un cámara digital de 2013 - Canon S 50/1,8 II en Leica M-E

Una de las ventajas de cámaras tan conservadoras en su diseño como las telemétricas de Leica es que son capaces de utilizar objetivos fabricados desde los años 30 hasta la fecha. Y han sido tantas veces copiadas o imitadas, que son diversas las marcas y las calidades de los mismos.

Desde hace años tengo un objetivo Canon S 50/1,8, en su segunda versión, que calculo fue fabricado en 1958, para montura de rosca compatible con las Leicas de este tipo. Pero con el adaptador correspondiente se puede utilizar sin problemas con las Leicas de la serie M con montura de bayoneta. Está totalmente acoplado al funcionamiento del telémetro, por lo que el enfoque de la fotografía está totalmente garantizado. El pero está en qué sentido tiene poner un objetivo de “segunda fila” en su época en una cámara del precio y las exigencias de la Leica M-E. Pues la respuesta básica es porque se puede y puede ser divertido.

Y además pasa una cosa. Este objetivo de “segunda fila” tiene un comportamiento más que honorable. Seguro que a plena apertura no tiene el rendimiento de un objetivo Leica u otros con similar pedigrí. Pero es utilizable. Y en cuanto vas cerrando el diafragma el rendimiento es bastante bueno. Cualquier objetivo de 50 mm fabricado con el suficiente cuidado es un buen objetivo desde hace años. Las grandes diferencias entre los mejores y los demás son el rendiiento a plena apertura. Y por lo demás, mecánicamente funciona muy bien. Está bien terminado, e incluso tiene algún detalle de diseño mejor que los propios objetivos de Leica. Por ejemplo, en una esquina del visor de la cámara ves qué diafragma tienes elegido. En cualquier caso, os dejo algunos ejemplos recientes de su utilización.

A f/8 tine una buena resolución. Y ni siquiera es necesario hacer importantes correcciones de contraste, o saturación. Esta fotografía está prácticamente como salida de la cámara.
Incluso enfocando a menos distancia, y con un motivo con fino detalle, a f/8 resuelve sin más problema. Esta imagen está más procesada para compensar la diferencia de luminosidad entre el campo de maíz y el cielo con claros y nubes.
Aquí estamos ya en terreno más difícil. Enfocando muy próximo y con el diafragma a f/1,8. Para conseguir el contraste y la saturación adecuados hay que trabajar algo más el archivo RAW. Pero el desenfoque es agradable y el resultado final utilizable.
Esta imagen está tomada justamente después de la anterior. Oí llegar el tren y no me dio tiempo a cambiar ningún parámetro salvo la distancia de enfoque, que moví a infinito. Por lo tanto, está tomada también a f/1,8, lo cual se aprecia en el desenfoque del primer plano. Y en que en las esquinas la definición baja y se oscurecen. Pero con la luz principal a mis espaldas, saturación y contraste son buenos. La fotografía me resulta agradable.
Utilizando un diafragma a medio camino, a f/4, tenemos una nitidez razonable en la zona de profundidad de campo, y un suave desenfoque bien estético hacia el fondo de la imagen. La luz es más complicada por lo intensa en la esquina superior derecha, pero con el diafragma a este valor, no se aprecia gran pérdida de contraste y saturación.

Como veis, no es necesario arruinarse en objetivos para disfrutar de una telemétrica digital. Evidentemente, no son objetivos con la misma calidad que los prestigiosos summicrones u otros summiluxes. Pero teniendo en cuenta sus limitaciones, podremos conseguir imágenes de las que podemos estar satisfechos.

Un Tokina AT-X Pro 12-24/4 en una 5D Mk. II

Artículo previamente publicado en MEDIUM@CarlosCarreter.

¿Hasta que punto es utilizable o no este objetivo pensado para cámaras con sensor de formato APS-C en una cámara de formato completo? A continuación lo veremos.

Una cosa es segura. Todo lo que sea utilizar este objetivo por debajo de una distancia focal de 19 mm es buscarse problemas. O aparece un viñeteado intenso, o simplemente, como no está diseñado para abarcar un fotograma de 24 x 36 mm, aparece un marco negro. Pero entre los 19 mm y los 24 mm, tenemos una imagen. Una imagen con buena calidad en el centro, y aceptable en los bordes siempre que diafragmemos por lo menos a f/8.

El Tokina AT-X Pro 12-24/4 usado a 19 mm en una 5D Mk. II. El aspecto general es bueno, el color es bueno. Pero hay algunos inconvenientes, como podremos ver en algún detalle de esta fotografía de la escalinata de la subida al Batallador en el Parque Grande de Zaragoza.

Sin embargo, las esquinas es otro cantar. Yo esperaba que cerrando el diafragma a f/8 la calidad sería aceptable. Pero, a duras penas. Pondré un detalle de la fotografía anterior, correspondiente a la esquina superior derecha. Espero que se aprecie la falta de nitidez.

Ampliación al 100% de la esquina superior derecha de la imagen anterior. Se nota bastante la pérdida de nitidez.

He de decir que en circunstancias normales, en una ampliación en papel, si no pasas de 30 x 45 cms, puede ser aceptable salvo en un trabajo crítico por sus exigencias. Pero la pérdida de definición se nota. Eso sí. Si fotografiamos objetos próximos con el diafragma totalmente abierto, es decir a f/4, y por lo tanto en circunstancias habituales de toma con las esquinas ocupadas por un fondo más o menos desenfocado, el objetivo resulta perfectamente utilizable.

La única rosa que en una anómalamente cálido 26 de octubre de 2013 podemos encontra en la rosaleda del Parque Grande de Zaragoza.

Canon y su sistema EOS - Canon EOS 5D Mark II

En las últimas semanas he ido repasando mi relación con el sistema CANON EOS de cámara réflex monoculares, desde la primera que adquirí en 1993 hasta mi complicada transición a la tecnología digital. Complicada más por los líos mentales que uno se monta en su propia cabeza que por otra cosa. Porque lo que sí que aprendí con claridad en este proceso es que prácticamente cualquier cámara réflex en los últimos 10 años ha sido capaz de sacar fotografías de buena calidad. La calidad de la fotografía es función más de la capacidad del fotógrafo que de la cámara.

Es cierto que lo que ha mejorado mucho en los últimos diez años ha sido la capacidad de las cámara de sacar fotografías en condiciones de luz escasa impensables hace tiempo, y que con resoluciones espaciales cada vez mayores, los famosos megapíxeles, cada vez podemos obtener ampliaciones más grandes. Pero seamos sinceros, ¿cuántas veces al año solicitamos una copia en tamaño DIN-A2 o similar? Esto es un tamaño de unos 40 x 60 cm, para lo cual teóricamente según los puristas hacen falta 24 a 30 megapíxeles. Si bien es cierto que este tipo de copias, al contemplarse desde distancias más alejadas que otras más pequeñas, se pueden obtener sin problemas con cámara de 15 a 18 megapíxeles. Sí, sí,... es así... que nadie os engañe. De las gentes que he conocido que han adquirido una cámara de 36 megapíxeles... pocas se han dedicado a hacer copias de 60 x 90 cm.

Durante la década del 2000 al 2010, fui comprando objetivos EF de Canon de segunda mano en buen estado. De estos tres, los dos teleobjetivos, el 85/1,8 y el 200/2,8L, son ópticas excelentes. El gran angular, el 28/1,8, se consideraba muy buen objetivo para cámara de película. En las digitales, ha recibido más críticas por su rendimiento en las esquinas. Pero su elevada luminosidad lo hace muy interesante.

En cualquier caso, la sensación general es que realmente la CANON EOS 40D me daba bastante juego. Salvo por las siguientes circunstancias:

Y finalmente, una cuestión. En un momento dado, las cosas me iban bien económicamente y estaba deprimido por otras causas. Así que decidí que quería tener un EOS "de verdad", que me durase años, hasta que se estropee, con la que aprovechar el parque de ópticas de la marca, y que diese una gran calidad de imagen, por si decidía aprovecharla para algún proyecto que la necesitase. Y me compré la CANON EOS 5D MARK II. Que mira tú que le podría haber puesto un nombre más corto.

El cuerpo de la EOS 5D Mark II con el EF 50/1,4 USM. Sí, con el nuevo cuerpo, también actualicé el 50 mm. El 1,8 va muy bien, pero no tiene la construcción ni las posibilidades de corrección de enfoque del 1,4 con motor ultrasónico. A cada cual, lo suyo.

Realmente, con los objetivos que ya os he presentado en los anteriores artículos, más estos tres, ya tenía suficiente para tirar durante mucho, mucho tiempo. No obstante, aun he adquirido dos ópticas más en los dos últimos tiempos.

La primera fue el "pancake" EF 40/2,8 STM. Criticado por muchos por su limitada luminosidad, lo cierto es que no abulta nada por lo que es ideal para pasaer con él, es el segundo objetivo más barato del "establo" de CANON, tiene buena calidad de imagen, y yo siempre he tenido cierta debilidad por la focal de 40 mm desde que la probé. Va muy bien. De verdad.

Apenas sobresale el 40 mm del cuerpo de la 5D Mark II, como podéis ver, por lo que no es muy pesado para pasear con este equipo.

La segunda vino de la comprobación de un hecho. La focal de 28 mm, que es la que tengo en mis equipo (esa focal o equivalentes según el formato), se me está quedando demasiado larga. Especialmente si llevo un estándar de 40 mm, me parece una focal muy próxima. Después de probar con algún zoom, que no me convenció en general pero me sirvió para decidir cual era la focal que me apetecía más, decidí que algo entre los 19 y 22 mm estaría bien. Pero las ópticas de esta gama de focales, fijas y de buena calidad son carísimas. Y puestos a hacer sacrificios en calidad, para qué gastar en exceso. El caso es que la solución me vino a través del viejo ZUIKO 21/3,5 de OLYMPUS, con una montura adaptada a la EF de CANON. Se pierden algunos automatismos. Pero dada la profundidad de campo que suele haber con estas focales, el tamaño compacto y manejable, y que no se pierde la medición de la luz con esta combinación, la solución, por poco más de 200 euros es de lo más conveniente.

Luego vino la sorpresa. El rendimiento es más que bueno. Salvo con el sol de frente, momento en el que aumenta mucho el riesgo de luces parásitas, la nitidez es aceptable y el contraste muy bueno. Y es ligero y agradable de llevar. Es de lo que más uso en estos momentos con esta cámara.

Resulta raro, pero no feo el Zuiko 21/3,5 con la EOS 5D Mark II. Aunque el cuerpo es enorme comparado con los compactos OMs a los que iba destinado este objetivo.

Dicho todo lo anterior, sólo me queda poner algunas muestras de fotografías tomadas con los anteriores objetivos. En situaciones muy diversas, y según las circunstancias.

El 28/1,8 entre los materiales preservados en Casetas por la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y del Tranvía (AZAFT).
Apetece utilizar el 50/1,4 con el diafragma abierto... aunque está bien a cualquier apertura que lo usemos.
El retrato con escasa luz ambiental es el dominio del 85/1,8, desde luego.
No pocos rechazan el 40/2,8 "pancake" por su escasa luminosidad y por no estar estabilizado; pero en la escasa iluminación de la iglesia de San Pablo durante uno de los paseos fotográficos organizados por Fotógraf@s en Zaragoza me prestó buen servicio.
El 200/2,8L, de los prestigiosos EF con el aro rojo, es una óptica superior. La lástima es que no es una de mis ópticas preferidas de usar; aunque viene bien para comprimir planos al fotografiar ferrocarriles.
Definitivamente, el Zuiko 21/3,5 es muy divertido de usar, y excelente para paisajes, como en una tarde tormentosa en las saladas de Bujaraloz.

Canon y su sistema EOS - mi compleja transición a las réflex digitales

Mis primeros pasos en el mundo de la fotografía digital fueron de la mano de algún que otro escáner de diapositivas y negativos. Que daban una calidad regular. O a lo peor es que yo no sabía sacarles el partido adecuado. En cualquier caso, tras estos, fueron las cámaras compactas digitales las primeras con las que yo aprendí a manejarme en esta nueva forma de hacer fotografías. Más sobre esto en otra ocasión. En lo que se refería a las réflex digitales... mirábamos ese mundo con atención y sorpresa. La vida media de un modelo apenas llegaba al año y medio, eran carísimos y eran sustituidas por otras cámaras que suponían un salto cualitativo y cuantitativo tremendo.

Veamos lo que pasaba. Después de varias pruebas con distintos captores y modelos, en octubre de 2000, salía al mercado la CANON EOS D30, una cámara con un cuerpo de bastante buena calidad, con un captor de imagen de poco más de 3 megapíxeles (MP), de tamaño APS-C. Sí sólo 3 MP. Y costaba prácticamente 3.000 euros. Y sólo año y medio, sacaba al mercado una EOS D60, que duplicaba la resolución espacial, 6 MP, por un precio similar, y también con un cuerpo de alto nivel. Invertir ese dinero en algo así, sabiendo que podía quedar demodé en un abrir y cerrar de ojos. Así que muchos nos dedicamos a observar y esperar. Eso sí, hablaban maravillas de aquel aparato... incluso algunos lo comparaban al formato medio de película... en serio...

El caso es que a finales de 2005 se me ofreció la oportunidad de adquirir un cuerpo EOS D60, por la décima parte de su valor de compra. Estaba en muy buen estado exterior, aunque se me advirtió que se habían disparado bastantes fotos con él. Es decir, su obturador podía tener las horas contadas. Era un riesgo, que corrí. El aparato.

Canon EOS D60 con el 28/1,8 de Sigma que no funciona por problemas de firmware con ningún modelo posterior de réflex digital de Canon

Voy a ser muy claro. Aunque con esa modesta resolución espacial, aunque no pasaba de forma efectiva de los 800 ISO, aunque ya empezaba a mostrar signos de obsolescencia, es uno de los aparatos con los que más he disfrutado haciendo fotografías. En serio. Me acompañó a varios viajes, e hice fotos que con un cuidados procesado, a partir del archivo raw, se convirtieron en dignas ampliaciones de 60 x 40 cm. Y todo era felicidad, hasta que la cámara entregó su alma, es decir el obturador, un día de principios de julio de 2007 en HELSINKI. Teniendo en cuenta lo que me había costado y las fotos que hice con ella, es una de las compras digitales más eficientes que he hecho.

Os dejo algunas muestras de fotografías hechas con ella.

El castillo de Loarre al atardecer
Ferrocarriles de vapor en el norte de País de Gales
Navegando entre las islas Borromeas en el Lago Mayor - En este viaje por Italia se me estropeo el 28-135/3,5-5,6 IS USM que quedó parado hasta hace unos meses que lo arreglé
En una escapada a Madrid (aquí la estación de Puerta de Atocha) compré un EF 24-105/4L IS USM para compensar el objetivo estropeado - aun con el coste del AVE ahorre 100 euros respecto a lo que me cobraban en Zaragoza
Fotografía tomada en la isla de Suomenlinna en Helsinki minutos antes de que la EOS D60 dejase de hacer fotos

La pérdida de la EOS D60, una cámara con la que había hecho tan buena amistad, me dejó algo contrariado. Pero todavía en aquel momento, en el verano de 2007, no me parecía que el entorno de las réflex digitales hubiera alcanzado su madurez, y que la dinámica de renovaciones frecuentes y avances importantes iba a continuar. Gastar una cantidad importante de dinero seguía sin parecerme una estrategia correcta, así que volví a recurrir al mercado de segunda mano, y me hice por un precio similar a la anterior con una EOS 10D, que básicamente era una segunda versión de la D60 con algunas mejoras, pero simplemente una evolución.

La Canon EOS 10D con el EF 24-105/4L IS USM - una buena pareja a la que sólo le faltaba que las focales del objetivo se comportasen como se habían pensado y no con el factor de recorte del captor APS-C

La cámara funcionaba igual de bien o mejor que la EOS D60, si bien es cierto que ahora sí que presentaba una mayor diferencia con algunas cámaras de la gama que habían aparecido con posterioridad, con mayor resolución espacial y otras mejoras. Pero tras analizar un poco mis necesidades y mi forma de procesar las fotografías, había tomado una decisión. Una cámara comprada nueva, pensada como inversión a un plazo amplio, tendría que tener un mínimo de 10 MP, y eso no existía todavía. Y pensaba que aún tendría margen para disfrutar de la "económica" 10D antes de que se presentara la oportunidad de esa hipotética compra de una cámara nuevecita.

Así que fui utilizándola con frecuencia, aunque nunca llegué a usarla en ningún viaje o proyecto importante como veréis a continuación.

Un mimo en la feria Sonimagfoto de Barcelona en octubre de 2007

Sin embargo, en algún momento compré "una cámara de más". No sé si es que tendría que haber esperado un tiempo hasta que saliera la cámara ideal, o si unos meses cuando salió al mercado la cámara de 10 MP, la EOS 40D tendría que haber esperado. Haber amortizado algo más la compra de la anterior y cuando fuera, haber comprado lo que fuese que estuviese en el mercado... un mercado que iba a evolucionar mucho más de lo que yo pensaba. Y es que, en aquellos tiempos, procuraba mantenerme informado, pero era muy difícil saber qué compra era la más adecuada y cuando. Las réflex digitales todavía me intimidaban por la evolución tecnológica. Lo cual quiere decir que no aprendí nada de la D60. Siendo una cámara totalmente desfasada cuando la compré, la disfruté mucho. Luego eso quiere decir que era tontería preocuparse por estar actualizado. No obstante, en la primavera de 2008, compré por primera vez nueva y no de segunda mano una cámara réflex digital, la Canon EOS 40D.

Canon EOS 40D con un objetivo Tamron 17-50/2,8 que llegué a usar muy poco por motivos que explicaré a contiuación

Una cuestión estaba clara en aquel momento, y lo sigue estando hoy en día. A partir de cierto instante, y comparado con el mundo de la fotografía con película tradicional, la calidad y la versatilidad de la fotografía digital era notable. Y se podía decir que ya no había cámara mala. Y ciertamente, la 40D no lo era. También me acompañó a varios viajes y en otros proyectos. Pero algunas cosas estaban cambiando. En mí. Y dos de ellas sellaron el destino de esta cámara bastante más que decente para su época, y que incluso hoy en día es capaz de ofrecer buenos resultados.

La primera fue que me empezaba a cansar de acarrear tanto peso en mis viajes. Las cámaras réflex digitales son más masivas y voluminosas que sus equivalentes de película tradicional para un formato dado. No hay cámaras de formato 24x36 mm del tamaño de la PENTAX MX de la que ya os he hablado. Ni por casualidad. Y si llevas mucho peso y talabartes, acabas cansado y haces menos fotos y peores. Lo he comprobado.

La segunda es que me cansé de utilizar sistemáticamente objetivos de focal variable, los populares zoom. Poco a poco he ido comprobando que me salen mejores fotografías con un objetivo de focal fija simplemente, estrujándome el coco para sacarle partido, que los zooms más versátiles.

Ya habréis podido comprobar en mi artículo dedicado a mi equipo de viaje que ya no voy por el mundo con un equipo basado en las CANON EOS como hasta hace unos años. Una escapada a PORTUGAL en el 2009, fue la última vez que lo hice. Pero hay otros factores que han influido en mi forma de utilizar este sistema. Eso lo explicaré en una última entrega de esta serie sobre CANON y sus sistema EOS. De momento os dejo con fotografías tomadas con la 40D por esos mundos.

Campo de concentración de Auschwitz-Birkenau
Clásica ropa tendida en las calles de Nápoles
En la iglesia bizantina de Santa Maria in Cosmedin en Roma se puede comprobar la versatilidad de las focales fijas luminosas
Es cierto que los objetivos de focal variable vienen bien cuando hay acción como cuando seguimos al rally de coches clásicos a San Juan de la Peña
Los Jeronimos de Lisboa también es un ejemplo de cómo las ópticas fijas son ideales para condiciones de luz escasa y para gestionar mejor la profundidad de campo
Pero en esta fotografía reciente podemos comprobar como la "vieja" EOS 40D puede seguir dando excelentes servicios