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Blanco y negro con el pequeño Industar-50-2 - Canon EOS 650 e Ilford HP5 Plus 400

Nuevamente uno de los últimos y diversos rollos que expuse durante la segunda mitad del mes de agosto pensando en la #CrappyCommieCameraParty de la que os he estado hablando durante todo el verano, en la que he participado utilizando mis cámaras y objetivos fabricados en los países del antiguo bloque prosoviético durante la guerra fría. Siempre he sido más "de ópticas" que "de cámaras". Siempre me han interesado más los objetivos que los cuerpos de cámara, especialmente durante la época de la película tradicional. Los vidrios que atraviesa la luz antes de llegar a la superficie sensible influyen mucho más en la calidad final de la imagen que la cámara. Esta es importante por otras cosas. Lo segundo que influye en esta calidad es la superficie sensible, es decir, la calidad o características de la película o la calidad o características del sensor digital.

La óptica que me interesó en esta ocasión fue el minúsculo objetivo soviético Industar-50-2 50 mm f3,5. Con una fórmula óptica de cuatro lentes en tres grupos, no deja de ser una copia más de los Tessar de Carl Zeiss. Creo que originalmente se fabricó para montura de rosca de 39 mm, compatible con la de las telemétricas Leica originales, antes de la serie M. De hecho, tengo un Industar 50 mm f3,5 para esta montura. Aunque necesitaría de un engrasado y limpieza para que su mecánica funcionara correctamente. Pero luego se fabricó también para cámaras réflex, Zenit, primero con montura de rosca 39 mm, pero con mayor distancia de brida [distancia entre el plano de la montura y el plano de la película] que los fabricados para las telemétricas, por lo que no son compatibles, por no enfocar a infinito en uno de los dos sistemas, y luego con la popular montura de rosca de 42 mm. Uno de estos es el que he usado en esta ocasión.

Poco después de hacerme con este diminuto objetivo, que compré en una feria de coleccionismo por cuatro perras con una Zenit E conmemorativa de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, baratísimo todo aunque la cámara dejó de funcionar después de tres rollos, encontré una oferta en la que vendían seis filtros dedicados para este objetivo, con una rosca de filtro de 35,5 mm, son diminutos, que también son compatibles con el Meyer-Optik Görlitz Trioplan 50 mm f2,9. Entre ellos hay un par de lentes de aproximación, un filtro de densidad neutra que resta dos valores de exposición, un filtro naranja que todavía tengo que estudiar si es para corregir contraste o para usar película calibrada para luz de tungsteno a la luz del día (está marcado de una forma, pero tiene aspecto de la otra), y dos filtros amarillos de distinta intensidad, uno resta un valor de exposición a la luz que llega a la película, y el otro resta dos valores de exposición.

Como ya he comentado en más de una ocasión, estos objetivos con montura M42 son más agradables de usar con una Canon EOS con el adaptador de montura correspondiente, que con las cámaras originales para los que se construyeron. Me refiero a las cámaras de la Alemania oriental o de la Unión Soviética, que solían tener ergonomías "dudosas" y controles de calidad en su fabricación más dudosos todavía. Tampoco van mal con otras monturas, como con mi Pentax K, también con el adaptador correspondiente. Aunque las EOS son más cómodas; en modo automático de prioridad a la apertura consigues un gran agilidad, visión permanente en el visor de la profundidad de campo y buena precisión en la exposición. En esta ocasión he usado la Canon EOS 650, que es la más ligera de las Canon EOS que uso.

He usado el filtro amarillo x4, es decir, el que resta dos valores de exposición a la luz que llega a la película, el más denso, con el fin de mejorar el contraste sobre película en blanco y negro. En esta ocasión, el material sensible utilizado ha sido un rollo de Ilford HP5 Plus 400, creo que el último que me quedaba en el frigorífico en formato 135. Con la pérdida de dos valores de exposición por el filtro, en caso de usar un fotómetro externo hay que ajustarlo a un índice de exposición de 100 en lugar de a la sensibilidad nominal, ISO 400. Pero como he usado el fotómetro incorporado en la EOS 650, he dejado el ajuste automático a ISO 400 por la codificación DX del carrete, y medido la exposición con el filtro incorporado. No supone ningún problema.

Revelada la película en Kodak HC-110, dilución B, 5 minutos a 20 ºC, como de costumbre, he obtenido unos negativos bien expuestos y bastante contrastados, especialmente dadas las condiciones de luz del verano, aunque he evitado usarla en días de luz excesivamente intensa y contrastada. Digitalizada con la Panasonic Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS, he obtenido unos archivos de 20 megapíxeles, un poco menos, por no ser los formatos del sensor y de la película homotéticos, a los que he ajustado el punto negro, el punto medio y el punto blanco sin problemas, con un grano más contenido que en otras ocasiones, me parece a mí. Por lo demás, las fotos han quedado correctas en una diversidad de situaciones. Cámara, película, revelador y equipo para digitalizar los negativos son totalmente fiables. El único elemento que podía condiciona el resultado ha sido el pequeño Industar, que con tal de que no lo apuntes hacia una fuente de luz muy intensa, a poco que cierres el diafragma un par de pasos o más, ya va bien, también.

Por primera vez, he viajado con un equipo fotográfico de los llamados "full format" - Canon EOS RP, 50 mm y 24-105 mm

Veamos. Mi equipo fotográfico viajero por excelencia es el micro cuatro tercios, especialmente con la Panasonic Lumix G9 como cámara principal, y la Lumix G100 como cámara de respaldo, si lo encuentro necesario. La Lumix G9 tiene una excelente ergonomía, una fuerte protección contra accidentes e inclemencias del tiempo, y el conjunto de ópticas que puedes llevarte es muy amplio, con poco incremento en el volumen o en el peso. Pero la Lumix G9 se estropeó a finales de la primavera, la tuve durante un mes en el taller, a Suiza me llevé la Lumix G100, y cuando parecía funcionar sin problemas, tres días antes de viajar a Copenhague, volvió a fallar con los mismos síntomas. El arreglo ha sido fallido.

La primer opción era volver a llevarme la Lumix G100. Los resultados en Suiza fueron buenos, como lo fueron en Andalucía en octubre del año pasado. Pero como recientemente compré un Canon RF 50 mm f1,8 STM para la Canon EOS RP, me planteé probar en esta escapada breve qué tal funciona este equipo en viaje. De antemano decir una cosa. El principal problema de llevar un equipo con un sensor grande, suponiendo que el 24 x 36 mm sea un sensor grande, durante décadas fue llamado formato miniatura en comparación con el formato medio y el gran formato con película tradicional, es el volumen y el peso. Y no tanto de las cámaras como de las ópticas. Por el peso y volumen de un zoom de calidad para la montura Canon RF, puedes llevar un zoom de calidad y un par o tres de ópticas fijas para las Lumix.

Pero bueno, decidí probar. Me llevé la Canon EOS RP, que tiene un tamaño muy contenido, el menciona 50 mm, que tampoco es muy grande y da resultados bastante buenos, especialmente diafragmando un poquito la cámara, aunque es perfectamente usable a plena apertura, y un EF 24-105 mm f4L IS USM, que es grandote y pesado, y aun se hace más grandote porque necesita el adaptador de montura EF a RF. Lo dicho. Por el mismo peso y volumen... con las Lumix me puedo llevar un 12-40 mm f2.8 y un 35 -100 mm f2.8.

Si los sistemas de sensor pequeño tienen, en la teoría, problemas de una relación señal-ruido más desfavorable que los de sensor menos pequeño, nunca ha sido algo que me haya causado ningún problema en la práctica. Y además, la Lumix G9 tiene un sistema de estabilización incorporado en el cuerpo, la Lumix G100 y la Canon EOS RP no, que junto con los objetivos propios del sistema, es extraordinariamente efectivo y evita tener que usar un ISO elevado. Pero es cierto que las fotos realizadas con la Canon EOS RP son más limpias cuando las vemos en el ordenador al 100 %, y que la reserva de extracción de detalles en sombras y luces es mayor. Especialmente en las sombras; en las luces tampoco está mal,... pero Canon ha pecado de insuficiencias en ese campo. Y es tradicional que con las Canon haya que tener cuidado con esos famosos "derecheos del histograma". De hecho, en algún caso, al intentar recuperar detalle en el cielo, blanquecino por un excesivo contraste, queda una dominante rosácea en esa zona de la foto, que se puede corregir... pero da trabajo.

La forma en que he usado el equipo es la siguiente. Por defecto, la cámara ha ido calzada con el 50 mm. Con ella en esta configuración, bastante compacta para ser un sensor de 24 x 36 mm, puedes ir moviéndote por la calle, por estaciones, por cualquier circunstancia, de forma discreta y sin llamar la atención. Probablemente, el 50 % o algo más de las fotos realizadas las hice así. Cuando llegaba a un lugar de especial interés, en el que íbamos a permanecer un cierto tiempo, y que apetecía explorar fotográficamente, dejaba el 50 mm en la mochila y calzaba el 24-105 mm. Con este objetivo, la configuración es un poco desequilibrada, con el peso del conjunto muy adelantado, lo que quita confortabilidad. Además, la comunicación entre el objetivo EF y la cámara RF es bastante buena. Por ejemplo, cuando realizas un corrección manual del enfoque, y yo lo hago mucho, el resaltado que te indica lo que está enfocado, y que se ve siempre con el RF 50 mm, con el EF de focal variable sólo lo ves si ajustas el objetivo en posición manual. Sigue siendo útil para corregir el enfoque, pero pierdes esa ayuda.

En cuanto a la calidad de imagen... pues de bastante bien, incluso subiendo en algún raro caso hasta ISO 6400. Aunque con sensibilidades altas, las situaciones muy contrastadas sufren por la disminución de la dinámica del sensor de imagen. Pero para mis necesidades habituales. De sobre. Es sencillo hacer panorámicas, incluso sin trípode, por el nivel incorporado en el sensor electrónico. Y como de costumbre, oscilo entre los modos de prioridad de diafragma, prioridad a la apertura o manual, según las situaciones. En la ciudad, con luz, es el primero, en interiores suele ser el segundo, y en paisaje natural suele ser manual. Con el RF 50 mm no hay estabilización de ningún tipo, y la velocidad mínima aceptable para mis zarpas es 1/50 segundo. Pero con el EF 24-105 mm, que tiene estabilización del objetivo, a pesar de que este tiene más de 15 años, he usado 1/8-1/12 segundo a 24 mm hasta 1/25-1/50 segundo a 105 mm. Es decir, hasta dos pasos de ventaja teniendo cuidado. Lo máximo que he llegado a disparar con nitidez a 105 mm, en casa y en situación calmada e ideal, es 3,5 pasos. Pero en eso en, con el trajín de la vida real, no suele funcionar en mi caso. Por lo tanto, la desventaja de ser un f4 queda paliada y a 50 mm de focal podría usar el mismo ISO que con el RF 50 mm, disparando a 1/12 segundo, siempre que el sujeto no esté en movimiento, claro.

En estos tiempos donde las marcas presionan mucho publicitariamente y a través de sus "embajadores" para orientar la compra hacia las ópticas muy luminosas, del tipo f1,4 en las fijas o del tipo f2,8 en las focales variables, lo cierto es que para el viajero, las f2 o f2,8 entre las focales fijas o las f4 en las variables puede ser un compromiso adecuado por precio y peso/volumen. A pesar de que el EF 24-105 mm f4L IS USM fue el primero de su clase, sigue siendo bastante conveniente. Aunque no es especialmente compacto. Pero un f2,8 tendría menos excursión entre las focales externas, sería igual o más pesado, y costaría como mínimo el doble. Con sensores que permiten subir sin problemas a ISO 3200 o 6400, algunos más, las luminosidades moderadas no son problema. Y siempre digo que, cuando viajas, la apertura tiene que ser lo suficientemente amplia para permitir aislar el sujeto del fondo jugando con la profundidad de campo, pero no tan grande como para descontextualizar del entorno al sujeto con unos fondos excesivamente desenfocados. Ese es un error que veo comúnmente derivado de una moda que no tiene sentido. Salvo para las marcas, que obtienen más margen de beneficios de las caras ópticas muy luminosas que de los modelos más sencillos y económicos. Que no baratos.

El balance final... ha sido positivo. Este equipo, en un viaje muy urbano, ha sido adecuado, y me ha permitido fotografiar siempre que lo he querido. Pero aun así, he echado de menos a mi Lumix G9 que, con un peso y volumen de la cámara similar, pero mucho más dura y protegida contra el medio, hubiese llevado mucho menos volumen en ópticas, con mayor versatilidad. Y las ópticas de Panasonic y Olympus, por su planteamiento inicial, probablemente tienen un calidad muy buena, con precios más ajustados,... porque gastan mucho menos en los carísimos vidrios ópticos de los objetivos. Pero ya sé que la opción existe, y si las circunstancias lo aconsejan... puedo volver a ello. Una aclaración final... cuando entre 2006 y el verano de 2009 llevaba conmigo alguna réflex digital de formato APS-C, más pequeño que el 24 x 36 mm... ya sufría los problemas de peso y volumen que he mencionado. O peores. Nunca me he llevado la Canon EOS 5D Mark II de viaje. Sólo pensarlo... ya me duele el cuello y la espalda. Por eso me pasé con armas y bagages al micro cuatro tercios, sin remordimientos hasta la fecha.

Más Mir-1 37/2,8 en la ciudad - Lomography Color Negative 400

Tengo todavía varios rollos de película revelados o por revelar del mes de agosto. Y varios de ellos se incluyen en esta decisión mía de usar durante los dos meses centrales del verano el material antiguo fabricado en los país de la órbita soviética. En esta ocasión, sigo investigando los resultados que ofrece el soviético Mir-1 37/2,8, uno de los más prestigiosos de los que se fabricaron para cámaras Zenit... aunque yo siempre he sospechado que es un objetivo decente para su época, pero sin más. Aunque cuando te acostumbras a su peculiar uso... puede ser divertido para fotografiar.

En esta ocasión, lo he adaptado a una Canon EOS 650. Con doble adaptador; el aro de rosca M39 a M42 y el adaptador de rosca M42 a bayoneta Canon EF. Pero va bien. Sin problemas de ajuste mecánico, ni de filtración de luz, ni nada. Este objetivo tiene dos ruedas para el ajuste del diafragma. Una marca el diafragma de uso. Pongamos que f11. La otra sirve para poner el objetivo en máxima apertura para proceder a enfocar y luego girándolo por completo, para ajustar ese f11 que es la apertura de trabajo. Pero como la EOS 650 en programa de prioridad al diafragma mide sobre la marcha la luz que entra, tu puedes decidir que ese f11 es la apertura mínima a la que quieres disparar. Y luego vas girando la otra rueda, en una posición entre f2,8 y f11 en una profundidad de campo y estética que te venga bien para esa foto, encuadras y disparas. Muy rápido, y comprobando sobre la marcha cómo va a quedar la foto.

Lo cierto es que con los días de verano... y usando película Lomography Color Negative 400, que como su nombre tiene una sensibilidad de ISO 400, la luz era abundante, incluso en las fotografías de arquitectura realizadas en el entorno de la Expo 2008 o del Parque del Agua de Zaragoza, por lo que la tendencia ha sido a usar aperturas cerradas. Más tratándose de paisaje urbano y arquitectura, que piden buena profundidad de campo para una nitidez global de la imagen.

He realizado alguna foto de aproximación poniéndole una lente de aproximación de 3,33 dioptrias, que permite una reproducción 1:3 o quizá 1:4 con este objetivo en su posición de enfoque más próximo. Pero no me han quedado bien más que unas pocas. Supongo que la posición en que realicé la mayor parte de las fotos fue muy precaria, sin trípode, y me moví ligeramente al hacer la foto, lo suficiente para que quedara desenfocado el motivo principal.

Existe una tendencia en la fotografía con película negativa en color a sobreexponer uno o dos pasos en estos tiempos, que viene del hecho de que la Kodak Portra 400 muestra un buen comportamiento en esos casos. Disminuye la granularidad y se producen colores menos saturados, lo cual va bien en el uso profesional de la misma, en retratos y acontecimientos sociales como bodas y similares. Pero yo he decidido usar principalmente las películas a su sensibilidad nominal, salvo que busque ese efecto específicamente. La Lomography Color 400 obtiene unos colores más vivos y una sombras más profundas cuando se usa a su sensibilidad nominal con una medición de la luz correcta. Pero me llegó un mensaje del técnico que la digitalizó, que debió pretender darle el aspecto de la Portra 400 a las fotos, de que debía sobreexponerla para que las sombras no me quedaran "feas". Afortunadamente desistió y dejó las fotos correctas. Como deben ser. Aunque tenga un grano más aparente porque... al fin y al cabo las películas ISO 400 tienen un grano aparente.

En cuanto al objetivo... lo dicho. Para ser un diseño soviético de los años 50 sobre un diseño alemán de los años 30 del siglo XX, tiene un rendimiento bastante majete. Pero no es la maravilla que muchos proclaman. Y siempre se obtendrá mejor nitidez en todo el campo del fotograma a aperturas de f8 y f11 que a aperturas por debajo del f4 o f5,6. Los tiempos eran los que eran, los diseños eran lo que eran, y bastante suerte tengo que mi copia no sufre problemas de calidad en la fabricación, propios de las fábricas soviéticas, y funciona mecánicamente con corrección. Es lo que hay.

Fotografía infrarroja en lo más tórrido del verano - Mir-1 37/2,8 con Hoya IR72

Tengo por costumbre, por aquellos de mantener el músculo cardiaco en forma, de dar amplias caminatas los sábados por la mañana, también los domingos si puedo, por los alrededores de Zaragoza. Entre 8 y 18 kilómetros tienen mis recorridos, según el tiempo del que disponga. Y suelo llevar conmigo una cámara fotográfica por lo que pueda surgir. Pero hace un poco más de un par de semanas, no sabía muy bien qué llevar. El día prometía ser muy caluroso, y las condiciones de luz,... lo propio del verano. Dura con escenas muy contrastadas. Así que consideré la posibilidad de poner a alguna cámara un rollo de Rollei Superpan 200, pancromática en blanco y negra con sensibilidad extendida al infrarrojo cercano. La cuestión era... ¿a qué cámara y con qué objetivo?

Por mi participación en la #CrappyCommieCameraParty, de la que ya he hablado previamente, pensé que estaría acorde con lo que voy haciendo este verano usar algún objetivo fabricado más allá del telón de acero que admitiera mi objetivo Hoya IR72 de 49 mm de diámetro. O sea, o bien el Carl Zeiss Jena Tessar 50/2,8 fabricado en la antigua RDA o el Mir-1 37/2,8 fabricado en la antigua Unión Soviética. Me decidí por este último. Al pensar fundamentalmente en paisaje, la focal más abierta del Mir-1 me parecía más conveniente. Hice alguna prueba piloto con la Zenit 3M y la Praktica MTL5 que me permiten seguir participando en la "party",... pero las fotos más series de esa mañana las hice con la Canon EOS 3 de mi amigo Luis. Las que he publicado ya en alguna red social, equivocadamente pone que usé mi Canon EOS 100... pero no. Fue la EOS 3.

El año pasado y a principios de este verano he usado cámaras telemétricas  para la fotografía infrarroja. Usando diafragmas abiertos, como máximo f4, con velocidades de obturación de 1/60 segundo, se pueden usar a mano alzada, siempre que se usen películas de sensibilidad nominal ISO 200 o superior. Con o sin subexposición y posterior revelado forzado. Pero puede haber problemas con la nitidez por la escasa profundidad de campo y el impreciso enfoque de la radiación infrarroja. El infrarrojo cercano no enfoca en el mismo punto que el espectro visible, y las marcas tradicionales para fotografía infrarroja pueden ser una corrección excesiva ya que están pensadas para longitudes de onda más largas que aquellas a las que tienen la sensibilidad extendida las películas como la Superpan 200. Por ello, decidí llevarme la reflex y un trípode, aunque fuera uno ligero, que me permitiera usar un diafragma f11, útil en paisaje, y que englobase por su profundidad de campo los posibles errores debidos a los distintos planos de enfoque de las distintas longitudes de onda de la luz.

Todo ello un poco masoquista por mi parte,... porque fue uno de los días más calurosos de este verano, incluso si salí de casa a las nueve de la mañana. Aunque me llevé bebida fresca en la mochila, cargar con la réflex y el trípode, y el ajetreo de montarlo y estabilizarlo en cada una de las tomas... pues volví cansado. y un poquito deshidratado. Nada grave... pero ya no me apeteció hacer nada más el resto del día. La caminata no es de las más largas, casi nueve kilómetros, entre mi casa y el barrio de Santa Isabel, no por la ruta más corta, pero si normalmente me cuesta dos horas, incluyendo el hacer alguna foto de vez en cuando, en esta ocasión fueron tres horas y media, contando que cada foto incluye todo el ajetreo del trípode, enfocar sin filtro, poner el filtro, hacer la foto usando el temporizador de la cámara, etc.

Pero el resultado está bien. Como la semana siguiente estuve muy ajetreado con distintas cosas y anduve con poco tiempo, revelé a la vez que el rollo de Ilford FP4 Plus 125 hecho con la Holga del que os hablé el otro día, en Kodak HC-110 dilución 1+119, desatendido, una hora a 20 ºC, con cinco inversiones del tambor de revelado al principio de la hora y tres inversiones a los 30 minutos. No soy excesivamente partidario de este tipo de revelado, que he usado más en el pasado, pero con este rollo, el revelado compensado ha venido bien para un buen contraste de los negativos, y aunque con un poco más de grano del previsto, las fotografías están bien expuestas y nítidas. Están digitalizadas con la Panasonic Lumix G100, porque la Lumix G9, que pasó hace poco por taller, ha vuelto a fallar, por lo que tendré que discutir con el servicio técnico por chapuceros... pero ya cuando vuelva de un pequeño viaje que tengo previsto este fin de semana.

Como digo, en general estoy satisfecho con los resultados. 36 fotos en el infrarrojo en una mañana son muchas fotos, por lo que no pueden ser todas interesantes, ni mucho menos. Pero me ha servido para intentar algunas ideas en las composiciones, algunas con más fortuna y otras con menos. A lo largo de la entrada os he ido dejando ejemplos. Espero que la experiencia os sea útil. Una alternativa para los días más calurosos, en los que la radiación infrarroja es más abundante. Aunque nuestros ojos no la vean nuestras cámaras, con la película adecuada, sí que la ven.

Ah... una cuestión. En cámaras Canon EOS como la EOS 3 o la EOS 100, se desaconsejaba usar película infrarroja, que quedaba velada por la célula de luz infrarroja que contaba las perforaciones de película al avanzar el motor un fotograma tras cada toma. Pero eso era importante con las antiguas películas infrarrojas que llegaban hasta los 900 nm o más de sensibilidad. Con las que yo uso habitualmente, que no suelen llegar a los 800 nm, no es problema y se pueden usar sin problemas.

De compras veraniegas - focales estándar para sistemas diversos

Cuando salía del cine hace unos días, comentaba con mis amistades que al día siguiente tenía que ir a recoger unos paquetes de Amazon. Ya no los dirijo a casa. Nunca estoy cuando los traen y es un rollo. Así que directamente los dirijo a un establecimiento donde son muy amables y que sin estar cerca de casa, tampoco está lejos, y está muy bien comunicado por transporte público. En esta ocasión tenía dos paquetes para coger. Uno pequeñito, una cuerda para mi ukelele, y otro más grandote, dos objetivos estándar para mis dos sistemas de fotografía digital. En ese momento me di cuenta. Tiendo a comprar la mayor parte de mi equipamiento fotográfico en verano. No sé muy bien porqué.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Una amiga me dijo que sería porque en las vacaciones es cuando me doy cuenta que necesito algo. Bien pensado... salvo por un motivo. Cuando no nos amenazan las consecuencias de una pandemia, suelo salir de vacaciones en primavera y en otoño. Así que... Pero lo cierto es que este año sí que he salido en verano. La última semana de julio estuve en Suiza. Tengo que hacer una entrada sobre la parte fotográfica de esas vacaciones. Me llevé como cámara principal la Panasonic Lumix G100, porque tenía la G9 en el servicio de reparación, y como secundaria, con película negativa en blanco y negro, Ilford XP2 Super 400, la pequeñita Minox 35 GT-E. Y ciertamente, la decisión de comprar de este año está influida por ese viaje.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Veamos. La Minox tiene una óptica fija de 35 mm de focal; es lo que hay, si lo quieres lo tomas, y si no, lo dejas. Con la Lumix G100 me llevé una panoplia de objetivo para combinar según lo que fuéramos hacer en cada jornada. Si esta era de visitas fundamentalmente urbanas, tres focales fijas, muy ligeras pero luminosas, el Venus Laowa 7,5 mm f/2, el Panasonic Leica DG Summilux 15 mm f/1,7 ASPH y el Olympus 45 mm f/1,8. Con una mochila discreta, urbanita, puedo ir discretamente paseando por cualquier ciudad. Falta una óptica estándar.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Si la jornada está en la naturaleza, y en Suiza hay muchos alpes, son también tres objetivos, pero uno de focal variable y mas grandote, el 7,5 mm y el 15 mm ya mencionados y el Panasonic Lumix G Vario 35-100 mm f/2,8 OIS ASPH II. Este último es una delicia de utilización. En otras ocasiones me he llevado también como focal estándar el Panasonic Lumix G 20 mm f/1,7. Pero esta focal está muy cerca del Summilux 15 mm, que es mucho mejor ópticamente, aunque el 20 mm esté bastante bien. Así que me lo dejé. Pero la cuestión es que eché de menos una focal estándar. Y empecé a darle vueltas a que necesito un 25 mm, aunque sea económico, pero capaz, para las micro cuatro tercios.

Panasonic Lumix G 25 mm f/1,7 ASPH

Contemple la posibilidad de llevar al viaje, en lugar del equipo micro cuatro tercios, la Canon EOS RP. En ese caso, hubiera llevado sólo dos objetivos. O el Tamron 35 mm f/1,8, estabilizado, o el Canon EF 50 mm f/1,4, con un diseño ya muy anticuado para usar con digital. Ambos son mucho más grandotes que los objetivos micro cuatro tercios, especialmente el Tamron. Y además, necesitan un adaptador para usar con la cámara, por ser monturas EF, lo que los hace todavía más voluminosos. Como focal variable para las jornadas alpinas hubiera optado por el Canon EF 24-105 mm f/4 L IS USM. También muy luminoso y necesitado del adaptador. Los resultados hubieran sido buenos... pero a pesar de ser sólo dos objetivos, hubiera sido un equipo más voluminoso y pesado que el de cuatro objetivos que me he llevado.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Así que a la vuelta, miré las opciones, y decidí comprar, con buenos precios, los dos "nifty fifty" de ambos sitemas. El Panasonic Lumix G 25 mm f/2,7 para el micro cuatro tercios y el Canon RF 50 mm f/1,8 STM para la Canon. Ambos con precios en torno a los 200 euros o menos. Ambos con una construcción sencilla, pero de razonable buena calidad, y buenas prestaciones en lo que es la óptica. Las fotografías que muestro en esta entrada son de las pruebas que he hecho esta semana cuando los recibí.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Del Lumix 25 mm no voy a hablar mucho. Es muy sencillo de diseño, se usa con facilidad, y tiene un generoso aro de enfoque que se puede usar en cualquier momento para corregir el enfoque automático. Sin nada más que hacer o configurar. Tiene un factor de ampliación de sólo 0,14x, pero con el factor de recorte del sensor, lo que ve este objetivo a su mínima distancia de enfoque es lo mismo que un objetivo de formato completo con un factor de ampliación de 0,28x. Así que, bastante conveniente.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

El Canon RF 50 mm f/1,8 STM convierte la EOS RP en una cámara mucho más ligera. Tiene buena calidad óptica. Un factor de ampliación de 0,25x, mucho más favorable que los 50 mm que tenía hasta el momento, ambos nuevos objetivos ven muy parecido a corta distancia. Y tiene un aro polivalente, con un selector de función. En una posición, sirve de aro de enfoque. Pero en la configuración por defecto de la cámara, en posición de enfoque automático, no hace nada. Hay que cambiarlo a la posición de enfoque manual, que ha de hacerse a través del uso de menús. Tengo que configurar algún botón para este cambio. Se puede configurar el aro para que pueda funcionar como cualquier objetivo que permite la corrección del enfoque en posición autofoco. Pero no es nada intuitiva. Ya lo he hecho y funciona bien.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM

Los de Canon siguen haciendo buenos productos, pero se les va la cabeza a la hora de configurarlos. Las opciones por defecto de este equipo son absurdas. Hay una serie de parámetros que debe ser fácil controlar en cualquier cámara; sensibilidad ISO, velocidad de obturación, apertura del diafragma, compensador de exposición y enfoque. Disparando en RAW, casi todo lo demás lo puedes modificar en postproducción. Y estos controles deben ser fáciles de usar e inmediatos. Porque hacen tan difícil el enfoque manual los de Canon con esta cámara... sencillamente no lo entiendo. Pero una vez configurado todo como debería ser de entrada... va muy bien. Estoy considerando llevármelo a Copenhague dentro de unas pocas semanas, en una escapada de fin de semana largo que vamos a hacer. Ya os contaré.

Canon RF 50 mm f/1,8 STM