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Los zooms "amplios" que NO deberíamos comprar; Canon EOS 650 + EF 28-135/3,5-5,6 IS USM

He empezado esta entrada con una afirmación categórica. Pero ya adelanto que no creo en dogmas. Ni positivos ni negativos. Sobre nada. Y mucho menos sobre cuestiones relacionadas con la tecnología fotográfica. Pero en general, mi experiencia, sumada a la que me han comunicado otras personas mucho más sabias que yo, es que los objetivos de focal variable con un recorrido muy amplio de focales, presentan ventajas teóricas que no siempre compensan los inconvenientes ciertos. Hagamos un poco de historia.

En septiembre de 1995, Canon lanzó al mercado su primer objetivo con óptica estabilizada. Y esta fue una primicia mundial. Nadie más hacía en esos momentos objetivos estabilizados. Y quedaba lejos en el tiempo todavía la idea de una estabilización en el cuerpo de la superficie sensible. Era un zoom 75-300 mm f/4-5,6, de las series intermedias que hacía en aquellos momentos Canon. Ni pertenecía a la prestigiosa serie L del aro rojo con elementos ópticos de baja dispersión, ni era de los teleobjetivos de focal variable económicos que aparecían en kits de oferta y similares. En marzo de 1997 apareció el primer objetivo de serie L con esta innovación, un 300 mm f/4, cuya misión estaba clara. Con una limitada apertura, más modesta que los prestigiosos f/2,8, se fabricaba un objetivo más compacto y ligero, con la ventaja de que el estabilizador de imagen compensaba en parte la pérdida de luminosidad.

Y en febrero de 1998, la innovación se democratizó todavía más, al presentar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM con un precio, si no barato, contenido, y con un intervalo de focales que lo hacía muy apetitoso por su polivalencia. Con el añadido de esa maravillosa estabilización, que nos "vacunaba" contra las fotos trepidadas cuando la luz flojeaba. Eran tiempos de película fotográfica, y si habías montado una diapositiva de ISO 100, con eso te quedabas, incluso en interiores o cuando se hacía de noche. Yo me apunté a la idea, respalda por alguna prestigiosa revista del sector en aquellos tiempos, vendí mi EF 28-80/3,5-5,6 USM, el primero de esa gama de focales y probablemente el más digno, y me compré el nuevo objetivo. Y me serví de él durante unos años. Aunque siempre sentí algo en su contra... aunque no muy pesado por estar construido en plástico, de buena calidad, pero plástico, era voluminoso. Y cansado. Unos años más tarde empezó mi deriva hacia los objetivos de focal fija como más idóneos para mi concepción de la fotografía.

Cuando llegó la fotografía digital, y compré mi primera réflex digital en diciembre de 2005, una Canon EOS D60 de segunda mano, lo acoplé a la misma y empecé a tirar millas. Pero en septiembre de 2006, en un viaje a Milán y los grandes lagos italianos, el mecanismo de selección de focal empezó a fallar. Salí adelante, pero cuando llegué a mi casa comprobé con pavor que el objetivo ofrecía muy escasa nitidez, especialmente en el lado derecho de la imagen (en fotografías horizontales). Sufría un descentramiento espantoso. Creí que se debería a la avería. Pero revisando fotografías retrospectivamente, siempre había estado ahí. A mí me había faltado criterio para observarlo.

Puse el objetivo en barbecho, me compré como sustituto el EF 24-105/4L IS USM, que sólo es un poquito menos amplio (x 4,375 frente a x 4,821 del más veterano), y que es mucho mejor, pero que he usado poco. Mucho bulto y peso para mi gusto.

La moda de los objetivos de larga amplitud focal se hizo más acusada. Y en estos momentos hay objetivos que flirtean con amplitudes de x10 o más, es decir, la focal más larga es 10 veces superior o más a la focal más corta; por ejemplo, 28-300 mm, que sería un x10,7. Todos ellos "parecen" muy convenientes por su polivalencia, pero suelen conllevar una serie de inconvenientes de los que no eres realmente consciente, si eras relativamente nuevo en el "negocio", hasta que adquieres experiencia. Peso y bulto más o menos elevados, calidad de imagen francamente disminuida con respecto a otros objetivos no tan ambiciosos, luminosidad muy escasa, especialmente en su extremo superior. Y carácter no físico sino psicológico, son malos "profesores". Nos hacen muy vagos. Nos acostumbran a no caminar y a no variar nuestro punto de vista recortando nuestra creatividad y visión.

En el mes de diciembre, expuse mi último carrete de película en color, un Kodak ColorPlus 200. Y tuve el capricho de desempolvar el EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, que arreglé en su momento, y calzarlo a la Canon EOS 650. Y me fui a pasear varios días aprovechando las matizadas luces de un benigno invierno, hasta ese momento. Y ayer me llegó revelado y escaneado por Carmencita Film Lab... y ahí se puede ver que todos los defectos del objetivo campan a sus anchas. Sí. Es cierto. Es polivalente... pero ¿compensa? A mí me parece que no. Ya he decido que desde este momento pasa al estatus de "pisapapeles".

Trasteando con mi "nuevo" SMC-M Pentax 50/1,4

Una de mis cámaras más queridas es la Pentax MX. Cámara mecánica, réflex, muy contenida de tamaño, mucho. Que funciona muy bien. Y que salió al mercado hace la friolera de 43 años, en 1976. Fue la más prestigiosa de la serie M, cámaras con montura de bayoneta K y tamaño muy compacto, aunque quizá las más populares fueron las ME y ME Super. La MX es totalmente mecánica, puede funcionar sin pilas, mientras que las ME son electrónicas, necesitan alimentación eléctrica, aunque suelen llevar una velocidad mecánica de emergencia, que suele coincidir con la de sincronización del flash. En agosto me la llevé como cámara principal en una escapada a Berlín, y volví muy satisfecho de los resultados.

El caso es que con la serie M de Pentax, también se produjo una renovación de la gama de ópticas de la marca, hacia modelos de calidad, pero de tamaño muy contenido. En aquella época, todavía era el objetivo de la marca alcanzar en calidad óptica a Carl Zeiss. Su tecnología de revestimiento de las lentes, SMC Super Multicoated, pretendía competir con las prestigiosas T* de las alemanas. Mientras que las fórmulas ópticas replicaban con bastante éxito los diseños más conocidos de Zeiss. La focal estándar, alrededor de la que se construía el resto del sistema, eran los 50 mm. De los que Pentax puso en el mercado cuatro diseños, todos ellos basados de una forma u otra en el diseño de los Planar de Zeiss. Aunque este diseño de finales del siglo XIX, aplicado a ópticas luminosas de f/2 o más abiertos, fue desarrollado inicialmente por Taylor-Hobson. Los 50 mm de Pentax tuvieron las luminosidades, con sus fórmulas ópticas [lentes/grupos], de f/2 [5/5], f/1,7 [6/5], f/1,4 [7/6] y f/1,2 [7/6]. Como se puede ver, cuanto más luminoso el objetivo, más complejo el diseño óptico. También más grande es el objetivo. Aunque manteniéndose en tamaños compactos. Yo tengo un SMC-A Pentax 50/2, que me vino con mi primera Pentax, P30N, que vendí. La "A" en lugar de la "M", indica que tiene posición para el automatismo con prioridad a la velocidad de obturación y automatismo completo de velocidad y apertura. Los "M" admiten los modos totalmente manuales y la prioridad a la abertura, pero no los otros dos. Después, con la Pentax MX me vino el SMC-M 50/1,7. Que está muy bien,... pero siempre supe que tenía una pieza no bien ajustada. Que no afectaba a la calidad óptica, pero... que se ha terminado de romper. Así que encontré por eBay una oferta muy buena de un SMC-M 50/1,4, y es el que he estrenado recientemente. Veamos los tres objetivos para comparar sus tamaños relativos.

He de decir que los tres están bien reputados ópticamente. Pero que hay diferencias de calidad en determinadas aperturas. Digamos que los resultados a f/2 o f/2,8 son mejores cuanto mayor es la apertura máxima. A las aperturas intermedias, óptimas, entre f/5,6 y f/11, todos buenos, con una elevada transmisión de la luz. Mucha gente se pirra por el 50/1,2; pero es mucho más caro, y solo aporta una luminosidad de 1/3 de diafragma, quizá algo más, por encima del f/1,4, y es más grandote. Hay que saber ver las cosas en perspectiva.

Tengo otros dos 50 mm f/1,4. Uno es el Nikkor S Auto 50/,14 con la Nikomat FTn, con 7 elementos en 6 grupos, pero dispuestos de forma diferente a los de Pentax. Es un diseño y construcción de la década de los años 60. Más pesado y grande. Nunca me he sentido muy cómodo con él. El otro es un objetivo de 1993 para Canon EOS, el Canon EF 50/1,4 USM, con el que sí que me he sentido a gusto muchas veces. Es un objetivo de enfoque automático, con motor ultrasónico, un verdadero adelanto e innovación en su época. Ahora muchos lo desacreditan... Pero tengamos en cuenta que todos estos diseños ópticos estaban pensados para la película tradicional y no para la captura electrónica. Y a sus aperturas ópticas funciona. Sí que es cuestionable la antigüedad de su diseño, ya que hay quienes dicen que no es más que una adaptación del FD 50/1,4 de 1971. Probablemente sea su punto de partida aunque con mejoras en los vidrios utilizados. Veamos mis 50 mm f/1,4.

Como veis, el Pentax, que está en el centro, con el Nikkor a la derecha y el Canon a la izquierda, es mucho más compacto.

La pregunta es... ¿lo has probado? ¿Va bien?

Como ya he comentado, es un objetivo de 1976... pensado para la captura con película fotográfica. Todavía no he revelado ningún carrete realizado con él. Pero seguro que va bien. Por supuesto que tendrá unas aperturas óptimas, f/5,6 a f/11, otras utilizables sin problemas cuando la luz falla, f/2 a f/4, la máxima apertura, para retratos o cuando la luz es extremadamente baja, pero que no tendrá la misma nitidez, y las aperturas más cerradas,... que no suelo usar. Cuando necesito una profundidad de campo extrema.

Las fotos que aquí voy presentando están hechas con una cámara digital, la Pentax K-S1, con un sensor de 20 megapíxeles. Vamos a relativizar la situación. Si en lugar de ser un sensor recortado de tipo APS-C fuera un sensor de 24 x 36 mm con la misma densidad de fotositios, se traduciría en una imagen de casi 45 megapíxeles. Id a ver en los catálogos de las marcas cómo son los 50 mm f/1,4 pensados para ese tipo de sensores. Sus tamaños. Y sus precios. Pues no. No da la misma calidad.

Usando aperturas óptimas, como f/8 u f/11, las primeras fotos que he mostrado, los resultados son más que razonables. Pero en cuanto abres el diafragma. Especialmente en las cinco últimas fotos que muestro, a f/1,4, aparecen todo tipo de problemas. Probablemente queda no poco residuo de aberración esférica. Y también aparecen problemas cromáticos en los límites entre zonas de alto contraste. Y la imagen en las esquinas se degrada bastante. Dejando a un lado, que a f/1,4, no es fácil enfocar si te aproximas lo suficiente al objeto de tu interés.

Lo cual no quiere decir que no sea aplicable a determinadas utilizaciones y con motivos bien elegidos. En peores plazas hemos toreado. De todos modos, mi intención es disfrutar con este objetivo de mi Pentax MX, y con ella se va a llevar estupendamente. Fueron hechos el uno para la otra. Literalmente.

Nuevo teleobjetivo de focal variable para micro cuatro tercios

Nunca he sido aficionado al teleobjetivo. Para el estilo de fotografía que hago yo, que tiene más de documental que otra cosa, el teleobjetivo no proporciona habitualmente el entorno del sujeto necesario para comprender la situación. Y un uso excesivo del mismo me resulta monótono. No quiere decir que de vez en cuando no venga bien usarlo, pero en un porcentaje relativamente pequeño de las fotografías que constituyen una serie, un reportaje... o lo que sea.

Para mi equipo viajero, basado en cámaras micro cuatro tercios, generalmente me he conformado con teleobjetivos cortos, como el 45/1,8 de Olympus en viajes, o el 45/2,8 Macro de Panasonic Leica para naturaleza. En un momento dado, en una venta outlet, tuve ocasión de adquirir por un precio tirado un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, con una calidad óptica sorprendentemente buena para su precio, aunque con una serie de desventajas en su construcción, en la rapidez del enfoque y en la apertura máxima. Con él me acostumbre a componer "panoramas" en fotografía de paisaje que me han funcionado muy bien. Y con el tiempo me ha llevado a entender que viene bien tener un teleobjetivo competente, no tan limitado en algunos momentos como este pequeño pero honesto objetivo. Que eso sí, tiene la ventaja de que puedes llevarlo en un bolsillo.

El sistema micro cuatro tercios ofrecía varias posibilidades tanto en focales fijas como variables. Me fijé en estas últimas. Tras comprender que las focales muy muy largas tienen un interés mucho más limitado para mí, por tentadoras que sean, las descarté. Probé el Lumix G Vario 100-300/4-5,6, que me pareció un objetivo muy honorable, pero con un interés limitado para mí. No necesitaba tanto, aunque... si pudiese ser. Vamos a ver las opciones:

La más económica, buscando bien en internet, es el Panasonic Lumix G Vario 35-100/2,8 Power OIS II. Buenas prestaciones ópticas, buena construcción, tamaño contenido para su luminosidad. Os recuerdo que sus focales son equivalentes a un 70-200 en formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm. La única desventaja que le encuentro es que no admite multiplicadores de focal.

La opción de Olympus, Olympus M.Zuiko Digital ED 40-150mm f/2,8 PRO, tiene más alcance, tiene la posibilidad de usar multiplicadores de focal, pero es mucho más grande y apreciablemente más caro. Mucho menos portable, que el anterior.

La opción más lujosa de Panasonic, Panasonic Leica 50-200mm f/2,8-4 ASPH, es algo más grande que el primero, más compacto que el segundo, no tiene una apertura constante, lo que facilita su tamaño contenido, aunque no compacto. Admite multiplicadores de focal. La calidad de imagen se anuncia excelente. Pero me salía prácticamente por el triple que el primero.

El último de los tres me parecía el más interesante... pero decidí que no tenía ningún sentido gastar tanto. Así que me conformé con el primero, porque además conseguí una buena oferta, muy por debajo de su precio de catálogo.

Lo he estado probando en los últimos días antes de llevármelo a Japón durante dos semanas. Paseando por los alrededores de Zaragoza, y también con un poquito más de acción en la tradicional bajada festivo-reivindicativa por el Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza.

Los resultados no han sido ningún misterio; el objetivo, en su segunda versión, funciona bien. Es sólido de construcción, de un tamaño contenido, muy competente ópticamente desde su plena apertura, aunque con más viñeteo del que yo esperaba, y razonablemente rápido, sin alcanzar los niveles de otros mucho más caros. En general un excelente compromiso, que no da pereza echarlo en la mochila en cualquier caso. En los últimos tiempos he sufrido una reactivización en mi tendinitis en el antebrazo derecho, una epicondilitis de las tradicionalmente llamadas "codo de tenista", aunque hace seis años que no juego en serio al tenís, y tres años desde la última vez que fui con mi sobrino. Llevar peso en esa mano puede ser un suplicio conforme pasa el rato. Pero el peso de este objetivo es suficiente llevadero como para pasar una mañana fotografiando con la cámara en la mano.

Ahora sólo me queda salir de viaje próximamente e intentar sacarle el mayor partido posible.

Por último, revelado en blanco y negro, un panorama realizado con este objetivo, una vista clásica del Ebro desde la pasarela del azud, uno de los usos más interesantes a los que dedico este tipo de objetivos. Incluso si no son vistas tan amplias como esta. Pero la posibilidad de aumentar la resolución final de la fotografía montando varias vistas parciales me parece muy interesante en determinadas ocasiones, y viene bien que el objetivo usado sea de buena calidad óptica.

Ensayando un teleobjetivo de focal variable para fotografía digital, montura micro cuatro tercios

Llevo un tiempo conflictuado. Lo reconozco. Nunca he sido un aficionado a la fotografía muy dado a utilizar teleobjetivos largos. Cuando salgo de viaje, siempre me viene bien un teleobjetivo corto, con un ángulo equivalente al de un 85 a 105 mm para formato de 24 x 36 mm de sensor o fotograma. Aunque en ocasiones me he llevado alguno más largo, nunca he aprovechado mucho esas focales y, en cualquier caso, nunca han sobrepasado el equivalente a un 180 o 200 mm en el formato mencionado.

Es cierto que para las Canon EOS de sensor de 24 x 36 mm dispongo del EF 200/2,8L USM II, que me ha acompañado ocasionalmente en alguna sesión de retrato y en fotografía deportiva, asociado en ocasiones a un duplicador de focal en este último caso.

Para los viajes, en un momento dado adquirí un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH Mega OIS, que me ha producido alguna satisfacción. Me costó barato, su calidad óptica es notable para el precio que tiene, es muy compacto y cabe en cualquier sitio. Pero es muy poquito luminoso y poco reactivo. Pero me ha dado alegrías, especialmente en la fotografía de paisaje, cuando monto imágenes más grandes a partir de unas cuantas tomadas con el teleobjetivo. Prácticamente no he realizado incursiones más allá de esa focal máxima, equivalente un 200 mm en el formato de 24 x 36 mm. Pero le estoy dando vueltas a adquirir su hermano mayor con el mismo intervalo de focales y apertura máxima f/2,8. Es más grandote, en su precio oficial casi cuadruplica lo que me costó el que tengo, pero está protegido para las inclemencias del tiempo, es más rápido, más versátil en su apertura máxima, y tampoco supone un peso y volumen excesivos.

Mientras, recientemente un buen amigo mío se agenció el Panasonic Lumix G Vario 100-300/4-5,6 Power OIS. Un objetivo que podríamos situar en una gama media, los hay más baratitos y sencillos que cubre esta gama de focales, y los hay bastante más caros. Había oído buenas referencias de él, pero la llegada al mercado de varios teleobjetivos de focal variable fabricado por Panasonic y firmados por Leica lo han dejado ensombrecido. Le pedí que me lo dejara. Nunca me he sentido atraído por estos intervalos de focales, que equivalen nada menos que a un 200-600 en el formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm, salvo en usos deportivos o naturalistas.

Lo he estado usando recientemente y he aquí mis impresiones. Las fotografías acompañantes en este artículo están tomadas todas ellas con este objetivo:

La nitidez y el contraste de la imagen son buenos. Quizá no alcancen la brillantez de esos nuevos Panasonic Leica, pero no habrá mucha gente que aprecie realmente la diferencia. En la mayor parte de los usos, con ampliaciones moderadas de la foto será casi inapreciable. De hecho, en su focal y aperturas comunes a 100 mm, tampoco se diferencia mucho en calidad de mi pequeño 35-100.

Es razonablemente ágil pero no es un objetivo de carreras. Con la Panasonic Lumix G9, que en estos momentos es el cuerpo de cámara más ágil de la marca para micro cuatro tercios, los seguimientos del enfoque automático continuado en objetos móviles como corredores o ciclistas son buenos pero no infalibles.

Está bien construido, pero no tiene el nivel de solidez ni de protección contra las inclemencias del tiempo que sería de desea para un objetivo cuyo usuario potencial es el fotógrafo de naturaleza.

Tiene un precio bastante razonable.

Aunque he obtenido algunas fotografías razonablemente interesantes, buscando el motivo adecuado, no me veo con él como un objetivo cuyas focales vaya a precisar con frecuencia. Algún espectáculo deportivo y algo de fotografía de naturaleza. Para macro, le falta un enfoque mínimo más corto para que tengo real utilidad en la fotografía de aproximación.

En fin... que en estos momentos no me veo con ganas de efectuar un desembolso para cubrir esta gama de focales. Y si considerara oportuno disponer de ellas, creo que sería más versátil el moderno Panasonic Leica con focales 50-200/2,8-4 y que admite el uso con un multiplicador de focal, que permitiría llegar a los 280 mm, muy cerca de los 300 mm del objetivo probado. Pero es mucho más caro. Incluso si sumamos el coste del 35-100/2,8 más el 100-300/4-5,6. A cambio tiene más calidad óptica, una construcción muy más resistente, y sólo llevas un objetivo y no dos. En fin... ya veremos.

Laowa C-Dreamer 7,5 mm f/2 de Venus Optics para M4/3

La mayoría de las fotografías que hago con mi equipo micro cuatro tercios (M4/3) corresponden a focales comprendidas entre angulares medios o moderados a teleobjetivos cortos. Si hace mal tiempo y el pongo al cuerpos de la Panasonic Lumix G9 el Olympus M.Zuiko Digital 12-40/2,8, equipo resistente a la lluvia y a otras inclemencias del tiempo, poco necesito más. Y si hace buen tiempo, muchas veces me conformo con llevar un par de ópticas fijas, el Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH y el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8. También me bastan. En los últimos tiempos he usado con más frecuencia que antes el Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, pero sobre todo ha sido para componer paisajes de alta resolución con varios fotogramas realizadas con una focal teleobjetivo, pero que al unirse conforman una imagen propia de una focal más corta. Es lo que hay. Pero de vez en cuando, generalmente en interiores o en determinados paisajes, hecho de menos alguna focal más corta, lo que se llama un super gran angular. Cuando visité Japón me compré, por poco dinero, el Olympus Body Cap 9 mm f/8 Fish Eye, objetivo de plástico, vendido más como accesorio que como óptica, pero que incluye una lente gran angular de apertura fija, y cierta capacidad para enfocar dentro de unos intervalos. Me ha sacado de algún apuro en alguna ocasión, he conseguido hacer algunas fotografías muy expresivas, pero su calidad general es muy limitada, en nitidez y resolución. Sin entrar ya en la conveniencia o no de la geometría propia de un ojo de pez.

El nuevo objetivo queda muy bien y muy equilibrado con esta E-M5 de Olympus. Y lo ponemos acompañado de otros miembros de su nueva familia.

El hecho de que use de vez en cuando este 9 mm de Olympus, y que me sintiese insatisfecho con los resultados en más de una ocasión, hicieron que se me pusiese la mosca detrás de la oreja sobre la posibilidad de hacerme con un super gran angular. Pero tenía que tener unas condiciones. La geometría del ojo de pez está bien, pero a la larga cansa; mejor rectilinear. Habría de tener un óptica razonable, de vidrio óptico, con aro de diafragma. Con focales muy cortas, me da igual que sea de enfoque automático o manual; pero en este último caso, mejor con una escala de distancias. Incluso con intervalos de profundidad de campo para enfocar por zonas. Y que no me hiciese un roto en la libreta de ahorro, puesto que al fin y al cabo, no es una focal de uso continuado.

En la entrada de ayer de mi cuaderno de ruta (carloscarreter.com) ya se veían paisajes en blanco y negro. Hoy pongo los paisajes en color.

Hace un tiempo vi la posibilidad. Se trata de un objetivo de Venus Optics, una empresa con sede en Hong Kong, pero que manufactura en la China continental, y que lleva un tiempo adquiriendo un cierto prestigio con objetivos con buenas cualidades ópticas, construidos sólidamente en metal, con focales muy específicas, que cubre nichos no siempre bien cubiertos por otras marcas, y cuyas ópticas más cortas, los super grandes angulares, tienen fama de tener niveles de distorsión muy escasos. Incluso se promocionan como de distorsión 0. Lo cual es mucho decir para focales tan cortas, que es difícil que no presenten un mayor o menor grado de distorsión en barril o, pero todavía, más difícil de corregir durante el revelado, en bigote.

En un momento dado, apareció un objetivo exclusivo para M4/3, un Laowa C-Dreamer 7,5 mm f/2, que me llamó la atención. Por varios motivos. Está diseñado exclusivamente para M4/3, mientras que otros objetivos son diseñados para el fotograma completo o para el fotograma APS-C y simplemente tienen una montura adaptada. El caso es que estos últimos no siempre son óptimos para M4/3. La focal es realmente corta. Equivale a un 15 mm en el fotograma completo (24 x 36 mm). Está construido en metal, con todas las condiciones señaladas anteriormente. Es muy luminoso. Un diafragma f/2 hace que sea planteable, con ese ángulo de vista, incluso apuntar al cielo para fotografías astronómicas, con cierta comodidad.

Lo recibí el sábado por la mañana, y he dedicado una parte del sábado por la tarde y del domingo por la mañana a probar el funcionamiento, y obtener mis primeras impresiones. Realmente está solidamente construido, de metal, con una rosca para filtros de 46 mm, aunque el aro que monta mi polarizador es excesivamente recio y produce un viñeteo mecánico. Pero no es infrecuente que estos grandes angulares extremos carezcan de la posibilidad de montar filtros, o exijan dispositivos especiales. La rueda de enfoque manual, el objetivo es totalmente mecánico, sin contactos eléctricos de ningún tipo, gira bien, sin ningún problema. Pero no es muy comunicativa. Tiene grabadas algunas distancias de enfoque, entre la mínima de 0,12 metros y los 0,5 metros. Pero de ahí pasa al infinito. La rueda gira más allá de la marca de infinito. Con las enormes profundidades de campo que dan estos objetivo, es difícil evaluar todavía la precisión del enfoque.

Callejeando con la E-M5, he optado por una versión en blanco y negro de la fotografía, que ya previsualicé en el momento de la toma.

Tiene una escala de profundidad de campo, pero como es objetivo es pequeñito y ligero, no tiene espacio para las marcas de todas las aperturas, que van de f/2 a f/22 en pasos completos. Un poco absurdo el f/22. No es necesario para nada. De hecho, dudo que lo use nunca por encima de f/8. Es introducir tontamente una disminución de la nitidez por culpa de la difracción. En cualquier caso, una vez que encuentras haciendo pruebas el punto de hiperfocal para f/5,6... se convierte en un objetivo de apertura fija, que sólo modificas cuando quieres hacer fotografía de aproximación. La escala de reproducción a la distancia de enfoque mínima es normalita, 0,11:1 o 1:9 (nueve milímetros en la realidad se reproducen como un milímetro sobre el captor de imagen).

Pero bueno,... todo esto está muy bien. Pero, ¿y la calidad de imagen? Teniendo en cuenta que me ha costa algo menos de 500 euros, y que as focales similares en otras marcas sería bastante más caras si existiesen, no está mal. Se observa una pérdida, esperable, de nitidez en las esquinas a máxima apertura. Un viñeteo apreciable a estas mismas aperturas, y una distorsión en barril, fácil de corregir en el procesado digital. Pero globalmente tiene una calidad bastante buena, muchísimo mejor que el body cap de Olympus que venía utilizando. No reproduce los colores con la misma calidad que los Olympus, algo fríos pero fieles, o los Panasonic, algo más cálidos pero fieles. Me da la impresión, pero ha de confirmarse con el uso futuro, que también tiende a tonos cálidos, algo menos fieles que los de Panasonic, pero razonables. Como digo, impresiones iniciales que hay que confirmar.

Como se puede ver en las imágenes que ilustran el artículo, estuve paisajeando el sábado por la tarde, con imágenes en blanco y negro y en color, montado sobre la Panasonic Lumix G9. En seguida te familiarizas, ajustas el enfoque a la hiperfocal, y de lo único que te preocupas es de componer correctamente, que no es fácil con una focal de estas características. El domingo por la mañana, lo monté sobre la Olympus OM-D E-M5, con el fin de hacer reportaje callejero. Y el uso no es tan sencillo,... o es que esta noble cámara ya acusa demasiado el trote que le he dado. Si uno de los motivo de comprar la Lumix G9 fue algunos problemas de fiabilidad, concretamente el hecho de que de cada 20 fotos una quedaba negra como si no se abriese el obturador, en esta ocasión me ha sucedido con una de cada 10 fotos o con más frecuencia. 

Luego está la cuestión de que las condiciones de luz eran muy contrastadas, había que corregir constantemente la luz buscando un punto óptimo, teniendo en cuenta que según la información del histograma parecía que o bien te cargas parte de las sombras o de las luces. Mejor preservar las luces. Luego el compruebas que el archivo raw tiene más latitud de exposición y salvas la situación. Pero se nota que la G9 es una cámara más avanzada que la E-M5. Eso sí... cuando callejeas, la amplitud del ángulo de vista hace que mucha gente ni siquiera sospeche que entra en el cuadro de la foto cuando encuadras para hacer la foto.

Mis impresiones generales son bastante positivas. No será un objetivo para uso continuo, ya he dicho que mis focales preferidas son otras, pero sí que intentaré sacarle partido. Y divertirme con su uso. Que no será difícil.