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Super-Multi-Coated Takumar 1:2/35 mm de Pentax - Montura M42 adaptable a casi todo tipo de cuerpos de cámara

Hace unas semanas me regalaron un aro adaptador de objetivos con montura de rosca M42 a cuerpo de cámara con bayoneta K. La montura de rosca M42 fue muy popular hasta los años 70, e incluso después. Adoptada por Asahi Pentax, Fujifilm y otros fabricantes japoneses, fue también común, casi un estándar, entre los fabricantes de detrás del telón de acero como Praktica, Zenit, Pentacon o algunas Contax. De hecho, fue desarrollada en Alemania por Carl Zeiss, aunque tras la guerra usada fundamentalmente por la división alemana oriental de Jena, y abandonada por la de Oberkochen en la Alemania Occidental.

Por lo tanto, hubo muchos objetivos y cámaras aptos para montar este tipo de sistemas. Sin embargo, con el tiempo quedó en desuso. El cambio de objetivos con montura de rosca es mucho más lento que los de bayoneta, por lo que pasó a ser un sistema de aficionados, mientras que los profesionales usaban todo tipo de bayonetas. La puntilla al sistema, aunque duró tras el telón de acero todavía un tiempo, se la dio Asahi Pentax cuando en los años 70 adoptó la montura K.

Pero la montura M42 tiene una característica que hace que sus objetivos puedan ser usados en la actualidad prácticamente por casi todos los cuerpos de cámara réflex y o sin espejo con los correspondientes adaptadores. La distancia entre el plano focal y la montura del objetivo era relativamente grande. Así que todos los viejos objetivos, muchos de los cuales tenían calidades más que aprecibles para su época, son utilizables hoy en día.

Con la llegada del adaptador mencionado, más otro que permite conectar los objetivos M42 a los cuerpos Canon EOS que me hicieron llegar también en estos días, sumado al adaptador de bayoneta K a cuerpos micro cuatro tercios, me hice con un objetivo Super-Multi-Coated Takumar 1:2/35 mm de Pentax, que puede utilizar indistintamente con cuerpos Pentax, para película tradicional o digitales, Canon EOS, y Olympus y Panasonic micro cuatro tercios.

El "nuevo" objetivo, que tiene más de 40 años, con los tres adaptadores que me permiten usarlo en todas mis cámaras de objetivos intercambiables, menos las de formato medio.

Lo he calzado con las siguientes cámaras:

De las llamadas de "formato completo", es decir, para fotograma de tamaño 24 x 36 mm sea digital o para película tradicional de 35, en las cuales el 35 mm actúa como estaba previsto en su diseño inicial, un gran angular moderado y luminoso.

Takumar 35 mm sobre cuerpo Canon EOS 5D Mark II.
Takumar 35 mm sobre cuerpo Pentax MX.

De las llamadas digitales con "formato APS-C", es decir, para fotograma de 25,1 + 16,7 mm (aproximadamente), en las cuales el 35 mm actúa como un objetivo estándar, equivalente a un 52 mm en "formato completo". También bastante luminoso.

Takumar 35 mm sobre cuerpo Pentax K-S 1

De las llamadas digitales "micro cuatro tercios", es decir, con un fotograma de 18 x 13,5 mm, en las cuales el 35 mm actúa como un teleobjetivo corto, equivalente a un 70 mm en "formato completo"... con la misma luminosidad, f/2, que los anteriores.

Takumar 35 mm sobre cuerpo Panasonic Lumix GM5, minúsculo, escondido tras el objetivo, y tras el SMC-A Pentax 1:2,7/35 mm para bayoneta K, que tengo desde hace un tiempo.

Veamos como son las características principales de su uso. Los ejemplos proceden de su uso con la Canon EOS 5D Mark II y con la Pentax K-S1.

No me voy a extender mucho describiendo el objetivo, que es grandotillo para los estándares de su época, pero pequeñito comparado con los actuales. Hecho en metal, da una innegable sensación de solidez. Aunque tiene defectos cosméticos en la pintura y esmaltes exteriores derivados del uso, las lentes parecen muy bien cuidadas, y no se aprecia polvo u otro tipo de sustancias en su interior. No se aprecian golpes, ni rayas en las lentes.

Tiene un cómodo aro de enfoque, amplio, en posición adelantada, tras el cual vemos la escala de enfoque en pies (ft, azul) y en metros (m, amarillo). Hay una escala de profundidades de campo que no es la más cómoda de las que he usado, pero es suficiente para manejarse. Incluye las marcas para 4, 8, 11 y 16. f/11 está sin rotular, y f/5,6 brilla por su ausencia. Hay una marca para corrección con película infrarroja. En la escala de distancias, las de 5 metros y 15 pies están en naranja, y corresponden a la distancia hiperfocal propuesta para f/8. En posición trasera encontramos la rueda de diafragamas, con valores entre 2 y 16, con el 8 en naranja, para alienearlo con las distancias hiperfocales mencionadas anteriormente.

Hay un último selector con las opciones auto y manual, que tiene sentido según con el cuerpo que se empareje, ya que permite en ocasiones la operación con el diafragma permanentemente abierto, tanto para medir la luz como para enfocar, hasta el momento de disparar el obturador. Pero nosotros nos acostumbraremos a enfocar con el diafragma abierto y después medir la luz con el diafragma cerrado. Parece más liado que lo que resulta en la realidad.

Vamos al grano. A hacer fotografías.

Primero con la Pentax K-S1. En esta, siendo de formato APS-C, el objetivo se comporta como un estándar; longitud focal equivalente en 24 x 36 mm de 52,5 mm. La escala de profundidades de campo no está adaptada a este funcionemiento. Así que enfocaremos con el diafragma totalmente abierto, y luego cerraremos para medir la luz y hacer la fotografía. No hay que darse prisa, pero a cambio las fotografías quedarán bien.

Si sois buenos estimando la distancia de enfoque, la cosa va más rápida, y podéis mantener el diafragma cerrado a su valor de trabajo constántemente. Si este es de f/8 o más cerrado, ligeros errores en la estimación de la distancia del objeto no tendrán graves consecuencias, pues se verán compensados por la profundidad de campo a esos valores.

La calidad de lo que está desenfocado, el famoso "bokeh", es aceptable, siempre que el fondo no esté muy sobrecargado. Los puntos más luminosos se convierte en círculos con un borde destacado, lo cual a unos gusta y a otros no. Las características del desenfoque son muy similares a las de otros objetivos de la época similares.

En cuanto a los colores, he de decir que yo suelo aplicar en un porcentaje muy alto de las fotografías digitales un preajuste de VSCO, de los que vienen en su paquete gratuito el VSCO Film 00, el Kodak Gold 100. A partir de él, reajusto los valores hasta que me gusta la fotografía. En general, los colores obtenidos me parece vivos e agradables. Una de las posibles pegas que se achacan a este modelo es muy curiosa. Uno de los elemento del esquema óptico contiene en su composición una sal radioactiva, quizá óxido de torio. No es peligroso para la salud. Pero en ocasiones produce que los elementos del objetivo amarilleen, dando una dominante no satisfactoria a la fotografía. Yo no he observado tal efecto con mi unidad, o bien el efecto es pequeño y se ve compensado por el hecho de usar el ajuste de equilibrio de color automático. De momento, considerémoslo más una curiosidad que otra cosa.

Vamos allá con su utilización en la Canon EOS 5D Mark II, en la que para empezar, se comportará auténticamente como un angular moderado, de acorde a su focal de 35 mm.

Para empezar, aquí podemos empezar a imaginar cómo aprovechar su máxima apertura bastante amplia para utilizar desenfoque selectivos, separando el primer plano del fondo de la imagen.

No obstante, en este terreno nos encontraremos con los principales problemas de utilización de este objetivo. En primer lugar, porque como suele suceder con los objetivos angulares de diseño antiguo sobre los modernos captores de imagen, el viñeteado es muy pronunciado. Pero notablemente. A f/2 se nota muchísimo, y en mi opinión subjetiva no se hace inapreciable hasta f/5,6.

Creo que asociado a eso se produce otro fenómeno, aunque todavía no lo sé explicar correctamente. A estas aperturas más abiertas, se produce ante una misma escena, con la misma cámara y con el mismo sistema de medición de la luz una subexposición. Si a f/2 obtenemos una medición de 1/1600 s, a f/5,6 esperarías una medición de f/200. Entre f/5,6 y f/16, las mediciones las podemos considerar consistentes. Pero si obteniendo como referencia la medición realizada a f/5,6, a f/4 hay incrementar el tiempo de obturación en el equivalente a 1/3 de paso, a f/2,8 a 2/3 de paso, y a f/2 habrá que compensar un paso entero. Esto de momento me parece que es así en las dos cámaras con las que he probado. Como el error es sistemático, es fácil de corregir.

La calidad, como sucede en los objetivos angulares antiguos, se degrada con facilidad en los bordes y en las esquinas, aunque cuando cierras el diafragma la imagen es bastante aprovechable, aunque desde luego nunca con la calidad de los objetivos modernos. A ver... que por algún motivo este objetivo se puede conseguir por entre 100 y 140 euros y un Sigma 35 mm f/1,4 Art cuesta en Amazon.es 800 euros, y un Canon EOS 35 mm f/2 IS USM cuesta entre 570 y 590 euros en el mismo portal de ventas... Esto no es así porque sí. Pero si vas a moverte con ampliaciones moderadas hasta DIN A3 o similar te podrás defender.

En Lightroom o en Photoshop es posible que tengamos que perder algún tiempo, no demasiado, en corregir algunos artefactos de color, especialmente cuando tengamos objetos oscuros sobre fondos muy claros en las esquinas. Y desde luego, tendremos que afinar el enfoque. Cuidado con atribuir al objetivo lo que no es más que una mala técnica personal a la hora de enfocar el objetivo. Pero una vez dominados estos conceptos, se pueden hacer fotografías con comodidad. ¿Cuál es la dinámica que sigo yo?

Sencilla, si quiero separar el sujeto de su entorno, abro al diafragma de trabajo, enfoco y mido lo luz, y hago la fotografía. Si busco, profundidades de campo más amplia, enfoco por zonas o utilizando la hiperfocal. Buena parte de las fotografías que traigo las he hecho alineando las marcas naranjas: f/8, enfocado a 5 metros.

Otra cuestión es lo que pasa cuando nos encontramos en un contraluz, y el sol o una fuente de luz intensa entra en el cuadro de la fotografía. El objetivo viene de nominado como Super-Multi-Coated, lo cual quiere decir que presenta los revestimientos múltiples de Pentax, que pretendían en su época competir con los T* de Carl Zeiss.

Debería haberle puesto a este objetivo el parasol que tengo por ahí adecuado para el mismo. Diámetro de rosca de 39 mm y apto para 35 y 50 mm de focal. Rígido. pero no lo he encontrado. El caso es que sin él, cuando entra la luz en el cuadro, las cosas van regular. En general se producen pérdidas de contraste y alguna que otra luz parásita. Si se intenta arreglar, los colores es difícil dejarlos en su sitio. Que conste que con objetivos Pentax más modernos me pasa de forma similar... En algún momento, el tema de los revestimientos no le acaba de funcionar a Pentax... en los últimos 50 años. Así que tendremos que ser prudentes. Y localizar el maldito parasol.

Qué podemos concluir después de esta prueba. ¿Merece la pena usar uno de estos objetivos? Pues depende... Si quieres tener una única óptica para varios sistemas, es una opción razonable. Es difícil que la use en el micro cuatro tercios... Un "70 mm" f/2, cuando ya tengo algún excelente 45 mm f/1,8 o f/2,8 Macro, que hacen un "90 mm" equivalente,... no le veo la necesidad. Pero la posibilidad de usar un gran angular luminoso en la Pentax MX o en la Canon EOS 5D Mark II de vez en cuando, sin arruinarme, no me parece mala idea en absoluto. Y no dudo que también le puedo dar uso como estándar para la Pentax K-S1, más luminoso que el 35 o el 40 que tengo ahora. Y por una cantidad de dinero muy llevadera. Es cierto que cada vez me tira más la idea de un 35 mm potente para la EOS... o para la Leica. Pero habrá de ser para una o para otra. La vaca no da para las dos. ¿Y cuando pienso en los Summicron o en los Summilux alemanes... pues creo que la EOS puede defenderse muy bien con el Takumar, oye? Además, si no necesito la luminosidad del Takumar, siempre le puedo poner el 24-105 mm f/4. Veremos.

Os dejo unas cuantas fotos más de esta misma mañana.

Leitz Summicron 50/2 retractil - Por qué sí, pero por qué no

En estos momentos, Leica es una marca que se identifica con el alto nivel de calidad de sus productos, especialmente por sus reputadas ópticas, pero también con cierto esnobismo, con el capricho de tener un objeto caro, muy caro. Sus cámara duplican el precio de otras de similares características básica, sus objetivos duplican, triplican o cuadruplican los precios de la competencia. Arrastra una historia prestigiosa, en la que numerosos reporteros gráficos usaron sus leicas como herramienta de trabajo discreta y eficaz, aunque también tuvo momentos en los que estuvo a punto de desparrecer como consecuencia del reinado absoluto de las cámaras réflex entre los profesionales.

Hoy en día vive una segunda edad de oro, con una gama de productos muy amplia, como nunca la había tenido, sintiéndose al mismo tiempo orgullosa de mantener sus tradiciones. Y con muchos de sus usuarios como principales voceros de las presuntas cualidades de las cámaras del punto rojo. Pero ¿realmente mantienen sus tradiciones tan fielmente como dicen? Hagamos un repaso.

Yo tengo una Leica IIIf de 1951, una cámara que básicamente responde al diseño original de Oskar Barnack, aun siendo probablemente el modelo más avanzado de los que son evolución directa de aquella “Ur-Leica” de 1914.

Barnack era ingeniero de la empresa Leitz, que en aquellos momentos se dedicaba a hacer microscopios. A Barnack le gustaba el aire libre, los paseos por el campo y por el monte. Y hacer fotografías de los paisajes que visitaba. Pero tenía algún problema de salud, probablemente de tipo asmático, que hacía que le resultase penoso cargar con mucho peso. Con sus conocimientos de óptica y de mecánica, decidió aplicarse al diseño y construcción de una cámara ligera, que aprovechase como material sensible la película en rollos de 35 mm de ancho con doble perforación que se usaba para la filmación de pelìculas cinematográficas, concibiendo un fotograma horizontal con el doble de superficie que los fotogramas de cine. Frente a los 24 x 18 mm de estos, tendríamos un fotograma de 36 x 24 mm. Pequeño para lo que se llevaba en aquellos momentos. Necesitaría una notable ampliación para conseguir una copia de un tamaño razonable; por lo tanto, para conseguir una definición razonable la óptica tendría que ser de muy buena calidad, y usar la películas con el grano más fino posible. No es una cámara que fuesen a usar los profesionales, pero un aficionado la usaría por su portabilidad, ya que dotada de un objetivo retráctil, podría llevarse sin muchos problemas en el bolsillo de un abrigo, chaquetón o chaqueta. Sería algo más pequeña que el modelo que he mostrado anteriormente, ya que en un principio no llevaban visor con el telémetro de coincidencia usado para enfocar. Utilizaban visores más sencillos, y se enfocaba por estimación de la distancia a la que se encontraba el sujeto.

La guerra mundial dejó aparcadas la posibilidad de comercializar un aparato de estas características, cosa que sucedería a mitad de la década de los años 20, con un objetivo estándar de 5 cm de focal, y una formulación óptica que recordaba a los Tessar de Carl Zeiss, aunque se argumentó que no era tal ya que el diafragma estaba situado en otra posición. El Elmar 5 cm 1:3,5 que aparece retraído en la fotografía es básicamente un objetivo con esta formulación, aunque fabricado 25 años más tardes con recubrimientos antirreflejos en las lentes, que además usaban mejores vidrios ópticos. Pero la misma fórmula de 4 elementos en tres grupos.

El caso es que, aunque concebidas para el mercado aficionado como cámaras de calidad, su discreción y portabilidad atrajo a algunos profesionales, especialmente reporteros gráficos y fotógrafos documentalistas que veían en estas cámaras un instrumento ligero y poco llamativo en tiempos y lugares turbulentos. Eso sí, pronto empezaron a echar de menos ópticas más luminosas, especialmente cuando la competencia, Carl Zeiss, empezó a sacar a la luz esos diseños Sonnar, y luego, con los modernos revestimientos antirreflejos, las variantes de los Planar, que ofrecían calidad con aberturas máximas más luminosas que ese 1:3,5 de los Elmar de Leica.

Leitz comenzó a comercializar algunos Summar y Summitar a 1:2, e incluso algunos Xenon y Summarit a 1:1,5. Eso sí. Los profesionales tenían que elegir. Entre las buenas prestaciones en todo el rango de aberturas, con una abertura máxima modesta, u objetivos más luminosos pero con prestaciones ópticas más flojas. Hasta que llegaron los primeros Summicron, nombre que se quedaría establecido ya para siempre para las luminosidades de 1:2, y que sería y es sinónimo de altos niveles de calidad.

El primer Summicron, que es el objetivo que en este artículo nos interesa, era también un objetivo retráctil, como el Elmar. Más voluminoso claro. Y se fabricó tanto en la montura tradicional de rosca como en la novedosa montura de bayoneta M que surgió en los años 50. A continuación vemos un ejemplar que he estado probando estas semanas atrás montado sobre mi Leica M2.

La leicas de la serie M eran cámaras mucho más agradecidas de manejar que las de generaciones anteriores. Su accionamiento era mucho más rápido, su telémetro más cómo, su precisión elevada. Pero a cambio tenían un problema. Ya no eran tan pequeñas como sus antecesoras. Ya no eran tan sencillas de llevar en el bolsillo del chaquetón. Todavía podían ser transportadas con discreción, pero habían crecido de tamaño.

Veamos una comparación entre las dos anteriores.

Se nota la diferencia, ¿no?. Quizá el diseño básico sea el mismo, pero con un tratamiento a base de esteroides. Sin embargo, que la óptica fuera retráctil seguía siendo una ventaja a la hora de mantener un equipo compacto durante el traslado del mismo. Realmente, en la concepción inicial de Barnack estaba que los objetivos de las leicas fueran retráctiles para que mantuvieran al máximo su tamaño compacto. Sin embargo, el Summicron pronto recibió mejoras en sus características ópticas. Y dado que las cámaras habían aumentado de tamaño,... también en sus características mecánicas, y todas las generaciones posteriores de los 50 1:2 de Leica han sido objetivos no retráctiles, más voluminosos. De una calidad estupenda, en algún caso casi podríamos decir que insuperada durante mucho tiempo para el formato de película de 35 mm. Pero alejándose del concepto original de la Leitz Camera.

Conociendo la existencia de este objetivo, y que sus prestaciones, aunque inferiores a las de posteriores generaciones, son más que dignas, siempre me ha apetecido tener uno, por la polivalencia y la transportabilidad del equipo. Incluso montado sobre un modelo digital, todavía más voluminoso y pesado.

La introducción de la electrónica necesaria para mantener la toma digital han hecho que las leicas de la serie M digitales hayan engordado. A continuación podemos ver una de ellas, con un objetivo Carl Zeiss Biogon-C 35 1:2,8 ZM, que es de lo más compacto que podemos poner en estos días. Si lo comparamos con la fotografía anterior, vemos que sigue el proceso de aumento de tamaño. Ya no estamos hablando de un equipo compacto, aunque sea mucho menos voluminoso que un sistema réflex digital de similares características.

Poco antes de mi reciente viaje a Suiza, una persona a quien conocí no hace mucho me propuso venderme uno de estos Summicron retráctiles. La verdad es que el aspecto cosmético del objetivo es excelente. No se ven prácticamente defectos ni en las lentes ni en los componentes mecánicos. El único pero que se le podría poner desde el punto de vista cosmético es que la escala de distancias estaba en pies y no en metros. Era un objetivo que había sido destinado a su venta en Estados Unidos, que fue comprado por un español caprichoso allí, utilizado escasamente, y ahora un descendiente que no se interesa por la fotografía dispuesto a venderlo.

Con otro modelo, y con una buena oferta económica, me hubiera decidido de inmediato. Pero había leído lo suficiente sobre este objetivo para ser cauto. De hecho, la recomendación de los conocedores es universal. O lo compras en un sitio de absoluta confianza que describa con precisión sus características, o exiges poder probarlo previamente. ¿Por qué? Ahora lo explico.

El objetivo tenía unas características envidiables desde el punto de vista óptico y mecánico. Pero también tenía dos puntos débiles que han hecho que este modelo en concreto de Summicron no envejezca bien. Por un lado, las lentes frontales, las más expuestas, están fabricadas con un vidrio óptico muy blando, que se raya con facilidad. El acúmulo de rayas de limpiado, que pueden ser incluso poco apreciadas, da lugar a una pérdida de contraste en la imagen. Por otro lado, al igual que otros modelos de la época, los cementos y los lubricantes usados en aquel momento se van evaporando poco a poco y depositándose sobre la superficie de las lentes, produciéndose lo que los anglófonos llaman un aspecto “hazy” o “foggy”. Es decir, brumoso o neblinoso. Se pierde contraste y definición cuando se llega a determinados niveles. Y esto puede suceder incluso con un objetivo de aspecto inmaculado. Es uno de esos motivos por los que se recomienda conservar el material fotográfico en lugar seco y a temperatura constante no extrema.

Produciéndose la oferta en vísperas de mi viaje a Suiza, sugerí la posibilidad de probarlo durante el mismo… negociamos las condiciones,... se aceptaron las propuestas,... y he aquí algunos resultados.

No sé si se aprecia del todo bien. Creo que sí. Las fotografías están tomadas con la Leica M2 calzada con el Sumicron 5 cm 1:2 retráctil en pruebas. La película es Kodak Tri-X expuesta a su sensibilidad nominal, revelada en Tetenal Ultrafin a 20 ºC a una solución 1+4 durante 7 minutos. Las condiciones son las mismas que para las fotografías de mis últimas recomendaciones semanales, salvo que en las de esa entrada usé el Carl Zeiss Biogon-C 35 mm 1:2,8 ZM.

Existe una diferencia fundamental. Las fotografías realizadas con el Summicron tienen un contraste menor que las del Biogon-C, incluso cuando las condiciones de la toma era de más contraste, y se aprecia en torno a las altas luces una sensación de difuminado, la famosa neblina o bruma de la que antes hablaba, que se puede aplicar tanto al aspecto de las lentes, como a las de las fotografías tomadas con ellas. Es decir, a pesar del buen aspecto cosmético del objetivo, este no está en las mejores condiciones para ser un buen útil fotográfico, salvo como objetivo de efectos especiales. Y para eso no me interesa.

El mismo efecto lo he observado a la vuelta con algunas fotografías realizadas con la Leica M-E digital. Quizá incluso de forma más marcada. Por lo tanto la conclusión es clara. Es un tipo de objetivo que por su concepción y diseño me encantaría tener, pero con estas prestaciones ópticas, no. Y menos a los precios que se suelen ver cuando están en buen estado cosmético. Una pena… ¿verdad? El potencial vendedor se sintió muy decepcionado. Pero ha visto los resultados brutos de las fotografías realizadas y ha comprendido la situación…

Me despido con esta fotografía tomada con la Leica M-E digital, en la que el contraste está corregido, pero que no se puede evitar apreciarse la sensación de bruma en las altas luces, efecto que nunca he observado por ejemplo en el Carl Zeiss Planar 50 1:2 ZM, y sí en el Industar-22, el 50 mm 1:3,5 de fabricación soviética, muy inferior de partida a todo lo que estamos hablando aquí. 

Pentax SMC Soft 85 mm 1:2,2 - Objetivo "soft focus"

Cuando os hablaba hace unos días de mi última incorporación al "establo" de objetivos Leica, os mostraba un par de fotografías del chisme acoplado a sendas cámaras alemanas, y estas fotografías tenían un aspecto curioso. Parecían no estar bien enfocadas. La imagen estaba difuminada. Esta apariencia no estaba conseguida mediante artificios informáticos. No había extraños procesado en Photoshop, o mejor dicho en Lightroom o Affinity Photo, que es el software que vengo usando últimamente. Eran fotografías tomadas así directamente en la cámara. Y es que con el Summarit de Leica viajó hasta mi casa un objetivo para el "establo" de Pentax que hace tiempo que había despertado mi curiosidad. Se trata de un objetivo del tipo de los llamados "soft focus". Ahora os comento más sobre él. De momento, veamos que aspecto tiene la bestia.

Os mostraré sus características principales montado sobre una Pentax MX. No es que sean exactamente contemporáneos ya que la cámara se fabricó entre 1975 y 1985, mientras que el objetivo data del período entre 1986 y 1990. Pero en principio está más asociado a la tecnología de aquella época que a la actual.

El objetivo no es muy grande, pero la cámara es realmente una de las réflex más ajustadas de tamaño, y el conjunto tiene un aspecto cabezón. Especialmente por el amplio tamaño de las lentes del objetivo, dos lentes en un grupo, que se sitúan en la parte frontal, por delante del diafragma. Una fórmula extremadamente sencilla. La base del efecto "soft focus" o "flou artístico", como se le ha llamado en nuestro país, es que la fórmula óptica del objetivo no corrige la aberración esférica, que hace que los rayos de luz que atraviesan el objetivo por distintos puntos no confluyan en el mismo plano, en el de la película. Como la abertura máxima es relativamente elevada, f/2,2, el diámetro de las lentes es amplio, aunque la rosca de filtro se limita a un conveniente diámetro de 49 mm, la misma que otros muchos objetivos de focal fija de la marca.

El diafragma tiene sólo seis palas, lo cual podría hacer pensar que el bokeh podría no ser especialmente agradable... pero las especiales características del objetivo hacen que esta cuestión pase aun segundo plano. A plena abertura, es completamente redondo.

Aparentemente es muy parco en información. El aro delantero controla el diafragma, pero no nos muestra los valores del mismo, ya que este control no se usa tanto para controlar la luz que llega al material sensible o la profundidad de campo cuanto la intensidad del efecto difuminado que provoca la aberración esférica. Cuando más abierto, más intenso es el efecto. El aro trasero controla la distancia de enfoque, y también es muy parco en informaciones. No hay escala de distancias y ni de profundidad de campo.

En esta imagen en la que lo vemos desmontado y lo podemos comparar con el aspecto de un objetivo clásico de Pentax como es el SMC-M 50 mm 1:1,7, vemos que en su parte inferior sí que nos informa de los valores de diafragma que tienen una escasa amplitud desde el f/2,2 a su máxima abertura a f/5,6 a la mínima. ¿Por qué una abertura mínima abertura tan amplia? El objetivo no tiene el sistema característico de la bayoneta Pentax, que permite medir la luz con el diafragma siempre a la máxima abertura, pero con una leva mecánica que informa al fotómetro de la abertura a la que se realizará la fotografía, ofreciendo una medición adecuada. Medimos y enfocamos con el diafragma a la abertura de trabajo, para apreciar el efecto del difuminado en el visor, y tomar decisiones sobre si queremos más o menos. Eso quiere decir que la imagen del visor se oscurece conforme se cierra el diafragma. Con aberturas inferiores a f/5,6 sería difícil trabajar. Y por otro lado, el efecto del aberración esférica habría disminuido tanto que no tendría sentido usar este objetivo pudiendo usar objetivos normales, bien corregidos, con mejor rendimiento.

Otra cuestión interesante. La mínima distancia de enfoque. En los objetivos de su época era fácil adivinar la distancia de un objetivo que no se anunciase como "macro". Aproximadamente era una distancia en centímetros similar a la focal en milímetros del objetivo. No hay que tomar esto al pie de la letra, pero por ahí iban las cosas. Un 50 mm solía tener una distancia mínima de enfoque entre 45 y 50 cm. Un gran angular 28 - 35 mm si situaba en los 25 a 30 cm. Un 85 mm, en los 85 cm. Esto daba unas escalas de reproducción de 1:10, 1:9, 1:8... Pero este objetivo tiene una distancia mínima de enfoque de 57 cm, para una escala de reproducción de 1:5 aproximadamente, mucho más favorable. Con la lente de aproximación de 3,33 dioptrías como la que tengo del Cosina MC 100 mm 1:3,5 Macro para Canon, que casualmente tiene un diámetro de rosca de 49 mm, consigo una escala de reproducción en el entorno de 1:2. Nada mal, ¿verdad? Sí, seguro que se pierde calidad, especialmente en las esquinas... Pero ¿a quien le importan cuando estás usando un objetivo donde de por sí la definición es escasa por las enormes cantidades de aberración esférica? Veamos un ejemplo de cómo se comporta a su mínima distancia de enfoque, sin y con lente de aproximación.

Están tomadas ambas fotografías con la ayuda de un flash. ¿Habéis observado la curiosa forma de los puntos de luz desenfocados en la moneda de 1 céntimo que he colocado como referencia para ver la potencia del combinado? Como vemos es un objetivo con carácter, que hay que usar con cuidado para evitar resultados demasiado extravagantes.

¿Cómo se comporta en la vida real? Pondremos algunos ejemplos. Para probarlo, he usado la recién llegada a casa Pentax K-S1, que tiene un sensor APS-C, por lo que hay un factor de recorte que hace que el 85 mm se comporte como un 125 mm en una cámara de formato completo de 24 x 36 mm. Hay que decir que hubo otras marcas que tuvieron objetivos "soft focus", con este u otros mecanismos para obtener el efecto, como por ejemplo Canon. Y que solían tener focales de 135 mm. O sea, que no voy muy desencaminado a la hora de usarlo en la cámara digital.

Utilizaremos en primer lugar a la bañista del Parque de la Memoria de Zaragoza para comprobar su competencia como objetivo de retrato, que era para lo que estaba pensado.

En esta ocasión, las dos fotografías están realizadas a f/5,6 la más nítida y a f/2,8 la más difuminada. Vemos que el efecto es mucho más dominante a diafragma abierto. También comprobamos que a su diafragma más cerrado, el efecto no llega a desaparecer en ningún caso, especialmente en las esquinas de la fotografía.

Ahora pondré algunos ejemplos de utilización en motivos más paisajísticos. Como no transmite la información del diafragma a los datos EXIF del fichero, no recuerdo los valores usados. Hay que suponer que cuanto más nítido más cerrado el diafragma. Aprendí pronto a evitar la máxima abertura, f/2,2, donde el efecto me parece excesivo.

En muchos lugares he comprobado que se usa mucho para fotografiar flores. El objetivo produce unos colores bien definidos, brillantes y razonablemente saturados. Conviene no usarlo en situaciones de excesivo contraste, en los que los halos difuminados en las luces pueden ser excesivos. En los dos pares siguientes de fotografías se puede comprobar el resultado a su mínima abertura y a su máxima abertura.

La impresión que voy tomando conforme lo uso la he adelantado anteriormente. La máxima abertura ofrece un efecto excesivo, que cansa fácilmente. De hecho, f/4 me parece que produce los resultados más agradables. Y f/5,6, con el efecto "soft focus" en sus mínimos tampoco está mal, produciendo una "blandura" en las esquinas que puede venir bien a algunos motivos. Además hay que tener en cuenta que tratándose de un teleobjetivo, con una abertura de f/5,6 va a ser difícil conseguir una profundidad de campo muy amplia, salvo que enfoquemos muy alejados (la hiperfocal están 42 metros para el formato completo y en 64 metros en el APS-C).

Uno de los problemas que me han surgido es en la medición de la luz. No es homogénea. Supongo que será por la dispersión de la luz. A f/5,6, el correcto exposímetro de la K-S1 nos ofrece valores correctos. A f/4 nos ofrece una subexposición de un tercio de paso, a f/2,8 de medio paso y a máxima abertura de dos tercios de paso. Aproximadamente. Por lo tanto, hay que hacer las correcciones adecuadas, sumadas a las propias de la escena. O usar un fotómetro externo.

El efecto "soft focus" o "flou artístico" estuvo muy de moda en los años 70. Uno de los fotógrafos que más lo usó fue David Hamilton, tanto en su fotografía fija como en la cinematografía de sus películas. Pero su estética está hoy francamente "demodé". Y además, sus motivos, chicas adolescentes con poca o ninguna ropa, con frecuencia menores de edad, hoy en día le crearían muchos quebraderos de cabeza. La moral actual en este aspecto es mucho más restrictiva. Pero en su día tuvo muchos seguidores, si no en sus motivos, si en el aspecto de sus fotografías.

Después del año 90, Pentax dejó de producir este objetivo e introdujo un nuevo modelo "soft focus" de enfoque automático, con un par de declinaciones en función de la evolución de la montura de las cámaras. Tenía una fórmula óptica más compleja, y se podía usar con un intervalo de aberturas más normalizado. Mucho más fácil de enfocar con las cámaras de enfoque automático. Desde el punto de vista del aficionado a los chismes clásicos, le encuentro menos encanto.

Quienes no quiera gastar el dinero en un objetivo como este, hay diversas opciones para conseguir efectos similares. Seguro que hay varias mediante la utilización de software en el ordenador, pero esas a mí me parecen las aburridas. Conseguirlo en el mundo real, en el momento de la toma, pasa por poner un media tirante delante del objetivo, o embadurnar con vaselina los bordes de un filtro ultravioleta. También hay fabricantes de filtros ópticos que fabrican algunos que ayudan a conseguir este efecto en objetivos normales.

Utilizado con moderación, buscando el motivo adecuado, el objetivo que os presento hoy puede ser un elemento más en el arsenal del fotógrafo. Yo lo puedo usar montado directamente, en la Pentax MX para película de 35 y fotograma de 24 x 26 mm, en la Pentax K-S1 digital y fotograma APS-C, o con un adaptador, sobre las cámaras micro cuatro-tercios, donde el efecto de recorte todavía es mayor, y se comporta como un 170 mm en el formato completo. Y por otra parte, está esa afición mía de usar objetivos de antaño... que puede ser muy divertida.

Leitz Summarit 5 cm 1:1,5 - uno de los objetivos "malos" de Leica

Una de las características de los fotógrafos de reportaje de mediados o finales de los años 30 es que se habían empezado a acostumbrar a la ligereza y discreción de las cámaras telemétricas Contax o Leica para película de 35 mm con doble perforación. Inicialmente considerada como un tipo de película con un formato excesivamente pequeño para un uso profesional, la realidad del día a día hizo que poco a poco fuera ganando terreno y alcanzaran un estatus de respetabilidad profesional con fotógrafos como Cartier-Bresson o Robert Capa.

Estas cámara nacieron acompañadas de objetivos también ligeros y eficaces, del tipo Tessar para las de Carl Zeiss, o Elmar para las Leica. Objetivos con cuatro lentes, muy similares entre sí, pero con una luminosidad moderada. Escasa para los tiempos actuales. Con una abertura máxima de f/3,5 y la limitada sensibilidad de las películas de aquella época, era complicado hacer fotografías en condiciones de luz escasa. Para colmo, en 1935 sale al mercado el primer proceso exitoso comercialmente de fotografía en color, las diapositivas Kodachrome, pero la sensibilidad de aquel material sensible se limitaba a unos pobres 10 ASA (10 ISO en la actualdad). Por todo ello, había gran presión entre los fabricantes de ópticas fotográficas para conseguir modelos de objetivos más luminosos y de calidad suficiente. Los primeros fueron con abertura máxima f/2, que no estaba nada mal para la época. Hay que considerar que los costes de fabricación de los objetivos no aumentaban de forma lineal sino de forma exponencial a los diámetros de las lentes, por lo que ganar un paso de luminosidad podía suponer multiplicar por cuatro el coste del objetivo. El caso es que a pesar de todo, Carl Zeiss metió un gol por toda la escuadra a su rival Leitz al comercializar el 50 mm Sonnar con una abertura máxima de f/1,5. Muy impresionante.

En Leitz, los fabricantes de las famosas Leica, esto les pilló a contrapié. Y como preferían ir a su marcha con el desarrollo de su coherente línea de objetivos, decidieron no obstante ofrecer un objetivo luminoso a sus clientes, y se lo encargaron a otro fabricante de ópticas de prestigio, Schneider Kreuznach. Y así nació el Leitz Xenon 5 cm 1:1,5. Considerado siempre muy flojo a grandes aberturas, especialmente a f/1,5, no obstante era una opción cuando la necesidad apretaba.

Después de la guerra, con la rápida recuperación de la industria alemana, se empezaron a aplicar los revestimientos a las lentes de los objetivos que disminuían las reflexiones internas y aumentaban la transmisibilidad de la luz y el contraste de la imagen. Cuando estos revestimientos se aplicaron al Xenon 5 cm 1:1,5, nació el Leica Summarit 5 cm 1:1,5. Como vemos, a pesar de que la fórmula óptica era la misma, hubo un cambio en la denominación comercial del objetivo, abandonándose la denominación propia de Schneider Kreuznach, Xenon, a favor de una más propia de Leitz, Summarit. Hay que decir que fue la única ocasión en que esta denominación se usó para un objetivo tan luminoso. En la actualidad, la denominación Summarit se reserva para objetivos con una abertura máxima de f/2,4 o f/2,5. Este objetivo se fabricó principalmente con montura de rosca, y es conocido que el fotógrafo William Eggleston lo uso en su juventud con una Leica IIIf. Pero a partir del momento en que salieron al mercado las cámaras con bayoneta M, también se fabricó con esta montura hasta que en 1961 fue sustituido por los mucho más prestigiosos Summilux 50 mm 1:1,4.

Pues bien, recientemente han llegado a mi posesión dos objetivos que podemos considerar particulares. De uno de ellos hablaré otro día, aunque adelanto que las dos fotografías que veréis a continuación están tomadas con él, y que tienen una estética peculiar. El otro es uno de estos Leitz Summarit 5 cm 1:1,5, en muy buen estado. Lo vemos montado en la Leica IIIf, junto al actual Zeiss Biogon-C 35/2,8, y montado con una adaptador a bayoneta M en la Leica M-E digital.

De los objetivos fabricados por o para Leica, este es uno de los que tiene una reputación más dudosa, aunque no faltan usuarios que se dejarían cortar un miembro antes que abandonar a su Summarit. Básicamente los defectos que se le atribuyen son:

1) Flojo comportamiento ante contraluces e iluminaciones directas a pesar del revestimiento que recibió la versión Summarit (la versión Xenon no lo tenía). En las pruebas que he hecho hasta el momento, parece que se confirma este hecho. Veremos a continuación una fotografía realizada a contraluz en la que hay un artefacto de color en el centro del fotograma. Habrá que conseguirle un parasol y evitar ciertas tomas.

2) Rendimiento en las esquinas muy muy flojo a grandes aberturas con escasa definición. Esto me importa más bien poquito, porque no soy aficionado a fotografiar paredes de ladrillo. Y con esas aberturas lo normal es que lo que hay en las esquinas esté desenfocado. Un ejemplo.

3) Problemas con la curvatura de campo que pueden provocar desplazamiento del punto de enfoque en el centro a aberturas amplias. Algo que a partir de f/2,8 no se notaría por el aumento de la profundidad de campo. No lo he observado en mi ejemplar de momento.

4) Sobre la calidad del desenfoque, el famoso bokeh, hay quien la considera un defecto y hay quien la considera una virtud. A mí, de momento, aunque se me hace algo rara, no me molesta. Véase la anterior fotografía, o en la siguiente con una distancia de enfoque más alejada y un efecto menos pronunciado.

5) Aunque la nitidez global progresa conforme se cierra el diafragma, como se dice por ahí, cualquiera sabe hacer un buen 50 mm a f/8, se dice que el contraste permanece un poquito blando en su conjunto. De momento sólo lo he probado con cámara digital, que es mucho más exigente que con película. Los ajustes de luminosidad y contraste en las fotografías que os muestro son mínimos.

6) Rendimiento del color mejorable. Nunca sé evaluar con precisión si los colores que proporciona un sistema óptico son fieles o no. Pero mi sensación subjetiva es que no me resultan desagradables y tienen una saturación adecuada. En la siguiente fotografía está un poco reforzada porque me lo pedía el motivo.

En resumen, es absurdo pretender que un diseño de los años 30 mejorado en vísperas de los años 50 del siglo XX tenga rendimientos equivalentes a los objetivos modernos de hoy en día. No me he hecho con el por ese motivo, sino porque me resulta divertido y motivante usar material fotográfico clásico. El chisme está en muy buen estado. Mientras que el Elmar 5 cm 1:3,5 se quedará a vivir de forma estable con la Leica IIIf, y la Leica M-E va servida habitualmente con mis dos objetivos Zeiss, el Biogon-C 35/2,8 y el Planar 50/2, este Summarit 5 cm 1:1,5 se quedará instalado de forma también estable en la Leica M2 con el adaptador oportuno a la bayoneta M. Y no dudaré en usarlo en situaciones de luz escasa si se presenta la ocasión.

Como dijo Cartier-Bresson, la nitidez es un concepto burgués, y la calidad de la foto no depende sólo de las métricas de la óptica. Fundamentalmente depende de la capacidad del fotógrafo para sacarle todo el rendimiento posible.

El 21mm en ciudad y blanco y negro - Siguiendo con la prueba del Olympus OM Zuiko 21/3,5 Auto-W con la Canon EOS 5D Mk. II

No son pocos los fotógrafos de reportaje documental o callejero que juran por sus grandes angulares cuando se trata de salir al mundo con su cámara fotográfica.

Por lo tanto, tras la prueba del 21/3,5 de Olympus paisajeando en el soto de Cantalobos, al día siguiente, un domingo de suave luz otoñal y no poco viento, lo saqué a pasear por la ciudad. Cierto es que por circunstancias ajenas a los objetivos de estos artículos, con poco convencimiento fotográfico. Pero bueno. Algo se hizo.

Un 21mm es un objetivo que a menos de dos metros de distancia encaja en el fotograma sin problemas una figura humana adulta al completo, así que te la juegas a distancias cortas.
Evidentemente, con 81º de ángulo de toma en horizontal y 59ᴼ en vertical, hay margen suficiente para los paisajes urbanos más ajustados.
Si bien es cierto que en los grandes angulares hay riesgo de aberraciones cromáticas, especialmente en las esquinas y cuando los contrastes son intensos y bruscos, el blanco y negro elimina estos problemas, y se convierte en una opción perfectamente razonable para usar estos objetivos en ambiente urbano y callejero.
La combinación de objetivo de calidad más que razonable y cámara con un sensor de buen tamaño hace que el fotógrafo pueda afrontar las escenas con contrastes importantes, conservando el detalle en todo el fotograma.

Por lo tanto, considero aceptable el rendimiento obtenido, aunque no sea perfecto. No nos podemos olvidar que estamos emparejando un objetivo lanzado al mercado en 1973, aunque todavía no he localizado la fecha exacta de fabricación de mi ejemplar, con una cámara lanzada al mercado en 2008. Pero además estamos ante un objetivo que no nos pesa casi nada en la bolsa y que no nos dará pereza llevar con nosotros, combinándolo por ejemplo con un objetivo estándar. El EF 40/2,8 STM si queremos ir ligeros, o el EF 50/1,4 USM si queremos tener la opción de fotografiar con poca luz o con una reducida profundidad de campo. Cualquiera de estos dos objetivos es más voluminoso que el 21/3,5 de Olympus. Incluso el 40 mm, que es considerado un “pancake”.

Por otro lado, la diferencia de ángulo de vista entre el 21 mm y el 40 mm es suficientemente amplia, y no como cuando se combina esta óptica estándar con un 28 mm. Una diferencia mucho menor que parecía no justificar llevar los dos objetivos. Más marcada si se combina con el 50 mm.

A partir de ahora, raro será que cuando salga a fotografiar con la Canon EOS, este 21 mm no me acompañe en todo momento gracias a su tamaño compacto, y para cualquier situación fotográfica.