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Técnicas de digitalización casera de fotogramas de película

Con una cámara, un objetivo macro y un iPad ¿quién no tiene algo de esto o parecido en su casa?

Uno de los problemas que tiene lo de la fotografía tradicional con película fotográfica es que, a pesar de todo, también queremos enseñar las fotos por internet. O retocarlas en nuestros programas de edición favoritos. Muchos caemos en procesos mistos, físicoquímicos + digitales.

Llevar a digitalizar, o escanear, los negativos a los comercios usuales he comprobado últimamente que es un deporte de riesgo. Te puede pasar cualquier cosa, con los negativos o con los archivos de imagen que te entregan en el CD/DVD. No he probado canales profesionales. Que supongo que serán mucho mejores y fiables, pero mucho más caros.

En los últimos tiempos, tengo más o menos resuelto el tema con un escaner plano de sobremesa Epson Perfection V600 Photo. Da una calidad razonable. Eso sí. Por mucha resolución espacial teórica que pueda dar, me conformo con el límite de los 2400 píxeles por pulgada. Algo menos de 950 píxeles por centímetro. Eso me da unos archivos de algo menos de 4 megapíxeles para la Canon Demi EE17 (medio formato, 24 x 18 mm), algo menos de 8 megapíxeles para la película tradicional (24 x 36 mm), o algo menos de 20 megapíxeles para la Fuji GS645S Professional (formato medio, 54 x 40,5 mm). En el caso de los fotogramas grandes no esta mal, pero con los fotogramas más pequeños va un poco justito. Usable, pero justito.

Y tienen otro problema. Al contrario de los escáneres dedicados de película, que han de ser apreciablemente más caros para ser realmente mejores, y mucho más caros si han de admitir la película de formato medio, no se ajusta el enfoque de la célula que escanea respecto a la distancia a la película, y ahí hay pérdidas de nitidez. No escandalosas, especialmente si la película queda bien plana, pero pueden estar ahí. Especialmente si la estabilidad dimensional de la película es floja y se curva.

Tras leer el artículo “Fotografía de andar por casa” de Manu Muñoz en el blog de Sales de Plata, donde se apañaba con una cámara réflex, una caja de tetrabrik vacía y el teléfono móvil, y tras investigar por ahí otras opciones, este fin de semana de viento fresco lo he dedicado a probar el invento, sin tetrabrik, y sustituyendo el teléfono móvil por un iPad, que me parece más cómodo. Os muestro fotos de la instalación.

Utilizo un portanegativos de los que uso en el escáner plano, un iPad, y pongo un poco de distancia con unas cajitas de diapositivas. Esto es por dos motivos; para que en todo caso los píxeles de la tableta esté desenfocados y sean un luz difusa, y por la comodidad a la hora de colocar la cámara y el objetivo.
Como cámara uso una Olympus OM-D E-M5, con una buena pantalla trasera articulada, y con nivel electrónico para garantizar la horizontalidad del sensor, y que quede perfectamente paralelo respecto a los negativos. A distancia de trabajo macro, cualquier pequeña variación puede provocar una pérdida de nitidez. Como objetivo, un Panasonic Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Diafragma a f/8, para aumentar la profundidad de campo ante pequeñas desviaciones de la horizontalidad de cámara o película. A ese diafragma el viñeteo es nulo. Y no hay distorsión apreciable en la imagen. Disparo con temporizador, para evitar trepidaciones, ya que la exposición, a 200 ISO, la más baja posible, es de uno poco segundos.
Aquí vemos el portanegativos, en este caso uno de la “secta” de los lomógrafos”, que es menos aparatoso que el original del escáner, y además permite sacar también hasta las perforaciones de la película. Imprescindible una buena pera de aire que hay que usar a fondo para eliminar por completo el polvo de los negativos. Esta es de Giotto.

Hasta aquí el aparataje, y os podéis hacer una idea de cuál es la forma de proceder. De esta forma obtengo unos archivos de algo más de 16 megapíxeles. Eso sí, sea cual sea el tamaño del negativo de origen. No he probado, pero con los negativos más grandes, podría sacar varios archivos parciales de cada uno, y luego ensamblarlos para una resolución mayor. Ya veré si lo hago. Tampoco siento la necesidad.

Veremos ahora algunos resultados. En primer lugar, algunos negativos de formato medio tomados con la Fuji GS645S en Nueva York. Alguno ya lo habéis visto por aquí, digitalizado con el escáner Epson.

Fueron los primeros que probé. No forcé la maquina y con cada uno de ellos utilicé la mitad del archivo. Así que el tamaño aprovechable es de unos 8 megapixeles. Menos que los casi 20 que conseguí con el escáner plano de Epson. Pero mucho más nítidos. Una vez familiarizado con el proceso, sin problema podré usar integralmente los 16,1 megapixeles que ofrece la cámara.
Con una archivo DNG que ocupa menos que los TIFF de 16 bytes del escáner plano, el procesado posterior en Adobe Lightroom para ajustar luminosidad y contraste es pan comido.
Eso sí, donde no hay plata no hay nada que hacer. Y este negativo que está ligeramente subexpuesto, tiene sombras sin textura que no se pueden rescatar. Pero es culpa mía por subexponer en el momento de la toma.
En cualquier otro escenario, una alternativa perfectamente razonable al escáner plano. Salvo por el tamaño de los archivos que es menor. Claro que ya he dicho que podría optar por hacer cuatro tomas parciales de cada negativo y obtener una resolución mayor.

Ahora vamos a pasarnos al otro extremos. Repetiremos el proceso con negativos de la Canon Demi EE17, alguno de los cuales también está visto por aquí digitalizado con el escáner plano de sobremesa.

En esta ocasión, el proceso se ha de realizar con mucho más cuidado, porque para llenar el archivo digital con el fotograma de 24 x 18 mm (es la quinta parte que los anteriores), hay que enfocar a una distancia mucho más corta y con más precisión para evitar pérdidas de nitidez por no estar la película y el sensor perfectamente horizontales y paralelos.

Un negativo que es la quinta parte del tamaño que el anterior, con una cámara de 1966, frente a la cámara y el objetivo Fuji de los años 80, tiene una calidad intrínseca menor. Su capacidad para ser ampliado es mucho menor. Lo cual es algo a tener en cuenta.
A eso hay que sumar que las fotografías del puente de Brooklyn están tomadas con una agradable luz de un 1º de octubre, con buen tiempo, y aquí estamos ante otras tomadas en una tarde lluviosa y poco luminosa de finales de noviembre. Las primeras con diafragmas de trabajo de f/8, óptimos, y estas a f/1,7.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, tengo la sensación que en este caso el resultado final es apreciablemente mejor que con el escáner plano. Y tras recortar un poquito los laterales, tienes unos archivos de entre 8 y 12 megapíxeles frente a los menos de 4 megapíxeles de la técnica anterior.
Sin embargo, tiene un inconveniente. Con el portanegativos doble del escáner Epson, puedes dejar a escanear 24 negativos de una tacada, y mientras hacer otras cosas. Sin embargo, con esta técnica hay que ir dedicando cuidadosa atención a cada uno de ellos. El proceso total no dura mucho más, quizá menos, pero no puedes estar haciendo otras cosas.

Finalmente, el artículo de Manu Muñoz, cuya página web había olvidado enlazar, señala que sólo utiliza su técnica de digitalizado casero con negativos en blanco y negro. Los negativos en color vienen con su máscara naranja, y puede ser complejo corregir y conseguir un buen equilibrio de color.

Yo he osado el proceso con unos negativos de 1990, de una excursión a primeros de noviembre al cañón de Añisclo. Fotografías tomadas con una Pentax P30N y un SMC-A 50/2. Si no recuerdo mal.

Las primeras pruebas me han costado de afinar. Y algunos colores, como los rojos no los he llegado a equilibrar correctamente.
Poco a poco, los resultados han ido mejorando, aunque esta parece un poco pasada de amarillo.
En un momento dado, he ido consiguiendo rescatar, evitando saturaciones excesivas, los colores propios del otoño en los Pirineos. Aunque aquí también me parece notar una dominante cálida excesiva.
Mientras que esta vista de las proas de los Sestrales está un poco fría. Pero bueno, todo es cuestión de ir aprendiendo a valorar correctamente el color, y sacrificar en un momento aquellos colores menos representado en favor de los que dominan la imagen. El escáner Epson de sobremesa hace un mejor trabajo corrigiendo automáticamente.

Evidentemente, una película bien expuesta, de buena calidad, y correctamente digitalizada puede dar unos resultados excelentes. Pero los mejores escáneres de película cuestan un riñón. Veo por ahí algunos Flextight de Hasselblad con precios entre los 15.000 y los 24.000 dólares. Está claro que con mi cacharrito de menos de 300 euros no se puede conseguir lo mismo. Pero combinando este en alguans ocasiones con mi fiel Olympus y el estupendo Panasonic macro firmado por Leica, se pueden llegar a conseguir resultados bastante honorables, que me siguen animando a seguir haciendo fotografías con película. Porque las cámaras de antaño tienen un no sé qué, qué se yo, que no lo tienen las modernas digitales. Es el tacto, es el sonido, es el rito, es la pedagogía que les acompaña,… lo que sea, pero no es lo mismo.

Propósitos de año nuevo: mejorar mi técnica de uso del flash

No sé cuantos de estos propósitos de año nuevo voy a publicar. Es que todavía no me los he planteado todos. Me refiero a los que tienen que ver con el mundo de la fotografía. Pero hay uno que lo tenía claro hace tiempo. Nunca he sido muy aficionado al uso del flash, y eso puede estar limitándome.

Desde hace tiempo, no me gusta ir cargado. Me molesta el peso. Eso ha ido haciendo que vaya reduciendo el tamaño y el peso del equipo con el que hago fotografías. Y que con carácter general, aunque tengo varias unidades de flash, no las uso. "Un trasto más, más peso y más bulto". Pero a lo peor me paso y debería considerar el irme poniendo algún día con algunas técnicas útiles con este accesorio.

De momento me he puesto en casa. Nada de salir por ahí de momento cargado con un chisme más. Sabéis que de vez en cuando os presento aquí materiales de fotografía. Cámaras de mi pequeña colección de cámaras mecánicas de antaño u otros chismes. La mayor parte de las ocasiones fotografío la cámara en el salón de casa, sobre una mesa que sitúo junto al ventanal del balcón, con alguna tela, generalmente oscura, como fondo. Los ventanales del salón de casa están orientados al norte, por lo que está garantizada la luz uniforme y difusa. Hasta ahora rellenaba las sombras del lado contrario a la fuente de luz con una cartulina blanca. Veamos un ejemplo.

Leica CL + Summicron-C 40/2 + Elmar-C 90/4

Como veis, el resultado no está mal, pero las posibilidades en su conjunto resultan limitadas. Por otra parte, en muchas ocasiones, conseguir profundidades de campo que cubran el objeto de interés implican tiempos de exposición muy prolongados, lo cual puede ser engorroso. O usar un ISO alto, lo cual puede llevar a una cierta pérdida en la definición y una disminución en la dinámica de la exposición, obligando a controlar mucho más los contrastes.

En estos días atrás tuve la ocasión de hacerme de segunda mano con un pequeño flash para CANON EOS, el SPEEDLITE 90EX. La CANON EOS 5D MARK II que uso eventualmente como cámara réflex digital no lleva flash incorporado. Desde hace ya bastantes años dispongo también de un SPEEDLITE 420EX, que no está mal, aunque tiene un poco el problema de que no permite su ajuste manual. Sólo funciona en automático. Eso sí, pudiendo regularse su potencia con un sistema de compensación de la exposición desde la cámara. Lo que necesitaba era algo que me permitiese usarlo desconectado de la cámara. A ser posible, sin cables. Y el pequeño 90EX me lo permite.

Veamos por ejemplo, como resultaría una fotografía de la HASSELBLAD 503CX con el DISTAGON 50/4 montado, y el SONNAR 150/4 de escolta. A la "HASSEL" le llega por su izquierda la luz del 420EX, mientras que por su derecha le llega la luz natural de la calle. El 90EX no interviene en la exposición; su destello se limita a desencadenar el del 420EX. La luz principal resulta la de este último flash, mientras que la luz de la calle haría de relleno de la sombras.

La fotografía está hecha con un EF 70-210/3,5-4,5 que además incorpora un tubo de extensión KENKO de 20 mm, para acortar su distancia mínima de enfoque. El índice de exposición es de 200 ISO, que desde mi punto de vista es el óptimo para esta cámara aunque admita alguno menor, la cámara está en modo prioridad de diafragma con una subexposición introducida de -1. Eso define la exposición para las zonas no afectadas por el flash. El flash, el 420EX va recubierto con un papel translúcido para suavizar la luz, se encuentra a sólo medio metro de la cámara fotografiada, cerca para que la luz se más envolvente. La exposición es automática TTL, y no se introduce ninguna corrección a la misma. El valor del diafragma es de f/16, para conseguir una amplia profundidad de campo que abarque las características más importantes de la "HASSEL". El tiempo de exposición es de 3,2 segundos. Largo, pero no en exceso. Entraba luz por el ventanal, pero no exceso, ya que se trataba de las últimas horas de las cortas tardes de invierno.

El resultado no está mal, aunque creo que tengo que controlar el contraste a la baja en un futuro. Sobre todo porque a otro tipo de bodegones este nivel de contraste no les sienta tan bien.

Veamos ahora otra imagen, donde vamos a jugar con distancias más cortas.

Los ajustes de la fotografía son similares a la anterior. Lo que cambia es que he sustituido el objetivo por el COSINA 100/3,5 MC MACRO. Como la tarde avanzaba, el tiempo de exposición global es de 8" lo que permite que el efecto de la luz que entra por la ventana se note en el lado izquierdo de la fotografía. Pero aquí ya me planteo que, dado que no hay un fondo que iluminar, me hubiese venido bien un reflector por ese lado para conseguir un efecto similar, quizá con una luz menos azulada, que no queda mal, todo sea dicho, y disminuir el tiempo de exposición. El valor de la apertura del diafragma, f/16, me pareció suficiente en el momento de la toma. Pero al analizarla a mayor ampliación, vemos que la marca de la cámara "HASSELBLAD", que pretendía que estuviese totalmente enfocado al igual que la escala de distancias de enfoque del objetivo, pierde nitidez conforme llegamos a la última sílaba de la marca. Una apertura de f/22, la mínima de este objetivo, hubiese sido más conveniente.

Para las últimas pruebas cambié de objeto fotografiado. Uno más pequeñito que la mastodóntica "HASSEL". Así que utilicé el objetivo de fabricación soviética en los años 50 para rosca L39, el INDUSTAR-22, cuyo aspecto es el de una copia del ELMAR 50/3,5 de LEICA, pero cuya óptica es más bien la de un TESSAR de CARL ZEISS.

El COSINA MACRO, por sus propios medios, tiene una magnificación máxima de 1:2. Es decir, en el fotograma de 3,6 cm de ancho, cabe un objeto de 7,2 cm. El diámetro del INDUSTAR es menor, por lo que para conseguir rellenar el fotograma hubo que ayudar al objetivo con un dos tubos de extensión de 12 y 20 mm respectivamente, haciendo un total de 32 mm. Los tubos de extensión no consiguen grandes magnificaciones con los teleobjetivos, pero en este caso fueron suficiente para la visión que quería yo del frontal del objetivo. Nuevamente me he quedado corto de profundidad de campo, ya la escala de diafragmas del objetivo, en la parte superior, aunque legible está ligeramente desenfocada. Un f/22 hubiera sido más conveniente. El flash 420EX está bastante cerca del objetivo fotografiado para conseguir una iluminación envolvente, pero todavía se aprecia en el lado izquierdo de la fotografía el efecto de luz del ventanal. Con algún problema, claro. El COSINA MACRO es un objetivo de concepción tradicional. Para enfocar de cerca, mueve todo su grupo óptico hacia adelante, lo que tiene dos efectos. Se conserva su longitud focal de 100 mm, pero se pierde luminosidad en el camino. Pérdida de luminosidad que se ve agravada por los 32 mm añadidos por los tubos de exposición. A pesar de que las condiciones de luminosidad no han variado tan apenas con respecto a la fotografía anterior, en lugar de 8 segundos de exposición he necesitado 15 segundos. Necesito un reflector, o un flash secundario de relleno, si quiero tiempos de exposición más razonables. Porque ya digo que además hubiera necesitado cerrar un paso el diafragma para conseguir la profundidad de campo deseada.

Vamos con una última prueba. En esta ocasión nos acercaremos más todavía.

El COSINA MACRO alcanza la magnificación de 1:1, es decir un objeto de 3,6 cm ocupa la anchura total del fotograma, cuando le acoplamos la lente de aproximación que venía como accesorio de serie. Es una lente de 3 1/3 dioptrías, que cuando se monta en la parte delantera del objetivo reduce su distancia focal efectiva de 100 mm a 75 mm, y su distancia mínima de enfoque de 45 cm a 30 cm, consiguiendo la escala de reproducción mencionada. En esta ocasión introduje el diafragma más cerrado que permite el objetivo, un f/22, renuncié a la mayor parte de la acción de la luz que entraba por el ventanal, reduciendo en manual el tiempo de exposición a 4 segundos, y acerqué todo lo que pude el flash para aumentar la acción envolvente de su luz. Mantuve los 32 mm de extensión de la configuración anterior, aunque a estos niveles, hacen poco. Nuevamente la profundidad de campo es escasa. Lamentablemente, el COSINA MACRO, que era un objetivo barato, de fabricación en plástico muy sencilla, pero sorprendentemente honesto en sus prestaciones ópticas para su precio, no cierra más. Habría que probar otras técnicas de exposición múltiple y reconstrucción de la imagen mediante capas en un programa de edición de imagen para conseguir abarcar con nitidez todo el objetivo. También sigo echando en falta un reflecto para aclarar un poquito las sombras. Se nota ligeramente la acción del ventanal, pero demasiado sutilmente.

Bueno. He empezado a aprender cosas. O cosas que sabía pero no había puesto en marcha, he empezado a aplicarlas y a comprobar cuales son las fortalezas y los límites del material del que dispongo. Por lo menos una cosa está clara. La compra del SPEEDLITE 90EX de segunda mano por un precio que me parece más que razonable, prácticamente un ganga, me parece ahora un acierto. ¿Por qué lo vendería el tipo que me lo vendió? Porque parece que es un accesorio propia del sistema sin espejo de CANON que no tiene flash incorporado... No sé. No le pregunté.

Paliando errores - Película Ilford Delta 100 expuesta a un índice de exposición de 400

Esta historia se remonta al verano. A finales de agosto decidí cargar la PENTAX MX, cámara réflex mecaníca de los años 70, con un rollo de película negativa en blanco y negro ILFORD DELTA 100 PROFESSIONAL. Esta es una buena película, con algunas de las tecnologías más modernas en el desarrollo de los negativos en blanco y negro, con granos de tipo tabular. Por lo tanto, es una película que da buenos resultados recuperándose buenos detalles, permite grandes ampliaciones, con un grano poco perceptible. Sin embargo, no es una película de elección para mí que suelo buscar productos más todo terreno. Pero tenía un par de rollos en formato 135, y ya que el verano es época de luz abundante, decidí usar esta película cuya sensibilidad nominal es de 100 ISO.

La utilicé durante unos días coincidiendo con las fiestas del barrio de SAN JOSÉ de la ciudad de ZARAGOZA, y en el rollo incluía algún retrato de mi sobrino de 5 años. En principio, sin mayor problema todo ello. La sorpresa me la llevé cuando terminé el rollo. En ese momento comprobé que el fotómetro de la cámara estaba ajustado para un índice de exposición de 400. Es decir, la película habría sido subexpuesta con carácter general en torno a dos pasos de exposición. Había recibido la cuarta parte de los fotones que le correspondían para un buen resultado... Esta no es un película para esto. La información oficial de la marca nos dice que se pueden obtener buenos resultados con índices de exposición entre 50 y 200, pero no está pensada para forzarla dos pasos.

Coincidió también que por ese momento agoté mi revelador todo terreno que llevaba usando un tiempo, el R09 ONE SHOT, que tiene la misma formulación clínica que el clásico RODINAL de AGFA. Con este revelador he venido usando técnicas de revelado desatendido cuando uso cámaras clásicas sin exposímetro, y la exposición de los negativos puede tener una variabilidad excesiva. Es un revelado compensador, que no empasta las luces y saca todo el jugo posible de la sombras. Como tenía otros proyectos en marcha, dejé el negativo en barbecho, a la fresca en la nevera, y dejé para más adelante decidir qué hacer. De vez en cuando consultaba sobre el tema.

Un inspección de los negativos inicial mostraba una densidad excesivamente ténue, indicativa de que realmente estaban subexpuestos. Salvo los que incluían zonas de cielo nublado, que por el contraste con el suelo aparecían muy densos.

Como no revelo de forma constante, generalmente una vez al mes algún carrete en formato 135 o formato medio, no tengo gran variedad de químicos, y procuro utilizar reveladores todo terreno. Como no es fácil encontrar en ZARAGOZA (ahora imposible) reveladores con la formulación del RODINAL, opté en un momento dado por el HC-110 de KODAK. Es un revelador líquido que en su forma concentrada dura mucho tiempo, permite un uso con distintas diluciones para tiempos de revelado más o menos prolongados, con más o menos intensidad, y da buen resultado con una variedad de películas, usando diluciones a baño perdido. Pero no encontraba soluciones claras para un revelado de la DELTA 100 expuesta a 400. La opción más clara parecía ensaya el revelado desatendido o semidesatendido con este revelador.

El revelado desatendido consiste en usar el revelador muy diluido, durante mucho tiempo. En este caso entre 45 minuto y 1 hora. Se agita suavemente en los primeros 30 segundos a un minuto. Y luego se deja quieto, sin agitaciones periódicas durante el resto del tiempo. El semidesatendido es cuando a mitad del tiempo de revelado se agita suavemente con tres o cuatro inversiones. De esta forma, al estar en concentración muy baja, el revelador se agota muy pronto en las áreas muy expuestas, evitando que se sigan revelando por ausencia de reactivo durante el resto del tiempo. Mientras, en las áreas poco expuestas, el revelador sigue actuando durante todo el tiempo, afectando hasta el más mínimo grano de plata que haya podido ser excitado por los escasos fotones que le lleguen. Al final obtenemos luces poco empastadas, sombras reveladas a fondo que muestran todo el detalle que puedan tener, y un contraste moderado. La pega es que el grano puede ser más aparente que con otros métodos de revelado.

El resultado con mi carrete erróneamente expuesto ha sido como sigue. En los negativos que habían recibido una exposición algo por encima de ese índice de exposición 400 (siempre tiendo a sobreexponer para salvar las sombras) y este era más propiamente de 200, el fotograma ha sido totalmente aprovechable.

Las sombras han quedado un poquito más densas de lo habitual, con escaso detalle, pero la imagen es aprovechable.

Cuando el fotograma había recibido una exposición más propia de es índice de exposición 400, el resultado ha sido bastante peor. Carencia de detalle en las sombras y aumento muy grosero del grano en el conjunto. Realmente, no es una combinación adecuada de película, índice de exposición y revelado.

Existe una verdad inexorable. Para poder tener imagen, el negativo tiene que tener información. Si no es así, no hay milagro de la química posible que pueda salvar el asunto. La amplia tolerancia de los negativos que hace que yo tenga tendencia a la sobreexposición ha salvado buena parte del rollo, pero porque su grado de subexposición real no era de 2 pasos sino sólo de uno. Y eso está dentro de los márgenes de tolerancia de la película.

El revelador HC-110 de KODAK, que no había usado hasta recientemente, me está gustando. Los negativos de TRI-X 400 expuesta a 200 que me traje de PARÍS, en los que la medición de la luz fue cuidadosa con fotómetro de luz incidente, se han revelado sin problemas, acortando ligeramente el tiempo de exposición para conseguir un suave contraste y controlar el grano. Pero en esta ocasión he superado las posibilidades de salvar con dignidad unos cuantos de los fotogramas de la película. Así que la principal enseñanza es que hay que hacer una comprobación exhaustiva de los ajustes de la cámara cuando salimos a fotografiar, para evitar llevarse disgustos.

En cualquier caso, sí que me quedo con las ganas de probar a forzar la TRI-X, película mucho más preparada para este fin.

Trabajando con laboratorios y servicios de impresión a través de internet - White Wall y Carmencita Film Lab

Uno de los problemas con la generalización de la fotografía digital es que los servicios de alta calidad fotográficos prácticamente han desaparecido de las calles de nuestras ciudades. Incluso muchas pequeñas tiendas dedicadas a la fotografía de aficionado o de fotógrafo casual, que vendían copias generalmente de pequeño tamaño a buen precio y en realizadas en poco tiempo, han desaparecido también.

Otro de los problemas que ha traído esta cuestión es que mucho del saber instalado en las personas que trabajaban en estos comercios ha desaparecido. Muchas veces son personas jóvenes, que en estos momentos según lo que les pides parece que ni se enteran. Que les suena a chino. Yo ya he tenido alguna que otra experiencia negativa al respecto. Lo cual es un problema cuando te metes a rescatar cámaras clásicas o históricas que utilizan formatos y soportes poco habituales.

Así pues, una de las opciones que hay que contemplar es la de utilizar los servicios que nos ofrece internet. Y hoy os voy a hablar de dos de mis últimas experiencias.

Una cuestión que me apetecía era ver sí se podían obtener copias en blanco y negro de alta calidad, equivalentes a las copias en papel baritado que se obtenían en los laboratorios tradicionales con tecnología fotoquímica, a partir de archivos digitales. Tras ver diversas posibilidades, encontré un sitio en internet con dirección adaptada a diversos países de EUROPA, incluido ESPAÑA, y que ofrece una muy amplia variedad de procesos de ampliación fotográfica de alta calidad. Al menos desde un punto de vista teórico. Se trata de WHITE WALL (DIRECCIÓN PARA ESPAÑA). El producto en el que estaba interesado está bajo el epígrafe COPIAS FOTOGRÁFICAS, y se denomina COPIA LIGHTJET EN PAPEL BARITADO ILFORD, y se anuncia como copias de muy alta calidad, con negros profundos y gradación tonal bien definida, y como de gran longevidad en el tiempo, pudiendo permanecer inalterable durante 75 años en exposición.

Encargué dos copias. La primera corresponde a una fotografía digital, realizada con una OLYMPUS OM-D E-M5 y objetivo PANASONIC G 20/1,7 ASPH. Está realizada en NUEVA YORK, en MADISON SQUARE, ante el edificio FLATIRON, y en primer plano encontramos una joven que se disponía a cruzar la calle ante el famoso edificio. El formato de la imagen es 4:3 y solicité una copia de 28 x 21 cm, con un pequeño borde blanco para permitir un cómodo enmarcado posterior y un manejo más sencillo de la copia.

La segunda corresponde a una fotografía realizada con una OLYMPUS MJU-II con negativo en blanco y negro ILFORD FP4 PLUS expuesto a un índice de exposición 100, y revelado con Rodinal 1+25, para un acción más enérgica del revelador. Digitalizado con un escáner EPSON PERFECTION PHOTO V600 a un archivo de 6 megapíxeles. Esta tomada en el puente de BROOKLYN, también en NUEVA YORK y representa a una joven con un gran serpiente ante la mirada de otros turistas. El formato de la imagen es 3:2 y solicité una copia de 30 x 20 cm, un tamaño similar a la anterior, también con un pequeño borde blanco para permitir un cómodo enmarcado posterior y un manejo más sencillo de la copia.

El resultado de las copias obtenidas es bastante satisfactorio salvo que las sombras han salido más densas de lo esperado. Algunos de los negros, si no se contemplan con una luz artificial y no muy intensa, parecen no tener detalle, aunque con luz natural de día intensa sí que se aprecia. Las luces sin embargo conserva perfectamente los detalles, si que se empasten en ningún momento. Probablemente la copia sería perfecta elevando un poco el tono de las sombras. El papel es grueso, prácticamente cartulina muy sólida, y el detalle es excelente, especialmente en la copia de origen digital. La de origen de película tradicional puede estar demasiado al límite de lo que mi sistema permite, siendo el eslabón más débil de la cadena el escáner, que realiza un trabajo honorable pero que no permite una resolución espacial real más allá de los 4 megapíxeles, y por lo tanto no restituye completamente el detalle más fino. Pero para observadores no muy quisquillosos a los que he mostrado la fotografía, les ha gustado bastante.

En líneas generales, el producto es de alta calidad, pero hay que prestar atención al procesado y afinar bien las tonalidades para luego obtener detalle tanto en las luces como en las sombras sin problemas. Aunque lo pides a una página en español, el producto viene desde ALEMANIA, por mensajero.

El segundo trabajo que he encargado últimamente es el revelado de algunos carretes en color, película KODAK PORTRA 400, con los que probé mi recientemente adquirido equipo HASSELBLAD. Lo encargué a CARMENCITA FILM LAB (BLOG), laboratorio que se encuentra en la COMUNIDAD VALENCIANA, a quienes ya les había encargado alguna cosa. Como era unos carretes de prueba, solicité una resolución moderada. Aquí hay una pejiguera. Con anterioridad había mandado negativos de formato y medio de 6 x 4,5, y el resultado para el tamaño L, que es el intermedio que ofrecen, es de 3000 x 4200 aproximadamente, con 12 Megapíxeles muy útiles. Los de la HASSELBLAD son negativo de 6 x 6, más grandes, pero paradójicamente lo que mantienen es el lado corto, con lo cual se quedan en archivos de 9 Megapíxeles. Eso sí con un calidad en el detalle muy superior a lo que yo pueda alcanzar en mi casa. Esto no es muy lógico. Estoy por escribirles.

Os dejo algunos de los ejemplos de las fotografía tomadas con la HASSELBLAD 500C/M y un CARL ZEISS DISTAGON T* 50/4.

Una calculadora de exposición barata y sin pilas, que funciona hasta en la Luna

Quienes nos hemos iniciado en la fotografía en los tiempos de la película con emulsión de sales de plata, aprendimos en un momento dado una fórmula que se consideraba infalible para calcular la exposición de nuestros negativos en exteriores si nuestra cámara no llevaba fotómetro. Y durante mucho tiempo, las cámaras no llevaron fotómetro.

La regla de cálculo es muy sencilla. Supongamos una película de sensibilidad ISO 400. Se ajusta la velocidad de exposición a 1/400 s. Es decir al inverso de la sensibilidad de la película. Si esta no aparece, a una cercana. Con 1/500 s también funciona. Después nos fijamos en las condiciones meteorológicas, con el sol ya alto sobre el horizonte. No vale si el sol apenas despunta o está próximo a ocultarse.

Cielo despejado, con sombras nítidas y bien marcadas: f/16

Cielo neblinosos, con sombras marcadas pero de contornos difusos: f/11

Nublado sin sombras, pero con cielo brillante: f/8

Nublado profundo o en sujeto en la sombra bajo cielo despejado: f/5,6

Nublado profundo con lluvia, sombras más profundas: f/4

Si estamos en la situación inicial, pero rodeados de arena de playa o nieve: f/22

Por supuesto, si queremos cambiar el diafragma o la velocidad de trabajo, sólo tenemos que escoger una combinación equivalente de exposición. f/8 - 1/500 es equivalente por ejemplo a f/16 - 1/125. Ambos válidos para un nublado poco profundo que no produce sombras.

En las cajas de cartón de película KODAK solíamos encontrar estas instrucciones, que podíamos usar al desplegarlas una vez colocada la película en la cámara.

Está en inglés, pero creo que los dibujitos lo dejan claro. Aunque esta tabla es más conservadora, y para evitar subexposiciones en situaciones nubladas propone unos diafragmas un poco más abiertos.

Esta norma prácticamente vale casi siempre en las regiones del planeta situados entre los trópicos y los círculos polares. En las zonas ecuatoriales hay que tener cuidado con la dura luz provocada por la dirección del sol casi siempre vertical, y en las zonas polares, cuando no estamos en los meses de noche, el sol viaja por el cielo con poca elevación sobre el horizonte. Pero tampoco es difícil, si se tiene práctica el adivinar la exposición.

La fotos en las que el sol está de lado o a primeras horas de la mañana o últimas de la tarde puede exigir algún paso más de exposición, y cuando el sujeto lo tenemos a contraluz, salvo que busquemos un efecto silueta probablemente tengamos que abrir un par de pasos de diafragma aun sacrificando el fondo, si no tenemos un flash de relleno a mano. Con esto, ya podéis agenciaros una cámara clásica sin fotómetro y algún carrete de película y lanzaros a ese deporte de riesgo que es la fotografía con película a la antigua. No tengáis miedo. Las películas modernas tienen una gran latitud de exposición y perdonan los errores pequeños de exposición, y en caso de duda, si no tenéis claro cual de dos diafragmas ajustar, elegid el más abierto. Las película modernas negativas toleran mejor la sobreexposición que la subexposición.

Para película diapositiva, más vale que cojáis experiencia, porque tienen menor latitud y perdonan menos los errores. Y en caso de error, mejor que queden un poquito oscuras. Subexponer.

El caso es que hace unos días se celebraba el 45º aniversario de la llegada del hombre a la luna. Y en THE PHOBLOGRAPHER nos hablaban del material usado por los astronautas para hacerse las fotos de recuerdo. Nada menos que unas HASSELBLAD objetivos con focales de 80 mm (normal) y 60 mm (angular moderado), equivalentes a un 45 y a un 35 mm para fotogramas de 24 x 36. Posiblemente algún tele además. Veamos la bestia.

En esta fotografía de ERIC LONG para el MUSEO DEL AIRE Y DEL ESPACIO del INSTITUTO SMITHSONIAN, vemos la HASSELBLAD, un modelo con avance de película motorizada, y con tres respaldos de película de rollo de 70 mm. Y sobre los respaldos, las guías de exposición para los astronautas. Esencialmente lo que les dan es una referencia que viene a decir lo siguiente:

La película es de sensibilidad ISO 160, y la velocidad de obturación se debe ajustar a 1/250 s. Suficiente para evitar la trepidación y conseguir una buena nitidez de imagen.

En la luna no está nublado nunca, pero el cielo no es azul y no contribuye a la cantidad de luz, especialmente cuando estás en la sombra.

El diafragma se ajustará dependiendo de la posición con respecto al sol, siendo de f/11 con el sol iluminando de frente al sujeto principal de la fotografía. Si varía el ángulo del sol o de los objetos se reduce, no bajando de f/5,6, para no arriesgarse a un desenfoque. El enfoque se hacía por estimación de la distancia, y por lo tanto cuanto más cerrado el diafragma mejor, más profundidad de campo, menos riesgo de error. El objetivo lleva una escala de profundidades de campo con distancias medidas en pies. De esta forma el astronauta podía estimar mejor su margen de error.

Si os fijáis bien y hacéis lo cálculos, la exposición de f/11 a 1/250. Supongamos que usamos este equipo en la superficie de la Tierra. Sensibilidad de ISO 160, ajustamos la velocidad a 1/160 s o lo más cercano que tengamos, que puede ser 1/125 s. A pleno sol, el diafragma cierra a f/11. O usamos una combinación equivalente, 1/250 s y f/11. Anda. No os suena. Parece que la regla de toda la vida para exponer la película de las vacaciones con la cámara del abuelo también sirve si nos vamos a tomar el sol a la Luna. Un problema que se nos va de la cabeza a los fotógrafos astronautas.

Que conste una cosa. Entre los utensilios de los astronautas constaba también un fotómetro puntual de 1º de campo de visión MINOLTA.