En los primeros meses de 2021, todavía bajo los efectos de los brotes más destacados de la pandemia de covid, que nos limitaban las posibilidades viajeras, y nos obligaban a forzar la imaginación para mantener viva la afición a la fotografía en nuestras ciudades de siempre, yo vivía un idilio fotográfico con mi Leica Minilux. Era mi cámara favorita para salir a caminar por la ciudad y documentar lo que me apeteciese. Con su estupendo y nítido Summarit 40 mm f2.8, y su capacidad para fotografiar con prioridad a la apertura y de enfocar por zonas o a la hiperfocal. Y no digamos el estilazo de su cuerpo… que no deja de ser un ladrillo, pero bonito.
Recordemos que la compré la última tarde de mi viaje a Corea del Sur en una tienda de Seúl con abundante material de segunda mano y ocasión para fotografía tradicional con película fotográfica. Y que la fui usando ocasionalmente hasta que poco a poco le fui cogiendo más confianza, y entre 2020 y 2021 era una de mis cámaras de preferencia. En aquella época usaba con frecuencia la Fujifilm Neopan 100 Acros II como película en blanco y negro, y la buena óptica del Summarit permitía explotar la nitidez de la película. Y en color, me gustaba combinar la todo terreno de la Kodak Ultra Max 400 con los resultados más finos de la Kodak Pro Image 100 para uso general, o la Kodak Ektar 100 para usos más específicos.
Pero en junio de 2021, cuando me faltaban unos poco fotogramas para terminar un rollo de Kodak Ultra Max 400 que venía usando en aquel entonces, la máquina dejó de funcionar. Daba un mensaje de error, cuyo código no recuerdo, y no hacía nada. Tampoco funcionaba el rebobinado forzado de la película puesta. Que cuando intenté extraer en cuarto oscuro no pude, porque el eje de la película no se movía y no quise forzarlo para extraer la película. Cuando revelé un rollo de Kodak Portra 400 que había hecho en el mes de mayo, comprobé que las fotos salían poco nítidas en ocasiones, y con unos extraños halos en torno a las altas luces en motivos con gran contraste. No había pasado nunca. Así que esperé a tener una ocasión para llevarla a reparar.
No confío mucho en el único taller servicio técnico fotográfico que existe en Zaragoza. Por lo menos para material fotográfico de hace años, en alguna ocasión me han hecho alguna chapuza. Las cosas sencillas no tienen problema. Por ejemplo, limpiezas y revisión de cámaras. Y con el digital, si la casa original les suministra componentes, tampoco tienen problemas para cambiar unos por otros. Pero cuando se trata de aparatos de tiempo atrás… Mejor no. Y tampoco me apeteció mandar por correo/mensajero a ningún sitio. Así que decidí que cuando tuviese una ocasión de ir a Madrid o a Barcelona para un servicio técnico la llevaría. Lo que pasa es que había otras que revisar o reparar, y siempre iba una detrás de otro. Voy, hablo con el servicio técnico, decido si la dejo o no, luego me la remiten por correo o mensajero. Como el mejor resultado me lo ha ofrecido hasta ahora Casanova Foto en Barcelona,… pues esperé hasta un momento adecuado, que fue a principios del mes de diciembre, en el puente de la “Inmaculada Constitución”.
Y aquí vino la sorpresa. Cuando se estropeó, la pila que llevaba estaba en buen estado todavía. No daba señales de agotamiento. Pero cuando fui a preparar la cámara para llevarla a Barcelona, comprobé que se había descargado por completo, así que puse otra nuevecita. Y al hacerlo… el rollo que llevaba se rebobinó, y la cámara apareció de repente lista para funcionar. Así, sin más. Las fotos que muestro hoy son de aquel rollo que quedó atascado en la cámara, uno de Kodak Ultra Max 400, que llevé al evento Zaragoza Florece 2021 en el Parque Grande, y paseando por la ciudad. Y muestran algunos de los defectos comentados antes, especialmente los halos en torno a las altas luces. La mandé a revelar cuando mandé los rollos que hice en Calatayud, con otra Ultra Max 400, o en Barcelona, con la nueva Harman Phoenix. Salvo esos efectos/defectos, no está en mal estado.
Después de eso, he usado la cámara, aparentemente sin problemas, en dos ocasiones. La primera con un rollo de película en blanco y negro, para revelado por mi parte inmediato, no mostró mayores problemas; lo comentaré dentro de unos días. La segunda, un rollo en color, de Orwo Wolfen NC500, todavía no la he mandado a revelar. El día dos de enero, con el resto de las películas de diciembre lo haré. Si tampoco muestra problemas, al usarla no pareció haberlos, reincorporaré definitivamente la bonita Leica Minilux a sus funciones de cámara de paseo y bloc de notas. Mejor que la Olympus mju-II que no se rebobina al llegar al final del rollo. ¿O sí? De repente, el último rollo que hice con ella, se rebobinó,… aunque no sé cuando ni como. Solo sé que lo hizo. ¿Se habrá arreglado sola también? Ya veremos.