Ya os hablé de la Orwo Wolfen NC500 hace unas semanas. Presentada por Orwo el año pasado, hasta recientemente no la había considerado. Pagar mucho dinero por una película cuyas muestras publicadas en internet no acaban de convencer en su estética… pues no sé. Pero claro, lo del mucho dinero se está convirtiendo en algo muy relativo. Porque viendo los precios que están adquiriendo las películas para negativos en color… pues ya no es “tanto”. En fin. Me quedaba un rollo más. Y más que me quedan, porque me han enviado unos cuantos más. Que llegué a pensar en llevármelos a Estocolmo, pero ya comenté mi peripecia a la hora de decidir qué equipo me llevaba a la capital sueca.
La características de la película ya las comenté. Colores poco saturados, contraste controlado, aunque no necesariamente una latitud de exposición muy amplia, y un grano muy marcado. Más propio de las películas ISO 400 de cuando apenas me había iniciado en la afición fotográfica, en los años 80, que de hoy en día. En el artículo que he enlazado nos dicen que se basa en las películas cinematográficas de Agfa. Y que se fabrican donde se han fabricado tradicionalmente las películas ORWO, en Bitterfeld-Wolfen, en lo que fue la antigua Alemania oriental. Bueno… el municipio, con ese nombre, es un invento reciente, de 2007, por fusión de varios municipios más chicos.
Por el nombre de la película, antaño se diría fabricada en Wolfen. En esta ciudad estaba la filial de IG Farben, Agfa, dedicada a diversas cosas de la química, y también a la fotografía. Allí, Agfa fabricó una de las primeras emulsiones diapositivas de la historia de la fotografía. Pero tras la guerra mundial, los derecho de la marca registrada Agfa se quedaron en la Alemania occidental, y los de la “Democrática” rebautizaron las películas como ORWO, de ORiginal WOlfen. Bueno… el caso es que allí se fabrican las películas cinematográficas para el bloque del otro lado del Telón de Acero. Y la Wolfen NC500 es heredera de aquellas. Cómo no va a tener grano, si el Telón de Acero cayó en 1989 y tecnológicamente ya iban con retraso.
Dentro de unos días os hablaré de otra película, también una novedad, con la que me parece que esta de hoy tiene más parecidos que diferencias. Pero no adelantemos acontecimientos. El caso es que esos “más parecidos que diferencias” me llevaron a investigar un poquito sobre si por casualidad sus orígenes son similares. En fin… que creo que sí, pero ya terminaré de comentar la cosa cuando llegue a esa otra película. Quizá la semana que viene, en algún momento.
La tonalidad de las fotos de este rollo me han salido más cálida que la del que hice unas semanas antes. Pero esto puede deberse a varias cosas.
- Al capricho del laborante que ha digitalizado los negativos ya revelados, y que le han salido así los tonos. Cuando se “evalúa” el rendimiento de una película a partir de los ficheros digitalizados es algo a considerar seriamente.
- A que las horas a las que hice muchas de las fotos, o las condiciones atmosféricas, favorecían un dominio de luz más cálida. Podría ser muy fácilmente.
- A que el Takumar, por los elementos radioactivos de sus vidrios, presente una tonalidad amarillenta que da un rendimiento cálido a las fotos. Esto es seguro, aunque cuando las digitalizan, sin que yo le diga nada al laboratorio, suelen corregirlo y no se nota. Pero cuando lo uso con la Canon EOS RP, digital, canta un montón, aunque es fácil de corregir.
En cualquier caso, lo cierto es que no me disgusta ese tono cálido sobre los colores desatorados de esta película. A la que me empiezo a acostumbrar, y ya no me deja tan “frío”, valga el chascarrillo, como con el primer rollo que hice, en aquel momento también con la EOS 650, pero con el EF 40 mm f2.8 STM, mucho más moderno, nítido y corregido que el más que decente Takumar de hace 50 años. En fin. Es lo que hay.