He comentado repetidamente en mis experiencias previas con las películas Lomography que su gama Kino tiene como origen las películas para cinematografía de ORWO. Las de uso más habitual como la Potsdam 100 como la Berlin 400 proceden de las películas en blanco y negro para rodaje de películas. Pero hay otras que tienen su origen en las películas para negativos o positivos intermedios, con determinadas características de contraste, y con sensibilidades muy bajas, acompañadas de una granularidad también muy baja y con gran detalle de imagen. Ese el origen de la Babylon 13, cuyo original es la Wolfen DN21 (Duplicating negative 21).
Esta película, la Lomography Babylon Kino 13, ya la usé hace unos años. Y realmente no me disgustó. Aunque no le encontré excesivas ventajas sobre otras películas de baja sensibilidad, pero no tan baja. Efectivamente, tiene un grano muy fino, la imagen, si está bien expuesta y sin trepidaciones, es muy nítida, pero con una sensibilidad tan baja, ISO 13, o te mueves en un entorno de buena luz, o pronto encontrarás limitaciones a esa nitidez, salvo que lleves un buen trípode.
Lomography siempre ha sido una empresa que me ha despertado sentimientos contrapuestos. Por un lado, el positivo, ha contribuido de forma eficaz a mantener y reavivar el interés por la fotografía con película tradicional. Pero la limitada calidad de muchos de sus productos y su oportunismo en su mercadotecnia… me desagrada en ocasiones. Por ejemplo, el nombre comercial de esta Babylon 13. Babylon‘13 es el nombre de un colectivo de realizadores de documentales que surgió durante las manifestaciones en el Euromaidan a finales de 2013. No voy a entrar en analizar las luces y las sombras de ese movimiento, pero tengo simpatía hacia este grupo de realizadores. Como “buenos” oportunistas, Lomography tan pronto lanza guiños hacia la inspiración o el pasado soviéticos de algunos de sus productos, como lo hace hacia los grupos abiertamente críticos al autoritarismo soviético o sus descendientes rusos.
Pero volvamos a la fotografía. Las fotos que presento hoy proceden del último rollo de película en blanco y negro que expuse en 2023, en los últimos días del año, poco antes de Nochevieja. Equipo ligero; Leica CL con el Summicron-C 40 mm f2, el fotómetro Gossen Digisix en el bolsillo, porque la Leica CL la llevo sin las molestas pilas sustitutas pero no siempre precisas de las originales PX625 de mercurio. Y el rollo de Babylon 13, para una tarde de cielo despejado… pero de invierno. O sea… que con riesgo de ir demasiado justo de sensibilidad. Vamos… sin el riesgo… con la seguridad de que tarde o temprano, durante esa tarde, lamentaría la elección.
No lo lamenté mucho. Ciertamente, fui justo de sensibilidad. Pero el planteamiento que llevaba en la cabeza de jugar con la suave luz de la tarde, pero con las sombras profundas de los arbolados al atardecer, no se llevaba mal con esta elección de material sensible. Contaba con la buena gradación tonal de la película para no perder en exceso el detalle en las sombras, en las situaciones más difíciles, puesto que, en contra de lo que el sentido común y la técnica nos dicen, iba a privilegiar las luces sobre las sombras.
Revelé en Kodak HC-110, dilución B (1+31), en los tiempos recomendados por Lomography, 8 minutos y 30 segundos a 20 ºC. En general, el revelado quedó correcto. Aproveché la reciente compra de la Panasonic Lumix G9 Mark II para digitalizar los negativos con el modo de alta resolución. No es que necesitase los casi 90 megapíxeles que me proporciona ese método de digitalización… pero quería probarlo. Bien, oye. Como objetivo, siempre el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2.8 ASPH OIS, bastante nítido a f5.6.
El rollo no lo terminé esa tarde. La luz desapareció pronto. Hay que tener en cuenta que, en los mejores momentos pude disparar a f5.6 y 1/60 segundo, aunque fue más habitual el f4 y 1/60 segundo. Esto obliga a ser muy cuidadoso con el enfoque. Hay que tener muy claro que partes de la escena quieres que estén nítidas y que partes pueden perder claridad por la estrecha profundidad de campo. Y las últimas fotografías de esa tarde estaban a f2. Por buenas que sean las virtudes ópticas del Summicron-C 40 mm, la plena apertura de un objetivo de los años 70, aunque sea Leica, no es lo óptimo para el paisaje.
Terminé el rollo al día siguiente, con buena luz matinal, pero luz de invierno. Y le va bien a esta película esa calidad de luz. Es irónico que muchas películas de sensibilidad media y alta obtengan buenos resultados con luz abundante, mientras que una luz matizada y no demasiado intensa aproveche mejor las características de una película de baja sensibilidad. Pero nadie dijo que tuviese que ser fácil. Resumiendo, el rollo me lo regalaron y disfruté usándolo, pero no es mi preferencia. Creo que con un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros II expuesto a IE 80 hubiera obtenido unos resultados de mi gusto, con más comodidad a la hora de exponer las fotografías.