Ayer estuvimos de excursión con ASAFONA Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza. Está muy animada últimamente la asociación. Le Somport en octubre, Aliaga en noviembre, descanso navideño en diciembre, Morata de Jalón en enero, a la que no fui por un cambio de fecha debido al mal tiempo, y ahora, en febrero, nos vamos a buscar las florecillas de invierno en Cedrillas, provincia de Teruel, próximos al nacimiento del río Mijares.
Son dos horas de viaje desde Zaragoza por la autovía Mudejar hasta Teruel, para luego, por carretera autonómica, unos 30 kilómetros hasta Cedrillas y el aparcamiento del merendero próximo al nacimiento del Mijares. Es cómodo. Pero así, a lo tonto modorro, pasas de los 200 metros de altitud escasos de Zaragoza a pasar la mañana a más de 1400 metros de altitud en la sierra de Gúdar.
El lugar nos recibe con un tiempo inestable y temperaturas bajas, próximas a los 0 ºC. No llueve, pero intermitemente nos caen chubascos de nieve en forma de bolitas de hielo. Algo intermedio entre el granizo y el copo de nieve tradicional. Y algo racheado por el viento. No es que sea especialmente molesto, pero el efecto del frío se va acumulando en nuestros cuerpos. Sobretodo porque de cuando en cuando nos toca hacer cuerpo a tierra para lo que fotográficamente hemos venido a hacer.
Y es que la propuesta de la jornada es buscar y fotografiar las pequeñas flores de invierno que encontramos en los pinares que pueblan estos montes. Guiados por una socia que viene desde Teruel, fundamentalmente vamos a encontrar campanillas de invierno, Galanthus nivalis, aunque encontraremos también, muy recogidas todavía, alguna hepática común, Hepatica nobilis, que debería su curioso nombre a la forma de sus hojas trilobuladas.
Es la primer viaje que hago, aunque sea en el día, con mi nueva Panasonic Lumix G9 Mark II. Con la que me tengo que poner despacio una tarde delante del manual de instrucciones y terminar de configurarla a mi gusto. Globalmente me siento muy a gusto fotografiando con esta cámara. Pero tiene algunas idiosincrasias que todavía me desconciertan en algunos momentos. Pero una de sus virtudes previstas se confirmó ayer; sigue funcionando perfectamente bajo la nevada, y aunque le caiga agua líquida o sólida encima.
Las Galanthus y las Hepatica son flores muy pequeñitas y precisan un objetivo macro o los accesorios adecuados para convertir un objetivo no macro en un sistema óptico apto para la fotografía de aproximación y la macrofotografía. Aunque me llevo una lente de aproximación para utilizar con el teleobjetivo, no la uso salvo para demostrar a un compañero su conveniencia en ocasiones. Utilizo el Panasonica Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2.8 OIS ASPH. No sólo es un objetivo macro dedicado que alcanza la escala de reproducción 1:1 sino que además está estabilizado, y en sinergia con la estabilización en el cuerpo de la cámara, aunque la luz no abunda, me permite conservar ISOs razonablemente bajas, utilizando velocidades de obturación también bajas.
Cuando nos dan las 12 del mediodía hacemos una parada para calentarnos con los termos de café o té que la gente precavidamente lleva. Y alguna madalena que trae algún generoso socio también cae. Pero desdeñamos el plan de caminar hasta el nacimiento del Mijares. El frío acumulado se hace notar. Y para colmo, una batida de cazadores bastante chulescos nos hace ver que les molestamos. Cuando hemos llegado, ninguna indicación encontramos de que una batida esté programada. Pero ver como un energúmeno se pone a cargar su escopeta a pocos metros de nosotros de forma, como ya he dicho, chulesca… es desgradable. ¿Masculinidades tóxicas? ¿Necesitan de sus armas para compensar lo que les falta? Me refiero al cerebro y el sentido común. Es aconsejable advertir de un riesgo, pero existen formas y formas de hacerlo. Por ello, decimos emigrar. Iremos a comer a la ermita de Nuestra Señora del Buen Acuerdo en Gallocanta.
En Gallocanta hace sol. Y las temperaturas están entre los 8 y los 10 ºC. Pero el viento sopla de forma continua y con cierta intensidad, por lo que tampoco es especialmente agradable mantenerse a la intemperie. Podemos comer comer razonablemente confortables en un merendero a semicubierto. Pero cuando terminamos y nos ponemos a observar la laguna desde diversos puntos. También acabamos acumulando frío en el cuerpo.
Aunque no estaba previsto en la programación del día esta visita a Gallocanta, yo había echado en la mochila el Olympus M.Zuiko 75-300 mm f4.8-6.7 por la posibilidad de usarlo en fotografía de aproximación con la lente de aproximación. Así que lo uso para intentar captar las grullas, y aun los flamencos, que observamos en la distancia. Pero necesito entrenar más la técnica de seguimiento de aves en vuelo. El enfoque automático de la cámara se comporta y localiza las aves y las sigue cuando contrastan bien sobre el fondo. Si el fondo es confuso, y percibiéndose de pequeño tamaño, no tanto. Pero la velocidad de obturación elegida no es suficiente, y los barridos siguiendo las aves no siempre consiguen una suficiente nitidez de las misma. Y además… es que están muy lejos. Bueno… para otra vez. Con esto, cerramos el día.