En Tarragona con película negativa en color – Pentax MX con Kodak Ultramax 400

Cuando voy de viaje con una cámara de objetivos intercambiables, mis opciones suelen ser tres; Canon EOS 650, Pentax MX o Leica M6. La Canon EOS 650 tiene muchas ventajas en cuanto a comodidad y eficiencia, pero los objetivos son grandotes. Pongamos que como hice en Madrid el 29 de enero de este 2024, me llevo un angular tipo 28 mm y un estándar tipo 50 mm. Ni por casualidad podría llevar el objetivo que no estoy usando en el bolsillo del pantalón como hice en Madrid con los objetivos SMC-M de la Pentax. Con la Leica M6 sí podría, pero… no tengo un 28 mm, tengo un 25 mm que es más amplio y no es lo que me apetece, y además he de encuadrar con visor externo,… que no me apetece casi nunca. La verdad es que me gusta llevar la M6 cuando tengo claro que quiero una determinada focal, y no ir cambiando. Manías mías

Así pues, al igual que el día anterior en Madrid, en el viaje en el día que hicimos el 30 de enero de este 2024 a Tarragona, me volví a llevar la Pentax MX con el SMC-M 28 mm f3.5 y el SMC-M 50 mm f1.4. Es una combinación que me va muy bien. Con la que me siento extremadamente cómodo. Creo que la ocasión en la que más la disfruté fue en la escapada de agosto a Berlín en 2019. En aquella, además, me llevé un tele corto, el SMC-A 100 mm f4, que tiene la ventaja de ser además macro, con una reproducción 1:2. Y si le pongo la lente de aproximación Cosina que tengo de 3 1/3 dioptrías, 1:1. Un día de estos os contaré cómo gracias a esta lente de aproximación voy a disponer de un escala de reproducción 2.3:1 con un teleobjetivo para Canon RF. En cualquier caso, no me llevé el 100 mm. Por si acaso, me dio por incluir en la mochila el Ricoh XR Rikenon 135 f2.8. Pero sólo hice una foto. Esta foto.

En lo que se refiere a material sensible, utilicé los dos rollos de Kodak Ultramax 400 que no había usado en Madrid. Y me llevé de reserva, aunque no llegué a usar ninguno, un par de los rollos de Kodak Portra 400 que había comprado el día anterior en Madrid. Realmente, poco hay que añadir a la experiencia de uso de este material sensible que no haya comentado a propósito del viaje a Madrid, ya que la forma en que la usé y las condiciones ambientales no fueron muy distintas. Ahora os cuento un poco más.

Al igual que el día anterior, las condiciones de luz fueron bastante buenas. El día salió nublado, un poco tristón. Pero al poco de llegar a la ciudad mediterránea las nubes se empezaron a abrir, y un sol muy poco ofensivo, con una luz relativamente suave, aunque se fue endureciendo durante el día, nos iluminó durante toda la estancia. Bien es cierto, que cuando hubimos de recorrer el interior de la parte alta de la ciudad, el centro histórico, los contrastes eran más elevados. Pero eso, en ciudad, no siempre es malo. Ciertamente la Kodak Portra 400 es más apta para controlar esos contrastes que la Ultramax 400. Pero tampoco hubo mucho problema.

La mayor parte del día llevé ajustado el exposímetro de la Pentax MX a IE 200, con un paso de sobrexposición sobre la sensibilidad nominal de la película. Decididamente, aunque no había podido conocer el resultado de las fotografías del día anterior, la idea de recortar un poquito la saturación de los colores, al mismo tiempo que tal vez el grano quedase más contenido y las fotografías algo más nítidas, no me desagradaba. No obstante, esta película no tiene la flexibilidad para estos fines de la Portra 400. Se puede hacer, y lo hago de vez en cuando cuando me interesa, pero no es lo mismo.

No obstante, en momentos puntuales como en el interior de la seo tarraconense, en su claustro o en las zonas más umbrías del centro histórico, no dudé en usar la sensibilidad nominal de la película, con buenos resultados. Para eso está esa reserva de sensibilidad, para usarla cuando conviene. Tras la defección de Fujifilm que ya no nos ofrece su Fujicolor Superia Xtra 400, que me gustaba algo más que la Ultramax, es esta la película que mejor podemos usar para un uso polivalente, sin los costes que acarrea la superior Portra 400. Si veis alguna Fujifilm 400 en estos momentos en el mercado, no os olvidéis que no es de la familia Superia made in Japan. Que es una Kodak disfrazada de japonesa, made in USA, probablemente una Ultramas 400. Así que cogerla o no… depende del precio y de la posibilidad de elegir entre las dos presentaciones.

En algún momentos se me pasó por la cabeza utilizar alguna de las películas ISO 400 que he ido probando y usando durante el año 2023. Esas ORWO Wolfen NC500 o LomoChrome Color ’92, que son la misma película bajo distintas marcas, y que también podéis encontrar como Ilford Ilfocolor 400 Vintage Tone… pero no os la recomiendo. Es la misma película, al mismo precio, pero en presentación de sólo 24 exposiciones. Y en su fabricación no está implicada Harman con su excelente control de calidad en sus películas Ilford en blanco y negro… es otra historia. Al final, deseché en la idea. En viaje, me gusta una fotografía relativamente fiel, aunque con la estética de la película en color, y me gusta la nitidez, de la que carece esa película fabricada por InnovisCoat para ORWO, con granos como pelotas de playa de Nivea. Además… son muy frías en sus colores. Y me apetecía una saturación controlada, pero no desaparecida. Así que la Ultramax 400, bien está. Pensando ahora en reabastecer de cara a la escapada de la semana de Pascua, que está ahí a algo más de un mes a la vista.