Llegó el final de enero de este 2024, y con el final del mes, los primeros viajes del año. Viajes en el día, que con un destino u otro vengo haciendo en los últimos años para esas fechas. Y en días consecutivos, aprovechando una planificación con tiempo, visité Madrid y Tarragona. Y por supuesto me llevé alguna cámara con película fotográfica. También digital, la pequeña Sony ZV-1, que me sigue sorprendiendo por lo bien que se va, pero de la que no voy a mencionar nada que no haya hablado en ocasiones anteriores. Aunque en el Cuaderno de Ruta publiqué algunas fotos del viaje a Madrid.
Para estos dos días preparé cuatro rollos de película negativa en color ISO 400 de los que tenía almacenados en mi frigorífico; uno de Kodak Portra 400 y tres de Kodak Ultramax 400. Son películas con características distintas, aunque hay formas de que sus resultados se aproximen… hablaré de ello en su momento. Especialmente cuando hable de las fotografías que hice con esos rollos de Ultramax 400. Pero de momento hablemos de la Portra 400.
La cámara que me llevé, ambos días, fue la Pentax MX. A Madrid me llevé dos ópticas, también de Pentax; el SMC-M 28 mm f3.5 y el SMC-M 50 mm f1.4. La cámara no es una compacta, es una réflex… pero una réflex de tamaño muy compacto. Y las ópticas también tienen un tamaño muy contenido. Y van muy bien. Alguno diría que el gran angular se queda corto en luminosidad. Puede. Pero la verdad es que yo no suelo echar de menos ese plus de luminosidad. Lo cierto es que en los años 70 eran raros los grandes angulares más luminosos que el f2.8. Y si hoy en día son más frecuentes, su volumen y peso es considerablemente mayor que los de entonces.
Salió un día primavera, a pesar de estar en la mitad del invierno. Con temperaturas claramente superiores a las 10 ºC cuando llegamos a Madrid, y cercanas a los 20 ºC al medio día. En Zaragoza, la niebla mantenía un ambiente frío, y desapacible. Pero en Madrid, nos quitamos los chaquetones, y caminamos en mangas de jersey durante todo el día. Y soleado, pero no con un sol ofensivo. Con una luz suave, agradable.
Con esa luz abundante, ningún problema en ajustar la Kodak Portra 400 a IE 200, un paso de sobrexposición, como gustan hacer los retrateros que usan esta emulsión. como no me gusta cerrar más allá de f11, en un momento dado ajusté la cámara a 1/500 segundo y f11, enfoque a la hiperfocal, y me limité a ir haciendo fotos encuadrando, componiendo y disparando, sin más preocupación. Por ello, en los momentos más luminosos del día, es posible que la sobrexposición fuera de dos pasos. Pero en general, un paso, y tampoco es que sea algo muy importante de cara al resultado final. Más que correcto. La Portra 400 es un valor seguro en estas condiciones.
El rollo de Portra 400 me duró desde que llegué a Madrid hacia las once de la mañana y hasta cerca de las dos de la tarde, caminando desde la estación de Puerta de Atocha hasta Matadero Madrid, el Palacio de Cristal de la Arganzuela que, lamentablemente, estaba cerrado, y luego recorriendo el Parque Madrid Río por las orillas del Manzanares, por el puente de Toledo y hasta el puente de Segovia, donde el rollo llegó a su última exposición. No conocía este paseo, que me agradó mucho. Y si en lugar de la Sony ZV-1 me hubiera llevado una micro cuatro tercios con el 75-300 mm, hubiera hecho alguna foto de aves.
Las fotos, como es propio con la Portra 400 cuando se sobrexpone, tienen un grano relativamente fino para su sensibilidad nominal, y tiene unos colores poco saturados, casi pastel. Colores que le van bien a la época del año en que estamos, invernal, aunque el tiempo estuviera primaveral. Como ya decía, la Portra 400, un valor seguro.