Ciertamente, no estaba entre mis planes, en principio, llevar esta cámara casi de juguete al viaje a San Francisco. Me refiero a la Kodak Pocket A-1. Una cámara que llegó a mi domicilio familiar en mi adolescencia, recuerdo habérmela llevado un verano a unos campamentos en los Pirineos cuando tenía 15 años, cuando el viejo trasto de mi padre dejó de funcionar. Hasta hace poco no me enteré de porqué… porque esa cámara también la tengo por casa. No se puede usar, la película no avanza. Hable de ella hace unos cuantos años, cuando la rescaté e hice un rollo en color y otro en blanco y negro, resultando una cámara espontánea y relativamente divertida de usar, pero con una calidad de imagen final absolutamente espantosa.
La cámara usa cartuchos de película tipo 110, con un tamaño de negativo de 13 x 17 mm. Que queda reducido por una estúpida máscara con la marca de la cámara que aparece en los rollos que se venden hoy en día. Si ya es un tamaño de negativo reducido, encima los estúpidos de Lomography nos restan una parte de la superficie válida, para “lucir” la marca de la película, lo cual me pone de los nervios. Pero fíjate… el problema no sería tanto el tamaño reducido de la película como la escasísima escasísima nitidez que ofrece el objetivo de plástico de esta cámara Kodak. Eso si que es realmente lamentable. En fin. Hace unos meses me dieron unos cartuchos de película unos conocidos que se equivocaron al comprarla, y de los que hice uno, del que ya os hablé. Desde entonces no había encontrado para hacer los otros dos, con el agravante de que hace tres meses, otro conocido me dio otro. O sea, tenía tres cartuchos de 24 exposiciones con lo que no sabía que hacer. Así que… me los llevé a San Francisco.
Intenté no tomarme excesivamente en serio estas fotos, pero tampoco pretendí tirarlos sin ton ni son. Por mala que sea la calidad de la imagen final, si te esmeras en el encuadre y eliges el motivo con una luz razonable, puedes llevarte un recuerdo final que no esté mal. Eso sí. Tras hacer alguna prueba en casa viendo la imagen en el ordenador e imprimiéndola en papel fotográfico con la impresora de tinta doméstica, conviene no ver las fotos a un tamaño mucho más grande de lo que se ven en Instagram. O que las copias en papel no sobrepasen mucho el 12 x 9 cm que era el tamaño habitual en el que se copiaban las fotos de estos negativos, por debajo del tamaño de una postal. Es decir, a la hora de digitalizarlas, cualquier cosa por encima de 1600 x 1200 pixeles es una pérdida de tiempo y recursos.
Recomiendo, con una cámara como la Kodak Pocket A-1, encuadrar ajustado. Normalmente, el visor de la cámara tiene un ángulo de visión mucho menor que la pésima lente de plástico que sirve de objetivo. Por lo tanto, si no queréis ver reducido vuestro motivo principal en exceso en vuestra copia final, encuadrar ajustadamente. Y tened cuidado con el error de paralaje, porque la composición que os parece adecuada, o que imagináis, a través del impreciso visor… puede verse descentrada en el sentido que menos os interese. Pero bueno… salvo dos o tres sorpresas desagradables en las 72 fotos que hice, los encuadros quedaron entre bien y razonables.
En cuanto a la película, ya comentaba en su momento que no tengo ni idea de quien la fabrica y cuál es su origen. Hay algunas referencias que indican que se puede fabricar en China, quizá en Shanghái… no lo sé. Y en cuanto al origen,… pues es que hoy en día, salvo un par de excepciones de fabricación “alemana” (entrecomillo porque pueden ser empresas alemanas con fabricación en China, no sé) todo es Kodak. Hasta lo que vende Fujifilm, cada vez menos, como negativos en color para el mercado no profesional parece estar hecho por Kodak. Pero no creo que sea una Kodak Gold 200 o algo así… más bien alguna emulsión más antigua para la que todavía tienen montado la cadena de producción a cierto nivel. En fin… da igual. El punto crítico es la cámara, malísima. He visto por ahí fotos hechas con la Pentax 110 Auto, una réflex de objetivos intercambiables para este formato, que da fotos razonables, aunque con poca definición por el tamaño reducido del negativo y la mayor apariencia del grano. En fin… que sirva como simpática anécdota de este estupendo viaje al lejano oeste americano.