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Trasteando con mi "nuevo" SMC-M Pentax 50/1,4

Una de mis cámaras más queridas es la Pentax MX. Cámara mecánica, réflex, muy contenida de tamaño, mucho. Que funciona muy bien. Y que salió al mercado hace la friolera de 43 años, en 1976. Fue la más prestigiosa de la serie M, cámaras con montura de bayoneta K y tamaño muy compacto, aunque quizá las más populares fueron las ME y ME Super. La MX es totalmente mecánica, puede funcionar sin pilas, mientras que las ME son electrónicas, necesitan alimentación eléctrica, aunque suelen llevar una velocidad mecánica de emergencia, que suele coincidir con la de sincronización del flash. En agosto me la llevé como cámara principal en una escapada a Berlín, y volví muy satisfecho de los resultados.

El caso es que con la serie M de Pentax, también se produjo una renovación de la gama de ópticas de la marca, hacia modelos de calidad, pero de tamaño muy contenido. En aquella época, todavía era el objetivo de la marca alcanzar en calidad óptica a Carl Zeiss. Su tecnología de revestimiento de las lentes, SMC Super Multicoated, pretendía competir con las prestigiosas T* de las alemanas. Mientras que las fórmulas ópticas replicaban con bastante éxito los diseños más conocidos de Zeiss. La focal estándar, alrededor de la que se construía el resto del sistema, eran los 50 mm. De los que Pentax puso en el mercado cuatro diseños, todos ellos basados de una forma u otra en el diseño de los Planar de Zeiss. Aunque este diseño de finales del siglo XIX, aplicado a ópticas luminosas de f/2 o más abiertos, fue desarrollado inicialmente por Taylor-Hobson. Los 50 mm de Pentax tuvieron las luminosidades, con sus fórmulas ópticas [lentes/grupos], de f/2 [5/5], f/1,7 [6/5], f/1,4 [7/6] y f/1,2 [7/6]. Como se puede ver, cuanto más luminoso el objetivo, más complejo el diseño óptico. También más grande es el objetivo. Aunque manteniéndose en tamaños compactos. Yo tengo un SMC-A Pentax 50/2, que me vino con mi primera Pentax, P30N, que vendí. La "A" en lugar de la "M", indica que tiene posición para el automatismo con prioridad a la velocidad de obturación y automatismo completo de velocidad y apertura. Los "M" admiten los modos totalmente manuales y la prioridad a la abertura, pero no los otros dos. Después, con la Pentax MX me vino el SMC-M 50/1,7. Que está muy bien,... pero siempre supe que tenía una pieza no bien ajustada. Que no afectaba a la calidad óptica, pero... que se ha terminado de romper. Así que encontré por eBay una oferta muy buena de un SMC-M 50/1,4, y es el que he estrenado recientemente. Veamos los tres objetivos para comparar sus tamaños relativos.

He de decir que los tres están bien reputados ópticamente. Pero que hay diferencias de calidad en determinadas aperturas. Digamos que los resultados a f/2 o f/2,8 son mejores cuanto mayor es la apertura máxima. A las aperturas intermedias, óptimas, entre f/5,6 y f/11, todos buenos, con una elevada transmisión de la luz. Mucha gente se pirra por el 50/1,2; pero es mucho más caro, y solo aporta una luminosidad de 1/3 de diafragma, quizá algo más, por encima del f/1,4, y es más grandote. Hay que saber ver las cosas en perspectiva.

Tengo otros dos 50 mm f/1,4. Uno es el Nikkor S Auto 50/,14 con la Nikomat FTn, con 7 elementos en 6 grupos, pero dispuestos de forma diferente a los de Pentax. Es un diseño y construcción de la década de los años 60. Más pesado y grande. Nunca me he sentido muy cómodo con él. El otro es un objetivo de 1993 para Canon EOS, el Canon EF 50/1,4 USM, con el que sí que me he sentido a gusto muchas veces. Es un objetivo de enfoque automático, con motor ultrasónico, un verdadero adelanto e innovación en su época. Ahora muchos lo desacreditan... Pero tengamos en cuenta que todos estos diseños ópticos estaban pensados para la película tradicional y no para la captura electrónica. Y a sus aperturas ópticas funciona. Sí que es cuestionable la antigüedad de su diseño, ya que hay quienes dicen que no es más que una adaptación del FD 50/1,4 de 1971. Probablemente sea su punto de partida aunque con mejoras en los vidrios utilizados. Veamos mis 50 mm f/1,4.

Como veis, el Pentax, que está en el centro, con el Nikkor a la derecha y el Canon a la izquierda, es mucho más compacto.

La pregunta es... ¿lo has probado? ¿Va bien?

Como ya he comentado, es un objetivo de 1976... pensado para la captura con película fotográfica. Todavía no he revelado ningún carrete realizado con él. Pero seguro que va bien. Por supuesto que tendrá unas aperturas óptimas, f/5,6 a f/11, otras utilizables sin problemas cuando la luz falla, f/2 a f/4, la máxima apertura, para retratos o cuando la luz es extremadamente baja, pero que no tendrá la misma nitidez, y las aperturas más cerradas,... que no suelo usar. Cuando necesito una profundidad de campo extrema.

Las fotos que aquí voy presentando están hechas con una cámara digital, la Pentax K-S1, con un sensor de 20 megapíxeles. Vamos a relativizar la situación. Si en lugar de ser un sensor recortado de tipo APS-C fuera un sensor de 24 x 36 mm con la misma densidad de fotositios, se traduciría en una imagen de casi 45 megapíxeles. Id a ver en los catálogos de las marcas cómo son los 50 mm f/1,4 pensados para ese tipo de sensores. Sus tamaños. Y sus precios. Pues no. No da la misma calidad.

Usando aperturas óptimas, como f/8 u f/11, las primeras fotos que he mostrado, los resultados son más que razonables. Pero en cuanto abres el diafragma. Especialmente en las cinco últimas fotos que muestro, a f/1,4, aparecen todo tipo de problemas. Probablemente queda no poco residuo de aberración esférica. Y también aparecen problemas cromáticos en los límites entre zonas de alto contraste. Y la imagen en las esquinas se degrada bastante. Dejando a un lado, que a f/1,4, no es fácil enfocar si te aproximas lo suficiente al objeto de tu interés.

Lo cual no quiere decir que no sea aplicable a determinadas utilizaciones y con motivos bien elegidos. En peores plazas hemos toreado. De todos modos, mi intención es disfrutar con este objetivo de mi Pentax MX, y con ella se va a llevar estupendamente. Fueron hechos el uno para la otra. Literalmente.

Nuevo teleobjetivo de focal variable para micro cuatro tercios

Nunca he sido aficionado al teleobjetivo. Para el estilo de fotografía que hago yo, que tiene más de documental que otra cosa, el teleobjetivo no proporciona habitualmente el entorno del sujeto necesario para comprender la situación. Y un uso excesivo del mismo me resulta monótono. No quiere decir que de vez en cuando no venga bien usarlo, pero en un porcentaje relativamente pequeño de las fotografías que constituyen una serie, un reportaje... o lo que sea.

Para mi equipo viajero, basado en cámaras micro cuatro tercios, generalmente me he conformado con teleobjetivos cortos, como el 45/1,8 de Olympus en viajes, o el 45/2,8 Macro de Panasonic Leica para naturaleza. En un momento dado, en una venta outlet, tuve ocasión de adquirir por un precio tirado un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, con una calidad óptica sorprendentemente buena para su precio, aunque con una serie de desventajas en su construcción, en la rapidez del enfoque y en la apertura máxima. Con él me acostumbre a componer "panoramas" en fotografía de paisaje que me han funcionado muy bien. Y con el tiempo me ha llevado a entender que viene bien tener un teleobjetivo competente, no tan limitado en algunos momentos como este pequeño pero honesto objetivo. Que eso sí, tiene la ventaja de que puedes llevarlo en un bolsillo.

El sistema micro cuatro tercios ofrecía varias posibilidades tanto en focales fijas como variables. Me fijé en estas últimas. Tras comprender que las focales muy muy largas tienen un interés mucho más limitado para mí, por tentadoras que sean, las descarté. Probé el Lumix G Vario 100-300/4-5,6, que me pareció un objetivo muy honorable, pero con un interés limitado para mí. No necesitaba tanto, aunque... si pudiese ser. Vamos a ver las opciones:

La más económica, buscando bien en internet, es el Panasonic Lumix G Vario 35-100/2,8 Power OIS II. Buenas prestaciones ópticas, buena construcción, tamaño contenido para su luminosidad. Os recuerdo que sus focales son equivalentes a un 70-200 en formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm. La única desventaja que le encuentro es que no admite multiplicadores de focal.

La opción de Olympus, Olympus M.Zuiko Digital ED 40-150mm f/2,8 PRO, tiene más alcance, tiene la posibilidad de usar multiplicadores de focal, pero es mucho más grande y apreciablemente más caro. Mucho menos portable, que el anterior.

La opción más lujosa de Panasonic, Panasonic Leica 50-200mm f/2,8-4 ASPH, es algo más grande que el primero, más compacto que el segundo, no tiene una apertura constante, lo que facilita su tamaño contenido, aunque no compacto. Admite multiplicadores de focal. La calidad de imagen se anuncia excelente. Pero me salía prácticamente por el triple que el primero.

El último de los tres me parecía el más interesante... pero decidí que no tenía ningún sentido gastar tanto. Así que me conformé con el primero, porque además conseguí una buena oferta, muy por debajo de su precio de catálogo.

Lo he estado probando en los últimos días antes de llevármelo a Japón durante dos semanas. Paseando por los alrededores de Zaragoza, y también con un poquito más de acción en la tradicional bajada festivo-reivindicativa por el Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza.

Los resultados no han sido ningún misterio; el objetivo, en su segunda versión, funciona bien. Es sólido de construcción, de un tamaño contenido, muy competente ópticamente desde su plena apertura, aunque con más viñeteo del que yo esperaba, y razonablemente rápido, sin alcanzar los niveles de otros mucho más caros. En general un excelente compromiso, que no da pereza echarlo en la mochila en cualquier caso. En los últimos tiempos he sufrido una reactivización en mi tendinitis en el antebrazo derecho, una epicondilitis de las tradicionalmente llamadas "codo de tenista", aunque hace seis años que no juego en serio al tenís, y tres años desde la última vez que fui con mi sobrino. Llevar peso en esa mano puede ser un suplicio conforme pasa el rato. Pero el peso de este objetivo es suficiente llevadero como para pasar una mañana fotografiando con la cámara en la mano.

Ahora sólo me queda salir de viaje próximamente e intentar sacarle el mayor partido posible.

Por último, revelado en blanco y negro, un panorama realizado con este objetivo, una vista clásica del Ebro desde la pasarela del azud, uno de los usos más interesantes a los que dedico este tipo de objetivos. Incluso si no son vistas tan amplias como esta. Pero la posibilidad de aumentar la resolución final de la fotografía montando varias vistas parciales me parece muy interesante en determinadas ocasiones, y viene bien que el objetivo usado sea de buena calidad óptica.

Ensayando un teleobjetivo de focal variable para fotografía digital, montura micro cuatro tercios

Llevo un tiempo conflictuado. Lo reconozco. Nunca he sido un aficionado a la fotografía muy dado a utilizar teleobjetivos largos. Cuando salgo de viaje, siempre me viene bien un teleobjetivo corto, con un ángulo equivalente al de un 85 a 105 mm para formato de 24 x 36 mm de sensor o fotograma. Aunque en ocasiones me he llevado alguno más largo, nunca he aprovechado mucho esas focales y, en cualquier caso, nunca han sobrepasado el equivalente a un 180 o 200 mm en el formato mencionado.

Es cierto que para las Canon EOS de sensor de 24 x 36 mm dispongo del EF 200/2,8L USM II, que me ha acompañado ocasionalmente en alguna sesión de retrato y en fotografía deportiva, asociado en ocasiones a un duplicador de focal en este último caso.

Para los viajes, en un momento dado adquirí un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH Mega OIS, que me ha producido alguna satisfacción. Me costó barato, su calidad óptica es notable para el precio que tiene, es muy compacto y cabe en cualquier sitio. Pero es muy poquito luminoso y poco reactivo. Pero me ha dado alegrías, especialmente en la fotografía de paisaje, cuando monto imágenes más grandes a partir de unas cuantas tomadas con el teleobjetivo. Prácticamente no he realizado incursiones más allá de esa focal máxima, equivalente un 200 mm en el formato de 24 x 36 mm. Pero le estoy dando vueltas a adquirir su hermano mayor con el mismo intervalo de focales y apertura máxima f/2,8. Es más grandote, en su precio oficial casi cuadruplica lo que me costó el que tengo, pero está protegido para las inclemencias del tiempo, es más rápido, más versátil en su apertura máxima, y tampoco supone un peso y volumen excesivos.

Mientras, recientemente un buen amigo mío se agenció el Panasonic Lumix G Vario 100-300/4-5,6 Power OIS. Un objetivo que podríamos situar en una gama media, los hay más baratitos y sencillos que cubre esta gama de focales, y los hay bastante más caros. Había oído buenas referencias de él, pero la llegada al mercado de varios teleobjetivos de focal variable fabricado por Panasonic y firmados por Leica lo han dejado ensombrecido. Le pedí que me lo dejara. Nunca me he sentido atraído por estos intervalos de focales, que equivalen nada menos que a un 200-600 en el formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm, salvo en usos deportivos o naturalistas.

Lo he estado usando recientemente y he aquí mis impresiones. Las fotografías acompañantes en este artículo están tomadas todas ellas con este objetivo:

La nitidez y el contraste de la imagen son buenos. Quizá no alcancen la brillantez de esos nuevos Panasonic Leica, pero no habrá mucha gente que aprecie realmente la diferencia. En la mayor parte de los usos, con ampliaciones moderadas de la foto será casi inapreciable. De hecho, en su focal y aperturas comunes a 100 mm, tampoco se diferencia mucho en calidad de mi pequeño 35-100.

Es razonablemente ágil pero no es un objetivo de carreras. Con la Panasonic Lumix G9, que en estos momentos es el cuerpo de cámara más ágil de la marca para micro cuatro tercios, los seguimientos del enfoque automático continuado en objetos móviles como corredores o ciclistas son buenos pero no infalibles.

Está bien construido, pero no tiene el nivel de solidez ni de protección contra las inclemencias del tiempo que sería de desea para un objetivo cuyo usuario potencial es el fotógrafo de naturaleza.

Tiene un precio bastante razonable.

Aunque he obtenido algunas fotografías razonablemente interesantes, buscando el motivo adecuado, no me veo con él como un objetivo cuyas focales vaya a precisar con frecuencia. Algún espectáculo deportivo y algo de fotografía de naturaleza. Para macro, le falta un enfoque mínimo más corto para que tengo real utilidad en la fotografía de aproximación.

En fin... que en estos momentos no me veo con ganas de efectuar un desembolso para cubrir esta gama de focales. Y si considerara oportuno disponer de ellas, creo que sería más versátil el moderno Panasonic Leica con focales 50-200/2,8-4 y que admite el uso con un multiplicador de focal, que permitiría llegar a los 280 mm, muy cerca de los 300 mm del objetivo probado. Pero es mucho más caro. Incluso si sumamos el coste del 35-100/2,8 más el 100-300/4-5,6. A cambio tiene más calidad óptica, una construcción muy más resistente, y sólo llevas un objetivo y no dos. En fin... ya veremos.

Laowa C-Dreamer 7,5 mm f/2 de Venus Optics para M4/3

La mayoría de las fotografías que hago con mi equipo micro cuatro tercios (M4/3) corresponden a focales comprendidas entre angulares medios o moderados a teleobjetivos cortos. Si hace mal tiempo y el pongo al cuerpos de la Panasonic Lumix G9 el Olympus M.Zuiko Digital 12-40/2,8, equipo resistente a la lluvia y a otras inclemencias del tiempo, poco necesito más. Y si hace buen tiempo, muchas veces me conformo con llevar un par de ópticas fijas, el Panasonic Leica DG Summilux 15/1,7 ASPH y el Olympus M.Zuiko Digital 45/1,8. También me bastan. En los últimos tiempos he usado con más frecuencia que antes el Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH, pero sobre todo ha sido para componer paisajes de alta resolución con varios fotogramas realizadas con una focal teleobjetivo, pero que al unirse conforman una imagen propia de una focal más corta. Es lo que hay. Pero de vez en cuando, generalmente en interiores o en determinados paisajes, hecho de menos alguna focal más corta, lo que se llama un super gran angular. Cuando visité Japón me compré, por poco dinero, el Olympus Body Cap 9 mm f/8 Fish Eye, objetivo de plástico, vendido más como accesorio que como óptica, pero que incluye una lente gran angular de apertura fija, y cierta capacidad para enfocar dentro de unos intervalos. Me ha sacado de algún apuro en alguna ocasión, he conseguido hacer algunas fotografías muy expresivas, pero su calidad general es muy limitada, en nitidez y resolución. Sin entrar ya en la conveniencia o no de la geometría propia de un ojo de pez.

El nuevo objetivo queda muy bien y muy equilibrado con esta E-M5 de Olympus. Y lo ponemos acompañado de otros miembros de su nueva familia.

El hecho de que use de vez en cuando este 9 mm de Olympus, y que me sintiese insatisfecho con los resultados en más de una ocasión, hicieron que se me pusiese la mosca detrás de la oreja sobre la posibilidad de hacerme con un super gran angular. Pero tenía que tener unas condiciones. La geometría del ojo de pez está bien, pero a la larga cansa; mejor rectilinear. Habría de tener un óptica razonable, de vidrio óptico, con aro de diafragma. Con focales muy cortas, me da igual que sea de enfoque automático o manual; pero en este último caso, mejor con una escala de distancias. Incluso con intervalos de profundidad de campo para enfocar por zonas. Y que no me hiciese un roto en la libreta de ahorro, puesto que al fin y al cabo, no es una focal de uso continuado.

En la entrada de ayer de mi cuaderno de ruta (carloscarreter.com) ya se veían paisajes en blanco y negro. Hoy pongo los paisajes en color.

Hace un tiempo vi la posibilidad. Se trata de un objetivo de Venus Optics, una empresa con sede en Hong Kong, pero que manufactura en la China continental, y que lleva un tiempo adquiriendo un cierto prestigio con objetivos con buenas cualidades ópticas, construidos sólidamente en metal, con focales muy específicas, que cubre nichos no siempre bien cubiertos por otras marcas, y cuyas ópticas más cortas, los super grandes angulares, tienen fama de tener niveles de distorsión muy escasos. Incluso se promocionan como de distorsión 0. Lo cual es mucho decir para focales tan cortas, que es difícil que no presenten un mayor o menor grado de distorsión en barril o, pero todavía, más difícil de corregir durante el revelado, en bigote.

En un momento dado, apareció un objetivo exclusivo para M4/3, un Laowa C-Dreamer 7,5 mm f/2, que me llamó la atención. Por varios motivos. Está diseñado exclusivamente para M4/3, mientras que otros objetivos son diseñados para el fotograma completo o para el fotograma APS-C y simplemente tienen una montura adaptada. El caso es que estos últimos no siempre son óptimos para M4/3. La focal es realmente corta. Equivale a un 15 mm en el fotograma completo (24 x 36 mm). Está construido en metal, con todas las condiciones señaladas anteriormente. Es muy luminoso. Un diafragma f/2 hace que sea planteable, con ese ángulo de vista, incluso apuntar al cielo para fotografías astronómicas, con cierta comodidad.

Lo recibí el sábado por la mañana, y he dedicado una parte del sábado por la tarde y del domingo por la mañana a probar el funcionamiento, y obtener mis primeras impresiones. Realmente está solidamente construido, de metal, con una rosca para filtros de 46 mm, aunque el aro que monta mi polarizador es excesivamente recio y produce un viñeteo mecánico. Pero no es infrecuente que estos grandes angulares extremos carezcan de la posibilidad de montar filtros, o exijan dispositivos especiales. La rueda de enfoque manual, el objetivo es totalmente mecánico, sin contactos eléctricos de ningún tipo, gira bien, sin ningún problema. Pero no es muy comunicativa. Tiene grabadas algunas distancias de enfoque, entre la mínima de 0,12 metros y los 0,5 metros. Pero de ahí pasa al infinito. La rueda gira más allá de la marca de infinito. Con las enormes profundidades de campo que dan estos objetivo, es difícil evaluar todavía la precisión del enfoque.

Callejeando con la E-M5, he optado por una versión en blanco y negro de la fotografía, que ya previsualicé en el momento de la toma.

Tiene una escala de profundidad de campo, pero como es objetivo es pequeñito y ligero, no tiene espacio para las marcas de todas las aperturas, que van de f/2 a f/22 en pasos completos. Un poco absurdo el f/22. No es necesario para nada. De hecho, dudo que lo use nunca por encima de f/8. Es introducir tontamente una disminución de la nitidez por culpa de la difracción. En cualquier caso, una vez que encuentras haciendo pruebas el punto de hiperfocal para f/5,6... se convierte en un objetivo de apertura fija, que sólo modificas cuando quieres hacer fotografía de aproximación. La escala de reproducción a la distancia de enfoque mínima es normalita, 0,11:1 o 1:9 (nueve milímetros en la realidad se reproducen como un milímetro sobre el captor de imagen).

Pero bueno,... todo esto está muy bien. Pero, ¿y la calidad de imagen? Teniendo en cuenta que me ha costa algo menos de 500 euros, y que as focales similares en otras marcas sería bastante más caras si existiesen, no está mal. Se observa una pérdida, esperable, de nitidez en las esquinas a máxima apertura. Un viñeteo apreciable a estas mismas aperturas, y una distorsión en barril, fácil de corregir en el procesado digital. Pero globalmente tiene una calidad bastante buena, muchísimo mejor que el body cap de Olympus que venía utilizando. No reproduce los colores con la misma calidad que los Olympus, algo fríos pero fieles, o los Panasonic, algo más cálidos pero fieles. Me da la impresión, pero ha de confirmarse con el uso futuro, que también tiende a tonos cálidos, algo menos fieles que los de Panasonic, pero razonables. Como digo, impresiones iniciales que hay que confirmar.

Como se puede ver en las imágenes que ilustran el artículo, estuve paisajeando el sábado por la tarde, con imágenes en blanco y negro y en color, montado sobre la Panasonic Lumix G9. En seguida te familiarizas, ajustas el enfoque a la hiperfocal, y de lo único que te preocupas es de componer correctamente, que no es fácil con una focal de estas características. El domingo por la mañana, lo monté sobre la Olympus OM-D E-M5, con el fin de hacer reportaje callejero. Y el uso no es tan sencillo,... o es que esta noble cámara ya acusa demasiado el trote que le he dado. Si uno de los motivo de comprar la Lumix G9 fue algunos problemas de fiabilidad, concretamente el hecho de que de cada 20 fotos una quedaba negra como si no se abriese el obturador, en esta ocasión me ha sucedido con una de cada 10 fotos o con más frecuencia. 

Luego está la cuestión de que las condiciones de luz eran muy contrastadas, había que corregir constantemente la luz buscando un punto óptimo, teniendo en cuenta que según la información del histograma parecía que o bien te cargas parte de las sombras o de las luces. Mejor preservar las luces. Luego el compruebas que el archivo raw tiene más latitud de exposición y salvas la situación. Pero se nota que la G9 es una cámara más avanzada que la E-M5. Eso sí... cuando callejeas, la amplitud del ángulo de vista hace que mucha gente ni siquiera sospeche que entra en el cuadro de la foto cuando encuadras para hacer la foto.

Mis impresiones generales son bastante positivas. No será un objetivo para uso continuo, ya he dicho que mis focales preferidas son otras, pero sí que intentaré sacarle partido. Y divertirme con su uso. Que no será difícil.

Un 35 mm para Canon EOS; el de Tamron será

En estos momentos, por lo que he comprobado, se me asocia con mis cámaras de formato micro cuatro tercios y con mi afición a la fotografía sobre película argéntica tradicional. Sin embargo, al sistema que más fiel he permanecido es al sistema Canon EOS. Desde que compre la Canon EOS 100 en marzo de 1993 hasta la fecha, más de 25 años, no he dejado de usar estas cámaras y objetivos. Cierto es que el uso que hago de él últimamente, en su versión digital,... es haciendo fotografías que por su carácter, en el terreno de lo privado, no suelen aparecer en las redes sociales o en estos artículos. Pero lo sigo usando. Recientemente, sí que mostré algo por aquí, a propósito de las carreras de motocross en Motorland Aragón. Pero no mucho más, salvo que tenga que ver con las cámaras para película tradicional, la mencionada EOS 100 o la EOS 650, la que inició el sistema hace más de 31 años.

La cuestión es que si, como comentaba hace unas semanas, mi cámara digital principal en este sistema, la Canon EOS 5D Mark II, ya tiene sus añitos,... no digamos los objetivos. Voy a hacer una relación ordenada por el año en que se pusieron a la venta en el mercado. Vamos allá. Sólo los Canon. Los otros... no los uso ya, ni merecen la pena.

EF 50mm f/1,8 (primera versión con montura metálica): 1987. Lo uso poco, desde que compré el f/1,4, mucho más rápido y silencioso al enfocar. Pero con la EOS 650 forman la combinación histórica que vio nacer el sistema EOS. No confundir con su segunda versión, con montura de plástico y sin escala de distancias de enfoque, más cutre, aunque con idéntica fórmula óptica, que lo sustituyo en 1990 y que ha estado en catálogo durante 25 años. Comprado de segunda mano en Foto Casanova, Barcelona, tras dos 50/1,8 II rotos de la misma forma. Golpe frontal no excesivamente fuerte y rotura de las endebles patillas que sujetan el grupo óptico al resto del objetivo.
Extender EF 2X (primera versión): 1987. Con el 200 mm hace un 400/5,6 bastante digno. Ved las fotos de las carreras en Motorland. Comprado por eBay en estado impecable por menos de 100 euros.
EF 70-210/3,5-4,5 USM: 1990. Uno de los primeros objetivos con motor ultrasónico. Pertenecía a una serie intermedia entre los más baratos y los de la serie L, que ya no se hace, y que tenían en los años 90 una calidad bastante aceptable para los aficionados. Había, y hay, que evitar en la medida de lo posible las aperturas máximas. Pero a  f/8 u f/11 va sorprendentemente bien; utilizable sobre trípode a esas aperturas para paisajes.
EF 85mm f/1,8. USM: 1992. A pesar de su antigüedad, sigue siendo muy apreciado como objetivo de retrato, que es su uso primordial. Algunos dicen que tendría que ser de la serie L. Pero no, porque la serie L sólo la forman objetivos con lentes de fluorita. Se vino conmigo del Boulevard Beaumarchais en un viaje a París, comprado de segunda mano.
EF 50mm f/1,4 USM: 1993. Un objetivo bastante respetable en tiempos de la película tradicional, perdió enseguida el respeto de los usuarios en tiempos digitales. Aunque diafragmando funciona bien, como casi todos. Y a grandes aperturas, para retratos, no importa que sea poco contrastado y no excesivamente nítido.
EF 28mm f/1,8 USM: 1995. Nunca me he llevado bien con este objetivo. Lo adquirí de segunda mano en tiempos digitales, cuando el Sigma 28/1,8 pasó a ser incompatible con las nuevas EOS; pero realmente no merece la pena porque no tiene sentido no usarlo a sus aperturas amplias. Para eso ya tengo el 24-105, que me ofrece un 28/4 digno. Ahora sólo lo uso con las cámaras para película tradicional. Comprado de segunda mano por eBay a un precio que me pareció razonable. Hoy no lo compraría.
EF 200mm f/2,8L II USM: 1996. Va muy bien. Incluso si casi nadie lo considera oportuno, porque prefieren las iteraciones diversas del 70-200/2,8L. Pero es muuuuucho más barato. Con el duplicador, un 400/5,6 más que digno. Me costó muy barato de segunda mano, comprado a un simpático italiano por eBay.
EF 28-135mm f/3,5-5,6 IS USM: 1998. El segundo objetivo estabilizado de Canon, el primero para el gran público. Le tengo cariño. Pero es un talabarte pesado, y con la tecnología digital se lleva regular. Se me estropeó en 2005 en Milán, y por eso compré el 24-105/4L. Pero luego con los años lo arreglé. Ya he dicho le tengo cariño; me acompañó a bastantes viajes fielmente, y con sufrimiento de mis cervicales. Lo compré nuevo, tras vender el 28-80/3,5-5,6 USM que venía con la EOS 100.
EF 24-105mm f/4L IS USM: 2005. Contestado por la masa en los últimos tiempos, la verdad es que va bastante bien, aunque no tenga un diseño a la última. Lo que pasa es que pesa y me da pereza. Me gusta para paisajes. Sobre trípode y con diafragmas cerrados va bien y es versátil a la hora de encuadrar con precisión. Lo compré nuevo en Fotocasión. Aun sumando el coste del AVE, aun me salió 50 euros más barato de lo que me pedían en Fotoprix en Zaragoza.
EF 40mm f/2,8 STM: 2012. Es mi focal favorita, aunque no mi luminosidad favorita. Es muy ligero, relativamente barato, ideal para pasear con polivalencia. Lo usaría más si el objetivo, o las cámaras, estuvieran estabilizado. Entonces me daría más igual la luminosidad limitada. Nítido, aunque viñetea bastante; se resuelve en Lightroom. Otro de los pocos que compré nuevo.

La antigüedad promedio de sus diseños, contándola desde el momento en que salieron al mercado, no cuando los compré, es de casi 22 años. Sinceramente, hace 22 años no imaginábamos la que se iba a montar unos años más tarde con la tecnología de captura digital. Las últimas cámaras para película con montura EF que salieron al mercado son del año 2004, una EOS 300X y unas EOS 30V/33V. No nos dice Canon cuándo las dejaron de fabricar. Pero no tardarían mucho, en el 2003 ya había salido la EOS 300D que indicaba la intención de la marca de popularizar la tecnología digital en todos los segmentos. Y claramente, el 24-105 salió al mercado para acompañar la primera iteración de la EOS 5D. Así que sólo tengo dos objetivos que salieron al mercado en un ecosistema fundamentalmente digital.

Visto el conjunto, mis tengo claro que, a pesar de mi afición a viajar con formatos más reducidos, me apetece mantener el equipo de encuadre completo a 24 x 36 mm. En ocasiones, prefiero esa estética. Y no me importa usarlo cuando no tengo que acarrearlo a la espalda todo el día. Pero mis necesidades se reducen a tres objetivos fijos luminosos (focal corta, tele corto y el tele medio-largo con el duplicador), y eventualmente, el zoom 24-105/4L. Los otros se quedan para acompañar a las cámaras de película tradicional. O si me surge algún comprador, igual los vendo. Pero el 40mm, por mucho que me guste esa focal, no me satisface del todo para algo que no sea dar un paseo cómodo de vez en cuando. Es poco luminoso. Y ya he dicho que el 28mm no me satisface. Por ello, llevo un tiempo pensando en un 35mm luminoso. Llevo tres años pensando en ello. Esta año he decidido regalármelo para "navidades", aunque ya lo tengo en mi poder.

En la foto lo podéis ver, sin el parasol que trae incluido, montado sobre la Canon EOS 5D Mark II. Que también lleva una empuñadura secundaria que compré muy barata en el "viernes negro"; la echaba de menos en algunas ocasiones, especialmente con el teleobjetivo. Es el Tamron SP 35mm f/1,8 Di VC USD. Odio estos nombres tan largos llenos de siglas. Pero destripando lo que significan; es uno de los nuevos objetivos con diseños específicos para la tecnología digital, de gran rendimiento, con estabilización óptica, motor ultrasónico silencioso y protección contra las inclemencias de la intemperie. Aunque 2/3 de diafragma menos luminoso que los prestigiosos f/1,4 de Canon y Sigma, tiene una excelente reputación en sus cualidades ópticas. Que en lo que llevo visto hasta ahora, es cierto. Con las fotos realizadas con este objetivo hecho mano mucho menos de los deslizadores de "claridad" y "enfoque" de Lightroom. Por algo será.

Salvo la fotografía de la cámara, todas las demás de esta entrada están realizadas con este nuevo Tamron 35/1,8. Enfoca rápido y silencioso. Su luminosidad hace que la visión por el visor réflex de la cámara sea muy buena. Salvo que cambie la pantalla de enfoque, un f/1,4 no la mejoraría. Es nítido, contrastado, y como veis, soporta bastante bien la presencia en el encuadre de fuentes de luz potentes, como el sol, si muchos artefactos ni pérdidas de contraste.

Uno de los elementos más publicitados de este objetivo es su distancia de enfoque mínima de sólo 20 cm. Lo cual está muy bien, ofreciendo una ampliación máxima de 1:2,5. Casi en terreno macro.

Como se puede ver, el famoso bokē, es decir la cualidad de las zonas desenfocadas, es bastante agradable. Aunque claro, cuando vas cerrando el diafragma se vuelve más brusca. Como en toda óptica del mundo mundial. De las dos flores, la primera es un f/1,8 y tiene una profundidad de campo escasa para un objeto principal de ese volumen, y la segunda es un f/5,6, que hace más conspicuo el fondo desenfocado, aunque no esta nada mal.

Hay que decir también que el objetivo viñetea bastante a plena apertura, pero que Lightroom lo reconoce y lo corrige de forma automática sin mayor problema.

En situaciones de alto contraste, podemos encontrar bordes púrpuras o verdes/cian, como podéis ver en el retrato que le hice a la Panasonic Lumix G9. Pero se eliminan fácilmente con Lightroom. Y solamente se dan en situaciones de realmente muy alto contraste. Sólo me lo he encontrado en esa foto. En ninguna otra.

Me la he llevado al IAACC Pablo Serrano, para simular retratos con las esculturas del escultor de Crivillén, y no me ha dado ningún problema. Va muy bien.

Una de las cuestiones que me preocupaba era la eficacia de la estabilización óptica. Ni el carísimo Canon EF 35mm f/1,4L II USM, ni el prestigioso por su calidad óptica Sigma 35mm f/1,4 DG HSM Art llevan estabilizador óptico. Tienen la ventaja de ser 2/3 de diafragma más luminosos. El Sigma tampoco está protegido contra las inclemencias del tiempo. Por lo que siendo más caro y bastante más voluminoso, no me apetecía. Sí que lleva estabilizador de imagen el EF 35mm f/2 IS USM de Canon, apenas menos luminoso que el Tamron, algo más barato, pero sin protección contra las inclemencias del tiempo. Como la ventaja en calidad óptica parece ser mejor en el Tamron por aclamación, que sí tiene protección... pues la decisión estaba clara. Pero como decía, me preocupaba la eficacia del estabilizador de imagen.

Soy normal a la hora de sujetar la cámara, disparando a pulso. Ni el más hábil ni el más torpe. Con las réflex para película, siempre me ha ido bien de no disparar a una velocidad inferior a la inversa de la focal en segundos. Pero con las réflex digitales, siempre he duplicado esa velocidad. Para un 50mm, mejor tirar a 1/100 o 1/125 s que a 1/50 o 1/60. El golpe del espejo tiene esas cosas. Con cámaras telemétricas, tanto de película como digitales he bajado algo más la velocidad de obturación. Al menos un paso. Y estoy malacostumbrado a la eficacia de los estabilizadores de Olympus y Panasonic, que me permiten usar velocidades ridículas incluso con teleobjetivos. El cuarto de segundo para un tele corto no me supone ningún problema para estas cámaras sin espejo. ¿Y el Tamron?

Pues parece que 1/13 segundo es la velocidad que puedo conseguir, que no está mal. Eso sí, mentalizándome y dando lo mejor de mí mismo. No llega a la eficacia de los estabilizadores de las micro cuatro tercios, pero mejora los estabilizadores del EF 28-135/3,5-5,6 IS USM, que nunca me ha permitido ahorrarme mucho más allá de un paso de velocidad, y del EF 24-105/4L IS USM, que como mucho llega a dos pasos, pero no siempre. Con el Tamron estaríamos en tres con suerte. Funciona y mejora la cosa... pero sin las alegrías del pequeño formato de las Panasonic y Olympus. Yo, con una réflex, lo de los cuatro pasos de mejora con estabilizador en el objetivo no lo he visto nunca. Y encima partiendo de una velocidad de seguridad superior. Es uno de los motivos, entre otros, por los que pienso que las réflex están condenadas a desaparecer. Aunque de momento no tengo interés en cambiar de cuerpo de formato completo. la 5D Mark II me sirve perfectamente para lo que la uso.

Ahora pues, queda un equipo que se puede usar con las siguientes configuraciones, con bastante calidad.

5D Mark II con dos objetivos de focal fija, el 35mm y el 85mm, para mis retratos y pequeños reportajes.

5D Mark II con el 24-105mm para paisajear en el campo.

5D Mark II con uno de los anteriores y el 200mm con el duplicador en espectáculos deportivos. También si necesito el 200mm en paisaje.

Para pasear, la cámara con el 35mm o el 40mm, según las características del paseo. Y a tirar una temporada.