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Leitz Summarit 5 cm 1:1,5 - uno de los objetivos "malos" de Leica

Una de las características de los fotógrafos de reportaje de mediados o finales de los años 30 es que se habían empezado a acostumbrar a la ligereza y discreción de las cámaras telemétricas Contax o Leica para película de 35 mm con doble perforación. Inicialmente considerada como un tipo de película con un formato excesivamente pequeño para un uso profesional, la realidad del día a día hizo que poco a poco fuera ganando terreno y alcanzaran un estatus de respetabilidad profesional con fotógrafos como Cartier-Bresson o Robert Capa.

Estas cámara nacieron acompañadas de objetivos también ligeros y eficaces, del tipo Tessar para las de Carl Zeiss, o Elmar para las Leica. Objetivos con cuatro lentes, muy similares entre sí, pero con una luminosidad moderada. Escasa para los tiempos actuales. Con una abertura máxima de f/3,5 y la limitada sensibilidad de las películas de aquella época, era complicado hacer fotografías en condiciones de luz escasa. Para colmo, en 1935 sale al mercado el primer proceso exitoso comercialmente de fotografía en color, las diapositivas Kodachrome, pero la sensibilidad de aquel material sensible se limitaba a unos pobres 10 ASA (10 ISO en la actualdad). Por todo ello, había gran presión entre los fabricantes de ópticas fotográficas para conseguir modelos de objetivos más luminosos y de calidad suficiente. Los primeros fueron con abertura máxima f/2, que no estaba nada mal para la época. Hay que considerar que los costes de fabricación de los objetivos no aumentaban de forma lineal sino de forma exponencial a los diámetros de las lentes, por lo que ganar un paso de luminosidad podía suponer multiplicar por cuatro el coste del objetivo. El caso es que a pesar de todo, Carl Zeiss metió un gol por toda la escuadra a su rival Leitz al comercializar el 50 mm Sonnar con una abertura máxima de f/1,5. Muy impresionante.

En Leitz, los fabricantes de las famosas Leica, esto les pilló a contrapié. Y como preferían ir a su marcha con el desarrollo de su coherente línea de objetivos, decidieron no obstante ofrecer un objetivo luminoso a sus clientes, y se lo encargaron a otro fabricante de ópticas de prestigio, Schneider Kreuznach. Y así nació el Leitz Xenon 5 cm 1:1,5. Considerado siempre muy flojo a grandes aberturas, especialmente a f/1,5, no obstante era una opción cuando la necesidad apretaba.

Después de la guerra, con la rápida recuperación de la industria alemana, se empezaron a aplicar los revestimientos a las lentes de los objetivos que disminuían las reflexiones internas y aumentaban la transmisibilidad de la luz y el contraste de la imagen. Cuando estos revestimientos se aplicaron al Xenon 5 cm 1:1,5, nació el Leica Summarit 5 cm 1:1,5. Como vemos, a pesar de que la fórmula óptica era la misma, hubo un cambio en la denominación comercial del objetivo, abandonándose la denominación propia de Schneider Kreuznach, Xenon, a favor de una más propia de Leitz, Summarit. Hay que decir que fue la única ocasión en que esta denominación se usó para un objetivo tan luminoso. En la actualidad, la denominación Summarit se reserva para objetivos con una abertura máxima de f/2,4 o f/2,5. Este objetivo se fabricó principalmente con montura de rosca, y es conocido que el fotógrafo William Eggleston lo uso en su juventud con una Leica IIIf. Pero a partir del momento en que salieron al mercado las cámaras con bayoneta M, también se fabricó con esta montura hasta que en 1961 fue sustituido por los mucho más prestigiosos Summilux 50 mm 1:1,4.

Pues bien, recientemente han llegado a mi posesión dos objetivos que podemos considerar particulares. De uno de ellos hablaré otro día, aunque adelanto que las dos fotografías que veréis a continuación están tomadas con él, y que tienen una estética peculiar. El otro es uno de estos Leitz Summarit 5 cm 1:1,5, en muy buen estado. Lo vemos montado en la Leica IIIf, junto al actual Zeiss Biogon-C 35/2,8, y montado con una adaptador a bayoneta M en la Leica M-E digital.

De los objetivos fabricados por o para Leica, este es uno de los que tiene una reputación más dudosa, aunque no faltan usuarios que se dejarían cortar un miembro antes que abandonar a su Summarit. Básicamente los defectos que se le atribuyen son:

1) Flojo comportamiento ante contraluces e iluminaciones directas a pesar del revestimiento que recibió la versión Summarit (la versión Xenon no lo tenía). En las pruebas que he hecho hasta el momento, parece que se confirma este hecho. Veremos a continuación una fotografía realizada a contraluz en la que hay un artefacto de color en el centro del fotograma. Habrá que conseguirle un parasol y evitar ciertas tomas.

2) Rendimiento en las esquinas muy muy flojo a grandes aberturas con escasa definición. Esto me importa más bien poquito, porque no soy aficionado a fotografiar paredes de ladrillo. Y con esas aberturas lo normal es que lo que hay en las esquinas esté desenfocado. Un ejemplo.

3) Problemas con la curvatura de campo que pueden provocar desplazamiento del punto de enfoque en el centro a aberturas amplias. Algo que a partir de f/2,8 no se notaría por el aumento de la profundidad de campo. No lo he observado en mi ejemplar de momento.

4) Sobre la calidad del desenfoque, el famoso bokeh, hay quien la considera un defecto y hay quien la considera una virtud. A mí, de momento, aunque se me hace algo rara, no me molesta. Véase la anterior fotografía, o en la siguiente con una distancia de enfoque más alejada y un efecto menos pronunciado.

5) Aunque la nitidez global progresa conforme se cierra el diafragma, como se dice por ahí, cualquiera sabe hacer un buen 50 mm a f/8, se dice que el contraste permanece un poquito blando en su conjunto. De momento sólo lo he probado con cámara digital, que es mucho más exigente que con película. Los ajustes de luminosidad y contraste en las fotografías que os muestro son mínimos.

6) Rendimiento del color mejorable. Nunca sé evaluar con precisión si los colores que proporciona un sistema óptico son fieles o no. Pero mi sensación subjetiva es que no me resultan desagradables y tienen una saturación adecuada. En la siguiente fotografía está un poco reforzada porque me lo pedía el motivo.

En resumen, es absurdo pretender que un diseño de los años 30 mejorado en vísperas de los años 50 del siglo XX tenga rendimientos equivalentes a los objetivos modernos de hoy en día. No me he hecho con el por ese motivo, sino porque me resulta divertido y motivante usar material fotográfico clásico. El chisme está en muy buen estado. Mientras que el Elmar 5 cm 1:3,5 se quedará a vivir de forma estable con la Leica IIIf, y la Leica M-E va servida habitualmente con mis dos objetivos Zeiss, el Biogon-C 35/2,8 y el Planar 50/2, este Summarit 5 cm 1:1,5 se quedará instalado de forma también estable en la Leica M2 con el adaptador oportuno a la bayoneta M. Y no dudaré en usarlo en situaciones de luz escasa si se presenta la ocasión.

Como dijo Cartier-Bresson, la nitidez es un concepto burgués, y la calidad de la foto no depende sólo de las métricas de la óptica. Fundamentalmente depende de la capacidad del fotógrafo para sacarle todo el rendimiento posible.

El 21mm en ciudad y blanco y negro - Siguiendo con la prueba del Olympus OM Zuiko 21/3,5 Auto-W con la Canon EOS 5D Mk. II

No son pocos los fotógrafos de reportaje documental o callejero que juran por sus grandes angulares cuando se trata de salir al mundo con su cámara fotográfica.

Por lo tanto, tras la prueba del 21/3,5 de Olympus paisajeando en el soto de Cantalobos, al día siguiente, un domingo de suave luz otoñal y no poco viento, lo saqué a pasear por la ciudad. Cierto es que por circunstancias ajenas a los objetivos de estos artículos, con poco convencimiento fotográfico. Pero bueno. Algo se hizo.

Un 21mm es un objetivo que a menos de dos metros de distancia encaja en el fotograma sin problemas una figura humana adulta al completo, así que te la juegas a distancias cortas.
Evidentemente, con 81º de ángulo de toma en horizontal y 59ᴼ en vertical, hay margen suficiente para los paisajes urbanos más ajustados.
Si bien es cierto que en los grandes angulares hay riesgo de aberraciones cromáticas, especialmente en las esquinas y cuando los contrastes son intensos y bruscos, el blanco y negro elimina estos problemas, y se convierte en una opción perfectamente razonable para usar estos objetivos en ambiente urbano y callejero.
La combinación de objetivo de calidad más que razonable y cámara con un sensor de buen tamaño hace que el fotógrafo pueda afrontar las escenas con contrastes importantes, conservando el detalle en todo el fotograma.

Por lo tanto, considero aceptable el rendimiento obtenido, aunque no sea perfecto. No nos podemos olvidar que estamos emparejando un objetivo lanzado al mercado en 1973, aunque todavía no he localizado la fecha exacta de fabricación de mi ejemplar, con una cámara lanzada al mercado en 2008. Pero además estamos ante un objetivo que no nos pesa casi nada en la bolsa y que no nos dará pereza llevar con nosotros, combinándolo por ejemplo con un objetivo estándar. El EF 40/2,8 STM si queremos ir ligeros, o el EF 50/1,4 USM si queremos tener la opción de fotografiar con poca luz o con una reducida profundidad de campo. Cualquiera de estos dos objetivos es más voluminoso que el 21/3,5 de Olympus. Incluso el 40 mm, que es considerado un “pancake”.

Por otro lado, la diferencia de ángulo de vista entre el 21 mm y el 40 mm es suficientemente amplia, y no como cuando se combina esta óptica estándar con un 28 mm. Una diferencia mucho menor que parecía no justificar llevar los dos objetivos. Más marcada si se combina con el 50 mm.

A partir de ahora, raro será que cuando salga a fotografiar con la Canon EOS, este 21 mm no me acompañe en todo momento gracias a su tamaño compacto, y para cualquier situación fotográfica.

Un 21mm de hace 40 años para una EOS digital de hace 4 años - Usando el Olympus OM G.Zuiko 21/3,5 Auto-W con la Canon EOS 5D Mk. II

Como ya he comentado en algún artículo previo, últimamente me ha entrado el gusanillo por utilizar un gran angular potente de vez en cuando. En estos momentos, como óptica estándar suelo usar un 40 mm (o equivalente según el formato), y los 28 mm (o equivalentes) que tengo me resultan demasiado próximos. Hay diferencia clara entre lo que ve uno y otro, pero no lo suficiente para que marque una diferencia notable en la forma en que tengo que pensarme la foto.

Una vez probado el Tokina ATX Pro 12-24/4, con resultados pasables, pero siendo incómodo por su tamaño para luego poder utilizar sólo una parte reducida de su gama de focales, me decidí a buscar un gran angular fijo, no zoom, compacto y que pudiese ofrecer una calidad optica de buen nivel, aunque sin pedir maravillas. Y después de darle vueltas a la cosa, consideré la posibilidad de coger alguna óptica de enfoque manual de tiempo, con prestigio, aunque hubiese que tirar de adaptador y perder algunas funciones. Consideré dos. El Leica R Super-Angulon 21/4, una óptica concebida en realidad por Schneider-Kreuznach para las réflex de la prestigiosa marca alemana, y el que hoy nos ocupa, por el que me decanté.

Concebido por Olympus para sus reflex OM en los años 70 del siglo XX, su diseño tiene alrededor de 40 años, pero hay cierto acuerdo en que es una óptica de buen nivel. Gracias a su modesta apertura máxima, f/3,5, es un objetivo muy compacto y ligero, y no desentona en exceso con el macizo cuerpo de la EOS 5D Mk. II. Aunque se ve chiquito.

Una de las utilizaciones típicas de los grandes angulares es en paisaje, y me he ido a probarlo al soto de Cantalobos, en la ribera del río Ebro, aguas abajo en las afueras de Zaragoza.

El camino que sale junto al azud del Ebro en Zaragoza en dirección a la Alfranca de Pastriz es por donde me dirigiré al soto para ir probando el objetivo con la luz de las últimas horas de la tarde.

El objetivo se monta en la cámara mediante un adaptador entre la montura OM original del objetivo y la EF de la Canon EOS. El que he adquirido yo es el que vende Leitax, que está pensado para atornillarlo de forma estable sobre la montura del objetivo, de forma que mejora la estabilidad y el acople sobre lo que ofrecen otras monturas provisionales. Como estas monturas pierden toda la información que electrónicamente se transmite entre los objetivos dedicados de la marca, la he cogido con el chip Dendalion incluido, con el fin de obtener al menos la confirmación del enfoque. Con un objetivo de este tipo, esto sólo tiene importancia cuando usas su máxima apertura, f/3,5, o cuando usas una distancia de enfoque muy corta. La mínima de este objetivo es de sólo 20 cm.

Uno de los usos más interesantes que he encontrado cuando probaba el objetivo es en fotografía de aproximación. Con sólo 20 cm de distancia de enfoque mínima, se pueden combinar detalles muy cuidados, con el ambiente general que procura la focal angular, y con el desenfoque, estupendo, debido a la ampliación conseguida en los objetos.

Cuando utilizamos el objetivo a diafragmas medios, el chip no es importante. Pensemos que enfocando la distancia hiperfocal a f/8 es de 186 cms. Enfocando a 2 metros con esta apertura tendremos profundidad de campo entre casi 1 metro e infinito. Y a f/16 prácticamente tenemos profundidad de campo desde 60 cms a infinito. Así que el hecho de perder el enfoque automático no tiene prácticamente ninguna importancia. Usando la escala de profundidad de campo del objetivo, y enfocando por zonas, en realidad la rapidez de operación es superior a la de un objetivo de enfoque automático, que suelen carecer de estas ayudas.

A f/8 y preenfocando a la hiperfocal, uno puede ir tomando escenas del entorno a gran velocidad. Uno ajusta la prioridad de diafragma, y la cámara escoge la velocidad adecuada. En un momento dado lo único que hay que hacer es decidir si conviene algo de sobre o subexposición según la escena.

uesto que el enfoque no es un problema, salvo en horas nocturnas el visor de la EOS 5D Mk. II es suficiente para encuadrar aun con el diafragma cerrado a su posición de disparo. Se oscurece algo claro está, pero no ha resultado ningún problema el encuadrar con precisión.

También he usado la pantalla LCD para enfocar cuando he fotografiado a corta distancia del motivo principal y con el diafragma totalmente abierto. Y la verdad es que ha funcionado sin ningún problema. Aunque en este caso es mejor usar el modo manual (M) que la prioridad a la apertura (Av). Por algún motivo, no he apreciado correctamente las correcciones de exposición en este modo.

Fotografía tomada casi a ras de suelo, enfocando y encuadrando con la pantalla LCD de la cámara en lugar del visor réflex de la misma. La excelente rueda de enfoque, el largo recorrido que tiene, superior a las de las ópticas de enfoque automático, y su tacto, hace que este sistema sea más agradable de usar que con los objetivos de la marca.

Una de las torturas que siempre hay que hacerle a un objetivo cuando se prueba o se empieza a usar es comprobar cómo tolera los contraluces o la inclusión de luces potentes en el encuadre. Para no llevarse sorpresas desagradables al ir a realizar un fotografía importante. Quizá este aspecto ha sido donde el objetivo a mostrado indicios de su ya provecta edad. El sol del atardecer ha causado alguna que otra luz parásita en algunas imágenes, aunque no pérdidas de contraste enormes. He de decir que no dispongo en estos momentos de un parasol adecuado para este objetivo. En varias ocasiones he evitado estos artefactos ópticos simplemente haciendo sombra con la mano sobre el objetivo.

Esta fotografía presentaba algunas luces parásitas de forma hexagonal (número de palas del diafragma), que he podido elemininar fácilmente en Adobe Lightroom.
Aquí, con el sol de frente en el encuadre, y diafragmando a f/16, no hay una pérdida excesiva de contraste, pero se ven las luces parásitas, e incluso una amplia circunferencia luminosa en la parte inferior del fotograma.
En esta toma a diafragma totalmente abierto, f/3,5, aparecían luces parásitas originadas por la luz lateral. Simplemente haciendo sombra con la mano, resuelto el problema. Tengo que hacerme con un parasol adecuado.

En cuanto a la definición y el detalle, en el centro de la imagen sin problema en todas las aberturas de diafragma, y las esquinas con más problemas como es tradicional en los grandes angulares para cámaras digitales de sensor grande. Pero con menor pérdida de definición a los diafragmas medios que con el Tokina que comenté hace poco. Lo que unido a la poca pereza que da transportar un objetivo tan pequeño, hace que me parece que he acertado con la compra. Evidentemente, no tiene la calidad que objetivos que cuestan más de 1000 o 1200 euros,… pero es que me ha costado una quinta parte o menos de lo que cuestan esas maravillas. Coste del adaptador aparte.

Con el diafragma a plena abertura, puesto que hay menos profundidad de campo, la falta de nitidez en las esquinas en realidad tiene menos importancia.

En fin, que tengo la posibilidad de explorar un terreno fotográfico que tenía bastante abandonado. Cuande se dé el caso ya os contaré como va en otras situaciones distintas de la tranquila fotografía de paisaje.

Con poca luz ya, me he ido retirando hacia Zaragoza de nuevo, despidiendome del río Ebro a su paso por el soto de Cantalobos.

Grandes angulares en cámaras de formato completo no réflex - Un Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 en un Leica M-E

Últimamente he estado comprobando el uso y rendimiento de diversos objetivos del tipo gran angular con cámaras digitales de las llamadas de formato completo. Es decir, con captores de imagen de 24 x 36 mm, similares al antiguo fotograma estándar sobre película perforada de 35 mm. Ya comenté mis visicitudes con un Tokina para APS-C usado sobre una Canon EOS 5D Mk. II. Ahora vamos a comprobar qué pasa cuando pones un gran angular en una telemétrica digital como la Leica M-E.

Y lo mejor es que lo hagamos con imágenes, con algunas de las que tomé el domingo 27 de octubre en un paseo por Miraflores.

Si le ponemos este gran angular tal cual sobre la Leica M-E, sin más ajustes nos encontramos con dos cosas. Un fuerte viñeteado de las esquinas. Y alteraciones en la reproducción del color en los bordes de la imagen. Obsérvese que en la parte izquierda de la fotografía anterior, el cielo tiene una tonalidad tirando a cian, mientras que en la derecha se observa una coloración magenta. Esto no es natural. Y se debe al agudo ángulo de incidencia de los rayos de luz sobre las céluclasdel captor de la cámara. Para bien, deberían llegar lo más perpendicularmente posible al mismo.
Afortunadamente se puede apañar. Leica ha previsto que esto sucede, e introduce en el procesado de la imagen para producir el archivo raw correspondiente unas correcciones adecuadas. En sus objetivos más modernos, esta corrección se realiza automáticamente mediante un código óptico que coloca en la montura del objetivo. Estos objetivos no tienen conexiones electrónicas con el cuerpo. Sólo mecánicas. Para objetivos más antiguos, esta corrección se introduce manualmente buscando en los menús de configuración la opción adecuada. Evidentemente, no tiene selección adecuada para objetivos de otras marcas. Pero se puede probar. Y para este 25/4 de Voigtländer introduzco la codificación propia de una Leica 21 mm. Y funciona. La imagen que veis aquí esta sin tocar. Tal cual está el RAW. No hay viñeteado, ni artefactos de color.

Voy a poner otro ejemplo, porque me he percatado que las dos tomas anteriores tienen una pequeña diferencia de exposición por lo que he corregido un tercio la exposición de la primera. Las siguientes tomas, con las mismas condiciones de luz están tomadas con una exposición idéntica.

Sin introducir la corrección oportuna, volvemos a ver el viñeteado y los artefactos de color.
Con la corrección, el viñeteado desaparece, y no hay artefactos de color. Ninguna de estas dos imágenes han recibido ninguna modificación en Lightroom. Simplemente las que se aplican de base al abrir el archivo DNG.

En ambos casos, está preparada la prueba para que el efecto se manifieste con claridad en el lado largo del fotograma. En el siguiente, veremos cómo también se produce en el lado corto.

Sin corrección, fuerte viñeteado, y alteraciones del color que se aprecian en las zonas más uniformes del cielo. No se aprecian en la misma medida en las zonas con textura de la tierra y las hierbas del primer plano.
Una vez introducida la corrección, prácticamente no apreciamos estos problemas. Nuevamente, DNGs sin alterar. Porque lo normal es que les hubiera modificado un poco la exposición en Lightroom, ya que están un poco oscuros.

Como se puede ver, el uso de angulares con las telemétricas de Leica exige unos compromisos y unas correcciones para soslayar las limitaciones del sistema. Recientemente ha aparecido en el mercado unas nuevas cámaras de Sony que pueden tener los mismos problemas. Pero no consta ningún sistema de corrección. Probablemente lo lleve de forma automática cuando detecte electrónicamente el objetivo que calcemos.Y también es cierto que de momento no ha sacado al mercado objetivos arriesgados para este sistema. Un ángular moderado de 35 mm, un estándar de 55 mm, y un zoom poco luminoso entre 28 y 70 mm, nada tan extremo como lo que yo he probado, con mi Leica. Esperemos a ver que dicen los sabios del asunto, porque también habrá muchos que estén tentados de adaptarles sus ópticas de otras marcas, ya que las dimensiones del aparato lo permiten.

Dicho todo lo anterior, una vez que te familiarizas con el sistema, el pequeño objetivo de Voigtländer ofrece unos resultados bastante majos en la prestigiosa cámara alemana.

Un objetivo de 1958 en un cámara digital de 2013 - Canon S 50/1,8 II en Leica M-E

Una de las ventajas de cámaras tan conservadoras en su diseño como las telemétricas de Leica es que son capaces de utilizar objetivos fabricados desde los años 30 hasta la fecha. Y han sido tantas veces copiadas o imitadas, que son diversas las marcas y las calidades de los mismos.

Desde hace años tengo un objetivo Canon S 50/1,8, en su segunda versión, que calculo fue fabricado en 1958, para montura de rosca compatible con las Leicas de este tipo. Pero con el adaptador correspondiente se puede utilizar sin problemas con las Leicas de la serie M con montura de bayoneta. Está totalmente acoplado al funcionamiento del telémetro, por lo que el enfoque de la fotografía está totalmente garantizado. El pero está en qué sentido tiene poner un objetivo de “segunda fila” en su época en una cámara del precio y las exigencias de la Leica M-E. Pues la respuesta básica es porque se puede y puede ser divertido.

Y además pasa una cosa. Este objetivo de “segunda fila” tiene un comportamiento más que honorable. Seguro que a plena apertura no tiene el rendimiento de un objetivo Leica u otros con similar pedigrí. Pero es utilizable. Y en cuanto vas cerrando el diafragma el rendimiento es bastante bueno. Cualquier objetivo de 50 mm fabricado con el suficiente cuidado es un buen objetivo desde hace años. Las grandes diferencias entre los mejores y los demás son el rendiiento a plena apertura. Y por lo demás, mecánicamente funciona muy bien. Está bien terminado, e incluso tiene algún detalle de diseño mejor que los propios objetivos de Leica. Por ejemplo, en una esquina del visor de la cámara ves qué diafragma tienes elegido. En cualquier caso, os dejo algunos ejemplos recientes de su utilización.

A f/8 tine una buena resolución. Y ni siquiera es necesario hacer importantes correcciones de contraste, o saturación. Esta fotografía está prácticamente como salida de la cámara.
Incluso enfocando a menos distancia, y con un motivo con fino detalle, a f/8 resuelve sin más problema. Esta imagen está más procesada para compensar la diferencia de luminosidad entre el campo de maíz y el cielo con claros y nubes.
Aquí estamos ya en terreno más difícil. Enfocando muy próximo y con el diafragma a f/1,8. Para conseguir el contraste y la saturación adecuados hay que trabajar algo más el archivo RAW. Pero el desenfoque es agradable y el resultado final utilizable.
Esta imagen está tomada justamente después de la anterior. Oí llegar el tren y no me dio tiempo a cambiar ningún parámetro salvo la distancia de enfoque, que moví a infinito. Por lo tanto, está tomada también a f/1,8, lo cual se aprecia en el desenfoque del primer plano. Y en que en las esquinas la definición baja y se oscurecen. Pero con la luz principal a mis espaldas, saturación y contraste son buenos. La fotografía me resulta agradable.
Utilizando un diafragma a medio camino, a f/4, tenemos una nitidez razonable en la zona de profundidad de campo, y un suave desenfoque bien estético hacia el fondo de la imagen. La luz es más complicada por lo intensa en la esquina superior derecha, pero con el diafragma a este valor, no se aprecia gran pérdida de contraste y saturación.

Como veis, no es necesario arruinarse en objetivos para disfrutar de una telemétrica digital. Evidentemente, no son objetivos con la misma calidad que los prestigiosos summicrones u otros summiluxes. Pero teniendo en cuenta sus limitaciones, podremos conseguir imágenes de las que podemos estar satisfechos.