Tanto se ha dicho en blogs especializados, redes sociales, vídeos de Youtube, recomendaciones de laboratorios y todo tipo de listos en la cosa de la fotografía con película tradicional que la Kodak Portra 400 resulta estupenda cuando la sobreexpones uno o dos pasos, que la mayor parte de los fotógrafos parecen hacerlo sin pensarlo mucho ya. Y me incluso ahí, influido por las corrientes de opinión. O las modas. Vosotras sabréis como hay que considerarlo. Pero nunca he sido de los que se conformen con la opinión de la mayoría. Aceptar tal opinión multitudinaria parece la forma menos mala de gobernar la cosa pública y de ahí que tengamos eso que llamamos democracia en los países que se vive con un cierto grado de dignidad. Y eso no lo voy a contradecir. La peor democracia es mucho mejor que cualquier dictadura, por mucho que se envuelva en ropajes de bondades distópicas. Pero en otros asuntos de la vida, la opinión de la mayoría… no siempre conviene.
Indudablemente, la Kodak Portra 400 presenta una serie de ventajas si la expones a un índice de exposición 100 o 200 en lugar de a su sensibilidad nominal ISO 400. El grano de la imagen es más fino, y la estructura de la imagen más depurada. Los colores aparecen menos saturados, lo cual es estupendo cuando te dedicas al retrato o al reportaje social… o sea, a la BBC, “bodas, bautizos y comuniones”. Y también es una medida estupenda para evitar la subexposición involuntaria, con sombras desvaídas, con colores poco fieles y “granujientas”, que no es que estén llenas de granujas sino de granos. Pero ¿y si alguna de estas ventajas no conviene? ¿Y si uno quiere unos colores algo más saturados? ¿O algo más de estructura en la imagen?
Vengo comentando recientemente experiencias fotográficas con la Olympus mju-II. Hace 25 años una de mis cámaras favoritas, desde que retomé la afición a la película fotográfica me empezaron a pesar algunos de sus incovenientes. Me molesta mucho que no conserve memoria del modo del flash, y que por defecto, cuando la enciendes, este está en automático y salta aunque no lo quieras. Preferiría que por defecto estuviera apagado, y cambiar la modalidad si quiero que salte. También me molesta que su sistema de enfoque automático se vea engañado por la presencia de un cristal en una ventana, sin que tenga un modo de enfoque a infinito forzado. Y teniendo una apertura máxima f2,8, es una lástima que no tenga un modo de prioridad al diafragma. O al menos un modo “retrato” que fuerce la apertura más abierta posible según las condiciones de luz.
Y por supuesto, algo que vine a propósito de lo que he comentado en los primeros párrafos, que te tengas que conformar con el índice de exposición que decidan sus cuatro contactos DX. Y eso quiere decir que sólo valen las sensibilidades de la secuencia 50 – 100 – 200 – 400 – 800 – 1600 – 3200. Si el rollo no tiene código DX o indica una sensibilidad inferior a ISO 50, se ajusta a un índice de exposición 100. Y si está codificado con sensibilidades intermedias a las de la secuencia anterior, el índice de exposición se ajusta a la baja, porque es lo que leen los cuatro contactos. Por ejemplo, un ISO 125 como el de la Ilford FP4 Plus se ajusta como IE 100. La diferencia de codificación entre 100 y 125 está en el quinto bit. Esto no es mucho problema con película para negativos, pero sí con diapositiva.
En cualquier caso, a pesar del problema de que hay que extraer el rollo a oscuras porque no rebobina automáticamente, voy usando la Olympus mju-II y recordando las virtudes que me hicieron comprarla y que hacen que, a pesar de sus inconvenientes, me parezca divertido usarla. Y en diciembre le puse un rollo de Kodak Portra 400. Por todo lo que he contado, necesariamente la tuve que usar a su sensibilidad nominal. Y lo cierto es que no me arrepiento. Ya llevaba algún otro rollo reciente de esta película expuesta recientemente a esa sensibilidad nominal con buenos resultados. Y los resultados son buenos. No es obligatorio sobreexponerla. Lo que hay que vigilar es de no subexponerla.