A principios de esta semana os comentaba una madrugadora experiencia a principios del mes de junio con la pequeña Olympus Trip 35 y un rollo de Adox Color Mission 200. Una película que no se caracteriza por ofrecer colores fieles a la realidad, pero cuya paleta de colores puede resultar interesante con fines creativos. Con las experiencias previas con esta película, viendo como el laboratorio la trabaja, decidí pedirles que digitalizaran los negativos con una tonalidad algo más fría. Y en líneas generales el resultado me satisfizo. Pero por diversos motivos, extendí dicha indicación en las preferencias de tratamiento a los negativos, tonos algo más fríos, la extendí a todos los rollos que mandé a revelar al mismo tiempo, todos ellos del mes de junio pasado.
Una semana más tarde, volví a madrugar para salir a caminar evitando lo peor de las temperaturas elevadas de la ola de calor que amenazó en el mes de junio. Hice un recorrido parcialmente coincidente con el de las fotos de hace pocos días, como se podrá ver en las escenas fotografiaas, pero en esta ocasión llevé una cámara de formato medio, Fujifilm GS645S Wide 60, con un rollo de la película negativa en color más prestigiosa desde hace unos años, Kodak Portra 400. Para unos colores más sutiles y un grano más fino, expuse la película a un índice de exposición 200 en lugar de a su sensibilidad nominal ISO 400.
Y con los resultados obtenidos se pueden decir varias cosas. En primer lugar, decir que las condiciones de luz fueron parecidas pero no iguales. Una semana más tarde, antes del solsticio de verano, el sol estaba un poco más alto que el sábado anterior. Y la atmósfera estaba más limpia, más clara. No hizo calor, pese a lo que se anunció, más bien una brisa que a primeras horas resultaba fresca. La ola de calor llegó en realidad unos días más tarde. Como resultado, la luz tenía en general una tonalidad menos cálida que el sábado anterior. Pero mi petición de digitalización con tonos más fríos no desvirtuó las fotos realizadas. Al contrario, las fotos, tal y como os los presento, como los he recibido del laboratorio, son perfectamente representativos de cómo percibí la luz de esa mañana. Diría que la paleta de colores de estas fotos es de las más fieles a la realidad que he recibido desde el laboratorio en los últimos tiempos.
Con el tamaño de los negativos de formato medio, con el índice de exposición 200, el grano de la película pasa prácticamente desapercibido, y se observa gran nitidez y detalle en todas las fotografías. Podríamos decir que físicamente han resultado unas fotografías de muy alta calidad. Y sin embargo… la percepción subjetiva de las mismas es más anodina. Me gustan menos. Un alto grado de fidelidad a la realidad no siempre es la mejor forma de presentarla fotográficamente.
En nuestra percepción de las imágenes, la perfección en la reproducción no siempre es un atributo deseable. Indudablemente, los fotógrafos de producto, que tienen que satisfacer la demanda del cliente de representar con fidelidad las características del mismo, deben poder controlar perfectamente los colores y los tonos de las imágenes. Y ahí, la captura digital tiene muchas ventajas. Pero cuando se trata de acompañar las imágenes de emociones, o de estimular una reacción a un ambiente, a una situación, los sesgos y variantes de las películas fotográficas tienen ventajas. Siempre que sepamos elegir la película adecuada a cada situación. En general, tonos algo más cálidos resultan más agradables al observador. Y ese será uno de los motivos por el que algunos fabricantes favorecen la representación de esos tonos. Y porqué los laboratorios ofrecen sesgos cálidos cuando pides tonos neutros. Con la captura digital puedes trabajar esos resultados a partir de un archivo en bruto (raw) inicial. Pero si te aburre pasar el rato delante del ordenador, si prefieres un rendimiento de la imagen más orgánico, la película ofrece algunas ventajas.