Una entrada relativamente breve. Porque es insistir sobre algo de la que ya he escrito con antelación. Es sobre una viaje en el día, ayer sábado. Sobre lo que fue el viaje, hablaré más en el Cuaderno de ruta. Aún no lo he hecho cuando escribo estas líneas. Estuvimos en diversos puntos del Parque Geológico de Aliaga, en la comarca de las Cuencas Mineras, provincia de Teruel, Aragón. Con ASAFONA ASociación Aragonesa de FOtógrafos de NAturaleza.
Además de hacer un rollo de 1Hundred Film 100 con la Leica CL, sobre el que tengo mucha curiosidad por los resultados, basé la mayor parte de las fotografías que hice en la fotografía digital. Y después de algunas catastróficas desdichas con la Olympus OM-D E-M5 Mark III, la volvía a poner en circulación. Como suelo hacer en fotografía de naturaleza, basé mis fotos en los objetivos de focal variable, el M.Zuiko 12-40 mm f2.8 de Olympus, y el Lumix Vario 35-100 mm f2.8 estabilizado de Panasonic en su segunda versión. También llevé el Leica DG Summilux 15 mm f1.7 como objetivo de paseo, aunque lo usé poco, y el Laowa 7.5 mm f2, por si surgía la necesitad de un gran angular extremo; algo hice con él.
Durante los últimos meses, con la E-M5 Mark III fuera de circulación, he usado mucho la Canon EOS RP, con buenos resultados. Hasta tal punto que me estaba planteando si no es mi mejor opción para viajar y la naturaleza. Pero no… La EOS RP puede ser buena opción en determinadas circunstancias. Por ejemplo, en un viaje urbano, con focales fijas compactas. Con el RF 16 mm f2.8, el RF 28 mm f2.8 y el RF 50 mm f1.8, un equipo muy compacto, se pueden hacer muchas cosas con buena calidad. Pero en la naturaleza, haciendo kilómetros por senderos, subiendo y bajando, precisando versatilidad y un intervalo de focales más amplio… un equipo para un sensor de 24 x 36 mm se vuelve muy pesado.
El equipo que usé ayer lo pude encajar en una mochila suficiente, pero compacta. Aun con el excelente trípode de fibra de carbono Ulanzi & Colman Zero-Y, más un par de recipientes con bebida y algo de comer, en ningún momento el peso de la mochila me molestó en absoluto, con una versatilidad para realizar todo tipo de fotografías, que si hubiese que tenerla con la EOS RP me supondría, como mínimo, doblar el peso del equipo fotográfico. Si hubiese querido llevar focales para posibles animales… el 75-300 mm de Olympus, no aumentaría mucho el peso. No quiero imaginar lo que sería con un objetivo equivalente para el presuntuosamente llamado “formato completo”, que hace 30 años era el “formato estándar, pequeño o miniatura”.
Conclusión… para mí el micro cuatro tercios, tan poco apreciado por muchos fotógrafos por la presión de las marcas hacia los sensores grandes, es ideal. Ligero, no supone una sobrecarga, al caminar, con una fácil gestión de la profundidad de campo en paisaje, con un tamaño de imagen suficiente para la ampliación que hacen el 90 y muchos por ciento de los fotógrafos, y con calidad de imagen suficiente como para que el 90 y muchos por cientos que contemplan las fotografías no las distingan de las realizadas con sensores más grandes. Es lo que hay. Aunque muchos no lo quieran reconocer. Lo demás es el marquetín interesado de las marcas para vender productos más caros y con más margen de beneficios.