Mi sistema fotográfico preferido para ir por el mundo es desde hace catorce años el sistema micro cuatro tercios. Es ligero. No te cansas. Y da suficiente calidad para documentar tus viajes. Y cuando digo suficiente calidad quiero decir que con una fotografía técnicamente bien realizada y bien procesada, no hay problema para obtener una copia en papel de 60 x 40 cm, apta para presentarla en muchos lugares, salvo en entorno superprofesionalizados o superexigentes. Pero ya te digo yo que el 90 y mucho por ciento de los que contemplen esa fotografía la consideraran estupenda. Si tenemos en cuenta que la mayor parte de los fotógrafos aficionados actuales sólo publican sus fotos en redes sociales, o en libros de fotografía que suelen tener un tamaño de página de hasta DIN-A4 como mucho… Lo que yo decía suficiente, sin arriesgar tus cervicales.
Pero en los últimos tiempos he tenido mala suerte con las cámaras micro cuatro tercios. No voy a contaros mis males, puesto que en buena parte son debidos a la mala fortuna a los accidentes. No obstante, tengo alternativas razonables, no tan ideales, pero más que suficientemente buenas. Ya probé en 2021 la Canon EOS RP acompañada del EF 24-105 mm f4L USM y del RF 50 mm f1.8 STM en Dinamarca con buenos resultados, tanto fotográficos como en comodidad. Y lo repetí el año pasado en Bilbao con el mismo equipo, más llevándome el EF 200 mm f2L USM con el EF Extender x2 de primera generación, para un día de naturaleza. En agosto de este año, en Estocolmo, por la conveniencia de llevarme un flash conveniente para un acontecimiento social, repetí el equipo, pero sin el 200 mm, y con el recién adquirido RF 16 mm f2.8 STM. Con los buenos resultados, a Italia, estas semanas atrás me he llevado el mismo equipo que a Estocolmo.
Y en general bien, salvo que cuando hace calor, lo de cargar con el 24-105 mm (más el adaptador obligatorio) se hace pesado. Y la cuestión está en que cada vez uso menos las focales en el teleobjetivo medio o corto, y si lo he usado es para los angulares intermedios entre el 16 mm y el 50 mm. La cuestión es que, cuando vi que el último día que estuvimos toda una mañana en Turín, nos dimos tiempo para “ir de compras”, y yo me acerqué a Grande Marvin, la que muchos consideran mejor tienda de fotografía de esta ciudad italiana. Una tienda donde tienen las cosas, las puedes ver, palpar e incluso probar. Y les pedí que me enseñaran el novedoso RF 28 mm f2.8 STM, recién salido al mercado. Se me olvidaba, es para formato 24 x 36 mm, pero se puede usar en APS-C como si fuera un objetivo estándar en lugar de un angular.
Es un objetivo de los llamados “pancake”, es decir, que sobresalen muy poquito del cuerpo de la cámara. Y con la apertura máxima modesta pero razonable f2.8, el volumen de las lentes es muy reducido por lo que buena parte de su volumen se debe a la motorización para el enfoque automático. Comparte filosofía con el RF 50 mm f1.8 STM, aunque es como la mitad de largo, y con una mejora importante en su selector de función para el aro de control. Gracias a esta mejora, en mi Canon EOS RP se puede seleccionar el modo de enfoque manual directamente sin pasar por los menús de la cámara. El motivo por el que es tan pequeño es por la extraña geometría asférica de algunos de sus elementos, que tienen el perfil de ciertos bigotes, y que es posible por ser lentes moldeadas en plástico (PMo). Hace mucho tiempo que se hacen lentes moldeadas en plástico, baratas, pero con calidades… meh. Pero las técnicas avanzan, y Canon ha conseguido que den buenos resultados.
Sólo lo pude usar durante una tarde en nuestra visita a Saluzzo. Me dejé el 24-105 mm en el hotel, y en una bolsa pequeña me cupo sin problema la EOS RP, el 16 mm, el 50 mm y el nuevo 28 mm. Y tuve más que suficiente. Todas las fotos de esta entrada están tomadas en Saluzzo con el 28 mm. Menos la del encabezado que es en Turín Porta Nuova. Y me ha sorprendido el contraste de esta lente, desde su apertura máxima, pero especialmente en cuanto has cerrado uno o dos pasos la apertura. Mis programas de revelado ni siquiera incorporan los datos de distorsión de la lente y a pesar de todo, el archivo raw obtenido de la cámara es perfectamente utilizable. Incluso se puede montar una panorámica para un ángulo de visión más amplia, como la siguiente realizada con tres fotos realizadas con el 28 mm en el interior de Sant Giovanni Battista de Saluzzo. Desde luego, da mejores resultados que el viejuno EF 28 mm f1.8 USM, que compré hace tiempo de segunda mano, que no siempre rinde bien a sus aperturas más amplias. Un complemento perfecto con mi pequeña Canon EOS RP y con la nueva EOS R8, que la viene a sustituir.
Nunca pensé que me lo pasaría tan bien con un 28 mm. Me recuerda a la experiencia con el “pancake” 14 mm de Panasonic, que es equivalente en ángulo de visión, y más con el excelente 15 mm de Panasonic Leica, que tiene un ángulo de visión muy parecido, aunque un poco más estrecho. Pero en calidad de imagen, se acerca más al excelente PanaLeica que al modesto Lumix. Por un precio asequible, que no es lo mismo que decir que sea barato, es casi obligatorio para todo poseedor de una Canon RF. Aunque algunos argumentarán en favor los objetivos, más voluminosos, y casi el doble de caros, de luminosidad f1.8 de 24 y 35 mm de focal. Es un tema de compromisos, lo que te interese.