Las fotografías procedentes de los rollos de película en color del mes de junio han tardado en llegar. Por culpa de las elecciones. Y mira que estuve dudando cuando el día 3 de julio me pregunté ¿echo el sobre con las películas al buzón como de costumbre o lo llevo a una empresa de transporte? Me dije… “aún no ha llegado el follón del voto por correo, seguro que no tarda mucho en llegar”. No recordaba lo que había pasado en mayo,… y en estas elecciones en julio lo del voto por correo ha sido todavía peor. Así que dos semanas más de lo habitual, largas, tardaron en llegar los rollos al laboratorio. Afortunadamente en buenas condiciones. Vamos con el primero de ellos.
Cuando llega finales de mayo y principios de junio en Zaragoza, hay que aprovechar las treguas en la inclemente luz solar de finales de primavera y el verano para salir a fotografiar en exteriores. Hay que madrugar mucho o aguantar hasta la noche para tener una luz razonable… pero que tampoco es cosa del otro mundo por la falta de nubosidad. Pero un cierto sábado de principios de junio amenazó tormenta. Y cuando las nubes de tormenta se enseñorean del cielo, hay que estar atento a lo que pasa. Así que salí a realizar algún paisaje urbano o periurbano, con esas nubes grises de fondo.
Desde que en 2017 compré por capricho la Canon EOS 650 QD, por el 30º aniversario del sistema EOS, por una cantidad ridícula de dinero para el estado de la cámara, es un aparato que se ha adueñado de muchos de mis rollos de película. Me siento muy cómoda con ella. Sin embargo, tengo en casa desde marzo de 1993 la Canon EOS 100, que es una buena cámara. De hecho es una cámara mejor que la EOS 650, con mejores prestaciones, y mejores soluciones ergonómicas. La EOS 650, siendo la primera EOS que salió al mercado, fue una cámara de prueba. Canon actúa así cuando innova. En los últimos años, la EOS R fue un ejemplo de ello. Una cámara para hacer pruebas. Y sin embargo, me siento más cómodo con la EOS 650 que con la EOS 100.
¿El motivo? Las proporciones de la cámara. La EOS 650 es un 14 % más pesada que la EOS 100. Pero al sujetarla, todos los dedos de la mano, incluido el meñique, participan del agarre y es cómoda de llevar. La EOS 100 no. Más ligera, pero más rechoncha, y con un agarre menos agradable. Canon sacó una empuñadura opcional que mejor la situación, aumentando su peso. Pero es irregular en su forma, elimina la rosca del trípode, y no su diseño no es muy depurado para ofrecer un conjunto armonioso, sin ofrecer funciones añadidas, como sucede con otras cámaras. Por ejemplo, pudiendo aumentar la capacidad de las baterías que alimentan la cámara, u ofreciendo botones y ruedas para el uso de la cámara en vertical.
Tal día, además, opté por ponerle a la EOS 100 el objetivo Sigma 28 mm f1.8 comprado en algún momento de mediados de los años 90 del siglo XX. Calculo que hacia 1995 o 1996, pero no lo recuerdo con precisión. Sé que en 1996, en Escocia, ya lo llevaba. Un gran angular luminoso, para cuando la luz fallaba y los zoom eran inconvenientes. Chasseur d’Images, en la época, lo consideraba un objetivo razonable, y era bastante más económico que el Canon EF 28 mm f1.8 USM. Pero hoy en día es un rollo. De hecho, hacia 2007 compré de segunda mano el EF 28 mm. Porque el Sigma no es compatible con las EOS digitales posteriores a la EOS D60, porque tiene un contraste muy bajo a plena apertura, porque su rendimiento en las esquinas es muy flojo, porque probablemente esté algo descentrado. Pero sobretodo por que enfoca lento, con ruido, y no permite la corrección del enfoque sin poner el objetivo en modo manual. Lo usé ese día, pero no disfruté lo mismo que si hubiera llevado el EF 28 mm.
Por último, usé un rollo de Kodak Gold 200. Una película que en estos momentos es un valor seguro. Para los aficionados, es un buen compromiso entre nitidez, grano y reproducción del color. Aunque siempre he dicho que es una sensibilidad que no me convence mucho. Prefiero la nitidez del grano fino de las ISO 100 o la polivalencia de las ISO 400, incluso las ISO 800 sobreexpuestas un paso. Por supuesto, la Kodak Portra 160, con sólo un tercio de paso menos de sensibilidad, o la Kodak Portra 400 expuesta a IE 200 son mucho mejores. Pero mucho más caras. En cualquier caso, en estos momentos, para el aficionado a la fotografía con película fotográfica tradicional, es un referente fijo. Y no digamos si te lo planteas en formato medio.
Muchas de las experiencias que presento en estas líneas son pruebas para otros trabajos fotográficos que no suelo presentar por diversos motivos. En este caso… no salió adelante, e hice el trabajo con la Canon EOS 3 y el Canon EF 24-105 mm f4L IS USM usado a focales entre 24 y 35 mm. Mucho más consistente, aun a costa de perder la gran apertura del Sigma.