He de reconocer que estoy un poquito en crisis en lo que se refiere a la fotografía instantánea. Como si estuviera absolutamente estancado y sin ideas. Como suelo publicar en @carlos.carreter.instant una foto cada tres o cuatro días por mantener la actividad y el entrenamiento en la visión fotográfica, hace unos días puse un cartucho de película Instax Square color, la normal, sin marcos raros y sin historias, comprada de oferta… “de segunda mano” decía la oferta,… obviamente, no… y la usé a primera hora de la mañana cuando iba a trabajar. Pensé que la buena luz de esas hora me inspiraría.
No me enrollaré mucho. Los resultados son ambiguamente diversos. Algunas fotos quedaron como paisajes urbanos, en global o en detalle, razonables. Pero otras, que pensaba que iban a quedar mejor, incluso interesantes, fueron pifias considerables. Mi cabeza no andaba muy lúcida esa mañana, supongo, aunque yo pensaba que sí. Pero la escasa latitud de exposición me jugó alguna mala pasada que otra… y las cosas no resultaron como pensaba.
No me extenderé mucho más. Las escasas capacidades de intervención en la cámara para ajustar la exposición, dañan mucho las capacidades creativas, por lo menos en lo que se refiere a mis forma de hacer. Mientras escribo esto, tengo delante una fotografía realizada con la birriosa Kodak Pocket A-1 de formato 110 del Golden Gate desde Sausalito, e impresa sobre Instax Square con la impresora Instax Share SP-3. Y tiene un aspecto estupendo. Mucho mejor que casi cualquier foto hecha con la SQ6, lo cual es enojoso. La película tiene posibles dentro de sus limitaciones. Pero la cámara, con una óptica floja y sus extrañas opciones exposición arruinan las posibilidades. Por ejemplo, no puedes combinar un corrección de la exposición con el modo panorámico que enfoca a infinito. Por lo que si corriges, un paisaje queda poco nítido. Y si no corriges, te queda oscuro. O quemado. Según. Y es la cámara con más opciones… En fin… que estoy atascado.