Como ya comenté cuando os presente mi cámara de formato medio digital, o lo que Fujifilm denomina pretenciosamente "gran formato" (large format), a pesar de mi experiencia de años con cámaras digitales de objetivos intercambiables, desde diciembre de 2005, para sacarle partido a la nueva cámara habrá que pasar por un proceso de aprendizaje y aclimatación. Hace 16 años de mi Canon EOS D60 de segunda mano. Parece que fue ayer cuando apareció la fotografía digital en nuestra afición y resulta que llevo ya el mismo tiempo con digital que el que pasé antes de sumarme a la forma de registro de la imagen dominante en la actualidad (abril de 1989 - diciembre de 2005 vs diciembre 2005 - enero de 2022, para cámara de objetivos intercambiables). Por supuesto, quienes seguís estas páginas sabréis que sigo activo en la fotografía con película tradicional... pero es un dato, ¿no es así? Vamos con un par de aspectos del nuevo equipo que me surgieron de inmediato. Con alguna imagen de ejemplo.
En primer lugar, los formatos de imagen y la añoranza de los modos panorámicos que parece ser mantiene Fujifilm. Las primeras cámaras réflex digitales que manejé sólo tenían un formato de imagen; el original del sensor de imagen que solía ser el de los negativos más frecuentes con película tradicional de formato 135, 3:2. Es el formato que se impuso cuando lo adoptó Leica en los años 20 del siglo XX tras el diseño de la Leica original de Oskar Barnak. Un formato que hace mucho tiempo que no me convence en exceso, pero que tampoco me molesta. Demasiado alargado... especialmente para composiciones verticales. Algunas marcas como Canon, en sus cámaras de gamas más altas, y conforme empezaron a ser utilizables encuadrando a través de la pantalla trasera, empezaron a permitir el formato 5:4, que siempre ha sido muy querido por los profesionales puesto que se adapta bien a las necesidades editoriales.
Y luego están los sistemas de objetivos intercambiables sin espejo, que desde el principio han tenido sencillo la posibilidad de ofrecer distintos formatos, ya que estos aparecen en el visor electrónico de forma directa, sin las constricciones de la visión réflex adaptada a un formato previo determinado. Y los formatos habituales han sido el 4:3, 3:2, 1:1 y 16:9. Curiosamente, el 5:4 ha sido menos popular. Y finalmente llegamos al sistema GF de Fujifilm, con grandes sensores, que se estira y nos ofrece una pléyade de formatos preconfigurados; los cinco mencionados anteriormente más el 7:6 y... aquí venimos a lo que vamos, el 65:24.
El 65:24 es un formato que encontramos en una cámara de "formato medio" de Fujifilm, que por las dimensiones de su fotograma sí que deberíamos considerar de gran formato independientemente de que trabaje con película tipo 120 de 6 cm de ancho. Esta cámara son las variantes de la Fujifilm G617/GX617, cuyo fotograma tenía una superficie similares a una hoja película de gran formato de 12 x 9 cm, pero con una relación de aspecto como la comentada. Y otra cámara más, que en estos momentos está cotizadísima en el mercado de segunda mano, las variantes del desarrollo conjunto entre Hasselblad y Fujifilm para sus Xpan/TX, y que permitían obtener un negativo de 65 x 24 mm sobre película de tipo 135, biperforada de 35 mm de ancho. Unas cámaras que tuvieron una vida más corta de lo previsto, en parte por el advenimiento de la tecnología digital, en parte porque para su fabricación se usaba con profusión un metal pesado, no recuerdo si el mercurio o el plomo, y las regulaciones ambientales de la Unión Europa y otros países más o menos civilizados del mundo prohibieron.
A mí, este formato, que en el mundo del cine sería un 2,71:1, más alargado todavía que el 2,37:1 del cine, siempre me ha parecido excesivo y difícil de gestionar. Aunque también es cierto que ofrece margen para recortes posteriores convenientes. Para mí, como fotografías panorámicas, me siento cómodo entre el 16:9 (1,78:1) y el 2:1. Aunque el 2,37:1 se adapta bien a la impresión de una fotografía en doble página en los libros de fotos de mis viajes que elaboro a mi regreso de ellos. No obstante, por probar, estuve hace unos días paseando con este formato ajustado en la Fujifilm GFX 50R. Hay que tener en cuenta que el formato se aplica de forma estricta en los archivos JPEG generados en la cámara, pero que los archivos RAF (el raw de Fujifilm) conservan los 51 megapíxeles del sensor completo.
También incluí otra cuestión. La distancia mínima de enfoque del 50 mm f3,5 es muy discretita, con un escala de reproducción de aproximadamente x 0,11. Lo cual, unido al tamaño del sensor, lo hace poco apto para la fotografía de aproximación. Un problema que también tienen los antiguos objetivos de formato medio para mi Hasselblad 500CM. Por ello, inmediatamente comprobé que con un adaptador de rosca filtro de 62 mm, la del objetivo Fujinon, a 49 mm, la de mi lente de aproximación favorita Cosina de 3 1/3 dioptrías,esta podía ser usada sin problemas de viñeteo mecánico para hacer fotografía de aproximación. y así es... es algo que se puede hacer sin problemas. Aunque hacerlas a mano alzada es un desafío muy superior al de usarla con una cámara con un sensor más pequeño. Con la lente de aproximación, la escala de reproducción alcanza el x 0,33, que no está mal. Bueno os he dejado fotos para que lo veáis y juzguéis, aunque las condiciones de luz no fueron buenas. Y el tiempo muy frío para tener el pulso firme.
Cuando probé hace unos días mi nuevo visor de prisma con fotómetro incorporado PM 51 para el sistema Hasselblad V (lo de sistema V no se utilizó hasta la aparición del sistema H, antes era simplemente el sistema Hasselblad), me quedé con la duda de la precisión del fotómetro al caer en la desconfianza sobre el comportamiento general de la película que usé en ese momento, la Lomography Potsdam Kino 100. Aunque los negativos tenían información suficiente para aprovechar la imagen, quedaron muy poco densos, con aspecto más de cortos de revelado que de subexpuestos. Pero sin tener muy claro qué había pasado.
El 1 de febrero cogí un día de fiesta, y junto con dos amistades, nos pusimos nuestras zapatillas de caminar y nos hicimos una caminata de 15 kilómetros dentro del término municipal de Zaragoza. Seguimos en confinamiento perimetral por la pandemia de covid-19. Afortunadamente, los casi mil kilómetros cuadrados de término municipal, aunque muchos de ellos sean de paisaje árido, estepario, permiten rutas para caminar relativamente diversas. Yo cogí de nuevo la Hasselblad 500CM, le calcé el Distagon 50/4 C T* y le puse un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros II. La emulsión japonesa es mucho más fiable que las Lomography, incluso si, o quizá porque, está fabricada por Ilford en el Reino Unido.
Hice algo que, a la larga o a la corta, quizá fuera un error. Cuando salí de casa, las condiciones de luz para fotografiar, sin ser óptimas, eran relativamente agradables. El día estaba soleado, pero con una luz no demasiado dura. Y para dar más empaque a los cielos, decidí colocar un filtro rojo sobre el objetivo. Con el 50 mm genera un poco de viñeteo mecánico, he venido observando. Y además, el seleccionar sólo una parte de las longitudes de onda de la luz visible, tal vez afecte a las medidas del fotómetro. Pero en ese momento no pensé en ello. De todos modos, las mediciones consistentemente fueron las adecuadas para las condiciones de luz menos los tres pasos de luz que se come el filtro rojo. No es un filtro de buena marca. Aunque eso se nota más en los eventuales destellos de luz inoportunos con las luz de frente que en la definición de la imagen.
También me encontré con que la luz evolucionó desfavorablemente, aunque quedó muy estable. Desfavorablemente, porque las ligera nubosidad que generaba una luz demasiado dura, pero que justificaba el filtro rojo para generar algo de contraste en los cielos, desapareció, dejando una luz realmente dura. Con un fuerte contraste que la película absorbe sin problema, por su buena latitud de exposición, pero que convirtió en banales la mayor parte de los motivos que yo llevaba en mente.
En cualquier caso, mis comprobaciones mientras caminaba, entre las medidas que me proponía el fotómetro del PM 51 y del Gossen Digisix que llevaba en el bolsillo, aunque luego los negativos me quedaron un poco más densos de lo que esperaba. Revelé la Fujifilm Acros II en Kodak HC-110 en dilución C (1+19) durante 5 minutos a 20 ºC, según propuesta encontrada en el Massive Development Chart de Digitaltruth. Fujifilm no ofrece información sobre el revelado con HC-110. Y Kodak sólo ofrece datos para sus propias películas. Ilford ofrece para su revelador Ilfotec HC una propuesta de 4,5 minutos a 20 ºC en dilución 1+31 con la película ajustada a IE 80. Así que igual me pasé de rosca con el revelado. Desgraciadamente no di en consultar los datos de Ilford hasta que vi que los negativos estaban más densos de lo previsto.
En fin,... que aunque los negativos son aprovechables, llevo una mala racha en la que ando desconcentrado por motivos diversos y eso se nota en mi forma de trabajar con la película, por lo que no acierto con la sistemática adecuada. No pienso con claridad. Volveré a ello... cuando tenga la cabeza más despejada. Ahora tengo pendiente de revelar un rollo de Acros II expuesto con la Leica Minilux... y no sé muy bien que hacer. Ya os lo contaré.
Encuadrar con una Hasselblad V, las clásicas, cuando haces una foto con su visor de capuchó, con la cámara en la cintura, mirando desde arriba, y obtener el aspecto característico de los paisajes urbanos o retratos tomados desde esa altura (también se obtienen muy bien con las Rolleiflex clásicas) es muy molón. Muy enrollado. Y además, con una cámara como las Hasselblad que pesa y abulta lo suyo... hace que sea más compacta. Pero es algo que presenta algunos inconvenientes. La foto la ves invertida lateralmente, es algo a lo que te acostumbras, pero no resulta intuitivo, y cuando vas cumpliendo años, a la hora de enfocar, incluso con la ayuda de la lupa incorporada, la cosa se pone complicada. Especialmente si le pones filtros al objetivo.
Al poco tiempo de empezar con el sistema Hasselblad me hice con un visor ucraniano, de las Kiev, clones soviéticos de las Hasselblad, que se podía acoplar sin problemas al sistema de visores de las cámaras suecas. No está mal. Se puede encuadrar con la imagen sin problemas de lateralidad y ganas algo en precisión al enfocar. Pero el chisme es feo de narices. No muy abultado, eso es una ventaja, pero la ganancia en luminosidad y confort al enfocar es apreciable, pero limitada. Por supuesto, a todo esto, seguimos dependiendo de un fotómetro externo o de nuestra capacidad de evaluar a ojo las condiciones de luz para determinar la exposición.
Después de estudiar un poco el tema durante un tiempo, valorar alternativas y analizar precios en el mercado de segunda mano, me puse a seguir las ofertas de visores Hasselblad con fotómetro incorporado. En concreto aquellos que ofrecen un ángulo de visión de 45 º y llevan un fotómetro incorporado. Cuestan su dinero. Especialmente si están en buen estado. Y si uno se ha de gastar un dinero quiere ciertas garantías.
Nunca he tenido malas experiencias comprando por eBay. Pero algo he comprobado en los últimos años. Los vendedores japoneses suelen ser más baratos, a veces apreciablemente más baratos, y son muy honestos a la hora de describir el estado de sus productos. Más que los vendedores europeos. Si dicen que el estado del producto es "mint", en Europa significará, según mi experiencia, que está en bastante buen estado. Pero en un vendedor japones, que realmente está prácticamente como nuevo. Esto no es una regla absoluta. En ambos ambitos geográfico habrá gente más honesta y menos honesta, pero estoy describiendo mi experiencia como promedio. Por supuesto está la cuestión del paso de aduanas, que puede equilibrar el tema monetario. Pero aun así, de promedio, suele salir ventajoso, aunque sea por poco. Y si lo envían por correo es más probable que pase la aduana sin cargos que si lo envían por una mensajería del tipo FEDEX o similar.
Por ello, cuando vi una oferta de un visor PM 51 por un precio entre 120 y 150 euros más barata de lo que ofrecían vendedores europeos, remitida desde Yokohama, en estado "como nuevo", supe que era una buena oportunidad. Y que incluso si la paraban en aduanas, cosa probable porque la mandaban por mensajería, aun me ahorraría 50 o 70 euros. Como así fue.
En cuanto me llegó, comprobé que efectivamente estaba absolutamente impecable. En su cajita y sin ninguna señal estética por mínima que fuera. Venía sin pilas, y eso pareció un problema inicialmente, porque el tipo de pila, 4LR44, de 6 V, no es fácil de encontrar ya en tiendas. En principio, si le ponía 4 pilas tipo LR44, que sí que son fáciles de encontrar podría valer. Pero tengo la experiencia con la Minox 35 GT-E cuyas dos pilas CR1/3N se podrían sustituir también por 4 LR44, en realidad no funciona bien. Hay un juego en el compartimento de las pilas que hace que no hagan bien el contacto. También es cierto que las LR44 son alcalinas y las CR1/3N son de litio... y eso puede influir. En cualquier caso, decidí probar,... y de momento funciona sin problemas con las cuatro LR44.
Para probar el visor, especialmente el fotómetro incorporado, decidí usar los dos rollos de Lomography Potsdam Kino 100 que me quedaban del regalo de rollos de película que me hicieron hace año y medio cuando volvimos de Alemania. Esto fue un error. Debería haber usado algún rollo de Ilford, cuya respuesta conozco bien, en lugar de estas películas de orígenes insólitos y a veces incógnitos y cuya respuesta y calidad de envasado varía demasiado, a pesar de que no son baratas. Reveladas durante 6 minutos a 20 ºC en Kodak HC-110 dilución E (1+47), los negativos me quedaron con poca densidad. Y dado que los números de testigo de la emulsión en los laterales estaban también poco densos, tengo la sensación de que fue un problema de insuficiente revelado.
En cualquier caso, podemos decir dos cosas. El fotómetro del visor, que ofrece valores EV que hay que transportar a la escala de los mismos que llevan los objetivos de las Hasselblad, y luego eliges para cada valor EV la combinación de diafragma y velocidad de obturación que te conviene, eran coherentes y concordantes con los datos que obtenía con mi Gossen Digisix de mano. Por otro lado, el visor ofrece una imagen muy limpia y muy clara. Y para mis ojos ya no tan jóvenes, muy capaces en las distancias largas, mi óptica se sorprende siempre con mi agudeza visual, para enfocar en las cortas distancias es mucho más cómodo.
Advertir de un par de cosas más en estas mis primeras experiencias con el visor. La primera es que el manual del visor te advierte que si no tienes una pantalla de enfoque Acute-Matte, más moderna y brillante, hay que ajustar el fotómetro a una sensibilidad superior para compensar la falta de brillantez de la pantalla. En mi caso, con una veterana 500CM, no tengo una Acute-Matte, y en lugar de ajustar a IE 100, ajusté a IE 200. Una duda que me ha quedado es que igual el anterior dueño de la cámara le cambió la pantalla de enfoque, si que es una de las brillantes y por eso me han quedado los negativos poco densos. Pero tiendo a pensar que es un problema de insuficiencia de revelado. No creo que sea una pantalla de enfoque de las chachis.
La segunda es que usé dos objetivos distintos. Al ajustar el fotómetro de la cámara hay que indicarle dos valores. La sensibilidad de la película (ajustada o no según la pantalla de enfoque) y el valor máximo de la apertura del objetivo. Es decir, que si usas dos objetivos con distinta luminosidad, un Planar 80/2,8 y un Distagon 50/4, por poner una pareja clásica, cada vez que cambias el objetivo tienes que reajustar el fotómetro. Yo hice un rollo con el 80 mm, sin aditivos en el objetivo, y otro rollo con el 50 mm, con un filtro rojo en buena parte de las fotos, para aumentar el contraste y para comprobar qué tal se veía a través del visor. En general, puedo considerar la experiencia positiva.
Siempre he sido un aficionado a la fotografía que cuando viaja ha favorecido más el aspecto documental del viaje que otras cosas. Y viajar ligero. Que los años van pasando, y los equipos pesados cansan. Y si uno viaja cansado, no hace buenas fotos. Por ello, me hice adepto al sistema micro cuatro tercios y a llevar un equipo relativamente mínimo. Pero...
En los últimos tiempos, en mis viajes he tenido ocasiones de visitar paisajes notables y me hubiera gustado tener la oportunidad de sacarles más partidos. Planificar mejor la toma del paisaje y reflejar mejor la belleza del lugar o del momento. Quizá uno de los lugares en los que más sentí este impulso fue en mi viaje a China en junio. En las montañas Huangshan. No me quejo de los resultados obtenidos, pero podrían ser mejores.
Cosas que en los últimos años he echado de menos y que he intentado ir paliando, buscando soluciones razonables. No perfectas. Razonables.
Un trípode ligero pero razonablemente competente. Me hice con el Rollei Compact Traveler nº 1. Que tiene sus limitaciones, pero es más competente de lo que parece a primera vista. Y es muy transportable. Actualmente hay una variante de fibra de carbono del mismo modelo no mucho más cara que es más recomendable.
Un cabezal adecuado para el trípode. Para este trípode que es viajero, pero también para el menos viajero, un Manfrotto de la serie 190, no recuerdo nunca bien el modelo, tiene ya 10 u 11 años, de fibra de carbono. El principal problema es que su sistema de anclaje de la cámara es muy fiable, pero convierte en una lata el colocar la cámara en vertical. De ahí viene...
Una zapata en L para tomas en vertical y en horizontal con facilidad. Estas zapatas en L suelen ser compatibles con el sistema de anclaje de Arca Swiss y no con el de Manfrotto... así que también ha conllevado el buscar una solución a ese problema.
Un teleobjetivo competente... Tengo uno muy sencillito, aunque con una calidad más que honorable, de Panasonic para micro cuatro tercios. Pero el cuerpo me ha ido pidiendo algo más sólido. Especialmente desde que compré la Lumix G9.
Un sistema de filtros. Dudando siempre entre los filtros redondos de rosca y los cuadrados de sistema. Cada una de estas opciones tiene sus ventajas e inconvenientes.
Con respecto al teleobjetivo, recientemente estuve usando un 100-300/4-5,6 de Panasonic, que da buena calidad por un precio moderado. Pero aunque es capaz de obtener fotografías muy espectaculares, no siendo mi finalidad principal la fotografía de animales o deportiva, no tengo especial interés en focales tan largas. Hay que tener en cuenta que es equivalente a un 200-600 mm en formato de fotograma de 24 x 36 mm. Así que ya tengo la decisión tomada, y el objetivo encargado, iré a por un buen objetivo de Panasonic 35-100/2,8. Mucho más luminoso y con una gama de focales suficiente. Y relativamente compacto. A la espera estoy. Era la evolución lógica a partir de lo experimentado y disfrutado con el 35-100/4-5,6, limitado en su agilidad, construcción y luminosidad, aunque bastante honorable en sus propiedades ópticas.
Una cuestión curiosa ha sido lo de la zapata en L para permitir que tanto las tomas en horizontal como las tomas en vertical se hagan cómodamente. Las verticales son especialmente útiles para componer panoramas a partir de varias fotografías. Empecé usando un zapata en L económica que vendían en Amazon. Lo curioso ha sido que me va mejor con las cámaras grandotas que con las pequeñas. Con las EOS, tanto digital como para película, se ajusta sin problema a los límites del cuerpo de la cámara, y queda fija y sin holguras o movimientos indeseados. Pero con las cámaras más pequeñas, como son las micro cuatro tercios o la Pentax MX o la Leica M2 y otras para película tradicional... empieza a interferir con distintas piezas del cuerpo de cámara... y empiezan a quedar holguras y a no ser tan eficaz. Poco a poco he ido encontrando truquillos para que la cosa vaya bien. Pero al final, para la Lumix G9 acabé desembolsando lo que me pedían por la zapata en L dedicada a este modelo de Smallrig. Y va muy bien.
Y vamos con el tema de los filtros. He venido usando de vez en cuando los filtros polarizadores. Pero me he dado cuenta que echo más de menos los filtros de densidad neutra para conseguir exposiciones prolongadas, así como algún degradado neutro, porque creo prefiero tener la fotografía en cámara con buena iluminación y contraste a forzar las cosas luego en el procesado digital. Y estaba la duda entre los filtros redondos y los cuadrados. No voy a entrar ahora en los pros y contras de ambos tipos. Los podéis encontrar en muchos sitios mejor explicados que lo que yo pueda decir en un espacio limitado. Sólo decir que me he decidido por un kit de iniciación de Lee Filters, que viene con el armazón general del sistema, más un degradado neutro de dos pasos con transición brusca, un "little stopper", o sea un filtro de densidad neutra que quita 6 pasos de luz, y un "big stopper", un filtro dedensidad neutra que quita 10 pasos de luz. Los he estado probando modestamente, y aprendiendo a usarlos, con la Lumix G9, digital, y con la Hasselblad 500CM, con película en blanco y negro.
De momento, todo en blanco y negro, porque quiero dejar para un segundo paso el control de las dominantes de color que en mayo o menor medida introducen siempre los filtros neutros más potentes. El "little stopper" parace que no es muy notoria, pero el "big stopper" introduce una clara dominante azulada que tendré que estudiar detalladamente para corregirla rápidamente. Los filtros Lee están reputados como de muy buena calidad, siendo usados por muchos profesionales de la fotografía del paisaje.
Hay opciones más baratas, y también hay alguna más cara. Pero suponen un cierto desembolso que hay que pensarse bien.
Con las fotografías con la cámara digital no tuve mayores problemas, y tuve la sensación de que el manejo del sistema estaba superado como se puede ver en las fotografías anteriores. Nada del otro mundo, pero realizadas de forma eficaz. Pero con la Hassselblad 500CM, a la que le puse el Distagon 50/4 C T*,... la cosa no fue tan bien.
Me la llevé con el "big stopper" para hacer largas exposiciones en las horas centrales del día un domingo. Y me encontré con algunos problemas. La siguiente fotografía los resume todos.
Primero, con un diafragma f/16, que con el "big stopper" y la corrección del fallo de la reciprocidad de la Ilford Delta 100 me daba una exposición de entre 16 y 20 segundos, las motas de polvo depositadas en el filtro resultaban evidentes en forma de pentágonos luminosos, que a algunos les resultarán monos,... pero que no era lo que se pretendía. Evidentemente, hay que tener cuidado con la limpieza del filtro. Especialmente si se van a usar diafragmas cerrados que hacen más evidentes las motas de polvo. A no olvidar.
En las fotografías, se observan también, en unas de forma muy intensa y en otras menos, siendo prácticamente imperceptibles aquellas en la que la cámara estaba en la sombra cuando se hizo la fotografía, un halo más luminoso, perfectamente redondo, que rodea la parte central de la imagen. Por las características del mismo, deduje inmediatamente cuando la vi en el negativo, ni siquiera fue necesario escanearlo y ampliarlo para verlo, que se trataba de una luz parásita producida por algún reflejo.
Los filtros de densidad neutra uniforme de Lee llevan adheridas por una de sus caras unas tiras de material como la espuma que sirve para sellar a la luz los respaldos de las cámaras. En principio pensé que serviría para proteger los filtros, cuando se montan varios en serie, de posibles rayas por el contacto accidental de unos con otros. Pues no. Comprendí cuando vi estos halos que ese material, al igual que en los respaldos de las cámaras, está pensado para bloquear el paso de la luz. Una pequeña investigación posterior me permitió comprobar además que está aconsejado vivamente que los filtros de densidad neutra uniforme se coloquen lo más cerca posible de la frontal del objetivo, por detrás de otros posibles filtros que se vayan a usar, como los degradados neutros. Cosas que hay que aprender, porque nunca había usado uno de estos filtros. Mejor ahora que cuando llegue el momento de hacer una foto realmente importante.
En estos momentos, tengo la sensación de que he acertado al optar por este sistema. Me permite usarlo con sólo tres adaptadores con una variedad de objetivos para distintos sistemas, los que más utilizo. Por lo tanto, aunque no sea barato, me ahorra la compra de determinados filtros por duplicado para distintos diámetros. Y también me garantiza una calidad uniforme y sistemática en todos ellos.
Obviamente, como todo sistema que tiene una cierta complejidad de piezas y elementos, hay que adquirir buenas costumbres. No se puede usar sin una sistemática y una planificación básica. Sin eso, los resultados no pueden ser buenos. Tengo que adquirir unos buenos hábitos, que todavía no he interiorizado.
Por último, unos datos sobre el procesado de la película. Como ya he dicho, usé con la Hasselblad un rollo de Ilford Delta 100 Professional a su sensibilidad nominal, ISO 100. Para un diafragma f/16 en las circunstancias de sol radiante presentes este domingo pasado, hay muchas fotografías a las que sin filtro les correspondía una velocidad de obturación de 1/125 segundos. Olvidé el fotómetro en casa así que apliqué la regla del "soleado f/16, velocidad de obturación, inverso de la sensibilidad de la película". Un filtro con 10 pasos de pérdida de luz, supone multiplicar esa velocidad de obturación por 1000 aproximadamente (en realidad 1024, pero la diferencia es despreciable a efectos prácticos), lo que nos da una exposición de 8 segúndos. Pero hay que compensar el fallo de la reciprocidad para tiempos de exposición de 1 segundo o más. La fórmula que uso yo para las películas Ilford es elevar a la potencia de 1,33 el tiempo calculado, para obtener el tiempo de exposición definitivo (td = tc^1,33), lo que para 8 segundos me da 16 segundos. Cuando tuve necesidad de aumentar la exposición, decidí abrir el diafragma manteniendo el tiempo de exposición, salvo en un caso en el que para mantener la profundidad de campo opté por aumentar el tiempo. Y ahí, los 16 segundos calculados se convirtieron en 40 segundos. Como veis, no vale simplemente con duplicar el tiempo, porque cuanto más aumenta el tiempo de exposición calculado, más hay que prolongar el tiempo de exposición efectivo.
La película la revelé en Kodak HC-110 dilución B (1 + 31) durante 6 minutos a 20 ºC. La densidad y el contraste de los negativos quedaron muy bien. La exposición fue correcta en los 12 negativos de 56 x 56 mm que ofrece el respaldo A12 de la Hasselblad. Las escenas fueron obviamente muy contrastadas por las características de la luz en las horas centrales del día, pero ni las luces ni las sombras quedaron empastadas.
Lo reconozco. Frente al glamur que desprenden ciertas cámaras o ciertos objetivos, hablar de las bolsas y las mochilas para transportar el equipo fotográfico suena un poco aburrido. Sin embargo, conforme pasa el tiempo te das cuenta de que una buena bolsa o mochila es importante por varios motivos:
Es necesario transportar el equipo de forma segura, y al mismo tiempo accesible.
Tiene que minimizar la fatiga cuando te pegas un día entero recorriendo el mundo con el equipo a cuestas.
Tiene que ser capaz de llevar lo que necesites, no sólo de equipo fotográfico, sino otros complementos personales necesarios cuando vas por el mundo.
Tiene que animarte a echartela a cuestas y salir al mundo a fotografiar. Tiene que ser un antídoto contra la pereza.
Yo nunca he estado especialmente acertado con las bolsas y mochilas fotográficas. Es cierto que cuando viajo nunca llevo mucho equipo. Especialmente, cuando estamos en tiempo fresco y uno lleva puesto un chaquetón, las necesidades de bolsa no son grandes, puesto que los bolsillos amplios del chaquetón resuelven. Pero hay ocasiones en que es necesario prever situaciones diversas. Y luego está la excursión en el día, en la que debes prever una serie de necesidades. Desde que volví de vacaciones por Francia y Suiza, tuve el convencimiento de que necesitaba una mochila en condiciones, algo mejor que lo que estaba usando hasta ahora.
Dos tipos de mochilas se presentaron ante mí a la hora de elegir. Mochilas, sí. No bolsas de hombro. Estas hacen más accesible el equipo, pero al cabo del día producen muchas más molestias en la espalda y en los hombros, aumentando el cansancio. Y llegar cansado al final del día es fatal para el fotógrafo. Es llegar al ocaso y el crepúsculo, momento de luz interesante, sin ganas de hacer fotos ni de ninguna otra cosa. Ahora hay muchas mochilas de acceso lateral al equipo, que se pueden considerar. Pero conviene que sean mochilas para un buen reparto de los pesos.
A partir de ahí, dos posibilidades se me presentaban. Las diseñadas con una clara orientación al viaje y al descubrimiento urbano y las diseñadas para el senderismo y la actividad en la naturaleza acompañada de fotografía. Aun con capacidades similares, los diseños son distintos. Las orientadas a naturaleza son generalmente más cómodas y cantan menos como contenedoras de material fotográfico, de cara a los amigos de lo ajeno. Pero a pesar de todos tienen algunos inconvenientes. Algunos de los cuales los vi venir en lo que se refiere a transportar algunos accesorios importantes.
Yo me he puesto en mi situación más habitual. A lo largo del año hago más jornadas viajeras que senderistas o de naturaleza, aunque algunas de las jornadas viajeras puedan tener un componente mixto. Mi necesidad de capacidad para el equipo fotográfico no es enorme, ya que uso un equipo micro cuatro tercios en viaje, que ocupa mucho menos espacio que los equipos tradicionales basados en cámaras réflex, de formato completo o APS-C. Especialmente en lo que se refiere al tamaño de los objetivos. Pero cada vez aprecio más la conveniencia de tener algún trípode a mano, a pesar del incremento en la calidad de las fotografías a alta sensibilidad, o de la capacidad de las cámaras más modernas estabilizadas para disparar a mano alzada con tiempos de obturación largos.
En cualquier caso, me propuse como escenario la planificación de mis dos próximos viajes. En agosto haré un viaje corto, al sur de Alemania. Cuatro noches. Pero llevaré dos equipos; el digítal y uno analógico con algunos rollos de película, porque voy a encontrarme con gente que practica este tipo de película. En esa zona, cabe esperar buen tiempo en agosto, pero con posibles momentos en los que refresca y alguna tormenta. Luego ha de haber espacio para llevar una chaqueta y un chubasquero. Y me quiero llevar un trípode pequeño, de viaje. Extendamos sobre una mesa el equipo, que incluye algunos cargadores, y otros complementos (tarjetas, paños de microfibra y escobilla para limpieza, algún filtro), y la tablet, el lector de libros electrónicos y el teléfono móvil. Todo, a la mochila. Desde luego para el transporte hasta el destino. Luego ya veremos qué sacamos a pasear cada día.
A finales de septiembre me iré dos semanas a Taiwan. No necesitaré tanto equipaje. Si me llevo algo analógico será alguna compacta. Y no necesitaré ropa de abrigo. Hará calor. Fácil será que en lugar de la chaqueta y el chubasquero me convenga más un paraguas.
La mochila que finalmente elegí es la Manfrotto Advanced Travel Backpack (el precio final ha sido apreciablemente inferior al oficial de la marca), una mochila de carga lateral, con espacio tanto para el equipo fotográfico como para los complementos personales, y que incluye un espacio para llevar el trípode de viaje a cuestas pero de forma discreta. Veamos como queda la mochila con todo lo anterior en su interior. Acomodado sin problemas, sin apreturas. Aunque sin holguras que puedan conllevar zarandeos innecesarios dentro de la mochila.
No es enorme. No es pequeña, pero no es enorme. Se lleva bien. Se sujeta bien al pecho. A la cintura no se sujeta de forma tan adecuada como los modelos destinados al senderismo y naturaleza, pero algún compromiso había que buscar. El trípode de viaje no lo véis. Está en lateral de color rojo que se abre para acomodarlo. Y hay suficientes bolsillos exteriores e interiores para todo tipo de accesorios y documentos. No se ve, pero en uno de los bolsillos hay una funda impermible que cubre la mochila por si llueve fuerte. Si la lluvia es moderada, la mochila aguanta un tiempo.
Ahora nos plantearemos una excursión de un día o de una tarde, caminando algo por el monte y con necesidad de un trípode más serio y competente para la realización de paisajes. Dejaremos en casa el trípode de viaje y añadiremos un trípode más grande así como un par de bastones de senderismo.
Y aquí tenemos el principal motivo por el que elegí este tipo de mochila sobre los de senderismos. En estos últimos, salvo los modelos muy grandes de cuarenta litros o más, las correas exteriores para sujetar el trípode son mucho más endebles. No me merecía, en ninguna marca, ninguna confianza. Mientras que las de la Manfrotto son firmes, cómodas de usar, rápidas para instalar el trípode grande. Y como veis, los bastones ocupan el lugar destinado al trípode de viaje sin problema.
No quería un mochilón enorme. No uso equipos de gran tamaño. No llevo grandes cañones como teleobjetivos, y casi nunca voy con mucho equipo. Selecciono el que voy a necesitar en función de mis intenciones. Creo que en esta ocasión he acertado. Lo único que me molesta es que canta demasiado a mochila de fotógrafo. En eso me gustaba más el aspecto informal de las mochilas de fotógrafo senderista.