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Una mochila para patearse el mundo - Manfrotto Advanced Travel Backpack

Lo reconozco. Frente al glamur que desprenden ciertas cámaras o ciertos objetivos, hablar de las bolsas y las mochilas para transportar el equipo fotográfico suena un poco aburrido. Sin embargo, conforme pasa el tiempo te das cuenta de que una buena bolsa o mochila es importante por varios motivos:

Es necesario transportar el equipo de forma segura, y al mismo tiempo accesible.

Tiene que minimizar la fatiga cuando te pegas un día entero recorriendo el mundo con el equipo a cuestas.

Tiene que ser capaz de llevar lo que necesites, no sólo de equipo fotográfico, sino otros complementos personales necesarios cuando vas por el mundo.

Tiene que animarte a echartela a cuestas y salir al mundo a fotografiar. Tiene que ser un antídoto contra la pereza.

Por ligero que quieras viajar, cuando realizas viajes con cierta ambición, tienes que prever una serie de necesidades, y un buen transporte de tus herramientas y utensilios. A finales de septiembre vuelvo a Asia, y he de pensar cómo me lo monto. A ser posible, mejor que en ocasiones anteriores.

Yo nunca he estado especialmente acertado con las bolsas y mochilas fotográficas. Es cierto que cuando viajo nunca llevo mucho equipo. Especialmente, cuando estamos en tiempo fresco y uno lleva puesto un chaquetón, las necesidades de bolsa no son grandes, puesto que los bolsillos amplios del chaquetón resuelven. Pero hay ocasiones en que es necesario prever situaciones diversas. Y luego está la excursión en el día, en la que debes prever una serie de necesidades. Desde que volví de vacaciones por Francia y Suiza, tuve el convencimiento de que necesitaba una mochila en condiciones, algo mejor que lo que estaba usando hasta ahora.

Por otro lado, las excursiones en el día tienen unas exigencias especiales. A veces superiores a las de los viajes, en mi experiencia. También hay que prever distintas situaciones. ¿Como hacerlo sin arruinarse comprando bolsas o mochilas para cada ocasión?

Dos tipos de mochilas se presentaron ante mí a la hora de elegir. Mochilas, sí. No bolsas de hombro. Estas hacen más accesible el equipo, pero al cabo del día producen muchas más molestias en la espalda y en los hombros, aumentando el cansancio. Y llegar cansado al final del día es fatal para el fotógrafo. Es llegar al ocaso y el crepúsculo, momento de luz interesante, sin ganas de hacer fotos ni de ninguna otra cosa. Ahora hay muchas mochilas de acceso lateral al equipo, que se pueden considerar. Pero conviene que sean mochilas para un buen reparto de los pesos.

A partir de ahí, dos posibilidades se me presentaban. Las diseñadas con una clara orientación al viaje y al descubrimiento urbano y las diseñadas para el senderismo y la actividad en la naturaleza acompañada de fotografía. Aun con capacidades similares, los diseños son distintos. Las orientadas a naturaleza son generalmente más cómodas y cantan menos como contenedoras de material fotográfico, de cara a los amigos de lo ajeno. Pero a pesar de todos tienen algunos inconvenientes. Algunos de los cuales los vi venir en lo que se refiere a transportar algunos accesorios importantes.

Incluso un viaje corto a fotografiar un paisaje determinado puede exigir unas determinadas condiciones de transporte del material.

Yo me he puesto en mi situación más habitual. A lo largo del año hago más jornadas viajeras que senderistas o de naturaleza, aunque algunas de las jornadas viajeras puedan tener un componente mixto. Mi necesidad de capacidad para el equipo fotográfico no es enorme, ya que uso un equipo micro cuatro tercios en viaje, que ocupa mucho menos espacio que los equipos tradicionales basados en cámaras réflex, de formato completo o APS-C. Especialmente en lo que se refiere al tamaño de los objetivos. Pero cada vez aprecio más la conveniencia de tener algún trípode a mano, a pesar del incremento en la calidad de las fotografías a alta sensibilidad, o de la capacidad de las cámaras más modernas estabilizadas para disparar a mano alzada con tiempos de obturación largos.

En cualquier caso, me propuse como escenario la planificación de mis dos próximos viajes. En agosto haré un viaje corto, al sur de Alemania. Cuatro noches. Pero llevaré dos equipos; el digítal y uno analógico con algunos rollos de película, porque voy a encontrarme con gente que practica este tipo de película. En esa zona, cabe esperar buen tiempo en agosto, pero con posibles momentos en los que refresca y alguna tormenta. Luego ha de haber espacio para llevar una chaqueta y un chubasquero. Y me quiero llevar un trípode pequeño, de viaje. Extendamos sobre una mesa el equipo, que incluye algunos cargadores, y otros complementos (tarjetas, paños de microfibra y escobilla para limpieza, algún filtro), y la tablet, el lector de libros electrónicos y el teléfono móvil. Todo, a la mochila. Desde luego para el transporte hasta el destino. Luego ya veremos qué sacamos a pasear cada día.

A finales de septiembre me iré dos semanas a Taiwan. No necesitaré tanto equipaje. Si me llevo algo analógico será alguna compacta. Y no necesitaré ropa de abrigo. Hará calor. Fácil será que en lugar de la chaqueta y el chubasquero me convenga más un paraguas.

La mochila que finalmente elegí es la Manfrotto Advanced Travel Backpack (el precio final ha sido apreciablemente inferior al oficial de la marca), una mochila de carga lateral, con espacio tanto para el equipo fotográfico como para los complementos personales, y que incluye un espacio para llevar el trípode de viaje a cuestas pero de forma discreta. Veamos como queda la mochila con todo lo anterior en su interior. Acomodado sin problemas, sin apreturas. Aunque sin holguras que puedan conllevar zarandeos innecesarios dentro de la mochila.

No es enorme. No es pequeña, pero no es enorme. Se lleva bien. Se sujeta bien al pecho. A la cintura no se sujeta de forma tan adecuada como los modelos destinados al senderismo y naturaleza, pero algún compromiso había que buscar. El trípode de viaje no lo véis. Está en lateral de color rojo que se abre para acomodarlo. Y hay suficientes bolsillos exteriores e interiores para todo tipo de accesorios y documentos. No se ve, pero en uno de los bolsillos hay una funda impermible que cubre la mochila por si llueve fuerte. Si la lluvia es moderada, la mochila aguanta un tiempo.

Ahora nos plantearemos una excursión de un día o de una tarde, caminando algo por el monte y con necesidad de un trípode más serio y competente para la realización de paisajes. Dejaremos en casa el trípode de viaje y añadiremos un trípode más grande así como un par de bastones de senderismo.

Y aquí tenemos el principal motivo por el que elegí este tipo de mochila sobre los de senderismos. En estos últimos, salvo los modelos muy grandes de cuarenta litros o más, las correas exteriores para sujetar el trípode son mucho más endebles. No me merecía, en ninguna marca, ninguna confianza. Mientras que las de la Manfrotto son firmes, cómodas de usar, rápidas para instalar el trípode grande. Y como veis, los bastones ocupan el lugar destinado al trípode de viaje sin problema.

No quería un mochilón enorme. No uso equipos de gran tamaño. No llevo grandes cañones como teleobjetivos, y casi nunca voy con mucho equipo. Selecciono el que voy a necesitar en función de mis intenciones. Creo que en esta ocasión he acertado. Lo único que me molesta es que canta demasiado a mochila de fotógrafo. En eso me gustaba más el aspecto informal de las mochilas de fotógrafo senderista.