Comentaba la semana pasada el hallazgo en mis reservas de película fotográfica que guardo en el frigorífico de dos rollos de película Ilford Delta 400 caducados en noviembre de 2019, hace ya algo más de dos años. En ese mismo artículo hablaba de cómo había quedado uno de los rollos, expuesto con la Hasselblad 500CM y el Zeiss Planar 80 mm f2,8 CF T*. Pero en el mismo paseo de un sábado por la tarde, cargué el segundo rollo en la Holga 120N, para hacer en paralelo otro tipo de fotografías.
Como ya comentaba también, revelé ambos rollos al mismo tiempo, con Kodak HC-110 dilución B. Como de buenas a primeras me salió del grifo una mezcla a 22 ºC, decidí adaptar el tiempo de revelado siguiendo las gráficas al uso, y revelé durante 6 minutos y 8 segundos, como suelo hacer; 10 inversiones tranquilas al principio del primer minuto y 4 inversiones tranquilas al principio de los siguientes minutos de revelado hasta llegar al final. Como de por sí, la definición que se obtiene de las cámara Holga es muy inferior a la de los estupendos objetivos Carl Zeiss de las Hasselblad, no me he molestado en digitalizar los negativos de la Holga en un modo de alta resolución, cualquier que sea este. Me he conformado con los 15 megapíxeles (3888 x 3888 píxeles) que se pueden obtener con el formato cuadrado en la Panasonic Lumix G100. Suficiente para los negativos obtenidos con esta cámara. Más que suficiente.
Las cámaras Holga, para quien no esté al tanto, son cámaras de plástico, que se fabrican a partir de unos moldes, y con unos elementales mecanismos para permitir un par de aperturas ("sol" y "nublado", tal vez f11 y f8... o no), una velocidad de obturación única 1/100 s o posición B Bulb, y un sencillo y elemental avance de la cámara. El objetivo suele ser un sencillo menisco de plástico, que pocas aberraciones puede corregir. Pero la guinda del pastel es un dudoso control de calidad en la fabricación del producto que provoca que no hay dos Holgas iguales, y que la calidad de la imagen que se obtiene de cada ejemplar varía en cuanto a nitidez, viñeteado, posible entradas de luz parásita y otro elementos... mmmmmm... creativos.
De todo lo que he visto por ahí, creo que mi ejemplar es uno de los menos nítidos que conozco. Y tengo la casi firme convicción de que su mecanismo de enfoque, por estimación con ayuda de pictogramas impide el enfoque a infinito, incluso si usas el pictograma con las montañitas... para paisajes. Y no digamos ya si por la luz poco abundante, usas la posición "nublado". Consigo fotos más nítidas cuando uso otras posiciones de la apertura para objetos más cercanos, que en la posición paisaje para infinito. El caso es que el aspecto de las fotos que salen de la cámara tienden a parecerse más a las que se obtienen con una cámara estenopeica que a las que podrían esperarse de un cámara con una lente, aunque sea simple y poco o nada efectiva al corregir las aberraciones ópticas. Y este es el aspecto de las fotografías que obtuve en esa tarde de sábado a finales del otoño.
Con luz escasa pero con cielo despejado, aunque con escenas poco soleadas, me dio por pensar que la combinación de apertura más abierta con la velocidad de obturación de 1/100 segundo sería suficiente para exponer la película de sensibilidad nominal ISO 400. Incluso en aquellas escenas más luminosas en las que aparece el cielo con algunas nubes, me atreví a usar un filtro naranja para mejorar el contraste, delante del objetivo. La realidad es que los negativos me han quedado utilizables, pero subexpuestos. A este rollo le hubiera venido bien un revelado específico, no el estándar que usé al mismo tiempo que el que hice con la Hasselblad. Un forzado de un par de pasos no le hubiera venido mal, para levantar los tonos medios y las luces. No olvidemos que unas sombras subexpuestas, no hay revelado que las levante. Por donde no hay plata no hay imagen que rescatar. En fin, que lo que hay es lo que muestro. Y que conste que con algunas de las fotos estoy bastante contento. Creo que las condiciones de luz se adaptaban bastante a lo que con estas cámaras se puede expresar.
El sábado pasado estuve revisando y organizando mis reservas de película fotográfica, que guardo a la fresca. En el frigorífico. Para que aunque caduquen, no "caduquen". O por lo menos no demasiado. Porque me doy muy mala maña para prever qué tipo de película voy a usar cuando. Y tan pronto voy falto de algún tipo de película que me gustaría usar, como que me encuentro película que está a punto de caducar y que no he usado a pesar de que pensaba que sí. En esta ocasión ha sido un problema de embalaje. Y me explicaré.
En la actualidad y desde hace unos años, Ilford envasa sus películas fotográficas en cajitas blancas con letras negras y de color. Las de color sirven para resaltar el tipo de película que es. Y cada color equivale a una sensibilidad. Naranja... ISO 50. Granate... ISO 80 ortocromática. Azul... ISO 100-125. Verde... ISO 400, salvo la cromogénica que tiene las letras rojas. Lila... ISO 3200. Pues mi problema está con el verde. En estos momentos estaba convencido de que todas las Ilford de letras verdes que tenía eran HP5 Plus, y con margen para su caducidad, pero entre ellas había dos Delta 400 que caducan... hace dos años.
Bueno, como las guardo, como ya he dicho, en el frigorífico, a unos 4 ºC de temperatura, de alguna forma se para su proceso de envejecimiento. Más si se trata de películas en blanco y negro; con las películas en color o cromogénicas es más delicado, porque los colorantes se degradan más. Así que con el blanco y negro refrigerado, el principal problema es que con los años van recibiendo el bombardeo de alguna radiación ionizante que acierta en alguno de sus átomos de plata, aunque oficialmente sólo son sensibles a la luz visible, y cuando las revelas ha aumentado la densidad de la base + velo (por el aumento de velo), y disminuye el contraste de la película. Pero dos años no es nada. Así que asumí que se podrían usar sin problemas, y en las mismas condiciones que si estuviesen dentro de fecha. De todos modos, decidí usarlas ya.
Las usé de forma más o menos simultánea en un paseo de sábado por la tarde a primera hora, que es cuándo mejor luz hay en esta época del año. Llevo un tiempo este otoño pasándome a esas horas por un determinado tramo del río Ebro a su paso por Zaragoza, entre el puente de la Almozara y el puente de Santiago, con distintos tipos de película, tanto en blanco y negro como en color, y distintas cámaras con distintos formatos. Para ver los mismos paisajes urbanos con distintos ojos. Así que este sábado pasado, que cuando salí de casa prometía una luz muy interesante, cogí dos cámaras. De formato medio. La Hasselblad 500CM con el Zeiss Planar 80 mm f2,8 CF T* y la Holga 120N. Mismo formato de fotograma, 56 x 56 mm aproximadamente, distinta estética.
Las dos películas las revelé al mismo tiempo, con Kodak HC-110 dilución B. Como de buenas a primeras me salió del grifo una mezcla a 22 ºC, decidí adaptar el tiempo de revelado siguiendo las gráficas al uso, y revelé durante 6 minutos y 8 segundos, como suelo hacer; 10 inversiones tranquilas al principio del primer minuto y 4 inversiones tranquilas al principio de los siguientes minutos de revelado hasta llegar al final. Sólo he digitalizado el rollo procedente de la Hasselblad. Para el formato medio, con toda la información que lleva, me gusta usar el modo de alta resolución de la Panasonic Lumix G9, para extraer toda la posible. Como sigue en el taller y usé la Lumix G100, lo que hice fue dividir cada fotograma en seis partes y unirlas por software, consiguiendo así unos archivos tiff de 16 bits de profundidad de color de entre 55 y 60 megapíxeles. Desde ese punto de vista sin problemas. Como lo que salga de la Holga no tendrá la misma nitidez, no creo que me merezca la pena este procedimiento y lo dejaré en archivos de 16 megapíxeles aproximadamente, cuadrados, que es lo que proporciona la Lumix G100.
En el aspecto técnico, todo sin problemas. Usé el fotómetro incorporado del visor de pentaprisma PM51, con el que ya me he familiarizado, y los doce fotogramas me quedaron correctamente expuestos, uniformemente del primero al último. Y el revelado y digitalizado fueron correctos y sin problemas. El principal problema de las fotos es que han quedado... "sosas". Porque a pesar de lo que prometía la tarde, la luz estaba al contrario de como debía. Las nubes donde el sol, y el cielo despejado en el lado opuesto. Por lo que constantemente tenía que batallar con un sol tapado o muy muy difuminado, con un paisaje de cielos azules sin gracia. Pero bueno... son los gajes del oficio. Por lo menos intenté aprovechar la crecida del Ebro debida a las lluvias de estos días atrás. Y acabé tirando alguna foto apuntando a algún que otro aburrido tópico del lugar.
Hace un par de fines de semana, el domingo, ASAFONA Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza, de la que soy socio, organizó una actividad promocional para socios y otras personas que quisieran sumarse con el fin de dar a conocer algunos de los "secretos" de la fotografía de aves y para promocionar la asociación entre personas interesadas en el tema. No voy a hablar de mi "desastre" en el ámbito de lo que se trataba, porque el olvido del adaptador de objetivos con montura Canon EF a cámaras con montura Canon RF me impidió usar el prácticamente obligatorio teleobjetivo durante la mañana. Algunas fotos hice con la Canon EOS RP y el modesto pero efectivo RF 50 mm f1,8 STM a lo largo de la mañana. Pero también me llevé la Olympus Trip 35 en el bolsillo, por si había ocasión para alguna foto en blanco y negro.
Quienes sigan estas páginas con frecuencia sabrán que en los últimos meses la Olympus Trip 35 está siendo protagonista habitual en ellas. Me llegó en septiembre, y desde entonces es la cámara que más he usado en mis paseos urbanos o periurbanos. Especialmente porque he estado explorando sus límites. Es un cámara sencilla en su funcionamiento, pero de buena calidad, tanto en su fabricación como en su óptica tipo Tessar, cuatro lentes en tres grupos. Mi propósito con ella es disponer de una herramienta fotográfica muy llevadera, que me permita concentrarme más en la composición de la fotografía, sin otras distracciones, pero con calidad de imagen al final del proceso. Pero siempre, en las cámaras sencillas de concepción, hay que conocer dónde están sus límites.
Cuando tres o cuatro días antes de este paseo "pajarero" le puse un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros II, ya no estaba tanto en ese estado mental de comprobar esos límites en la cámara. Lo seleccioné con el fin de simplemente ir disfrutando de la cámara. Se anunciaba un final de semana de tiempo tranquilo y soleado, lo que hacía presagiar abundancia de luz en mis habituales caminatas cardiosaludables. Como ya había comprobado su eficacia, delante del objetivo le coloqué el filtro amarillo Heliopan Gelbt 8, para mejorar el contraste, especialmente en tomas de paisaje.
Al no usar el equipo digital con preferencia durante el paseo de fotografía de naturaleza, por no poder usar el teleobjetivo, le di más oportunidades a la Trip 35 de las que pensaba, por lo que a lo largo de las más de tres horas que esa mañana estuve caminando en compañía de los "asafoneros" o sólo, agoté el rollo de 36 fotografías y quedó listo para revelado. Luego me ha costado un par de semanas casi tenerlo listo, porque llevo unas semanas con mucho lío de cosas y poco tiempo. O si tengo tiempo, opto por relajarme un rato, en lugar de meterme a actividades que requieran concentración para que queden bien, como revelar la película o digitalizarla con la cámara digital y el objetivo macro acompañante.
La Acros II la revelé según la fórmula que mejores resultados me está proporcionando con mi revelador habitual; en una solución de Kodak HC-110 dilución C (1+19), durante 5 minutos a 20 ºC. Como de costumbre desde hace unos años, Diez inversiones tranquilas del tambor de revelado al principio del primer minuto de revelado, y cuatro inversiones también tranquilas al principio de cada uno de los siguientes minutos de revelado. Paro, revelado y lavado estándares. Como mi Panasonic Lumix G9 sigue en talle, digitalizado de los negativos con la Lumix G100 y el Leica DG Macro-Elmarit 45 mm f2,8 ASPH OIS. Los negativos digitalizados son invertidos y ajustados de contraste, sin más retoques que la eliminación de las posibles impurezas que hayan quedado en ellos al digitalizarlos, que en este caso han sido muy poquitas. He tardado días en hacerlo, pero lo he hecho bien.
El resultado... pues en los aspectos técnicos correcto y satisfactorio como era de esperar. Ahora ya sé que con la Olympus Trip 35 es preferible usar película de sensibilidad media-baja, como la Acros II, y especialmente si le pones un filtro delante que se come un paso de exposición, cuando hay abundante luz, para no forzar diafragmas demasiado abiertos que generan problemas de nitidez por la escasa profundidad de campo. Y el filtro amarillo ha venido bien para dar contraste a las escenas, rescatando texturas de los cielos azules, y dando brillantez a la vegetación, con tonos dorados por el otoño, por lo que se han traducido en tonos más claros para las hojas cuyo color tiene bastante componente amarillo.
Por lo demás, un rollo para disfrutar tranquilamente. Sin grandes pretensiones, pero que me ha ayudado a relajarme del follón vital en el que determinados aspectos de la vida, especialmente el laboral, nos sumerge. El paseo fue muy agradable y sirvió para reencontrarse con compañeros aficionados a la fotografía con quienes no coincidía desde hacía tiempo por culpa de la pandemia.
La semana pasada os hablaba de cómo había funcionado la Olympus Trip 35, que se está convirtiendo poco a poco en una de mis cámaras favoritas, a pesar de su tremenda sencillez conceptual, cuando le pones un filtro de color amarillo para mejorar el contraste de las fotografías con película en blanco y negro. Y la cosa fue bien. Realmente bien. Quedé muy contento con los resultados y con el funcionamiento de la cámara y su fotómetro, que determina la exposición automática, aun poniéndole el filtro delante.
Cuando volví de Andalucía, y con todavía unos días de tiempo benigno en noviembre antes de que llegaran los fríos que hemos venido sufriendo los últimos días, aunque a un nivel muy inferior a los de otros lugares de la península, decidí seguir con las pruebas con los filtros y le puse a la cámara un filtro rojo; un Heliopan Rot 25, con una pérdida de luminosidad de unos tres pasos o valores de exposición. La marca Heliopan es una marca alemana, que utiliza vidrios Schott, una empresa perteneciente íntegramente a Zeiss, y que tiene una calidad bastante buena, aunque con unos precios en los filtros no tan elevados como otras marcas de prestigio. El filtro amarillo también fue un Heliopan Gelb 8.
Y a partir de ahora... mis malas decisiones en esta prueba. Porque ya adelanto que las fotos no quedaron tan bien como podían haber quedado por culpa de mi pereza y mis malas decisiones. Y es que a la cámara le puse un rollo de Ilford FP4 Plus expuesto a su sensibilidad nominal ISO 125. Si tenemos en cuenta los tres valores de exposición que se pierden con el filtro rojo, es como si estuviésemos usando la cámara con una película ISO 13, sin filtro alguno. ISO 13 es muy poquito, para una cámara que expone automáticamente, con sólo dos valores de velocidad de obturación 1/200 s y 1/40 s, y tendencia a conservar la velocidad más elevada posible para evitar trepidaciones. Es decir, que abre el diafragma lo que haga falta, hasta f2,8. Aplicando la regla "soleado f16", a pleno sol en horas centrales del día, las posibles exposiciones serían f8 - 1/40 s o f4 - 1/200 s. Casi con toda seguridad por este conservadurismo, f4 y una velocidad de obturación de 1/200 s.
A pleno sol tenemos estamos manejando una apertura que para le formato de 24 x 36 mm tiene una profundidad de campo bastante limitada. Pero es que estamos en noviembre. Y si te pones a hacer fotos a la caída de la tarde, o en situaciones con menos luz que a pleno sol, lo más probable es que estés fotografiando constantemente a f2,8. Con muy poquita profundidad de campo. Si estás enfocando por estimación, utilizando los pictogramas de ayuda de la cámara, y se te ha ido de la mente que todo este razonamiento que acabo de hacer es una realidad... la probabilidad de que la nitidez de las fotos se resienta por enfoque impreciso es muy alta. Y así ha sido. He tenido bastantes fotos con una nitidez baja.
La película la revelé en Kodak HC-110 dilución C (1+19), durante 5 minutos a 20 ºC, al mismo tiempo que un rollo de Fujifilm Neopan 100 Acros. Este revelado es menos intenso que el que venía haciendo para la película de Ilford, que era de 5 minutos y 15 segundos a 21 ºC con la misma dilución. Pero es que he revisado bastantes de los rollos y he llegado a la conclusión de que ese tiempo, a esa concentración y con esa temperatura me estaba produciendo negativos excesivamente contrastados y densos. Ciertamente, el resultado con esta temperatura un grado por debajo y con algunos segundos menos, me ha proporcionado unos negativos con una densidad más adecuada.
Enseñanzas a sacar... Mejor no usar el filtro rojo con la Olympus Trip 35, nos limitaremos al amarillo. Y mejor usar películas de sensibilidad más elevada o con índices de exposición más elevados, para no estresar las limitaciones del programa de exposición incorporado en la cámara. Está bien construida. Es una delicia usarla. Su óptica tipo Tessar es muy nítida. Pero es una cámara de entrada, con limitaciones. Y no nos podemos olvidar de ese hecho si queremos tener fotografías adecuadas.
Hace un par de domingos hice un experimento... una comparación entre los dos sistemas de fotografía fotoquímica instantánea que se fabrican hoy en día, de la que, como digo en el título, no cabe extraer conclusiones; las instantáneas Polaroid Color y las Fujifilm Instax Monochrome.
Ya simplemente el hecho de que uno de los cartuchos fuese en color y el otro en blanco y negro, dificulta cualquier comparación que se pueda hacer. Obviamente, el aspecto de las fotografías es muy diferente... ¿qué se puede esperar?
Otra cuestión es el tamaño. Todas las fotos están escaneadas a la misma resolución para facilitar la tarea de presentarlas a escala. Y es evidente, como ya sabíamos, que las Polaroid... son más grandes. Y ande o no ande,... burra grande. Para tener un Instax de un tamaño equivalente hay que usar las Instax Wide. De las que hay una escasez absoluta de variedad de cámaras y ninguna de buena calidad en absoluto. Hay por ahí una de segunda mano que tiene buena fama,... pero está más cara que las que se compran nuevas. Muy buscada y cotizada.
Sí que aprecio que poco a poco la calidad del material Polaroid ha ido mejorando con los años. Y los colores me resultan agradables. Y en general, tienen una contraste menor que el material Instax... a mi parecer... que no lo he medido con precisión. Lo cual viene bien... a veces. Otras no tanto. En cualquier caso, no me atrevo a exponerlas a la luz visible para verlas hasta que llevan un buen rato de revelado, mientras que con las Instax no hay precaución necesaria a este respecto.
Y luego está la cosa del precio. Sólo compro Polaroid cuando encuentro ofertas en los reacondicionados de Amazon. Porque son carísimas. Claro que hoy, con eso de las rebajas del "viernes negro", he visto una cámara Polaroid para los cartuchos i-Type, que son más baratos, muy bien de precio. Casi tentador. Pero se me ha pasado enseguida. Ninguna prioridad al respecto. Ya me vale lo que tengo.
Hablando de cámaras, se me olvida mencionarlo. Las fotos Polaroid están hechas con una cámara que tiene decenas de años, una Polaroid Supercolor 635, mientras que las Instax están hechas con una cámara que compré nueva hace un año, una Fujifilm Instax SQ6. Otro motivo para no extraer conclusiones. Aunque ya digo que la calidad óptica de la Polaroid no es inferior en modo alguno a la Fujifilm. Qué zarrios nos vende Fujifilm para esta película...