De alguna forma, lo que tengo que contar hoy aquí no es una novedad. En los últimos años ya me he llevado cámaras para película tradicional en viajes, generalmente con película en blanco y negro. Y este es el segundo viaje que hago en el plazo de un año en el que la cámara principal es la cámara para película tradicional y no la cámara digital, que en esta ocasión, la Fujifilm XF10, ha sido la cámara de apoyo.
Después de la satisfactoria experiencia de hace un año en el lago Constanza y el Rin, parecería que repetir el equipo era lo más lógico. La Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH es capaz de ofrecer unas fotografías excelentes, sólo limitadas por la capacidad del fotógrafo. Un equipo discreto, con una óptica de muy alta calidad, con la rapidez que ofrece el enfoque por telémetro de coincidencia, o con la posibilidad de enfocar por zonas, gracias al campo de visión moderadamente angular de un 35 mm. Pero la Leica M2 tiene un pequeño contratiempo. No lleva un fotómetro incorporado. En el tipo de viaje que hice el año pasado, la cuestión no es especialmente importante. Con la mayor parte de las fotos en exteriores, y con una luz natural muy estable. Es muy fácil tirar de la regla "soleado f/16", que nos dice que si una película tiene una sensibilidad ISO ###, en exteriores con sol abundante en la espalda del fotógrafo la exposición correcta será un diafragma f/16 y una velocidad de obturación de 1/### segundos. A partir de ahí es fácil estimar otras situaciones de iluminación al aire libre. El sol lateral o velado o cuando empieza a caer sobre el horizonte al atardecer, aumentamos un paso la exposición según la regla base. Si se nos nubla, aumentamos dos pasos. En la sombra con sol despejado o si llueve, aumentamos tres pasos. En calles en sombra muy estrechas, aumentamos cuatro pasos... Y otras situaciones que vas aprendiendo con el tiempo.
Pero en Berlín, en un entorno urbano diverso, con luces más cambiantes, con interiores o semiinteriores bien iluminados pero en los que es más difícil establecer la equivalencia, que la cámara lleve un fotómetro incorporado y fiable es importante. También es importante que tenga un tamaño contenido, como la M2. La Pentax MX reúne estas condiciones. Es un poquito más grande, por culpa del relieve del pentaprisma sobre la parte superior de la cámara. Hablando de objetivos, el SMC-M 28/3,5 y el SMC-A 50/2 que me llevé, son más grandes que los objetivos de Leica. Pero son bastante contenidos de dimensiones. Y desde luego no tienen el prestigio de la calidad óptica del Summicron mencionado, ni de lejos, pero eso no quiere decir que sean malos objetivos. En absoluto. A diafragmas entre f/4 y f/11 dan una calidad asumible por cualquiera, y son usables a plena apertura. El equipo me quedaba los suficientemente contenido en volumen y peso, que hasta me animé a echar en la mochila el SMC-A 100/4 Macro. Aunque lo he usado poco.
Como material sensible, lo que me suelo llevar a los viajes últimamente es la Ilford XP2 Super 400, que con su revelado cromogénico, me ofrece bastante nitidez y un grano contenido. Especialmente porque la expongo a un índice de exposición de 200 cuando hay luz suficiente. Y sólo subo a IE 400, la sensibilidad nominal de la película, o a IE 800, el límite recomendado de subexposición, cuando no queda más remedio por las circunstancias de la luz. En esas condiciones, el grano aumenta, pero siguen siendo fotografías aprovechables. Hasta tal punto me merece confianza el equipo, que solicité de Carmencita Film Lab el revelado con escaneado XXL, que me proporciona ficheros digitales con una resolución espacial próxima a los 40 megapíxeles, por si alguna de las fotos me apetece ampliarlas a buen tamaño. Si ningún problema para una ampliación a 70 x 50 cm, no con las fotos tomadas en situaciones más precarias, pero sí en las realizadas con buena luz y buena nitidez. Incluso, teniendo en cuenta que las grandes ampliaciones se contemplan a distancias mayores, he comprobado que se podría llegar al 90 x 60 cm sin ningún problemas. Es un mito lo de que necesariamente hay que imprimir a 300 o 360 píxeles por pulgada, y 200 píxeles por pulgada o 80 píxeles por centímetro pueden ser aceptables cuando se gestiona bien el archivo y la impresión.
También me llevé un par de filtros Heliopan, un Yellow 8 y un Red 25, para mejorar el contraste. El filtro amarillo lo usé casi con carácter general, desapareciendo del frontal del objetivo sólo cuando la luz se hacía escasa y todos los fotones eran bienvenidos. El filtro rojo lo reservé para tomas en exterior en los que encontré especialmente importante destacar las nubes del cielo azul, o donde quise mejorar la separación de los tonos de color, que hubieran tendido al gris uniforme sin el filtro. No me llevé filtros el año pasado, y lo lamenté en varias ocasiones.
En general estoy satisfecho. Aunque en general acabas obteniendo unas fotografías bastante contrastadas. Gracias a la sobreexposición de un paso en la mayor parte de las fotos, por el IE 200, muy luminosas. Pero me estoy planteando introducir modificaciones en un futuro cercano. En menos de cuatro semanas estaré de viaje a Japón, donde me llevaré un cámara para película tradicional como cámara secundaria. Probablemente la Minox 35 GT-E, que es muy compacta y capaz. Aunque es posible que me lleve un stock de película Ilford HP5 Plus en lugar de la XP2 Super 400, para conseguir un contraste menor y mayor riqueza tonal. Probablemente, si intuyo que las fotos van a merecer la pena, también confiaré el revelado y, sobretodo, el escaneado a un servicio comercial. A mí no me quedan mal. Pero las fotos son demasiado preciosas como para arriesgarme a un desliz en mis métodos caseros. Pero de todo eso ya os contaré dentro de un tiempo.
Llevo un tiempo conflictuado. Lo reconozco. Nunca he sido un aficionado a la fotografía muy dado a utilizar teleobjetivos largos. Cuando salgo de viaje, siempre me viene bien un teleobjetivo corto, con un ángulo equivalente al de un 85 a 105 mm para formato de 24 x 36 mm de sensor o fotograma. Aunque en ocasiones me he llevado alguno más largo, nunca he aprovechado mucho esas focales y, en cualquier caso, nunca han sobrepasado el equivalente a un 180 o 200 mm en el formato mencionado.
Es cierto que para las Canon EOS de sensor de 24 x 36 mm dispongo del EF 200/2,8L USM II, que me ha acompañado ocasionalmente en alguna sesión de retrato y en fotografía deportiva, asociado en ocasiones a un duplicador de focal en este último caso.
Para los viajes, en un momento dado adquirí un pequeño Panasonic Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH Mega OIS, que me ha producido alguna satisfacción. Me costó barato, su calidad óptica es notable para el precio que tiene, es muy compacto y cabe en cualquier sitio. Pero es muy poquito luminoso y poco reactivo. Pero me ha dado alegrías, especialmente en la fotografía de paisaje, cuando monto imágenes más grandes a partir de unas cuantas tomadas con el teleobjetivo. Prácticamente no he realizado incursiones más allá de esa focal máxima, equivalente un 200 mm en el formato de 24 x 36 mm. Pero le estoy dando vueltas a adquirir su hermano mayor con el mismo intervalo de focales y apertura máxima f/2,8. Es más grandote, en su precio oficial casi cuadruplica lo que me costó el que tengo, pero está protegido para las inclemencias del tiempo, es más rápido, más versátil en su apertura máxima, y tampoco supone un peso y volumen excesivos.
Mientras, recientemente un buen amigo mío se agenció el Panasonic Lumix G Vario 100-300/4-5,6 Power OIS. Un objetivo que podríamos situar en una gama media, los hay más baratitos y sencillos que cubre esta gama de focales, y los hay bastante más caros. Había oído buenas referencias de él, pero la llegada al mercado de varios teleobjetivos de focal variable fabricado por Panasonic y firmados por Leica lo han dejado ensombrecido. Le pedí que me lo dejara. Nunca me he sentido atraído por estos intervalos de focales, que equivalen nada menos que a un 200-600 en el formato de sensor o de fotograma de 24 x 36 mm, salvo en usos deportivos o naturalistas.
Lo he estado usando recientemente y he aquí mis impresiones. Las fotografías acompañantes en este artículo están tomadas todas ellas con este objetivo:
La nitidez y el contraste de la imagen son buenos. Quizá no alcancen la brillantez de esos nuevos Panasonic Leica, pero no habrá mucha gente que aprecie realmente la diferencia. En la mayor parte de los usos, con ampliaciones moderadas de la foto será casi inapreciable. De hecho, en su focal y aperturas comunes a 100 mm, tampoco se diferencia mucho en calidad de mi pequeño 35-100.
Es razonablemente ágil pero no es un objetivo de carreras. Con la Panasonic Lumix G9, que en estos momentos es el cuerpo de cámara más ágil de la marca para micro cuatro tercios, los seguimientos del enfoque automático continuado en objetos móviles como corredores o ciclistas son buenos pero no infalibles.
Está bien construido, pero no tiene el nivel de solidez ni de protección contra las inclemencias del tiempo que sería de desea para un objetivo cuyo usuario potencial es el fotógrafo de naturaleza.
Tiene un precio bastante razonable.
Aunque he obtenido algunas fotografías razonablemente interesantes, buscando el motivo adecuado, no me veo con él como un objetivo cuyas focales vaya a precisar con frecuencia. Algún espectáculo deportivo y algo de fotografía de naturaleza. Para macro, le falta un enfoque mínimo más corto para que tengo real utilidad en la fotografía de aproximación.
En fin... que en estos momentos no me veo con ganas de efectuar un desembolso para cubrir esta gama de focales. Y si considerara oportuno disponer de ellas, creo que sería más versátil el moderno Panasonic Leica con focales 50-200/2,8-4 y que admite el uso con un multiplicador de focal, que permitiría llegar a los 280 mm, muy cerca de los 300 mm del objetivo probado. Pero es mucho más caro. Incluso si sumamos el coste del 35-100/2,8 más el 100-300/4-5,6. A cambio tiene más calidad óptica, una construcción muy más resistente, y sólo llevas un objetivo y no dos. En fin... ya veremos.
El sábado pasado os presentaba los resultados del primer carrete de película Kodak Pro Image 100, una película que lleva poco tiempo comercializada en Europa y que ha levantado muchas expectativas. No es nueva, como indicaba, ya que llevaba tiempo comercializándose en otros continentes. El caso es que cuando mandé a revelar el carrete que presentaba ese día fue acompañado por otro de Kodak Gold 200 que había expuesto también con la Canon EOS 650, con el EF 28/1,8 USM o con el EF 40/2,8 STM unas semanas anteriores al Pro Image 100. El sábado no se me ocurrió ir comparando los resultados de ambos carretes, pero cuando me dediqué al Gold 200, me pareció que sí que había materia para un comentario.
La Kodak Gold 200 ya la había usado previamente. Pertenece a una gama de películas que está, al menos en teoría, un nivel por encima de las opciones más económicas como la Kodak ColorPlus 200 o la Fujicolor C200, pero por debajo de las opciones profesionales de ambos fabricantes. Lo cierto es que mis experiencias previas no eran malas, habiendo comprobado que no hay ningún problema para exponerla a un índice de exposición de 100 con buenos resultados.
Si comparamos las fichas técnicas de ambas películas, Kodak Gold 200 y Kodak Pro Image 100, vemos que plantean algunas diferencias. Obviamente la sensibilidad nominal, ISO 100 en la Pro Image 100 e ISO 200 en la Gold 200. Las características de conservación de la película. La Gold 200 estaría bajo la recomendación general de guardar a la fresca, mientras que la Pro Image 100 se publicita como una película que se puede conservar a temperatura ambiente. Y una cuestión sobre el rendimiento de la emulsión, la Gold 200 se anuncia como una película de tonos saturados polivalente, mientras que en la Pro Image 100 se insiste en la excelente reproducción de los tonos de la piel. Otra cosa que llama la atención es que en la hoja de la Gold 200 se insiste en la grano fino, mientras que la de la Pro Image 100, menos sensible, no se menciona. La cuestión es que según el particular índice de grano en la copia de Kodak que aparece en ambos folletos, el de la Pro Image 100 sería de 43 para una copia de 10 x 15 cm (tamaño postal), y el de la Gold 200 de 44. Prácticamente, el mismo. Según ellos, para que se aprecie diferencia entre dos emulsiones, debe haber una diferencia de al menos 4 unidades, para el promedio de los observadores. Si no lo he entendido mal.
El carrete lo usé en dos circunstancias o escenarios. En primer lugar, en la última visita que hicimos al Museo Pablo Gargallo un primer domingo de mes, el mismo día que llevé la Holga 120N con la Ilford Delta 3200, me llevé la EOS 650 con la Gold 200 y el EF 28/1,8 USM. Este angular muy luminoso de Canon nunca tuvo mucho predicamento, y mucho menos cuando llegó la tecnología digital. Sin embargo, a mí siempre me ha procurado unos resultados correctos. Con película tradicional aprovechables en general en toda la gama de aperturas. Con digital, quizá convenga diafragma para conseguir unos buenos resultados que, sin ser brillantes, no dejan de ser aprovechables. A pesar de ser fotografía en interiores con sólo ISO 200, la alta luminosidad del objetivo me permitió obtener resultados razonables. Como el carrete que comentaba el sábado, las fotos han sido reveladas y escaneadas en Malvarrosa Film Lab.
El resto del carrete es más comparable al Pro Image 100. Fotografías en exterior, a ser posible a partir de las siete de la tarde, lo cual todavía es mucha luz en verano y en Zaragoza, y con el EF 40/2,8 STM, que ofrece una solución bastante ligera para pasear por la ciudad. Aquí es donde más me han llamado la atención los resultados. Por más que miro los archivos escaneados, con una resolución de casi 20 megapíxeles, a pesar de ser la Gold 200 una película más sensible, yo percibo menos el grano y percibo más nitidez en la imagen que con la Pro Image 100. Y las diferencias en los colores no me parece muy acusada; quizá algo más saturado, como se anuncia por parte del fabricante, en la Gold 200, pero dentro de unos límites razonables para permitir su uso general y no para ser destinada a un uso especializado como la Ektar 100. Si miro precios, en la primera página que me viene a la cabeza, encuentro que el precio de la caja de 5 carretes de Kodak Pro Image 100 es de 27,40 euros, IVA incluido, lo que supone un precio unitario de 5,48 euros por carrete de 36 exposiciones. El Kodak Gold 200 está a 4,22 euros, IVA incluido, por carrete de 36 exposiciones.
Sinceramente, para mí no tiene sentido el dudar. Siendo un 23% más barata, con una buena tonalidad muy polivalente en el color y con un grano muy similar según la hoja técnica, y según mi impresión subjetiva menor, la Kodak Gold 200 sería una película de elección. Salvo que queráis aprovechar esas características de alta resistencia al calor y la humedad que se dan en los países tropicales para los que estaba destinada en origen la Kodak Pro Image 100. Más clara, agua.
Cuando yo empecé en esto de la fotografía, si ibas a una tienda y pedías un carrete de película negativa en color, y no decías nada más, te ponían sobre el mostrador un carrete de ISO 100. Lo de considerar los ISO 200 y 400 como películas mucho más polivalentes, con suficiente calidad, y aptas para una variedad de situaciones, en lo que se refiere al color, fue algo que se impulsó en los años 90 del siglo XX. Por supuesto, los profesionales, especialmente los del reportaje, estaban más al cabo de la calle de las emulsiones de más sensibilidad. Al fin y al cabo, llevaban décadas usando en blanco y negro la Tri-X de Kodak, con su sensibilidad nominal ISO 320/400 según formatos.
Hoy en día, podríamos decir que es al revés. Las películas en color más fáciles de encontrar en los comercios son muy limitadas salvo que te vayas a tiendas especializadas en internet. Y suelen ser emulsiones para aficionados de ISO 200-400 de Kodak o Fujifilm. En los sitios "cool", pues las correspondientes Lomography. Y efectivamente son más versátiles porque es posible utilizarlas en diferentes situaciones de luz. Sin embargo, a veces echas de menos la emulsión de ISO 100, especialmente si hay mucha luz y quieres abrir el diafragma para separar al sujeto principal del fondo. Hay que tener en cuenta que muchas cámaras para película, especialmente si tienen sus años, tienen velocidades máximas de obturación que no pasan de 1/1000 segundo. En el caso de las compactas, por prestigiosas que sean, no pasan del 1/400-1/500 segundo. Por lo que si abunda la luz... pues hay que cerrar el diafragma.
La Kodak Pro Image 100 es una película que lleva unos cuantos años en el mercado, pero limitada a los mercados de Sudamérica y Asia. A pesar del adjetivo "Pro" de "Professional", es claramente un producto para aficionados. Y se ha publicitado como muy resistente al calor y la humedad. Muy adecuada para esos países tropicales o ecuatoriales de luz abundante, y dura en muchas ocasiones, con climas cálidos. Pero es que esa es una situación que ya encontramos en España en los últimos veranos, batiendo records de temperatura media. Es cierto que, en Zaragoza, el problema de la humedad no suele darse. Pero calor... para dar y vender. Desde hace un año, esta película se comercializa ya oficialmente en Europa. Así que me hice con una cajita de cinco carretes y he probado el primero.
Para exponer este carrete he usado la Canon EOS 650 con diversos objetivos. Como me la llevaba en mis caminatas por la ciudad para hacer ejercicio, el EF 40/2,8 STM, muy compacto y ligero, era uno de elección. Un día que fui a caminar por el Ebro en la zona del azud, me llevé el EF 200/2,8L USM con el duplicador Extender EF 2X, su primera versión. Unos días antes, observé abundancia de aves próximas a la orilla. Ese día estaban en el centro del río, claro. Y también usé algún día el Tamron 35/1,8 VC SP, de excelente calidad, pero más pesado y talabarte.
Como me indica Gema, la operadora de Malvarrosa Film Lab que me ha remitido las fotos una vez reveladas y escaneadas a una resolución de casi 20 megapíxeles, se encontraron con un carrete bien expuesto, lo cual es normal dado mi familiaridad con el sistema Canon EOS y sus razonablemente competentes exposímetros, ligeramente tendentes a la sobreexposición en las cámaras de hace 30 años, y que se ha comido sin problemas el contraste de las escenas veraniegas, manteniendo detalles en sombras y luces.
Mi impresión es que no tiene la calidad de las películas auténticamente profesionales de Kodak en las sensibilidades más bajas, la Ektar 100 y la Portra 160, pero es más económica, tiene calidad suficiente, y es más sencilla de usar que la Ektar 100, cuyo carácter de película para paisaje la hace más compleja de usar por su contraste y saturación en determinadas ocasiones. Creo que no me va a importar tener en la nevera siempre algún remanente de esta película. Aunque puede que haya que depender de internet para comprarla. Ya veremos.
Comentaba hace casi tres meses la cualidades, positivas o negativas, de la Fujifilm XF10, cámara digital compacta, de focal fija y de objetivo no intercambiable, que se ha convertido en este tiempo en mi cámara acompañante. Bloc de notas, cámara secundaria... siempre a mano. Siempre me ha gustado tener una de estas cámaras.
Cuando la inauguré ya adelanté su pros y sus contras.
Entre sus pros, el precio asequible, la excelente calidad de imagen, un buen objetivo y un tamaño bolsillero.
Entre sus contras, la carencia de estabilizador de imagen, la ausencia de visor óptico, hay que depender de la pantalla trasera, una duración de la batería muy mejorable, lenta de reacciones y con una ergonomía que me parecía aceptable pero mejorable.
En China no la usé mucho, y aun así me proporcionó algunas de las imágenes más notables del viaje. Pero se notaba mucho la diferencia en la comodidad de uso entre la Panasonic Lumix G9, donde todo está donde debe estar, y la Fujfilm XF10... donde a veces sucedía cosas raras, como encontrarte con una configuración distinta de la que te habías encontrado.
Estoy pronto a salir de viaje, una pequeña escapada de pocos días a Berlín. Mi intención era hacer como el año pasado en el lago Constanza, pero de forma más extrema. Llevar como cámara principal una cámara para película tradicional con unos cuantos carretes de Ilford XP2 Super 400, y una digital para momentos concretos en los que el color o la manipulación de la imagen se impusiesen. Por ello, en las últimas semanas he estado tratando de familiarizarme más con la Fujifilm.
Pero el resultado es que, a unas horas de salir, todavía no he decidido el equipo. Los problemas de ergonomía de la XF10 son mayores de lo que pensaba, y no me estoy acostumbrando a ellos. La lentitud, la indecisión, muy grande, en el enfoque, que en ocasiones se palía con el modo de enfoque fijo en la hiperfocal, y los defectos de en la ergonomía, por ejemplo, me cuesta horrores leer la información disponible en la pantalla trasera, tanto por lo diminuto de letras y gráficos, como por las pérdidas de contraste en situaciones de luz ambiental intensa,... todos estos problemas hace que no me haya decidido.
Acabaré llevándome la Lumix GF9 con la Minox 35 GT-E como complemento para película tradicional. O la Pentax MX con la XF10 como complemento digital. En cualquier caso, una cámara "grande" de objetivos intercambiables y una compacta. Dos "grandes", nunca. Quiero viajas muy ligero. En fin. Que la XF10 me resulta una cámara más fallida de lo que había supuesto. La aprovecharé unos años. Que no estamos para tirar el dinero. Pero... difícilmente recomendable. Fujifilm no deja de decepcionarme de vez en cuando.