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Olite y Madrid con película en blanco y negro - Olympus mju-II con Kodak Tri-X 400

La película Kodak Tri-X 400 es una de las películas favoritas en blanco y negro de buena parte de los fotógrafos que siguen fieles a la película tradicional. Por su sensibilidad nominal, por su carácter contrastado, por su fácil manejo en el laboratorio, por su amplia disponibilidad (al menos antaño), por su consistencia, fue la reina de la fotografía de reportaje durante décadas. Y sin embargo, yo la he utilizado poco. Sin duda, uno de los casos de éxito más claro usando esta película fue durante mi viaje a Islandia en 2016.

Probablemente, uno de los motivos principales por los que la uso poco es porque en comparación con las películas de Ilford, por ejemplo la Ilford HP5 Plus, competidora directa, pero de características muy distintas, son más fáciles de encontrar en el comercio, sin el engorro de tener que encargar por internet. Con los gastos de transporte asociados, a los que hay que sumar un precio tremendamente elevado en la actualidad para estas películas, que contrasta con el hecho de que sus costes de investigación y desarrollo están amortizados hace décadas. Pagamos como una película de élite un película de tecnología antigua, lo cual no quiere decir que se mala, que la propia Kodak consideró casi obsoleta cuando sacó la mercado sus películas T-Max, de grano tabular, más nítidas. Y que, paradójicamente, hoy en día puedo encontrar más baratas y con más facilidad en el comercio de mi ciudad. En los últimos dos años, he usado con frecuencia la Kodak T-Max 400.

Como hace un par de meses tuve que encargar por internet a Fotoimpex una diversidad de materiales imposibles de encontrar en el comercio de la ciudad, incluí en el pedido un par de rollos de Kodak Tri-X 400, a pesar de su precio, aun así más barato de lo que algunas tiendes en línea españolas piden. Y decidí repetir combinación con la misma cámara que me llevé a Islandia, la Olympus mju-II, de la que ya os comenté hace unos días a propósito del rollo de Ilford XP2 Super que hice en Olite. En Islandia fue una elección lógica, por el hecho de estar protegida contra las inclemencias de la intemperie. Sin embargo, si estas no se dan, en estos momentos tengo otras cámaras compactas que considero más adecuadas.

Pero en esta ocasión no he revelado yo el rollo. Atendiendo a una petición de consejo y ayuda de un colega aficionado a la fotografía que no puedo enlazar porque no participa en redes sociales ni tiene página en internet a pesar de su buen hacer, la revelé con sus películas en D-76 o su equivalente de Ilford... creo que es el ID-11. Como se encargó el de la preparación y del control del proceso, no lo recuerdo con precisión. No me acuerdo de la dilución del revelador ni del tiempo que estuvimos. Luego fue digitalizada en un escáner de alta gama que posee, quedando absolutamente impecables.

Quizá no fuese la película más adecuada para esos dos días de viaje a Olite, donde sustituyó a la XP2 Super que agoté, o en Madrid, donde lo terminé dos días más tarde, en la primera hora y media de estancia en la capital, pasando a continuación a tirar película negativa en color con la Pentax MX, algo de lo que os hablaré dentro de unos días. Fueron días claros, sin nubes, de abundante iluminación solar, y por lo tanto fuertes contrastes entre las partes iluminadas en exteriores y las partes en sombra. Si a eso añades que es una película contrastada... pues eso. Que la Ilford XP2 Super o la Ilford HP5 Plus probablemente fueran películas más adecuadas para esas condiciones. Pero no puedo negar que el resultado es atractivo. El fuerte contraste atrae al ojo. Y el grano resultó más contenido de lo que esperaba. Si la encontrase con más facilidad, la usaría con más frecuencia. Aun me queda un rollo. Dentro de una semana vamos a Toledo. Quizá entonces.

Adaptadores para película de 35 mm en cámaras de formato medio

Hace unos pocos meses os contaba cómo hice un experimento para usar una carrete de 35 mm en la Agfa Synchro Box, y de ese modo obtener fotografías de formato panorámico con una cámara de formato medio. El resultado no estuvo mal, aunque desperdicié bastante película porque no conté adecuadamente el número de vueltas que tenía que dar a la manivela de avance de la película. En cualquier caso, todo el invento a base de cinta aislante tuvo siempre una sensación de precariedad horrible.

Hace unas semanas encontré en algún sitio un enlace a una página en la que hablaba de unos adaptadores realizados con impresión en 3D para utilizar carretes de 35 mm en cámaras de formato medio. Y de alguien que a través de eBay y desde Viana do Castelo en Portugal te los mandaba ya impresos por un precio que sin ser barato para lo que son, un pedazos de plástico moldeado, es perfectamente asumible. Quizá lo único que le faltaba es vender también la pieza adaptada para recoger el rollo de película conforme se va exponiendo, aunque usar uno de los habituales de un rollo de formato 120 tampoco supone mayor problema. Si tenéis acceso a una impresora 3D, en los enlaces anteriores se pueden conseguir los datos para introducir en la misma y hacéroslo vosotros mismos.

Veámoslos...

Así como el experimento que hice hace unos meses fue con una cámara supersimple, en esta ocasión pensé, o se me ocurrió, que podría utilizar cámaras más sofisticadas, con las cuales podría controlar mejor el avance de la película y aprovecharla mejor. De hecho, como la longitud de un carrete de 35 mm es aproximadamente el doble de un rollo de formato 120, es decir, muy similar a la de los extintos rollos de formato 220, lo primero que se me ocurrió fue usarla con la Fujifilm GS645S Wide 60, que tiene posición para este último tipo de rollo de película.

Es cierto que por la disposición de la cámara, que favorece las tomas verticales en el avance de la película, no iba a conseguir fotogramas panorámicos ni mucho más grandes que los de 35 mm. Pero se trataba de probar. Y algunas cosas interesantes conseguí dando un paseo por el Parque Pignatelli de Zaragoza.

Las fotografías están realizadas sobre un carrete de Kodak Tri-X 400, expuesta a través de un filtro rojo Heliopan Rot 25, equivalente a un Wratten nº 25, revelada en Rodinal 1:50, 13 minutos a 20 ºC. Y la verdad es que no están mal, tienen su gracia,... pero... Pero. El sistema de avance y disparo de la Fujifilm GS645S no se lleva bien con este tipo de carretes. Y desperdicié una cantidad ingente de película. De hecho, sólo conseguí seis fotogramas, cada uno con nueve perforaciones de extensión. Lo normal en los negativos de 24 x 36 mm son las ocho perforaciones. Por lo tanto, nunca hubiera conseguido las 36 exposiciones habituales, pero sí unas 28 o 30. Mala suerte. No es una buena solución para esta cámara.

Al día siguiente volvía a repetir el experimento, pero esta vez con la Hasselblad 503CX y el Carl Zeiss Planar 80/2,8 T* CF, con una respaldo A12. Los respaldos A12 son para rollos de formato 120, en los que proporcionan 12 exposiciones. Trampeando un poquito algunas cosas, conseguí que sobre el carrete de 35 mm pudiese exponer un total de 16 negativos. Pero no encontré forma de engañar a la cámara para que siguiera disparando tras llegar al círculo negro en el contador del respaldo, sin arriesgarme a velar la película. Con un respaldo A24, para rollos de 220, podría estirarme más, pero no lo tengo,... y no lo voy a comprar. No me merece la pena el desembolso.

En esta ocasión, el paseo fotográfico fue por el vecindario de mi casa, el Parque de la Memoria y el barrio de Santa Gema en Zaragoza. La película fue la misma, de hecho las revelé al mismo tiempo, pero a través de un filtro amarillo Tiffen nº 8, también para mejorar el contraste de los negativos en las mañanas de calor tórrido y luz ofensiva del verano en Zaragoza.

Como ya habréis podido deducir de lo que he escrito con anterioridad, la cosa fue mucho mejor que con la Fuji. Es cierto que el avance del fotograma no es regular como con la película de formato 120. Y algunos de ellos quedaron muy juntos unos con otros, incluso superponiéndose en finas bandas de menos de 1 mm de anchura, por lo que no impide su utilización. Como el avance de la película en los respaldos de la Hasselblad es vertical, también es mucho más cómodo este formato del negativo que el horizontal y más panorámico. Aunque dispongo de un pentaprisma para más comodidad en la composición que con el visor de capuchón básico, al tener un ángulo de 45 º, hay que adoptar posturas raras para fotografiar en horizontal. Pero como podéis comprobar, con un poco de paciencia, lo hice.

Supongo que este tipo de opciones a la hora de fotografiar con una cámara de formato medio no es para usarlas todos los días. Pero algún que otro carrete de vez en cuando, con motivos seleccionados, sí que haré. Quizá por que no pueda evitar complicarme la vida de vez en cuando, en parte por optar por estéticas distintas, de esas que te sacan de tu zona de comodidad. En fin... que para lo que cuestan estos chismes, no te vas a privar de tener una opción más en tu arsenal fotográfico.

Excursión argéntica a Ejea de los Caballeros con AFZ

Surgió la idea como consecuencia de las actividades del III Encuentro Analógico, cuya excursión a Muel os conté en tres partes (1, 23), y que se realizaron esta primavera en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ). Durante las mismas se habló con Laura (Lura Photos), una simpática y animada aficionada a la fotografía de Ejea de los Caballeros, que de vez en cuando tenemos la suerte que nos acompañe en nuestras actividades en Zaragoza. En esta ocasión, tocaba devolver visita y acudir nosotros a Ejea, hacer fotos y, de paso, conocer mejor la capital de las Cinco Villas, sus calles, sus fiestas y su iniciativas culturales.

Como el contenido principal de esta entrada estará orientada a lo fotográfico, diré simplemente que por la mañana recorrimos las calles de la ciudad, y estuvimos en las actividades del mercado y la recreación medieval que se organizan para las fiestas de San Juan. Visitamos también dos centros culturales y de exposiciones, La Espiral y el Centro de Arte y Exposiciones de Ejea. Después de comer, con una visita guiada, conocimos las dos iglesias románicas, San Salvador y Santa María de la Corona, así como otros edificios e historias de la ciudad. Tuvimos la suerte de que el calor no fue tan agobiante como en los días anteriores, e incluso disfrutamos de una cierta brisa.

Comienzo obligado de la visita con una foto de grupo que hizo Ana.
Y momentos de relax y buen humor durante la comida.

Tenía ganas de experimentar durante esta excursión, así que me llevé una variedad de cámaras y materiales. Eso sí, que las cámaras no ocupasen ni pesasen mucho. Veámoslo en un cierto orden.

Olympus mju-II con Fujicolor Superia XTra 400

Nunca he utilizado mucho las películas negativas en color de Fujifilm, así como en tiempos, prácticamente sólo utilizaba las diapositivas de esta marca. Pero tras la experiencia con la cámara de un solo que me llevé a Muel, he empezado a usarlas. Y especialmente tenía ganas de usar la Fujicolor Superia Xtra 400, una todoterreno muy respetada, con una cámara que tuviera una óptica de mejor calidad. Así que cargué un carrete de esta película en la Olympus mju-II. Sobretodo la usé por la mañana, callejeando la ciudad y durante la recreación histórica medieval.

Unos colores vivos, un grano muy muy muy contenido y una amplia latitud de exposición la hicieron ideal para un día de sol radiante, no importando si el objeto de interés estuviera al sol o en la sombra, ya que la generosa sensibilidad nominal de ISO 400 así como la luminosidad del 35 mm f/2,8 de la Olympus, permitían un amplio abanico de posibilidades.

Película para todo uso muy recomendable, aunque para trabajos donde se exija una mayor matización de los tonos de color, y especialmente en retrato, creo que sigue siendo preferible la familia de las Kodak Portra, especialmente las 160 y 400. Pero está muy bien esta película. A tener siempre una reserva en el frigorífico.

Leica CL con Summicron-C 40/2 y película Fujicolor Natura 1600

La película Fujicolor Natura 1600 está reservada en principio por la marca japonesa a su mercado interno, en el País del Sol Naciente. Pero es posible adquirirla en Europa a través de algunas de las tiendas alemanas más especializadas en la fotografía argéntica, como Macodirect, donde compré hace unas semanas algunos carretes. No son baratas, aviso. Pero me apetecía probarla.

Puesto que parte de una sensibilidad nativa de ISO 1600, la usé con una óptica también razonablemente luminosa, reservada para interiores con menos luz. Los dos museo que visitamos y que mencionado anteriormente fueron los mejores lugares para usarla.

En la Espiral, atendiendo las explicaciones de la guía, y con una reproducción del bronce de Ascoli.

Siendo una película de tan elevada sensibilidad, el grano está muy presente, como no podía ser de otra forma. Como sucede en tantas y tantas otras películas negativas en color, conviene no subexponerla, para evitar tener desviaciones desagradables en los colores así como un contraste y tonos armoniosos.

En los negativos en los que la luz llegó en cantidades generosas, probablemente expuestos a un índice de exposición de 800, los colores fueron todavía más saturados y agradables y el grano se hizo notar mucho menos. Así que no sería de extrañar que su sensibilidad real se acercase a esos ISO 800 aunque con margen para exponerla a 1600. Donde más se nota es en las fotografías realizadas en el Centro de Arte y Exposiciones de Ejea. Podréis deducir fácilmente qué negativo iban más sobrados de exposición y cuales iban más justos.

Leica M2 con Summicron 35/2 ASPH y película Kodak Tri-X 400

Mi intención original fue llevar la Leica M2 con el 35 mm todo el día cargada con película en blanco y negro de todo uso, como es la todoterreno Tri-X 400. Y así lo hice durante buena parte de la mañana. Con el margen que da además para hacer alguna fotografía en interiores si la luz es suficiente y con la buena luminosidad del Summicron.

Por lo tanto, fue la película que utilicé durante buena parte del paseo por la mañana, asistiendo a la recreación medieval e incluso sirviendo para alguna foto arquitectónica en el interior de La Espiral, como veréis a continuación.

Como de costumbre, la Tri-X ofrece una estructura de grano bien marcada y unos negativos contrastados. Es cierto que tendí a la sobrexposición, como explicaré más adelante, pero se compensó en el revelado... debido a mi vagancia. Cuando consulté los tiempos de revelado para Rodinal a 1:50 y 20 ºC, que es lo que estoy utilizando en estos momentos, vi que la Tri-X tenía un tiempo revelado recomendado de 13 minutos. Y la ADOX que comentaré a continuación de 12 minutos. Así que decidí que en tiempos relativamente largos como estos, me iba a contentar con sacar la media, dejarlo en 12'5 minutos y confiar en los márgenes que ofrecen estos materiales para obtener buenos resultados. Con la Tri-X, sin problema.

Quiero avisar que no estoy usando el Rodinal habitual, sino el que ofrece ADOX bajo la denominación APH 09. Esta es la fórmula usada a principios del siglo XX hasta la Segunda Guerra Mundial, y que siguió usándose tras el telón de acero, mientras que Agfa modificaba ligeramente al fórmula de su Rodinal, el único que podía llevar esa denominación. Dicen que daría algo más de grano, aunque su uso es exactamente igual. Yo no estoy encontrando diferencias.

Leica M2 con Summicron 35/2 ASPH y película ADOX Supermax 100

La Tri-X es cómoda de usar,... pero yo no estaba suficientemente cómoda con ella. Básicamente, con un día de luz radiante como ese sábado, me obligaba a utilizar un diafragma de f/16 y una velocidad de obturación de 1/500 segundo, o su equivalente de f/11 y 1/1000 segundo. Pero nunca me gusta usar una diafragma tan cerrado por el efecto de la difracción, ni aun con una óptica excelente como el Sumicron asférico, ni me gusta llegar a velocidades de 1/1000 en cámaras mecánicas, ya que los márgenes de precisión a estas velocidades son menores. Por ello, prácticamente todos los negativos, salvo los de interiores, de Tri-X esta sobrexpuestos un punto, para exponer de f/11 y 1/500 hacia abajo.

Y también por ello, cuando terminé el primer carrete de Tri-X, decidí usar el de ADOX Supermax 100 que llevaba en el estuche. Aunque eso me iba a limitar la posibilidad de usar el blanco y negro en interiores. Pero una foto en color siempre se puede convertir a blanco y negro, y al revés, no.

De entrada, he de decir que esta película de ADOX se caracteriza por su elevado contenido en plata, lo que junto a su sensibilidad media, garantiza un grano mucho más contenido. La diferencia con la Tri-X es muy notoria, ofreciendo unos tonos más continuos y menos estructura de fondo. También tiene un contraste más suave que he tenido que corregir en el digitalizado de los negativos.

No me gusta tanto como la Fujifilm Neopan 100 Acros, y no es necesariamente superior a la mucho más accesible y probada Ilford FP4 Plus. Sí mejora el nivel de grano que ofrece la Fomapan 100 Classic, que se puede encontrar fácilmente también como Lomography Earl Grey 100. Por lo tanto, no creo que después de haberla probado vaya a usarla con frecuencia. Pero es una película muy razonable.

Aún me atreví a usarla en un momento dado en interiores, en el Centro de Arte y Exposiciones de Ejea, más iluminado que La Espiral.

Y tuve un desliz después de comer. Durante la mayor parte del día, con la película en blanco y negro estuve estimando la exposición a ojo, partiendo de la famosa regla "soleado f/16", que encontrábamos antaño, quizá también ahora, en los carretes de película para aficionado de Kodak o en algunas cámaras antiguas que no disponen de fotómetro. No suelo errar. Pero después de comer, debió de ser por la digestión, sí que hice unas cuantas tomas que resultaron subexpuestas.

Algo compensaría este error el hecho de que he revelado el negativo durante medio minuto más de lo aconsejado, debido al ataque de vagancia que he comentado antes. El tiempo recomendado era 12 minutos y lo usé con la Tri-X a 12'5 minutos. Pero por mucho que aumentes los tiempos de revelado, si en unas sombras no hay plata... pues negro se quedará. Aun a costa del incremento del contraste, que podéis apreciar en la imagen anterior.

Por lo demás, a la luz del día, me sentí más cómodo con esta sensibilidad que con la de la Tri-X.

Y un defecto...

Los más observadores verán que algunos negativos en blanco y negro presentan una larga raya recta transversal a la dimensión más larga, de color negro, que afecta a todos los negativos de Tri-X y a bastante de Silvermax. No sé a qué se debe. Se parece mucho a una que aparece en los dos negativos de largas exposiciones nocturnas que hice hace unas semanas. Pero entonces era otra cámara, la Hasselblad 503CX, y otra película, la Fujifilm Neopan 100 Acros. No sé a qué se debe. Y es una lata eliminarla tras su digitalización. Todavía no he comprobado si está en el negativo, o se produce por algún motivo al digitalizarlos. Por su coincidencia con su aparición con los de la Hasselblad. Esperemos que desaparezca del todo.

En la siguiente foto se ve muy claramente.

Quedada "analógica" en El Gran Capitán y Cartuja de Aula Dei - En blanco y negro

El buen sabor que dejó el Encuentro "Analógico" entre socios de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) y participantes en el grupo Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ) hace unos meses hizo que con frecuencia comentáramos la posibilidad de repetir estos encuentros de modo más frecuente. Y después de diversos contactos más o menos informales surgió la iniciativa de realizar una quedada "analógica" el sábado 19 de noviembre de 2016. Mantengo la palabra "analógica/o" entre comillas porque como ya he comentado en alguna ocasión no estoy de acuerdo con esta forma de designar a la fotografía con película tradicional basada en los haluros de plata. Fotografía fotoquímica me ha parecido siempre un término más adecuado para lo que no es captura electrónica, llamada también digital. Pero como intentar luchar contra "todo el mundo" es una guerra perdida, lo dejaremos en quedada "analógica".

El destino principal de la quedada iba a ser la Cartuja de Aula Dei, a pocos kilómetros de la ciudad de Zaragoza. Un destino complejo para fotografiar con película tradicional, ya que exteriores e interiores cuentan con condiciones de luz muy diversas. Desde un día de sol radiante a las puertas del monasterio cartujo, hasta la penumbra de la iglesia y los claustros del mismo. A continuación el equipo que me llevé al encuentro.

Las tres cámaras que llevé a la quedada. Como principales, la Plaubel Makina 67 y la Leica M2, esta con focales Zeiss Biogon-C 35/2,8, Zeiss Planar 50/2 y Leitz Elmar-C 90/4. Para un uso casual, la pequeña Olympus Pen EE3, de la que no tengo disponible todavía ninguna fotografía. Hice pocas con esta cámara.

Como el acuerdo con los gestores de las visitas a la cartuja es que nos apuntaríamos a la visita de las 12 del mediodía, decidimos pasar la primera parte de la mañana en los alrededores del campo deportivo de El Gran Capitán en Montañana, donde podían surgir variadas posibilidades fotográficas; fotografía deportiva, paisaje, fotografía de entorno industrial,... Para esa primera parte del encuentro decidí utilizar mi reciente adquisición, la Plaubel Makina 67. Utilicé dos carretes de 120, un Kodak Ektar 100 expuesto a su sensibilidad nominal y un Kodak Portra 400, expuesto a IE 100-200, con el fin de aumentar la saturación de la imagen y reducir el grano. No he recibido todavía el revelado de estos carretes. Lo dejaré para otro día.

Una vez en la Cartuja de Aula Dei utilicé dos equipos. En primer lugar, en la Makina 67 cargué un carrete de 120 de Kodak Tri-X 400 para fotografías de exterior.

En las fotografías resultantes observé dos cosas. Una ya la había constado en los carretes que había expuesto hasta ahora con ella. La cantidad de información que proporciona el negativo de 69 x 55 mm, a poco que la exposición del mismo esté cuidada, hace que el manejo de estos fotogramas sea comodísimo y muy agradable. Con el fin de ensayar nuevas cosas, decidí que a los negativos en blanco y negro de esta quedada iba a aplicar el revelado desatendido con revelador Kodak HC-110. Ahora voy un poco con el detalle técnico del mismo.

En el caso del carrete expuesto con la Makina 67, para el que usé un índice de exposición de 250 en lugar de su nativo 400, lo que da negativos algo más densos, usé el revelador muy diluido, 1:160, en revelado desatendido, es decir, sin agitación o con una agitación mínima, durante una hora. El resultado fue bastante bueno. Dando el tamaño del negativo y la ligera sobrexposición de 2/3 de punto, el grano no es muy aparente, la gradación tonal muy buena gracias al efecto compensador. El detalle en los sujetos fotografiados bastante bueno, salvo porque...

Efectivamente, observaréis que en algunos fotogramas se observan luces parásitas, que en carretes anteriores achaqué a la utilización de filtros y demás, y que ahora empiezo a considerar si la cámara, a pesar de su impecable aspecto exterior e interior, podría tener alguna "fuga" de luz en el fuelle del objetivo retractil. No pasa siempre. Cuando no pasa, las fotos quedan impecables, muy nítidas. Pero a veces pasa y me hace pensar el llevarla a un servicio técnio a hacerle un chequeo. Es el problema de las cámaras clásicas compradas de segunda mano. Que siempre pueden tener algún problema de fatiga de materiales inaparente que aparece cuando se las empieza a usar con cierta asiduidad.

Además, el parasol que me he buscado es un poquito largo para la focal del objetivo, y viñetea algo. A ver como vienen las fotografías en color.

Para la visita al interior de la cartuja, opté por la ligera Leica M2. En principio con el razonablemente luminoso Zeiss Planar 50/2, y también con película Kodak Tri-X 400 pero expuesta a un índice de exposición de 1600. Dos pasos de subexposición a compensar en la medida de lo posible en el revelado.

También en este caso utilicé el revelado desatendido con Kodak HC-110, pero con alguna diferencia. Dado que había que compensar en la medida de los posible esos dos pasos de subexposición, decidí diluir solo has 1:100, con el fin de dar un poco más de intensidad al revelado, manteniendo el espíritu del revelado compensador del revelado desatendido ("stand development" en inglés). Dada la escasez de luz en algunas estancias del interior del monasterio, la velocidad de obturación usada en ocasiones fue un poco baja, dando lugar a algún negativo, no muchos, con falta de nitidez debido a trepidación. Pero la ausencia de espejo en movimiento en la Leica hace que se puedan usar velocidades de obturación más largas.

El resultado ha sido razonablemente bueno. Así como los negativos de la Makina 67 han sido digitalizados con el Epson Perfection Photo V600 a una resolución de 1800 pixeles por pulgada, para un tamaño de imagen de en torno a 20 megapixeles, los negativos de la Leica M2 han sido digitalizados usando la cámara Panasonic Lumix GM5 con el objetivo Panasonic Leica DG-Macro Elamrit 45/2,8 ASPH OIS. Una vez recortado lo que sobra por el hecho de que el formato del sensor y el de los negativos no es homólogo, te quedas con unos archivos de un tamaño entre 10 y 12 megapixeles. La digitalización en el V600 en esas condiciones óptimas de 1800 pixeles por pulgada, daría solo 4 megapíxeles, aproximadamente.

En un momento dado, utilicé también el objetivo Zeiss Biogon-C 35/2,8, un paso menos luminoso, pero que también se puede usar a una velocidad de obturación más lenta, con el fin de aumentar el ángulo de toma en los interiores del monasterio. Siempre me sorprende cómo un diseño tan antiguo como el de este Biogon, con los vidrios modernos que aplica Cosina, el fabricante, por indicación de Carl Zeiss, el diseñador y propietario de la marca, proporciona unos resultados tan buenos.

Por último, antes de finalizar la visita al interior del monasterio, aún me atreví a usar el teleobjetivo de Leica, el Elmar-C 90/4, simpático objetivo diseñado como compañero de la Leica CL, y cuya utilización es delicada en interiores por la limitada apertura máxima y porque hay que usar una velocidad de obturación más elevada. Osé usarlo a una velocidad de obturación de 1/60 s, y obtuve algún fotograma curioso, mejor de lo que esperaba. Con un poco de entrenamiento supongo que el porcentaje de fotos aceptables aumentaría.

De momento, nada más. A la salida del monasterio, con el carrete de Tri-X de la Leica M2 agotado, le puse un carrete en color de Portra 400 que terminé de exponer al día siguiente. Tampoco lo he recibido todavía porque ha viajado a Carmencita Film Lab con los de medio formato. Ya os contaré cuando tenga los resultados.

Nada más de momento.