La historia de cómo llegó hace unas semanas este objetivo a mis manos, procedente de Tokio a través de eBay, la expliqué hace unas semanas. Entonces, probé el objetivo, un Pentax SMC-M 50/1,4, en mi Pentax digital. Donde a apertura medias entre f/4 y f/11 daba resultados satisfactorios, pero a grandes aperturas, f/1,4 a f/2,8, mostraba que su diseño fue varias décadas anterior a la fotografía digital. Por supuesto, después me he dedicado a usarlo de forma relativamente intensiva. Y claro, puesto que uno da por hecho que es bueno a sus aperturas medias, había que hacerlo en lugares en los que se justificase el uso de sus aperturas más abiertas. Y qué mejor lugar que los museos. Así que el primer domingo de diciembre me paseé con ella, primero por el Museo de Zaragoza, del Gobierno de Aragón, que es gratuito siempre.
Ese mismo día, a continuación, con unos amigos, en el Museo Pablo Gargallo, del Ayuntamiento de Zaragoza, que es gratuito los primeros domingos de mes. Y que es mi favorito y por ello ha aparecido con frecuencia en estas páginas.
Las fotografías están hechas con el SMC-M 50/1,4 montado sobre mi fiel Pentax MX, y película Fujicolor Superia XTra 400. Se pueden decir, a la vista de los resultados, varias cosas. La primera es que enfocar a f/1,4 es difícil cuando las condiciones de luz son realmente limitadas. Y teniendo en cuenta que mi vista no es la que era. Sí para la visión general, pero no para la visión a corta distancia. La segunda es que el objetivo tiene mayor distorsión, en barrilete, de la que esperaba. Por lo tanto, para la fotografía de arquitectura u otros objetos geométricos puede ser poco adecuado. Salvo que el archivo digitalizado lo corrijas en el software adecuado... pero para eso ya están las soluciones de captura digital. La tercera es que la Superia XTra 400, a pesar de sus sensibilidad, gusta de más luz. En condiciones de iluminación limitada, especialmente si es artificial, incluso si te esmeras midiendo la luz, muestra mucho grano.
También me llevé esta combinación a Madrid, donde expuse casi dos carretes de película. También acudiendo a museos y exposiciones.
Allí funcionó mejor esta combinación, en parte porque, siempre que pude, sobreexpuse ligeramente la película. Las fotografías que me quedaron las terminé de exponer en una mañana de tiempo gris y fosco, con riesgo de lluvia. Decir que en líneas generales estoy muy satisfecho con el objetivo, que está en excelentes condiciones.
Comenzamos el mes de noviembre con un fin de semana largo, que yo todavía alargué más cogiéndome un par de días de fiesta. Para resolver cuestiones domésticas preferentemente, pero que también me sirvieron para darme algunos amplios paseos con mis cámaras fotográficas para película tradicional. Entre ellas, una que más vio la luz en esos días fue la Hasselblad 500CM, para los rollos de formato medio en color.
Los primeros domingos de mes son gratuitos los museos municipales de Zaragoza. Entrada libre. Con frecuencia, por el que más nos gusta pasear antes de tomar un aperitivo y volver a casa a comer es el Museo Pablo Gargallo. Pero en esta ocasión teníamos un "cuerpo extraño" que introducía una variable nueva en la ecuación de dónde ir. Unos viejos amigos que viven "exiliados" en una ciudad castellana desde hace muchos años por cuestión de trabajo, adoptaron hace un tiempo a una joven señorita que ahora tiene diez años, y que es absolutamente encantadora. Por ese motivo, decidimos abandonar los museos más artísticos para buscar algo más entretenido para esas edades. Y nos fuimos al Museo del Fuego y los Bomberos, situado en el claustro del antiguo Convento de Franciscanos Mínimos y que también aloja uno de los parques de bomberos de la ciudad. Es un lugar muy agradable. Y colorido.
Yo decidí llevarme la Hasselblad 500CM con su objetivo estándar, el Carl Zeiss Planar 80/2,8 CF T*. Como película, tenía varias opciones. Por el día soleado que hacía, que repercute en la luz del claustro, supuse que un índice de exposición de 400 sería suficiente. Podía llevar alguno de los rollos de Kodak Portra 400 que tenía en el refrigerador o un rollo suelto que andaba por ahí pululando desde hace un tiempo de Fujifilm Fujicolor Pro 400H. Opté por este último. Luego comprobé que quizá hubiese sido buena idea coger alguno de los Lomography Color 800 que tengo y que recientemente probé. En algún momento, hubiera agradecido el paso extra de sensibilidad.
El rollo fue mandado a revelar a Malvarrosa Film Lab, donde hicieron un buen trabajo. En el comentario de retorno me decía que la Fujicolor Pro 400H agradece algo más de luz, pero sinceramente me gustan los tonos obtenidos. Creo que con uno o dos pasos de luz más, hubiera obtenido un aspecto agradable, de tonos para matizados, menos saturados y menos grano, pero lo cierto es que el grano que ofrece esta película a su sensibilidad nominal es perfectamente asumible, y al motivo, los coches de bomberos y otros objetos, le sientan bien unos colores más saturados y contrastados.
El principal problema lo tuve con el enfoque. Teniendo que trabajar con aperturas que van entre el f/5,6 para los motivos mejor iluminados y el f/2,8 para los más sombríos, con la escasa profundidad de campo que obtenemos con un 80 mm en formato medio, la precisión en el enfoque es fundamental. Y mi visión para la visión de cerca ya no es lo que era. No pudiendo introducir corrección dióptrica en el visor, como en mis cámaras digitales, y llevándose mal mis gafas de presbicia con la lupa de enfoque de la Hasselblad, en entornos sombríos cometo algún que otro error en el enfoque. Llevo pensando cómo resolver esto. ¿Comprar una pantalla de enfoque más brillante? ¿Entrenarme mejor,... ir más despacio? ¿Usar trípode siempre que sea posible? ¿Pasar del visor de capuchón y usar el pentaprisma, aunque aumente el volumen de la cámara al transportar?
Bueno, no os doy más la brasa, ved las imágenes y ya está. Y si queréis decir algo, soy libres. Seguiré hablando de la Hasselblad y distintos tipo de película negativa en color en fechas próximas.
Los primeros domingos de cada mes, los museos pertenecientes al Ayuntamiento de Zaragoza son gratuitos. Jornadas de puertas abiertas para la promoción de la cultura. Y eso lleva a que, si no tenemos otros planes previstos para las mañanas de esos domingos, nos pasemos por alguno de ellos antes de tomar el tradicional aperitivo dominical previo a la comida. Y entre estos museos, hace tiempo que mi/nuestro preferido es el Museo Pablo Gargallo, dedicado a la obra del escultor bajoaragonés. No sólo es que la obra de Gargallo sea interesante, sino que el propio edificio, el palacio de los Condes de Argillo en la céntrica plaza de San Felipe, es un bello ejemplo de palacio renacentista aragonés.
Mi intención para el primer domingo del mes de mayo era bajar a dar una vuelta por el museo "acompañado" de la Canon EOS 100, el 35/1,8 de Tamron y un carrete de película negativa en color, Fujicolor Natura 1600, que ya lleva demasiado tiempo en mi frigorífico. Pero se me olvidó coger el carrete. Se me hizo tarde, empecé con prisas... y se quedó encima de la mesilla del dormitorio sin entrar en la bolsa de los chismes fotográficos. Cuando me di cuenta, estaba en la plaza de España, recién bajado del autobús de la línea 40 y jurando los mil diablos. Pero ese domingo fue día de apertura en las grandes superficies comerciales y, aunque no soy partidario de comprar en las mismas en los festivos por un tema ético, me colé en la FNAC porque sé que allí disponen de película fotográfica. Probablemente el único sitio donde se podía comprar es domingo película fotográfica en Zaragoza. Y compré un carrete de Ilford HP5 Plus 400 con la intención de forzarlo dos pasos, es decir, exponerlo a un índice de exposición de 1600, con el fin de no verme obligado a fotografiar constantemente a la máxima apertura del 35 mm de Tamron.
No es la primera vez que uso la HP5 Plus forzada dos o tres pasos, generalmente con buenos resultados. Pero en el museo me daba un poquito de miedo. He comprobado en otras ocasiones que con medición matricial de la cámara reflez o con mediciones de luz incidente con el fotómetro de mano, las esculturas de tonos oscuros, casi negros, corres el riesgo de que te queden empastadas, con poco detalle. Por ese motivo, opté por usar la medición parcial de la cámara que mide sobre el 8 o 9 % central del campo de visión, por lo que te puedes centrar sobre el objeto de interés. Lo que suelo hacer es que mido la luz sobre el objeto que tengo miedo que quede sin detalle, y luego subexpongo un punto, porque al fin y al cabo ha de quedar entre los tonos oscuros, con la esperanza de que las capacidades de la película y el revelado aumentado serán suficientes para mantener el detalle en ese punto. Cuando la situación me parece conflictiva, no subexpongo ese paso; directamente uso la medición que me da el fotómetro de la cámara. En fin, intento proteger los tonos oscuros, que es lo que me enseñaron de siempre que debía hacer con la película negativa.
La película la revelé, como vengo haciendo últimamente, en Kodak HC-110. Como tenía algo de prisa, como siempre, busqué un tiempo de revelado no demasiado largo, pero tampoco demasiado corto. Las opciones que tenía con dilución B (1+31), tiempo muy largo, o con dilución A (1+15), tiempo demasiado corto, no me convencían. Pero comprobé que los tiempos eran absolutamente proporcionales proporcionales. Si la dilución A está el doble de concentrada que la B, el tiempo de revelado era la mitad. Así que calculé la que correspondería para una dilución C (1+19) a 20 ºC, y me salían unos cómodos 7 minutos. Que me dieron unos resultados buenos en su conjunto. Si algún negativo quedó con las sombras empastadas, se debió sin duda a una exposición algo corta.
Como la me ha pasado en alguna ocasión, el moderno Tamron 35/1,8 no se lleva siempre bien con la Canon EOS 100 a la hora del enfoque automático. Y para colmo, aunque pongas el objetivo en posición de enfoque manual no siempre dispara si no te aparece el circulito verde que indica que la electrónica de la cámara considera que el sujeto está enfocado. Pero poco a poco le vas cogiendo el tranquillo, y enfocando en manual, lo cual no está mal cuando trabajas en un museo, la cosa funciona. Y la calidad del objetivo está fuera de toda duda.
¿Los resultados? Pues a pesar de mis precauciones, hubo alguna de las esculturas de tonos más oscuros, que me quedaron algo empastadas y sin detalle. En general, los resultados fueron buenos. Y sorprende comprobar en qué medida el grano de la película, aunque notable, no era excesivo ni desagradable. Por supuesto, más apreciable en los negativos más finos, a los que ha llegado menos cantidad de luz. Alguna escena callejera que tomé por el camino, donde el reparto de tonos es más diverso, quedaron bien, sin problema, aun cuando en esas escenas opté por la medición matricial de la cámara. Así que el uso a un IE 1600 de la HP5 Plus no supone ningún problema en modo reportaje, pero cuando fotografías obras de arte con tonos oscuros, se conservador con la medición y dale toda la que puedas a tu sujeto principal.
No es fácil encontrar en estos momentos películas negativas en color de alta sensibilidad. Hay algunas de ISO 800, y cabe la posibilidad de forzar el revelado de algunas como la Kodak Portra 400, expuestas a índice de exposición de 800 o 1600. Pero Fujifilm parece que mantiene todavía en su catálogo, esto nunca lo sé con seguridad, su película Fujicolor Natura 1600. Hace unos años, Fujifilm sacó al mercado una pequeña compacta, decían que de buena calidad, no tengo más referencias, que se llamaba Fuji Natura Classica, con un objetivo zoom 28-56 mm f/2,8-5,4. Lo de "Natura" parece que no viene de estar pensada para el fotógrafo de naturaleza, sino de estar pensada para ser usada con luz natural en una diversidad de situaciones, incluidas las de escasez de luz. Y para ello, una película negativa en color de alta sensibilidad acompañante vendría bien. Y esta es. No es barata. Contad con 12,5 euros o más, más lo costes de transporte, porque es difícil encontrarla en la ciudad que uno vive. Parece que Fujifilm siempre la pensó para el mercado interno nipón, y por ello los lotes que salen al resto del mundo son escasos y caros.
Este no es el primer carrete de este tipo que expongo. Pero sí el que mejor me ha quedado, aquel al que más partido le he sacado. Para empezar, porque no me he limitado a usarla en situaciones de escasa luminosidad. Y también por la solidez de la cámara que he utilizado, la treintañera Canon EOS 650. El revelado y digitalizado de los negativos lo he encargado en Carmencita Film Lab.
Una parte del carrete lo expuse en exteriores. El domingo 3 de enero de 2019 fue domingo de carnaval, y como es tradicional, las calles del centro de Zaragoza se animaron con las comparsas del conde del Salchichón y de Gigantes y Cabezudos. Una mañana de buen tiempo, pero si excesos de luz y contraste, por estar el cielo ligeramente velado con nubes altas y finas. Mi intención era de exponerlo a un índice de exposición 800... pero me líe... y se quedó expuesto a su sensibilidad nominal. No pasa nada.
Después, nos dirigimos hacia el Museo Pablo Gargallo, pasando por los puestos de artistas callejeros del mercado dominical de San Felipe, donde también obtuve alguna instantánea. Decir que en este rato de paseo callejero usé la cámara con el discreto Canon EF 40/2,8 STM... que la verdad es que va muy bien. Estoy muy satisfecho con el aspecto de las fotografías. En las que se nota la granularidad, como no podría ser de otro modo, con esa sensibilidad, pero no me molesta.
Ese fin de semana recibimos visitas de fuera. Fue puente en Zaragoza por la festividad local de la Cincomarzada al siguiente martes. Aunque yo trabajé el lunes. Y dado que los primeros domingos de mes los museos municipales son gratuitos, nos dirigimos al Museo Pablo Gargallo, que para mí es el más bonito y agradable. Y donde me gusta ir a hacer fotos de vez en cuando, aprovechando para probar una diversidad de combinaciones de cámaras y películas en condiciones de luz limitada o muy limitada.
Para estas fotografías en interiores había echado a la bolsa dos objetivos más luminosos que el 40/2,8. Por un lado, el Tamron 35/1,8, que además proporciona una distancia mínima de enfoque muy ventajosa y estabilización óptica de imagen. Por otro lado, un Canon EF 85/1,8 USM, para cuando quisiese cerrar el encuadre en torno al motivo principal, o cuando viniese bien mantener cierta distancia con la escena o el objeto fotografiado. Es un objetivo antiguo, con una fórmula óptica que se remonta a 1992, pero que sigue dando buenos resultados. He escuchado alguna vez la especie de que era una versión automatizada del FD 85/1,8 de 1979, pero eso no parece cierto. El objetivo 1979 tenía una fórmula óptica de seis elementos en cuatro grupos, mientras que el EF de 1992 son nueve elementos en siete grupos. Es un objetivo más complejo y mejor corregido, que sí que tiene cierto parentesco con el EF 100/2 USM, prácticamente gemelo exteriormente, pero con un elemento menos en su fórmula óptica. En cualquier caso, el EF 85/1,8 USM ha aguantado con dignidad en la avalancha de nuevos objetivos con la misma focal, de similar o superior luminosidad máxima, y de precios muy superiores, que se ha producido en los últimos años destinados a los sensores digitales más exigentes.
La experiencia con esta película me ha resultado mucho más positiva que en la ocasión anterior. Evidentemente, el primer punto a considerar es que no necesariamente hay que reservarla a situaciones de luz disponible escasa. Un uso general, pero en el que es necesaria una buena reserva de sensibilidad para conseguir velocidades de obturación elevadas, incluso cerrando algo el diafragma también le conviene sin problemas. Siempre he pensado que las películas de Fujifilm tenía colores más agradables que las de otras marcas. Mas agradables no siempre significa más fiel a la realidad. Pero sí estéticamente placenteros o que generan un carácter en la imagen que les dota un plus de expresividad. Como ya he dicho anteriormente, la estructura del grano no me disgusta en absoluto, aunque hay que evitar a toda costa la subexposición. Aunque el laboratorio intenta corregir en el digitalizado los posibles errores de exposición, cuando esta se produce por el lado de la subexposición, o cuando hay un dominio de tonos oscuros, de clave baja, el grano se hace mucho más presentes. Pero si está bien medida la luz y bien expuesta la fotografía, y además se trata de una escena en clave alta, el resultado es estupendo. Creo que si se me pone a tiro, la usaré en más ocasiones.
Hace unos días, revisando una documentación que necesitaba por temas laborales en mis cajones, me encontré con un rollo de tipo 120, Ilford Delta 400 para formato medio, expuesto, sin revelar. Por más vueltas que le daba a la cabeza, no conseguía recordar ni cuando ni donde había utilizado ese rollo. Las neuronas que conservaban esa información parecían haber desaparecido de mi cabeza.
Lo revelé y...
Vistas las imágenes que aparecieron, las coordenadas de lugar y tiempo del carrete aparecieron en mi mente con claridad. El rollo fue expuesto el 5 de marzo de este año 2018, en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza y alrededores.
Durante esos días y anteriores, había dedicado un cierto esfuerzo a usar en ese entorno películas negativas en color de alta sensibilidad, y había olvidado que eventualmente expuse también este rollo de Ilford Delta 400. Por la naturaleza de las imágenes, sin duda lo usé a su sensibilidad nativa, ISO 400, y en interiores en su mayor parte estarán expuestas a su máxima apertura de f/4, y con velocidades de obturación entre 1/30 y 1/60 s.
Por el tamaño de su negativo, resulta evidente que la cámara utilizada es la Fujifilm GS645S Wide 60. Es la única que vengo utilizando con un negativo de 6 x 4,5. Y siendo una cámara de enfoque por telémetro de coincidencia, su distancia de enfoque mínima no es especialmente favorable, por lo que no hay primeros o primerísimos planos de las obras. "Retratos" de cuerpo entero o ambientales para la mayor parte de ellos. Pero están bien. La gradación tonal y el rendimiento de la película está bastante bien. Quizá sea mejorable, pero en general las fotografías son agradables.
Como el domingo tenía listo para revelar un carrete de Rollei Retro 80S del que os hablaré otro día, comprobé los tiempos de revelado de ambas emulsiones con Rodinal o sus derivados. Yo uso en los últimos tiempos el APH-09 de ADOX, que es una formulación del Rodinal anterior a la Segunda Guerra Mundial, pero con la que no encuentro diferencias en los resultados que ofrece. El caso es que para la 80S me proponía 8 minutos a 20 ºC con una dilución 1+25, mientras que para la Delta 400 me proponía 9 minutos a la misma temperatura y dilución. No me importaba, incluso prefería, dar algo más de tiempo de revelado a la película de Rollei para conseguir negativos más contrastados. Así que me arriesgué a perder contraste y algo de detalle en las sombras en la Delta 400, y revelé ambas en el mismo tambor con un tiempo de 8,5 minutos. Lo ciertos es que no he perdido detalle en las sombras, no se han bloqueado, y el contraste suave general de estos negativos les sienta muy bien a los volúmenes y las texturas de las obras escultóricas.
¿Qué podría ser mejorable? Pues alguno podría decir que con un revelador más adecuado, las imágenes podrían tener menos grano. El que presentan no me parece nada intrusivo. Por cierto, que estas alegrías mías con los tiempo de revelado "desmienten" en parte ese mensaje eterno de que las películas Delta, de grano tabular, necesitan más rigor en los tiempos y métodos de revelado. Mi experiencia me dicta desde hace tiempo que son bastante más resistentes de lo que nos cuentan. La única preocupación que tengo es fijar durante cinco minutos, en lugar de los entre 3 y 4 minutos, según la "edad" del revelador, que aplico a otras emulsiones más tradicionales.