La fotografía como afición y otras artes visuales

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El 2016 en fotos (1): De viaje con la cámara al hombro

Comienzo como otros años con mi resumen y balance del año. El 2016 que se nos va, que como muchos años ha tenido sus cosas buenas y sus no tan buenas. Pero mi recuerdo de los años siempre lo expreso en forma de fotografías, que muchas veces llevan asociadas recuerdos. Y también muchas veces, esos recuerdos pueden ser íntimos o privados, aunque las fotografías que los representan sean públicas. Soy celoso guardián de mi intimidad, mis recuerdos más próximos son míos. Pero hay imágenes próximas que los representan y puedo y quiero publicar. Y como digo, empiezo el balance con los viajes.

No me quejo. En absoluto. Ha sido un buen año en lo que se refiere a los viajes de larga distancia y recorrido, con algún incidente, pero sin mayores consecuencias. Sin embargo, siento que no he podido aprovechar tanto en miniviajes, esas escapadas de un día o un fin de semana, que también son muy necesarias, y a las que he tenido que renunciar durante el año en varias ocasiones, por motivos diversos. Lo dicho, celoso guardián de mi privacidad.

Tras los dos primeros meses, en los que se puso de manifiesto que iba a ser un año raro y complicado para las excursiones y escapadas de fin de semana, un sábado por la mañana de marzo hubo una pequeña excursión de Fotógraf@s en Zaragoza a Anento. Fue como un punto de partida. Por sencillo que fuera.

Aguallueve de Anento, Aragón (España).

Pocas semanas más tarde llegaba mi primer viaje internacional del año. Ya se ha convertido en un clásico mi escapada a Italia de Semana Santa, que este año, por mor de unos festivos que se nos debían, se estiró algo más. Y el destino fue las ciudades de la Umbria y el sur de la Toscana. Lugares de gran belleza, física y cultural, y que además carecen de las aglomeraciones de otros destinos más afamados en la península itálica.

Vista de Perugia al anochecer.
Estación de Asís tras un cansado día de recorrer sus alrededores y sus calles.
Enamorados quedamos de la ciudad medieval de Gubbio, en un día frío pero bello.
Tomando unos cafés y el sol en la Piazza Grande de Arezzo.
El sol comienza a descender en la tarde de Cortona.
Interior del impresionante duomo de Orvieto.

Vuelta tras las vacaciones de Semana Santa a los fines de semana gafados hasta que a principios de junio consigo escaparme un sábado a Madrid para visitar algunas de las más destacadas exposiciones en PhotoEspaña 2016.

Buscando donde refrescarnos en un día de calor moderado en Madrid.

También con el comienzo de la primera mitad de mis vacaciones de verano pude escaparme con Fotógraf@s en Zaragoza al valle de Tena y Jaca, en una excursión muy divertida.

Pantano de Búbal con Peña Telera de fondo.

Y llega el viaje estrella del año. Islandia era un destino deseado desde hacía muchos años. Aunque siempre habían surgido problemas para hacer realidad el deseo. Incluso este año estos problemas surgieron hasta la misma víspera del viaje, pero mi decisión era clara y al final aterricé en la bella isla cercana al ártico, y a caballo de dos placas continentales. Difícil resumir la variedad de paisajes y estímulos visuales de esos días.

Emanaciones geotermales.
Harpa en Reikiavik.
El Geisyr que da nombre a todos los géiseres... o uno vecino.
Paisajes entre lo agreste y la llanura.
Mil y un salto de aguas.
Las imponentes masas de hielo de los glaciares.
Playas de negra arena y aguas batidas por el viento.
Grandes extensiones de cenizas arrastradas por las aguas en apocalípticas catástrofes geológicas.
Navegando entre los icebergs en las lagunas glaciares.
O paseando por la playa entre bloques de hielo.

En julio, aprovechando todavía algunos días de vacaciones, aprovecho otro día para volver a visitar algunas exposiciones más de la interesante edición 2016 de PhotoEspaña. Y la exposición del Bosco en el Prado. Esta vez con visita a lugares poco conocidos del Jardín Botánico de Madrid.

En agosto me proponen visitar el sur de Suecia, quizá Copenhague, y si hay suerte Estocolmo. Voy de acompañante en un viaje... llamémoslo de negocios,... pero que me permitió conocer mucho del arte moderno y contemporáneo en aquellas tierras escandinavas. Y los tres lugares nos dio tiempo a visitar.

Pirámide de madera en Lousiana, museo de arte moderno cerca de Conpenhague.
Volks Wagen Beetle deconstruido en la Konsthall de Malmo.
Cenando al atardecer en Fotografiska de Estocolmo.
En una de las salas infinitas de Yayoi Kusama en el Moderna Museet de Estocolmo.
Y una premonitoria foto final en Estocolmo, junto al ayuntamiento, de lo que iba a ser mi futuro viajero.

Septiembre fue saludado con una nueva escapada con Fotógraf@s en Zaragoza, que han sido los que me han permitido escapar en parte a mi maldición de las excursiones de este año. En esta ocasión, una divertida excursión a la comarca del Matarraña en la provincia de Teruel.

Accediendo al casco histórico de Valderrobres, Aragón (España)

Y con la segunda mitad de mis vacaciones, entrado ya el otoño a principios de octubre, surge un viaje relativamente inesperado, y que va a resultar también un éxito, rico en experiencias y visualmente muy interesante. Nos vamos a Hong Kong. Y desde la antigua colonia inglesa en China, me escaparé también a visitar Macao. También difícil de resumir visualmente las experiencias de esa semana.

Ladies Market en Mongkok.
Templo de los Diez mil Budas en Sha Tin.
Tranvías bajo la lluvia en Causeway Bay.
Monasterio Po Lin en la isla de Lantau.
Pescadora en Tai O, isla de Lantau.
Jardines Nan Lian.
Jardín de los Pájaros en la calle Yuen Po.
El ocaso en Victoria Harbour.
Una mañana por Central Hong Kong y el SOHO.
Hong Kong desde The Peak.
Contraste entre lo moderno y lo antiguo en Macao.
A la salid de la casa del Mandarín en Macao.

Octubre fue también la ocasión de compartir una día de intensa fotografía con unos estupendos colegas, esta vez de ASAFONA (Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza), a la que me apunté a principio de año, y que no he aprovechado ni la cuarta parte de lo que pensaba. Me voy a dar otro año de oportunidad, a ver cómo funciona. En esta ocasión, fotografiando la flor del azafrán en Monreal del Campo, provincia de Teruel.

Y en noviembre, organizamos una quedada de amigos diversos en Madrid, con la excusa de la exposición de Renoir en el Thyssen-Bornemisza. A pesar de la lluvia, lo pasamos bien.

Roy Lichstenstein admirado por un visitante asiático en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Cerraremos el año con una escapada cercana a fotografiar el viaducto de alta velocidad de Rodén, en un mes de diciembre en el que también se han frustrado un por de excursiones por el mundo... Esperemos que esto mejore en 2017.

Es la única fotografía que he puesto realizada con una cámara de película en este resumen viajero, pero mañana lo compenso.

Cuaderno de fotografías en blanco y negro - Islandia, 2016

Si hace unos días anunciaba el fotolibro del viaje a Islandia de hace unas semanas, tras la llegada de las fotografías en blanco y negro procedentes de los carretes de película tradicional que expuse con mi pequeña Olympus mju-II, tomé la decisión de realizar un sencillo cuaderno con algunas de las fotografías recibidas. En esta ocasión he abandonado mis proveedores habituales y he optado por los libros de tapa blanda de Social Print Studio.

Paisaje bajo la lluvia en la península de Reykjanes.

Más que libros son unos cuadernillos, ya que no admiten más que 38 páginas, es decir 19 hojas por las dos caras, más alguna extra no aprovechable necesaria para la correcta encuadernación. Se trata por lo tanto de algo mucho menos ambicioso. Y que también se nota en el precio. Que cuestan más casi los gastos de envío que el libro en sí mismo.

Jökullsárlón - Laguna glaciar al sur de Vatnajökull.

No obstante, al igual que en el caso anterior, he elaborado también una versión en PDF que he subido a ISSUU para que pueda ser hojeada por cualquiera.

En Islandia, con película tradicional en blanco y negro

Desde que comencé a recuperar y volver a utilizar mis veteranas cámaras para película fotográfica tradicional, además de adquirir algún otro aparato que ha despertado mi curiosidad, empecé a darle vueltas a la idea de llevármelas también de viaje. A ver... la tecnología digital ha hecho que la fotografía de viajes tenga posibilidades mucho más amplias que antes, con sólo un engorro fundamental. La necesidad de acarrear con los cargadores de las baterías. Pero... fueron muchos años y muchos viajes con cámaras cargadas con diapositivas o negativos en blanco y negro.

Finalmente, cuando en septiembre de 2013 visité Nueva York, me decidí y me llevé la Olympus mju II, una de mis cámaras favoritas de todos los tiempos.

De la Olympus mju II ya os he hablado largo y tendido en alguna ocasión. Pero resumiendo, se trata de una cámara compacta, de un tamaño no muy lejos del de un paquete de tabaco, con una óptica fija de 35 mm y una apertura máxima 1:2,8, de enfoque automático, exposición automática, bellas formas en su diseño y, algo muy importante, con protección contra la intemperie. Es decir, soporta un ambiente polvoriento o la salpicaduras de la lluvia. No es sumergible, ni nada de eso,... pero en su momento se convirtió en mi cámara favorita para llevármela a esquiar, o cuando íbamos a visitar mares y playas. En muchos viajes, de la década de los años 90, acompañaba a la cámara réflex Canon EOS 100. Esta iba cargada con diapositivas en color, mientras que la pequeña Olympus portaba negativos en blanco y negro, que en aquel momento revelaba y ampliaba yo mismo en mi casa. O los viernes por la tarde en los laboratorios de la Galería Spectrum a cuyo club pertenecía por haber sido alumno de sus cursos.

Por cierto, que su filosofía básica es la misma que la de la Olympus Pen EE3 que os presentaba hace pocos días, pero con varios plus de calidad. En su construcción, en la calidad de su objetivo, buenísimo, en la precisión de su sistema de exposición que te permitía utilizar película diapositiva sin mucho miedo, en su protección contra la intemperie y en el tamaño del negativo, el doble, que permite más detalle y ampliaciones más grandes. Y encima es más pequeña. El argumento de las Pen de Olympus era su tamaño y portabilidad, pero perdieron la batalla cuando empezaron a aparecer cámaras para formato 24 x 26 mm igual o más compactas que las Pen u otras de medio formato (18 x 24 mm).

Cuando planifiqué el viaje a Islandia, país bello donde los haya, pero con una meteorología muy inestable y mucha pluviosidad, lo lógico era tirar de cámaras protegidas contra la intemperie. De hecho, la cámara digital que me llevé para usar con preferencia fue la Olympus OM-D E-M5 con el M.ZUIKO DIGITAL ED 12‑40mm 1:2.8 PRO, un conjunto que permite fotografía sin problemas bajo la lluvia o en el entorno de fuerte salto de agua, repleto del aerosol de agua que se forma. Y claro, pensé, por qué no la pequeña Olympus mju II. Con su pequeño tamaño, ha viajado el 95 % del tiempo en el bolsillo del chubasquero, y cuatro carretes de la polivalente Kodak Tri-X 400, película negativa en blanco y negro, era un sinsentido no llevársela.

Con la sensación de que el resultado final de esta decisión podía ser muy interesante, estos carretes no los he revelado y digitalizado yo como suelo hacer con las película en blanco y negro. Decidí estirarme y mandarlos a Carmencita Film Lab para su revelado y digitalizado en un tamaño respetable. Cada una de las copias digitales que he recibido tiene casi 20 megapíxeles con muy buena resolución de los detalles. Es algo que yo no puedo conseguir en casa con facilidad. Y efectivamente a merecido la pena.

Como es propio de la Tri-X, las fotografías tienen una buena gama de tonos, buena nitidez y una estructura de grano visible pero agradable. Dado que las condiciones de luz en alguna ocasión eran difíciles, algún negativo, no muchos, han quedado algo subexpuesto, y eso produce algo más de grano. Pero sin que supongo un problema real. De alguna forma se agradece sentir la materialidad de la película en la imagen.

Otra cuestión importante es las enseñanzas que ofrece utilizar una cámara con restricciones, frente a las cámaras de sistema con objetivos intercambiables. No hay focal variable. Tienes que morir al palo de la focal de 35 mm. Ese angular moderado que se acomoda bien a la visión humana, y al que te acostumbras hasta el punto de no sentir la necesidad de más. Incluso tienes la sensación de que las fotografías tienen más personalidad, y resultan menos "postales". Islandia está siendo en estos momentos un país muy visitado. Está de moda. En la última semana, entre las fotografías que visto en los lugares que uso para inspirarme he descubierto un monto de fotografías realizadas allí incluso si no lo dicen. Ahora reconozco los lugares. Por lo tanto, el riesgo de caer en el cliché es enorme. Cuando vas limitado de equipo, tienes que pensar más para sacarle jugo, y tienes más posibilidades de salirte de los caminos trillados. 

Yo he vuelto contento, y sin duda repetiré la experiencia. De hecho, además del libro de fotografías en color que ya he anunciado en estas páginas, haré otro más sencillo con fotografías en blanco y negro. Y como de costumbre espero que os gusten.

Libro de fotografías - Islandia, 2016

Ya terminé hace unos días de maquetar y preparar el libro de fotografías del viaje a Islandia a finales del pasado mes de junio. Para mí, no tiene sentido la fotografía si al final algunas de ellas, las mejores o las más idóneas, o las más significativas que no tienen por qué ser las mejores, van a un soporte sobre papel. Como después de cada viaje, al volver de Islandia comenzó la laboriosa tarea de preparar el libro de fotografías que será mi memoria física del viaje. Y ya está. Con el anuncio en Blurb de una oferta con un sustancial descuento, los libros de fotografías de buena calidad no son baratos, procedí a confirmar que todo estaba correcto, hacer unos últimos retoques y ajustes y subirlo al mencionado servicio de publicación. Recibiré el ejemplar impreso dentro de unos días.

Área geotermanl de Krysuvik.

Pero con ello, también procedí a obtener la versión en PDF que, subida a Issuu, permitirá que cualquiera pueda hojear el libro de forma virtual. No es lo mismo, pero tampoco está mal.