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30 años de Canon EOS - La EOS 650, que lo empezó todo

Nos guste o no, para alegría de los partidarios de la marca o para cabreo de los de otras marcas o sistemas, la marca y sistema dominantes en la fotografía actual es Canon EOS. Descuento la fotografía con los teléfonos móviles, porque en la práctica, y aunque el destino de las fotos sea muy distinto a los de antaño, salvo unos cuantos, las cámaras incorporadas en estos son las cámaras de quienes no son aficionados a la fotografía. Son los que quieren una foto de recuerdo o un "estoy aquí" para sus redes sociales, y la fotografía como tal les importa un rábano. Sí, ya sé que hay quien se los toman en serio, y me parece legítimo, pero la realidad es como es.

En la actualidad, por este mismo fenómeno de la cámara del teléfono móvil, la cámara compacta y sencilla, la "cámara para tontos" que llamaban algunos, ocupa un segmento residual entre los fabricantes de cámara. Que conste que yo nunca he creído que hubiese cámaras para tontos, aunque he conocido algún que otro "tonto con cámara", independientemente del modelo que llevase. Incluso cámaras profesionales de alta gama. Una cámara automática y sencilla puede ser un instrumento capaz si se maneja adecuadamente. Cuanto menos "tonto" seas, mejores fotos tendrás. No importa el instrumento.

Pues a eso. Entre la gente que se toma o que se quiere tomar la fotografía mínimamente en serio, como aficionado o profesional, las cámaras más vendidas son las réflex digitales de Canon. Pero el sistema de cámaras EOS (Electro Optical System) con su montura para objetivos asociada EF (Electro-focus) tiene ya 30 años, y en aquel momento reinaba la película tradicional basada en las emulsiones de haluros de plata con o sin colorantes acoplados. Es decir, en color o en blanco y negro. Y la primera de todas las Canon EOS fue esta.

Se trata de la Canon EOS 650 que fue lanzada al mercado en marzo de 1987. Fue seguida poco tiempo después por la Canon EOS 620, modelo muy similar, con un obturador más competente y rápido, y con algunas funciones añadidas que alegrarían la vida de sus usuarios. Pero la EOS 650 era, y es como veremos, una cámara muy capaz. Si visitamos el Canon Camera Museum, en su apartado dedicado a la EOS 650, se nos informa que salió al mercado con un precio de 118.000 yenes con el EF 35-70/3,5-4,5, o de 88.000 yenes el cuerpo sólo. No sé cuál sería el cambio en aquel momento de la peseta con respecto al yen. Supongamos como aproximación que estuvieran 1:1, aunque probablemente los precios en España en aquel momento eran más caros en el país nipón. Si ajustamos 120.000 pesetas de entonces por la inflación de estos últimos 30 años (hay una calculadora en el INE que permite hacer ese cálculo), estaríamos hablando de una cámara de 300.000 pesetas o unos 1800 euros (voy redondeando constantemente las cifras para facilitar la lectura). No era nada barata; pensad lo que se puede comprar hoy en día por ese precio.

Por cierto, el modelo que tengo en mi poder me ha costado 20 euros más gastos de transporte, y está absolutamente impecable. Sólo le falta el protector de goma del ocular. Pero tan apenas parece usada. Ni una raya. Y se me olvidaba, es un modelo EOS 650 QD, con respaldo fechador. O sea que todavía sería más cara en su momento.

En algunos sitios se puede leer que fue la primera cámara de enfoque automático de Canon. Pero no es cierto. Dos años antes, en abril de 1985, sacó al mercado la Canon T80 con montura FD, pero que admitía tres objetivos especiales, serie AC 50/1,8, 35-75/3,5-4,5 y 75-200/4,5, que enfocaban automáticamente. Pero fue más un ensayo que otra cosa. Su precio estaba al nivel de la EOS 650, e incluso más cara con un objetivo. En cuanto al diseño de la cámara, tampoco era original, pues se basaba fuertemente en el de la Canon T90, cámara de gama profesional que salió al mercado un año antes, en febrero de 1986, y que tenía las formas y la disposición de mandos precursora de las EOS. Aunque estaba más sólidamente construida y tenía mejores prestaciones. Una excelente cámara, pero que quedaría obsoleta pronto por su montura FD. Pero capaz de hacer fotos como ninguna.

Así que en realidad, la gran novedad del sistema fue la montura EF. Mayor diámetro, permitiendo diseñar objetivos más luminosos con facilidad, y carente de sistemas mecánicos para comunicar el cuerpo y el objetivo. Toda la comunicación se realizaba mediante contactos eléctricos. Se dice que Canon estaba previendo ya la era digital. En ese mismo mes de marzo de 1987, salieron al mercado cuatro objetivos EF; el EF 35-70/3,5-4,5 que se proponía como objetivo de kit, un zoom más potente, EF 35-105/3,5-4,5, un telezoom complementario a los anteriores, EF 100-300/5,6 y el que aparece en la fotografía con mi cámara, el EF 50/1,8. Este objetivo, el famoso "nifty fifty", era un diseño nuevo, basado en el esquema tipo Planar de Carl Zeiss, con 6 lentes en 5 grupos, frente a las 6 lentes en 4 grupos de objetivos similares de montura FD. Fabricado en policarbonato de buena calidad, incluía una escala de distancias de enfoque, un modesta escala de profundidades de campo con indicación de corrección de enfoque para película infrarroja y montura metálica. Tres años más tarde fue sustituida por la versión II, de policarbonato de aspectos menos noble, sin las escalas de distancias ni profundidades de campo, con montura de plástico. Esta estuvo a la venta hasta el año 2015, nada menos y fue muy valorada por su calidad óptica combinada con un precio asequible. La fórmula óptica es exactamente igual que la versión de 1987.  Mucho más recomendable si se encuentra. Por ser más sólida y útil.

Veamos algunas cuestiones de la ergonomía de la EOS 650 que servirán para hablar de la evolución del sistema.

Vemos a la mi recientemente adquirida EOS 650 con el EF 50/1,8 sobre la EOS 100 que adquirí nueva en marzo de 1993, calzada con una Sigma 28/1,8. La cámara, que venía con un EF 28-80/3,-5,6 USM que no conservo por que lo cambié por un EF 28-135/3,5-5,6 IS USM estabilizado, me costó 105.000 pesetas. Ajustando por la inflación, hoy serían 190.000 pesetas o, mejor dicho 1140 euros. El precio en esos seis años no varió, pero en realidad era más barata en dinero constante, y las prestaciones eran superiores. Aunque el aspecto del policarbonato fuera "peor". Lo cierto es que mi Canon EOS 100 me ha acompañado en muchas aventuras sin queja sobre su rendimiento y fortaleza. Pero lo que más destacaría es que la disposición de los mandos es algo distinta. En la EOS 100, que había aparecido en agosto de 1991, ya aparece la rueda de modos de exposición en la parte izquierda de la cámara (en la derecha de la foto), y aunque no se ve, en la parte trasera tiene la segunda rueda de selección propia de modelos avanzados. Esta disposición se mantiene hoy en día, aunque las cámaras digitales tienen muchos más botoncitos para un monto de cosas que si tiras en RAW son más o menos superfluas. Y aquí viene una reflexión.

Canon, en 1987, fue una empresa rompedora, que aun a riesgo de cabrear a muchos dejó obsoleto tecnológicamente de la noche a la mañana todo lo que había fabricado hasta entonces, que innovó mucho, y que tuvo un objetivo muy claro, ser líder en fotografía profesional y de consumo. Acabar con el dominio que Nikon venía ejerciendo desde que en los años 60 alumbró las Nikon F. Y lo consiguió. Antes del año 1997 que se habían propuesto como meta. Tras la salida al mercado de la primera EOS-1 y con las prestigiosas ópticas de la serie L, con lentes de fluorita, a principios de los años 90 ya dominaba en las pistas de deporte y en el mundo del reportaje. Y avanzaba a pasos agigantados entre los aficionados con gamas extremadamente coherentes y consistentes. Sin embargo, hoy en día, es la marca conservadora por excelencia. Desde hace prácticamente una década va sacando cámaras que son todas iguales por segmentos, con algunas innovaciones incrementales, manteniendo su posición de dominio del mercado. Un mercado a la baja en muchos segmentos. La marca que hace 30 años era excitante y estaba en la mirada de todos, se ha vuelto aburrida de narices.

Ahora veamos algunas fotos realizadas estos días con la Canon EOS 650.

Si vas a probar una cámara, no puede ser que se lo pongas fácil. Eso no tendría gracia, ni conocerías sus límites. Así que salí una mañana de jueves con nubes y algún claro, y le calcé el EF 200/2,8 que utilicé con o sin el duplicador de focal. Convirtiéndolo a ratos por lo tanto en un 400/5,6. La película usada es un carrete de Kodak Portra 400. Advierto que la digitalización de los negativos realizada en el comercio resulta en imágenes un poco sosas, con poco contraste y saturación. Supongo que porque tienen perfilada la Portra 400, que da este rendimiento. Pero los objetos que fotografié necesitan más viveza, por lo que los he trabajado un poquito en el Adobe Photoshop Lightroom, aun a costa de hacer algo más manifiesto el grano. He de decir que los negativos están menos densos de lo que esperaba. ¿Subexpone la cámara? Habrá que probar más.

Otra cuestión es el sistema de enfoque. Tenemos que tener en cuenta que es la primera Canon EOS en 1987, cuando sólo Minolta se había adelantado a Canon en ofrecer un sistema consistente de cámaras y objetivos de enfoque automático, aunque varias marcas habían hecho sus pinitos, como lo había hecho Canon con la T80. La sensibilidad del sistema de enfoque automático es menor que lo que estamos acostumbrados, y cuando hay poca luz, el sistema duda. Como la cámara es compatible con todos los objetivos EF desde 1987 hasta hoy, no con los EF-S, los objetivos con motores tipos USM o STM enfocan más rápido que cuando pongo el EF 50/1,8 con un motor de enfoque más primitivo. Pero cuando enfoca, que suele ser las más de las veces, el enfoque es preciso. Hay que decir otra cosa. El visor óptico es un lujo. Aunque no abarca el 100 % de la imagen, es muy luminoso. En mi opinión, más que el de la Canon EOS 5D Mark II que tengo también. De hecho, con el EF 50/1,4 USM o con el EF 85/1,8 es más fácil enfocar manualmente que con la mucho más moderna cámara digital.

La ergonomía es buena. Mejor de lo que yo pensaba al ver que la disposición de mandos no es la que yo estoy acostumbrado, aunque hecho mucho de menos la rueda trasera, que he disfrutado desde 1983 con la Canon EOS 100, y con cualquier otra EOS para aficionados avanzados o profesionales. Pero bueno, te haces en seguida, y es productiva. Otra cosa que hecho en falta es que en el visor te ofrece la información de velocidad de obturación y diafragma, y un símbolo que indica que has introducido una compensación de la exposición. Pero no la cantidad de la misma. Que tienes que consultar en la pantalla LCD externa.

La gama de velocidades del obturador es un poco corta para los tiempos que corren. Con una velocidad máxima de 1/2000 s y una velocidad de sincronización de flash de 1/125 s, estaba bien para la época, pero se queda corta hoy en día para una cámara del segmento en que se situaba. También es cierto que en aquellos momentos era mucho más raro subir de 400 ISO de sensibilidad, y que las velocidades rápidas de obturación no se usaban con tanta frecuencia. Tampoco estaba de moda el fotografiar constantemente a plena apertura, lo que hacía también innecesario esas velocidades más rápidas. La Canon EOS 100 llegaba ya a 1/4000 s, aunque la sincronización de flash se mantenía en 1/125 s. Velocidades de sincronización más altas Canon las ha reservado tradicionalmente para las cámaras profesionales o semiprofesionales.

También he probado la cámara con un carrete en blanco y negro de Kodak Tri-X 400. Por ejemplo, en una sesión que organizamos en la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) sobre fotografía analógica. Me despisté y no comprobé la velocidad de obturación que estaba usando con el EF 40/2,8 STM, un objetivo ligero y manejable que es un disfrute de usar con esta cámara. Por lo tanto, puede quedar una ligera trepidación residual en alguna de las fotos.

También mis orquídeas domésticas han sido objeto de atención por parte de la EOS 650, con distintas configuraciones de teleobjetivos más tubos de extensión para mejorar la distancia mínima de enfoque. La cámara ha funcionado sin problema alguno al incluirle estos accesorio. La montura EF es similar a la de cualquier otra cámara EOS posterior y funciona exactamente igual.

Y una de las virtudes más notables de la cámara me la encontré al día siguiente, en el que quedé con unos colegas y amigos aficionados a la fotografía para hablar de teleobjetivos Canon EF y trastear con ellos. Así, en algunos retratos, posados o robados, comprobé que incluso bajando la velocidad de obturación por debajo de lo recomendable, pude tomar alguna fotografía razonablemente nítida. El accionamiento del espejo en el momento de la obturación es claramente más suave que en modelos posteriores, está más amortiguado e introduce menos vibraciones, por lo que he podido observar. Eso está muy bien.

Las conclusiones que podemos sacar es que es una cámara perfectamente usable y eficaz para hacer fotografías con película tradicional. Sin ningún problema. Cualquier persona que disponga ya un sistema Canon EOS digital, especialmente con objetivos EF, no EF-S, incompatibles con esta cámara, puede decidir probar la fotografía argéntica comprando de segunda mano una de estas cámara por precios baratísimos. Quizá no sea fácil encontrarlas por 20 euros como yo, pero por poco más. Y si en lugar de la EOS 650, que es la que preferí yo por razón de su significado histórico, se hacen con una EOS 620, dispondrá de prestaciones todavía mejores. Un obturador algo más rápido, múltiples exposiciones, exposición en programa P desplazable, pantalla LCD iluminada,...

En fin... La usaré de vez en cuando. Creo que especialmente con el EF 85/1,8... Va muy bien con este objetivo. También con el "pancak" de 40 mm. Ya os contaré. Me faltan cosas por probar. Ponerle un flash... o utilizar el respaldo fechador... por ejemplo.

Antes de despedirme, os dejo con un vídeo que repasa visualmente la historia de las Canon EOS, que no empieza por la cámara adecuada, y una foto más, con fuerte sabor "canonista".

Nueva película Bergger Pancro 400 (2) - Mi colección de cámaras para película tradicional (en funcionamiento)

Hace unos días os hablaba de mi primer rollo de la nueva película del fabricante francés Bergger, la Pancro 400. Una película de la que me sentía muy satisfecho, y que de hecho estoy pensando en que sea mi película de elección para trabajos de interés. Para un uso más casual, tengo pensado tirar de Fomapan. Pero de eso hablaré otro día. Más adelante.

Esta nueva película, como su nombre indica, es pancromática. Es decir, es teóricamente sensible a todo el espectro de luz visible, como la mayor parte de las películas modernas. Pero eso es algo cierto en parte. Voy a ponerme un poco técnico y voy a poner aquí la curva de sensibilidad espectral de la película, que no es muy distinta a la de otras películas pancromáticas. Está obtenida directamente de la versión en francés de la ficha técnica de la película ofrecida por el fabricante a fecha de enero de 2017.

Como vemos, la película es sensible entre las longitudes de onda de 400 nanometros y aproximadamente los 660 nanometros aproximadamente donde comienza un brusco descenso de sensibilidad para que esta sea nula a partir de los 680 nanometros. El espectro visible, aunque hay variaciones entre individuos va entre el violeta, que comienza e los 380 nanometros y los 780 nanometros del rojo más profundo. Ciertamente los valores más extremos están sujetos como digo a cierta variabilidad personal, y hay muchas personas que no llegan a ser sensibles a los rojos más profundos, por lo que en la práctica no es infrecuente ver mucho textos donde redondean y nos dicen que el espectro visible esta entre 400 y 700 nm.

El caso es que incluso en las películas pancromáticas como esta Pancro 400, siempre hay una menor sensibilidad, aunque sea ligera, a los tonos cálidos que a los tonos fríos. Normalmente, en escenas tomadas con luz de día, no tiene mayor importancia. Pero cuando fotografías en interiores con luz artificial, especialmente luz de tungsteno o aquellas que la imitan, hay predominio de tonos cálidos y las películas se pueden quedar cortas de sensibilidad. Algún fabricante, no muchos, lo avisan, y te dicen que la sensibilidad de la película para esas situaciones es menor. Por ejemplo, 320 ISO en lugar de 400 ISO. No es el caso de la Pancro 400. Pero yo decidí probarla con luz artificial.

Para ello, cargué la Hasselblad 503CX con un carrete de Pancro 400, la iluminé con mis lámpara habituales del salón, halógenas o de LED con tonos cálidos, e hice un pase de modelos de mi colección de cámaras para película tradicional, aunque solamente aquellas que están en funcionamiento, aunque sea con alguna limitación.

Estas son las dos primeras que fotografié, la Canon EOS 100 (1992) y la Leica CL (1973) (Entre paréntesis el año de fabricación aproximado para el modelo del que dispongo). Van juntas porque entre 1993 y 2004 fueron las responsables de ir de viaje conmigo. La primera hasta el año 2001, la segunda con posterioridad. El buen resultado de la Leica CL y su mayor ligereza me condicionaron para ser de los primeros en adoptar las cámaras micro cuatro tercios, comparables en tamaño, como cámaras viajeras por excelencia.

Desde el punto de vista del rendimiento de la película, creo que ciertamente su sensibilidad real cuando la fuente de iluminación es luz artificial cálida es algo inferior. Los negros del cuerpo de la Leica CL tendrían que tener algo más de materia. No obstante, la película, como ya comenté, se comporta muy bien y se traga los pasos de contraste sin ningún problema.

Sigo con el pase de modelos. Ahora ya sin interrupciones sobre las características de la película.

Además de la Leica CL ya vista, dos telemétricas de la marca alemana más, la Leica M2 (1961) con montura de bayoneta para los objetivos y la Leica IIIf (1951) con montura de rosca.

Otras dos telemétricas, pero de formato medio, y por lo tanto bastante más grandes. La Fuji GS645S Wide (1983) es una telemétrica para rollos de película de 120 y 220 sobre los que se obtienen 15 o 30 negativos de 6 x 4,5. Mientras que la Plaubel Makina 67 (1985) con su objetivo Nikkor 80/2,8 fabricado por Nikon, retráctil, tiene un cuerpo metálico, es más consistente, y admite sobre los mismos formatos de película 10 o 20 negativos de 6 x 7. Ambas hacen fotos sin problema, con elevada calidad, pero la Makina 67 necesita pasar por taller por filtraciones de luz en el fuelle del objetivo retráctil.

Dos cámaras réflex, una Pentax MX (1977) y una Praktica MTL 5 (1985). La primera con su popular montura K de bayoneta, la segunda con una montura de rosca M42 que Pentax había abandonado ya diez años antes de que saliera al mercado este modelo de Praktica. Mi primera cámara réflex, de 1989, fue una Pentax P30N que no conservo. La vendí para comprar la Pentax MX que usa todos aquellos objetivos de focal fija de Pentax que fui comprando de segunda mano poco a poco y que van muy bien. Por ello, le tengo un cariño especial. Además va estupendamente, es una de las cámaras más agradables de usar, siendo además muy compacta de tamaño.

Vámonos hacia atrás en el tiempo con estas dos Agfas. La primera, la Agfa Jgestar 8,8 (1928, posteriormente conocida como Agfa Billy, bajo cuyo nombre se declinaron muchas cámaras similares de iniciación) es una cámara de objetivo retráctil con fuelle, sencilla, con un objetivo de tres elementos que no ofrece mucho contraste y moderada nitidez, pero que con sus negativos de 6 x 9 sobre película de formato 120 da información de sobras para disfrutar de la fotografía. También tiene alguna filtración de luz, y hay que protegerla de la luz directa en el momento de hacer la foto. La Agfa Synchro Box (1953) representa a las populares cámaras de cajón cuyo concepto básico no varió desde la primera Brownie de Kodak de 1900. Admite también película de 120 produciendo negativos de 6 x 9, pero su objetivo muy sencillo, un simple menisco, acarrea todo tipo de aberraciones ópticas. Para ampliar con muuuuuuucha moderación. Pero divertidas de usar, ambas.

Dos nuevas cámaras de objetivo retráctil para película de formato 120, produciendo ambas negativos cuadrados de 6 x 6. Conceptualmente muy similares, aunque la primera, la Zeiss Ikon Ikonta modelo 521/16 (1948) es algo más latosa de usar que la Adox Golf 63 (1955). Curiosamente, la primera no sufre de las filtraciones de luz en el fuelle de las que sufre la segunda, que hay que proteger de la luz directa al usarla para evitar luces parásitas en exceso.

Un recuerdo especial para las cámaras que originalmente no fueron mía sino de mi familia. desde la Viking (1964) que usaba mayormente mi padre durante mi infancia, pasando por la Kodak Pocket A-1 (1977), que yo usaba cuando me iba de campamento cuando era un adolescente y que usa cartuchos de película de formato 110 con sus minúsculos negativo, hasta la Olympus μ(mju:)-1 (1993) que compré para mi familia con el fin de que tuvieran una cámara de cierta calidad pero sencilla de usar, una vez que yo ya me había aficionado a la fotografía.

Unos años más tarde, me compré para mí mismo esta Olympus μ(mju:)-2 (1997), descendiente de la anterior, más compacta, con un objetivo más luminoso y protegida contra las inclemencias del tiempo. La pongo en comparación con la Olympus Pen EE3 (1973), una de las populares compactas de medio formato, la mitad del tradicional formato popularizado por Leica, que hacían que los carretes de 36 exposiciones ofrecieran cerca de 80 si las cargabas con cuidado para aprovechar al máximo la longitud de la película.

Mezcla de estilos en esta ocasión. En el centro, una noble Yashica Mat 124G (1970), reflex binocular con un objetivo tipo Tessar que hace unas fotografías excelentes, pero que tengo con una funcionalidad algo "estorbada" porque como consecuencia de una caída, la lente de enfoque no se sujeta correctamente. Por lo demás va muy bien. A reparar en cuanto tenga ocasión. Y con las otras dos entramos en el terreno de lo lúdico. De las cámaras-juguete. Pero que hace fotos. Por dos euros en un mercadillo conseguí la Cámara Safari de Indiana Jones (1987), que es una variante de la Werlisa Club Color B, una cámara que se fabricó en España como churros desde los años 70. Es muy elemental en su uso, pero hace fotos. Conceptualmente similar es la Vivitar Ultra Wide & Slim (2001), pero con la peculiaridad de que tiene un objetivo gran angular de 21 mm. También se puede conseguir por pocos euros. Su ergonomía puede producir algún dolor de cabea que otro, pero las fotos que se hacen con ella pueden ser muy simpáticas. Pasad de las Lomography, y buscad este tipo de cámaras si queréis diversión.

Diversión que también se puede conseguir con las chinas Holga, de las que yo tengo dos. Una Holga 120W PC y una Holga 120N. Ambas son fabricadas en 2015. El PC de la primera viene de Pinhole Camera, y es efectivamente una estenopeica. Ambas son para formato medio, rollo de formato 120. La estenopeica puede hacer fotografías de 6 x 9 y 6 x 12, la 120N de 6 x 6 y 6 x 4,5. La calidad en la estenopeica es la esperable en este tipo de cámaras. La de la 120N es simpáticamente lamentable.

Y dos estenopeicas más... La Camara Pinhole Automontable (2015) comprada en la librería del CaixaForum de Zaragoza. Tengo pendiente sustituir la lámina del estenopo por otra más fina. El estenopo me salió con un diámetro excesivo y la nitidez que ofrece es demasiado baja. Aunque no deja de ser curiosa de usar. Se vendía en piezas, y te la montas tú mismo. Admite carretes de 35 mm normales y corrientes, pero el avance es muy aproximativo. La otras es una Ondu 6x12 Multiformat (2016), que con un sistema de tabiques móviles permite usar sobre película en rollo tipo 120 los formatos de 6 x 6, 6 x 9 y 6 x 12. Está hecha artesanalmente de madera, las piezas se mantienen en su sitio con imanes de vanadio, y es muy bonita.

Llevo 11 fotografías con 24 cámaras presentadas hasta el momento. Normalmente la idea es que todas menos una cámara cupiesen en los 12 fotogramas que permite la Hasselblad en un respaldo tipo A12. Pero un error en el primer fotograma hizo que hasta aquí llegáramos. La siguiente fotografía está realizada con la Leica M-E, digital, calzada con el Elmar-C 90/4 para suplir esa carencia.

A pesar de que parecía que esta tecnología iba a desaparecer, la fotografía instantánea esta viviendo un simpático resurgir. Hay quien tira de los nuevos productos desarrollados por Fujifilm. Pero otros preferimos rescatar las viejas Polaroid y usar la (carísima) película instantánea de Impossible Project. Yo dispongo de una Polaroid Image System SE y una Polaroid Supercolor 635. Esta última es un modelo muy sencillito, que ofrece las típicas fotos cuadradas de Polaroid. La primera ofrece mucha mayor calidad y posibilidades, pero hay que usar el formato especial tipo Spectra, algo más alargado.

Y queda una cámara... la que ha hecho la mayor parte de estas fotos...

Y aquí tenemos la reina de las cámaras, una Hasselblad de la serie V, en concreto una Hasselblad 503CX (1989), con su clásico Carl Zeiss Planar 80/2,8, fotografiada con la Polaroid Image System SE. En realidad este modelo no salió tal y como se ve de fábrica, ni se vendió tal cual, ya que está montado a partir de distintas piezas. Las Hasselblad para película eran fundamentalemente un concepto modular. La 503CX el cubo central, pero el respaldo vino por otro lado, el objetivo por otro, y el visor que se ve... no es Hasselblad. Es Kiev, soviético. Pero funciona correctamente.

Y este es mi repaso a mi colección de cámaras para película tradicional en funcionamiento, aprovechando mis pruebas con la Bergger Pancro 400.

Agfa Synchro Box - ¿Por qué usar hoy en día un cámara de cajón?

En 1888, George Eastman registró la marca Kodak y diseñó y lanzó al mercado una sencilla cámara, como un cajón, con un rollo de película incorporado en el que se podían hacer 100 fotografías circulares, con un sencillo menisco como objetivo, con el lema "usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto". Se trataba de extender el uso de la fotografía, reservado hasta ese momento a equipos aparatosos y profesionales o aficionados con posibles, a todo el mundo. O por lo menos a una parte más amplia de la sociedad.

En 1900, Eastman Kodak lanza al mercado la primera de muchas cámaras que llevarán el nombre de Kodak Brownie. La ventaja con respecto a las anteriores era su bajo costo, y la posibilidad de cambiar el rollo de película sin necesidad de entregar todo el aparato para su recambio en fábrica o en un taller especializados. El propio aficionado podía cambiar el rollo con facilidad. Distintos formatos de película fueron usados a lo largo del tiempo:117, 127, 120, 620... incluso el diminuto 110 tuvo su Brownie.

En 1902, por ejemplo, se lanzó al mercado la Kodak Brownie Nº 2, que estuvo en el mercado hasta 1935, y que en lugar de las fotografías cuadradas de su antecesora proporcionaba las más grandes alargadas del formato popularmente conocido como 6 x 9. Durante muchos años, en una campaña con un componente indudablemente sexista, se popularizó el concepto de las Kodak Girls, puesto que estas cámaras eran tan sencillas que hasta una mujer joven, una chica, las podía usar. Y fue una campaña con éxito. Os dejo a continuación un ejemplo de cómo una de estas "chicas Kodak" que viajaba a borde del Carpatia fotografió las consecuencias del hundimiento del Titanic con una Brownie Nº 2 pocas horas después de la catástrofe.

No tenía hasta el momento ninguna cámara de estas en mi pequeña colección de cámaras para película tradicional. Me refiero al concepto, la cámara sencilla de cajón, y la forma. No a una marca en particular. Es fácil encontrar Brownies de los años 50 y 60 en los mercadillos y rastros, pero con el inconveniente de que Kodak optó en su momento por el formato 620 de película, muy similar al 120, pero que sólo ellos comercializaron. Así que hoy en día no funcionan si no es con adaptaciones molestas de los ejes de avance de la película.

El caso es que hace unas semanas me encontré con una oferta interesante. Una Agfa Synchro Box de los años 50, en estado impecable, con bolsa e instrucciones originales por poco más de 20 euros. Os la presento.

Con una bonita decoración art decó, tenemos una caja de metal, con un objetivo que es un simple menisco que equivale aproximadamente a una focal de 105 mm. La cámara carga película de formato 120, para 8 negativos de aproximadamente 56 x 88 mm. Grandes y poderosos. Hay dos visores, una para el formato vertical y otro horizontal, que dan un aspecto de "ojos" al frontal de la cámara, que producen una imagen invertida y que convierte el acto de encuadrar la fotografía en un arte relativamente impreciso.

Tiene un sistema deslizante de tres aperturas. Un amplia que puede estar entre f/8 y f/11, otra reducida que sería entre f/11 y f/16, creo que el manual dice que es f/16, y otra similar a la primera pero con un filtro amarillo, útil como veremos para aumentar el contraste en fotografías en blanco y negro.

Dispone de un obturador con una única velocidad de obturación, que hay quien sitúa en 1/50 segundos, pero dada la facilidad con la que se producen las fotografías trepidadas si no tienes cuidados, es muy probable que esté más bien en los 1/30 segundos. Por lo tanto, el disparo es una operación delicada. Tiene también posición B, para exposiciones prolongadas, rosca para cable disparador, que yo recomiendo usar porque hace que haya menos probabilidad de trepidación, y un par de roscas para montar el trípode.

El objetivo, que como he dicho es un menisco, muy sencillo, tiene todo tipo de aberraciones, y por lo tanto la nitidez es baja. Probablemente sufre dosis apreciables de aberración cromática, esférica y astigmatismo. La calidad en las esquinas es terriblemente mala. Y las esquinas empiezan mucho más cerca del centro de lo que estamos acostumbrados con el material moderno.

El foco es fijo, se supone que está pensado para un enfoque en la hiperfocal, con nitidez entre 3 metros e infinito, siempre que contemos con ampliaciones pequñas de las fotografías. Con casi 6 x 9 cm de negativo, muchas de estas fotos se positivaban por contacto, y por lo tanto la nitidez resultaba aceptable para una foto que se podía llevar en la cartera.

El contraste es limitado, y la resistencia al contraluz floja, pero superior a lo que yo pensaba.

El primer carrete con el que la he usado fue un Ilford XP2 Super de 400 ISO que tenía suelto por casa, y que para no perder tiempo revelé con un procesado típico de blanco y negro en Kodak HC-110 a pesar de estar pensado para el procesado C-41 similar a la película cromógena de negativos en color. En un día de sol radiante, el resultado fueron negativos extraordinariamente densos, pero que se escanearon sin problemas en el Epson Perfection Photo V600. Aguantan lo que les eches estas películas, especialmente si te "equivocas" del lado de la sobrexposición.

Otra cuestión a tener en cuenta es que hay que acordarse de pasar la película, porque si no el riesgo de dobles exposiciones es muy alto. Me ha pasado en dos ocasiones. Si luego, por azar, los resultados quedan simpáticos o no, es otro cantar.

Como el socarrón de los negativos con 400 ISO fue excesivo, hice otra prueba con película Ilford FP4+ de sensibilidad nominal 125 ISO. Hay que tener en cuenta que en la época en que se fabricó esta cámara, los años 50 del siglo XX, la sensibilidad habitual de las películas estaba en torno a los 50 ISO. Por lo tanto, con un diafragma f/16 y obturación de 1/30-1/50 segundos, es lo adecuado para exponer a pleno sol. Con la posición en filtro amarillo, la pérdida de luz por el filtro se compensaba con el mayor diámetro de la apertura. Y con la máxima apertura sin filtro amarillo era una posición idónea para fotografiar con nubes. En interiores, se podía usar flash, tiene un contacto para sincronizar, es la especificidad de este modelo, el más avanzado en cámaras de cajón, o la posición B del obturador.

En la prueba con la FP4+ realicé la misma foto, en un día de sol radiante, en dos posiciones. Con la apertura cerrada al máximo, o con la apertura con filtro amarillo. Según las instrucciones de la cámara, se debería esperar una mayor nitidez de las fotografías con la apertura cerrada al máximo. Por el aumento de la profundidad de campo. Pero lo cierto es que no he notado mucha diferencia, salvo quizá en algún objeto situado en primer plano, y el mayor contraste que produce el filtro amarillo hace que haya preferido sistemática esta versión de las fotos, que son las que os pongo aquí de preferencia. Sólo la del muñeco de las letras corresponde a la versión de apertura mínima.

La nitidez es muy baja. Las fotografías son aprovechables sólo con ampliaciones muy limitadas de las fotografías. Ni pensar que por el hecho de tener un negativo de 6 x 9 vamos a poder ampliar a lo grandes. Se pondrían muy de manifiesto todas las aberraciones del sencillo menisco que tiene como objetivo. Además, encuadrar correctamente es difícil, por lo que para que las fotos aparezcan correctamente equilibradas hay que recortar y enderezar una vez digitalizadas.

¿Qué sentido tiene por lo tanto usar una de estas cámaras? Pues el de despojarse de todo lo superfluo para fotografiar con lo esencial, como un ejercicio de creatividad en el que tienes que pensar cómo conseguir una imagen que pueda tener su interés dadas las limitaciones inherentes de la cámara. Estamos demasiado acostumbrados a cámaras que hacen tan sencillo hacer la foto que eso hace que el número de fotografías absolutamente banales que realizamos es enorme. Con una cámara así, con sólo ocho disparos por carrete y teniendo que trabajar en contra de los limitaciones del aparato, estamos obligados a pensar. Y a crear. Ted Forbes lo explica mucho mejor que yo en el vídeo que os dejo para terminar. Eso sí. Sólo lo tengo en inglés. Y que traducido se titula "El reto de las cámaras baratas".

Olympus μ(mju:)-1 - Antecesora de una de las compactas de más éxito

En ocasiones anteriores os he hablado de una de mis cámaras más queridas, la Olympus μ(mju:)-II, una cámara de los años noventa para película tradicional de 35 mm y doble perforación, compacta bolsillera, protegida contra las inclemencias del tiempo, y con un excelente objetivo 35/2,8, que combinaba calidad óptica y una versátil elevada luminosidad. La recuperé para su uso en mi viaje a Nueva York de 2013, y con posterioridad en diversas ocasiones, entre las que puedo destacar que llevó un carrete de negativos en color en el encuentro analógico de abril de 2016, y me acompañó por Islandia, haciendo valer su protección contra las mencionadas inclemencias del tiempo.

Pero esta μ(mju:)-II tuvo una antecesora, la μ(mju:)-1, de la que os voy a hablar ahora. Antes de seguir, decir que en estados unidos la nomenclatura fue distinta, siendo la primer versión la Olympus Infinity Stylus y la segunda versión la Olympus Infinity Stylus Epic.

Esta cámara, que podéis ver en la foto de arriba, no fue mía. Cuando dejé la casa de mis padres para vivir en mi propio piso, compré a mi familia una cámara compacta que considere adecuada y en condiciones. Esta μ(mju:)-1 no era la más barata del mercado, ni mucho menos, pero tampoco llevaba los precios de otras cámaras de prestigio y con más posibilidades de intervención en la exposición. Si leéis los artículo dedicados a la μ(mju:)-II, comparte con ella muchas características. Óptica fija de 35 mm de focal, exposición totalmente automática, y un sistema general de funcionamiento, de flash y de medición parecidos, con pequeñas diferencias.

Las diferencias fundamentales era que era algo más grande, que no estaba protegida contra las inclemencias del tiempo y que la óptica, f/3,5, era 2/3 de paso menos luminosa que su sucesora. Fue como una primera versión del modelo de éxito que vino después. Un tanteo. Aquí las vemos juntas. La cámara que compré a mi familia y la pequeña que me compré yo algo después.

Con los años, me olvidé de la cámara. No recuerdo el nivel de uso que le llegaron a dar mis padres o, eventualmente, mi hermana. Creo que no mucho. Pero no lo sé muy bien. Mis padres viajaban de vez en cuando con actividades de jubilados, pero no recuerdo que ensañen o haber visto muchas fotografías. En un momento dado, acabó en un cajón donde permaneció durante muchos años. ¿15, 16, 17 años? Por lo menos. Hasta que recientemente mi hermana confesó que la había rescatado cuando murió mi padre y se llevó cosas a su casa, y me la pasó. E hice un carrete de prueba, para ver que tal funcionaba.

Como usa la misma pila que la (mju:)-II, y tenía una de estas en mi ejemplar, la pasé a la cámara y comprobé que aquello tomaba vida. La cargué en un neblinoso día de diciembre con una carrete de Kodacolor 200 que tenía por el frigorífico, y salí a hacer fotos en un paseo entre mi casa y el Parque Grande de Zaragoza.

La cámara funciona y expone las fotos correctamente. El negativo usado no es de los mejores, pero es digno. Y buscando motivos con colores adecuados, las fotos no quedaron sosas a pesar de lo gris del ambiente y del día.

Las juntas que protegen el interior de la luz parecen íntegras, con la (mju:)-II tuve algunos problemas de filtración de luz por la ventanilla trasera que te permite ver la información del carrete puesto en la cámara. Y es cierto que algunas fotos salieron desenfocadas. Supongo que a la cámara le cuesta adquirir el foco más de lo que estoy acostumbrado y que pretendiendo hacer fotos rápidas, pulsé el botón del obturador antes de tiempo, y el autofoco no cumplió correctamente con su labor.

Ahora que he recibido los resultado digitalizados, quiero asegurarme que los fallos de enfoque no se deben a otro tipo de problemas. Le he cargado un carrete en blanco y negro que revelaré yo mismo... y ya veremos.

Mis conclusiones son las mismas que cuando la compré para mis padres. Es una cámara muy decente y muy digna, con una óptica de buena calidad. Es más grande que su sucesora, pero sigue teniendo un tamaño muy ajustado. No es tan luminosa, pero comparada con las similares de óptica zoom de la época, admite situaciones de iluminación más desfavorable. Y si llueve... hay que tener cuidado. Pero salvo estas cuestiones, no hay motivo por el que no se puedan hacer buenas fotos con ella. Eso sí, tiene dos engorrosos problemas para mí, al igual que la (mju:)-II. No conserva memoria de la posición preferida del flash, desconectado, por lo que si quieres ser discreto y que no se dispare hay que acordarse de cambiarlo, recordando que cada vez que apaguemos la cámara se vuelve a poner en automático. Y no tiene ningún tipo de compensador de exposición, al mismo tiempo que la sensibilidad de la cámara es leida por los contactos DX sin posibilidad de saltárselos. Y en pasos completos, 50-100-200-400 ISO..., porque sólo tiene 4 contactos en lugar de los seis de cámaras más completas.

Pero con una película moderna... a hacer fotos de buena calidad si la circunstancia se presenta.

Adox Golf 63 en el Valle de Tena

El día de San Valero, fiesta local en Zaragoza, como es costumbre salimos a dar un paseo y tomar un aperitivo, antes de acudir yo a la comida familiar habitual en esta fecha. Ya comentaba hace unos días que, si sale buen día, es un día propicio para probar cosas nuevas fotográficamente hablando, y de ahí mi prueba de la Rolei Superpan 200.

El caso es que nuestro paseo nos llevó a la plaza de San Bruno, detrás de La Seo. La catedral de Zaragoza para quienes no conozcan la ciudad. Es redundante e inadecuado referirse a ella como "catedral de La Seo". Los zaragozanos la conocemos simplemente como La Seo, su nombre formal es La Seo de San Salvador, y puede ser correcto denominarla Catedral de San Salvador, pero nunca "catedral de La Seo". En Zaragoza, nadie la llama simplemente "la catedral". Es La Seo. Pero retomo el hilo. En esta plaza de San Bruno, los días de fiesta se forma un mercadillo de trastos viejos. Llamarlo "anticuarios" me parece excesivo, aunque alguno de los puestos puede merecer el nombre de "puesto de antigüedades". Y eventualmente se encuentran cámaras fotográficas. Alguna he comprado por allí.

Quizá por ser día de fiesta especial, a pesar de coincidir en domingo, hubo más comerciantes que en otras ocasiones y con más variedad de artículos. También de cámaras fotográficas. He de hacer una advertencia. No son comerciantes especializados, y nunca garantizan el funcionamiento de la cámara. De hecho, muchos las venden a quienes quieren utilizar cámaras antiguas para ornamento en sus comercios, café o negocios cara al público del tipo que sea. Te dejan echarle un vistazo, accionarlas, y a partir de ahí... tú te arriesgas. Como ya digo, ese domingo de San Valero había cámaras notables. Uno de ellos tenía una Leica III (c o f), con un Summitar 50/2, que no tenía mala pinta, aunque supongo que precisaba una limpieza, ajuste y lubricado. No tenía mal precio, aunque no se podía asegurar que el Summitar estuviese en buena condición interna. Si hubiera garantía de ello, sería un chollo.

Pero a mí, que estoy un poco mohíno desde que el obturador de mi Voigtländer Perkeo II se estropeó, me llamo la atención una cámara similar, ligeramente más grande, con prestaciones menores de obturador y objetivo, pero que podía ser una sustituta económica de la Perkeo II, porque sólo me costaba 30 euros. Una cámara de formato medio con fotográma de 6x6, por una fracción del precio que las plasticosas y deficientes Lomography tienen. El aspecto general se veía bien, aunque siempre te entra la duda de que, siendo una cámara de objetivo retráctil, el fuelle pueda tener alguna fuga de luz que provoque veladuras o luces parásitas en los fotogramas. La compré.

Esta es la cámara. Con estuche incluido y sin él. Ante la iglesia románica mozárabe de San Juan de Busa en el Serrablo, Alto Aragón.

La cámara no tiene mucho misterio. Un objetivo retráctil Adoxar 75 mm f/6,3. Apertura modesta que da nombre al modelo de la cámara, Adox Golf 63, fabricada en la Alemania Occidental en algún momento entre 1954 y 1957. El objetivo cierra hasta f/22. El obturador Pronto, de tipo central incorporado en el objetivo, tiene como velocidad máxima una modesta 1/200 s.  Está pensada para utilizarla con luz relativamente abundante, teniendo en cuentas las sensibilidades habituales en las películas para aficionados de su época. Con las sensibilidades altas que se encuentran hoy, se estiran un poco más sus posibilidades. Se enfoca por estimación, disponiendo de una escala de profundidad de campo, con dos marcas que señalan los puntos adecuados para el retrao y el paisaje, cuando cierras el diafragma a un punto intermedio entre f/8 y f/11.

Dispone de rosca para cable disparador, posición B y un temporizador de disparo, para quien quiera apuntarse al selfi. Rosca para trípode, por supuesto. Zapata para accesorios sin contactos para el flash, que habrá que conectar con el cable adecuado al zócalo correspondiente.

Pero veamos fotos. El día 30 de enero nos subimos tres amigos de excursión al valle de Tena y al Serrablo en el Alto Aragón. Por la mañana estaba nublado, pero no muy cerrado. Paramos en los embalses de Búbal y Lanuza a contemplar el paisaje y hacer unas fotos.

El rendimiento general de las fotografías obtenidas es bastante bueno, dadas las modestas características de la cámara. Al fin y al cabo, el objetivo no pasará de ser un triplete, sin las correcciones que aportan los diseños tipo Tessa, con cuatro lentes, por ejemplo. La cámara aprovecha bien la anchura de la película, y el cuadro de imagen está más cerca de los 56 x 56 mm que de los 54 x 54 de otros modelos.

Aunque alguna de estas imágenes me hizo sospechar que no todo iba a ser felicidad.

Cogimos de nuevo el coche y nos llegamos hasta el paso fronterizo de Portalé, donde estaba totalmente nublado y lloviendo. Estuvimos un poquito y nos bajamos a comer en las cercanías de Formigal, donde llovía intermitente. Seguí haciendo algunas fotos más.

Empezaba a confirmarse que en ocasiones se apreciaba una luz parásita, especialmente en el cuarto superior izquierdo de la imagen, probablemente debido a alguna fuga de luz en el fuelle. No siempre, y no siempre con la misma intensidad. Hasta ese momento, había dispuesto de luz muy suave por los nublados.

Al continuar el viaje paramos en Búbal de nuevo, donde las nubes se habrían, y en los contraluces, empecé a observar que las luces parásitas eran más frecuentes e intensas.

Tras abandonar el valle de Tena, siguiendo hacia Sabiñánigo, decidimos entrar a visitar alguna de las iglesias románicas mozárabes del Serrablo. En concreto, la más sencilla y aislada, que es mi favorita. San Juan de Busa.

Allí tomé varias fotografías. Algunas de las cuales quedaron bien, y otras sin embargo acusaron el problema de luces parásitas. Casi siempre asociado a luces intensas, especialmente a contraluz.

Como veis, esta última fotografía es un follón de luces de mucho cuidado. Es posible que la cámara, sin usar durante mucho tiempo, estuviera en un equilibro inestable, y al "obligarla" al zarandeo de la excursión y a exponer tres rollos, 36 exposiciones, en un día, haya ido haciendo agua, perdón "luces", progresivamente más abundantes. Aunque siempre asociadas a contraluces y a la presencia de algún foco de luz intenso en el encuadre en las peores situaciones.

Volvimo a seguir nuestro viaje de regreso hacia el sur, y paramos en las proximidades de Arto, a tres kilómetros del Hostal de Ipiés. Arto es el pueblo de nacimiento de mi abuela materna. No llegamos hasta el pueblo. Nos quedamos en un caserío en ruinas que hay 500 metros antes de llegar. El día se había vuelto a nublar.

Como veis, sin luces intensas presentes, las fotografías vuelven a tener un aspecto bastante respetable, dejan de aparecer las fugas. También puede ayudar el desplegar el objetivo en el momento de hacer la fotografía, y mantenerlo recogido el resto del tiempo.

El caso es que aun con los contratiempos mencionados, me parece que es una cámara más interesante que las Holgas, Dianas, y otros zarrios lomográficos, donde tambien pueden aparecer luces parásitas, y son al menos el doble de caros. En esta cámara tienes que realizar el esfuezo de estimar la distancia de enfoque, aunque es bien cierto que con diafragmas cerrados y enfocando por zonas, no es nada difícil conseguir la fotografía nítida. También tienes que aprender a medir la luz, seleccionando por tí mismo diafragma y velocidad de obturación. Dado que se usará fundamentalmente en exteriores, aplicar la regla de "soleado f/16" hace sencillo su uso. Yo tendí a sobrexponer y los negativos me han quedado densos, pero perfectamente explotables, y con mucha reserva de detalle en las luces y en las sombras. Utilicé película Kodak Tri-X 400 revelada en HC-110 en la dilución 1+47 (o 1:48), lo que da un tiempo de revelado de 6 minutos 30 segundos. Podría haber acortado el tiempo de revelado un poco, para obtener negativos menos densos, pero me hubieran quedado más planos de contraste, lo que con objetivos de este tipo no me convence. Así que me doy por contento con las elecciones tomadas.

Dista mucho de la perfección, pero por el precio que tiene, es utilizable como entretenimiento. E incluso como iniciación y aprendizaje de las bases del formato medio.